viernes, 22 de marzo de 2024

Y los sueños, sueños son.

Era noche cerrada cuando abrí el balcón de par en par mientras la cristalera golpeaba las paredes. - ¡¿Dónde está?! ¡¡¡¿DONDE?!!! (grité a pleno pulmón) 

Inmediatamente, entre ventanas que se iluminaban y palabrotas como telón de fondo, los vecinos me dieron los "buenos días" mientras yo intentaba ver lo que me había despertado: ¡Un tren!

No lograba verlo y pregunté de nuevo: - ¡¡¡¿QUIEN LO HA ROBADO?!!! - ¡Estás como una chotaaaaaaa! - ¿Qué te han robado, animal de bellota? - ¡¡¡EL TREN!!! 

Solo faltó un redoble de tambor para anunciar que se recrudecía la protesta pero no hizo falta. La sirena de la policía sirvió igual. Cuando vi bajar del coche al municipal Bedulio me incliné tanto sobre la barandilla del balcón que faltó poco para caer al vacío. Algo que much@s pedían a gritos: ¡Que se caiga, que se caigaaaaa! - ¡A ver si te estrellas y podremos dormir todos!

Con gran parsimonia Bedulio sacó su bloc de multas y entró en mi finca. Abrí la puerta antes de que llamara: - ¿Qué pasa ahora, boba de Coria? - Me ha despertado el pitido del tren y he salido disparada al balcón para verlo pero... ha desaparecido. Alguien se lo ha llevado. ¡Búscalo!

En casa todos estaban despiertos. Algunos con las legañas puestas. - ¿Alguien lo ha visto? - (todos dijeron que no) - Dicen que no (comenté con Bedulio que, inmediatamente, palideció) - ¿Está... tu abu... abuelito... aqui...? - Sí. Pero tampoco lo ha visto. - Bueno... pues yo, me ... largo... - Y sin más, salió de najas escalera abajo.

Pascualita volvió a meterse en su barco hundido de la pila de lavar del comedor y yo me acosté. El tren pasó dos veces más por mi calle pero no salí a verle porque estaba enfada con él.

 

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