viernes, 14 de octubre de 2022

Cortando el buen rollo.

Siempre hay alguien que llega con retraso a las fiestas. Es lo que le ha ocurrido a una abeja que ha entrado en casa por el balcón, en busca de la "delicada" flor que se lo cargó.

La abeja ha dado más vueltas que un molino hasta que, fatigada, se ha parado en el cuadro de la Santa Cena por si había algo que llevarse para el panal. Los comensales, adormilados, fueron despertados por el zumbido de sus alitas. Uno expresó su asombro: - ¡Mirad, en más de dos mil años no han cambiado nada! - Otro contestó: - Cuando algo sale bueno, para qué cambiarlo. - Para mí esto demuestra apatía... - ¿Cómo la hubieses hecho? - Por ejemplo quitándole el traje de rayas negras y amarillas por otro más sofisticado. Se ve antiguo. - ¡Ahí te doy la razón!

Mi primer abuelito, situado a la misma altura del cuadro, apareció, elegantísimo, para dar su opinión sobre moda que de esto sabe un rato desde que se codea con los mejores modistos del Más Allá.

Hay telas preciosas. Y útiles para camuflarse ante posibles depredadores. Si va como ahora, con su vetusto traje de rayas, todo el mundo sabe que es unaaaa... - ¡¡¡ABEJA!!! (gritaron a coro los comensales como si fueran niños en el colegio)

- Vosotros también podríais aplicaros el cuento. Debéis ser los únicos que todavía llevan estas sayas. Menos mal que sois de yeso y no oléis. - Este comentario no cayó muy bien. - ¡Era lo que se llevaba entonces! ¡Ibamos a la última moda! - Y tan última jejejejejeje

Entonces me di cuenta que la abeja no había dicho ésta boca es mía y la busqué para pedirle su opinión pero no la vi. - Que maleducada (pensé)  Ni se ha despedido... 

Pascualita, sentada en la pila de lavar, estaba  molesta y tenía los labios de pez más hinchados que de costumbre. Enseguida supe por qué al ver clavado un aguijón de abeja en ellos. - ¡Pascualita! ¿no podías esperar a que acabasen la conversación? Ahora no sabremos que opinaba ella.


 

 

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