lunes, 13 de julio de 2020

Si la envidia fuera tiña...



No me ha quedado más remedio que llamar a la abuela para pedirle mascarillas para Pepe, dos por por lo memos, una lavada y la otra puesta. - "Pero si Pepe no va a ningún sitio" - La culpa es de tu primer marido que da consejos, tanto a Pascualita como al llaverito jivarizado. - "¡Calla! Ni lo nombres." - Pues a alguien tengo que contarselo y ese alguien eres tú. No te lo tendrías que haber cargado, pobrecito. - "Es que no había divorcio entonces" - Pero si que existía el Ahí te quedas. - "¿Me estás juzgando? ¡soy tu abuela!" - Lo que digo es que me está revolucionando el gallinero y yo no le he hecho nada.

- "¿Está en tu casa, no? ¿es tu abuelo, no? Pues te lo quedas." - Pero es tu marido... - "Mi marido es Andresito ¿O me estás llamando bígama? ¡Mira que te borro del testamento!"

Tue que claudicar. Por la tarde el rolls royce de los abuelitos aparcó, como  siempre, en la parada del bus y Geoooorge me trajo un paquetito. Dentro iban dos minimascarillas para Pepe.

En cuanto las he visto he corrido a la cocina y le he puesto una color verde fosfi. El inglés tenía los ojos a cuadros. - ¿Mi venir aquí por "ESTO"? - Es que el pobre es muy de cumplir las normas de convivencia y no entendía que no tuviera una mascarilla con la de repuntes de la Pandemia que empieza a ver. - ¡Madame is como chota! - ¡Huuuuy, lo que has dicho de mi abuelaaaaaaaa! - ¡Tu como chota! - Eh, que yo no te he insultado. - No ser insulto ¡Ser verdad!

Lo tuve que echar a patadas. Y cogí tal acaloramiento que, cogiendo a Pascualita y a Pepe, ambos con mascarilla, salimos al balcón a que me diera el aire. En la rama del árbol de la calle más cercana estaba mi primer abuelito que al vernos frunció el ceño y levantando un dedo escribió en el aire - ¡¡¡¿Y YO QUÉ?!!!

Menos mal que una hojita se desprendió del árbol de la calle y pude subirme a ella, dejando a los tres monstruítos con un palmo de narices, en el balcón. Al abrír los ojos, navegaba por el Gran Canal de Venecia en una hermosa góndola conducida por un gondolero cantarín ... cuando, de repente, una nube de mosquitos nos atacó y mientras yo saltaba al agua para librarme de ellos, aparecí en mi balcón y vi a Pascualita "caída" dentro de la jarra de chinchón on the rock fresquita, relamiéndose.

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