El árbol de la calle no para de llorar. Lleva así la tira de horas y el caso es que cuando le he preguntado por la causa de tanto lagrimeo ha contestado: . Es lo que se estila... ¡snif!... Insistí en saber el motivo hasta que confesó: - Cuando salen noticias en la tele no falla que salga alguien llorando. - Pero ¿por qué? - ¡Porque llueve! están hartos de decirlo, coooooñe - Y como era de esperar, siguió soltando lágrimones.
En el telediario salieron las plañideras de toda edad y condición. Y era verdad lo que me dijo el árbol de la calle. ¡Lloran porque llueve y no salen las procesiones!
Entonces, en un arranque, salí al balcón y adoptando la postura del Alcalde de la película Bienvenido Mister Marshall, grité a los cuatro vientos. - ¡Como Alcalde vuestro que sois os debo una explicación y esa explicación os la voy a dar, pasmaos! ¿No queríais agua? ¡Pues tomad agua y a llorar a los Padres !Paúles!
La gente que pasaba por la acera me miró extrañada. Incluso algunos se metieron conmigo porque no tenían nada mejor que hacer. - ¡No puede salir la procesión, boba de Coria! - ¡Pero se llenarán los embalses, Blancaflor! - ¡Oiga, ¿a qué viene llamarme Blancaflor? Llámeme Torcuato, jodío!
-¿Por qué no Torseis, o Torsiete? - Porque me suena a cuerno quemado. Y le dejo con la palabra en la boca porque me voy a llorar un poco. - ¿No quiere agua en los grifos? - ¡Naturalmente! - ¡Pues tiene que llover, cabezón! - No, si tiene usted razón, bella mujer (¡Uep!) pero debo llorar para estar en la vanguardia de las cosas. - Haga lo que tenga que hacer pero dígame antes una cosita: ¿Le gustaría ser el padre del bisnieto de mi abuela?
Creo que aún corre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario