viernes, 31 de julio de 2020

Barriga de confinamiento.

La barriga que fui alimentando durante el Estado de Alarma sigue empecinada, en quedarse conmigo. ¿Acaso se lo he pedido? ¡no! ¿Por qué se encariña de mi la muy jodía? Yo le digo ¡Quita, bicho! pero no me hace ni caso ¿Será masoquista?

Pascualita, en cuanto le saco éste tema, se refugia en el barco hundido, camuflado entre las algas del fondo del acuario. No le gusta encarar los problemas, porque ella tampoco se quedó atrás con su barrigoncito. Me he propuesto ganar ésta batalla y desde hoy mismo, en ésta casa solo entrará verdura, agua, más verdura y más agua ¡ni chinchón!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Estás hablando sola, boba de Coria? - Sola no, Cotilla, conmigo misma. - ¡Cómo está patio! ¿Y qué te cuentas? - Que, a partir de hoy, empezaremos un régimen extricto para... - ¿Empezaréis?... ¿quiénes? - (¡Ostras! por poco meto la pata) Pues... usted y yo. Comeremos verduras y beberemos agua. - ¿Y qué más? - Pues... más verdura y más agua. - Visto lo visto, me voy a comer al comedor social.

Del mercado vine cargada de lechugas, acelgas, espinacas, brocolis, coles, coliflor, pimientos, cebolletas, cebollas, endivias, perejil, apio... ¡y yo qué sé! Compré de todo lo que era verde. Y lo herví en una gran olla. Cuando vi el resultado, el ánimo se me cayó a los pies. Repartí la verdura en varios tapers y me preparé un platito de los de postre. Lo probé y decidí que el forraje está muy bien para que se lo coman los animales pero ¡YO!...

Tiré una cuantas cucharadas al acuario y la sirena salió rauda de su escondite. Probó lo verde e hizo una mueca que, aunque parezca imposible, la afeó más aún. Después me escupió lo que le quedaba en la boca. - ¡Serás cochina! - Pero no pude reprocharle nada porque a mi tampoco me había gustado.

Miré mi barriga del confinamiento. No iba a ser tan fácil desprenderme de ella. Y de repente ¡se puso a cantar el himno de cuando ella estaba creciendo!: - ¡¡¡RESISTIRÉ ERGUIDA FRENTE A TODOS...!!! - ¡¡¡La madre que la parió!!!

jueves, 30 de julio de 2020

¡Me voy!

Hay un grillo en mi casa que le pone música al OOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe y no paran en todo el día. Y mientras Pascualita se sienta en el borde del acuario a escucharlos, yo dejo entrar a todo gorrión que quiera hacerlo para ver si se comen al músico de una vez porque yo ya no puedo más. Tengo la cabeza como un bombo.

Pero, o está muy bien escondido, o los gorriones también se sienten atraidos por su cri cri cri porque se colocan donde pueden: mesa, sillas, ventana, incluso mi primer abuelito ha tenido que hacerle sitio a algún pájaro en la lámpara del comedor. 

Escuchan con atención o trinan formando una coral de lo más estrafalaria. Los vecinos ya me han llamado la atención varias veces, sobre todo a la hora de la siesta. Aporrean la puerta y como no les abro, tiran agua por debajo. Ahí me pillan porque me puede la curiosidad y al abrir se me hechan encima poniéndome a parir.

Por eso he decidido largarme. Se lo he dicho a la abuela: - ¡Me voy! - "¿A dónde?" - ¡Muy lejos! - "¡Alabado sea Dios! Espero que por mucho tiempo" - ¡Jopé, abuela...! - "Hale, hasta más ver..." - Mientras ella colgaba el teléfono, le oí decir. - "¡Ancha es Castilla!"

Con el botijo y el abanico he pasado al árbol de la calle y me he subido a la primera hojita que venía hacia mi. Al abrir los ojos estaba en un lugar extraño... Venus tal vez. Iba la gente ( o lo fueran) tan tapados que no pude certificar si eran verdes como en los tebeos de mi infancia.

Estaban en constante movimiento de acá para allá. Incluso corrían.  En una especie de camas con tubos enchufados a aparatos extraterrestres que pitaban y tenían luces palpitantes, había tendidos unos seres inmóviles ¿terrícolas abducidos a los que se examinaba para conocer sus propiedades humanas? Huuuuuy, aquello me dio muy mala espina. Menos mal que a mi no me veían pero no podía estar segura al cien por cien y decidí que no me gustaba aquella atmósfera asfixiante y decidí que prefería aguantar los conciertos de mi casa.

Antes de que la hojita me transportara de nuevo al árbol vi un letrero: ¡¡¡CORONAVIRUS!!! - Me refugié en el balcón. ¡Había visitado una UCI en pleno rendimiento contra la Pandemia!

miércoles, 29 de julio de 2020

¡Hace una calorada de 40º!

Me paso el día con la fregona en la mano recogiendo los chorros de sudor que me caen solo por llevarme un vaso de agua a la boca - ¡Esto es el Infiernoooooooooooooooooooooo! (grito) - Una risa con sonido estereofónico suena cerca de la lámpara del comedor. Es mi primer abuelito que subido a ella, se abanica con una tela de araña  abandonada. - ¡Que pardilla eres, nieta! En el Infierno se está tan estupendamente porque son tantos los riquísimos que han sido destinados allí que han acabado poniendo aire acondicionado por todos los rincones del Averno.

Pues, un poco por respeto porque es mi abuelito y otro poco por el cariño que le he ido cogiendo desde que le conozco ¿por qué no tengo que creerle? ¡Le creo a pies juntilllas! Por eso llamé a la abuela para contárselo y, de paso, decirle que no hará falta que se lleve un abanico al Infierno. - "¿Te lo ha dicho el Juanlanas de mi primer marido? ¡Y tú te lo has creido! No eres más tonta porque no te entrenas" - Más sabrá él, como anima en pena que es, que tu que sigues aquí. - "Con lo que tuve que aguantarle ya he redimido mis penas"

Comenté todo ésto con Pepe y Pascualita. El jibarizado sigue haciendo gala de su buena educación no interrumpiendo la conversación ni ofendiendo con sus opiniones. Su letra favorita el la O y, a veces, se pasa todo el día repitiéndola. - OOOOOOOOOOOOOOOO... - hasta que lo lanzo contra el suelo para que se calle. De momento es mano de santo.

Pero ese catalejo que le salió en un ojo no para de moverse. Y me preocupa porque, de ser cierto lo que me imagino, Pepe es ¡un espía! ¿Para quién trabaja? ¿Para la abuela? ¿Para Bedulio... ? ¿Para la Cotilla?
Y si es un espía tendré que fusilarle. O mejor se lo devuelvo al señor Li y que lo espíe a él para mi. Aunque, primero, tendré que descifrar ese idioma raro que se ha sacado de algún pedazo de cuerda vocal que no se llevó por delante el sable que lo decapitó.

Dios mío, cuánto tragín me toca resolver. No es raro que sude de ésta manera. Y encima, Pascualita no sale de su acuario lleno de cubitos para mantener el agua fresquita y pasa de mi. De vez en cuando hace la señal de OK con sus deditos palmeados, pero no lo hace por convicción de lo que digo, sino para que me calle de una vez. ¡Que cruz tengo con éstos dos!

martes, 28 de julio de 2020

Hace mucho calor.

Me paso el día en el balcón mientras da la sombra. He puesto un barreño con agua de mar y cubitos para Pascualita y mis pies. Yo los tengo en remojo mientras ella nada lentamente al rededor. Los gorriones, que saben que el agua no es potable, se amorran a los pitorros del botijo y se bañan en un bote redondo de taper.

En el caso de que se presente la Cotilla de improviso, levanto los pies, Pascualita se cobija debajo y no la ve. Lo hemos ensayado y nos sale requetebien... Era mediodía cuando han llamado a la puerta, cosa que me ha descolocado porque quién, en su sano juício, va de visita a éstas horas mientras los termómetros de las calles marcan cuarenta grados.

Como el timbre de la puerta sonó de nuevo, no tuve más remedio que abrir. Para evitar sustos, tapé el barreño de Pascualia con una toalla. Era Bedulio. - ¡Dios mío! Parece que hubieras cruzado el desierto del Sahara de punta a punta. - Estaba mojado de sudor. A sus pies se había formado un charquito que íba creciendo ... La cara congestionada y roja como un tomate no auguraba nada bueno. - Anda que también tu jefe... ¿No podía esperar a que fuera más tarde para mandarte con un multa? - No... (tenía la lengua hinchada como si hubiera estado hablando durante horas) ¡A...gua!... - No lo entendí. - ¿Guau? - No... ¡Agu... a! - Mientras yo trataba de entender lo que quería decirme, el charquito empezó a bajar por la escalera.

- A ver, deletrea porque no te acabo de entender. Has dicho A... ¿qué era lo otro? - Me dio la impresión de que el rojo de la cara aumentaba de intensidad y el sudor brotaba más deprisa. - ¡Hijo de mi vida! Pueden ponerte de surtidor en alguna placita de esas tan monas que hay por Palma. Y lo que se ahorraría el Ayuntamiento porque tendrían una estatua, tú y un surtidor, tu sudor jajajajajajajaja

Alguien entró en la finca. Se oyó un grito y un golpe. Después un ¡ayayayayayayayay! Luego - ¡¿Quién ha sido el guarro que se ha meado aquí!? - Me dio la risa - ¡No es pipí! jajajajajajaja Es sudor de Bedulio ¡Tendrías que ver que exageración! - ¿Y no puede sudar en su casa? ¡Podría haberme matado!

Sin darme tiempo a reaccionar, Bedulio me cogió del cuello, repitió la palabra ¡A...a...a...g....! Y cayó redondo al suelo. No me quedó más remedio que llamar al 061. - ¡Este hombre está deshidratado! (dijo una doctora) - No me extraña, con lo que suda. - ¿Le ha dado agua? - ¡No, señora! ¡No ve que podría ahogarse!

lunes, 27 de julio de 2020

Hace calor.

Me he comprado un botijo para ver si, bebiendo su agua, se me va el calor. Y sí, un poco se me ha ido cuando lo he levantado y, en lugar de apuntar a la boca con el pitorro fino lo he hecho con el gordo ¡Menuda ducha me he dado!

Pascualita, que también sufre los calores, al ver el agua en el suelo, se ha dado impulso con la cola desde el acuario y se ha estrellado contra el suelo y por poco se muere, primero porque el trastazo ha sido de campeonato y segunda, porque el agua es dulce.

He tenido que ponerle una tirita en la cabeza porque se ha abierto una brecha en la frente. Le haría una foto si no fuera porque, cada vez que lo intento, me da la risa floja ¡No es más fea porque no se puede! No sé si será por el golpe pero tiene un ojo que mira para Oriente y el otro para Occidente.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿De qué te ríes, boba de Coria? - ¡Cotilla!¿No sabe llamar a la puerta? - Teniendo llave no hace falta.

Había tenido el tiempo justo para guardar a la sirena en mi escote. La había puesto bocabajo sin darme cuenta que en mi canalillo había quedado un charquito de agua y, de repente, empezó a darme coletazos: ¡zas, zas, zaaaaaaaaaaaaas! - La Cotilla miraba por todas partes - ¿Qué es eso? ¡Es un pez! - (¡La madre que la parió! Pensé) - ¡¿Qué hace un pez en tu escote?! - ¡Eso digo yo! (me hice la asombrada)

Conseguí sacar a la sirena de la "trampa" donde estaba y la arrojé lo más lejos que pude... el árbol de la calle. - ¡Qué haces, loca! hubiésemos podido hacer una sopita de pescado la mar de rica! (gritó la Cotilla) - Pero si no medía un palmo ¿qué sopa iba a salir de eso? - Eres una manirota. Así no encontrarás nunca un novio que quiera hacerte un bisnieto.

Cuando, por fin, la Cotilla se durmió en el sofá de la salita, corrí a rescatar a Pascualita de los gorriones. Escuchando la escandalera que venía de la copa del árbol me temí lo peor. No me equivoqué. Saltando y piando, vi gorriones con enormes muslos de pollo, otros con un ala espectacular, alguno tenía la cabeza como la de un niño. En fin, los dientes de tiburón habían trabajado a destajo. Pascualita, al verme, sacó su dentadura a pasear pero le acerqué la escoba para que se cogiera a ella y un minuto después, nadaba tranquilamente en su acuario.

domingo, 26 de julio de 2020

El altar.

Andresito me ha llamado muy alterado y me he puesto en lo peor: que me pidiera asilo familiar. Y mis peores temores se han cumplido. - Nena, que dice tu abuela que si me quieres tener unos días en tu casa. Es que llevo un tiempo que estoy de los nervios y dice que no me aguanta. O me voy contigo o se divorcia. - ¡Divorciate, hombre!

Hizo como si no me oyera. - ¿Qué dices? ¿Vengo o qué? - No me quedó más remedio que aceptar su "visita" o me quitan del testamento.

Cinco minutos después ya estaba en casa. - ¿Has venido volando Geooorge? (pregunté, pasmada, al mayordomo) - No. Coche estar parado bajo árbol de la calle. - ¡Vaya!

Mientras el inglés metía en el antiguo dormitorio de la abuela la maleta de Andresito, éste se fijó, al pasar por el comedor, en el aparatoso altar que tiene montado la Cotilla. Entró a curiosear y, de repente, dos lagrimones rebotaron en el suelo salpicándolo todo. - ¡Oooooh, nenaaaaa! que detallazo! No hay como acercarse a las clases humildes como tú, para ver la grandeza del pueblo.

Yo estaba más despistada que un pulpo en un solar ¿De qué clase y de qué pueblo hablaba? - ¿Puedo encender las velas? - Es que... hace mucho calor... - Si sudo será un pequeño sacrificio en desagravio a El. - ¿Quién es él? - El que ahora llaman Emérito (suspiró)

- Abuelito ¿quieres un chinchón on the rock fresquito? - Solo quiero encender las velas - Es que estas cosas son de la Cotilla y las tiene muy celosas... - No estropearé nada... - Antes tengo que llamar a los bomberos... Puede producirse un incendio. - Iré con cuidado... - ¡Pero si es que no quiero tener altares a los Amigos de lo Ajeno en mi casa! ¡Estoy harta de decírselo! Pero ella sigue erre que erre! - ¡Nenaaaaa! - ¡¡¡Ni nena, ni leches!!!

En un arrebato abrí una bolsa grande de basura y tiré dentro todo el tinglado. - ¡¡¡NOOOOOOOOOO. NO TIRES LA FOTO DEL EMÉRITOOOOOOOO!!!

Cinco minutos después, el rolls royce arrancaba a toda pastilla llevándose al abuelito y a Geoooorge. Llamé a la abuela y cuando acabé de contarle lo que había pasado, dijo: - "Que forma tan tonta de tirar una herencia por la borda, nena"

sábado, 25 de julio de 2020

Pepe se ve.

Menuda noche me ha dado Pepe. Supongo que debido al trauma de ser llevado por los aires hasta un nido para servir de alpiste a las crías de los gorriones del árbol de la calle. El caso es que se pasó la noche entera haciendo OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO... Como añoro el tiempo que no decía ni mu.

Para que se callara he puesto una foto suya en su estantería, un poco alejada de él. - Mira, éste eres tú. ¿Has visto que guapo eres? Anda, mírate y calla, coñe. - El ojo-catalejo se movió lentamente buscando la foto. Eso le llevó un buen rato porque todavía no tiene práctica.

Pascualita, sentada sobre el frutero no perdía detalle. Cuando vió la foto, tuvo que enfocar la visión para lo que se tiró más de media hora. La sirena empezó a mover la cola rítmicamente y poco a poco, fue acelerándo. Estaba nerviosa. No me extrañó porque es una polvorilla y Pepe es lento hasta decir basta. De repente la cola de sardina se tensó y en el momento en que saltó a la estantería, también Pepe dio un brinco - ¡OOOOOOOOOOOOOOOOO! - ¡Se había visto en la foto y no se gustó!

Menudo revoltillo de bichos raros se armó allí arriba. - ¡¡¡Suéltalo. No te lo comaaaaaaas!!!

El escándalo llamó la atención de los gorriones más cotillos que se acercaron a ver si sacaban algún beneficio de todo aquello. - ¡¡¡Parad, paraaaaaaaaaaaaaad, jodíos!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡¿qué pasa, que pasa?! - ¡La que faltaba para el duro! ¡Nada, Cotilla! Me peleo con los gorriones.

A toda prisa arranqué la cabeza jibarizada de entre los dientes de Pascualita y espanté a los pájaritos. La sirena, ofuscada como éstaba, me mordió el dedo índice de la mano derecha. Tuve el tiempo justo de meter a la media sardina en el bolsillo del delantal, antes de que la viera la Cotilla y antes de que el dedo se pusiera taaaaaaaaaaaaaan enorme que no voy a poder meterlo en la naríz durante bastantes días. Y luego estaba el dolor. Por eso saltaba, lloraba, moqueaba y gritaba como una energúmena hasta que cogí la botella de chinchón y me la bebí casi toda (por que la Cotilla me la arrebató) - ¡Eh! ¿Y yo qué?

viernes, 24 de julio de 2020

¡Que calor!

Hace tanto calor que tengo a los gorriones del árbol de la calle, en casa. No paran de entrar y salir a beber agua. Primero probaron la del acuario pero pronto supieron que era de mar. Y fueron al grifo del fregadero. Montaron tal la escandalera que no me quedó más remedio que abrirlo. Fue todo un descubrimiento para ellos. Ahora tengo que tenerlo abierto todo el día y ellos beben y se duchan cuando les da la gana... Cuando me llegue la factura se la llevarè al Alcalde para que pague, por lo menos, la mitad.

 Y mientras mi casa es invadida por los gorriones, tengo que tener la comida escondida porque, el otro día, me desapareció una barra de pan enterita. Ese día me enfadé y cerré la ventana que da al árbol. - ¡A la única ladrona que admito aquí es a la Cotilla!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Pasaba por aquí y te he oído nombrarme (dijo la Cotilla ante mi asombro) ¿Qué pasa? - Estoooo... nada.... ¿está segura que he dicho Cotilla? - Sí, hija. Cuanto mayor me hago, mejor oigo.

Mientras buscaba una excusa se oyeron golpes en la cocina. - ¿Qué es eso? - ¡Ladrones! (grité) - No me quedó más remedio que abrir la ventana para no quedarme sin cristales. Los gorriones entraron en bandada. La mayoría fue al fregadero, otros intentaron entrar en la despensa pero por ahí no pasé. Uno de los hambrientos voló hasta la estantería de Pepe ¡y cogiéndolo por los pelos se lo llevó volando!

No me quedó más remedio que subir a la rama del balcón e ir a por el jivarizado. Cuando lo cogí el pobre estaba un poco magullado por los picotazos. Una hojita se puso a mis pies y no desaproveché la ocasión de salir de allí.

Al abrir los ojos tuve más calor aún. Estaba junto a una pira donde la Inquisición había montado una parrilla en la que se asaban ¡varias personas! Volví rápidamente a casa. Tuve que tomar una jarra de chinchón on the rocks fresquita para quitarme la horrible visión mientras la Cotilla me ponía a parir por no dejárselo probar.

jueves, 23 de julio de 2020

El móvil.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa!  Mira lo que me he encontrado, nena. - La Cotilla entró en casa alardeando de un objeto que encontró en... - ¿Dónde estaba eso? ¿en el escaparte de una tienda de móviles, claro? - Te equivocas en redondo, boba de Coria. Estaba abandonado CERCA de una tienda de móviles, que no es lo mismo.

_ ¿Y qué hacía éste móvil, carísimo, solito? - Eso quisiera saber yo. - Si no hubiese salido corriendo se lo podría haber preguntado a su dueño. - El caso es que tenía prisa para... ahora no recuerdo por qué pero sí, tenía prisa. - Oiga, pues parece un último modelo. Le darán una pasta por él. - Ah, no. No voy a venderlo. En cuanto lo he tenido en las manos me he dado cuenta de la falta que me hacía uno... - ¿Cómo éste? - Sí, igualito. Que casualidad ¿no?

La miré con pena. - Acabará en la cárcel. Lo que ha hecho es robar. - ¡¿Yoooooo?! Que mente más sucia tienes y que lengua viperina. Estaba en el suelo... - Muy bien, lo que usted diga. Pues ya que lo tiene hágame una foto para mandar a una amiga. - Es un móvil, guapa. - ¿No sabe emplearlo? - Sí, llamaré a tu abuela.

Después de apagarlo y encenderlo la tira de veces, seguía sin saber usarlo. Mientras llamé a la abuela, con mi fijo y le conté lo que pasaba. - "¿Tan bueno es?" - Me parece de los carísimos. - "Pásamela"

Durante un buen rato la abuela le estuvo dando instrucciones, sin pies ni cabeza, para que aprendiera a manejarlo. La pobre Cotilla no daba pie con bola. - "Ahora dale al wasapp" - La Cotilla sudaba la gota gorda - ¿A lo qué tengo que darle? - "Y házle una foto a la nena y me la mandas. Dale ahí... ahora allí..¡Escribe...! No, ahí no... ¿Qué sale en la pantalla?... ¡Que raro!... Ahora..." - ¡Déjame ya que tengo la cabeza como un bombo!

La Cotilla estaba desmoralizada cuando colgó. - ¿Se ha enterado de algo? - ¡De nada! Se lo voy a dejar a tu abuela unos días para que lo ponga bien. - ¿Cómo bien? - ¡No me marees tu también. Toma. Dáselo cuando la veas!

Me pasé la tarde haciendo fotos a Pepe y a Pascualita y mandándoselas a la abuela. - "Mañana mismo me traes el móvil" - Lo sientoooooo. Hay que salir a la calle SOLO cuando es IMPRESCINDIBLE. - Lo último que escuché fue: - ¡¡¡NENAAAAAAAAAAAAAAAAAA...!!! - y después, clic.

miércoles, 22 de julio de 2020

¡Menuda sorpresa!

Esta mañana ha habido cambios en casa. Ha sido toda una sorpresa ¡y un susto! Pepe ha querido dejar claro que, en vida, no fue ni una damisela inglesa de finales del siglo XIX que se perdió en la selva de Papúa, cosa que los jíbaros aprovecharon para meterla en la olla del cocido y que más tarde , redujeron su cabeza hasta hacerla del tamaño perfecto para ser un llavero.

Ni tampoco un explorador europeo al que le pasara lo mismo.  Porque hoy ha quedado demostrado que Pepe fue un señor con toda la barba Así es como ha amanecido hoy.

Al entrar a la cocina con Pascualita para desayunar, del estante donde siempre está el llavero, pendía una melena lacia y negra que me ha descolocado. - ¿Pepe? ¿Estás bien? ¿a qué viene tanto pelo? - La cabeza ha dicho OOOOOOOOOOOOOOOO. Y como con eso no me ha quedado claro lo que quería decir, he tenido que subirme a una silla para verlo. ¡Pepe tiene barba y melena, largas, lisas y negras!

¡Ostras, que susto me he llevado! Me había venido a la mente la figura de horribles arañas peludas, luego me he dicho ¿Tan peludas?

Pues nada de bichos. Era Pepe, que no debía llamarse así en los tiempos en que se lo comieron con patatas. ¿Quién fue entonces? ¿Un guerrero enemigo de quienes lo asaron? ¿El plasta de la tribu?... Esta historia todavía no ha llegado a su fin pero va avanzando poco a poco.

El ojo-catalejo estaba fijo en  mi y me sentí en la obligación de decirle algo. - Bonito pelo, Pepe... - Y el contestó - OOOOOOOOOOOOOOOO.

De repente, Pascualita, haciendo palanca con su potene cola de sardina, saltó al estante y cogiendo a Pepe del pelo, lo volteó como hace un vaquero del Oeste con el lazo para coger una vaca y ¡lo soltó! Yo no salía de mi asombro y no fui capáz de reaccionar con rapidez, por eso Pepe salió volando por la ventana de la cocina que da al árbol de la calle.

Até un imán a una cuerda y, gracias al llavero, conseguí sacarlo de allí antes de que algún pájaro intentara alguna jugarreta contra él. Mientras, Pascualita no paraba de aplaudir y hacer la señal de OK. ¡Madre, la que me ha caído encima con éstos dos!

martes, 21 de julio de 2020

Que trajín.



He pasado por la tienda de los chinos para preguntar por el señor Li pero uno de los empleados, ha dicho no con la cabeza. - ¿No puedo entrar? - Mejol no, boba de Colia. Señol Li quelel hacel contigo lollitos de Plimavera. - ¿Está enfadado conmigo? Que poca correa tiene ésta hombre.

Volví a casa y en el camino me encontré con Bedulio que, en cuanto me vio, se dio media vuelta. Lo llamé y apresuró el paso. - ¡Para, Bedulio, Tengo que denunciar al señor Li. Dice que tengo la culpa de que esté en plan Trípode y no es así!

Una mujer me preguntó si estaba hablando con la pared. - No. con el Municipal. - ¿Qué municipal? (dijo mirando en torno nuestro)

No había ni rastro de Bedulio. He llegado a pensar que, esas carreras que se pega cuando me ve, son porque se entrena para las próximas Olimpiadas.

En casa me esperaba la Cotilla. Estaba montando un gran altar en la salita para el Emérito. - ¿Otra vez? - Voy a poner cuantas velas y velones me he podido agenciar de las iglesias que "límpio" - No creo que le sirvan de mucho, Cotilla. Parece que cada vez está más pringado ... - Cosas más raras se han visto, boba de Coria. Sin ir más lejos, lo de los ordenadores de Bárcenas (¡mi héroe!) rotos, ha salido francamente bien. ¡Todos son inocentes! ¿Ves como funciona lo del altar de los Amigos de lo Ajeno?

La dejé por imposible. Y mientras yo abría dos latas de fabada asturiana para ella y para mi, la Cotilla encendió las velas y a punto estuvo de arder la casa entera.

Mientras lo bomberos recogían la manguera, yo quería matar a la vecina: - ¡¿POR QUÉ, COTILLA, POR QUÉ?! - Para que me lleve con él a su exilio dorado, esté donde esté... ¡buaaaaa!... ¡¡¡QUIERO SER RICAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

lunes, 20 de julio de 2020

El trípode.

Esta mañana he metido, a duras penas, a la sirena en el termo de los chinos. Hay que ver como encoje éste trasto con los años. Me lo he colgado al cuello. En una pequeña mochila que me trajeron los Reyes hace ya la tira de años y está un poco comida por la polilla (que le vamos a hacer, a todos nos gusta comer y a las polillas también) he metido unos bocadillos, un termo con chinchón fresquito y a Pepe lo he colgado, en plan llavero, en una de las asas de la mochila y nos hemos ido a la playa. ¡Ya va siendo hora de que me de un buen chapuzón!

Después de visitar playas, de coger todo el sol de la mañana, de ser recibida con frases como ésta: - Lo siento, el aforo está completo. - Pero no quiero aforo sino arena y agua... - Y encima, no lleva puesta la mascarilla. - ¿No irá a multarme?

No pude entrar en ninguna playa. Subía a un autobús y me bajaba para subir de nuevo tras prohibirme la entrada.

Pascualita estaba medio asfixiada de calor y quité la tapa del termo para que le entrara aire ¿fresco? ¡caliente! Harta de todo, saltó al pinar que teníamos cerca. Pepe soltó su OOOOOOOOOOOOOO
y yo utilicé su ojo-catalejo para mirar por él buscando a Pascualita.

La vi atrapada por la resina del pino contra el que se había estrellado. Fue una suerte que diera con ella porque estaba apunto de convertirse en un bicho atrapado en el ámbar para ser hallado, miles de años después, por un terrícola que se haría un colgante con ella.

En vista del "éxito" me senté bajo los pinos a escuchar a las cigarras. Saqué el bocadillo y el chinchón y la sirena y yo nos pusimos morados de comer y beber. El canto de las cigarras hizo su efecto y la modorra me durmió sin que me diera cuenta. ..

El sueño se convirtió en pesadilla y desperté sobresaltada en el momento en que el señor Li alargaba el brazo para coger a Pascualita que daba cabezadas. - ¡¡¡Quieto ahí!!! - El hombre se asustó y se quejó del manotazo que le di. - Yo quelel complal gamba golda... Tu pegal fuelte, jodía. - ¡La gamba es mía! - ¡Yo pagal! - ¡Y una porra! Se la quería llevar por la patilla. ¿La quiere? ¡¡¡TOME!!!

He sabido que el señor Li está en su casa después de largas horas en Urgencias. Según me contaron todos lloraban al verlo... de risa. Pascualita había clavado la dentadura de tiburón en las partes blandas de la entrepierna del chino y fue tal la hinchazón que le apodaron ¡El Trípode!

domingo, 19 de julio de 2020

Al sol que más calienta.

Los tres habitantes de ésta casa estamos achicharrados. Rojos como las gambas de Sóller. Y despellejándonos como hace la Cotilla cuando tiene a alguien entre ceja y ceja.

Esto nos pasa por dormirnos en el balcón como ceporros mientras el sol se ensaña con nosotros el muy jodío. Estamos en un ¡aaaayyyyyyyy! Voy por casa tal como me trajo la comadrona al mundo porque no aguanto que me roce la ropa. Pascualita encuentra consuelo al dolor permaneciendo bajo el agua del acuario y Pepe el jivarizado no para en todo el día de hacer ¡OOOOOOOOOOOOOOOO!

Esto es un sinvivir. La Cotilla dijo que para las quemaduras lo mejor es la manteca de cerdo y me puse toda la que encontré en la nevera pero, cuando salí al balcón un ratito, para sentir el aire fresco de la mañana sobre mi piel, el sol me vió y dispuesto a distraerse un rato, apretó su calor y ahora, además huelo a tocino frito.

No puedo contarle nada de esto a la abuela porque se parte de risa. - Oye, que yo no me río... - "Porque eres muy sosa, nena. Así te luce el pelo con los novios jajajajajajajaja ¡¿Y a qué dices que hueles?!" - A tocino frito... - Jajajajajajajajaja - ¡Abuelaaaaaaa!

Recurrí al árbol de la calle y me subí a la primera hojita que se me puso a tiro. Al abrir los ojos hacía tanto frío que los dientes me castañeaban. Un largo carámbano pendía de mi naríz y no me sentía las orejas. El paisaje que me rodeaba era blanco. El ruído que se escuchara era NADA. ¿Me había muerto sin enterarme? Unos pasos más adelante había un cartel que ponía: - POLO SUR. TEMPERATURA: UNA BURRADA BAJO CERO.

De pronto, a mi nuca llegó un aliento calentito seguido de un feroz rugido. Y al volverme, con cuidado, para no perder ningúno de mis miembros congelados, tenía a un palmo de distancia unas fauces armadas con colmillos de sable... ¿Sable? ¡¡¡¿Periodo Glacial?!!!

Nunca he vuelto al árbol de la calle tan deprisa y batiendo records. ¡Que bien se está al solecito!

sábado, 18 de julio de 2020

Incomprendida.

Tengo que salir a la calle disfrazada para que los vecinos no me linchen. Y eso que he colocado carteles por todas las esquinas del barrio, en el ascensor de casa, en el tronco del árbol de la calle... explicando que TODA LA CULPA DE HABERNOS CONTAGIADO ¡ES DE LA ABUELA!

Han pasado olímpicamente del anuncio. Incluso han escrito a boli cosas como ésta: - ¡Mentiraaaa! tu abuela es una Señora rica y tu una pardilla que, ni siquiera puedes comprar un pececito para el acuario!. - ¡Huy, como me ofrendió estooooooooo!

Se me nubló el entendimiento por la rabia que me corroía. - ¡Ahora verán! - Le hice una foto a Pascualita, a la que pillé de improviso y salió horrorosa. Hice carteles con un texto: ¿Que no tengo peces? ¿Y ésto qué es? -  y los pegué debajo de los anteriores.

Desde el balcón escuchaba risas y comentarios. Cuando se hizo el silencio, bajé a la calle, de incógnito y me acerqué a uno de los papeles: - ¡Que "guapa" estás, boba de Coria! jajajajajajajaja

Estaba desesperada. Todo se me volvía en contra. - Puse otra foto: - Ni es pez, ni persona. Es ¡la sirena! - Volvieron a sonar las risas. - No es un pájaro, ni un avión. Es... ¡¡¡LA BOBA DE CORIA!!!

Esto no podía ser. Estaba fuera de mi. Estaba preparando otro anuncio cuando llamaron a la puerta. A medio tramo de escalera había un municipal con una vara larga en la mano en cuyo extremo ondeaba un papel. Me ofendí: - No te voy a contagiar... ¿Esto qué es? ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!!! Una multa por ensuciar las paredes y los árboles del barrio.

Antes de pegarme un tiro en la pierna, felicitaré a Xisca Artigues por su cumpleaños. Es una mujer fantástica. ¡Que cumplas muchos más y tengas mucha Salud, guapa!

viernes, 17 de julio de 2020

Una reunión "familiar"

Menuda la que se ha montado en mi casa. La abuela contó a Andresito lo de la mascarilla voladora. El no la creyó - Debiste pasarte con el chinchón, cariño. - Pero, a pesar de ello, se lo contó a su madre y a la Momia le faltó tiempo para pedirle a su hijo que organizara un encuentro familiar, en mi casa, porque no quería dejar éste mundo (no ahora, sino tirando hacia el año 3.000) sin ver una cosa tan extraordinaria.

Andresito no supo negarse. A la abuela no le pareció mal. Geoooorge dijo que si también podría ir a ver el espectáculo. A mi me llamaron para que avisara a la Cotilla y a Bedulio. La cuestión era juntarnos todos y pasar una tarde agradable, viendo lo nunca visto y tomando chinchón on the rocks bien fresquito. La merienda la pondrían los abuelitos con bandejas llenas de delicatessen... ¡¿Cómo podía negarme?!

El caso fue que se llenó la casa de gente. Y como el cotilleo está a la orden del día y la Cotilla no puede tener la boca cerranda, los vecinos empezaron a llamar a la puerta. - Hola, nos dijeron que trajeramos algo... traigo una botella de gaseosa. Yo, una bolsa de cacahuetes. Pues yo traigo hambre...

Yo había hablado con mi primer abuelito, adulándolo - Eres una celebridad. Vendrá gente a verte saltar y volar como hiciste el otro día, con la mascarilla puesta para que sea más espectacular...

Los últimos en llegar fueron el señor Li y Bedulio. A una señal mía, el abuelito dio comienzo al espectáculo. El ánima y su mascarilla dejaron a todos boquiabiertos. Aplaudían a rabiar y comían a dos carrillos. Era digno de verse. También yo estaba entusiasmada hasta que me di cuenta que el único que llevaba mascarilla era quien no la necesitaba. Empecé a sudar.


De repente, Pascualita entró en escena cuando el abuelito se situó sobre el acuario. La gente se levantó para no perder rípio. Jaleaban los saltos del bicho acuático y de la mascarilla. Una voz gritó: - ¡¡¡GAMBA GOLDAAAAAAAAAAAAA!!! - Y todo se precipitó. El señor Li saltó sobre la gente para coger a la sirena. Otros saltaron al lado contrario donde estaban las badejas y el bebercio. Pronto se liaron a tortas y se armó tal cacao que vino la policía a poner orden... Ahora somos ciento y la madre en cuarentena, con el barrio y mi finca, cerrados a cal y canto por confinamiento... Y encima, me hechan a mi la culpa.



jueves, 16 de julio de 2020

La mascarilla voladora.

Tranquilicé a la abuela diciéndole que su primer marido estaba como unas pascuas con la mascarilla que le mandó. Y que ya no pensaba en trasladarse a la Torre del Paseo Marítimo. - "Me has quitado un peso de encima, boba de Coria" - Y me ha hecho un regalo.

El rolls royce, aparcado en la parada del bus, ha organizado el embotellamiento tradicional y, como siempre, un concierto de pitos. Mientras, la abuela y Geooorge, que llegó cargado a casa, estaban en la cocina preparando una riquísima paella de marisco. O sea, que hay concierto para rato.

Una de las veces que salió de la cocina para hacer un vermout, con Pascualita metida en su escote, se quejó del ruído: - "¡Cierra el balcón! No sé cómo puedes aguantar esto. Hice bien yéndome al barrio rico . ¿Cómo se ha degradado tanto éste? Antes era un sitio agradable, con los ruídos normales, agradables. A veces se oía un grito más fuerte que otros pero... ¡Esta escandalera de pitos es vergonzozo! Ahora mismo voy a llamar a Bedulio para recordarle que su trabajo es evitar éstas cosas ¡Me va a oír!"

- ¡Déjalo, abuela. Está de vacaciones! - Pero ya tenía su móvil en la mano. Menos mal que levantó la cabeza y vio la mascarilla de mi primer abuelito ¡encima de la lámpara!

- "¿Qué hace eso ahí?" - Antes de que yo pudiera contestar, la mascarilla salió volando, dió unas cuantas vueltas al techo del comedor y se paró sobre el acuario de Pascualita. La sirena saltó del escote de la abuela al agua. Empezó entonces el juego del pilla-pilla entre la mascarilla y la sirena.

La abuela, incapáz de seguir los rápidos movimientos acabó sentándose, mareada perdida. - "Ay, nena, trae el chinchón porque el vermout se me sube a la cabeza".

Al final Geooorge y la abuela se fueron con unas raciones de paella en un taper. No se encontraba bien. Y yo no me atreví a decirle que era mi primer abuelito quien brincaba de un sitio a otro con la mascarilla puesta.

En la mesa puse un plato y dos platitos: para mi, para Pascualita y para mi primer abuelito. ¡Que rico estaba el arroz!


miércoles, 15 de julio de 2020

Una mascarilla para mi primer abuelito.

He llamado varias veces a la abuela y me ha colgado el teléfono otras tantas. Voy a volver a intentarlo. - ¿Abuela? ¡no cuelgues o pagarás las consecuencias! - "¡¡¡¿Me estás amenazando, boba de Coria?!!! Ahora mismo te tacho del testamento - ¡NOOOOOOOOOOOOOO! La culpa no es mía sino de tu primer marido. Quiere que le hagas una mascarilla de esas tan espectaculares... - "¡Porque tú le has hablado de ellas!" - ¡Que no! Las vio cuando las trajiste a casa. Se entera de todo porque siempre anda por el techo y desde allí arriba nos espía. - "¡No pienso hacerle ninguna mascarilla a ese berzotas!" - Pues me ha dicho que vendrá a tu casa y, si le gusta, se quedará allí para siempre. - "¡Mentira! ¿cómo te lo ha dicho? ¿Es que ahora hablas con los espíritus?" -  Me escribe...

Después de ponerme a parir por empezar a beber chinchón de buena mañana, me ha dicho que no me cree. - ¡Es verdad! Es una nueva técnica que usa para ponerse en contacto conmigo. - "Procura que no me lo encuentre en mi casa o te armo la Marimorena" - ¿Qué te cuesta regalarle una mascarilla si tienes un montón? - "Yo tengo unos principios, una moral, una... " - ¡Una hipocresía enorme, abuela! Primero te lo cargas, como sea que lo hiciéras y ¿ahora no puedes regalarle una telita con elástico y brillantitos... y plumitas?

- "Bueno, me lo pensaré... pero que no venga a la Torre del Paseo Marítimo"

Media hora más tarde, del rolls royce se bajó Geooooorge con un paquetito en la mano: ¡la mascarilla!

Cuando se la enseñé a mi primer abuelito se le saltaron las lágrimas y como no hay cara por la que correr porque es un espíritu, cayeron al suelo en plan cataratas del Niágara. Menos mal que tenía el balcón abierto y la riada salió por allí a la calle justo, cuando Bedulio pasaba por debajo.

Lo sé porque me hechó la multa por tirar agua a la via pública y mojar a una autoridad municipal por debajo de mi puerta. Que poca correa tiene éste hombre.

Cada vez somos más los que salimos al balcón a ver pasar la vida mientras degustamos unos chinchones on the rocks fresquitos: Pascualita, Pepe, a veces la Cotilla, yo y ahora también, mi primer abuelito. Ya casi no cabemos... Y entonces apareció el señor Li que volvía de un viaje al que lo mandé. Estaba cambiado. Llevaba una coleta larguísima, rematada por un lacito rojo. Tenía mal color de piel, parecido al de la sirena: amarillo-verdoso-gris-blanquecino. Cuando me vió exclamó: - ¡Que pesadilla. Quelel coltal mi cabeza! - ¿Por qué? - ¡Polque coleta no sel tan lalga como decil Leina china. Que jodía la tía!

martes, 14 de julio de 2020

Avaricioso.

La Cotilla es la Gaceta del barrio. No sabe tener la boca cerrada. No sabe guardar un secreto a no ser que el hacerlo le beneficie a ella. Menos mal que no conoce a Pascualita o ya no la tendría conmigo.

¿Cómo se ha enterado el señor Li de que a Pepe le salió un ojo-catalejo? ¡Por la Cotilla! Y cuando he ido a comprar al mercado de Pere Garau, ha salido de su tienda de los chinos dándo gritos como un descosido. - ¡¡¡Boba de Colia, boba de Coliaaaaaaaaaaaaaa!!!

No sabía si darme por enterada porque, en principio, me llaman boba de CoRia, no de CoLia. Así que me he hecho la sorda pero el tío no callaba: - ¡¡¡Palal, palal!!! Tu tenel cosa mía. ¡¡¡Palal ya, coñe!!!

Todo el mercado lo miraba y después me miraban a mi que era la única persona que les daba la espalda. - ¡Oiga, que la llama ese hombre! - Ah, como no entiendo chino... - Intenté seguir mi camino pero me agarró de un brazo (hay que ver lo rápida y  ágil que es la gente cuando le conviene) - ¡Hombreeee, señor Li, cuanto tiempo sin verle! - ¡Tú tenel cosa mía! - ¿No será la mascarilla que no se ha puesto? Huy que multa le van a poneeeeer. Mire quién está ahí ¡Bedulioooooooooo! - ¡Tu callal!

Por supuesto, cuando Bedulio me vio desapareció dentro del Mercado. Entonces el chino volvió al ataque - Tu tenel llavelo mío. Tu dal a mi. - ¿Que llavero? - ¡Uno con ojo! - ¡¿Pepe?! - Si, sel Pepe. - Lo compré en su tienda ¿por que tengo que devolverlo? - Polque ahola tenel ojo y sel más calo. - Y se quedó tan pancho.

- ¡Será jodío! el ojo ha salido solo. Además es un catalejo. - Yo no vender catalejo. Yo vendelte cabeza jibalizada. ¡No sel lo mismo! Tu pagal más a mi - De repente me dió la risa floja, los ojos se me llenaron de lágrimas y no podía para de reir. Y le dije, poniéndome chula: - ¡Anda y que te ondulen con la permanent y pa suavizarte que te den con seltz! - ¡Mi no entendel!

Y me fui a mis recados. Al volver a casa el señor Li me esperaba en el portal. - ¡Tu pagal más! - Lo invité a subir, lo llevé al balcón, le dije que saltara sobre una hojita desprendida del árbol de la calle y desapareció como por arte de magia. Después, Pascualita, Pepe y yo nos dimos un homenaje con unos chinchones on the rocks fresquitos.

lunes, 13 de julio de 2020

Si la envidia fuera tiña...



No me ha quedado más remedio que llamar a la abuela para pedirle mascarillas para Pepe, dos por por lo memos, una lavada y la otra puesta. - "Pero si Pepe no va a ningún sitio" - La culpa es de tu primer marido que da consejos, tanto a Pascualita como al llaverito jivarizado. - "¡Calla! Ni lo nombres." - Pues a alguien tengo que contarselo y ese alguien eres tú. No te lo tendrías que haber cargado, pobrecito. - "Es que no había divorcio entonces" - Pero si que existía el Ahí te quedas. - "¿Me estás juzgando? ¡soy tu abuela!" - Lo que digo es que me está revolucionando el gallinero y yo no le he hecho nada.

- "¿Está en tu casa, no? ¿es tu abuelo, no? Pues te lo quedas." - Pero es tu marido... - "Mi marido es Andresito ¿O me estás llamando bígama? ¡Mira que te borro del testamento!"

Tue que claudicar. Por la tarde el rolls royce de los abuelitos aparcó, como  siempre, en la parada del bus y Geoooorge me trajo un paquetito. Dentro iban dos minimascarillas para Pepe.

En cuanto las he visto he corrido a la cocina y le he puesto una color verde fosfi. El inglés tenía los ojos a cuadros. - ¿Mi venir aquí por "ESTO"? - Es que el pobre es muy de cumplir las normas de convivencia y no entendía que no tuviera una mascarilla con la de repuntes de la Pandemia que empieza a ver. - ¡Madame is como chota! - ¡Huuuuy, lo que has dicho de mi abuelaaaaaaaa! - ¡Tu como chota! - Eh, que yo no te he insultado. - No ser insulto ¡Ser verdad!

Lo tuve que echar a patadas. Y cogí tal acaloramiento que, cogiendo a Pascualita y a Pepe, ambos con mascarilla, salimos al balcón a que me diera el aire. En la rama del árbol de la calle más cercana estaba mi primer abuelito que al vernos frunció el ceño y levantando un dedo escribió en el aire - ¡¡¡¿Y YO QUÉ?!!!

Menos mal que una hojita se desprendió del árbol de la calle y pude subirme a ella, dejando a los tres monstruítos con un palmo de narices, en el balcón. Al abrír los ojos, navegaba por el Gran Canal de Venecia en una hermosa góndola conducida por un gondolero cantarín ... cuando, de repente, una nube de mosquitos nos atacó y mientras yo saltaba al agua para librarme de ellos, aparecí en mi balcón y vi a Pascualita "caída" dentro de la jarra de chinchón on the rock fresquita, relamiéndose.

domingo, 12 de julio de 2020

Que cruz tengo con ésta tropa.


En un descuido de la sirena he cogido unas cuantas mascarillas y las he puesto a secar. Cuando se ha dado cuenta se ha cabreado como una mona. - ¿Y qué querías que hiciera, media sardina? si salgo a la calle si ella me multarán y no está el horno para bollos.

Mi primer abuelitos todavía está de morros conmigo. Pues sí que le dura el enfado a éste. Habrá perdido la noción del tiempo al estar en ese extraño lugar donde "viven" los fantasmas, las almas errantes, los suspiros de las enamoradas... Allí no hay relojes, que yo sepa y les da lo mismo ocho que ochenta. Nunca llegan tarde a los sitios porque, como no quedan con nadie cualquier momento es bueno para aparecerse.

El caso es que en casa se respira un aire enrarecido por el mal genio y el mal humor. Menos mal que siempre me queda Pepe. Este sí que es un alma cándida que nunca se enfada por nada. Está tan ricamente en su estante de la cocina y come de los aromas de los guisos (cuando los trae la abuela) y de las latas de fabada recién abiertas. Me sale baratísimo.

Lo he cogido para expresarle mi gratitud por su modo de ser y me ha mirado fruciendo el poco ceño que tiene su ojo-catalejo. - ¡¿Qué te pasa a ti, llaverito?! - No ha dicho esta boca es mía, cosa natural si tenemos en cuenta que es una cabeza decapitada, hervida y menguada. Pero como no es tonto, ha dirigido la visión hacia mi primer abuelito que parece haberse convertido en el "Maestro armero" de los "raritos" de mi casa.

Y éste, ha escrito una frase en el aire, señalando que se lo "dictaba" Pepe. - ¿Voy a ser el único que coja el coronavirus, boba de Coria?  ¡¡¡QUIERO UNA MASCARILLA, JODIA!!! 


sábado, 11 de julio de 2020

¡Menudo genio!

Estaba instruyéndome mirando la tele mañanera, entre cabezada y cabezada, cuando ha empezado a llover ¡en la salita!

Corrí a casa de los vecinos de arriba. - ¡Tenéis una tubería rota y me ha mojado toda! Mirad cómo vengo. ¡Llamad al Segurooooooo! - y volví a bajar dejando a aquella gente sin reaccionar.

Entré en la salita con el cubo y la fregona para recoger el agua pero... ¡el suelo estaba seco! y la butaca... ¡todo! incluso yo. Pero fue sentarme de nuevo y volvió a llover, incluso hubo truenos y relámpagos. Saltaron los fusibles cuando la casa quedó en penumbra. De repente tuve miedo.

Miré al techo y allí estaba una nube tormentosa que lo ocupaba todo ¡y me seguía donde quiera que fuese sin dejar de descargar agua sobre mi!

Sabía que era una pesadilla y que de un momento a otro despertaría. ¡No sé qué quería decir este estraño sueño! Abrí un paraguas a pesar de que la abuela lo tiene absolutamente prohibido: - "¡Trae mala suerte!" (habría dicho si me viese)

Llamaron a la puerta. Eran los vecinos de arriba y un señor que dijo: - Soy el del Seguro. Enséñeme los desperfectos. - Los pasé a la salita mientras les comentaba: - ¿Habéis oído los truenos? - ¿Esta noche? - ¡NO! Hace dos minutos.

La salita estaba seca. El sol entraba a raudales por la ventana abierta. El resto de la casa estaba seca también. Y en el techo no había ni rastro de la nube negra. Los visitantes me miraban, perplejos y por el rabillo del ojo percibí como el vecino se ponía un índice en la sien y hacía la señal de ¡Está como una cabra!

Cuando me quedé sola, con la mente hecha un lío, la jodía de Pascualita se asomó al borde del acuario e hizo la señal de OK mirando a lo alto... donde mi primer abuelito le correspondió con una sonrisa de oreja a oreja. Después me miró, frunció el ceño y escribió algo en el aire que pude leer antes de que las letras se esfumaran: - ¡La próxima vez utilizas de mascarilla a tu padre, boba de Coria!

viernes, 10 de julio de 2020

¿Una dulce sirenita? ¡Ja!

Pascualita ha encontrado mi suministro de mascarillas y se las ha hecho suyas. Me enseña sus dientes de tiburón si intento cogerlas. - ¡Pascualita, coge la tuya! Luego le diré a la abuela que te traiga más ¡Pero éstas son mías!

No he logrado convencerla. Y lo peor ha sido que se las ha colgado del cuello y dándose impulso con la cola, ha saltado hasta el acuario y se ha zambullido. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Me ha dicho tu abuela que me enseñes la mascarilla de Christian Dior que... ¿por qué las tienen en remojo ahí? Mira que eres rara, boba de Coria: Primero montas un acuario para algas y ahora, en lugar de peces, pones mascarillas. Tendrías que comentar estas cosas con el psiquiatra porque creo que tienes un síntoma nuevo del coronavirus: ¡la cabeza a las cuatro de la tarde! ¡Estás como una cabra!

Tuve que aguantar todo lo que quiso decirme la Cotilla y más, porque cuando se enteró la abuela me llamó en seguida. - "Te tengo dicho que no bebas más de una botella de chinchón al día, aunque sea on the rocks" - Es cosa de Pascualita. Se las ha hecho suyas. - "Es que no tienes sangre en las venas ¡Imponte, que solo es una dulce sirenita, por favoooooor!"

Quisiera saber en qué mundo vive la abuela... ¿dulce sirenita? Y luego la Cotilla me manda a mi al psiquiatra la muy jodía.

El caso es que, como no tenga las mascarillas secas el lunes, no podré salir a la calle porque me multarán. Bedulio estará esperándome en el portal de casa para ser el primero en hacerlo.

Le he pedido a mi primer abuelito que saque él las mascarillas del agua pero me ha dicho que nones. Que no quiere perder un dedo, o todos, por muy fantasma que sea. Al final le he propuesto ir a dar una vuelta por el barrio. - ¿No te gustaría verlo? - Se ha emocionado y una lágrima ha caído al suelo desde lo alto de la lámpara del comedor. - Pero hay que llevar mascarilla. - Como el abuelito no fue nadie importante, ni vivo ni muerto, es un fantasma pequeñito. Lo he cogido de la sábana, la he doblado en pico, me la colocado como si yo fuese un cuatrero-asalta-bancos, y dejando la cabeza del abuelito junto a la mía, hemos salido a la calle tan ricamente.

jueves, 9 de julio de 2020

¡Que fastidio!

Estaba a medio desayuno cuando, de repente, me acordé de algo.  Me di una palmada tan fuerte en la frente que Pascualita se sobresaltó y dejó de dar saltos mortales dentro de su taza de cola cao.

Corrí al teléfono. - ¡Geoooorge, pónme con mi abuela, corre! - Mi ser mayordomou inglés. Mayordomoyu inglés no correr never. - ¡La madre que te parió mientras tomaba la setecientas taza de té del día! - ¿Tu conocer a my madre? (exclamó asombrado el tío repelente)

Después de mandarlo varias veces a la porra, se puso en marcha hacia la terraza, con vistas a la bahía de Palma, donde la abuela hace su gimnasia mañanera a la vista de todo el que quiera verla en mallas rosa fosfi.

- "¿Qué pasa, nena?" - ¡Eso digo yo! ¿Qué pasa con los Sanfermines? - "A mi que me registren. No los tengo" - Abuela, que no salen por la tele como todos los años... o ¿acaso los dan más temprano? -  "No los dan, boba de Coria?" - Pero..., pero.. ¿cómo pueden romper una tradición así? ¿a santo de qué? - "Es que no bastarían las ambulancias, ni los hospitales para meter en ellos a tanta gente asfixiada por las mascarilla, teniendo que correr cuesta arriba con ellas. Y lo mismo te digo de los toros que, aunque están ágiles de correr por el campo, allí lo hacen a pleno pulmón pero ¿con mascarilla? No creo que tuviesen tanto fuelle. Al final habría que entrarlos a la Plaza en carretilla"

_ Vaya, ¿y San Fermín? - "A él no le hace falta mascarilla porque está en alto. Hay una buena distancia entre los corredores y el Santo..." - Ya, pero ¿estando él allí también hay coronavirus en Pamplona? - "Me temo que el bicho es aconfesional y pasa de todo". - ¿Así que no hay Sanfermines...? - Entonces un mal pensamiento ocupó gran parte de mi cerebro. - Abuela... pero Vuelta Ciclista a España... si que habrá, ¿verdad?... ¿Y Tour?... - "Pues creo que no" -
¡Que no! ¡¿Por qué no?! - "Por lo de las mascarillas que te he cont... " - ¿Y cómo voy a dormir aquellas fantásticas siestas éste año? ¡No podre!

miércoles, 8 de julio de 2020

¡¡¡Pónte la mascarilla, jopé!

Después del homenaje a sus compañeros donde se cantaron, bailaron y corearon las canciones preferidas de los ausentes y se brindó por su recuerdo con los licores que más les gustaban, y se habló de ellos, comentando anécdotas divertidas, batallitas de abuelos y abuelas, chistes y demás historias, se procedió a colocar en la Pared de los Finados, las fotos enmarcadas.

Según me contó la abuela fue emocionante ver como sus parejas disfrutaban viendo las fotos que cada uno había elegido, en aquella pared desde la que siempre podrían verse disfrutando del momento.

- "Y cerrando el homenaje, cuando ya nos costaba mucho mantener la verticalidad debido a los numerosos brindis, Conchi puso el broche de oro haciendo sonar, a todo volúmen, Paquito Chocolatero. Aquello fue un desmadre. Aún me duelen los pies de tanto bailoteo"

Después la abuela cambió el gesto. Parecía muy enfadada. - "¡Lo estoy! Y no es para menos. Nos volverán a confinar gracias a los imbéciles que creen que ésta Pandemia no va con ellos. Para concienciarlos he encargado a Christian Dior un buen montón de mascarillas..." - ¡Que poderío, abuela! ¿No hay una modista en tu barrio? - "Mira, nena, hemos llegado a un punto que las cosas, o se hacen bien o no se hacen. Y ya no valen medias tintas"

Abrió su bolso y sacó unas cien mascarillas, a cual más sofisticada en relación a la tela, los adornos, las plumitas de marabú... todo muy francés. Sin embargo el lema (insultos barriobajeros y amenazas directas) de cada una estaba escrito, bien clarito, en las distintas lenguas de nuestro país. - "Para que nadie diga que no lo entiende"

Repasé las mascarillas. - ¿Y quién se va a poner ésto? - "Nosotras" - ¿Yooooo...? No sé... - "¡Claro que sabes, boba de Coria!" - Me dió una, bastante discreta que decía: ¡Ponte la mascarilla, acarajotad@!

- "Y esta es lo para lo más bonito de ésta casa" (que no soy yo sino Pascualita) - Una mascarilla diminuta con el dibujo de la dentadura de un tiburón chorreando sangre, para doña sirena.

- ¿No se la iras a poner... se puede ahogar la pobre... - ¡Claro que se la puso y no se quejó hasta que la abuela se fue! No sabe nada la medio sardina ésta.

martes, 7 de julio de 2020

Homenajes en El Funeral.

Los socios de El Funeral, han jurado por sus juanetes, que se portarán bien si la Autoridad les permite abrir el local. Y como son personas mayores, "achacosas", "serias", que se dejaron llevar por la euforia de poder salir de casa después de tres meses de confinamiento... les han dicho que sí. Y esta noche abren.

El dueño de la cafetería tiene una mina con los jubilados. Por eso les permite hacer lo que les de la gana y si tiene que pagar una multa, la paga. Después sube el precio de las consumiciones y Santas Pascuas porque llegan a tomar tantas que acaban perdiendo la cuenta.

Además, hace tiempo montó un taller donde hacen marcos para fotos. El mismo taller que, durante el Estado de Alarma no ha dejado de trabajar, con total protección anticoranavirus. También ha acondicionado una nueva Pared de los Finados.

Según me ha dicho la Cotilla, que se entera de todo, ha habido mucho trajín en el taller de marcos. Desde bien temprano unos cuantos coches, el rolls royce de los abuelitos incluído, han transportado cajas y más cajas hasta El Funeral y las han entrado por la puerta del almacén.

La Cotilla me ha seguido informando de que no todas las cajas llevan marcos, también las hay de chinchón. Después, a pesar de que la puerta de la cafetería estaba cerrada, se escuchaban ruídos dentro. - Como si picaran en las paredes... ¿qué estará pasando allí?

Los abuelitos han pasado por casa. Iban de punta en blanco., Creo que la abuela no ha llevado nunca tanta pluma, pedrería y brilli brilli como hoy. Deslumbraba. Andresito se ha puesto el frac de las ceremonias oficiales y el sombrero de copa que, por cierto, luce como nadie. Se le nota el pedigrí.

Serían las cuatro de la madrugada cuando me han zarandeado hasta despertarme. Volvían borrachos como cubas. Con una sonrisa de oreja a oreja. - "¡Hemos brindado por... ¡hip! ... todos nuestros... ¡hip! ... amigos y amigas que... ¡hip! ... nos han dejado (aquí la abuela hizo un pucherito) Hemos... ¡hip!... bailado, reído, cantado... ¡Que guapos y gua... pas están en sus fotos! ... Sus deudos estaban... ¡hip!... emocionaaaaados. Una gritaba ¡nadie los ...¡hip!... sabe despedir como en... hip! ... El Funeral."




lunes, 6 de julio de 2020

Acertando.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Ayúdame, boba de Coria, que vengo cargadísima. - ¿A dónde va con tanta vela?... ¡¿No me diga que quiere montar otro altar a los Amigos de lo Ajeno?! ¡Ni hablar del peluquín! Le tengo dicho que en ésta casa no hay altares que valgan.

- Será el último pero es muy importante que lo haga. - ¡Ni hablar! ¿No se da cuenta que si vienen alguien y ve toda la parafernalia que le monta a un sinvergüenza, me tomarán por loca, o cómplice? He dicho que no ¡y es que no!

- Vale. Vamos a llevar todo ésto a la salita y luego hablamos. - ¿De qué? - De lo que tu quieras, morena. - ¿Está de guasa? - Nunca he hablado más en serio jajajajajajajaja

Me comporte como un perrito faldero llevándole los trastos a la salita. - ¿No irá a mantar nada, verdad? - ¡Que vaaaaaaaaa! Es para no dejarte trastos por en medio... ¿Qué tienes para comer? - Un bote de lentejas con oreja y de segundo, croquetas congeladas.

Fui a preparar la mesa mientras la Cotilla se hacía la remolona para ver, no sé que programa de la tele. El caso fue que cuando la llamé para que viniera a la cocina a comer, no vino. Blasfemando por lo bajini, me acerqué a la salita de donde salía un fuerte resplandor. - ¿Cotilla?... ¿Cotillaaaaa? ... ¿o Cotilla?

La vecina se sobresaltó cuando abrí la puerta de un empujón. Y allí estaba un altar lleno de cirios encendidos. Parecía una locomotora a punto de salir zumbando. - ¿Pero..., pero..., pero...? - La rabia no me dejaba hablar. ¡La Cotilla no me había hecho caso! - ¡¡¡Va a quemar la casa!!!

Salí corriendo hacia la cocina, llené un cubo de agua y lo vacié sobre el altar. Todo quedó anegado y mi casa salvada de las llamas.

- ¡¿Qué has hecho, locaaaaaaa?! ¡Nos echarán de España! ¡Seremos explusadas del Paraíso Terrenal! - Pero ¿qué dice...? - Las lágrimas le salían a raudales. La Cotilla estaba fuera de si - ¡¿Qué será ahora del Eméritoooooooo?! ¡Lo has dejado sin protección esotérica! ¡se lo comerán con patatas!

En el suelo, en medio de un gran charco de agua, había una foto en la que se le veía muy guapo y campechano. - ¡Fíjate qué planta tenía! Y estuve a punto de lograr unos cuantos milloncejos por un trabajito de nada. - ¿Usted también fue amiga suya? - Bueno... amiga de una amiga que tenía una amiga a la que le gustaba contar que conoció a una amiga que sabía, de buena tinta, que es verdad que le encantaban las amigas.

- ¿Es un acertijo? (batí palmas, encantada de la vida por que gustan los acertijos) ¡Sí, se lo que és! ¡Lo sé, lo sé! - Y grité con toda mi alma la solución: - ¡¡¡ LA GALLINA!!!

domingo, 5 de julio de 2020

El chinchón.

La cafetería El Funeral sigue cerrada por órden gubernativa. Afortunadamente, ninguna de las personas que llenaron el local se contagió. Siendo de altísimo riesgo por las edades avanzadas de la gran mayoría, le ha sorprendido mucho al doctor Simón y se ha interesado, el mismo, en descubrir a qué se debe esto.

Cuando se ha sabido que el doctor, en persona, vendrá a estudiar el caso, todas la mujeras, la abuela y la Momia las primeras, se han apuntado a una lista para poder hacerse selfis con él mantenido las distancias sanitarias y con la mascarilla puesta.

Las peluquerías no dan abasto haciendo permanentes, cortes, tintes de lo más sofisticado. La abuela se ha decidido por el malva con las puntas plateadas y la Momia lleva la mitad del pelo verde fosfi y la otra mitad rubio platino con las puntas negras. Se lo sugirió la abuela y fue dicho y hecho. A su hijo, Andresito, le dio un patatús y tuvieron que ingresarlo en urgencias dos días.

Cuando volvió a casa, en lugar de recibir el cariño de su madre, se encontró con una bronca por haberle dado ese susto por un motivo tan nímio. - ¿Pero no ves, alma de cántaro, que mientras la gente mira nuestro pelo, no ven nuestras arrugas? - El abuelito, abochornado, pidió perdón y reconoció lo avanzada que está la sabiduría femenina con respecto a la masculina.

Pregunté a la abuela si podría ir a ver al doctor Simón. - "No, guapita. La reunión es, exclusivamente, para socias." - ¿No podrías meterme de extranjis? - "¡NO!"

El día de la famosa visita Pascualita y yo saltamos a la rama del árbol de la calle y nos subimos a la primera hojita que se desprendió de ella. Ahora solo faltaba que nos llevase a El Funeral...

¡Pero, no! Abri los ojos sobre uno de los pináculos de la Catedral. Un sitio bastante incómodo. Sin embargo estábamos relativamente cerca de la cafetería. Y como tenían las ventanas abiertas, los nervios a flor de piel, la adrenalina funcionando a tope, me llegaban los gritos de alegría. ¡De repente un clamor acalló los trinos de los vencejos cuando, supuse, que el doctor Simón preguntó cúal había sido el motivo de no haber contagios en el tumulto de la fiesta. El clamor dedía ¡¡¡EL CHINCHÓN!!!

sábado, 4 de julio de 2020

Cuidado, por favor.

Tengo la camisa que no me llega al cuerpo. Los abuelitos me han comunicado que esta noche se abre ¡por fin! (dicen ellos), la cafetería El Funeral después de tres meses de cierre.

- "¡Ay, que nervios, nenaaaaa! Nos vamos a hinchar a bailar, beber y hablar por los codos. ¡Ya era hora que volviera la normalidad!" - No os olvidéis de la mascarilla. - "¡No digas tonterías! ¿Quiéres que nos ahoguemos de calor?"

- Pónme con Andresito, abuela... ¿Tú sí que llevarás la mascarilla, verdad abuelo? - Ay, nena, me emociona que te preocupes por nosotros pero en El Funeral no hará falta. Allí nos conocemos todos. - Me preocupo por los que no estaremos allí ¿No ves que puedes infectar a la Momia?  - Que sí, guapa. Lo que tu digas ¡Hasta luego, Lucasssssss!

Pasó el día y ya, de madrugada, cuando mejor estaba durmiendo, llamaron a la puerta. Mi trabajo me costó levantarme y abrir a esas horas brujas de la noche. - ¡¿Geoooorge?! - Madame decir que tu ser aguafiestas y también que yo decir a ti ¡la madre que te parió!

Dio media vuelta y se marchó.

No pude dormir más porque me había desvelado. Aprovechando que Pascualita dormía profundamente sobre la arena del fondo del acuario, me preparé una jarra fresquita de chinchón on the rock para mi sola y me la llevé al balcón.

Un buen rato después, Bedulio y unos compañeros pasaron caminando por la acera. Comentaban algo de su trabajo: - ... lo de la redada de ésta noche es lo nunca visto. Hay que ver los cientos de años que sumaban entre todos los que hemos pillado. - Después de la juerga inicial han pasado lista y se les ha caìdo la moral por los suelos, pobrecillos. Tendrán que ampliar la pared de los Finados ...

Llené mi copa, la levanté hacia la Luna y brindé en recuerdo de tod@s los que se ha llevado el maldito coronavirus, después me acosté en el balcón y dormí hasta que el sol me despertó. Todavía tenía la cara llena de lágrimas.

viernes, 3 de julio de 2020

Los consejos de la abuela.

Con ojos como platos, Pascualita veía como iba subiendo el volúmen de agua en la bañera. Estaba metida en el termo de los chinos que yo había colocado sobre el lavabo. Así podía verme y yo tenía las dos manos libres.

Cuando pensé que ya había bastante, vacié cuatro garrafas de cinco litros de agua de mar en la bañera y dije: ¡Venga, Pascualita, al agua, patoooooooos! - Me entendió a la primera. Que lista es cuando quiere la jodía. Y haciendo palanca con la cola, se zambulló de cabeza.

Era un espectáculo verla nadar. ¡Y la velocidad que cogía! Incluso derrapaba en las curvas. Yo le aplaudía a rabiar. - ¡Eres una campeona! - Así estuvimos un ratito hasta que se me ocurrió una idea genial. - Voy a buscar a Pepe y nos metemos los tres en el agua.

Corrí a la cocina y cogí al llavero jivarizado. - ¡Verás que bien lo vamos a pasar, Pepito! - Pero, al entrar en el cuarto de baño el panorama había cambiado.

Pascualita estaba en el fondo de la bañera y no me gustó nada su aspecto. La saqué de inmediato pero la pobre estaba lacia y con un color de piel entre verdelilamarillentomortecino. -¡¡¡NO TE MUERAS!!!

Pensé qué hacer. No podía llamar al 061... no me quedó más aremedio que hacerle el boca a boca. En cuando juntamos las bocas me vino a la memoria la peste a pescado y algas podridas que salía del interior de ese cuerpecito extraño.

Llamé a la abuela para contárselo. - Creo que ésta vez... - "¿Qué le has hecho?" - Nada. - "Pues es raro que con agua de mar le pase algo así" - Y eso que le he puesto cuatro garragas... - "¿Y te ibas a meter tu? ¡La madre que te parió! También le has puesto agua dulce" - Mez... clada... - "Pónle el teléfono en la oreja" - No tiene... - "¡Encuéntrala!"

Después, a grito pelado, desde la Torre del Paseo Marítimo, le dijo a la sirena: - ¡La boba de Coria quiere matarte ¡¡¡MUERDELA!!!

Fue mano de Santo. Me mordió en los labios y ahora parezco Carmen de Mairena en sus buenos tiempos. ¡Me llegan al ombligo! Y lo que es peor. No puedo tomar chinchón ni con cañita de la hinchazón que tengo.

jueves, 2 de julio de 2020

Bedulio está bien.

- Verás que cosa más rara me ha pasado, Pascualita. Con mi mascarilla puesta, he ido preguntado por el barrio, por Bedulio. Hace tiempo que no sé nada de él y con la Pandemia sobre nuestras cabezas, he pensado que quizás esté malito.

Nadie ha sabido darme razón alguna. Por eso me he dirigido al cuartel de los municipales. Al llegar todo estaba tranquilo. En el mostrador y muy amablemente, dije: - Hola, buenos días ¿Está Bedulio? - Al municipal se le llenaron los ojos de lágrimas y me temí lo peor. - ¡Aaaaaaaay, no me lo digaaaaaa! ¡No me lo diga. No me lo diga. No me lo digaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Y entonces, para soltar el nudo que se había echo en la garganta, aullé: - ¡¡¡BEDULIOOOOOOOOOOOOOOO!!!

En un momento, aquel lugar tranquilo se llenó de uniformes escandalizados. - ¿Qué ha sido eso? ¿El hombre Lobo de París? ¿Un cante jondo? ... - Nadie se fijaba en el guardia que me había recibido y que llevaba un rato señalándome con el dedo como diciendo: - ¡Yo te acuso! - Consideré aquello como un gesto de poca educación y se lo dije: - ¿No sabe que está muy feo señalar, con lo mayor que es usted?

Poco a poco, volvió la calma. El Jefe interrogó con la mirada al guardia. - ¡Ha sido ella! - ¡Acusica! - ¿Pero a qué ha venido ese grito? - Este hombre me ha dado a entender que... Bedulio... - Los ojos del guardia se volvieron a llenar de lágrimas y a mi me temblaron las piernas. - Perdone, Jefe, puede que la culpa haya sido... mía pero... ya sabe usted que no puedo escuchar ese nombre... - ¿Cúal? (dije yo) ¿Bedulio? - ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! (estalló el guardia) ¡Si es que no puedo, no puedooooooo! jajajajajajajaja

Así supe que Bedulio estaba bien. Y luego dio la casualidad que lo vi cerca de casa. El no debió verme porque, antes de que pudiera llamarlo, dio la vuelta a la esquina a la velocidad del rayo.





miércoles, 1 de julio de 2020

Geoooorge.

Hace días que no vienen ni la abuela, ni la Cotilla a darme la lata. Supongo que una estará en la playa y la otra con sus trapicheos.

Aunque parezca mentira, parece que las echo un poco de menos. Solo un poco. Bueno, muy poco... Casi nada... En realidad, nada pero con alguien tengo que hablar.

¡Anda! ha sido decir eso y han llamado a la puerta... Solo espero que no sean ellas.

En el descansillo estaba ¡Geoooorge! Desencajado. Rojo como un tomate. Temblando como una hoja en la tormenta. Al verme hizo amago de echarme los brazos al cuello pero yo fui más rápida: - ¡Quieto, parao, inglés! De abrazos nada. Además, ¿cuándo nos hemos abrazado tu y yo?

- Sorry, sorry (me dijo entre lágrimas) - Huuuuy, que mala espina me daaaas. Y encima vienes sin mascarilla ¡Vade retro, satanás! (grité mientras hacía los cuernos con las dos manos)

- Mi tener que llorar. Mi tener mascareta in my poket. Mi ser triste... - Ya lo veo, ya. Y encima tienes el Brexit jejejejejejeje ¿qué más puedes pedir? ¡¡¡PONTE LA MASCARILLA, JODÍO, QUE PARECES TONTO!!!

- ¿Mi entrar en tu casa? - Vale, pero corre al balcón que no quiero virus aquí. - Mi no viruscoronarious...

Sentados en el suelo, uno en cada extremo del balcón, con un sol de justicia sobre nosotros, Geoooorge me contó entre llantos y suspiros escandalosos, que la abuela lo ha tenido de recadero todos éstos meses atrás. - Mi tener miedo. - Normal. - Mi no querer ir a Mercadona... - Pero trabajas para ellos. Además son personas de súper riesgo porque tiene más años que la tos.

- Mi querer ir a England. - ¿Con el chalao del Boris ese? Voy a traer una jarra de chinchón on the rocks y se te aclararán las ideas. - De camino a la cocina le oí murmurar: - Mi querer ir a Magalluf... ¡buaaaaaaa! - Pobrecillo. Y encima, está cogiendo una insolación.