viernes, 30 de septiembre de 2022

Dichosa Cotilla.

Una vez que la hinchazón pectoral de la Cotilla ha desaparecido, ha dejado de presumir y se le ha puesto un genio de mil demonios. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿Dónde está Ataúlfo, boba de Coria? - En una cacharro de ... - ¿Te parece que es el mejor lugar para mi pececito, ein? - Tampoco está tan mal... - ¡Está peor!

Dio media vuelta, cogió a Ataúlfo y lo metió en el acuario. Mi cara de horror debió alertarla pero estaba tan ofuscada que ni me miró. - ¡Aquí tienes que estar, chiquitín! 

Cerré los ojos para no ver el pecicidio que, de un momento a otro, se cometería... pero no pasó nada. Respiré aliviada. Pascualita debía dormir en el barco hundido. Rápidamente metí la mano en el agua para rescatar al pececito pero un manotazo hizo que se me cayera, de nuevo, al agua. - ¡Cotilla! - ¡Ni lo toques! - Es agua salada. Ya se lo dije el otro... - ¡Otra vez has puesto esa porquería! - Y, ni corta ni perezosa, tiró el acuario al suelo donde se hizo añicos y el agua se expandió por el comedor. Pero no vi ni rastro de la sirena.

La Cotilla salvó a Ataúlfo metiéndolo en el cacharro de duralex que estaba en la cocina, mientras yo buscaba a la medio sardina bajo los muebles. Fue uno de los comensales de la Santa Cena quien, dando un silbido, llamó mi atención para después mover la cabeza en dirección a la cocina.

¡Allí estaba Pascualita, subiéndose a la mesa donde estaba la improvisada pecera de Ataúlfo, impulsándose con la cola mientras Pepe el jibarizado le guiaba con su OOOOOOOOOOOOO. - ¡Pepe! ¿No ves que se lo comerá?... ¿Quiéres que se lo coma? Pues ¿sabes que te digo? ¡Que me alegro de que te comieran a ti, sinvergüenza! 

- ¿Quién es Pepe? - preguntó la Cotilla entrando en la cocina. - Es... humm... es ¡el forense!

jueves, 29 de septiembre de 2022

Me tienen contenta.

Nada, que la abuela no se baja del burro. No quiere un padre forense para su bisnieto, por más que le he explicado que un chollo así solo se encuentra una vez en la vida. Me tiene contenta.

También la Cotilla se está luciendo. Ya la he echado varias veces y se ha ido, pero como tiene montones de copias de la llave de casa, vuelve cuando le da la gana. 

Lo que más rabia me da es cuando presume de tetamen delante de mi. Que si mira que preciosidad tengo y tu no. Imagina como las tenía tu edad. Y que si patatín, que si patatán. Tengo la cabeza loca y la culpa, toda la culpa, la tiene Pascualita. 

Le he soltado un sermón sobre qué lugares del cuerpo de la Cotilla debe morder: ¡todos! excepto ¡las tetas! pero ha sido como si le hablara a una pared. Mientras yo hablaba ella parecía canturrear, cosa que después mi primer abuelito me confirmó porque se entiende con ella, en el buen sentido.

Así que se me ocurrió coger a Ataulfo, el pececito de la vecina, enseñárselo a la fiera corrupia de la sirena y decirle: Si quieres merendarte a Ataulfo ¿dónde no debes morder a la Cotilla? Después me señalaba el pecho y el de la medio sardina hasta que, por fin, lo ha hecho ella solita.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa? ¡¡¡¿QUÉ HACES CON ATAULFO EN LA MANO?!!! 

¡Que susto, que susto, que sustoooooo me ha dado la condenada Cotilla! Por otro lado, menos mal que ha venido porque el pobre pececito llevaba uno ratito fuera del agua y estaba dando las últimas boqueadas

La excusa que puse fue pobre: - Iba a hacerme un selfi con él...  

miércoles, 28 de septiembre de 2022

¡Vaya por Dios!

 Poco a poco los vecinos fueron tomando las de Villadiego caminito de sus casas entre murmullos de cotilleo sobre lo visto y oído esa tarde. Pero todo cambió cuando alguien se dio cuenta de que le faltaba un calcetín. Fenómeno que le ocurrió a todo el mundo, forense incluído. 

El murmullo creció en intensidad y hasta en admiración porque, como dijo una vecina: - Hay que ser muy artista para robarnos un calcetín a cada uno, sin quitarnos los zapatos. - Todo el mundo estuvo de acuerdo.

Cuando nos quedamos solos llamé a Pompilio. - Has tenido mucho trabajo ésta tarde ¿verdad? - ¡Sí! Ha sido fantástico. - ¿Cómo lo haces para llevarte el calcetín sin que tengan que descalzarse? - No puedo decírtelo. Es un secreto familiar que se remonta a la creación de los primeros calcetines que usó la gente. Una antiquísima tatatatataratatarabuela mía, muy mañosa,  ideó este arte y venimos usándolo desde entonces. - ¡Enhorabuena!

El frufrú de la seda del sudario de mi primer abuelito anunció su llegada. - ¡Vaya abuelo elegante que tengo! - Soy lo más bonito que se pasea por el Más Allá. Dior siempre dice que mi color fetiche es el rojo pasión. Juzga tu misma. Por cierto, desde que he oído al forense reconozco que también me ilusiona tener un bisnieto. - Tengo que contárselo a la abuela

- "¡¿Que es qué?!" - Forense. - "¡No puedo tener un bisnieto de un forense!" - ¿Qué más te da? - "¡Claro que me da! Me da repelús". - Pero si no lo verás trabajar... - "¡Lagarto, lagarto! Búscate otro pretendiente" - Es el único que he encontrado que sepa hacer bisnietos... - "¡¡¡HE DICHO QUE NO!!!"

La abuela se ha cerrado en banda y no he podido sacarla del NO, con mayúsculas.

martes, 27 de septiembre de 2022

¿Me servirá?

El pechugón de la Cotilla, tan desmesurado para su cuerpo pequeño y enjuto, llamó la atención de todo el mundo. Sobretodo porque el día anterior era lisa como una tabla. 

Alguien dijo ¡es un milagro! y la frase tuvo tanto éxito que hubo vecinas que preguntaron  el nombre de la santa que lo había hecho para ponerle una vela y poder beneficiarse de sus artes. Les saldría mucho más barato que un cirujano plástico.

En éstas estábamos cuando llegó un señor que entró como Pedro por su casa. - ¿No vendrá usted a robar aprovechando el jaleo? - Soy el forense ¿Dónde está el cuerpo? (se limitó a contestar)

La gente le abrió pasillo hasta el cuarto y una vez allí, dedicó un silbido de admiración al trabajo pectoral que Pascualita había hecho a la vecina. Le bastó una ojeada para saber que... - Ya me extrañaba a mi. Esto es trabajo de un profesional. Pechos así y a su edad, son más falsos que un duro sevillano. 

Hubo exclamaciones para todos los gustos. Una de ellas tuvo éxito: - ¿De dónde habrá sacado el dinero para pagarse la operación si se pasa el día diciendo que no llega a fin de mes? - Un exámen más meticuloso descubrió pequeños y profundos mordiscos. - Que curioso... (dijo el forense) Parecen mordiscos antidiluvianos. - Se me heló la sangre en las venas. - ¿Por qué lo... dice? - Es una frase que empleo cuando no sé que es lo que estoy viendo... ¿Quién es usted, resalá? - La dueña de ésta casa, para servirle. - Ya me gustaría que me sirviera o servirle yo. - Ante ésta frase, la voz de la abuela me llegó fuerte y clara al subconsciente y, sin pensar dije: - Me serviría si supiera hacer bisnietos... (enrojecí como un tomate por mi atrevimiento delante de toda la audiencia) - Es mi especialidad (dijo el forense) - Mientras, a dos palmos por encima del cantarano, mi primer abuelito se secaba una lagrimilla ilusionada.

 

lunes, 26 de septiembre de 2022

Llega el Jefe.

 Desde lo alto del aplique de la entrada, mi primer abuelito se reía de los temores de Bedulio, - Nena ¿le doy un susto ahora? - Nooo. Déjalo, pobrecito... jajajajajaja 

Con ojos desorbitados y la cara demudada, el Municipal preguntó con un hilo de voz: - ¿Con... quién ha.. hablas...? - ¿Con quién va a ser? jajajajajaja ¡Quiere darte un susto el muy jodío! - No necesitó nada más para darse la vuelta y bajar la escalera saltando los escalones de cuatro en cuatro.

Poco después llegaron más municipales con el Jefe a la cabeza y más cabreado que un mono. - ¿Es esta la casa del crimen? - No, señor. - Porque usted lo diga. Todos los indicios apuntan a que sí... ¿Y Bedulio? (preguntó, no muy convencido) - Échele usted un galgo, Jefe. 

Me apartó del portal y entró en casa dando grandes zancadas. - ¿Dónde está la occisa? (preguntó como en los tiempos de Iron Said y su silla de ruedas) - ¿Mande? - La víctima. - Si se refiere a la Cotilla, está durmiendo la mona. - Eso lo dirá el forense. - Y siguió pasillo adelante hasta el comedor-

Un murmullo a mi espalda hizo que me volviera: en el rellano ya no cabían más vecin@s que  exponían sus teorías sentando cátedra. Incluso una me preguntó: - ¿Cómo ha sido? - Con las tijeras de podar palmeras (contesté)

Al final el Jefe dio con la Cotilla que, apestando a chinchón, dormía plácidamente en la cama que antes fue de mi abuela. De repente el municipal soltó un alarido que me sobresalto, igual que a l@s vecin@s que entraron en tropel en el cuarto, dieron una somera ojeada al cuerpo de la vecina y gritaron todos a la vez: - ¡¡¡¿Y ESA PECHUGAAAAAA?!!!

domingo, 25 de septiembre de 2022

El asesinato de la Cotilla.

Ya no me gusta éste tiempo. - Así de clarito se lo he dicho al Hombre del Tiempo en cuanto a asomado la jeta en la pantalla del televisor. Pero él ha seguido, erre que erre, soltando su letanía de todos los días: Que si Danas, que si huracanes, que si lluvias torrenciales, que si patatín, que si  patatán. Solo me falta decirle ora pronovisssssssssssssss como cuando rezábamos el rosario y su correspondiente letanía en el colegio, a las cuatro de la tarde, con lo que duerme eso.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿estás de palique con el pimpollo del Tiempo, boba de Coria? - Sí, pero es inútil. El suelta su perorata sin decir, específicamente, dónde lloverá. Estoy cansada de salir a la calle, paraguas en ristre para nada. ¿No podría decir: en Palma, en la barriada de Pere Garau? así, en el resto de barrios, la gente saldría a la calle tranquilamente y sin paraguas que estorbase.

- Muy fino quieres tú que hile el pobre muchacho... Por cierto ¿dónde está mi pececito bonito? - En un cuenco de duralex. - ¡¿No me diga que has vuelto a meter hierbajos en el acuario?! - ¡Si, señora! Porque me gustan y porque estoy en MI CASA. Y si no está de acuerdo, carretera y manta.

Pascualita, a la que pesqué ayer dentro del váter antes de que tomase las de Villadiego camino de las cloacas, se asomó al escuchar mis voces. Y descubrió a quién la despertó bruscamente lanzándola al agua dulce: la Cotilla. 

No lo pensó dos veces y saltó como una flecha hacia las esmirriadas protuberancias de sus teticas. Y mordió hasta hartarse mientras la vecina saltaba, gritaba, lloraba,.. hasta que pude arrancar a la sirena y darle la botella de chinchón a la Cotilla para que, emborrachándose, se le fuera el dolor y el recuerdo de lo que le había pasado.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio. - Los vecinos han avisado de que estabas matando a la Cotilla. (dijo) ¿Lo corroboras? - Nasti de plasti. Pasa y lo verás. (invité al Municipal) - ¡Ni harto de vino entro en tu casa! - Tiró de móvil: Central, manden a la Científica a casa de la Nieta que algo ha pasado... No, señor... no lo he visto... No, señor... he dicho que no entro y no entro...

sábado, 24 de septiembre de 2022

¡Peligro!

El árbol de la calle me llamaba con insistencia. Le preocupaba la noticia que había llegado a sus oídos vegetales: - Viene una Dana... - ¿Quién te lo ha contado? - Tu televisor. Habla conmigo aunque no nos veamos. - ¿Cómo puede ser esto? - Porque siempre lo tienes a toda potencia de voz. No me extraña que los vecinos te tengan ojeriza. 

Pasé por alto su grosería... momentaneamente porque, en cuanto volvió a abrir la boca sobre la llegada de la Dana, me tiré a degüello: - ¡Estás al día de la información gracias a mi, pedazo de madera con hojas y encima me criticas! Pues ahora pondré a tele bajita y no sabrás cuando llegará la Dana de las narices  ¡Hale! ¡Ajo y agua!

El redicho del árbol tenía contestación para todo. - Llegará mañana, boba de Coria. Espero que des cobijo a la mayoría de mis ramas en el balcón y las ventanas. - ¡Ja! Tienes la cara de cemento armado. ¡Apáñate y, sobre todo, no rompas ningún cristal con el cuento de la tormenta.

Entré en casa y prohibí a la cristalera y de paso, a las ventanas, abrirse durante la Dana. - Pero... ¿hablas en serio? (la cristalera se cree la Madre Teresa de Calcuta rediviva) - A  que te cambio por otro cristal (amenacé)

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Nena, he decidido darte otra oportunidad  en cuanto a Ataúlfo. Mira que pececito tan guapo te traigo para que disfrute de esa birria de pecera para algas que tienes. Cúidalo bien y no te denunciaré por pececidio.

En cuanto la Cotilla acercó el pececito al agua y  éste vio a Pascualita saliendo del barco hundido, de un salto salió de la bolsa de plástico con agua en que estaba y se coló por el escuchimizado escote de la vecina, aterrorizado. Aunque ella lo tomó como un agradecimiento del pez por su nueva "casa" 

Tanto era el miedo del pobre bicho que, mordió un pezón de la Cotilla con la idea de quedarse a vivir ahí, hasta que le faltó el aire. Al caer desmayado, lo cogí al vuelo para depositarlo en un vaso de agua del grifo. -  ¡El agua de las algas es de mar! (le grité a la vecina) - ¡Pues cámbiala, alma de cántaro! 

No llegue a tiempo. La Cotilla vació el contenido del acuario en el váter. - ¡¡¡NO TIRE DE LA CADENA, JODÍA!!!

viernes, 23 de septiembre de 2022

Recuerdos.

He encontrado un céntimo en la calle cuando iba hacia el trabajo y me he tirado de cabeza a por él antes de que me lo quitaran. Desde que la abuela me pasó la responsabilidad de sus funerales y, encima, pagarlos, cualquier dinero que entre en la hucha que me he fabricado con una caja de zapatos, sellada con papel de periódico y pegamento Imedio, bueno es.

La Cotilla, a pesar de que me tiene ojeriza, a vuelto a su costumbre de dormir en mi casa. En cuanto me tiene delante me mira fijamente, en actitud acusadora. A veces, incluso me señala con un índice sarmentoso. Hoy ha venido en actitud apesadumbrada, supongo que para cargarme, aún más, de culpabilidad por haber entrado en su casa de estranjis.

- Las exequias de la reina inglesa han removido recuerdos dolorosos que mi mente guardaba bajo llave. - Lo siento... - Mi pobrecito Ataúlfo... ¡snif!... - ¿Su marido? (dije sin pensar) - Cómo puedes ser tan cínica (¿yo?) ¿Qué marido? ¿Los que hubiesen podido ser pero se los cepilló tu abuela? ¡Me los quitó todos! - ¿Cuántas veces se casó, Cotilla? (estaba asombrada) - ¡Ninguna! En cuanto alguno se me acercaba llegaba ella y ¡tararí que te vi! - Entonces... ¿Ataúlfo quién ... (¡Oh, no!) era... ? - Antes de acabar la frase, recordé.

- Mi dulce y cariñoso pececito (¿?) que os dejé para que lo cuidarais ¡y desapareció! - De eso hace mucho tiempo... - ¡Rebozado en harina de garbanzos! ¡Antropófagas! (No podía decirle que Pascualita se lo comió sin rebozar) ¡Ahora mismo voy a denunciarte! - ¿Por un pez? - ¡Por Ataúlfo!... ¡snif!... Se lo debo.

 

 

jueves, 22 de septiembre de 2022

Igualito, igualito.

En algún lejano lugar sonaba un timbre mientras yo deambulaba por los lejanos tiempos de los grandes faraones, constructores de las pirámides que asombran al mundo desde entonces.

En un momento dado me pregunté si, en aquellos tiempos, ya existían los timbres. - Seguro (me dije) Los egipcios lo inventaron todo...

También pensé que, una vez inventado ahora se dedicaban a probarlo para ver si iba bien. ¡Caray, si iba bien! Me tenía loca. Por último abrí los ojos legañosos tras un esfuerzo colosal que me devolvió al mundo real que, en ese momento, estaba ¡a oscuras!

- ¡Dioses de Egipto, ya ha llegado el fin del mundo! ¡No veo un pimiento! - Todo se solventó cuando recordé que estaba durmiendo porque era de madrugada y ... ¡¡¡AAAAAAAAAH!!! 

Un frio terrible cayó sobre mi, de sopetón, dejándome a un pasito del infarto. Si era cosa de mi abuelito no me hacía ni pizca de gracia. Antes de que lo pusiera a parir, se encendió la luz y a los pies de mi cama una visión dantesca me asustó: la abuela y Andresito, algo descompuestos por la juega y el chinchón, me miraban fijamente mientras Pascualita se arrastraba, mojada, por mi pecho. 

- ¡¿Qué pasa?! (no me atreví a moverme) - "Llevamos dos horas llamando al timbre y han salido todos los vecinos a sus rellanos menos tú"

Me contaron que, en El Funeral, entre chinchón y chinchón, comentaron lo bonito que había sido el funeral de la reina de Inglaterra. Todos los socios del club estuvieron de acuerdo. Y ellos dos, decidieron que cuando llegase su turno ¡Lagarto, lagarto! querían una despedida igualita, igualita a esa. - "Te lo encargamos a ti" (dijo la abuela antes de dar media vuelta y largarse)

Ya no pude dormir y en cuanto despuntó el alba llamé a la Torre del Paseo Marítimo.

Hasta mediodía nadie contestó. Se puso la abuela - "¿Algo no te ha quedado claro, boba de Coria." - ¿Quién pagará tanto boato? - "Tu, por supuesto ¿Acaso alguien ha dicho que lo pagó la difunta? Ni en el Hola lo ha insinuado" - Pero es que... 

Me quedé con la palabra en la boca y las piernas temblando... Media botella de chinchón después me estaba riendo a carcajadas con el árbol de la calle.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

La abuela.

 Mi primer abuelito no está contento conmigo. - Menos mal que no me pediste que mintiera sobre tu incursión en casa de la Cotilla porque no lo hubiese hecho. - ¿En serio? ¿No ibas a mentir por mi? - No, hija, no. Tengo un estatus de alma sin trampa ni cartón y no voy a ensuciarlo por nadie. - Pues acabas de caerte del pedestal, abuelito. Pensé que tu amor por mi, como nieta, era incondicional. - Y lo es pero, en ciertos asuntos como los relacionados con el vil metal... - ¿Quién es ese? - El dinero, boba de Coria. - ¡Abuelito! - Si es que me sacas de mis casillas. ¿Has caído de la higuera? ¿De dónde sales? - Pues... ¿de tus casillas? jejejeje...

Con un bufido, el abuelito despareció dejándome sin saber de dónde he salido.

Llamó la abuela. - "¿Se puede saber qué hacías en casa de la Cotilla el otro día?" - Si me pinchan no me sacan sangre. - ¿Cómo lo sabes? - "Porque me lo estás confirmando, animal de bellota" - Subí a darle el pésame a los huéspedes... - "¡Ya!" - No había mala intención...  - "¿Qué encontraste en la despensa?" - ¡Calcetines desparejados! - "¿Ya has tomado chinchón de buena mañana?" 

La abuela no quiso creerme. La Cotilla le contó que había encontrado las patatas y las cebollas esparcidas por el suelo de la despensa. - Yo no fui... Solo cogí la caja de los calcetines. - "Así que ibas en busca de algo importante... - No, no... - "¡Calla y déjame pensar!"

Un espeso silencio se instaló entre nosotras a través de la línea telefónica, que no me atreví a romper. Oía el trajín de las neuronas de la abuela, yendo de acá para allá, buscando la solución a la misteriosa visita mía a la vivienda del 4º piso. 

Las neuronas llenaron pizarras enteras de soluciones matemáticas. Algebra viva que disfrutaba complicando las cosas hasta que, por fin, se encontró la solución y la abuela gritó: - "¡¡¡El tesoro de la Cotilla!!!" - ¡Glub...!

Menuda bronca me cayó encima. Pero lo que recuerdo más claramente es la última frase que me dijo: - "¡¡¡Y que sea la última vez que vas en busca de pasta ajena y no me llamas!!!"


martes, 20 de septiembre de 2022

¡Descubierta!

La Cotilla ha entrado en casa como un basilisco. - ¡¿Se puede saber qué hacías el otro día en MI CASA?! 

Un sudor frío empezó a correr por mi espalda. Las piernas temblorosas apenas me aguantaron. Me sujeté a una de las sillas del comedor y, sin querer, pisé una bola de polvo que se desintegró como me hubiese gustado poder hacer yo. Me sentía culpable de invadir un hogar externo... ¡Un momento! eso es lo mismo que viene haciendo la Cotilla en mi casa, de la que no se va ni con agua caliente porque la he echado montones de veces y pone las trompas de Eustaquio en estado cataléptico, la muy jodía, para no escuchar lo que no le interesa oír.

Por otro lado... ¿cómo se ha enterado?

Indagué. - ¿Quién le ha dicho semejante barbaridad, Cotilla? - Uno de mis huéspedes te vio en la cocina cuando fue a prepararse un té. - ¡Imposible! Si usted misma dijo que se pasaban noche y día llorando y tomando té. - Pero ya han terminado el duelo por su reina y han vuelto a las viejas costumbres de beber, beber y beber cervezas, de la mañana a la noche y su cerebro se ha activado, saliendo del sopor del agua caliente con hierbas.

No me lo podía creer. 

- Bueno, pues yo no era. - Te ha descrito perfectamente. - No era yo. - Por mi puedes decir misa. Dentro de poco vendrán a detenerte e interrogarte porque te he denunciado. - ¡Tendrá cara!

Llegaron Bedulio y un compañero. Al verlos dije - Antes de que me torturéis... dejad que hable mi abogado defensor. - Pusieron cara de estupor. - Oiga, que no tenemos toda la mañana ¿Dónde está? (dijo uno) - Ahora lo llamo: ¡ABUELITOOOOO. AYUDAAAAAAAAA!

Bedulio se desmayó. La Cotilla corrió escaleras arriba y se encerró en su piso. El otro municipal llamó a una ambulancia. - ¿Dónde está su abuelo? (preguntó) - En lo alto de las cortinas del balcón. - ¿Perdón? - Mire que guapo está con su nuevo sudario. 

Tuve que llamar a una nueva ambulancia.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Ni en sueños.

 Me he despertado bañada en sudor y todo por culpa de la abuela. Por eso me he levantado hecha una polvorilla a coger el teléfono y llamar a la Torre del Paseo Marítimo. Tuve que repetir la llamada unas cuantas veces hasta que, por fin, el pánfilo de Geoooorge dijo con voz pastosa: - ¿Yes? - ¡Ni yes ni leches! Hace una hora que llamo. Dile a la abuela que se ponga. - Madame dormir, boba of Coria. Ser cinco de la madrugada. - ¿Ah, sí?... - Colgó.

No me quedó más remedio que acostarme de nuevo pero ya no pude dormir porque en casa se había montado un sarao que me rio yo de las verbenas de barrio. Todo fue cosa de las bolas de polvo que están muy creídas ellas desde que el personal se puso de su parte hace unos días.

Cerré la puerta del cuarto para estar tranquila pero no tardó mucho en colarse Pascualita que venía huyendo del jaleo reptando pasillo adelante. La subí a la cama y me dispuse a cerrar los ojos cuando un ritmo sandunguero se coló por debajo de la puerta. - ¡Oh, no. Las jodías bolas de polvo! (exclamé)

Pascualita es más expeditiva que yo. Ella no se queja, actúa. Saltó de la cama y en un periquete no quedó ni una bola.

Dormimos hasta muy tarde. Hasta que sonó el teléfono. Era la abuela. - "Me ha llamado tu jefe, nena..." - ¡Ostras! Se me ha olvidado ir a trabajar... ¿Has contestado tú? - "La misma que viste y calza" - Pues a ver qué me invento como disculpa porque lo de que te has muerto de madrugada ya no me vale... 

- "Dice Geooorge que me has llamado" - Ah, sí. He tenido un sueño erótico-festivo que no he podido rematar por tu culpa, abuela. - "¿Y eso?" - Porque, cuando estábamos en el momento cumbre y le dije al Adonis que me hiciera un bisnieto, se desinfló. Dijo que él sabía hacer hijos pero que a la lección de hacer bisnietos aún no había llegado ¿Ves como es culpa tuya? 

Del otro lado del teléfono me llegó un suspiro profundo y un lamento: - "Que cruz tengo contigo..." - Y colgó.  


domingo, 18 de septiembre de 2022

Las bolas de polvo.

Las bolas de polvo están que trinan porque no me las llevé al piso de la Cotilla para que vieran a sus parientes, que son muchos, que tienen allí. - ¡Nos chivaremos a la vecina! - ¡Os pisaré, barreré y tiraré al cubo de la basura! (contraataqué, rabiosa) - ¡No nos amilanamos porque somos más chulas que un ocho! 

Como un vendaval que se levanta sin previo aviso, así se amotinaron los personajes de casa, a favor de las bolas de polvo. - ¿No te da vergüenza meterte con algo tan pequeño y sutil. -  Suave como el vison - ¿Perdón? - Tan simpáticas. - Alegres. - Delicadas. -¡Sucias! (dije yo muy cabreada)

Tenía la cabeza llena de voces, la mayoría pertenecientes  a los comensales de la Santa Cena. - ¿Y a vosotros quién os ha dado vela en éste entierro? - Se pusieron colorados, colorados. - Después del tiempo que llevamos en tu comedor parece mentira que no sepas distinguir entre entierro y comilona. - Así que se avergonzaban ¡DE MI!  Tapé el cuadro con un mantel.

La Cristalera, al tener dos caras, no sabía a que carta quedarse. Lo mismo estaba a favor que en contra. - ¡Calla ya! (le dije) - Salí al balcón a encararme con el árbol de la calle que, con su voz engolada, anunciaba a los cuatro vientos el mal trato que yo daba a las humildes y dicharacheras bolas de polvo. En cuanto me vio acercarme como un toro de Miura, disimuló cantando el brindis de la Traviata.

Cuando se pone así vale más dejarlo por imposible, por eso dí media vuelta para entrar en casa pero la rencorosa de la Cristalera se había cerrado a cal y canto y he pasado la noche al raso... ¡Atchiiiiiis!

 

sábado, 17 de septiembre de 2022

La Cotilla no habla.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Nena, saca el chinchón. - ¿Celebra algo, Cotilla? - Que llueve. - Me asomé al balcón y, efectivamente, caía agua ¡límpia! La viajera arena del desierto del Sahara ha escuchado las maldiciones de la gente, harta de llevar los coches a lavar, las amas de casa de limpiar los cristales de sus ventanas... Yo no lo hago y me ahorro el comprar cortinas.

Sentadas en la salita frente a una jarra de chinchón on the rocks temí que la vecina me pusiera como hoja de perejil por haber allanado su casa y trasteado en su despensa pero se limitó a paladear el licor y poner la tele para ver como va lo de Inglaterra.

- ¿No se cansa de verlo? - Al revés. Aprendo y me da muchas ideas para nuevos negocios... - Levanté las cejas porque me temí lo peor: - ¿Va a montar una funeraria? - No creas que no lo he pensado. Ahí no faltan clientes.

A medida que pasaba el tiempo me iba poniendo más nerviosa, claro que también me ayudaba a ello que el árbol de la calle no parase de preguntar: - ¿Ya te ha dicho algo la Cotilla? - Noooo - Eso es que está rumiando la venganza. Seguro que lleva un cuchillo en su bolso sin fondo. ¡No te sientes tan cerca de ella! - ¡¡¡Calla ya, coñe!!! (grité y sobresalté a la Cotilla que comenzaba a dar cabezadas) - ¡Ay, Jesús, María y José! ¿Estás tonta?

Apareció mi primer abuelito y le recriminé que no viniera a verme tanto como antes:  - Estoy rindiendo pleitesía a la realeza. - No sabía que eras un pelota (estaba celosa) - No cuesta nada ser amable con una persona tan mayor. Es como mi abuelita, solo le falta prepararme una rebanada de pan con sobrasada para merendar. Por cierto ¿te gusta mi nuevo sudario? - Es raro... - De Christian Dior, nena. Seda amarilla con grupas de caballos moviendo las colas, que es lo que se ve desde el asiento de una carroza. ¡Este Dior es genial!


 

viernes, 16 de septiembre de 2022

El tesoro.

 Los comensales de la Santa Cena, asomados todos al comedor, llamaron mi atención con frases como: - ¡Hey, tía buena! - mientras Pascualita y yo desayunábamos. 

El piropo me pilló por sorpresa y más viniendo de personajes más antiguos que andar pa'lante. Antes de que pudiera reaccionar uno dijo: - ¿Has visto al soldado estrellado contra el suelo? - ¿Dónde, cuándo, quién... ? (pregunté) 

Fue la cristalera del balcón quien respondió: - En el velatorio inglés. - ¿Habrá visto a la abuela con peineta? - La BBC no ha mostrado el motivo. Son muy suyos. - Espero que lo repitan... - En efecto, las televisiones se han cansado de poner, una y otra vez, la caída del pobre señor contra el suelo. Ni que fuera la caída del Imperio Romano... inglés, en éste caso.

Mientras jaleábamos las repetidas escenas Pompilio apareció ante mi en plan sumiso y rastrero. - ¿Vienes a devolverme mis calcetines? - No, hija, no (dijo el duende) 

Me levanté dispuesta a pisarlo como a una cucaracha pero, antes de que se produjera el espachurramiento, gritó: - ¡Vamos a por los caudales de la Cotilla! - Hasta Pepe el jibarizado exclamó: OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

Según Pompilio los guiris que vivían en el 4º piso eran ingleses y se pasaban las horas ante la tele, bebiendo te y sorbiendo mocos sin parar. - Entraremos en el piso y no se enterarán... - ¿Debía fiarme de un duende robacalcetines? - ¿Por qué no?

El árbol de la calle colocó algunas ramas en las ventanas para no perderse el descubrimiento "del tesoro de Alí Babá" y otras vigilando la calle por si regresaba la Cotilla.

Pascualita venía conmigo como arma de destrucción masiva.

El duende se apañó para abrir la puerta del piso. En la cocina había un huésped preparando  té. - Le acompaño en el sentimiento (le dije) - Soltó un suspiro y marchó con la tetera a seguir viendo la tele.

En la despensa Pompilio señaló las patatas, La retiré. Las cebollas, las retiré, una caja oxidada de galletas, la retiré. - ¡NO! - ¡¿El tesoro de la Cotilla?! (grité, ansiosa)...

La caja estaba llena de ¡calcetines robados por su abuelo! llegó a decir Pompilio antes de que yo hiciera diana en su cabeza con la primera cebolla que cogí y cayera, igualito que el soldado inglés.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Pompilio.

 El cajón donde guardo los calcetines estaba abierto y tuve un presentimiento que se confirmó: ¡Pompilio había estado allí! De mis catorce calcetines solo quedaban siete.

Un chorro potente de voz salió de mi garganta como si fueran las trompetas anunciando el día del Juicio Final: - ¡¡¡P.O.M.P.I.L.I.O.O.O.O.O.O.!!!

Incluso mi primer abuelito se presentó a ver qué pasaba. Venía envuelto en un sudario de seda fina emulando a la bandera de Inglaterra, ahumada por el humo de miles de tazas de te. - Esta voz me recuerda a la de mi tio abuelo Venancio, que era pregonero en su pueblo por el vozarrón que tenía. Dime qué pasa que tengo que volver enseguida al Más Allá porque estamos celebrando la llegada de la nueva. - ¿La Reina? - Si, hija. Ya no sé las tazas de té que me he trajinado. Menos mal que no tengo cuerpo porque, con tanta agua caliente necesitaría dodotis súper absorbentes para evitar fugas. - Me han robado ¡siete calcetines!

Me miró, suspiró y dijo la famosa frase de la abuela: - Que cruz tengo contigo. - antes de desaparecer.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

El funeral.

Gracias al calor tropical que se ha instalado encima de nosotros (¿quién le invitaría, digo yo?) y a que Geoooorge ha sido reclamado por los abuelitos para que vuelva a la Torre del Paseo Marítimo, aún a riesgo de que les inunde las calles de la Palma antigua, los "canales venecianos" van disminuyendo su caudal ante las rabietas de la Cotilla que ve como su negocio de alquiler de "góndolas" se va al garete ¡y todo por culpa de su amiga de la infancia!.

- ¿Para qué quiere tu abuela al mayordomo inglés? ¿Para arruinarme? - A mi que me registren, Cotilla. 

Como me picaba la curiosidad, llamé a la abuela. - Snif... snif... ¡buaaaa! ... ¿Yes? - Hola, Geoooorgbrexit. Cierra el grifo y dile a mi abuela que se ponga, plis.

La voz de la abuela sonó ilusionada: - "¡Vamos al funeral, nena!" - ¿Con éste calor? - "Al de London" - ¡Anda! ¿Allí también tienen uno con chinchón y todo? - "¡Al de la Reina Isabel II, boba de Coria!" 

Por eso repescó a Geooorge porque si alguien sabe de protocolos ese es un mayordomo inglés. - "Estrenaremos toda la ropa. Llevaré mis mejores perlas. Iremos en rolls royce..."  - ¡Pero si tienes uno muy bonito! - "Ya, pero no es lo mismo ir por las calle de Palma que por las de Londres, con las aceras atestadas de gente... Aunque me voy con una espinita clavada" - ¡Vaya! ¿Cenaste pescado? - "Geoooorge me ha prohibido que lleve mantilla y peineta y un clavel reventón en el pelo. Acapararía la portada de Hello... Estoy por no hacerle caso..."

Le di un consejo, con el que Pascualita estuvo de acuerdo: - Abuela, sé tu misma.


 

 

martes, 13 de septiembre de 2022

La Nueva Venecia.

Nuestro barrio, gracias a los lloros desconsolados de Geooooorge, se ha convertido en la Nueva Venecia y ésta mañana, al asomarme al balcón, he visto a la Cotilla vendiendo bonos para montar en góndola por las calles convertidas en canales navegables. Esta mujer es un lince para los negocios. 

He insinuado que tiene que pagarme un tanto por usar mi balcón como oficina y se ha puesto a llorar, incrementando con ello el caudal de lagrimeo y sacando a relucir su condición de jubilada de exigua paga . No da puntada sin hilo la querida amiga de la abuela.

A Pascualita se le saltaban los ojos al ver tanta agua a mano y ha intentado varias veces saltar por la ventana del comedor pero se ha encontrado con la arbórea presencia del árbol de la calle que ha colocado allí ramas tupidas para evitar que lo haga. No sabemos si ese "agua", aunque saladita, sea buena para la sirena.

Bedulio el Municipal ha llegado en barca de remos a entregarme ¡una multa por anegar calles y plazas! - ¡Es injusto! Yo no he sido. ¡Ha sido el mayordomo! - Razón de más para que te multe a ti. Tus abuelitos ya pagan bastante a Hacienda... Recuerda que los ricos también lloran.

Mientras yo añado una multa más a mi colección, la Cotilla recibe honores y parabienes del Ayuntamiento y otros Poderes cívicos, por proporcionar a los conciudadanos un nuevo divertimento con sus cochambrosas barquitas pintadas de negro. 

En cuanto a Geoooorge, le he prohibido ver la televisión hasta que acaben las retransmisiones desde Londres. Pero así y todo, no deja de llorar. Tendré que prohibirle el té, del que toma litros y litros... ¡Claro y luego lo llora!

 

lunes, 12 de septiembre de 2022

Sigue la llantina.

La Cotilla ha hecho correr la voz de que el agua que cae del balcón de casa, es sanadora, sobre todo si se coge de su "fuente", o sea, de los llorosos ojos del desamparado Geooooorge. Así que ahora tenemos cola en la escalera para que, bajo pago de un euro, le llenemos una botella de plástico y de 2 euros en el caso de que sea una garrafa.

Yo me encargo de que las lágrimas del inglés caigan en un cubo para que se desperdicien las menos posibles. 

El pobre está inconsolable. Y no se aparta del televisor para ver y escuchar todo lo que trate de la familia real británica. Yo me quedo asombrada ante el espectacular protocolo, tanto que se me olvida tomar la taza de te que, después de tantas horas asombrada con la boca abierta, he tenido que recalentar varias veces. 

El señor Li, saltándose la cola de la escalera y teniendo que escuchar frases en que le decían de todo menos guapo, consiguió llegar al rellano y proponer, a gritos, ser mi socio en éste negocio. - Hable usted con la Cotilla (le dije mientras rellenaba, de agua de mar, el acuario de Pascualita) 

En un plis plás tuve al chino a mi lado: - ¿Sel casita de gambas goldas? - ¡Jesús, que susto! (di un salto y choqué contra la lámpara del techo del comedor) ¡¡¡AAYY!!! - ¿Tú que ponel ahí? - Poseidonia. Un jardín de poseidonia. Y eso no se come. - Humm (y miró las algas con ojos expertos) ¿tú cleel? jajajajajajajaja

Se marchó por dónde había venido pero la risa sarcástica que dejó tras de sí resonó largo tiempo en mis oidos.

domingo, 11 de septiembre de 2022

El inglés está de duelo.

 Llevo unos días que vivo sin vivir en mi por culpa de Geoooorge , el mayordomo de los abuelitos. Está en mi casa. Me lo ha mandado la abuela porque no puede soportar por más tiempos la llantina del pobre inglés. - "¡Nena, quédate unos días con él porque me tiene la casa anegada de lágrimas desde la muerte de su Reina. Cada suspiro que da, y da muchos, es un vendaval que mueve las arañas de cristal de Murano que cuelgan de los techos de nuestros salones como si fueran hojas de árbol y ya se ha echo cisco más de un adorno" 

- ¡¿Y yo que culpa tengo?! - "La misma  que yo pero si rompe algo en tu casa, como todo es de aquellas tiendas de Todo a Cien o de la tiendda de los chinos del señor Li, pues casi mejor pero, en la Torre del Paseo Marítimo tenemos obras de arte y, claro, no es lo mismo"

Cortó la comunicación y poco después un inglés compungido, bajaba del autobús de línea mientras se secaba los ojos con un clinex - ¡Estamos apañados! - grité dirigiéndome a los personajes de casa. En un santiamén todos desaparecieron de mi vista. Hasta el árbol de la calle retiró las ramas que apoyaba en mis ventanas y balcón pero antes me dio un consejo: - Dicen que las penas con pan son menos. ´¿Quieres que le de pan? - Eso dice el refrán. A mi que me registren.

Cuando Geoooorge, hecho un mar de lágrimas, entró en casa, además del cubo y la fregona para que fuera recogiendo el líquido que soltaba, también le ofrecí una rebanada de pan de ayer para que hiciera sopas en la taza de té que le preparé.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Buscando el momento oportuno.

Desde que sé que la Cotilla guarda en su casa un calcetín con sus caudales no veo el momento de entrar en su piso. Además, Pompilio me está acuciando, noche y día, para que lo haga ¡ya! Ha llegado a subirse a mi cama y sentadito junto a mi oreja decirme: ¿A qué esperas, boba de Coria?

Esa noche estuvo a punto de desaparecer del mapa el pequeño ladrón de calcetines porque, dormida y todo, no podía consentir esa falta de respeto y le arreé tal sopapo que acabó estrellado contra la persiana de la ventana de mi cuarto. Cuando lo descubrí al día siguiente pensé que era un insecto algo perjudicado, quizá en un duelo amoroso pero no. Fijándome bien reconocí a mi Pompilio al que, unas gotitas de chinchón en su diminuto gaznate, revivieron. Como penitencia por mi agresión, tuve que escucharle cantar, tooooooooodo el día Asturias, patria querida. 

Los demás personajes aún no me han perdonado.

¿Será posible que la Cotilla sospeche algo? ¿Tal vez yo hablo en sueños? Ha cogido la costumbre de venir a deshoras cuando, hasta hace poco, era puntual como un reloj suizo en sus entradas y salidas del edificio.

¿Y si la siguiera en sus andanzas? pero qué excusa le doy a mi jefe... porque a la abuela ya la he "enterrado" dos veces y a la bisabuelastra voy por la quinta vez. 

Cuanta razón tienen quienes dicen que para ser un buen mentiroso hay que tener buena memoria...

martes, 6 de septiembre de 2022

El juicio.

Al salir de mi cuarto me he dado de bruces contra un enorme bulto que me cerraba el paso hacia el cuarto de baño, que es la primera visita que hago todas las mañanas porque, si no me despejo los ojos de legañas voy cegata por la vida.

El golpe no ha sido traumático porque he dado en blando pero, inmediatamente, me ha dado un exagerado ataque de tos. - ¿Qué es esto? (pensé, porque no podía hablar) - Pero sí que podían hacerlo l@s vecin@s quejándose de que, ni toser sabía hacer finamente y despertaba a toda la finca.

Conseguí zafarme de la mole que, por cierto, olía a polvo que tiraba de espaldas, lavarme la cara y ver la sorpresa que me esperaba en el pasillo: ¡Era un compendio de bolas de polvo! Unidas unas a otras formaron un gran ovillo que me persiguió por toda la casa hasta llegar al balcón. La Cristalera abrió, pasé y ante mi estupor, me vi "encerrada" en él.

Aquello era un complot. Pascualita, desde el borde del acuario, me mostraba su peligrosa dentadura. Los comensales de la Santa Cena daban golpes de queja sobre la mesa haciendo saltar las migajas de pan, fosilizadas desde hace más de dos mil años y cargándose algún que otro plato al caer encima. 

¡Todos estaban en pie de guerra contra mi! ¿Por qué? El árbol de la calle, dijo (muy listo él) : - Escucha las quejas de las bolas y lo entenderás. - ¡Como si no tuviese otra cosa que hacer, ja! - Entonce no saldrás del balcón (dijo la mosquita muerta de la cristalera)

Y el gran ovillo polvoriento, habló: - ¡Nos pisas! - ¿Perdón? - ¡Nos pisas continuamente y te quedas tan campante! - Siempre he pisado a las bolas de polvo... - ¡Pues eso se tiene que acabar. No somos felpudos! - ¡Ya estamos complicando la vida al prójimo! ¿Qué hacemos entonces? - Que lo resuelva del Arbol de la Sabiduría. (dijo, solemne, el gran ovillo) - Y el bocazas del árbol de la calle, habló señalándome: - Tu caminarás siempre por la derecha y vosotras por la izquierda. Y a quién Dios se la de, San Pedro se la bendiga y quien no esté de acuerdo hayá cada cual con su cada cuála. ¡He dicho! - Y se quedó tan pancho.

lunes, 5 de septiembre de 2022

El sabueso Pompilio.

Hubo movimiento de bolas de polvo que salían disparadas hacia todos los rincones al paso, rapidísimo, del duende Pompilio en busca del calcetín-hucha de la Cotilla.

Me consta que registró minuciosamente cada resquicio sospechoso pero, dos días después de empezar la búsqueda, vino a darme el parte: - Si existe ese calcetín, no está aquí, boba dae Coria. - ¡Oye, pizca de nada, un respeto a los mayores! (y no le solté un sopapo porque, al ser tan pequeño, no había donde darle)

Pasaron unos días tranquilos en los que no le volví a ver. - ¿Crees que me pasé cuatro pueblos con Pompilio? (pregunté al árbol de la calle) - Todo es según el color con que se mira (me replicó y me quedé como estaba) 

El duende reapareció, cabizbajo y mohíno. -  ¡No lo encuentro! He estado en el interior de su bolso sin fondo y allí hay de todo menos un calcetín con dinero. Empiezo a pensar que la Cotilla está a dos velas... Pero, todavía no me doy por vencido. - ¡Di que sí, hombre! Esa es la aptitud (le animé)

Hoy, por fin, Pompilio se ha presentado ante mi, orondo como un tonel de vino, lleno de un ego que lo engorda. - ¡¡¡Se dónde está!!! - ¿Quién? (no podía dejar de mirar a aquel esperpento) - ¡¡¡El calcetín del dinero de la Cotilla. En su piso del 4º, derecha,!!! - Imposible (salté. Solo me faltaba que alguien, del tamaño de un átomo, me tomara el pelo) Siempre está lleno de turistas... - ¡¡¡BORRACHOS!!! (concluyó el duende) Ya se encarga ella de tenerlos bien surtidos de licor. Tiene el escondite perfecto

¡Hay, que nervios! Incluso Pascualita dio unos cuantos saltos mortales ante la aventura que se nos presentaba.

domingo, 4 de septiembre de 2022

Ojo con las palabras.

Coloqué a Pascualita en el frutero para que me hiciera compañía el rato que me llevaría intentar hacer unas croquetas como las que hacía la abuela cuando aún era una proletaria normal y corriente. Y me llevé el susto del día. Encima de un plátano estaba el genio Pompilio que no se deja ver muy a menudo.

- ¡Caray! ¿Qué haces aquí? - Te oí decir que la Cotilla puede tener sus caudales en un calcetín. - En ésta casa no se puede guardar un secreto (dije, molesta) - Si lo encuentro ¿podré quedarme con él? - ¿Lleno o vacío? - Vacío.- ¡Trato hecho!

La sirena, celosa perdida al verse desplazada de la conversación, lanzó un buchito envenenado al pobre Pompilio. Menos mal que tiene unos reflejos asombrosos y no le dio de milagro pero sí al plátano que no paró de quejarse hasta que se dio cuenta de que se había convertido en un plátano cachas. - ¡Soy el plátano más fuerte y más guapo del Universo! ¡No hay quién me tosa! ¡Hazme una foto, tía y la mando a Canarias para que me envidien mis paisanos!

Le hice la foto, lo puse delante de un espejo y no podía creer lo que veía: - ¡Pero que buenorro estoy, la madre que me parió!... - Después de media hora en este plan, el plátano dijo lo que nunca debió decir: - ¡Estoy para comerme! - Y como si lo hubiese entendido, Pascualita se lo comió con cáscara y todo.

 

sábado, 3 de septiembre de 2022

La Cotilla.

 La Cotilla no cabe en sí de alegría. - ¡Tú no sabes lo que es pasar bajo una obra y que todos los albañiles te silben y piropeen, boba de Coria! - Y usted ya no debía recordar cuando fue la última vez que le ocurrió eso ¿verdad, Cotilla? - Claro que me acuerdo ¡No ocurrió nunca! Todas las alegrías se las llevaba tu abuela cuando salíamos juntas.

Escondida entre las algas del acuario, Pascualita escuchaba atentamente los logros de su amiga del alma y hacía la V de victoria con sus deditos palmeados. Entonces quise ver su reacción fantasmeando de levantar pasiones pero la Cotilla me cortó para decirme: -  Eso no te lo crees ni tú. - Miré de reojo a la medio sardina: tal como hacía Nerón, tenía el pulgar hacia abajo ¡que jodía!

Y todo por la exuberancia de pectorales que tiene la Cotilla gracias a Pascualita. O sea, que no es mérito de su naturaleza sino de unos dientes antidiluvianos y el mal genio de su dueña.

Poco a poco, la hinchazón va cediendo. El vestido ya no parece que vaya a romperse de tirante que le quedaba... porque la Cotilla solo tiene un vestido y lo ha llevado tooooda su vida. Es el mismo modelo que le gustó cuando era una jovencita y lo ha repetido hasta la saciedad, temporada tras temporada. Nunca ha comprado un paño para el polvo, ni bayeta para limpiar o fregar el suelo. Para eso están los vestidos que van quedando raídos. Se cortan y ya está. ¡Ahorro al canto!

Un día tendré que enterarme de cuál es el capital que guarda en la faltriquera, o en un calcetín. No sé, pero tiene que estar forrada doña Pedigüeña.

 

viernes, 2 de septiembre de 2022

Pascualita y el celo de nunca acabar.

Era noche cerrada cuando la voz de Pepe el jibarizado despertó a toda la casa. Cuando mi neurona, dormida como yo, profundamente, empezó a enterarse de lo que pasaba  y me lo transmitió pasaron unos diez minutos en los que surgió una pregunta por mi parte: Si es una cabeza hueca y reducida ¿cómo puede gritar con tanta potencia?- La respuesta de la neurona fue: - Porque se entrena, boba de Coria.

Fui a la cocina. Al encender la luz, una de las ramas del árbol de la calle entró por la ventana a enterase de lo que pasaba, que era lo siguiente: Pascualita estaba junto a Pepe clavándole los dientes en el cogote hueco en plan dominatrix perdularia.

De un tirón seco le arranqué al jibarizado que siguió gritando como si lo estuviesen matando: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO 

La sirena quedó desconcertada y para cuando se dio cuenta de que era yo quién le había arrebatado su juguete sexual, ya me había puesto las gafas de bucear para evitar que sus buchitos de agua envenenada me dieran en los ojos.

El enfado de la medio sardina era descomunal - ¿Pero tú no habías terminado ya el celo, alma de cántaro? - El bicho no atendía a razones. Era una fiera corrupia desatada y despechada y cuando menos lo esperaba saltó hacia mi con la dentadura de tiburón abierta de par en par, Menos mal que me agaché a tiempo y se estampó contra el pecho de la Cotilla que llegaba del trapicheo nocturno.

La que se lió fue de tal calibre que despertó al vecindario. 

Llamaron a los Municipales, a la Policía Nacional, a la Guardia Civil, al Alcalde... -  ¡Que la echen de una vez a ésta tiparraca! - ¡Pedían mi cabeza, mi exilio y yo no había hecho nada! Salí al balcón a protestar mientras la Cotilla se bebía, a morro, tres cuartos de chinchón para calmar el dolor.

El árbol de la calle me llamó temeraria. De pronto, la puerta de casa se abrió y entraron vecin@s en tropel en trajes de noche: pijamas y camisones. ¡Venían a por mi pero quedaron extasiados ante el pecho de la Cotilla que, tumbada en el sofá de la salita, "disfrutaba" de un coma etílico. Delante de muchos pares de ojos, el pecho crecía y crecía, alcanzando tallas descomunales y haciendo babear a más de uno. Solo Bedulio salió por pies a pesar de la órden de su jefe de detenerme por escándalo pùblico.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Por lista.

Cuando el árbol de la calle me ha visto, desde la ventana de la cocina, coger la bolsa de basura  (¡Pero si es que estoy vigiladísima por tierra, mar y aire, puñetas!) me ha dicho que no coopero con la salvación del medio ambiente y, por el tonillo que ha empleado, solo le ha faltado ponerse en jarras.

- ¡Ya lo creo que sí! Mira, la tengo repartida en varias bolsas: la verde para el cristal, la amarilla para... - Esas puedes bajarlas cuando quieras. Pero no bajes la orgánica a las 10 de la mañana -  He intentado protestar pero todos en casa, desde mi primer abuelito que se aparece cuando menos me lo espero, a los comensales de la Santa Cena y todos los demás, señalaban con dedos acusadores a la bolsa negra llena de la clásica basura que llevaba en la mano: - ¡¡¡¿Y ESTO QUE ES, BLANCAFLOR?!!!

Pepe el jibarizado no señaló porque no tiene con qué pero no se quedó atrás en su protesta: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

Pascualita esperó que me acercara a la mesa de la cocina para saltarme encima desde su taza de cola cao, donde permanecía agachada para atacarme. Lo primer que vi llegar fue la dentadura de tiburón, me agaché y la sirena fue a parar a la rama del árbol de la calle más cercana. - Hale, ahí te quedas a pasar calor ¡lista!

Y yo, sintiéndome la reina de Saba, más lista, incluso que Salomón, cogí la bolsa y bajé la basura a deshora... Diez minutos después subí a casa con una multa de ¡300 euros! en el bolsillo de la bata que me puso Bedulio.