martes, 19 de marzo de 2024

Un día tranquilo.

 Me llamó la abuela: - "Nena, mañana será Primavera. Prepárate para hacer un buen zafarrancho de limpieza en tu casa" - ¿Vas a mandarme a Geoooorge para que la haga como buen mayordomo? - "Ni harta de vino" - ¿Entonces?... 

Mi primer abuelito apareció envuelto en un sudario de plata y oro. - ¿De qué vas vestido? (le pregunté) - De paso de Semana Santa. Si pones atención escucharás el POM, POM PORROPOM de los tambores. - Huy, imposible. Tengo las orejas taponadas de cera. - ¡Justo lo que necesito para las velas! - Te doy la mitad. No quiero quedarme sin suministro.

Así fue pasando el día que yo me había tomado sabático después de llamar a mi jefe y decirle que no podía ir a trabajar porque se había muerto mi primer abuelito. Naturalmente no se lo dije de sopetón. Primero lloriqueé un poco y suspiré otro poco. finalmente obtuve mi premio. - Está bien, no llore más... Pero un día tiene que contarme cuantos abuelos y abuelas ha tenido usted. - Cada vez menos... por desgracia. (repliqué, llorosa) - Yo diría que ya ha enterrado... a nueve, por lo menos. - Es que son gente muy longeva, por eso he podido conocer a los bisabuelos e incluso, a los tatarabuelos. - Pues nada, la acompaño en el sentimiento... otra vez.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario