miércoles, 8 de julio de 2020

¡¡¡Pónte la mascarilla, jopé!

Después del homenaje a sus compañeros donde se cantaron, bailaron y corearon las canciones preferidas de los ausentes y se brindó por su recuerdo con los licores que más les gustaban, y se habló de ellos, comentando anécdotas divertidas, batallitas de abuelos y abuelas, chistes y demás historias, se procedió a colocar en la Pared de los Finados, las fotos enmarcadas.

Según me contó la abuela fue emocionante ver como sus parejas disfrutaban viendo las fotos que cada uno había elegido, en aquella pared desde la que siempre podrían verse disfrutando del momento.

- "Y cerrando el homenaje, cuando ya nos costaba mucho mantener la verticalidad debido a los numerosos brindis, Conchi puso el broche de oro haciendo sonar, a todo volúmen, Paquito Chocolatero. Aquello fue un desmadre. Aún me duelen los pies de tanto bailoteo"

Después la abuela cambió el gesto. Parecía muy enfadada. - "¡Lo estoy! Y no es para menos. Nos volverán a confinar gracias a los imbéciles que creen que ésta Pandemia no va con ellos. Para concienciarlos he encargado a Christian Dior un buen montón de mascarillas..." - ¡Que poderío, abuela! ¿No hay una modista en tu barrio? - "Mira, nena, hemos llegado a un punto que las cosas, o se hacen bien o no se hacen. Y ya no valen medias tintas"

Abrió su bolso y sacó unas cien mascarillas, a cual más sofisticada en relación a la tela, los adornos, las plumitas de marabú... todo muy francés. Sin embargo el lema (insultos barriobajeros y amenazas directas) de cada una estaba escrito, bien clarito, en las distintas lenguas de nuestro país. - "Para que nadie diga que no lo entiende"

Repasé las mascarillas. - ¿Y quién se va a poner ésto? - "Nosotras" - ¿Yooooo...? No sé... - "¡Claro que sabes, boba de Coria!" - Me dió una, bastante discreta que decía: ¡Ponte la mascarilla, acarajotad@!

- "Y esta es lo para lo más bonito de ésta casa" (que no soy yo sino Pascualita) - Una mascarilla diminuta con el dibujo de la dentadura de un tiburón chorreando sangre, para doña sirena.

- ¿No se la iras a poner... se puede ahogar la pobre... - ¡Claro que se la puso y no se quejó hasta que la abuela se fue! No sabe nada la medio sardina ésta.

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