miércoles, 6 de marzo de 2024

Menudas pánfilas.

Un reguero de hormigas ha entrado en casa por el balcón ayudadas por algunas ramas del árbol de la calle. Antes de deshacerme de ellas repartí estopa a las dos caras de la Cristalera. - ¡Aquí no entra nadie que no haya sido invitado! - Ah, pues eso no lo sabíamos... - ¿Para qué sirven las puertas entonces? ¿Para hacer bonito? - Probablemente. Nosotras somos bonitas,  boba de Coria... - ¡¡¡Boba de Coria tu padre!!! - Nosotras no tenemos la culpa. La primera hormiga ha dicho "Abre" y hemos abierto ¿No, hermana? - ¡Claro, como está mandado! Una puerta reconoce dos contraseñas ancestrales: ¡Abre! y ¡Cierra! y ella ha dicho la primera. Y claro, hemos abierto...

Dejé con la palabra en la boca a las dos pánfilas que se pasaron el resto de la tarde haciéndose cruces pensando qué habían echo mal. Y encima, me ponían mala cara. Incluso dudaron de que mi cabeza funcione como toca. - ¡Solo me faltaba ésto! (grité)

Mi primer abuelito se presentó ipso facto, a medio vestir un nuevo sudario que le estaban haciendo. Me desahogué con él y al ir a abrazarle para llorar en su hombro... - ¡Aaayyyy! - ... me clavé algunos de los alfileres que sujetaban el sudario. 

Desde el borde de la pila de lavar, Pascualita aplaudía como una loca. Debe pensar que canto flamenco.

Harta de todos fui a por la escoba para echar a las hormigas a la calle. La escoba remugó un poco porque estaba a punto de terminar su jornada. - ¡Pero si hoy no has dado un palo al agua! - ¿Será culpa mía, no? - Al cogerla me dijo: - ¡Tienes cinco minutos, ni uno más!

Mientras empujaba a las hormigas hacia el balcón, grité: - ¡Abre! - Cuando la Cristalera empezó a abrirse, la primera hormiga, dijo: - ¡Cierra! - Así llevamos ya día y medio... ¿Y la escoba? - ¡Se ha ido de vacaciones!

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