domingo, 31 de enero de 2021

Canto de sirena.

pueden perder tantos perros y gatos? ¿Antes de Internet ocurría lo mismo? - Estas preguntas me las ha hecho el árbol de la calle. Está apurado porque le cuelgan en el tronco fotos de Se Busca tal o cual animal y no puede consentirlo. 

Es muy dado al minimalismo. Le gusta tener cada cosa en su sitio, sin nada que estropée su esmerada decoración. Hasta las hojitas de sus ramas van perfectamente uniformadas. Ninguna es más grande que otra, ni más ni menos verde y esos pasquines rompen el equilibrio.

- ¿Me dejarías poner la foto de Pascualita si se perdiera? (pregunté) - ¡Ni hablar! Hasta ahí podríamos llegar. Es anti estética. Salta a la vista. En cambio podría hacer la vista gorda si el perdido fuera Pepe. - ¡Que me dices! -  Tiene un aire exótico. Llama la atención por lo picasiano. Lo clavas en un lienzo, escribes Picasso en un rincón y a ver quién es el guapo que lo distingue de una obra del Maestro.

- Te estás pasando siete pueblos... (empecé a decir, ofendida.) - Entonces, la enorme boca de madera se movió modulando los labios y soltó al viento huracanado, el Aleluya, con tal potencia que se coló por las rendijas de las ventanas, los tiros de las chimeneas, el quicio de las puertas, los ojos de las cerraduras: ¡¡¡Aleluyaaaaa, Aleluuuuuyaaaaaaaa!!! 

Pascualita saltó del acuario y reptó por la mesa del comedor hasta quedar frente a la vidriera. Movió los labios y una voz delicada como el cristal de Bohemia surgió de su garganta, tan preciosa que se me saltaron las lágrimas y corrieron, como niñas traviesas, a jugar al escondite. 

Hasta el árbol de la calle enmudeció. El canto de sirena entró en los corazones de los hombres de mar y fueron reuniéndose bajo mi balcón. Solo entonces Pascualita cerró la boca. Me miró e hizo la señal de OK. - OK ¿por qué? (pregunté) 

Las lágrimas de la abuela corrieron por sus mejillas, cayendo al suelo y yéndose a jugar con las mías. - "¡Que lista es mi sirenita! Anda, boba de Coria. Ya tienes dónde elegir, de una vez por todas, al padre de mi bisnieto" - ¡Jodía Pascualita!

sábado, 30 de enero de 2021

Nunca es tarde si la dicha es buena.

 De repente, en casa ha olído a cuerno quemado. No ha hecho falta decirle a la cristalera que abriera porque, asqueada, lo ha hecho de par en par y con brusquedad. - ¡Eh, cuidado! Si se rompe un cristal ¿lo pagarás tú, bonita? - Perdón... (dijo, azorada)

La abuela comentó con Andresito: "Esta peste me es familiar... " - ¿No creerás que yo... ? 

Aproveché que estaban distraídos para echar un chorrito de chinchón en el acuario. La pobre Pascualita, desde que tengo la casa llena de "familiares refugiados" está bastante desatendida porque siempre temo que, o bien el abuelito, Geoooorge o la Cotilla, la descubran si me ven mostrando demasiado interés por las algas que le sirven de tapadera.

Una cosa que me tiene preocupada y es que mi primer abuelito desapareció el mismo día que llegaron los otros. Y lo hecho de menos.

Mientras los abuelitos discutían sobre el olor apestoso, el árbol de la calle lanzó un quejío, profundo, hondo, no exento de gracia, que fue jaleado por el barrio entero con un - ¡¡¡OLEEEE!!! 

Pepe quiso imitarlo pero el pobre con su sempiterno OOOOOOOOOOOOOO va que chuta.

Un viento huracanado batió puertas y ventanas, solo la vidriera mantuvo la entereza. Y una sombra negra se coló en el comedor. La abuela gritó. - ¡TU PADRE! - A lo que Andresito contestó: - Pues sí, es mi padre.

He ahí la causa de la peste. El alma en pena del bisabuelastro apareció más cabreado que un mono . Y mientras Geoooorge, temblando, se tomaba tres copas de chinchón sin respirar, la voz de ultratumba saltó por los muebles y las paredes dirigiéndose a su hijo: - ¡Tu madre cometiendo adulterio y tu aquí, rascándote la barriga! - El ánima, ofendidísimo, echaba sapos y culebras, literalmente, por la boca. ¡Agh, que desagradable!

De pronto y lo comprendí todo. Mi primer abuelito estaba en la Torre del Paseo Marítimo disfrutando del amor de la Momia. Brindamos por ellos. Incluso Andresito. 

Eso fue la gota que desbordó el vaso y la sombra negra escapó subido a la fuerte ráfaga de viento que lo había traído. La abuela corrió al balcón gritándole: "¡¡¡Dónde las dan, las toman, jodío!!!"



viernes, 29 de enero de 2021

La okupa.

 La Cotilla está de capa caída. Hasta ojeras que le llegan a los pies, tiene. Cada vez le es más difícil llegar a fin de mes porque el sueldecillo que se sacaba "limpiando" cepillos de las iglesias se ha reducido debido a que los fieles, por culpa las restricciones por el coronavirus, entran por cupos a oir misa.

Por otra parte el señor Li ordenó a sus trabajadoares que, quien dejase en la calle una caja de mercancía sin vigilar, sería sometido a un tormento chino.

Tampoco puede vender de día los artículos del súper encontrados en el contenedor del mismo la noche anterior. Canta mucho la fecha de caducidad y encima, ahora están más buscados que antes.

Y no le ayuda mucho el dormir a salto de mata como hace todas las noches...

Siguiendo la Ley de Murphy, para rizar el rizo, su casa, la del 4º, ha sido invadida por okupas. Me lo dijo la vecina del mismo rellano: - Ay, nena. Que mala suerte tiene la pobre. Dile que le han invadido la casa.

En cuanto la vi se lo dije. - Lo siento mucho, Cotilla. - Ahora no me quedará más remedio que quedarme aquí a vivir... - Por eso digo que lo siento mucho. - ¡Que jodía eres!

Incluso la abuela se apiadó de ella. - ¿Te la vas a llevar a la Torre del Paseo Marítimo? - "Apaga ese brillo de tus ojos, boba de Coria. Le compraremos un colchón y podrá dormir en el suelo de la cocina" - ¿Andresito está de acuerdo? - "Lo ha dicho él" - Con razón sois ricos. - "¡Envidiosa!" 

Por la tarde me encontré con una persona, no conocida, entrando en la finca y le pregunté si vivía aqui: - Si, en el 4º. - Le grité: ¡¡¡OKUPA, MÁS QUE OCUPA!!! - ¡Oiga, que yo pago el alquiler como toda hija de vecina!

Justo en ese momento, entró la Cotilla que, a saber de dónde vendría. La señalé con el dedo y le dije a la mujer: - ¿Es esta su casera? 

Entramos en casa dando gritos: - ¡La única okupa que hay aquí es usted queriendo ocupar mi casa por la patilla! 

Pascualita emergió del fondo del acuario y nos vio discutir sin saber quien tenía, o no, razón. La cuestión es que quiso zanjar la escandalera y tiró un buchito de agua envenenada a mis ojos... ahora convertidos en ojones a punto de saltar fuera de sus órbitas ¡La madre que la parió!


 

jueves, 28 de enero de 2021

La Cotilla.

 Desde que los abuelitos y Geooorge se han instalado en casa, la Cotilla anda por ahí como pollo sin cabeza. - ¿Y dónde duermo yo? 

Todas las noches igual. Y lo que es peor, aprovecha que estamos durmiendo para meterse en nuestras camas. Hace poco Geoooorge se levantó gritando del sofá cama de la salita cuando sintió que "algo" le echaba el aliento en el cogote. - ¡Ser fantasma del Brexit! ¡Aaaaaaayyyy! - Su dedo meñique del pie derecho se estampó contra la pata de la mesita de centro que había sido desplazada de su sitio.

Asustados, corrimos a ver que le pasaba. Al encender la luz  encontramos al inglés desencajado, tembloroso, llorando a lágrima viva de dolor - "¿Qué  te ha pasado?" - ¡Fantasma respirar a mi y cambiar mesita! 

Miré a lo alto de la lámpara pero no estaba mi primer abuelito. Una rama del árbol de la calle repicó en el cristal de la ventana movida por el viento y a todos se nos puso la carne de gallina. Pero el sueño nos vencía y volvimos a nuestras camas. 

Al acostarme, más dormida que despierta, lo hice al borde de la cama porque no había más sitio. Poco después estaba helada. No tenía ninguna manta encima. Las busqué y tiré de ellas cuando encontré un pico. Pero las mantas estaban firmemente agarradas a... - ¿A qué? (me dije mientras encendía la lámparita de noche) - ¡¡¡COTILLA!!!

Pascualita, que ahora se pasa la vida en mi cuarto, dentro de una pecera, se sobresaltó. Cosa que me vino muy bien porque dio un brinco y fue a caer, chorreando agua, en la espalda de la Cotilla que salió huyendo ante tan desagradable sensación.

 


miércoles, 27 de enero de 2021

Dichosa Pandemia.

 Me ha llamado la abuela: "¡Nena, llévate a tu abuelito y no me lo devuelvas que no hay quién lo aguante!" - Aguántalo tu que eres su mujer! - "¿Es tu última palabra?" - ¡Por supuesto! - "Vale, pues ahora mismo llamo al notario para que te quite del testamento" - Abuela, "por supuesto" quiere decir... vengaaaa, vaaaaale.

Me ha llamado Andresito: - ¡Nena, te mando a tu abuela para que te la quedes para tí, para siempre! - ¡Ni hablar! Santa Rita, santa Rita, lo que se da no se quita! - Te acabas de quedar sin la Torre del Paseo Marítimo. - Espera, espera. Solo te estaba cantando la canción de Santa Rita, hombre. Que suspicaz eres... De todas maneras convendría que os pusiérais de acuerdo porque acabaréis coincidiendo los dos en mi casa.

Esta escena se produce cada vez más a menudo desde que cerró El Funeral por culpa de la Pandemia. Los abuelitos apenas salen a la calle. Están juntos todo el día y lo que, al principio del coronavirus, tomaron como una ocasión única para satisfacer calenturas de las entrepiernas mañana, mediodía, tarde, noche, día sí y día también, dio paso al aburrimiento supino cuando empezaron a crujir huesos y articulaciones por falta de mantenimiento sexual.

Y ahora han cogido mi casa como tierra de nadie, neutral, de acogida... ¡por el pito del sereno, vaya!

De repente, la nuerona que se encarga de ¿ordenar? mis pensamientos despertó de su letargo y dijo: - Encárgale un trabajo a ambos. Por ejemplo, que Andresito escriba una carta al Presidente pidiendo la apertura de El Funeral y que la abuela haga lo mismo pidiéndolo a los Sindicatos. Mientras escriben y esperan respuesta pasaran unos días tranquilos.

Ha sido peor el remedio que la enfermedad porque la Cotilla se enteró de éstos planes y lo ha ido contando por toda Palma. Y la ciudadanía se ha dividido entre los que les llaman EGOÍSTAS por defender la apertura de ¡una sola cafetería! y los que les llaman EGOÍSTAS por querer que abra una cafetería en plena escalada del puñetero coronavirus.

Total, que ahora están los tres (Geoooorge incluído) en mi casa. De incógnito, dicen ellos, para que no los encuentren sus detractores. Y mientras Pascualita y yo no podemos tener nuestras charlas, ellos se pasan la vida encerrados en la habitación de la abuela, el somier se queja del ajetreo al que le tienen sometido éstos dos. Estoy apañada.

martes, 26 de enero de 2021

Veinte euros.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, lo que te voy a decir es una cosa puntual. Vamos, que no creas que te lo voy a repetir ¡ni así pasen cien años! - Mientras hablaba se retorcía las manos, miraba al suelo... - Nunca pensé que me escucharía diciéndote éstas cosas...  ¿Qué cosas, Cotilla? - Ay, no me atosigues, leñe... Dame chinchón para que me entone un poco que así, a palo seco, puede que las palabras se me atasquen.

Tomamos unas cuantas copitas. Después la Cotilla carraspeó varias veces. - ¿No tendrá usted el coronavirus, por casualidad? - Si lo tuviera ya lo habría vendido... ejem. Bueno, pues... eso. He pensado que alguna vez, no más de dos, durante todos éstos años habrás tenido... rjgfv ... Hala, ya lo he dicho. 

- ¿En qué idioma? ¿arameo, suajili...? - ¿Estás sorda? - A ver, repítalo. - ¡Sí, hombre! con lo que me ha costado soltarlo. - Rabiosa, me llevé la botella ¡y ya está bien de chinchón!

- ¡Vale, lo repito pero pon la oreja, jodía! decía que habrás tenido r.a.z.ó.n. - ¿He tenido erre, a, zeta, o, ene? ¿Jeroglíficos a éstas horas? ¡Vamos, anda!. 

La Cotilla, enfadadísima, se encerró en el cuarto que fue de la abuela y ésta vez si que hablaba en arameo ¡a gritos!

Mi primer abuelito, desde lo alto de la lámpara, lo había visto y oído todo y me lo tradujo. Yo no daba crédito y me encaré con él. - No tienes ni idea de lo que ha dicho... ¿Seguro? ¿Que he tenido RAZÓN alguna vez? jajajajajajaja ¡No te invito a chinchón porque eres un fantasma y me pondrás el suelo perdido!

Dos horas después salió la Cotilla con cara de haber dormido la melopea. - Ya sé que ha dicho ¡Que he tenido razón alguna vez! Me lo ha traducido mi primer abuelito ... - ¡Lagarto, lagarto! (dijo la vecina, asustada) - ¿Sobré que he tenido razón? - En que, a penas has ganado nada conmigo pero, ésta tarde te daré veinte euros. Además de dejarte la casa más amplia. - ¿Me los dará por la cara? - Sonó el interfono. La Cotilla, rápida como el rayo, abrió y dos tipos fortachones entraron en el comedor y se llevaron ¡el acuario con Pascualita dentro! 

Fue todo tan rápido e imprevisto que no supe reaccionar. - ¡Toma, viente euros! - y la vecina desapareció escaleras abajo.

lunes, 25 de enero de 2021

Quiero y no puedo.

 Me voy a poner a plan porque hay ropa que se ha encogido y no quepo en ella. He discutido con la Cotilla porque dice que la ropa no cambia, envejece, se rompe... pero la talla sigue siendo la misma por muchos años que pasen. - Vale, para usted la perra gorda (le he dicho para que se callara) . Cosa que no ha hecho, naturalmente y ha seguido dándome la vara hasta que le he puesto la evidencia delante de los ojos: 

-Vamos a ver: una ropa de marca famosa, como la que se compra la abuela en Chanel o Christian Dior, no cambia, para eso te has gastado en ella una fortuna pero yo la compro en los mercadillos de Pere Garau. Son igual de bonitas o feas que las caras. Igual. Te la pones y te hace el mismo tipito que las de categoría pero, encogen aunque tengan veinte años. 

- No le des la culpa a la ropa. Tu has engordado con el cuento de la Pandemia. Te pasas la vida dando paseos del sofá a la nevera. - Me dijo el médico que tenía que andar, por lo menos, una hora al día... - Debía referirse a caminatas largas. - Eso no lo dijo. Y ante la duda, doy pequeños paseos y luego me entra hambre. Lógico.

La Cotilla se preparó para irse al trapicheo. - Dame esa ropa que ha "encogido" y la venderé. - ¡Ni hablar! me ha costado unos euros y usted no me dará ni uno. - Naturaca. - Además, un día puede volver a tomar su talla antigua... - Sí, hija, sí. ¡Que egoísta eres!

Pascualita seguía nuestra conversación camuflada entre los plátanos del frutero de la cocina. De repente, Pepe cantó OOOOOOOOOOOOOOOOO y yo miré al florescente: Allí estaba mi primer abuelito con el monóculo puesto en plan Gran Duque de las Torres Verdes. - ¡Calla, envidioso! Y tú, (grité señalando el techo) no vuelvas a venir con esa birria de gafa que parecen de quiero y no puedo: o sea, quiero llevar gafas pero no me llega el dinero para dos cristales.

¡Uf! que enfado cogió el hombre. Se lió la túnica a la cabeza y desapareció dejando una nube tóxica en la cocina. Los cuatro que estamos aquí: la Cotilla, Pascualita, Pepe y yo, llevamos una hora tosiendo como descosidos ¡Que genio, puñeta!



domingo, 24 de enero de 2021

El consejo de Pascualita.

 Me llamó la abuela. - "¿Le has mandado una botella de chinchón a mi suegra?" - ¿Con mi sueldecillo? - "Entonces no esta borracha ¿Es verdad que quiere tener un bebé con mi ex?" - Un bisnieto, dijeron. - "¿Y no les paraste los pies?" - A los del abuelito no llego porque siempre anda por las alturas  y a la Momia no la he visto... - "¡No pueden tener un bisnieto. Solo puedes tenerlo tú, boba de Coria y te estás durmiendo en los laures! ¡¡¡ESPABILA, ALMA DE CÁNTARO!!!

Ahora estoy estresada. No puedo ir al primer hombre que vea y pedirle que me haga un bisnieto. Podría acusarme de acoso sexual... y no diría mentiras, aunque no sería por mi parte, que yo soy una mandada, sino por parte de la abuela aunque ¿quién me iba a creer?

Fui en busca de Pascualita y le conté el problemón que tenía encima. Ella, que ha vivído millones de años tendrá alguna experiencia en éstas cosas: - ¿Te ha pasado alguna vez encontrarte con semejante dilema? ¿Qué hubiéses hecho tú? 

La sirena fijó en mi sus ojos de pez y así estuvo, sin parpadear, hasta que acabé de hablar y esperé su respuesta... Media hora después, al dar una cabezada, me desperté sobresaltada. Pascualita seguía en la misma posición. Pensé que se había quedado traspuesta. Entonces, sin quitarme los ojos de encima, abrió la boca en toda su capacidad y la dentadura de tiburón saltó hacia adelante.

- ¡Aaaaaaah! - grité, pensando que iba a atacarme. Pero no se había movido. Justo, en ese momento, cerró la boca y mientras los dientes chocaban entre sí me imaginaba triturada por ellos... ¡Y entonces comprendí!: ¡Ella se comería a quien le dijese que no. Sin dejar migas!

- No puedo hacer eso. Soy una persona y tú estás como una cabra. - Furiosa, Pascualita, dio un salto mortal de espalda con triple tirabuzon y entró en el agua del acuario en plan bomba poniéndome como una sopa.

Antes de encerrarse, ofendida, en el barco hundido, pegó su rostro al cristal del acuario haciendo horribles muecas. - Quedé pasmada. - ¿Me está hablando?... Dice... ¡¡¡¿IMBÉCIL?!!!


sábado, 23 de enero de 2021

Rizando el rizo.

 Creo que va a pasar por España toda la familia de malencarados vientos y tempestades. ¿Qué les habremos echo a ésta pandilla? Pero hoy ha salido el sol y he salido al balcón con Pascualita.

Menudo caos han dejado las dos Mises que nos han visitado. El árbol de la calle lleva una rama en cabestrillo y no para de quejarse: - ¡Ayayayayayayay! que mal lo estoy pasando. Cuando pienso que podría haber sido peor, no me llega la savia a las raíces. - El viento huracanado lo ha dejado calvo de hojitas. Le he dicho que en casa hay bastantes y podría pegárselas con Súper Glú. Dice que se lo pensará.

Pascualita estaba en el bolsillo de mi bata sin perder detalle de la conversación cuando mi primer abuelito ha entrado en casa dado volteretas y envuelto en su mejor sudario. La sonrisa bobalicona le delató - ¡Vienes de ver a la Momia! Eres un pillín. 

Se aposentó sobre la lámpara del comedor y mirándose las uñas con mucho interés, dijo: - Tu bisabuelastra me ha propuesto que seamos los padres del bisnieto de mi ex. 

No di importancia a su comentario porque, en ese momento, Pascualita saltó del interior de mi bolsillo al vacío. Menos mal que pude agarrarla por los pelo-algas que si no, se espachurra contra la acera. Fue después, cuando se me pasó el susto con tres tientos a la botella de chinchón, cuando el mensaje del abuelito se abrió paso, a duras penas, en mi cerebro.

- ¿Has dicho lo que creo que he oído? - Si no te explicas. No soy adivino. Además, cuando soy feliz, no puedo pensar. - ¡O sea, que he escuchado bien! - Señal de que las orejas te funcionan... - ¡No me des coba! ¿Cómo váis a tener vosotros al bisnieto? - La pregunta es ¿cómo vas a tenerlo tú? - Pues... - Si no tienes novio ni perrito que te ladre. - Vosotros no podéis. Eres un alma y la Momia tiene más años que Matusalem... - Cosas más raras se han visto, nena... ¿Sabes la historia del Palomo que...?


viernes, 22 de enero de 2021

La Hortensia.

 Se fue Filomena dejando un recuerdo imborrable a su paso y acaba de llegar Hortensia. ¿Las hemos llamado a éstas dos tiparracas? No. 

La Filo y la Horte, vaya dos pájaras. Vienen encabronadas de a saber dónde y la pagan con quienes se les cruzan en el camino. Y hay que temerlas porque se gastan un genio que tiemblan los cimientos de la Catedral.

Hoy la Horte se ha paseado por Mallorca como Pedro por su casa ¡Cualquiera le tose a la energúmena! 

Un repiqueteo en los cristales del balcón ha bastado para que la vidriera se abriera de par en par. - ¡Nena, tengo miedo! (ha gritado el árbol de la calle) - ¿No será de mi? jajajajajajaja (me he levantado de buen humor, qué le vamos a hacer) - La Horte está llegando a Palma... Me lo ha dicho un gorrión al que le ha costado Dios y ayuda, regresar a su nido. - ¿Quién es esa? - ¡La prima hermana de la Filo!

Acabando la frase, el árbol fue sacudido por un viento huracanado, acompañado de un espeso telón de agua caído de las nubes al vaciar éstas el excedente de sus tripas. 

- ¡La madre que...! ¡Ciérrate cristalera! - No se hizo de rogar mientras, aterrado, el árbol se agarraba con fuerza a la barandilla del balcón. - ¡Ayudaaaaaaaaaaaaaaa! 

Las hojitas que arrancó el viento y metió en casa, se arremolinaron a mis pies queriendo besarlos por no dejar que se las llevara a la Conchinchina.

Tras los cristales vi como otros árboles eran partidos en dos, o arrancados de cuajo y estrellados contra las paredes. La Cotilla, con el paraguas abierto, volaba subida a una fortísima corriente de aire. - Le dije: - ¡Adios, María Sarmientoooooooo!  

Pascualita, desde mi escote, también la despidió sacudiendo un kleenex como si pidiera sus orejas. 

Cuando la Cotilla desapareció en la vorágine del tornado, la sirena y yo brindamos con chinchón: - ¡Por fin libres!


jueves, 21 de enero de 2021

El cucú.

 Esta mañana me ha despertado el canto acompasado del cucú. Y me ha alegrado el día. No es lo mismo abrir los ojos con las voces de la abuela o la Cotilla. O sobrecogida por la piel, fría y mojada de Pascualita reptando por mi espalda. ¡Vamos, hombre, no hay color!

Mientras desayunaba con Pascualita, el cucú sonaba cada dos por tres. Y yo, encantada pero cuando llevábamos así una hora y, encima, Pepe soltó su OOOOOOOOOOOOO para acompañar el canto, me pareció que aquello ya pasaba de castaño oscuro. Y más oscuro se volvió el castaño cuando recordé que en casa no hay ningún reloj de cucú.

Abrí la ventana y me encaré con el árbol de la calle. - ¿Tienes un cucú viviendo en tus ramas? - ¡Que va! además, no lo aceptaría porque nos iba a tener cronometrados todo el día y ésto no es un cuartel.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla salió del antiguo cuarto de la abuela, con las legañas puestas. - ¿Ha dormido aquí ésta noche? - Si, porque hemos cambiado el horario del trapicheo para poder trabajar aunque, no es lo mismo hacerlo de noche o de día. - ¿Qué tendra que ver? - Pues que de día se ve todo y, de noche, todos los gatos son pardos y se puede meter gato por liebre a los despistados. - Menuda pájara está hecha. Por cierto, ¿la ha despertado el cucú? - No. ¿acaso tienes uno? Ayyy, boba de Coria, hoy has empezado pronto con el chinchón.

Pero sí que había un reloj de cucú en casa, solo que estaba sobre la lámpara del comedor haciendo compañía a mi primer abuelito. - ¿Se puede saber qué haces con eso ahí, además de darme dolor de cabeza?

Telepáticamente, me dijo: - He pensado que un monóculo hace buena pareja con un reloj de cucú. - ¿Y no puedes silenciar al pájaro? - No, porque es el alma de mi amigo de la infancia al que siempre le gustaron éstos relojes y, por bueno, lo han premiado así. - ¡Vaya por dios, me ha tocado la china!




miércoles, 20 de enero de 2021

Hay, Señor, que cruz tengo.

 Me ha llamado Andresito. - Estoy muy preocupado por tu abuela, nena. Ha empezado a criticar mi forma de vestir cuando siempre ha dicho que soy el hombre más elegante de Palma. - Será por lo de la Pandemia... - ¿Qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia? - Pues que, al no salir a la calle, debes estar todo el día en pijama o en chandal y... - ¡Antes muerto que sencillo! Todas las mañanas salgo de mi habitación hecho un dandy. - Ah, entonces tal vez te recrimine que no hagas como todo el mundo. - ¿Crees que debo ir todo el día hecho un pingo, entonces?

Unos días después el abuelito volvió a llamarme. - ¡Vamos de mal en peor, nena! ahora no quiere que me arrime a ella. - Que yo te dijera que fueras de trapillo por tu casa, es una cosa, la otra es que, encima, no te laves y huelas a tigre... - ¡Al final tendré que darle la razón a tu abuela! No eres más tonta porque no te entrenas ¡Por supuesto que me lavo y me perfumo, como he hecho toda mi vida! 

Sentada a la mesa de la cocina comentaba éstas cosas con Pascualita y Pepe: - Como les han cerrado El Funeral, apenas salen a ningún lado; se aburren y buscan pequeñas excusas como tema de discusión hasta convertirlas en un problemón. Es su modo de que los días no se les hagan lan largos.

De repente Pepe soltó su ¡OOOOOOOOOOOO! mientras el ojo-catalejo estaba fijo en las alturas. Miré y allí estaba mi primer abuelito, flotando junto al florescente del techo. 

Por unos segundos noté un deje de envidia cochina en el OOOOOOO del jibarizado y quedé pasmada ¡Podía entonar sentimientos la pequeña cabecita-llavero! 

Me dediqué un rato a tratar de adivinar que podría ser lo que envidiaba. Pascualita no me quitaba ojo. - ¿Qué crees que será? (le pregunté)... - Y como si me entendiera, hizo un círculo son sus dedos palmeados y lo acercó a uno de sus ojos de pez ¡Y entonces me caí del guindo! ¡Envidiaba el monóculo!

- Abuelito, déjaselo... Venga, por favoooooor... Vaaaaaa No te cuesta nadaaaaa... - Harto de oírme, dio unos cuantos vuelos, del comedor a la cocina y viceversa. - Me tienes que enseñar a hacer eso pero, ahora, déjale el monóculo a Pepe... pobrecito...porfi, porfi...

A pesada no me gana nadie y un alma también tiene su ración de aguante hasta que se le acaba. Flotó a un palmo de la mesa de la cocina y puso el monóculo en el ojo cosido del jibarizado que, en seguida soltó un alegre - ¡OOOOOOOOOOOOOOOOO! que duró hasta que el abuelito se cansó de hacer de samaritano. 

Ahora Pepe se lamenta, amargamente, día y noche. ¡Es más pesado que una vaca en brazos!

Lo tiré por la ventana. Minutos después subió Bedulio. - Esta porquería ha caído de tu casa. - ¡No es mío! - Toma, una multa por ensuciar la calle.


martes, 19 de enero de 2021

La abuela está celosa.

 Sin querer he destapado la caja de los truenos. Por un simple comentario... sin mala intención ¡Lo juro por Pascualita!

Como ahora no podemos vernos, hablo por teléfono con la abuela y como no le veo la cara cuando hace gestos o muecas, no puedo evaluar si lo que le digo le gusta o no. El caso es que llevabamos un buen rato hablando de Pascualita. De lo gordinflas que se ha puesto y lo que me está costando que vuelva a su talla porque le ha entrado un apetito tan voraz que no gano para comprar algas marinas que, antes, no tocaba.

El caso es que en la conversación salió a relucir mi primer abuelito: - Está perdiendo el pelo de la dehesa. Se está volviendo muy elegante... - "¿Ese? me rio yo... ¿Acaso va de frac?" - Lleva unas túnicas preciosas. - "¿Túnicas? No creo que le peguen nada. Antes siempre iba de trapillo. Decía que las corbatas son para bodas y comuniones... ¿Seguro que es mi ex?"

Sin comerlo ni beberlo, la charla se convirtió en un interrogatorio de libro. - "¡¿Un monóculo?!" - Está guapísimo con él. - "¿Pero..., pero..., pero...?" - Es el amor, abuela. Está coladito por los huesos de la Momia. - "¿Por mi suegra? Pero si es mucho mayor que él." - Es una gozada verlos juntos... - "¡¿Los ves?! Tu vas ciega de chinchón y me estás vacilando. Y ahora me dirás que ellos también se ven" - Quedé boquiabierta: - ¿Cómo lo sabes, abuela? - "¡Me lo estás contando tú, boba de Coria!"

Pascualita, desde el borde del acuario, me oía discutir pero no sabía con quién. Por eso se la veía indecisa entre tirarme un buchito de agua envenenada a los ojos o seguir intentando saber qué pasaba. Ante la duda, me coloqué al otro lado de la mesa del comedor.

Mientras, le expllicaba a la abuela que la Momia, al tener taaaantos años, empezaba a trasparentarse. O sea, que tenía un pie aquí y el otro en el Más Allá y eso daba lugar a poder verse. Es una cosa que sabe todo el mundo.

- "¿Y está... guapo?" - ¿Quién? - "El... " - Ahora no sé de quién me hablas, abuela. - "¡IMBECIL!" -Su voz sonó fuerte y clara. Tanto que Pascualita descubrió con quien discutía yo y no me dio el buchito porque reaccioné como un gato: saltando lejos de ella.

Mientras recogía el agua caída, la abuela entró como un tifón del mar de la China. - ¿cómo... has... venido... tan... - "¡Tengo un rolls royce, alma de cántaro! ¿Dónde está?" - Aparcado en la parada del bus como siemprAAAAAAAAAYYYYYYYYYY!!!

Menudo capón. Y la traidora de la sirena me enseñaba los dientes mientras hacía la señal de OK.

lunes, 18 de enero de 2021

 Algun@s de los que leéis los relatos de Pascualita, recordaréis a algunos de los personajes que entraron y salieron en la  historia como, por ejemplo: Blas el parado que encandiló a la Cotilla muy a pesar de él que estaba casado y con un  montón de hijos.

Apareció también el Médico: Hijo de Andresito y rendido a los pies de la Nieta. Era un masoquista como la copa de un pino y estaba perdidamente enamorado de la Nieta porque, según sus palabras, nunca nadie le había dado patadas en la espinilla como ella.

En fin. Son nueve años de relatos en los que hay material para hacer un libro que nos recuerden tantos buenos ratos.

¿Qué os parece? Dádme vuestra opinión, plis.

Gracias.


La avaricia rompe el saco.

 La Cotilla se salta las normas del Gobierno y sigue trapicheando. Lo último que ha vendido ha sido una gran partida de mascarillas (a saber de dónde las ha sacado) con un agujerito para meter una parte del cigarrillo y poder fumar sin destaparse la cara.

Según ella, se las quitaban de las manos. - ¡Ya tengo para llegar a fin de mes! - ¿Me va a pagar algo por dormir y comer en mi casa? - ¡Egoísta!

Los robocops-municipales han vuelto varias veces más a registrar y siempre se van con las manos vacías. Cuando les abro la puerta hago una reverencia y digo: -Pasen y miren vuesas mercedes. Ya saben el camino. - Un día uno de ellos remugó. - Yo diría que se está quedando con nosotros.

La Cotilla les preparaba cafes, les daba conversación mientras trabajaban. Era de lo más amable con ellos. Y ante las súplicas de ellos instándola a "cantar", decía: - ¡Ojalá pudiera ayudaros pero ya véis que vivo de prestada en ésta casa... - Que bien sabe llorar ésta mujer. Consiguió que uno de los guardias propusiera hacer una recolecta poniendo una parte de sus sueldos. Pero Bedulio no estuvo por la labor y no se habló más del asunto.

Con tanta gente por casa ni Pascualita, ni Pepe, ni mi primer abuelito y no digamos el árbol de la calle, estaban a gusto. Fue éste quien se erigió en portavoz del resto de la "familia" - Cantaré, cantaré y a más de un@ le dará tal dolor de cabeza que se acabarán las aspirinas en las farmacias de Palma. Esto es un ultimatum. Tu misma, boba de Coria.

Mi primer abuelito desapareció durante un tiempo. Cuando reapareció traía una sonrisa de oreja a oreja y un monóculo en el ojo izquierdo. Telepáticamente, dijo: - La mercancía de la Cotilla está apilada en su piso. ¿Lo canto yo o lo cantas tú? - Mejor el árbol de la calle.

Lo cantó a los cuatro vientos. Poco después por el 4º piso de mi finca desfilaron un sin fin de chinos llevándose todas las cajas que encontraron, que para eso eran del señor Li.

Ahora la Cotilla anda mohína y quejosa: - ¿Es que ya no queda nadie que abandone cosas en las aceras? ¡Dichoso coronavirus!



domingo, 17 de enero de 2021

Buscando mafiosos.

 Esta mañana, al abrir la puerta de casa, tuve que echarme a un lado porque un tren de alta velocidad entró a toda pastilla hasta la despensa donde se estrelló entre un ruído de cacharros y estanterías destrozados.

Bedulio estaba en el rellano con un puñado de compañeros. - ¿Por qué has abierto si no habíamos tocado el timbre? - Porque me voy a trabajar... ¿Qué es lo que está en la cocina? ¿Un Ave? 

Pero no. Espatarrados y embadurnados del aceite de las botellas rotas, cazuelas de barro echas trizas, paquetes de arroz, de harina, de sal.., estaban dos municipales vestidos de Robocop, agarrados a un ariete e intentaban levantarse sin éxito. Me encaré a Bedulio. - ¿Queríais romper mi puerta? ¿qué habéis bebido?

Mientras el resto de compañeros ayudaban a sus compañeros estrellados, el Municipal dijo que traían órdenes de entrar por la fuerza para pillar de improviso, al jefe de la Mafia enemiga de la Mafia china. - Debemos registrar de arriba abajo. - Vale pero sin romper nada más... ¡Ah! y ves anotando lo que os va a costar arreglar el desaguisado de la despensa.

Con el jaleo, la Cotilla que dormía en el cuarto que fue de la abuela, salió echando chispas - ¡Es que una persona, a la que han dejado sin trabajo, no puede dormir tranquila. ¡Os voy a poner una denuncia que temblará el Misterio! 

Cogió la botella de chinchón como si fuera suya. - ¡Prohibido trapichear! (gritó, fuera de sí) ¿Cómo voy a comer ahora? - Aquí, como siempre Greta Garbor, que teatrera es usted.

El estruendo del choque en la despensa y las furgonetas con las sirenas en marcha a toda pastilla, sacaron a los vecinos a balcones, ventanas e incluso, a la calle. Menos a mi que llegaba tarde al trabajo y tenía la cabeza a las cuatro de la tarde. Alguien dijo que los cimientos de la finca se habían movido y no me extraña. Hasta el árbol de la calle quitó su ramas del balcón, del susto que se llevó.

 Tuve que poner a Pascualita en el bolsillo de mi anorak. No podía dejarla en casa con tanta gente. Al llegar al trabajo tenía la mano derecha helada. La sirena, que no soporta que la despierten bruscamente,  estaba frenética y no me atreví a meter la mano en el bolsillo.


sábado, 16 de enero de 2021

Pascualita curandera.

 El frío del invierno, la humedad, el encierro en casa por culpa de coronavirus... todas éstas cosas han reactivado con fuerza el asma de la abuela y le ha faltado tiempo para venir a buscar lo que, para ella, es el mejor remedio: Pascualita.

Sonó el teléfono. Era Geoooorge: - ¡Hola, europeo! (le dije) Ay, no. Perdona, no me acordaba que eres solo inglés. - Mi no tener risa. Madame decir que tu bajar a rolls royce "aquello" - ¿Qué es "aquello"? - Mi no saber, boba de Coria. - ¡La madre que te parió! - Tu bajar con mascarilla.

En cuanto colgué deduje que "aquello" era la sirena. Llamé al móvil de la abuela. - ¡Estás loca! Pascualita no convive contigo. Está prohibido juntarse. - "Se trata de persona no de peces" - El trozo que tiene de persona no puede juntarse con vosotros ¿no te enteras, abuela? 

Se la notaba fatigada. - Le pondré... mascarilla... bájala ya... ¡Corre!...

A regañadientes metí a Pascualita en el termo de los chinos, luego cogí la escoba, la mascarilla y bajé a la calle. Colgué el termo del palo de la escoba y así se lo hice llegar a Geoooorge. - No hacer falta palo (dijo el ceñudo mayordomo) - Es por si tienes la mutación inglesa, titi.

Ha pasado una semana en la Torre del Paseo Marítimo y Pascualita ha vuelto gorda como una morcilla. La abuela le ha dado de comer de todo. Ahora no entra en el termo de los chinos. La ha devuelto metida en una cajita con agua, un montón de algas, tapada y envuelta en una toalla para que Geooorge no la viera.

He tenido que ponerla a plan. Ni siquiera da saltos mortales. Es un puro rollito de primavera cebado. A ver cómo arreglo yo ahora este desaguisado.

Eso sí, el asma de la abuela ha mejorado muchísimo.


viernes, 15 de enero de 2021

La Cotilla y sus negocios.

Tuve el tiempo justo para meter a Pascualia en mi escote cuando la Cotilla entró por el pasillo a paso de carga, lanzando su grito habitúal: -¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Mira todo lo que me he encontrado en la calle! Es que la gente es muy desprendida y no pasa pena de tirarlo todo por la ventana. - ¿Ahora que estamos en crisis, Cotilla? Esto me huele a lo de siempre: que, cosa que ve, cosa que se le pega en las manos.

- ¿Insinúas algo? Que te conste que no estaba cerca de ningún comercio sino en mitad de la acera. Y ésta noche me voy a forrar en el trapicheo ¡QUE ME LOS QUITAN DE LAS MANOS, OIGAAAAA! (voceó como si estuviéramos en un zoco) 

- Pero ¿qué ha encontrado? - Me señaló dos cajas grandes que había sacado del ascensor y entrado luego, a empujones, en casa. - ¡Bikinis! ¡Muchos bikinis de todos los colores y modelos! - ¿No se está pasando con el jolgorio? Estamos en enero y hace un frío que pela. Están cerradas las piscinas por el coronavirus. La playa, ahora mismo, es para pasear con anorak... ¿dónde está el negocio?

- Como no te busques un millonario que te haga al bisnieto de tu abuela, con tu falta de olfato para los negociosy siendo una curranta de sueldo corto, no prosperarás en la vida, nena. ¡Ahora es cuando hay que vender los bikinis! La gente está loca por volver a la normalidad y verse con un bikini es soñar que eso está a la vuelta de la esquina.

Llamaron a la puerta. Al abrir, ante mi apareció un grupo de chinos que me hablaban a gritos formando un enorme guirigay. No había manera de entendernos hasta que uno de ellos señaló las cajas y empezaron a tirar de ellas. - ¡Las cajas son mías! (gritó a su vez la Cotilla, plantándose delante de los bultos como Agustina de Aragón ante los cañones).

De los gritos se pasó a los empujones y fui a por la escoba para repartir leña porque la Cotilla será lo que sea, pero es "nuestra" Cotilla y solo nosotras podemos empujarla.

Al final salieron corriendo. Alguno iba descalabrado y varios con unos ojones que se les salían de las órbitas gracias a la buena puntería de la sirena: donde pone el ojo, pone el buchito de agua envenenada.

Más tarde, sentadas con sendos chinchones on the rocks, le comenté a la Cotilla: - ¿Seguro que los bikinis no son del señor Li? - ¡Segurísimo! Ya te he dicho dónde estaban y allí no hay ninguna tienda de chinos...-  

¡Pero si el almacen del señor Li!

 

jueves, 14 de enero de 2021

Digui, digui.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! mira a quién me he encontrado en la calle, boba de Coria. - ¡Ay, Dios mío, a ver qué se trajina hoy. Si es que no sé cómo tarda tanto la mafia china en echarle el guante. - No se trata de eso sino de una antigua amiga a la que hacía mucho tiempo que no veía. Pasa, pasa.

De  detrás de la Cotilla apareció una cara, con un pitillo en la boca que hecha más humo que un trasatlántico a toda pastilla. - Holaaaa. Soy Rosío. - Aquí no se puede fumar. - ¿Cómo que no? Mira (aspiró con fuerza el cigarrillo y luego, como un dragón de cuento defendiendo a la princesa, soltó el humo que envolvió en una nube apestosa, cada rincón de la casa.

- Mi amiga es muy peculiar (dijo la Cotilla para calmar mi ánimo) no sabe idiomas pero, cuando la llaman por teléfono en lugar de decir: ¿Aló? ¿Diga? ¿Sí?... Dice digui. - ¿Y eso? - Ah, misterios de su neurona. Y, naturalmente, cuando ésto pasa, quien llama le suelta toda la parrafada en mallorquín que ella, ni sabe ni entiende. Cuando la otra persona deja de hablar ella le dice: no me he enterao de ná. 

A veces le cuelgan el teléfono, otras repiten lo dicho en castellano, y a veces, se enfadan y sueltan alguna palabrota ¿A qué es graciosa? - Pues...

Mientras la Cotilla me contaba éstas cosas, Rosío se acercó al acuario, se quitó el pitillo de la boca, le dio un golpecito con el dedo y la ceniza cayó al agua. Después sumergió la colilla para apagarla y ya que estaba, la tiró allí mismo. Acto seguido encendió otro cigarrillo.

La sangre de mis venas se envenenó y la furia de cuatro caballos al galope quiso salir por mi boca hasta desgañitarme pero cuando le pregunté, con recochineo: - ¿Querrá un cenicero, verdad, señora? (contestó Oui, oui)

- Con que sabe francés. Pues se lo voy a decir en ese idioma, tía zoquete. - Oui, oui

A la Cotilla se le escapó la risa. - No te esfuerces, eso es todo lo que sabe de francés. - A mi no me quedó más remedio que utilizar la lengua de signos, reforzando con el castellano lo que le iba diciendo, para que le quedara muy claro lo que está bien y lo que está mal.

Después de hacernos una demostración de cómo se bebe sin caer redonda al suelo y acabando con la nueva botella de chinchón, la Cotilla y su amiga se despidieron dejando tras ellas, cual cola de cometa, unas nubes, espesas, de humo de tabaco que, ahora mismo, aún tengo agarrado a mi garganta.


miércoles, 13 de enero de 2021

Adios al frío de las narices.

 El frío de las narices se ha instalado en casa. Al levantarme ésta mañana no me acordaba de él pero, ha sido entrar en el comedor y ahí estaba, con sus cientos de narices, cual berrugas, en su cuerpo por las que exhala aire helado.

Mi primer abuelito, al que no le guta el frío, me ha mandado un mensaje vía voz de ultratumba, avisándome que, hasta que vuelva el calor, él estará desaparecido... Con lo que le gusta aparecer.

El agua del acuario de Pascualita estaba helada y ella azul, que es un color que no le pega nada con su piel de ahogado. Mientras calentaba agua para sustituir el hielo, pensaba en cómo librarme del frío. Y la cosa era urgente porque el algua del acuario se helaba de nuevo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Brrrrrrr ¡que frío hace aquí! Me voy a la calle que se está mejor pero antes dejaré ésto que me he encontrado, en mi cuarto. - Dirá "de tu abuela" - ¿De mi abuela? ¿estás tonta? - Mi abuela. - Mi abuela no vivió aquí, boba de Coria... Media hora estuvimos así.

Tuve que dejarla por imposible y cambiar el hilo de la conversación: - ¿Qué se ha encontrado ésta vez? - Escobas - ¿Una escoba? . ¡Que va, unas cincuenta. Y pesan! - ¿A quién se las ha mangado? - Cree el ladrón que todos son de su condición (tuvo la santa barra de decirme) Estaban tiradas en una acera. Solas. Sin nadie que las vigilase y, oye, para que se las lleven otros, me las llevo yo - ¿Y no había ninguna tienda cerca? - La del señor Li, pero más para allá...

Todavía no sé cómo pudo trajinar tanta escoba una mujer tan vieja como la Cotilla. Debió leerme pensamiento porque dijo: - Si te costase llegar a fin de mes tu también harías virguerías.

Miré por la mirilla de la puerta de la calle por si había chinos en la escalera. No me extrañaría que la mafia china siguiera sus pasos.

- ¿Qué hará con tanta escoba? - Trapichear con ellas. Van muy bien para quitar la nieve de las calles... - Aquí no hay. - Quitar telarañas... ¿qué, no dices nada? Y para barrer como antiguamente. - Cogió una de las escobas y barriendo, barriendo, le arreó un escobazo al frío de las narices (a pesar de no verlo) que la cristalera del balcón tuvo que abrirse con urgencia porque salió volando. 

Ahora en casa se está bien. Mi primer abuelito está sentado en la lámpara del comedor con un sudario dorado que envidiaría la abuela. Pascualita disfruta de su agua caliente y Pepe grita OOOOOOOO cada vez que escucha el CHOF cuando Pascualita se tira en plan bomba.

martes, 12 de enero de 2021

El frío de las narices.

 Que bien se estaba en casa al calor de la estufa de butano, mientras veía brillaar el sol en un cielo límpio de nubes.  

Mi primer abuelito se recogió los bajos del sudario para no enredarse en él porque le estaba dos tallas grande y vino a sentarse a mi lado, pero no en una silla, cosa más que normal, sino sobre el respaldo ¿Por qué les da a las ánimas por hacer cosas difíciles? ¿Para presumir ante sus descendientes que, al estar vivos no pueden hacerlo a riesgo de que les pongan una camisa de fuerza?

El calorcito se expandía por todos los rincones de la casa. Hasta Pepe lo sentía y lo buscaba con su ojo-catalejo. Ante tamaña deferencia para con el calor, éste le acarició la cabeza jibarizada y una catarata de lágrimas de agradecimiento inundó el comedor.

- ¡No vuelvas a hacer ésto o te paso la fregona y recoges tú el líquido, idiota!

El calor se sintió ofendido (¡otro que tiene la pielecita muy fina!) y protestó ante lo que creyó que era una falta de empatía por mi parte. - ¡Me quiero ir! (gritó el tiquismiquis) - ¡Déjale que se largue! (le dije, exasperada, a la cristalera del balcón) - Piénsatelo bien ¿No ves que si se va lo echaremos de menos? - Eso, tú dale coba.

La casualidad quiso que, en ese momento, el árbol de la calle llamara a los cristales. Atenta, la cristalera se abrió para atenderlo... y el calor aprovechó el menor resquicio para salir por patas y perderse en el aire. A su vez, el frío de las narices que hacía fuera, no perdió el tiempo y se coló en casa.

El efecto fue inmediato. Mi primer abuelito dijo: - ¡Hay que joderse! Has salido a tu abuela. - Y se puso a tiritar con sudario y todo.

Pascualita, que estaba disfrutando del agua caliente, saltó del acuario porque, de repente, se le quedó helada. Cayó sobre mi falda y no tuvo ningún empacho en morderme con saña en la barriga.

El dolor me hizo saltar, llorar, berrear, correr al rededor de la mesa del comedor para acabar junto a la botella de chinchón y me la acabé.

Dormí la mona, como es preceptivo y al despertar, del techo pendían enormes carámbanos de hielo.

Me di cuenta que estaba sola. Nadie quiso pasar frío. Pascualita se había llevado a Pepe al microondas y allí se resguardaron. 

La cristalera había corrido las cortinas a modo de cobertor. Mi primer abuelito había desaparecido.

Helada, fui a poner remedio a lo que había estropeado con mi mala uva pero... el butano se había terminado.



lunes, 11 de enero de 2021

¡Ha nevado en Madrid!

- Ay, Pascualita, que buena actríz se está perdiendo el cine. - La sirena, sentada en el frutero, ni siquiera me miró pero como tengo que hablar con alguien continué con mi monserga: - ¿No sabes de quién te hablo? ¡Pero si me tienes delante, alma de cántaro! Soy una persona que se mete mucho en su papel. Por ejemplo: ¡Ha nevado en Madrid! y he salido a la calle tan tapada que solo me ha faltado ponerme una manta zamorana encima. Con decirte que me he mirado en un escaparate ¡y no me he reconocido!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿A quien tienes delante, boba de Coria? - Menudas orejas tiene usted, Cotilla. Si los países lo supieran le lloverían ofertas millonarias para que trabajara, como espía, con ellos... - ¿Estás segura de lo que dices? - ¡Segurísima! Con usted se ahorrarían un pastón en aparatitos sofisticados y carísimos.

Ni se sentó. Dio media vuelta, camino de la puerta de la calle. - ¿A dónde va? - A los Consulados a escuchar ofertas de trabajo.... Por cierto ¡Ha nevado en Madrid! - ¿Qué me dice? Me deja helada.

Llamó la abuela - "¿Has visto a la Cotilla?" - Va de Consulado en Consulado ofreciendo sus servicios a su Majestad. - "¿Qué Majestad?" - Ni repajolera idea. Pero acabo de recordar que, en la despensa, guardo un bote de cocido madrileño. Lo comeré éste mediodía.

 - "Que suerte tienes. Yo tengo que conformarme con el que guise Geoooorge" - Pero si le sale muy bueno... - "Eso era cuando se sentía europeo, en cambio, ahora que es inglés le sale la comida que ni fu ni fa ¿Me invitas?" - ¿A Andresito también? -  "No creo que le entre nada porque lleva una hora, boquiabierto, delante de la tele desde que ha visto que ¡Ha nevado en Madrid!

domingo, 10 de enero de 2021

Tanto tienes, tanto vales.

 La calle de mi casa es una verbena. A las luces de Navidad que adornan el árbol de la calle, he añadido farolillos chinos de la tienda del señor Li. Y luces intermitentes, de colorines, en el balcón. Es todo un espectáculo. 

Los vecinos se paran a mirar con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Os gusta? - pregunté a unos que miraban con la boca abierta. - Sí, pero vas atrasada. Navidad ya ha pasado. - Aún queda San Antonio, San Sebastián y San Honorato. - Este año no se van a celebrar - ¿Por qué? - Por el coronavirus.

Mira, fue mentármelo y subirme la bilirrubina: - ¿Y qué hago ahora con la panceta, los botifarrones y la sobrasada que he comprado para asarlos en los foguerons? - Tampoco habrá. 

La Cotilla, desde dentro de casa me tiró del brazo y por poco lo arranca. - ¡Quieta! - ¿No te da vergüenza hacer el ridículo de ésta manera? - Solo son unas luces... - No es eso. Es que teniéndome a mi a mano ¿por qué preguntas a los demás? - Tiene razón, Cotilla... perdone.

La vidriera del balcón cerró deprisa para que no se fuera el calor. Hay que ver la querencia que tiene con salir al exterior. En cuanto ve un resquicio el calor se esfuma. - ¡Vale ya de moverte tanto! Eres un culillo de mal asiento.

Algo mohíno, el calor se sentó junto a la estufa a esperar otra oportunidad, mientras la Cotilla me explicaba qué podía hacer con la carne de las no-fiestas. - Me lo das a mi y lo venderé en el trapicheo. De lo que gane te daré la mitad... - ¡¿Cómo?! La que se ha gastado los cuartos soy yo. - Y quien volverá a ponerlos en el mercado seré yo (dijo la vecina, señalándose) - Prefiero comerlos antes que perder dinero. - Así nunca serás rica, boba de Coria. Y si no eres rica ¿quién se acercará a ti para hacerte un bisnieto? 

La miré, compungida. - O sea que ¿la pela es la pela? - Equilicuá, alma de cántaro. - Bueno, vale. Me conformo con la mitad...

sábado, 9 de enero de 2021

Somos seis...

 Filomena sigue haciendo de las suyas y la nieve se va a montonando, desde el suelo a los tejados. Crispando los nervios de las personas que llevan horas esperando poder llegar a sus casa. 

 No salgan a la calle, - se desgañitan los Alcaldes.- Es peligroso. Quedáos en casa. -  Pero el Alcalde propone y los ciudadanos disponen. Y cuando la tormenta parecía ser la panacea que se llevará el coronavirus porque estamos TODOS CONFINADOS, la gente sale a la calle a disfutar, fotografiar, revolcarse y montar batallas de nieve. Nada, que no queremos dejar marchar al bicho.

En casa no hay nieve pero parece la Plaza Mayor en hora punta. Espero que no venga Bedulio porque me pondrá una multa de las de 60.000 euros porque somos ciento y la madre cuando deberíamos ser seis.

Pascualita está inquieta desde que los garriones han tomado su acuario como baño público. Todos se han lavado allí. Pero la queja ha sido floja porque está tan ricamente en su agua calentita que, ni siquiera ha sacado su dentadura a pasear. 

 Mi primer abuelito, que está hecho un dandy con sus sudarios de marca, se ha traído algunos compañeros desde el Más Allá y ahora tengo almas en todas las lámparas de la casa. 

El árbol de la calle, agradecido, ha hecho amago de cantar Las Mañanitas. Afortunadamente no se le oye.

La llegada del rolls royce en la parada del bus, ha sido silenciosa. No había gente en la calle. Los abuelitos traían a la Momia con ellos. - ¿Te has dado colorete en las mejillas, bisabuelastra? - No, cariño. Es mi color natural que me sale cuando ardo en deseos de estar junto a mi enamorado. - Sus viejos ojillos buscan con afán a mi primer abuelito. No le costó mucho. Solo tuvo que seguir el reguero de babas que se le caían al enamorado. 

Llamaron a la puerta. Era Bedulio. - Si no te importa, me quedaré un ratito aquí... ¿Hay cocido? - ¡De la abuela! Comerás con nosotros. - ¿Seremos muchos? - Contigo (conté con los dedos)... siete. - Pues... - Perdona, me he equivocado. Geoooorge ya no cuenta. Solo es inglés.

Entre Geoooorge, avergonzado por no ser europeo, hicieron una paella. - "Preferimos estar aquí, nena. El piso es más acogedor que la Torre del Paseo Marítimo y total somos: seis. - ¡Ya!

viernes, 8 de enero de 2021

Montañas de nieve.

 La tormenta Filomena se ha cabreado y con razón, porque no ha sido agraciada con el mejor nombre. Tal vez quería uno que le diera realce pero, o se habían agotado o un guasón del servicio Meteorológico le puso el primero que le vino a la mente. 

Menudo genio se gasta la tal Filomena. Ha dejado el País blanco y con un frío que se hielan hasta las ideas.

El árbol de la calle tiene un tembleque que mueve hasta los los nidos y no pueden dormir los gorriones. Al pobre no le sale ni la voz. Tiene carraspera y me temo que empezará a estornudar de un momento a otro. Para evitar males mayores tales como rotura de cristales, le he puesto dos o tres mantas por encima de las ramas más cercanas a casa. Con voz ronca me ha dicho que, cuando suban las temperaturas me cantará Las Mañanitas todos los días...He estado a punto de quitarle las mantas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaa! Nena, deja que me meta contigo en tu cama, a ver si entro en calor: - ¡Ni harta de chinchón! - Será solo por ésta noche... - ¡Que no! 

- ¡Oye! (gritó una voz desde el comedor) que los pájaros quieren entrar para estar calentitos. Si abro se irá el calor... - Me asomé desde la cocina para ver quién me hablaba. Era la cristalera del balcón. Antes de que pudiera contestarle siguió diciendo: - En el balcón hay un ladrón que venía a robar y se ha quedado tieso intentando abrirme ¡Que iluso! Menuda soy yo. No me abro a cualquiera.

Mi primer abuelito apareció sobre la lámpara del comedor vistiendo un sudario de invierno de Agatha Ruiz de la Prada. - ¡Estás total, abuelito! 

Pascualita y Pepe estan junto a la estufa desde hacía horas. Desde allí ven en la tele, miles de coches  atascados por la nevada espectacular que no cesaba. La sirena hace el signo de ¡lagarto, lagarto! cada vez que un escalofrío le sacude el cuerpecito. 

La noche traerá heladas terribles. Le dije a la cristalera que entraran todos, incluso el ladrón que ya estaba medio pajarito. Lo coloqué junto a la estufa para que fuera descongelándose. - Que no se vaya sin recojer el agua que suelte - dije a la cristalera, dejando en el suelo el cubo y la fregona.


jueves, 7 de enero de 2021

Filomena.

 La abuela ha llegado a casa hecha un primor. No le faltaba detalle ni rimel en las pestañas postizas. Sin embargo su humor no cuadraba con tanta elegancia: mascarilla de lentejuelas de colorines y plumitas de marabú en los laterales. Súper mini falda con plaquitas metálicas que hacen chin, chin, chin al andar. Leotardos de leopardo y botas infinitas de charol amarillo chillón.

- Diría que vas vestida para la batalla, lo que no sé es contra quién. - "Contra Filomena. Estoy harta de escuchar a Andresito hablando de la susodicha. Se le cae la baba al tonto de mi marido. ¡Menuda pájara debe ser la fulana! Cuando la pille me va a oír" - ¿Es guapa? - "Vete tu a saber" - ¿Y el abuelito está interesado en ella? - "No se le cae el nombre de la boca: Filomena por aquí, Filomena por allá ¡Harta me tiene! Pero si esa pájara piensa que va a quedarse con la Torre del Paseo Marítimo, lo tiene claro. ¡La Torre es mía!"

Solo le faltó blandir la espada vengadora. Menos mal que no traía ninguna porque me hubiese destrozado la casa a mandobles. 

Pascualita, nadaba suavemente en el agua calentita de su acuario. La pobre estaba azul cuando la he visto ésta mañana. Y temblando de frío. En lugar de cola cao, le he dado un poco de chinchón y he calentado agua de mar. Está tan ricamente.

Al oír gritar a la abuela ha estirado el cuello. Ha escuchado unos segundos y como Pepe no ha dicho ésta boca es mía, lo que quiere decir que todo está bien, se ha relajado  y seguido a lo suyo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Ha llegado Filomena! (gritó la Cotilla que acababa de entrar sin que nadie le abriera) - "¡¿Dónde está?!" (gritó más fuerte la abuela) - ¡Aquí! - "¿En ésta casa?" - Casi. Si el árbol de la calle hablara, te lo diría. 

Me faltó tiempo para ir a preguntarle. Hay que tener en cuenta que si los abuelitos se divorcian, Andresito quitará mi nombre de su testamento.

La charla con el árbol fue constructiva. - Abuela, no tienes nada que temer, a parte de un constipado. Filomena es la nueva tormenta que dejará al País helado y blanco. - "¿Una tormenta? ¿Filomena?... ¿En serio? ¡¿A que descerebrado se le ha ocurrido el nombre?! Filomena, anda que...

miércoles, 6 de enero de 2021

Regalo de Reyes.

El árbol de la calle llamó a casa  para decirme que, sobre una rama, habían dejado un gran saco. - ¿Quién ha podido ser? - Ni idea. Me he dormido pronto para no ver a los Reyes Magos haciendo su trabajo por si luego no me dejaban nada.

- ¿Los árboles también recibís regalos? - ¡Naturalmente! Si puedes recibirlos tu que no eres nadie... - ¡Oye! - No deben haber sido de tu agrado porque menudo genio te gastas, bonito. - No soy un pez. Soy un platanero. - Pues nunca he visto con plátanos ¡Haber si invitas!

- No hago plátanos, boba de Coria. Saco hojas puntiagudas, mis semillas son pequeñas pelotitas que, al abrirse, se expanden por doquier y llenan el aire de polen... - ¿Así que eres tu quien me hace estornudar todas las Primavera? ¿Y quién me llena la casa de hojas muertas? - Es uno de los bonitos regalos que hacemos los árboles. - ¿Bonitos? Te voy a comprar una escoba para que barras tus regalitos.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué me han traído los Reyes? - Usted sabrá. - Los regalos estarán en... ¡el árbol! - ¡Lo que hay allí es mío porque ésta es mi casa! - Pero ese saco lo encontré yo junto a una de las carrozas de la Cabalgata.

Si me pinchan no me sacan sangre. - ¡Ha tenido el valor de robar juguetes de los niños de Palma! - ¡Ya estamos! ¡que me lo he encontrado! Y para que se lo lleve otro me lo he llevado yo. 

Encorajinada, abrí el saco que estaba lleno de... ¡CARBON!

Aún me rio de la cara que se le quedó a la Cotilla y lo deprisa que se marchó a la calle con un palmo de narices. Desde ese momento fui repartiéndolo entre todos los de casa. - A Pepe le puse un trozo a su lado, en la repisa de la cocina. Al acuario eché unos cuantos pedazos y pronto Pascualita subió a por más. Mi primer abuelito no se quedó atrás después de decirme, telepáticamente, que siempre le había gustado.También hubo para el árbol de la calle y las familias de gorriones que lo habitan. Incluso le tiré al Municipal que pasaba por mi calle. 

Estuvo a punto de sacar la pistola creyendo que lo atracaban pero cuando lo probó me pidió más. La única que no lo probó fue la Cotilla que se fue a la calle sin saber ¡que era carbón dulce! 

Esta tarde vendrán los abuelitos a comer carbón. Y después, cuando la Cotilla vuelva a casa, le contaré la verdad. Ya me imagino su reacción: ¿Os lo habéis comido, egoístas? Hubiese podido llegar a fin de mes vendiéndolo en el trapicheo.

martes, 5 de enero de 2021

Noche de Reyes Magos.

 - ¡Ay de lo que me acabo de enterar, Pascualita! Resulta que ésta noche llegan los Reyes Magos de Oriente ¿Y por qué no avisan? Con lo fácil que hubiese sido darme un golpe de teléfono. Pues no he comprado habas para los camellos ¡Ah, se siente! 

- Con la de años que hace que nos conocemos y siguen haciéndome faenas. Desde que nací les  pido una bicicleta ¡Una puñetera bicicleta! y nada, que no me la traen. He llegado a pensar que no les gusta el ciclismo. Es que los ropajes que llevan parecen adecuados para pedalear.

- La abuela me aconsejaba, ya hace años, cambiar de regalo. Pero no me daba la gana. La ilusión se convirtió en cabezonería y supongo que a los Reyes les debió pasar lo mismo. Y ahora tenemos una especie de pugilato para ver quién aguanta más, si yo pidiendo la bici o ellos no trayéndomela.

- Esta noche pondré los zapatos que fueron de mi primer abuelito, porque son talla 46. No vaya a ser cosa que, al ser sus Majestades tan mayores y emperrarse en no ponerse gafas, no vean los míos... 

La rama del árbol de la calle llamó a los cristales del balcón. - ¿Es algo urgente? (preguntó el cristal) Es que ahora está la casa caliente y si abro para una tontería, se irá el calor. - El árbol aseguró que era por una cosa importante.

La cristalera se abrió y como, realmente, era importante lo que dijo el árbol, el calor no se fue porque es del gremio de los Cotillos y quiere enterarse de todo.

La noticia era que los regalos amanecerán en el árbol en lugar de en el comedor como toda la vida de Dios. - ¿A qué viene ese cambio? (pregunté) - Así serán más frescos. 

El racionamiento me pareció perfecto. 

Pascualita y Pepe no tienen zapatos. - Pues os quedaréis a dos velas, guapitos, porque vuestras excusas son flojas: tengo cola o no tengo pies. O sea que me da igual, que me da lo mismo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Toma, mis botas de montar a caballo. Pónlas con los demás zapatos ¡A ver que me traeran los Reyes! - ¿Desde cuándo tiene usted un caballo? - Desde ésta noche si me lo traen. - ¿Y dónde dormirá? - ¿Duermen?. Siempre tienen los ojos abiertos. Bueno, ya lo pensaré. - Y salió como una exhalación.

lunes, 4 de enero de 2021

¡Que frío!

He salido a la calle porque no me ha quedado más remedio y casi me quedo pajarito ¡Que frío hace! Caminaba como una autómata debido a la cantidad de ropa que llevaba ¡y seguía temblando! 

Menos mal que me he cruzado en el mercado, con una mujer que comentaba con una amiga: - El frío es sano. Te mueves un poco y ya entras en calor. - Y tenía razón. Si la tiene hay que dársela, como la torta que se me ha escapado y se ha estrellándo en su cara. 

Ha sido tan de improviso que no les ha dado tiempo, a la amiga a cerrar la boca abierta por el asombro y a la "lista" a levantarse del suelo donde ha aterrizado, cuando yo ya enfilaba el camino de casa, ligera del equipaje que se me había subido a la espalda al oir tamaña aberración.

¿Para qué está el Invierno? Para pasar frio, jopé. Si no, no existiría y miel sobre hojuelas.

Este pensamiento cruzaba por mi mente cuando la Cotilla, envuelta en tres enormes bufandas, siete jerseys y dos anoraks, pasó por mi lado, rodando. Es que, con tanto ropaje, no podía guardar la verticalidad. A pesar de ello me puso sobre aviso: - ¡Te persigue un hombre, boba de Coria!

El corazón me dio un vuelco: - ¿Será posible que haya ligado a pesar de ir vestida de esquimal? ¿Será el 2021 el año que la abuela se convertirá en bisabuela?

No me giré para que mi enamorado no pensara que estaba colada por sus huesos pero escuché sus pasos acercándose. - ¡Ayyyy, que emoción!

Era Bedulio: - Lo he visto todo. Aquí tienes la multa. - ¡Ha sido en defensa propia!

domingo, 3 de enero de 2021

Pascualita ¡no está!

 Al entrar en casa sentí que algo no iba bien: Pepe lanzaba su largo OOOOOOOOOOOOOOO. Mi primer abuelito volaba al tuntún, tropezando contra la lámpara del comedor una y otra vez. Al árbol de la calle lo vi dudar entre tocar a los cristales del balcón, o no. Los gorriones callaban, quizas por el frío, tal vez temerosos. Y Pascualita... ¡no estaba!

La Cotilla salió del cuarto de baño donde acababa de darse los últimos retoques (no sé para qué) antes de irse a trapichear. En cuanto me vio criticó a su amiga. - A venido tu abuela y no hay quién le tosa desde que Geoooorge se ha convertido en un auténtico y genuíno mayordomo inglés y no como antes que era: mayordomo-inglés-europeo. - ¿Ha traído algo? - Yo más bien diría que se ha llevado algo - Ah, sí ... ¿el qué? - ¡Y yo qué se, boba de Coria! Nunca me cuenta nada.

Cuando la Cotilla se marchó llamé a la Torre del Paseo Marítimo. - ¿Yesssssss? (me imaginé al inglés con la cabeza levantada, la nariz apuntando al cielo, teléfono en mano y ese meñique tieso como un palo) - Soy yo. Dile a la abuela qu... - Mi no conocer a Yo. - Soy la nena... - Madame decir que no conocer... ¿nena? jijijijijiji 

Abrí la boca y de ella salieron sapos y culebras en mallorquín, en castellano y en arameo. Por fin la abuela se puso al teléfono. -"Cuando te calmes, llama"

Pasó casi una hora antes de volver a marcar. Estaba sudando a mares a pesar del frío. Antes de escuchar la voz de Geoooorge, yo ya le había recitado una retahíla de los males que le auguraba. 

Por fin se puso la abuela. - ¿Te has llevado a Pascualita? - "Sí" - ¿Por qué? - "Por mi asma y porque es mía" - ¡No es de nadie! - ¡Me colgó!

Poco después el árbol de la calle llamó a los cristales y de sopetón, me dijo: - Te la devolverá pronto. - ¡Eh! ¿Acaso tú sabes...? - ¡Naturalmente, mujer! Es una sirena de lo más educada y amable. - ¿Pascualita? 

Mi primer abuelito se posó en una de las ramas: - ¡Que cara se gasta mi viuda! Se ha llevado a la sirena sin dejarte una nota. - Yo iba de sorpresa en sorpresa: - ¿Tú también lo sabes? - Antes de que pudiera contestarme, los gorriones del árbol empezaron sus parloteos cuyo tema era: ¿dónde está la Sirena?. A penas me dejaron oír a Pepe. Fui a por él: - ¿Tú también estabas al cabo de la calle? - El ojo-catalejo se movió hasta que pudo fijar la vista y dijo: - OOOOOOOOOOOOOOOOOO. - Fui a cerrar los cristales del balcón pero el viento frio de la Tramuntana lo impidió hasta que me pintó la nariz de rojo. Y antes de que el remolino se convirtiera en ráfaga, gritó: - ¡Yo también lo sé!



sábado, 2 de enero de 2021

Es en diferido.

 - Abuela, esta mañana he convertido la última página del calendario 2020 en trozos para hacer un bloc donde anotar la lista de la compra. Sin embargo, como todos los años en éstas fechas, echo de menos ver salir al escuchimizado viejo carcamal del año que acaba y al bebé que viene a sustituírle ¡Nunca he sido capáz de verlo. Como estoy pendiente de no atragantarme con las uvas... ¿los has visto alguna vez?

- "¿Eres tonta?" - Ni más ni menos que como el año pasado... - "Que te crees tu eso. En éste sentido eres como el vino, que mejora con los años. En tu caso, empeoras."

Esta conversación la hemos tenido por teléfono. A veces dudo que la abuela sea tan inteligente como presume. Nunca se ha planteado la cuestión de los años - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! 

- Hombre, Cotilla ... - y le hice la pregunta de los Años a ella. Tardó ná y menos encerrarse en su cuarto, mientras me pareció oírla decir: - Con lo que me sale la boba de Coria ahora, con el frío que hace ¡Anda y que la aguante su abuela!

Unos golpes en el cristal del balcón me dijeron dos cosas: o hace viento fuerte o el árbol de la calle tiene algo que decirme. Se trataba de lo segundo. Mi primer abuelito ocupó su puesto en lo alto de la lámpara del comedor. Pascualita saltó del acuario al aparador, reptó hasta la bandejita de turrones y no dejó ni uno. Pepe se hizo notar desde su repisa de la cocina soltando su escandaloso OOOOOOOOOO para que lo llevara con los demás. A todo ésto yo pregunté al aire helado, llegado de las montañas de Tramuntana para pintarme la naríz de rojo: - ¿Qué pasa?

El balcón se iluminó con luces de mil colores cuando un viejo derrengado, que arrastraba una larguísima barba blanca y era perseguido por millones de almas, se metió por el agujero del balcón y desapareció. Entonces, un bebé con un pañal numerado, 2021, saltó desde lo alto de los plátanos del frutero y se coló por la primera hoja del nuevo calendario. - Aplaúdimos todos aunque no dejé de reconvenir al aire helado: - Pero ¿ésto no es en directo, eh? - No, tía pestiño. Es en diferido.

 

 

viernes, 1 de enero de 2021

Hola, 2021.

 - Ya está, Pascualita.  Por fin le he dado la patada en el culo al año 2020! He tirado a la basura  sus restos. Con lo bonito que me pareció cuando arranqué la primera hoja del calendario con esos números ahora hace un año. Pensé que, a partir de entonces, volvería la moda del charlestón y toda la belleza que envolvió aquellos locos y maravillosos años veinte.

Incluso saqué del cantarano de la abuela un vestido genuíno de aquella época que guarda allí. Me queda ideal. Con unas pluma, largos collares de perlas, flecos y sedas. Y la música... : ¡Son tantos negros los que han veniiiiido para enseñarnos el charlestón. Y las mamás, se ven morás, para evitarnos ir al bazar... - Ahora me doy cuenta de que no son políticamente correctas éstas letras alocadas, alegres y divertidas ¿Tú cómo lo ves?

La sirena no las ve de ninguna manera porque hace un siglo debía estar en el fondo oscuro del mar. Y oscuridad es lo que esperaba a la gente después de aquellas benditas locuras donde los artistas crearon belleza hasta que una nube tan negra como el fondo del océano, cubrió el mundo entero. Y lo hizo dos veces matando a millones de personas, como está haciendo ahora el coronavirus del que nadie está a salvo.

Ha llegado la vacuna: el séptimo de caballería de las películas del Oeste americano. Ha sonado la trompeta y en los cines la gente aplaude a rabiar como hacíamos entonces. Son los mismos perros que ladraron en aquellos lejanos años veinte, con distinto collar.

De repente, una pareja enamorada, baila sobre la mesa del comedor: la Momia y mi primer abuelito se han encontrado en un remolino de viento frío y protegidos por el árbol de la calle, han entrado en casa por la ventana de la cocina. La música del lejano charlestón los envuelve y ellos ríen dejándose llevar por ella.