lunes, 31 de octubre de 2022

Jalouin... o algo así

La tropa de mi casa está revolucionada probándose disfraces a cada cual más espantoso.. Miles de hojitas del árbol de la calle se han puesto un maquillaje blancuzco. Les he dicho que no era nada favorecedor pero han pasado de mi entre risas y gritos de alegría. Pensé que habían descubierto la botella de chinchón y le habían dado un buen tiento.

Las bolas de polvo formaron un largo rosario agarrándose a una cuerda y se arrastraban bajo los muebles penosamente. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Huy, que susto ¿No te has disfrazado? - ¿El Carnaval no es en febrero? - Aaay, que cabeza tienes, boba de Coria. Esta noche es Jalouin o como lo digan los americanos.

Su bolso iba tan lleno que parecía querer reventar. - ¿Qué lleva ahí? - Unas bolsas de chuches que me he encontrado en la calle... - ¿Cerca de la tienda del señor Li? - Pues sí. Menuda casualidad ¿No crees?

Pepe el jibarizado lanzaba al aire su OOOOOOOOOOO como un triste lamento.  Me pareció que estaba ojeroso y demacrado - Canta algo más alegre, cabecita loca jijijijiji - Pero siguió a lo suyo. 

Pascualita estaba hecha un pingajo. Iba vendada bajo el agua. Una de las vendas debió engancharse en un alga y se iba soltando poco a poco. Me recordó a una momia... mojada.

De pronto me entraron ganas de disfrazarme también pero ¿de qué? Todo lo que se me ocurría ya estaba superexplotado.

Salí viente veces al balcón deseosa de encontrar algo original. En mi cabeza no había nada ¡NADA!

Ensimismada en mis cosas, al sonar el timbre de la puerta abrí como un autómata sin fijarme en lo que tenía delante... hasta que lo hice. Mi alarido fue terrible, poderoso, aterrador. ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!! - Tanto como las dos figuras enlutadas, sin pizca de maquillaje. Con la cara lavada y el pelo sin teñir.

Me dio un soponcio. Las almas en pena me resucitaron a base de chinchón. Y mientras yo volvía a la vida recordé que se parecían bastante a la abuela y la Momia aunque ¡NO LO ERAN!... o sí.

 

domingo, 30 de octubre de 2022

El dragón.

 - ¡¡¡Lo he visto. Lo he vistoooooo!!! (grité histérica) ¡La culpa es tuya por dejarlo entrar, cristalera! No sé cómo tengo que decirte las cosas.

El árbol de la calle tampoco se libró de la bronca: - ¡Ha pasado por tus ramas porque no has estado al tanto! ¿Y ahora dónde duermo yo? ¿dónde como? ¿dónde veo la televisiòn?  mientras tu pierdes el tiempo cantando el brindis de la Traviata.

Las ramas que reposaban en las ventanas y el balcón de casa se retiraron discretamente para evitar nuevos enfrentamientos.

 - ¡La Cotilla se hará la dueña de mis cosas! Incluso vosotros, personajes, seréis amos de mi Reino y Haciendas. (Declamé con tal fuerza dramática que fui ovacionada fervorosamente)

Pero no pudieron comprar mi disgusto, mi rabia y mi temor: ¡Había entrado UN DRAGÓN en casa! ... De acuerdo, bien mirado no era gran cosa pero ¡UN DRAGÓN ES UN DRAGÓN! y a mi me dan miedo. No sabía dónde se había metido y no podía arrimarme a ningún sitio por si me salía de golpe. 

Pascualita dejó de saltar poniendo perdido de agua el suelo del comedor . La cola de sardina, recta como un palo, se ennegreció perdiendo su bonito color azul porque toda su energía y atención estaban puestas en la captura de una víctima ¡que no era otra que el DRAGON! al que acababa de ver acercándose a la pila de lavar.

- ¡¡¡IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!! (Grité mientras se me ponían los pelos de punta) ¡No te lo comas delante de mi que me da grimaaaaaa! - ¿Cuándo me ha hecho caso la sirena? ¡Nunca! 

De lo poco que recuerdo antes de caer desmayada fue ver a Pascualita regalando la cola de la lagartija a su querido Ataúlfo que se la zampó encantada.

sábado, 29 de octubre de 2022

Cambio de hora.

Hay en casa un viejo reloj de cucú, de un bisabuelo antiguo, que nunca dice ésta boca es mía, o mejor dicho, este pico es mio, desde que se murió el pobre señor y ésta mañana ha roto su costumbre, diciendo: ¡No hay derecho, cucú!

Ha sido todo un acontecimiento. Hasta mi primer abuelito se ha asomado tras los cristales de la ventana de la cocina. - ¿Por qué no pasas? - le he preguntado. - No estoy presentable, nena, Sin mis sudarios no soy nadie y ahora mismo no tengo ninguno puesto. Pero no quiero perderme el volver a la vida del viejo reloj y su pájaro.

El artilugio carraspeó varias veces hasta aclarar la voz, inutilizada durante dos siglos, según contó: - Pero me cabreo dos veces al año desde que tenemos que adelantar o atrasar la hora. Para mi es un trastorno tanto cambio. Mi maquinaria no está para muchos trotes y el pobre cucú apenas puede mover las alas, invadidas por las bolas de polvo que han hecho de su capa un sayo y del pájaro su chalet en la Sierra.

Las bolas de polvos protestaron: - ¡Eso son calumnias! ¡Le hacemos compañía! -El reloj quiso contestar a eso pero no articuló palabra. Tampoco hay que pedirle peras al olmo y pasar del silencio a la cháchara, constructiva o no, de buenas a primeras.

Para animarle, todos le dedicamos un caluroso aplauso que le removió los sentimientos y lloró como una magdalena antes de ser mojada en el café con leche. 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿A quién aplaudes, boba de Coria? - ¡Hola, Cotilla! jejejejeje... A Ataúlfo... - ¿Y eso? - Acaba de dar un salto mortal de campeón olímpico. (dije y la Cotilla me creyó al ver agua en el suelo que, en realidad, eran las lágrimas del reloj pero cualquiera se lo dice a esa descreída de vecina que tengo.

viernes, 28 de octubre de 2022

Malentendido.

Los pitidos de los coches a las ocho de la mañana, interrumpieron mi desayuno. - ¿Abuela? (me pregunté) Ya es una tradición aparcar el rolls royce en la parada del bus cuando viene a casa, aunque suele hacerlo más tarde. De todas maneras salí al balcón para asegurarme que no era ella.

El árbol de la calle apartó una de sus ramas y pude ver, claramente, lo que pasaba. ¡Era ella con Andresito y Geooooorge el mayordomo inglés. Atravesaban la calle indiferentes a los "piropos" de los conductores atrapados en el atasco. Minutos después entraban en casa.

- ¿No es pronto para hacer visistas? (dije) - "Depende de cómo lo mires. Ahora hemos salido de El Funeral. Menuda fiesta hemos montado a costa del "bueno" de Emeterio . Su viuda lloraba a lágrima viva mientras se colgaba el retrato de su marido en la Pared de los Finados. A todos nos parecía imposible que en su cuerpecito enjuto cupiera tanta lágrima".

" - En cuanto el retrato se colocó, la viuda se "colocó" a su vez, con chinchón on the rocks,  brindando al grito de ¡¡¡ALEGRÍA, SI QUERÉIS CANTAAAAAR, ALEGRÍA DE VIVIIIR...!!! Resulta que las lágrimas eran de risa y ella estaba como unas castañuelas"

- Ya me podríais haber invitado a la fiesta, abuelitos. - "Cuando tengas un bisnieto, antes, no" - ¡Lo que voy a tener es un hijo! (grité furiosa y el Mundo se paró) 

Miles de ojos estaban fijos en mi. Miles de respiraciones quedaron cortadas. En el árbol de la calle no se movía una hoja. Hasta las bolas de polvo dejaron de rodar bajo los muebles. Mi primer abuelito apareció de pronto, en el cuadro de la Santa Cena, con un nuevo sudario a medio probar.  Me di cuenta de que había un malentendido y añadí: - Cuando lo tenga.

Eso salvó muchas vidas que ya estaban faltas de aire.

La discusión "Será hijo. Será bisnieto" nos llevó tooooda la mañana entre ensaimadas recién hechas y chinchón va, chinchón viene.

 

jueves, 27 de octubre de 2022

Apuestas.

Mi primer abuelito se presentó subido a dos palmos por encima del palo de la fregona, que estaba encantada con la aparición porque creía que la habían elegido Reina de los Juegos Florales de vaya usted a saber dónde. 

Iba envuelto en un sudario imitando el traje de La Celestina, azul noche con letreros luminosos que decían "Se arreglan parejas" - ¿Y eso, abuelito? - Me he apiadado de los peces. - ¿Vas a convencerlos de que lo suyo es imposible? - ¡Que va! He hablado con Pascualita y la he convencido para que practiquen la apnea ya que ninguno puede vivir en el agua del otro. - Me imagino que Ataúlfo no estará por la labor. - ¡Huy! ¿no conoces el refrán: Puede más dos tetas que cien carretas?

El pececito rojo se pasó todo el día saltando de la pecera para caer sobre el aparador, intentando aguantar la respiración cada vez más mientras Pascualita, a su lado, le daba ánimos. Una vez, incluso, le dio un besito y por poco se lo traga.

Pepe el jibarizado no quiso perderse el espectáculo y soltaba sus OOOOOOOOOOOOO que, en este caso querían decir:  - ¡¡¡ATAÚLFO ES COJONUDO, COMO ATAÚLFO NO HAY NINGUNOOOOOO!!!

Los comensales de la Santa Cena hacían apuestas entre ellos con restos de comida antiquísima. Solo uno apostaba sus treinta monedas a que el pececillo saldría victorioso. 

Las bolas de polvo apostaron también por él. Pompilio, como Ataúlfo no lleva calcetines, apostó que no.

El árbol de la calle era un guirigay. Apostaron todos: gorriones, hojitas, alguna cigarra despistada. La mayoría en positivo. El árbol aposto que no. Y las dos caras de la cristalera tuvieron sus más y sus menos, abriéndose y cerrándose. No se pusieron de acuerdo y una dijo si y otra No, con reparos pero.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - ¡¿Qué hace mi Ataúlfito fuera del agua, boba de Coria?! - Da clases de apnea, Cotilla. - Metió al  pececillo en remojo y plantándome delante de la cara un índice huesudo, dijo: - ¡Y que no me entere yo que hace esa guarrada que has dicho!

miércoles, 26 de octubre de 2022

¡Oh, el amor!

 Los comensales de la Santa Cena murmuraban entre sí a cuenta de Ataúlfo y Pascualita: Que si era un escándalo lo que habían echo, saltando de sus respectivos "hogares" para encontrarse en el frío y húmedo suelo besuqueandose como posesos: - ¡Puag, que asco besar a un pez o a una medio pez, en la boca! Los jóvenes de hoy en día no saben guardar las normas.

Les he dicho que menos chafardeo, que de eso se encarga la Cotilla y más recoger la mesa que lleva puesta más de dos mil años y esto ya pasa de castaño oscuro.

La vecina se presentó con una nueva pecera para su pececito rojo que instaló en la pila de lavar del comedor. - No la ponga ahí que puede caerse: - Si no la tocas (sentenció Doña Pechugona) no.

La Cotilla está feliz. Es una mujer muuuy mayor, canija, un nervio eso sí, que, de la nada ha conseguido unas tetas XXXXXXXXL y alardea de ella, por ejemplo, llevando de la cocina al comedor, su plato de albóndigas con tomate, los cubiertos, el vaso, el brik de Don Simó y la barra de pan usando el enorme pecho como bandeja y no se le cayó nada.

Mientras comíamos, la Cotilla comentó: - No entiendo cómo se rompió la pecera. - No pude comentarle que, llevados por la pasión, Pascualita y Ataúlfo decidieron encontrarse en terreno neutral, sin aguas salada o dulce de por medio y dar rienda suelta a su pasión. No contaron con que los peces no tiene pulmones. La sirena tiene algo parecido pero él no.

Cuando llegué junto a ellos, cogí a la sirena por la cola, la volteé y entró de cabeza en la pila de lavar. A Ataúlfo lo metí en una garrafa de cinco litros de agua dulce y volvió a la vida de la que ya se estaba despidiendo.

Mi primer abuelito, subido a dos palmos sobre la olla exprés, me contó que no había visto enamoramiento igual, salvo el suyo con mi bisabuelastra la Momia - ¡Aaaayyy! (y suspiró ruidosamente)

martes, 25 de octubre de 2022

Ataúlfo la arma.

La Cotilla trajo un bote de fabada recién caducado y no le hicimos esperar más a pesar de los calores de octubre. - ¿Es del contendedor de basura del Súper? - Si. Me dije, para que se lo lleve otro me lo llevo yo. - Alguna vez podría traer algún producto sin caducar... ¿no? - ¿Pagándolo yo? ¡Ni hablar! Cuántas veces tengo que decirte que soy una pobre jubilada que no tiene donde caerse muerta. - En su piso de 4º, por ejemplo. - ¡Tengamos la fiesta en paz, boba de Coria!

Mientras discutíamos la pecera de Ataúlfo se estrelló contra el suelo y nos dio un susto de muerte. La Cotilla gritó: - ¡¡¡ATAÚLFITOOOOOOOO!!! - Yo salté de la silla y corrí por si había que esconder a Pascualita. 

Al pisar el agua derramada resbalé, tropecé con la Cotilla que venía detrás de mi y salió rebotada para terminar cayendo ¡SOBRE LA SIRENA! Me temí lo peor y no me equivoqué.

Después del ¡¡¡PATAPÁM!!! vino el ¡¡¡AAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYY!!! y la vecina se levantó con una agilidad que para si quisieran muchas quinceañeras, mientras sus ojos se abrían como platos soperos viendo como sus tetas crecían y crecían entre un dolor horrible motivado por el mordisco de tiburón que Pascualita le arreó cuando cayó sobre ella.

Rauda y veloz fui en busca de la botella de chinchón, que es mano de santo para éstas cosas porque cuando despierte del coma etílico en el que está entrando, no recordará nada y encima, presumirá de pechuga. Si es que las hay con suerte.

 

lunes, 24 de octubre de 2022

Peligro, peligro.

 Pepe el jibarizado ha puesto en movimiento su ojo-catalejo y se dedica a espiar a todo bicho viviente. Los comensales del cuadro de la Santa Cena han visto invadida su privacidad, al menos eso dicen ellos. El de las treinta monedas, por el contrario, está entusiasmado con el catalejo y no para de gritar: - ¡Lo compro, lo compro!

Mi primer abuelito ha aparecido en lo alto de la lámpara del comedor. Estaba rompedor y más bonito que un San Luis con un nuevo sudario de Christian Dior dedicado a los drones que acompañan el modelito y sobrevuelan todo lo que se les pone a tiro. 

Uno de ellos se ha interesado por la pila de lavar desde donde Pascualita envía mensajes cifrados a Ataúlfo, el pececillo rojo, amor imposible de la sirena. El dron, indiscreto, se ha dedicado a grabar a los dos peces antagónicos. 

De pronto me he dado cuenta de lo peligroso que estaba resultando aquello para Pascualita. El mundo sabría que las sirenas no se habían extinguido del todo ¡Quedaba una! y sería codiciada por científicos, millonarios chalados, coleccionistas de especies raras, etc. etc. Y me propuse evitar males mayores. Contacté con el ánima de mi primer abuelito telepáticamente para que pusiera a la medio sardina en antecedente sobre el peligro que corría. La última frase que dije fue: - ¡CÁRGATELO! - Medio segundo después sobre el dron cayó un chaparrón de agua de mar.

Para salvaguardar a la sirena, todos los seres de mi casa, se confabularon contra el dron y antes de decir Amén, el artilugio había desaparecido del mapa. - ¡Oh, no, nena! Me has fastidiado el modelito. (se quejó el abuelito al que le duró poco el enfado porque un abuelo nunca se enfada con sus nietos)

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - Hola, Cotilla. - Me ha parecido ver volar a ¿un palomo? - Le recomiendo las gafas de ver de la tienda de los chinos del señor Li.

La cristalera del balcón se abrió de par en par para dejar salir los últimos cachitos del dron. Pepe el jibarizado, reconvertido en la única cabeza jibarizada con permiso para espiar del mundo, no cabía en si de gozo mientras gritaba sus: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - entusiasmado.

domingo, 23 de octubre de 2022

En el hospital.

Al llegar a casa he contado mi experiencia en un hospital. Sentada a la mesa del comedor he pedido a la concurrencia un poco de atención. - ¿Un poco cuánto es? (pregunto Pompilio) - Siempre tiene prisa aunque en esta época calurosa la agente apenas lleva calcetines. - Un ratito. -  Se nota que no eres suiza, boba de Coria. Si hicieras relojes no serían fiables. Perderías la confianza de la clientela (la bola de polvo que me hablaba parecía muy puesta en relojería suiza) ¿Un ratito? jajajajaja Ay, nena, que mayor te vas haciendo... - No pudo seguir. Un golpe de escoba acabó con ella.

A Pascualita y a Pepe el jibarizado los coloqué en el frutero del comedor y los demás se fueron acoplando a su gusto. Cuando, por fin, el árbol de la calle dejó de reñir a sus hojitas para que no alborotasen y la cristalera logró una abertura idónea para que mi voz llegara a todos, apareció mi primer abuelito embutido en un sudario musical que amenizó mi charla con Paquito el chocolatero. Empecé con mi retahíla:

No va una todos los días a un Hospital a sentarse junto a una cama, con la mascarilla puesta para no coger virus volátiles y esconder los bostezos. 

Nada más entrar en el Hospital, un edificio enorme por fuera y mucho más por dentro, supe que, para sobrevivir allí, tendría que torear. Y me preparé para ello haciendo el paseíllo, rebeca al hombro y yendo de baldosa en baldosa, con los cinco sentidos alerta cuando, de repente, apareció una enfermera empujando una camilla a la que recibí a Puerta Gayola. Me sonrió y siguió a lo suyo. Aquí me gané mi primer¡ole!

De un ascensor salió un enfermero al que hice un quiebro para que no me pusiera la inyección que llevaba. Me guiñó el ojo (en casa se escuchó un olé) Y así fui, de quiebro en quiebro, esquivando Extracciones de sangre, ¡Oleee! Calditos sosos ¡Oleeee! Tomaduras de temperaturas. ¡Ooooleeee! Analíticas mil y... - ¡¡¡OLE, OLE Y OLE!!!

Entre oles y aplausos de la concurrencia, Paquito el chocolatero se hinchó a repartir tazas humeantes de chocolate. Al final me dieron una oreja imaginaria con la que di varias vueltas al comedor hasta el mareo y entre la locura de los aficionados hasta que resbalé con el agua caída al suelo cuando la sirena, entusiasmada, dio saltos mortales en la pila de lavar... La ovación fue de salida en hombros por la puerta de Palma

- ¡Ayyyy!... Creo que me he roto un hueso... ¡snif!...

viernes, 21 de octubre de 2022

Metiéndome en compromisos.

Uno de los comensales de la Santa Cena se quejó de que lo había arañado. - ¿Yoooo?  No tengo otra cosa que hacer. - Pues aquí está la prueba acusatoria (dijo señalando una parte de su ropa a la que le faltaba un trozo de yeso) - Ah, pero esto no es cosa mía sino de mis uñas. - ¡Tu lo has dicho: ¡MIS UÑAS!

Tuvimos una discusión de lo más tonta que nos ocupó toda la tarde y parte de la noche porque ambos teníamos razón: el desconchón era cosa de las uñas que , aunque nadie me creerá , viven su vida loca con total libertad y libertinaje. 

Han crecido sin ton ni son. Ni siquiera crecen unanimemente y en cuanto a vestir no tienen ninguna afinidad. Mis manos son paletas de colores a cual más discordante, de modo que no asumo ninguna responsabilidad de sus actos. allá se las compongan las muy descocadas.

Agotados, decidimos dar por zanjada la discusión y, por fin, puede meter la lengua en remojo.

Un repiqueteo en la cristalera del balcón llamó mi atención. Era el árbol de la calle que, con unos lagrimones como peras, me hacía señas para que saliera. - Entre  suspiros, llantos, temblores y mocos a granel, vino a pedirme ayuda: . Nena, si me pasa algo, júrame por los botones de tu abrigo que cuidarás de mis hojitas, los gorriones y... ¡snif...! - ¡Huy, no! Que cada palo que aguante su vela.

El Mundo se paró de repente, se puso en jarras y gritó, atemorizando al personal: - ¡Serás pardala, boba de Coria!!! ¿Acaso tienes algo más importante que hacer.? - Estoy convencida de que si. - Ah, bueno. Si es así, me callo. (Y el mundo giró de nuevo) mientras el árbol siguió llorando a gusto que para eso hoy era el Día de los Arboles Felices y el chinchón on the rocks corrió por las gargantas de Pascualita y mia para celebrarlo.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Que pesada la Cotilla.

 Ha faltado el canto de un duro para tener una desgracia en casa. Ataúlfo, emulando a la sirena, ha saltado de la pecera para ir a verla. Segundos después boqueaba desesperadamente. Menos mal que las bolas de polvo, a coro, cantaron: -¡Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla, se va el caimáaaaaan...! 

Harta de oírlas y acompañada de la escoba que, en esos momentos estaba en su jornada laboral, fui a barrerlas del mapa y me encontré al pececillo rojo en apuros. 

Sin pararme a pensar en los pros y los contras que podrían derivarse de mi actuación, cogí a Ataúlfo de la cola, lo volteé sobre mi cabeza y lo lancé en dirección a su pecera, en la que entró limpiamente y volvió a la vida.

Los Pros y los Contras, ofendidos a más no poder por haber sido obviados por mi menda lerenda, salieron en formación de a uno y marcando el paso, en busca de otros lares donde se les tuviera en más consideración diciendo: no está hecha la miel para la boca del asno.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué le has hecho a mi Ataúlfo que está congestionado? - Nada. - Entonces tiene claustrofobia. Vamos a llevarnos bien, boba de Coria: si dejas que mi pececito esté en la pila de lavar del comedor yo no te tiraré las plantas acuáticas. Y todos contentos. 

Me despedí, mentalmente, de Ataúlfo a pesar de que sus ojillos de pez brillaban picarones mientras era transvasado de la pecera al acuario. El árbol de la calle entonó el Adiós, con el corazón que con el alma no puedoooooo ... 

Camuflada entre las algas, la sirena acogió amigablemente al pececillo y con un golpe enérgico de su cola, lo mandó de vuelta a la pecera. Y de este modo tan sencillo, la Cotilla se dio cuenta de que Ataúlfo, "donde quería estar" era allí.

martes, 18 de octubre de 2022

Angelico...

 Tengo la cabeza como un bombo gracias a Pepe el jibarizado que, desde que ha amanecido, lleva diciendo: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - sin parar.  He terminado encerrándolo dentro de una olla bien tapada, cosa que ha amortiguado el escándalo aunque dura poco la alegría en casa del pobre porque el sonido se ha vuelto inaguantable cuando, además de la voz, ha sumado el golpeteo del ojo-catalejo contra el metal de la olla.

Ha sido tal mi desesperación que he amenazado al jibarizado con echarle agua y preparar una sopa con su cabeza. 

- Nena, nunca harás carrera como diplomática (dijo mi primer abuelito, aparecido de repente sobre la pila de lavar del comedor) 

Pascualita, al ver invadida su "casa" salió del barco hundido a ver qué pasaba. Le bastó escuchar, apenas unos segundos al abuelito, para dar la razón a Pepe y abrir la boca para enseñarme, amenazadora, la terrible dentadura de tiburón. El abuelito tradujo:

- ¡No eres más tonta porque no te entrenas, boba de Coria...! - Eso no hace falta que lo traduzcas! (dije enfadada)  Pepe estaba muy contento hasta que se te ocurrió encerrarlo en una olla y amenazarlo con hervirlo. - ¿Y? - ¡Es recordarle el mal trago que pasó el pobre antes de que se lo comieran los salvajes de sus vecinos!! - ¡¡¡Ostras!!! tenéis razón, pobrecillo... ¿Y que estaba celebrando con sus cánticos? - El día en que su tribu ganó una batalla y se comieron al jefe enemigo que estaba gordo como un cerdo. ¡Hubo jefe para todos!

Cogí la cabeza jibarizada, aún dentro de la olla y la puse sobre tronco del árbol de la calle para que cantara cuanto quisiera siempre que yo no lo escuchara.

lunes, 17 de octubre de 2022

Jodío mosquito.

 - ¿No venía el invierno? Pues me ha picado un mosquito. Que poca seriedad tiene éste tiempo. Y, encima, al árbol de la calle le ha dado la isa floja y lleva todo el día con tembleque y soltando unos lagrimones que bastan para regar sus raíces. El temblor de la risa ha llegado a ser tan fuerte que se lo ha contagiado al balcón, éste a la cristalera que no sé como todavía no se ha roto. - ¡¡¡Ya está bien, jopelines!!! (grité harta de tanto cachondeo a mi costa.)

No acabó ahí la cosa porque se contagiaron los comensales de la Santa Cena y las migas de la mesa fueron cayendo sobre el aparador y alguna en la pila de lavar del comedor. Pascualita saltó, ágil, a por ella. Parece mentira que esté así llevando tantos milenios a la espalda. Estoy pensando que la Cotilla es familiar suya pero más (o menos) evolucionada y ha ido perdiendo la cola de sardina para trocarla en unas piernas de alambre que no sé cómo la aguantan.

- ¡Oh, oh! Ahí está el jodío mosquito que me ha picado. - Corrí a la cocina a por la escoba pero la "señora" dijo que su jornada laboral había terminado y se iba a ver escaparates con su amiga la fregona. - ¡Pero...! - Habla con tus zapatillas. - Pero tampoco estuvieron por la labor.

De repente escuché un ¡CRACK! y el temblor del árbol dio paso a un temblor distinto. ¡esta vez era de MIEDO!

Una de sus grandes ramas se había desgajado del tronco principal y lloraba como una magdalena. - ¡No quiero emanciparme todavíaaaaaa! ¡snif...!, ¡snif...! ¡¡¡BUAAAAA!!!

- ¿Y ahora qué, graciosillo? (le dije al árbol de  la calle usando un tonillo que no le gustó nada) - Perdona, boba de Coria, pero en mi familia, los trapos sucios se lavan en casa.- Y así quedó la cosa... con el mosquito tan campante paseándose por el mantel de la Santa Cena.

 

domingo, 16 de octubre de 2022

¿No pueden especificar?

De repente me vinieron unas ganas tremendas de comer helado y no había ninguno en el congelador de casa. Tampoco había nada en mi monedero. Entré en el antiguo cuarto de la abuela y por más que rebusqué entre las cosas de la Cotilla no encontré ni un céntimo. 

Pompilio, que había escuchado el ruido que hice al entrar, llegó raudo por si había algún calcetín que llevarse para su colección. - ¿Te gusta el helado? - No sé... - Vamos al 4º piso en busca del tesoro de la Cotilla y lo probarás.

No le di tiempo a que me replicara. Lo metí en el bolsillo de la bata y en un plis plás estuvimos allí. Miré y remiré sin encontrar nada, ni siquiera bajo las baldosas que se movían. Y lo peor era que, cada vez, sentía más ansia de helado.

Regresé a casa y llamé a la abuela:  Geoooooorge, está mi... - Madame decir que no. - ¡La madre que te parió, inglés! dile que se ponga. - A fuerza de ser pesada, media hora después conseguí que la abuela cogiera el teléfono. - ¿Tienes helado? - "Por supuesto. No ves que soy rica" - Dile a Geoooorge que me traiga un poco. - "Nasti de plasti" - ¡¡¡Pues yo estoy de antojos!!!

Antes de lo que se tarda en hervir un huevo, bajo el balcón se oyó el clásico concierto de pitos cuando el rolls royce aparcó en la parada del bus. Asomada al balcón vi, con asombro, que quién se apeaba era un desconocido. Llamó la abuela: - "Nena, te mando a un chico con el helado" 

Aturdida dije - ¿PARA QUÉ? en lugar de ¿por qué? - Un largo suspiro resonó en mi oído, que se juntó con otro que lo hizo en mi cabeza. - ¿Abuelito? - Ay nena, con lo mayor que eres y que te lo tengan que dar todo mascado... - La voz de la abuela sonó fuerte y clara con un deje de cabreo: - ¡Para que te lo comas, boba de Coria!



sábado, 15 de octubre de 2022

¡Me duele la cabeza!

Ataúlfo debe haberle dicho a Pascualita que está muy sexi con esos labios enormes que le puso el aguijón de la abeja, porque se ha pasado todo la mañana mirándose en el espejo del aparador, poniendo morritos así y asá, haciendo monerías que no se corresponden con la edad, avanzadísima, de una sirena.

He llamado a la abuela: - ¡Tienes que venir a ver a Pascualita haciendo el ridículo! - ¡¿MI Pascualita?! ¿No serás tu quien lo hace y se lo endosas a mi sirenita bonita? 

Como no tenías gana de bronca no le respondí diciéndole que ya le tocaba hacerle una visita al oculista. Colgó el teléfono sin despedirse

Ataúlfo, al mirar a la sirena, pone ojos de pez bobalicón. ¿Será posible que existan amores imposibles entre dos bichos antagónicos? ¡Sí! Lo afirmo porque tengo la prueba viviente en mi casa.

Claro que esto me crea un cargo de conciencia porque no creo que la media sardina le haya contado al pescadito que tiene más años que Matusalem. Pero como de ir de la Tierra a la Luna y volver tropecientas mil veces. Alguien tendría que decírselo para que no se haga ilusiones de tener crías porque la sirena debió tener la menopausia antes de la última glaciación... Ya pero, de vez en cuando, está en celo... ¿cómo se explica eso? ¡Porque, en aquellos remotos milenios, aún no se había inventado la menopausia. La evolución estaba empezando. Y de tener televisor, nada de nada. ¡Uf! que tiempos más aburridos. 

Tuve que parar de elucubrar porque mi neurona me amenazó con denunciarme al Sindicato neuronil por hacerla trabajar a deshora.

viernes, 14 de octubre de 2022

Cortando el buen rollo.

Siempre hay alguien que llega con retraso a las fiestas. Es lo que le ha ocurrido a una abeja que ha entrado en casa por el balcón, en busca de la "delicada" flor que se lo cargó.

La abeja ha dado más vueltas que un molino hasta que, fatigada, se ha parado en el cuadro de la Santa Cena por si había algo que llevarse para el panal. Los comensales, adormilados, fueron despertados por el zumbido de sus alitas. Uno expresó su asombro: - ¡Mirad, en más de dos mil años no han cambiado nada! - Otro contestó: - Cuando algo sale bueno, para qué cambiarlo. - Para mí esto demuestra apatía... - ¿Cómo la hubieses hecho? - Por ejemplo quitándole el traje de rayas negras y amarillas por otro más sofisticado. Se ve antiguo. - ¡Ahí te doy la razón!

Mi primer abuelito, situado a la misma altura del cuadro, apareció, elegantísimo, para dar su opinión sobre moda que de esto sabe un rato desde que se codea con los mejores modistos del Más Allá.

Hay telas preciosas. Y útiles para camuflarse ante posibles depredadores. Si va como ahora, con su vetusto traje de rayas, todo el mundo sabe que es unaaaa... - ¡¡¡ABEJA!!! (gritaron a coro los comensales como si fueran niños en el colegio)

- Vosotros también podríais aplicaros el cuento. Debéis ser los únicos que todavía llevan estas sayas. Menos mal que sois de yeso y no oléis. - Este comentario no cayó muy bien. - ¡Era lo que se llevaba entonces! ¡Ibamos a la última moda! - Y tan última jejejejejeje

Entonces me di cuenta que la abeja no había dicho ésta boca es mía y la busqué para pedirle su opinión pero no la vi. - Que maleducada (pensé)  Ni se ha despedido... 

Pascualita, sentada en la pila de lavar, estaba  molesta y tenía los labios de pez más hinchados que de costumbre. Enseguida supe por qué al ver clavado un aguijón de abeja en ellos. - ¡Pascualita! ¿no podías esperar a que acabasen la conversación? Ahora no sabremos que opinaba ella.


 

 

jueves, 13 de octubre de 2022

Rita la Cantaora.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¡Nena, por fin he dado con la solución a nuestros problemas pecuniarios... - Será a los míos porque usted debe ser más rica que un torero. Me gustaría saber bajo qué baldosa guarda los euros. - ¡No blasfemes ni llames a la mala suerte, boba de Coria! Bueno, a lo que iba. Ya estás entrando en el baño a restaurarte... - ¿Perdón? - Que te arregles como para ir de caza. - No tengo escopeta... - Ni falta que te hace. Luce palmito y sal a la busca y captura de un tío con la cartera llena y mujeriego a tope.

La miré. - ¿Le ha dado un tiento al chinchón, Cotilla? ¿Y cómo sé yo si tiene un capitalito en el banco? Además, con que me haga un bisnieto ya me vale. - Pero a mi no. Del modo que te digo yo, ganamos las dos.

Total que, según la Cotilla, la cosa era fácil: busco chico, lo engatuso (¿cómo se hará esto?), le pregunto si es rico. - ¿Y si no lo es? - Pues a por otro. - Lo nombras tu novio oficial y, en ná y menos, dices que os casáis. - ¿Así? ¿sin anestesia? - ¡Exacto! Hay que pillarlo desprevenido. - Pobre...

La cuestión es que dos días después pegas en las  paredes del barrio una foto en la que te estaras dando el lote con otro señor. - ¡Ostras! Con lo difícil que es encontrar uno y ahora resulta que tengo que conquistar a dos. No hace falta. Es solo para la foto. - El otro se enfadará... - ¡Ese es el quit de la cuestión, alma cándida!

Me encerré en el baño e hice lo que pude para quedar pasable. La Cotilla no quedó medio satisfecha hasta mi octava salida al comedor pintada como una puerta.

De repente mi neurona despertó de su siesta y dijo: - Esto me suena a plagio pero al revés. - Lo comenté con la Cotilla sin decirle quien me lo había chivado. - Vale. La historia se parece a una que ha salido en las revistas pero no te quedes con eso sino con el dineral que habrá entrado en sus arcas. - ¿De quién? - ¡De quién sea! La cuestión es que suene el ¡clin, clin! de la caja registradora. 

Tres horas después de ir "de caza" tuve que volverme porque los tacones me habían llenado los pies de ampollas. Fue lo único que "cacé" - Mañana más, boba de Coria. (me "alentó" la Cotilla) - ¿Sabe qué le digo? que mañana saldrá Rita la Cantaora

 

 

 

 

miércoles, 12 de octubre de 2022

Aclarando cuestiones.

- Que injusta es la justicia, Pompilio. - Es posible que tengas razón aunque no tengo ni idea de lo que dices. - Por ejemplo, tu trabajo es robarle un cal... - Esa boquita, boba de Coria. - ¡Perdón! ¿quitarles, entonces? - Mucho mejor, dónde va a parar. - ¿Se enfada la gente contigo? - No te digo yo que no... - Pero es un momentito y ya está. - O dos. - Pero te dejan dormir. - Eso sí. Será porque solo me agencio uno en lugar de los dos. - Pues a mi, que he hecho de mediadora intentando poner paz, me han puesto a caer de un burro ¡Y no le había quitado nada a nadie! - Siempre he dicho que los humanos sois muy raritos.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Yo no sé que les haces a los vecinos. No te tragan. - Porque son de gañote estrecho. - Será eso. - El señor Li me dijo que había encontrado una tejedora para nuestro negocio. - ¿China? - Vaya usted a saber. Menos mal que me defiendo de maravilla en esa lengua. Solo hay que cambiar la R por la L y hablará un chino mandarín que para sí quisieran algunos. - Huy, con lo despistada que soy yo, inventaré otro idioma. - ´Pues algún día le darán el precmio Nobel ese. - ¿Sirve para algo? - Para que salga su foto en la prensa. - Ah, pues no me interesa. Prefiero seguir en el anonimato. Es mejor para mi negocio de "limpieza" de cepillos de iglesias.

Tiene su lógica. Pero ha perdido los papeles cuando a visto a su Ataúlfo. otra vez, en el cacharro de duralex y sin pesarlo dos veces ha cogido por la cola al pescadito lanzándolo a la pila de lavar donde Pascualita dormía, plácidamente, una de sus muchas siestas.


 

martes, 11 de octubre de 2022

Mediadora.

En lo mejor del sueño, un contacto helado sobre mi piel hizo que lanzara un grito que me rio yo del de Tarzán de los monos. 

Fue como un clarín que puso al vecindario de pie y en posición de firmes, junto a sus camas.

¿Qué ha sido esto? - empezaron a preguntarse algun@s. Y como el grito reverberaba dándose golpes contra las paredes de todo el edificio, alguien más espabilado creyó reconocer la voz. - Yo diría que es... aunque ¿puede tener tanta potencia? - Ay, sí. Me temo que pensamos en la misma persona... - ¡No! - ¡Sí! Ha sido ella. - ¡Si la pillo, la arrastro! - ¡A por ellaaaaaaaa!

Un minuto después los vecinos llenaban mi descansillo profiriendo gritos contra toda mi parentela. Aunque yo no escuché nada porque, en ese momento estaba intentado mediar en una disputa entre vecinos cercanos, sobre todo, a mi.

Fue Pascualita quién, arrastrándose por casa, harta de no poder dormir, llegó hasta mi cama e impulsándose con su formidable cola azul de sardina, saltó, mojada y helada, sobre mi pecho y yo lancé mi DO de ídem.

Resulta que en uno de los nidos del árbol de la calle había estallado un altercado. Por lo visto un gorrión apareció en nido ajeno. El juró y  perjuró que no sabía qué hacía allí. - Es que soy sonámbulo... -  Fue su floja excusa y se armó el belén cuando a la pajarita "visitada" se le escapó una risita.

El guirigay subió de tono. Nadie creía a nadie. Poco después todo los nidos estaban en pie de guerra y las plumas volaban solas disfrutando de una libertad no buscada pero deseada - Es que siempre tenemos que ir donde quiera el pájaro al que vestimos.

Pascualita, despertada bruscamente, enfureció y reptó hasta la ventana que da junto al árbol de la calle. Preguntó pero era tal el jaleo que nadie le dio una explicación. Por eso la sirena siguió reptando hasta llegar a mi cuarto para que yo mediara en semejante disputa.

Tuvo que aparecer mi primer abuelito, que se estaba probando un precioso sudario de Oscar de la Renta, para decirme qué quería Pascualita.

Y he aquí porque no me enteré de la "visita" de mis vecinos que, ya que estamos, estas no son horas de socializar. ¿es que esta gente no duerme?

 

lunes, 10 de octubre de 2022

¿Delicada? Anda que sí...

En el balcón se abrió una rajita en el cemento que hay entre baldosa y baldosa. Poco después apareció una pequeñita y delicada florecilla que algún pájaro, un día, dejó caer en forma de semilla.

Es amarilla, delicada, humilde... Me gusta ¡es mi flor! Cada vez que me acuerdo me asomo para mirarla y le echo un poquito de agua. Ella me lo agradece con una sonrisita y mueve sus pequeños pétalos diciendo ¡Holaaaaa! Soy Blancaflor.

Me vi en la necesidad de corregirla. - No, no. Eres Amarillaflor. - La delicada y etérea florecita torció el gesto: - ¿Me estás enmendando la plana, boba de Coria? . Huy, no ¡que va! pero eres amarilla, querida. Qué se le va a hacer.

- ¡Me niego a que me rebautices con semejante bodrio de nombre! - ¿Crees que a todo el mundo le gusta el suyo? Estoy segura que más del ochenta por ciento de los seres vivos, si pudieran, cambiarían el suyo. - ¿Quién se lo impide? - Tal vez la desidia. - Tendré que hablar tres palabritas con ese personaje...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - Mire, Cotilla que cosa más bonita y delicada ha nacido en el balcón. - Arráncala antes de que crezca más... - ¡¿Qué dice?! si es una monada. - Aparta que ya la piso yo. 

De un fuerte empujón mandé a la Cotilla contra la pila de lavar donde Pascualita disfrutaba, amodorrada, sintiendo en su piel blanquecina-verdimorada, un rayo de sol. El golpe le hizo abrir los ojos y zambullirse entre las algas del fondo mientras, rabiosa, sacaba la dentadura de tiburón a pasear.

Un estruendo sonó a mi espalda. La (¿he dicho ya que era DELICADA la puñetera flor?) 

Medio balcón había desaparecido. Las raíces, que no vi en ningún momento, se expandieron y reforzaron cargándose el cemento y lo que se le pusiera por delante. 

Bedulio llamó a la puerta con una multa en la mano. - ¡Por intentar lapidar a una autoridad, que soy yo! - A mi no me mires. Ha sido la florecilla. - ¡Toma! Otra multa por tomarme por tonto.

 

domingo, 9 de octubre de 2022

Siempre me toca a mi.

Se me ha revolucionado el gallinero cuando se han enterado todo bicho viviente que vive en casa, de que ha sido mi cumpleaños y no he celebrado. Menos guapa, me han dicho de todo: que si soy de la cofradía de la Virgen del Puño. Que soy más agarrada que un chotís. 

Los de la Santa Cena decían: - Para una fiestecita de la que podemos disfrutar después de dos mil y pico de años mal sentados, vas tú y no la celebras, roñosa.

Tuve que largarme de casa porque me pusieron la cabeza como un bombo. Los únicos que no me dieron la tabarra fueron Pascualita y Ataúlfo. Están en el comienzo de una bonita relación. Solo tienen ojos para ellos. La sirena se pasa el tiempo contemplando al pececito rojo. El otro día estuvo tanto tiempo fuera del agua de mar que casi se muere. Ahora acerco el cacharro de duralex a una distancia prudencial de la pila de lavar del comedor para que ninguno corra peligro.

Eso es algo que mosquea a la Cotilla. - ¿Se puede saber por qué cambias de sitio la pecera? - Para que le de el solecito... - Donde yo lo pongo, le da. - No lo suficiente. - ¡Qué sabrás tu si solo entiendes de plantas en remojo, boba de Coria. 

Por lo visto ese día se había encontrado con el señor Li que le había dado la tabarra, ansioso de empezar el negocio de los gorritos para muñecas. - ¡Venil invielno y tu no hacel nada! Yo quelel hablal con señola tejedola. 

Venía "contenta" la Cotilla. Tal vez por eso cogió una jarra de plástico y fue vaciando, frenéticamente, la pila de lavar tirando el agua por el balcón como una posesa. Me puse delante para pararla y quedé mojada como una sopa. 

Cuando conseguí cerrar el balcón llamaron a la puerta. Era Bedulio que, mojadísimo, me entregó un papel y bajó la escalera saltando los peldaños de cuatro en cuatro. - ¡¿Qué es esto, Bedulio?! - ¡Una multa por tirar agua a la calle y mojar a una autoridad! - ¡¡¡La madre que te parióóóóóóóóóó!!!

sábado, 8 de octubre de 2022

Que mala pata.

Alguien intentaba abrir la puerta de casa y se me  pusieron los pelos de punta. En lugar de defender mi castillo, me metí bajo la cama a esperar acontecimientos temblando como un conejo. 

Un ¡PATAPAM! me advirtió de...No sé de qué porque no me quedó claro si el intruso se había quedado dentro o fuera del piso - Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! 

- ¿Nena? - ¿Cotilla? - ¿Dónde estabas? - Debajo de la cama (¡mecachis! se me ha escapado) -  Aaaaayyyy, que mal rato he pasado, boba de Coria. Estaba en las inmediaciones de la tienda del señor Li cuando he encontrado una caja llena de muñecas. Y claro, no voy a dejarla enmedio de la acera para que la coja cualquiera... - Usted, por ejemplo. -

Se hizo la loca. - El señor Li es un tunante. Con decir que aquella melcancía, como dice él, es suya se hace el amo de todo lo que está a cincuenta metros de su tienda. Me ha hecho correr de lo lindo para, al final, soltar la caja para que no me cogiera. - Y ahora le mandará a la mafia china, claro. - No tan claro. Me ha gritado: - ¡Señola Cotilla, mi sabel que conocel a señola tejedola. Yo quelel hablal con ella y pagal bien. - ¡Yo no la conozco! (grité a mi vez) - Pelo boba de Colia, sí. Yo quelel que hacel gol.litos pala cabeza muñecas.

- Entonces puse el marcha el toma y daca de toda la vida. Quien algo quiere, algo le cuesta. Y grité de nuevo. - ¿Cuánto me tocará a mi? - Hemos discutido un buen rato antes de lograr un bonito acuerdo para los dos mientras los vecinos del barrio, creyendo que nos estábamos peleando, llamaron a los Municipales y mandaron a Bedulio y yo me fui. Ahora el señor Li discute con Bedulio vete tú a saber de qué.

Un lagrimón de kilo y medio rodó por mi mejilla, aplastándola con su peso. Tuve una joyita en las manos con la araña tejedora y en lugar de escuchar al sentido común (que es un plasta) hice caso a mi ego y me cargué al negocio y a la araña.

¡¿Cómo voy a ser rica algún día con la mala pata que tengo?!

viernes, 7 de octubre de 2022

Que a gustito me quedé.

La araña ha sido felicitada por todos porque el gorrito que ha tejido para Pepe el jibarizado, es un primor. Se lo he colocado delante de un espejo, siguiendo una costumbre ancestral que viene del tiempo de los antiguos egipcios y, para sorpresa de todos, ha lanzado un: - ¡¡¡OOOOOOOOOOO!!! - felicísimo. 

Quien ha triunfado ha sido la araña, y por todo lo alto porque los grandes modistos que están en el Más Allá le han hecho un montón de pedidos para sus nuevas colecciones.

Mientras la araña engordaba su ego, pasando de ser un bicho humilde y trabajador, a una celebridad de esas que no hay quien les tosa. Mi envidia crecía a la misma velocidad. Sería por eso que el árbol de la calle me miraba con preocupación y susurraba bajito: - No, nena, no...

Se desató la tragedia cuando uno de los comensales de la Santa Cena le pidió que le hiciera un gorrito a lo que la araña, ese bicho repelente, después de mirarle las manos y ver que no era el que lleva la bolsa con las treinta monedas, rechazó el encargo diciendo: - ¿Gratis? ¡Vamos, anda! - Entonces puse el pié sobre ella !y la chafé! Uf, que a gusto me quedé.

Tuve que aguantar críticas demoledoras por parte de los gurús de la moda. Incluso mi primer abuelito echaba chispas peligrosísimas. - ¡No querrán hacerme más sudarios por ser familia tuya! Además, la envidia es un pecado de los gordos, de los que te cierran las  puertas del Más allá. - Pos bueno, pos vale, pos me alegro. (repliqué mientras barría los restos de la petulanta araña)

 

jueves, 6 de octubre de 2022

Que carrera más corta.

Un raro cántico ha llegado a nuestras orejas, las de todos los habitantes de mi casa y nadie ha podido decir de dónde procedía aunque, fijándose mucho, me recordó vagamente a ... Pepe el jibarizado. Corrí a la cocina. Supuse que la cabeza decapitada y hervida se había caído de su estantería. Pero no. Seguía donde la dejé. Y sí, el cántico lo hacía ella. Era algo así como: - OoooOOOoooooOOOOOOOOOOOOOOOOoooiiii...

Mi primer abuelito tenía tanta curiosidad como yo y apareció junto a la pila de lavar que estorba un montón en el comedor. Y se entabló una conversación, telepática, entre Pascualita, el abuelito, Pepe el jibarizado y yo... de momento:

- ¿Qué le pasa a Pepe? - Tiene frío (contestó el abuelito que era quién llevaba la voz cantante) - Que raro es. - Sí, sí, raro Pues yo estoy helado (metió baza el árbol de la calle) - ¿A ti quién te ha dado vela en éste entierro? (la sirena, encantada de poder discutir con alguien, se hizo la ofendida)

Mis pensamientos me llevaron a preguntar: - ¿Debería ponerle un gorro de lana al jibarizado? ¿No perdería su personalidad con él? ¿Quién se lo haría? - Todas las miradas recayeron en mi. Incluso las de los que no discutían. - ¡Ah, no! ¡No sé hacer punto y no voy a empezar ahora! - Eres la única que tiene manos útiles. - ¡Que no! ¡He dicho que no!

Un clamor se levantó entre los comensales de la Santa Cena y la miríada de hojitas del árbol de la calle. - ¡Serás nuestra heroína y te apoyaremos mientras tejes!

Aquello me llegó al alma. Iba a ser la heroína de la historia y ante eso no pude negarme. - Vale. Necesitaré agujas de tejer y un ovillo de lana de un color acogedor. - Acogedor ¿por qué? - Porque cuando se tiene frío apetece que te acojan. - ¡Es verdad!

Nos pusimos todos manos a la obra y el único color acogedor que encontramos lo tenía uno de los miles de calcetines desparejados de Pompilio que puso el grito en el cielo cuando se lo quitamos para ir deshaciéndolo por un lado para tejerlo por el otro. Fue tal su berrinche que acabé metiéndolo en un calcetín y colgándolo de la lámpara del comedor. Para consolarle le dije: - ¡Estás monísimo! Pareces una araña. - Y esa palabra, araña, cambió lo que iba a ser mi triunfo en  una derrota cuando todos caímos en la cuenta de que no hay mejor tejedora que ¡una araña! 

Que corta fue mi carrera de heroína,

miércoles, 5 de octubre de 2022

Contentos con María.

La abuela llamó: - "¿Es hoy tu cumpleaños, nena?" - !Sí! No me puedo creer que te hayas acordado y... - "Como no  hacerlo si, para mi, es un gozo" - Mi primer abuelito dice que para él, también. - "No me digas que el berzotas de mi primer marido anda tonteando por aquí." - Ha venido a felicitarme, como tu ¡Estoy contentísima! 

Pero la alegría dura poco en casa del pobre porque acabó diciendo que era un placer ver lo mal que yo envejecía mientras que a ella, centenaria en potencia, siempre le echaban unos 80 años o asi. Por su parte, mi primer abuelito, estaba encantado de que cumpliera años porque asífaltaba menos para que e fuera al Más Allá y dejaría de estar solo. 

No pude por menos que gritarles: - ¡¡¡EGOÍSTAAAAASSSSSSS!!!

La Cotilla se presentó con una tarta de chocolate "Rellena" aunque el relleno no aparecía por ningún lado. 

Poco a poco estuve rodeada de todo cuanto personaje pulula por mi casa; - ¡Yo también quiero! (gritaron) Incluso Pascualita saltó desde la pila de lavar y se empotró, de cabeza, en la tarta. Entonces todos, menos ella, entonaron el : - ¡¡¡EGOISTA!!!

- ¿Qué os pasa, coñe? - Probé la tarta. Tenía un aroma distinto al de siempre pero estaba buena. - ¡No te lo comas todo! - Protestó el árbol de  la calle. Sopla las velitas de una vez, pesada. - A que no os invito... (amenacé) - Humm, está buenísima. ¿Alguien quiere?

No terminé la frase y se abalanzaron sobre la tarta.Y me dio por reir. Reí a carcajadas, con lagrimas en los ojos y doblada la cintura ante tanta risa. Poco después las risas se escuchaban en el Más Allá. - ¡La mejor tarta que he comido en años! (sentencié) ¿Que relleno lleva?

La voz de tenor del árbol de la calle cantó: - ¡¡¡Maríaaaaaaaaaaa! Mi novia se llama María. ¡María, María, Maríaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!



 

martes, 4 de octubre de 2022

Comerciantes.

Todo se pega menos la hermosura. Eso le ha pasado a Pompilio que se ha parado un momento delante de mi para contarme que ha montado una tienda de calcetines: - Tengo muchísimos y ya no sé donde meterlos. - Tendrás que buscar las parejas para... - ¡Ni hablar del peluquín! No me traicionaré a mi mismo por el vil metal. - ¿Y quién va a comprar un solo calcetín, alma de cántaro? - No tiene porque comprar uno pero sí dos distintos. Eso dará personalidad a los pies. 

Terminamos pronto la conversación porque me pareció que tenía mucha razón. Donde estén unos pies con calcetines desparejados que se quiten los aburridos igualitos.

Antes de desaparecer camino de sus robos, me comentó que había tenido la idea de la tienda gracias a la Cotilla. Sentí un pellizco de envidia cochina. - Ella sabe mucho de negocios por eso, cuando habla de trapicheos, la escucho y aprendo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! La que se ha liado en las iglesias donde "limpio" los cepillos. Están los curas que se tiran de los pelos. - ¿Qué les ha hecho? - Nada, nada. Pensé que su enfado venía porque me había pasado cogiendo velas, velitas y velones de las sacristías pero no ha sido eso. Ellos hablan de estar perdiendo clientela porque, feligrés que entra con calcetines, sale con uno solo. Ya no echan perrillas en el cestito de las limosnas porque no ganan para comprar calcetines.

Uno de los curas que, esta mañana ha estado a punto de pillarme, me ha gritado: - ¡¿Para qué quieres un calcetín, berzotas?! - ¡Huy! ¿Y usted qué le ha dicho?. - Nada. Ya van aviados con la neura del calcetín. Estoy por montar una tienda de calcetines desparejados... - (¿dónde he oído antes esta frase?)

 

lunes, 3 de octubre de 2022

Su peor enemiga.

A Ataúlfo se le ilumina la cara cuando ve aparecer a Pascualita cerca de su "acuario" de duralex y otro tanto le ocurre a la sirena a la vista del pececito rojo. Y esto me tiene descolocada: ¿está Pascualita contenta de verlo o ya se lo imagina convertido en bocato di cardinale?. 

Mi primer abuelito dice que se han enamorado. Ya le he dicho que él, además de estar en el Más Allá, también está en la higuera. ¿Puede ser la medio sardina, amiga, ¿amiga?, de un pez de colores sin que segregue jugos gástricos cada vez que lo ve?

El caso es que el instinto de cazadora parece haber dado paso a un bicho amable con su presa. Menos mal que el agua los separa porque ninguno de los dos puede vivir en el agua del otro.

La Cotilla, que no sabe nada de Pascualita, insiste en meter al pobre Ataúlfo en la pila de lavar llena de agua salada. Ni las algas le gustan. Tengo una tensión nerviosa cada vez que veo entrar a la vecina en casa. Menos mal que siempre hay alguien que me avisa del travase del pececito que hace la Cotilla. Me ha amenazado con llamar a los loqueros para que me encierren si sigo poniendo agua de mar en la pila.

El árbol de la calle tiene a sus ramas y hojitas dispuestas a darme un grito en cuanto la Cotilla haga el cambio. Los comensales de la Santa Cena han aprendido, de nuevo, a silbar después de no haberlo hecho durante más de dos mil años.

La cristalera me alerta abriendo y cerrándose repetidas veces. Pepe el jibarizado suelta su potente OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Pascualita se tira una y otra vez, de cabeza al agua poniendo el suelo perdido. Las bolas de polvo corretean por casa a la velocidad del rayo. Y Pompilio abre y cierra el cajón de mis calcetines con todas sus fuerzas. En fin, que el peor enemigo de Ataúlfo es la que tanto lo quiere: la Cotilla.

domingo, 2 de octubre de 2022

Sangres alteradas.

Anda que no estorba la dichosa pila de lavar en medio del comedor. Ya le he dicho a la Cotilla que busque otro artefacto más pequeño como acuario y me ha puesto de egoísta, desagradecida y no sé cuantas cosas más. - ¿Pero no ve que ocupa mucho sitio? - ¡Con lo que me costó subirla y así me lo agradeces! - Pero si la subieron entre dos compañeros suyos del trapicheo... - ¿Pero y lo que me costó convencerlos?

Salió de casa remugando y maldiciendo a las dichosas algas porque, por su culpa, su Ataúlfo no puede nadar allí porque el agua es de mar. - El día menos pensado te hago una ensalada con ellas (dijo antes de cerrar la puerta de la calle de un portazo)

 Pascualita, en cuanto ve salir a la Cotilla, salta de la pila de lavar a la silla, de allí al suelo, repta y va a ver si puede zamparse al pececito. Tantas veces ha ido a por él que han acabado haciéndose amigos y, por lo visto, según cuenta mi primer abuelito,  mantienen unas conversaciones muy interesantes ... ¿?

Hace días que el abuelito no luce sus primorosos sudarios que tanto le gustan. - ¿Tus amigos modistos se han cansado de hacerte obras de arte? - ¡Que va! Soy yo que estoy de capa caída... - ¿Mal de amores? - Eso será... Añoro al amor de mi vida. - ¿La abuela? - ¡Quita, quita! ... A la Momia ¡Ay, que mujer...!

Dicen que la Primavera la sangre altera ¡Me río yo de semejante dicho porque, hay que ver la que lía el Otoño.



 

sábado, 1 de octubre de 2022

¿Y si probara?

 Ataúlfo se está convirtiendo en un superviviente nato. Gracias a él Pascualita se pasa el día yendo de la Ceca a la Meca para merendárselo pero gracias a mi "sacrificio" vigilándola cuando estoy en casa y a tener la precaución de esconderlo en mi cuarto cuando tengo que salir, sigue vivo. 

Claro que a Pascualita, aunque no lo creería si se lo dijera, le está sentando bien tanto ejercicio reptando por toda la casa, impulsándose con su poderos cola de sardina para subirse por todo, se le está quedando una cinturita de sílfide y, dentro de poco, cabrá de nuevo, en el termo de los chinos.

Hasta mi primer abuelito se ha dado cuenta del cambio: - ¡Menudo tipazo está poniendo Pascualita! He hablado con Christian Dior de ello y me ha dicho que cuando quiera le da trabajo de mini modelo. - ¿Ya lo sabe ella? - Sí, pero no está por la labor de llegar al Más Allá antes de hora.

Tengo que arreglar el desaguisado que montó la Cotilla rompiendo el acuario y dejando a la sirena sin hábitat. Provisionalmente está en un cacharro de duralex incómodo. Además, allí no caben ni algas ni el barco hundido.

La Cotilla, harta de oírme darle la culpa de la rotura, ha decido ayudarme y se ha presentado en casa con una pila de lavar antigua, a la que se le ha tapado el agujero del desagüe con cemento. Contra todo pronóstico, a la sirena le ha gustado el nuevo "acuario". Allí cabe todo, la arena, las algas, el barco hundido y además, el trozo dónde se refriega la ropa, le sirve de solarium y allí se tumba y canturrea (me dice mi primer abuelito) antiquísimas canciones para atraer a los hombres y devorarlos, como era costumbre entre las sirenas cuando los dinosaurios aún no había aparecido.

¿Y si me aprendiera yo una de esas canciones?... tal vez atrayera a posibles candidatos a padre de bisnieto. El abuelito me ha quitado la idea de la cabeza: - No, nena, que con el arte que tu tienes, solo atraerías ¡al forense!