domingo, 31 de marzo de 2024

Jugando al escondite.

Al final, harta de tanta broma, he salido al balcón y he gritado, urbi et orbe: - ¡¿Estás de cachondeo?! Vale ya, cooooooñe.

El árbol de la calle se ha dado por aludido: - ¿Qué se supone que he hecho ahora, nena? - Si su señoría no lo sabe ¿cómo voy a saberlo yo que soy una insignificante ciudadana? (dije con recochineo) - ¿Te has levantado con el pie izquierdo? - Como tengo dos me levanto con el que me da la gana. - ¡Buenoooooo! Como está el patio. - El árbol de la calle cerró su enorme boca de madera, juntó sus ramas y dijo: -  Corto y cierro.

Estoy de mal humor porque, al tender la ropa ésta mañana, ha llegado una nube negra, salida de no sé dónde y ha dejado caer un chaparrón de agua y arena del desierto sobre la colada.

Corriendo la he quitado del tendedero y ha salido un sol radiante. He vuelto a tenderla y la nube, que jugaba al escondite, ha aparecido ¿para qué? ¡Exacto! Mojarla otra vez. Y así estamos toda la mañana: quitando y poniendo.

Al pasar junto al cuadro de la Santa Cena he oído cuchicheos y he puesto la oreja... ¡Estaban apostando! la mayoría a favor de la dichosa nube. ¡Solo me faltaba ésto! La rabia subió por mi garganta como la lava de un volcán que entra en erupción y ¡¡¡BOOOM!!! ¡LA MADRE QUE OS PARIÓ!

Después de la eclosión de mala uva cogí el cuadro, a Pascualita, a Pepe el jibarizado, a Pompilio, a la Cotilla y a mi primer abuelito y los saqué al balcón. En cuanto la nube me vio vino, rauda, a soltar toda su artillería sobre mi y la colada. Pero se encontró con los más guasones de casa. Esta vez hubo granizo, vendaval y lluvia de ranas. Los gritos de los "mios" fueron un placer para mis sentidos .

 

sábado, 30 de marzo de 2024

Malos augurios.

 He puesto la tele después de comer para dormir una buena siesta pero no he podido porque ¡me he quedado helada escuchando al locutor de El  Tiempo anunciando lluvias torrenciales, nevadas copiosas, vientos huracanados, olas descomunales, arena del desierto en suspensión sobre nuestras cabezas, etc. etc.  Y para terminar de fastidiarla ¡toca cambiar la HORA! 

Cuando he dejado de temblar, en solidaridad con el locutor y ponerme en situación de lo que nos espera, me he dicho: - Lo mejor será salir a caminar ahora. 

Mis pasos me han llevado en pos de una procesión. Y la he encontrado, faltaría más y me he metido entre el mogollón de gente para no tener frío.

Estaba ensimismada contemplando el ambiente que me rodeaba cuando noté una mano sobadora recorriendo, lentamente, mis caderas.  (¡Uep! me dije y se me alegraron las pajarillas)

Quedé quieta, como si la mano no fuera conmigo. De repente me entraron unas ganas locas de contemplar, con disimulo, al tocón. Giré la cabeza como si del ojo-catalejo de Pepe el jibarizado, se tratara. Un rato después, y sujetando mis nervios, di con el sujeto. ¡Al reconocerle, grité como una loca: ¡¡¡COTILLAAAAAAAAAAAAAA!!!

- ¡Calla (me dijo) que me espantas los clientes! - Y prosiguió abriendo bolsos y bolsillos y vaciando carteras.

Llevaba la desilusión pintada en el rostro cuando acerté a ver a Bedulio el Municipal. Estaba impresionante con su traje de gala. - ¡Bedulioooooo! (grité) - Pero él huyó por la tangente, o sea, por la esquina más cercana.

 

viernes, 29 de marzo de 2024

Maleducado.

El Estruendo de claxons que se forma cada vez que Geoooorge, el mayordomo inglés aparca en la parada del bus el magnífico rolls royce de los abuelitos, sube a casa por el tronco del árbol de la calle y se planta en el comedor, esté la Cristalera abierta o cerrada. 

Se nota que no ha ido a un buen colegio. Le falta educación o, simplemente, no aprovechó su oportunidad... como yo, aunque esto no debe saberlo nadie y menos aún los posibles candidatos a padre del bisnieto de la abuela.

El caso es que cuando entraron los abuelitos seguidos del inglés, el Estruendo ya se había repantingado en el sofá de la salita como si fuera suyo. Al Estruendo le da igual si molesta o no (que sí). Ni sufre ni padece. Le gusta provocar como cuando venían hacia casa y se ha metido, contra dirección, en medio de una Procesión. Bedulio que estaba allí para mantener el órden, se desgañitaba dando el alto al rolls royce que no tenía culpa alguna ni se daba por aludido porque no está acostumbrado a que nadie le saque los colores.

Los presentes, móviles en ristre dispararon fotos a placer. El Estruendo disfrutaba como un niño chico. El rolls royce, pálido y desencajado, pedía perdón a los cofrades por el desaguisado mientras Geoooorge, apuradísimo, se tomó tres tazas de té seguidas.

La abuela sacó su pronto barriobajero y le arreó tal patadón al Estruendo que salió volando y aún lo busca el helicóptero de la Guardia Civil.

Hasta mi primer abuelito aplaudió a rabiar. Y plantándose encima de la mesa del comedor, con un sudario de seda salvaje de ñus del Sherengueti que olía a catarata desbordada, dedicó una frase a el Estruendo, con voz engolada: - ¡Tanta gloria lleves como descanso dejes, animal de bellota!

jueves, 28 de marzo de 2024

A ver qué ocurre.

Ya he perdido la cuenta de las veces que he tenido que sacar a Pascualita de dentro de la "cazuelita" de las empanadas. Otras veces, estando las empanadas ya tapadas y listas para entrar en el horno, se ha abierto camino a mordiscos, por eso he tenido que rehacer un montón. Ahora estoy derrengada en el sofá de la salita. ¡Uf, que cansancio!

También la escoba está quejosa de tanto trabajar recogiendo la harina que la medio sardina ha ido tirado al suelo. Unas veces soplando, otras empleando sus manos pequeñas y palmeadas. ¡Valiente bicho está hecha la tía! Lo que tenía que ser una plácida jornada de empanadas y crespells, se convirtió en una lucha sin cuartel contra la fiera corrupia.

Ahora en casa todo es expectación ante lo que, se supone, ocurrirá en el cuadro de la Santa Cena. De momento el silencio es total. Pepe el jibarizado me ha echo saber a través de mi primer abuelito que, por más que ha mirado a través de su ojo-catalejo, no ha visto nada. Ni una sombra. Claro que, con lo lento que lo mueve, para cuando ha llegado a ver la mesa, que estaba vacía, les había dado tiempo a los comensales a cenar y largarse a otro sitio.

No critico a Pepe porque el pobre ha hecho lo que ha podido... y porque no tengo ganas de escuchar una nueva teoría de cómo y por qué, acabó siendo una cabeza reducida convertida e llavero.

miércoles, 27 de marzo de 2024

A ver si tengo suerte.

 El árbol de la calle no para de llorar. Lleva así la tira de horas y el caso es que cuando le he preguntado por la causa de tanto lagrimeo ha contestado: . Es lo que se estila... ¡snif!...  Insistí en saber el motivo hasta que confesó: - Cuando salen noticias en la tele no falla que salga alguien llorando. - Pero ¿por qué? - ¡Porque llueve! están hartos de decirlo, coooooñe - Y como era de esperar, siguió soltando lágrimones.

En el telediario salieron las plañideras de toda edad y condición. Y era verdad lo que me dijo el árbol de la calle. ¡Lloran porque llueve y no salen las procesiones!

Entonces, en un arranque, salí al balcón y adoptando la postura del Alcalde de la película Bienvenido Mister Marshall, grité a los cuatro vientos. - ¡Como Alcalde vuestro que sois os debo una explicación y esa explicación os la voy a dar, pasmaos! ¿No queríais agua? ¡Pues tomad agua y a llorar a los Padres !Paúles!

La gente que pasaba por la acera me miró extrañada. Incluso algunos se metieron conmigo porque no tenían nada mejor que hacer. - ¡No puede salir la procesión, boba de Coria! - ¡Pero se llenarán los embalses, Blancaflor! - ¡Oiga, ¿a qué viene llamarme Blancaflor? Llámeme Torcuato, jodío!

-¿Por qué no Torseis, o Torsiete? - Porque me suena a cuerno quemado. Y le dejo con la palabra en la boca porque me voy a llorar un poco. - ¿No quiere agua en los grifos? - ¡Naturalmente! - ¡Pues tiene que llover, cabezón! - No, si tiene usted razón, bella mujer (¡Uep!) pero debo llorar para estar en la vanguardia de las cosas. - Haga lo que tenga que hacer pero dígame antes una cosita: ¿Le gustaría ser el padre del bisnieto de mi abuela?

Creo que aún corre.

martes, 26 de marzo de 2024

Cotilla 0, Casa 1.

Al final la Cotilla no se salió con la suya, pero no por amor al arte ni a las cosas que le dije sino gracias a Pascualita que, harta de oírnos discutir, en dos saltos magistrales impulsada por su hermosa cola de sardina, pasó de la pila de lavar del comedor a la cabeza de la vecina que, en un visto y no visto, dejó pelona entre gritos y aspavientos a cada cual más teatral.

Sin saber de dónde había salido el indio siux que le arrancó la cabellera, la Cotilla bajó a la carrera la escalera. Hay que ver lo poco que usamos el ascensor en casa...

Y mientras el Alarido de la Cotilla iba arriba y abajo dando tumbos y chocando contra las paredes, los Gritos de alegría de los personajes de casa bailaron un vals mientras el árbol de la calle cantaba el brindis de la Traviatta abriendo su enorme boca de madera.

Pepe el jibarizado quiso unirse a la fiesta e hizo una proeza para una cabeza vacía. Sin saber cómo, cayó al suelo desde su estantería de la cocina y arrastrándose milimétricamente, se acercó al balcón. 

Fue mi primer abuelito quien me avisó de que no fuera a pisarlo. Por cierto, estaba de dulce mi primer abuelito. Llevaba un sudario de seda roja imitando un frac del que salían flores y más flores que endulzaban el aire. No pude contenerme y le dije: ¡Olé el ánima más bonita y elegante que se pasea por el Más Allá! De no ser tu nieta tendría un bisnieto contigo, abuelito! - Nena, ... (parecía molesto pero yo sabía que estaba encantado con mi piropo)

lunes, 25 de marzo de 2024

Menudo trajín.

En casa hay expectación ante la llegada de la Semana Santa porque los comensales van a tener su única comida del año. Son tantos los nervios que les ocasiona la espera que se están poniendo malos de la barriga. No me ha quedado más remedio que sacar el cuadro al balcón por lo que pudiera pasar.

Naturalmente, el árbol de la calle ha dado el espectáculo quejándose y llorando como una Magdalena: - ¡No puedes hacerme esto! ¡No tengo porque aguantar olores que no se corresponden con mi naturaleza... snif...! ¡Te denunciaré a los de Parques y Jardines! Y así ha seguido ¡que si patatín, que si patatán! ¡Qué pesadez de árbol, cooooñe!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla, que estos días está en plena efervescencia laboral, porque donde hay concentración de gentes ella practica la "limpieza" de carteras, entró en casa y fue, directa, al aparador. - ¡¿Y la Santa Cena?! (preguntó con voz estridente debido a los nervios) - En el balcón. 

Con la mirada desencajada, corrió a por él. - ¡Quieta, parada! Ni lo toque. - ¿Cómo vas a encontrar novio si estás como una cabra? ¡Me llevo el cuadro porque lo tengo apalabrado con unos del trapicheo! - ¡COTILLA, TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ!

De repente, los comensales se asomaron asustados: -  ¡No puede vendernos! ¡Tenemos que cenar! - Eso. A ver si me entero, de una vez, que fue lo que comimos entonces (dijo el despistado)

domingo, 24 de marzo de 2024

Se acordó.

- Pascualita, el Hombre del Tiempo ha dicho que, en Semana Santa, lloverá ¡Bien! Eso está bien. Tiene que llover porque estamos en sequía. Y si nos falta el agua ¿qué beberemos en verano? ... Nosotras lo tenemos resuelto con el chinchón pero ¿qué pasará con los turistas?. No hay chinchón para tanta gente en el súper.

La sirena me miró con aire preocupado. - Tranquila que la del mar no se terminará y el chinchón ya veremos... - Pascualita sacó la dentadura de tiburón a pasear.  - ¡Quieta, parada, fiera! Pensaremos algo... vale, yo no, la abuela.

De la siesta me despertó el: - ¡Avemariapurísimaaaaaaa! (de la Cotilla) ¡Que calor! ¿Hay chinchón on the rocks en la nevera, nena? 

Faltó poco para que vaciáramos la jarra fresquita. Antes de que la Cotilla se amodorrara en el sofá de la salita, dijo con voz pastosa: - Siempre he... querido saber porque... te echas gotas... de chinchón en el ... escooooote cuando lo... bebes...zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

Tragué saliva. ¿Se acordará del comentario que me ha hecho cuando despierte? Espero que no porque ¿a ver que le digo yo?

No pasó nada. Lo olvidó. Uf, menos mal.

Pasé la tarde discutiendo con las bolas de polvo para que cooperasen con la escoba a fin de que la casa quedase bien barrida - ¡A ver si puede ser de una vez! (me quejé) 

Llegó la noche y unas por otras, la casa quedó sin barrer. Me puse de mal café  y cuando iba a montar un cristo, la Cotilla, que salía a sus trapicheos, dijo antes de cerrar tras de sí la puerta de la calle. - Solo puede ser para que libe ahí la lengua de Pascual ¡Que asco! compartir al querido de tu abuela... ¡PAM!

sábado, 23 de marzo de 2024

Palabrita del niño Jesús.

En casa llevan todooooo el día dándome la vara con el dichoso "tren nocturno" , empezando por mi primer abuelito que, haciendo esfuerzos para no reir, no para de preguntarme por él. - ¿No te perece raro que yo no lo haya visto, nena? - Estarías dormido cuando pasó. - Quizá... -

Pepe el jibarizado dice que escuchó el pito de la locomotora. - OOOOOOOOOOOOOOO - (Lancé un suspiro de alivio) ¡¿Llegaste a verlo? - ¿Con qué si tengo la cabeza hueca? jajajajajajaja - ¡Jodío llavero!

Uno tras otro fueron dando su opinión, nada científica ni fiable porque se les notaba a la legua que se lo estaban pasando pipa. 

 Pascualita juró y perjuró que, incluso, había viajado en el tren. - ¡¿Cuándo?! (dije, esperanzada) - Hace miles de años... (tradujo mi primer abuelito, telepáticamente)  Cuando aún estaba el mar lleno de sirenas y sirenos que se desplazaban de la Ceca a la Meca, en tren.

Por un instante dudé de que estuviera engañándome y, para no pillarme los dedos, decidí preguntar a quien más sabe de todo: el árbol de la calle: - No es que no crea a la sirena pero ¿seguro que ya se decía eso de ir "de la Ceca a la Meca"? - ¡Por supuesto, boba de Coria! - Ah, en ese caso... - Y me senté a comer el reglamentario plato de fabada asturiana, de bote.

viernes, 22 de marzo de 2024

Y los sueños, sueños son.

Era noche cerrada cuando abrí el balcón de par en par mientras la cristalera golpeaba las paredes. - ¡¿Dónde está?! ¡¡¡¿DONDE?!!! (grité a pleno pulmón) 

Inmediatamente, entre ventanas que se iluminaban y palabrotas como telón de fondo, los vecinos me dieron los "buenos días" mientras yo intentaba ver lo que me había despertado: ¡Un tren!

No lograba verlo y pregunté de nuevo: - ¡¡¡¿QUIEN LO HA ROBADO?!!! - ¡Estás como una chotaaaaaaa! - ¿Qué te han robado, animal de bellota? - ¡¡¡EL TREN!!! 

Solo faltó un redoble de tambor para anunciar que se recrudecía la protesta pero no hizo falta. La sirena de la policía sirvió igual. Cuando vi bajar del coche al municipal Bedulio me incliné tanto sobre la barandilla del balcón que faltó poco para caer al vacío. Algo que much@s pedían a gritos: ¡Que se caiga, que se caigaaaaa! - ¡A ver si te estrellas y podremos dormir todos!

Con gran parsimonia Bedulio sacó su bloc de multas y entró en mi finca. Abrí la puerta antes de que llamara: - ¿Qué pasa ahora, boba de Coria? - Me ha despertado el pitido del tren y he salido disparada al balcón para verlo pero... ha desaparecido. Alguien se lo ha llevado. ¡Búscalo!

En casa todos estaban despiertos. Algunos con las legañas puestas. - ¿Alguien lo ha visto? - (todos dijeron que no) - Dicen que no (comenté con Bedulio que, inmediatamente, palideció) - ¿Está... tu abu... abuelito... aqui...? - Sí. Pero tampoco lo ha visto. - Bueno... pues yo, me ... largo... - Y sin más, salió de najas escalera abajo.

Pascualita volvió a meterse en su barco hundido de la pila de lavar del comedor y yo me acosté. El tren pasó dos veces más por mi calle pero no salí a verle porque estaba enfada con él.

 

jueves, 21 de marzo de 2024

Ya falta menos para que cenen...

 En el cuadro de la Santa Cena están revolucionados. - Cada año se me hace más larga la espera... (dijo uno de los comensales) - Tendríamos que proponer otro modelo de comidas. Por ejemplo, en lugar de comer una vez al año, repartir esas horas durante el resto del año... ¿no os parece? - Podríamos proponerlo. 

En seguida salió el grupo de los conservadores a dar su opinión. - No somos partidarios de moderneces...  - Como la discusión tenía visos de eternizarse me fui con Pascualita al mercado de Pere Garau a comprar los avíos para hacer empanadas. Y como siempre, desde que quedó encerrada en una de ellas, le solté el consabido sermón que acaba con la frase: - No me gustaría comer empanada de sirena ¡Puag, que asco! 

Reconozco que me pasé y tuvo razón al tirarme un buchito de agua envenenada, sin embargo no hacía falta afinar tanto la puntería porque ahora tengo un ojo que me ocupa casi toda la cara y sigue creciendo. ¡La madre que la parió!

Las discusiones en el cuadro siguen, a pesar de mis gritos y llantos, sumados al magnífico coma etílico de chinchón que me provoqué para quitarme el dolor. Las opiniones estaban enrocadas entre el SI y el NO.

Entre tanto jaleo conseguí escuchar una frase distinta a las repetidas, dicha por Pepe el desmemoriado, que no tiene otra: - Sigo sin recordar qué cenamos "esa noche"...

miércoles, 20 de marzo de 2024

Ajo y agua.

He tenido unas palabritas con el árbol de la calle a cuenta del polen que tira y se acumula en casa. A todas horas estornudamos como posesos. - ¡Para ya de tirar polvos eróticos, jodío! - Oye, nena, que no lo hago por fastidiar jejejejejeje.

La risita sobraba. - ¡No gano para pañuelos por tu culpa! - ¡Eh! No te subas a la parra que no soy yo solo quien os fastidia. Las nubes amarillas llevan arena del desierto para parar un tren. ¿Por qué no te encaras con ellas? - Bueno, eso es distinto... Seguramente viene de Egipto. De acariciar las pirámides... - Ya lo dice tu abuela ¡No eres más tonta porque no te entrenas!

Mandé a la escoba y a la fregona a limpiar los suelos de casa. Y, aunque me pusieron mala cara, se tuvieron que aguantar porque estábamos en su horario de trabajo. La más indignada fue la fregona que, últimamente, se ha vuelto más quejica.

Me senté en la salita a echar un sueñecito que no pudo ser porque me espabiló el ruido de una botella rompiéndose contra el suelo. Corrí al cuarto de baño mientras gritaba: - ¡Pompilio, te arrancaré las orejas! (pensando en él como culpable)

En el suelo del baño yacía, rota en mil pedazos, una botella de perfume fuerte que se dejó la abuela cuando se fue a vivir con Andresito a la Torre del Paseo Marítimo. A su lado, restregándose en el líquido, estaba la fregona.

Media hora después todos los personajes de la casa estábamos comatosos a causa del fuerte olor que esparcía, con garbo y salero, la presumida de la fregona, deslizándose sobre las baldosas que, quejosas, protestaban como el que más. - ¡Nos ahogamos!

Acabé sacando la fregona al balcón para que el aire se llevara la peste lejos pero fue el aire quien se retiró al otro extremo del barrio. Entre tos y tos, el árbol de la calle se quejaba: - ¡NOS AHOGAMOOOOOOOOOOS!

martes, 19 de marzo de 2024

Un día tranquilo.

 Me llamó la abuela: - "Nena, mañana será Primavera. Prepárate para hacer un buen zafarrancho de limpieza en tu casa" - ¿Vas a mandarme a Geoooorge para que la haga como buen mayordomo? - "Ni harta de vino" - ¿Entonces?... 

Mi primer abuelito apareció envuelto en un sudario de plata y oro. - ¿De qué vas vestido? (le pregunté) - De paso de Semana Santa. Si pones atención escucharás el POM, POM PORROPOM de los tambores. - Huy, imposible. Tengo las orejas taponadas de cera. - ¡Justo lo que necesito para las velas! - Te doy la mitad. No quiero quedarme sin suministro.

Así fue pasando el día que yo me había tomado sabático después de llamar a mi jefe y decirle que no podía ir a trabajar porque se había muerto mi primer abuelito. Naturalmente no se lo dije de sopetón. Primero lloriqueé un poco y suspiré otro poco. finalmente obtuve mi premio. - Está bien, no llore más... Pero un día tiene que contarme cuantos abuelos y abuelas ha tenido usted. - Cada vez menos... por desgracia. (repliqué, llorosa) - Yo diría que ya ha enterrado... a nueve, por lo menos. - Es que son gente muy longeva, por eso he podido conocer a los bisabuelos e incluso, a los tatarabuelos. - Pues nada, la acompaño en el sentimiento... otra vez.

 

 

lunes, 18 de marzo de 2024

¡¿El bicho que picó la panza?!

- Otra vez me toca ir a la playa a por agua de mar para llenar la pila de lavar del comedor. ¡Y luego Pascualita le hace las gracias a la abuela! Eres una desagradecida. 

- Teniendo un rolls royce y un mayordomo que lo conduce, no sé por qué no lo envía a él a llenar garrafas y traerlas luego a mi casa. Estoy cansada de decirlo pero dice la abuela que un mayordomo inglés es alguien de mucha categoría y no está para hacer de aguador. ¿Y yo sí? 

Estaba en la cocina pelando patatas mientras hablaba con quien quisiera escucharme... Todos los personajes de casa excepto la sirena porque le molesta que saque el tema: Abuela. 

De repente, la escoba se puso en marcha arreando escobazos a diestro y siniestro. - ¿A qué viene ésto? (pregunté, alarmada) - ¡Hay una cucarachaaaaaa! (gritó la fregona al tiempo que, de un salto, se subió a la barra de la cortina de la cocina) 

Por más que miré no vi bicho alguno. - ¡Para ya de pegar, jodía! - No me hizo caso aunque no creo que me oyera con el griterío que formó la fregona: - ¡¡¡SOCORROO, AUXILIOO!!! 

Acuciadas por el miedo, las bolas de polvo corrieron a esconderse bajo los muebles. Pepe el jibarizado ponía su granito de arena con su OOOOOOOOOOOOOOO asustado. El árbol de la calle ordenó a la Cristalera del balcón que no se abriera porque no quería cucarachas en su tronco. Pero no sabía el pánico que les tenían las dos caras. Y hubo rifirrafe entre ellos.

- ¡Avemariapurísimaaaaaa ¡¡¡CRASH!!!... ¡¡¡Aaaaaayyyyyyyyyyyy!!! ¡¿QUÉ HE PISADO, NENAAAAAAAAA?! - No será...- Sí, Cotilla. Una cucaracha jijijijiji - ¡QUE ASCOOOOOOOOOOOOOOO!

domingo, 17 de marzo de 2024

Es la tradición.

Desde la cocina escuché pasos acelerados que parecían venir del comedor. Me asomé a mirar pero todo estaba en calma. Volví a mi quehacer de pelar y cortar patatas para hacer una tortilla española. Poco después las carreritas se reanudaron.

Me estuve asomando y escondiendo un buen rato porque quería pillar a quien fuese que corría, in fraganti.  

Mi primer abuelito se había colocado junto a Pascualita en el borde de la pila de lavar del comedor y se lo pasaban en grande, aplaudiendo y riendo hasta las lágrimas. - ¿Ya vale de cachondeo, no? ¿Quién corre, abuelito? - Esta fue su contestación: Adivina, adivinanza ¿cual es el bicho que te pica la panza? 

Después de pensar y pensar llegué a la conclusión de que no tenía ni idea de quien era el bicho en cuestión y fingí darme por vencida para que me dieran la solución pero me salió rana y hasta las raíces del árbol de la calle me miraron compasivamente. 

Se inició una nueva carrera mientras yo miraba el cuadro de la Santa Cena, por eso pude ver  una diminuta nubecilla de polvo sahariano que me dio la solución: la nube estaba en el cuadro, por lo tanto, quien corría, también. - ¿Qué pasa ahí dentro, señores? - ¡Perseguimos migas de pan pero no se dejan coger! - ¡¡¡Quiéren comernos, con lo duras que estamos después de más de dos mil años!!! 

Se asomó el de las treinta monedas. - ¡Estamos caninos! - Pero si falta ná y menos para Semana Santa y... - ¡Nada de Y...! Aquí todo el mundo come menos nosotros. - Es la tradición... 

La discusión siguió horas y horas sin llegar a nada. Ni siquiera pude saber quien es el bicho que te pica la panza...

sábado, 16 de marzo de 2024

Rememorando...

La abuela se ha presentado en casa precedida por Geoooorge el mayordomo inglés que nos sirvió luego unas humeantes tazas de cola cao, mientras las dos amigas, hablando por los codos, recordaron las clases de jota mallorquina a las que fueron apuntadas por sus madres cuando eran niñas, para descansar un rato de las pesadas de sus hijas.

- "¡Mira lo que he traído, Cotilla! El vestido de payesa que me hizo María la modista ¿Te acuerdas de ella?" - ¡Sí! A mi me hizo otro. (Y corrió a su cuarto a buscarlo) - El caso fue que cuando Geoooorge entró en el comedor con la bandeja de la merienda, se encontró con dos mujeres distintas a las que había dejado allí unos minutos antes.

Los vestidos les sentaban como un guante a pesar de los años transcurridos desde la última vez que los llevaron. ¡Y todo fueron aspavientos y risas! - ¡Estamos igual que con quince años! - "¡Totalmente!" - Y, entre jolgorio y jolgorio, acabamos con todo lo que había en la bandeja. Luego la abuela manipuló su móvil y sonó ¡una jota mallorquina! que movió aquellas piernas centenarias haciéndolas saltar.

Miré a mi alrededor. Los personajes de casa, asombrados, tocaban las palmas, menos Pepe el jibarizado que no tiene manos pero su OOOOOOOOOOOOO seguía el ritmo. 

De pronto, se desplomaron al suelo y tuve que llamar al 061 porque no reaccionaban. Pascualita, alarmada viendo a su amiga caída, estiró un bracito señalando el mueble bar.  - ¡Claro, el chinchón! -

Cuando la ambulancia aparcó debajo de casa yo me estaba peleando con las dos amigas que no querían soltar la botella. No me encontraron los médicos con ella en las manos por un nano segundo. El tiempo justo de cogerla, tirarla a la pila de lavar del comedor y abrir la puerta. 

El parte del médico decía: ingresadas dos payesas por ingesta de chinchón. ¡Menuda tajada!

viernes, 15 de marzo de 2024

Palabras mágicas.

 He sentado a Pascualita en el frutero de la cocina y a Pepe el jibarizado a su lado. - A ver, señorías (dije con sorna) Está llegando el tiempo de ponerse hasta arriba de buenos dulces y mejores potajes. - A la sirena se le alegraron las pajarillas.

- Cuando haga las empanadas te encerraré en mi cuarto porque no quiero tener que desmontarlas cuando no te encuentre por ningún sitio. - Pascualita uso los ojos en blanco como diciendo: Por un perro que maté me llamaron Mataperros. - No pongas esa cara de víctima. ¿Cuántas veces has estado a punto de que te metiera en el horno porque te habías caído dentro de la cazoleta sin que me diera cuenta... eh?

El ojo catalejo del jibarizado iba recorriendo, poco a poco, el perímetro de la cocina. - ¡Y tú no disimules! Os encerraré a los dos en mi cuarto ¡Y pobre del que me haga una trastada! ¡¡¡NO COMERÁ EXQUISITECES!!!

Poco después, con el cuaderno de recetas de cocina en la mano, donde está el ancestral Potaje de Semana Santa, no pude evitar leerlo en voz alta... incluso nombré a los repápanos... De la página de las rosquillas nos llegó el olorcito del anís.

¡PLAF!... se me cayó la baba en el cuaderno y tuve que secarlo rápidamente para que no se borrase ninguna palabra mágica como: garbanzos..., azúcar..., Jeréz... espinacas.... ralladura de limón...

¡PLAF!... ¡PLAF!... ¡PLAF!... ¡PLAF!...

Los personajes de casa también babeaban...

            

jueves, 14 de marzo de 2024

Hay que salir más.

Recompuesto el árbol de la calle, todo verdor y alegría, ésta a cuenta de los muchos gorriones que volvieron a sus nidos. Llevan dos días parloteando entre ellos sin parar. El miedo ha dado paso a la tranquilidad. ¡Y he podido dormir sin oír el castañeteo de los dientes de madera del árbol!

Con la normalidad me vino una pregunta a la cabeza: - ¿El Alcalde  ha amnistiado al platanero? ¿O tal vez, le da largas para que se confíe y darle matarile  cuando menos se lo espere? Todo esto me tuvo en un sinvivir durante media hora... porque me dormí viendo nadar, pausadamente, a Pascualita en la pila de lavar del comedor.

Un ¡¡¡PAPAM!!! contra el suelo me espabiló: - ¿Qué ha sido eso? (pregunté al ánima de mi primer abuelito que pasó volando a cinco centímetros de mi cabeza) - La sirena ha saltado a por uno de los comensales de la Santa Cena y ha herrado el tiro.

La medio sirena yacía en el suelo dentro de un gran charco de agua. Un poco más allá, el comensal de las treinta monedas, lloriqueaba asustado. - ¡El monstruo ese me ha querido comer! - ¿Qué hacías fuera del cuadro (le pregunté) - Quería... ¡snif!... ver lo que hay ... ¡snif!... dentro de la pila de lavar ... - ¿No sabes que la curiosidad mató al gato? - No, no lo sé porque apenas hago vida social...


 

miércoles, 13 de marzo de 2024

¡Que susto!

El árbol de la calle ha amanecido mondo y lirondo como si Pascualita se hubiese ensañado con él. Cosa que no ocurrió, dicho por los airados gorriones que tienen sus nidos en las ramas y se han pasado la noche temblando como conejos al quedarse sin el cobertor de las hojas.

En la acera, quedaban cientos de hojas caídas que no han sido arrastradas por el viento hacia los confines de la Galaxia.

Al asomarme al balcón he puesto el grito en el cielo y en los oídos de los vecinos que, inmediatamente, se han soliviantado al unísono. - ¡¡¡Es que ni despertarse tranquilamente se puede en ésta finca!!! - ¡¡¡Y en las adyacentes, tampoco!!! - ¡¡¡¿Dónde está Bedulio el Municipal cuando se le necesita?!!!

- ¡¡¡Tápate las vergüenzas!! (grité escandalizada) - No puedo... snif... No tengo nada que ponerme... ¡snif.... (lloriqueaba el árbol de la calle) El miedo a la sierra mecánica me ha dejado en cueros... - ¡Anda, pues es verdad que se te atragantó el manillar de la bicicleta del Alcalde. Se nota perfectamente. (exclamé, encantada) - Tengo... frío.... brrrr...

Llamé a la abuela contándole el caso del pobre árbol de la calle. - A ver si Andresito tiene algún contacto político que le deba algún favor y puede hacer algo por el pobre platanero.

Dicho y echo. Poco después aparcó bajo mi balcón la furgoneta de Parques y Jardines: - ¡Oh, no, oh, nooo, oh noooooooooooooooooo! ¡Adiós, mundo cruel! (Se despidió de la vida temblando aún más)

Los operarios se pusieron manos a la obra. Al irse dejaron al árbol de la calle tapado con un hermoso y caliente edredón de musgo cubriendo su desnudez. Poco después, con el calorcillo,  asomaron en sus ramas pequeños brotes verdes que, a mediodía, se habían convertido en espectaculares hojas verdes que fueron la envidia de los demás árboles del barrio.

Como decía mi padre: hay que tener amigos hasta en el Infierno.

martes, 12 de marzo de 2024

Problemas.

El Alcalde, plantado delante del árbol de la calle, gritaba desaforadamente: - ¡¡¡Quiero mi bicicleta!!! ¡¡¡Exijo mi bicicleta!!! - Harta de oírlo, desde el balcón aconsejé al árbol: - ¡Vomítala de una vez! No seas ceporro. - Que más quisiera yo (me susurró) pero no puedo. El manillar se me atravesó y no va ni atrás ni adelante. - Pues, según escuché a los operarios de Parques y Jardines, fue la mujer del Alcalde quién le ordenó hacer ciclismo como deporte para quemar grasas de la barriga. - Huy, pues estás apañado, arbolito. - Eso, tu dame ánimos, nena. 

Por otro lado, en el cuadro de la Santa Cena, los comensales se han enterado de que la Semana Santa está al caer y están de los nervios con los preparativos: - ¡Ya no recuerdo lo que comimos entonces! - Da igual. Así podremos innovar. Por ejemplo, yo me pido shusi. - Eso sería mucha innovación ¿no os parece? - Pues yo sigo sin recordar el menú...

- ¡Aaaayyyy, aaaayyyyy... (el árbol de la calle, doblado de dolor, intentaba vaciar el estómago)

- ¡Aaaayyyy, aaaayyyyy ... ¡Mi mujer me matará! ¡¡¡Pero antes talaré, a ras de suelo, al tragahierros arbóreo!!!

lunes, 11 de marzo de 2024

La venganza será terrible.

Me despertó el castañeteo de los dientes del árbol de la calle. Harta de oírlo, me asomé al balcón cuando aún no habían puesto las calles. - ¿No sabes temblar en silencio? Despertarás a todo el barrio y luego, quien tendrá que pagar la multa, seré yo. - Hice un desplante torero para dejarla con la palabra en la boca y volver a la cama que levaba un rato llamándome.

-  No es... brrr... frío, boba... brrr... de Coria. Es que me... brrr... van a convertir en ... brrr. ... sustento de chimenea y tengo miedo... - ¿Por algo en particular? - Vengan... brrr... za. - ¿Te has metido con los de Parques y Jardines? Mira que eres tonto. 

Entonces el árbol se puso a llorar como una magdalena... No. De esas del supermercado, noooo... . Una cascada de lágrimas cayó, de golpe, en el alcorque anegándolo por completo. Del subsuelo llegaron protestas: - ¡¡¡Cerrad el grifo, almas de cántaros, que hay sequía!!! - Pero el árbol siguió llorando con tal intensidad que las raíces pidieron socorro - ¡¡¡Nos ahogamooooos, cabroneeeeees!!! - Fueron unos momentos muy dramáticos.

Cuando el "grifo" se cerró, el árbol respiró hondo y habló ante los personajes de casa que estaban deseosos de saber: - El Alcalde quiere talarme porque el otro día aparcó su bicicleta contra el tronco... ¿Acaso no sabe que a los plataneros nos gusta el hierro? ¿Por qué lo hizo? - ¡¿No me digas que te has comido su bici?! - ¡Si es que me la puso a huevo! -


 


domingo, 10 de marzo de 2024

¡Viento!

 Siendo domingo y soleado solo podía hacer una cosa: salir de paseo... con Pascualita metida en el termo de los chinos y Pepe el jibarizado ejerciendo de llavero en mi bolso.

Toda Palma y parte del extranjero, estaba en la calle. Y cuando me he dado cuenta caminaba siguiendo al ganado que me precedía, como los corderos en la trasumancia.

Hasta Pascualita se sentía agobiada y me enseñó dos veces la dentadura de tiburón para que tomara otros caminos más despejados pero habíamos entrado en la calle Sindicato. Una calle estrecha y antigua, repleta de comercios cerrados, a no ser que sean chinos. Un tubo que nos acercaba al barrio antiguo. Vi a lo lejos el reloj del Ayuntamiento.

De repente, un viento frío y violento se arremolino entre mis piernas y, sin comerlo ni beberlo, me vi transportada por los aires, girando como una peonza hasta el tejado de la Catedral.

Yo gritaba - ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOO!!! pero el viento me tapaba la boca y era como el que tiene un tío en Alcalá, que ni tiene tío ni tiene ná. No me oía nadie. 

Pascualita asomó la cabeza por la boca del termo y el viento, juguetón, la llevó en volandas de acá para allá, situándola encima del mar. - ¡Oh, no! (me dije) Desaparecerá en los abismos marinos y no volveremos a verla. - Tuve que enfadarme con el viento, gritándole: - ¡¡¡VALE, YA, JODIO!!!

Bajando la intensidad el viento, enfadado, dijo: - ¡Que sosa eres,tía! - y sin más, se acabó el juego. La sirena aterrizó en mi escote y yo en lo alto de un pino de donde tuvieron que bajarme los bomberos.

 

sábado, 9 de marzo de 2024

¡Sí, señor!

Me quejé, lastimeramente, delante del televisor cuando en la pantalla salía nieve y más nieve ¡y otra vez, nieve! mientras daban El Tiempo - Y éstos qué quieren ¿darnos envidia? Yo solo la usaría para mezclarla con el chinchón y va que chuta. - Sigues siendo una borrica, boba de Coria (dijo la Cotilla) ¿Nunca has oído eso de Año de nieves, año de bienes? - Si tuviera que hacer caso a todo lo que oigo... - Es un refrán, nena. La sabiduría del pueblo. - A mi que me registren, yo soy de ciudad.

Estaba aburrida de ver tanta nieve que me daba igual lo que dijera la Cotilla. 

Los comensales de la Santa Cena, asomados al marco del cuadro, comentaban entre ellos que alguna vez nevó en su pueblo y recordaron la sensación de frío al tocar la nieve. - Tuve tiritona unos cuantos días. Me pilló con sandalias y los pies cambiaron de color. - ¡Que guay! - A mi me dio por estornudar y me echaron de casa porque no les dejaba dormir... Que tiempos aquellos. - Mi barca quedó pegada a las rocas y no pude salir a faenar. Me aburrí como una ostra...

Pepe el jibarizado dejó oír su voz desde la cocina: - OOOOOOOOOOOOOOOO. - Menos mal que mi primer abuelito siempre está pendiente de mi y tradujo la parrafada: - ¡No hay derecho! ¡Quiero ver la nieve. Tocarla, Comerla. Aspirarla por la nariz... - ¡Pon el freno, Magdaleno! Estás confundiendo el culo con las témporas, compañero (le gritó el abuelito) 

También le gritó el resto de personajes de casa, árbol de la calle incluído: ¿Verla, Tocarla, Comerla...? ¡¿Cómo, jibarizado?! - Entonces la cabeza reducida dijo: - Con la imaginación. - ¡Y le aplaudimos!

viernes, 8 de marzo de 2024

Los sacristanes y la Cotilla.

No gano para pagar multas y desaguisados y no me ha quedado otra que ir a pedirle aumento de sueldo a mi jefe. - Aprende a administrarte, guapa, que no está el horno para bollos. Además. para lo que haces, ya estás bien pagada.- Con ésta frase lapidaria zanjó la conversación. 

Llevo todo el día de morros con los de casa y los de afuera y no paro de cavilar cómo puedo hacerme con más dinero. Algunas cosas han pasado por mi cabeza, como por ejemplo, quitarle la bolsa al de las treinta monedas de plata... pero no serviría de nada porque no son de curso legal.  

Más efectivo me parece pedir a la Cotilla que me deje ayudarla a "limpiar" cepillos de las iglesias. Ella tiene una edad avanzada y si hay que correr, a mi se me da muy bien. Me dirá que sí.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Como corren los sacristanes modernos! Ay, por poco me pilla el muy jodío jajajajajajaja. - De eso quería hablarle, Cotilla... Ya es hora que se busque una ayudanta para estos trabajos... - No vas desencaminada, nena. Empiezo a notar los esfuerzos cuando voy cuesta arriba. - ¡Claro! Llega sin resuello. - ¡¿YOOOO?! ¿Me estás llamando vieja? ¡Cuando se entere tu abuela le gustará menos que a mi porque ella es medio día mayor que yo! 

Y salió escopeteada hacia la Torre del Paseo Marítimo a chivarse. 

Llamaron a la puerta. Un señor sudando a mares, con zapatillas deportivas, chándal de colorines, cinta elástica en la frente y respiración tan agitada que, al resoplar, me despeinaba, preguntó: - ¿Vive aquí la señora Cotilla? - Oficialmente, no. - ¿Esta no es su casa? - No, es en el 4º. - El letrero que dice que el ascensor no funciona ¿es una broma, verdad? 

Al verme negar con la cabeza se dio la vuelta y comenzó la ascensión xino, xano...

No volví a verlo pero sí una nota que tiró por debajo de la puerta: ¡¡¡BRUJAAAA!!! .Firmado el sacristán de San Policarpo virgen y mártir...

jueves, 7 de marzo de 2024

Arguiñano, perdóname.

Me he levantado con ganas de enmendar la plana al mismísimo Arguiñano. Por eso, después de desayunar, Pascualita y yo hemos ido al mercado de Pere Garau a hacer la compra antes de que se me vaya la inspiración.

Sin pensar lo que podría pasar, he metido a la sirena en el bolsillo del carrito de la compra como si no supiera que ese bicho salta cuando menos me lo espero. Para rematar la faena he entrado por la puerta de las pescaderías... sin embargo Pascualita ni ha pestañeado ¿Por que los peces no tienen pestañas? Bueno, eso también.

Iba encantada asomada al bolsillo, mirándolo todo. Disfrutando con el olor a cosa conocida. Viendo el género bien colocado en los puestos de venta... De repente, mi primer abuelito pasó, en vuelo rasante, sobre nuestras cabezas! - ¿Qué haces aquí? (le pregunté) - ¡A ti que te importa! (contestó uno que se cruzó conmigo) - ¡No hablo contigo, imbécil! (ay, me salió del alma)

Pascualita seguía tranquila en el bolsillo. Estábamos a punto de salir de la pescadería cuando una cigala se espabiló, movió las patas e intentó huir. - ¡Eh, que se te escapa el género! (avisé al pescadero que atendía a unos clientes chinos) Entonces la sirena entró en acción ¡y se comió la cigala en un santiamén! - ¡Oh, no! - Después de eso ya no hubo quien la parara. Cigala, cangrejo o almeja que se movía ¡Ñaca, al buche!

- ¡¿Qué es eso?! - preguntaba el pescadero, ojoplático, mientras el género más fresco iba desapareciendo: - ¡Un tamagochi!.  Tuve que tirarme en plancha sobre el mostrador para coger a la sirena.

Refugiada en casa, la voz irritada del pescadero llegó a mis oídos - ¡Que sepas me debes el oro y el moro! ¡¡¡Aquí está la factura!!! -  ¡¡¡AAAAYYYYY!!! gritó el árbol de la calle cuando el pescadero clavó en el tronco la factura del desaguisado

 

miércoles, 6 de marzo de 2024

Menudas pánfilas.

Un reguero de hormigas ha entrado en casa por el balcón ayudadas por algunas ramas del árbol de la calle. Antes de deshacerme de ellas repartí estopa a las dos caras de la Cristalera. - ¡Aquí no entra nadie que no haya sido invitado! - Ah, pues eso no lo sabíamos... - ¿Para qué sirven las puertas entonces? ¿Para hacer bonito? - Probablemente. Nosotras somos bonitas,  boba de Coria... - ¡¡¡Boba de Coria tu padre!!! - Nosotras no tenemos la culpa. La primera hormiga ha dicho "Abre" y hemos abierto ¿No, hermana? - ¡Claro, como está mandado! Una puerta reconoce dos contraseñas ancestrales: ¡Abre! y ¡Cierra! y ella ha dicho la primera. Y claro, hemos abierto...

Dejé con la palabra en la boca a las dos pánfilas que se pasaron el resto de la tarde haciéndose cruces pensando qué habían echo mal. Y encima, me ponían mala cara. Incluso dudaron de que mi cabeza funcione como toca. - ¡Solo me faltaba ésto! (grité)

Mi primer abuelito se presentó ipso facto, a medio vestir un nuevo sudario que le estaban haciendo. Me desahogué con él y al ir a abrazarle para llorar en su hombro... - ¡Aaayyyy! - ... me clavé algunos de los alfileres que sujetaban el sudario. 

Desde el borde de la pila de lavar, Pascualita aplaudía como una loca. Debe pensar que canto flamenco.

Harta de todos fui a por la escoba para echar a las hormigas a la calle. La escoba remugó un poco porque estaba a punto de terminar su jornada. - ¡Pero si hoy no has dado un palo al agua! - ¿Será culpa mía, no? - Al cogerla me dijo: - ¡Tienes cinco minutos, ni uno más!

Mientras empujaba a las hormigas hacia el balcón, grité: - ¡Abre! - Cuando la Cristalera empezó a abrirse, la primera hormiga, dijo: - ¡Cierra! - Así llevamos ya día y medio... ¿Y la escoba? - ¡Se ha ido de vacaciones!

martes, 5 de marzo de 2024

Amores que matan.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla entró en casa a paso de carga y cerró la puerta  de golpe. - ¡Hala! Se van a caer las paredes. - ¡Si llaman no abras! - ¿Y si es el amor de mi vida? - ¡Tampoco! Hay amores que matan y yo no tengo ganas de irme al Más Allá todavía. - ¿Qué ha echo, Cotilla? - ¡Nada! - Entonces me fijé que tenía los pelos de punta. - ¿Se ha pasado al punky?

Me senté en el recibidor a esperar a los de la Mafia china, o algún sacristán de las iglesias que frecuenta la Cotilla "limpiando" los cepillos pero no apareció nadie.

Salí al balcón. Mi primer abuelito disfrutaba del sol del invierno sentado en la copa del árbol de la calle que, por cierto, estaba muy emocionado teniendo al ánima más elegante del Otro Mundo, encima.

Pascualita, que cada día es más chismosa, saltó a mi regazo porque tiene que enterarse de todo la muy jodía. - ¿Sabes que le pasa a la Cotilla, abuelito? (de su cuarto llegaba la canción... ¡Ay, amooooooor, ya no me quieras tantooooo. Aaaaayyyyy, amoooooor...) ¿Estará enamorada? jejeje - Esto le pasa por tener la oreja conectada a cualquier conversación que no le incumbe.

Poco después la Cotilla vino al balcón llevando una jarra de chinchón on the rocks. Sirvió dos vasos y tuve que darle, de extranjis, un poquito a la sirena. 

Cuando se nos soltó la lengua, la vecina dijo: - ¡Rezan para que su Jefe vaya cuanto antes a encontrarse con el Jefe Supremo! ¡¡¡Y lo dicen!!! - ¿Quién? ¿Qué Jefe? ¿Quién es el Jefe Supremo? ¡¿De qué demonios habla?! - ¡Pon la tele, boba de Coria!

La puse. Salía el Papa.

 

lunes, 4 de marzo de 2024

¡Casi me descubro!

Pascualita, alguno de los personajes de casa y yo hemos pasado la mañana sentados en el balcón, al sol. Se estaba tan bien que nos dormimos. Hemos sido despertados por los gritos de los comensales de la Santa Cena: - ¡¡¡QUEREMOS IR AL SOL!!! ¡¡¡FUERA DISCRIMINACIÓN!!! 

Tuve que ponerme fuerte porque aquello era un escándalo: - ¡Me van a echar del barrio por vuestra culpa! ¡¡¡A CALLAR!!!

Pero no había quién los parara. Para hacerme oír, tuve que gritar más que ellos y pronto llegaron las quejas de los vecinos: - ¡A vivir en medio del campo, con las cabras! 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¿Qué haces dando berridos en el balcón, boba de Coria?! - ¡No soy yo, Cotilla! Son éstos que... estooooo... ¿Qué yo grito? Pues sí que está usted buena.

-  No puedo decir que hablo con los personajes de casa porque acabaría en camisa de fuerza. Así que huí hacia la salita para que no me preguntara más. Puse la tele. Salía tanta nieve que amenazaba con invadir mi hogar. Las noticias hablaban de temporales de nieve, viento, agua y sequía. Un auténtico poupurri.

De repente, un ejército de bolas de polvo, plañideras, se arremolinó a mis pies llorando a lágrima viva mientras no le quitaban ojo a la pantalla. En ella aparecían las grandes bolas rodantes que recorren Estados Unidos sin descanso, siendo atacadas por el mal tiempo. Fue tanto lo que lloraron las de casa que el torrente de lágrimas hizo con ellas una papilla que la sirena se fue merendando tranquilamente.

domingo, 3 de marzo de 2024

La Cotilla, ayudando.

Ahora que se está tan bien arrebujada bajo las mantas, va el árbol de la calle y me monta un pollo antes de que hayan puesto las calles. Al final he tenido que levantarme e ir a ver qué demonios le pasa. - ¡Que estoy hasta las narices de estar de plantón! ¡Quiero ir donde me plazca! ¡Mover las piernas! - ¿Qué piernas? (he preguntado mientras me frotaba los ojos por si no veía bien) - ¡Quiero pasear. Correr. Bailar boleros. Sentarme en un bar a tomar laccao... Quiero hacer lo mismo que tú!

- ¿Y todo esto no me lo puedes contar después de desayunar? - No, porque he decidido expresar siempre lo que siento, en el momento en que lo siento.  - O sea, darme la lata... No merezco servirte de modelo a seguir. Para eso, el más idóneo es Pepe el jibarizado. - Dicho ésto di media vuelta, fui a por él y lo lancé a la copa del árbol de la calle. Y allá se las entiendan esos dos.

- ¡¿Has tirado basura al árbol?! (me gritó desde la acera el Municipal Bedulio) - ¡No! Es el llavero con cabeza reducida... Llevan tiempo esos dos queriendo hablar de sus cosas entre ellos y me he dicho ¿por qué no hoy? ¡Y los he juntado!

Por toda respuesta, Bedulio blandió el bloc de multas y me ordenó: - ¡Abre!

Desde el borde de la pila de lavar del comedor, Pascualita no perdía detalle de lo que pasaba y como es doña Celos Reunidos Jeyper, saltó a una silla y de allí al suelo. Luego, reptando, llegó hasta el balcón y con una pirueta digna de medalla de oro olímpica, aterrizó en la copa del árbol de la calle. Cosa que no vio Bedulio que ya debía estar subiendo la escalera de casa pero sí la Cotilla que, en ese momento, llegaba de sus trapicheos. 

- ... esta chica, con eso de no encontrar novio (le venía contado al Municipal) está traumatizada y ahora le ha dado por tirar basura a la copa del pobre árbol. ¿No tendrás en el cuartel algún voluntario para alegrarle las pajarillas? Es que ésto es un sin vivir.

sábado, 2 de marzo de 2024

El día de mañana.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! A pesar de que no tienes ni idea de las cosas, ésta vez te hice  caso y me llevé unas cuantas Dudas al trapicheo ¡y las he vendido todas! - Pues ya está dándome mi parte proporcional. - Que barriobajera eres, nena. Pedirle dinero a una pobre y anciana mujer con una pensión con la que no llego a fin de mes... aaaayyyyy que pena llegar a éstas edades y no tener ni un perrito que me ladre... ¡snif!...

- Y el Goya a la mejor actriz es paraaaaaa ... ¡LA COTILLAAAAA! - ¡Calla mala pécora! - Pero si tiene usted los riñones forrados de oro. 

Por el rabillo del ojo vi correr a Pompilio bajo los muebles. Iba cargado de calcetines viudos, camino de su escondite secreto. Y me dije que, tal vez, la Cotilla también tuviera uno para guardar sus caudales porque no le gustan los bancos... 

Hablé con el árbol de la calle: - Me estás dando una buena idea, nena. Podría guardar cosas en mi boca - ¡Es verdad! - ¡Cobrando un alquiler, claro! - ¿Para qué quiere dinero un árbol? (pregunté extrañada) - Para el día de mañana... - Pero si no tienes gastos... - Están los de Parques y jardines que vienen a podarme de vez en cuando y... - ¡Eso es gratis!

El de las treinta monedas de plata del cuadro de la Santa Cena, dijo: - Harás muy bien, querido. No sabemos lo que pasará mañana. -  ¿Dónde escondes tus monedas? (pregunté con la mejor intención) - ¡A ti te lo voy a decir, boba de Coria! - Y corrió a esconderse dentro del cuadro. 

- ¡La madre que lo p...! ¿A que descuelgo el cuadro y lo tiro a la basura?

Me acerqué a la pila de lavar del comedor, roja de indignación. - ¿Has visto que tropa, Pascualita? ¡No son de fiar! ... ¿Me estás escuchando, media sardina? 

Pascualita dijo algo a mi primer abuelito que estaba en lo alto de la lámpara y nadó veloz a esconderse en el barco hundido. - ¿Qué ha dicho, abuelito? - Que iba a vigilar su tesoro  para el día de mañana.

O sea, que aquí todos tienen el riñón forrado, menos yo. Anda qué...

 

viernes, 1 de marzo de 2024

Dudando, que es gerundio.

Las Dudas no me han hecho caso y campan a sus anchas por casa. De ahí que todos estemos preguntándonos cosas y las contrarias. El primero en caer bajo el embrujo de las Dudas fue Pepe el jibarizado pese a tener la cabeza vacía de polvo y paja. 

Le oí decir: OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ... OOOOOOOOOOOOOOOOOO y me hizo gracia porque, normalmente suele soltar toda la parrafada junta. No me quedó más remedio que llamar a mi primer abuelito para la traducción telepática por si Pepe decía algo importante. Apareció sobre la tele envuelto en un sudario de seda verdemar del que continuamente brotaban flores de almendro y alfombraron el suelo de casa.  

- El jibarizado duda. - ¿Tiene esa capacidad? - Sí. Ha sido culpa de una Duda, morena de verde luna, de la que se ha prendado y no sabe si presentarse a ella como el hermoso guerrero que fue o el llavero que es ahora. - Menudo dilema le ha endilgado la Duda ¿Qué piensa hacer? - No lo tiene nada claro. 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¡Tengo una duda, nena! - Pues llévesela al trapicheo y se la endilga al primero que vea. - No puedo. Antes tengo que resolver el dilema y no es fácil. Quiero hospedar a más turistas a la vez, en el cuarto piso que, como sabes, es mi casa. - Quién no parece saberlo es usted, tía pestiño. - Si pongo dos catres más ya habrá quince. La duda es ¿comulgaran los turistas con muelas de molino o los vecinos, quejosos, me denunciarán a Hacienda? ... - Sería lo más justo - ¡No pido tu opinión, boba de Coria! 

Una rama del árbol de la calle ha llamado a los cristales del balcón: - Nena (dijo el árbol) tengo una duda y... - ¡Ah, no! ¡No, no y no! Que cada palo aguante su vela... ¿o es su sombrilla?