sábado, 31 de julio de 2021

El look de la abuela.

 La abuela ha entrado en casa con una cara que le llegaba a los pies. - ¿Qué pasa? (he preguntado) - "El paniaguado de Geoooooorge se está volviendo del gremio de los tiquismiquis. Se está haciendo mayor el hombre" - ¿Por qué dices eso? - "Por que no ha querido salir conmigo del rolls royce: Mi subir después ha dicho el jodío" 

Entonces me fijé en la pinta que llevaba mi abuela y puede decirse que he entendido al inglés por una vez y sin que sirva de precedente. ¡El pobre ha sentido vergüenza ajena!. La abuela llevaba unas mallas olímpicas, con la bandera, dorsal, todo. Taconazos de Manolo Blanik de charol verde manzana, sombrero de paja con lazo y flores de tela y gafas de sol como las que usaban las estrellas de Hollywood en los años cincuenta del siglo pasado, con las puntas laterales hacia arriba. 

Pascualita, al oir la voz de su amiga se sentó en el borde del acuario para verla. Su monstruosa sonrisa desapareció de su rostro de semi pez y tardó ná y menos, en esconderse en el barco hundido y camuflarlo con las algas ¡No sabe nada la sirena!

- ¿Es necesario llevar ésta pinta? - "¿Qué pinta? Ah... ¿te refieres a Geoooorge? El pobre tiene  cara de inglés genuíno y eso no lo arregla ni yendo a Lourdes" 

Tuve que disimular. - ¿Vas vestida así por algo? ¿Alguna promesa a un santo? - "¡¿No te has enterado que hay Juegos Olímpicos?! Vágame Dios. - Eso lo sé, pero... - "Menos mal. Hay que apoyar a nuestros deportistas, nena y yo, en eso soy la primera" - Si no se van a enterar porque están en el Japòn, allá por el quinto pino. - "Que derrotista eres"

Las risas de mi primer abuelito apenas me dejaban oír nuestra conversaciòn. El árbol de la calle arrimaba a todas sus ramas al balcón para que ninguna hojita se perdiera el look rompedor de la abuela.  De repente estalló: - ¡Que buen espantapájaros sería! ¿Tiene trabajo? - Es millonetis. - Lástima, seguro que la contratarían con los ojos cerrados.

Andresito llamó. - ¿Has visto a tu abuela? - ¡Como para no verla! - Estoy pasando pena por si le tiran tomates y sufro por el pobre Geoooorge. - No te preocupes, ahora repartiré chinchón on the rocks y problemas resueltos. - ¡Guárdame un poco, nena!

viernes, 30 de julio de 2021

Súper modelo.

 - "¿Sigue viniendo a tu casa el fantasma de mi ex, nena?" (preguntó la abuela una tarde que no tenía nada mejor que hacer) - ¿Te pica la curiosidad, eh? jejejejeje - "Menos risitas que desde que no hay ciclismo después de comer, estoy de mal humor." - Pobre Andresito. - "¿Pobre? Dijo delante del cura que se casaba conmigo, para lo bueno y para lo malo, así que ajo y agua... ¿Y sigue hecho un pincel" - Te aseguro que es el espíritu más elegante de los millones que flotan por ahí. 

La abuela me tuvo un rato al teléfono rumiando su curiosidad insatisfecha. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿con quién hablas, boba de Coria? - Con la abuela que está mosca porque quiere ver a su ex y el no se deja. - ¡Mejor! ¿No está muerto? pues hala, que penque. (dijo la Cotilla, temerosa)

Le pasé el teléfono y de la conversación que tuvieron solo saquè en claro que, a veces, la Cotilla tiene buenas ideas. - Tu abuela quiere hablar contigo. - Que cansina es ésta mujeeeeeer... No hablaba de ti, abuela... que noooooo... ¡Vale, pues si! 

El resultado de todo aquello me correspondió a mi ejecutarlo: fotografiar a mi primer abuelito. - "Dile que lleve distintos sudarios para no salir siempre con el mismo en las fotos." - ¿Y si dice que no? - "Di que quieres tener una foto suya porque no tienes ninguna... ¿no?" - No. Las tirarías a la basura.

A todo ésto mi primer abuelito había bajado de la lámpara del comedor y tenía la oreja pegada al teléfono aunque no le hiciera ninguna falta. Y ante mi sorpresa dijo que SI a las fotos. - ¡Abuela, dice que sí! - "¡Aaaayyy, acaba de darme un escalofrío!" - A mi, dos... (a la Cotilla no le llegaba la camisa al cuerpo)

Lo que disfrutó el abuelito usando la mesa del comedor a modo de pasarela, aunque iba dos palmos por encima, imitando a los grandes modelos. El árbol de la calle silbaba y gritaba ¡Guapoooooo!, las hojitas aplaudían a rabiar, la cristalera se abría y cerraba dejando que las bisagras cantaran: - ¡Que bueno está éste tío! - Pascualita reptaba por la mesa en un intento de imitarlo y haciendo la señal de OK cada vez que, al dar la vuelta, las sedas de los sudarios la acariciaban. Yo no paraba de hacer fotos ¡alguna saldría bien!

La Cotilla se había rodeado de velas encendidas, expropiadas del Altar de los Amigos de lo Ajeno, mientras murmuraba toda clase de rezos.

Por la tarde vino la abuela. Traía una ensaimada rellena de crema tostada; Geoooorge preparó un te exquisito y, después de dar buena cuenta de todo y escucharme contar lo ocurrido, dijo: - "¡A ver esas fotos!" 

No salió ni una. ¡Nada! - "Pero..., pero... ¡Ni para hacer una foto sirves, boba de Coria! ¡Eres un desastreeeeeee!" - El roce de una seda invisible tapándole la boca la dejò muda y temblorosa durante quince días.

 

 

jueves, 29 de julio de 2021

Todos cabreados.

Bueno, pues resulta que todo el mundo está enfadado: la Cotilla porque no pudo afanar nada debido a que, a la hora que fuimos a la playa había poca gente y con bastante separación entre unos y otros y no pudo pasar desapercibida. Y Pascualita porque, teniendo la miel en los labios, no se la pudo comer. Toda la bahía estaba preparada para acogerla volviendo a las profundidades del mar pero... el jodío fantasma del Edificio de Gesa la tenía tan atrapada como a mi.

Cuando se lo conté a la abuela me tiró una antigua guia de teléfonos a la cabeza. - "¡¿Estás loca?! ¿Y si la sirena toma las de Villadiego y no volvemos a verla? ¿Qué pasa con mi asma? ¿Lo pensaste?" - Clavó sus ojos suspicaces en los míos intentando descifrar que pasaba por mi cabeza y se montó una película, como siempre.

- "¿Así que quiéres matarme, boba de Coria, para casarte con Andresito y ser la dueña de la Torre del Paseo Marítimo?" -  ¡Abuela! - "Pues ya te digo yo que sera una boca contra natura ¡Casarte con tu abuelo! ¿dónde se ha visto esto?"

Ella no lo vió pero sus últimas palabras encendieron la rabia de mi primer abuelito que acababa de llegar a la lámpara del comedor luciendo un nuevo sudario de color azul Mediterráneo, obra de arte de su amiga Coco Chanel. - ¿Qué dice ésta bruja? ¡Andresito NO es tu abuelo sino Yo! ¡Se va a enterar de lo que vale un peine del Más Allá!

- ¡Nooooooo! Tengamos la fiesta en paz. Piensa que la abuela ya es muy mayor. Tiene, oficialmente, 94 años y... - ¡¿Síiiiiiiii?! Cuando nos casamos era más joven... me parece. - Desde entonce ha pasado muuuucho tiempo. - Si tu lo dices será verdad, nena.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿con quién hablas?... ¿No será con el querido de tu abuela, el famoso Pascual, verdad? -  Hablo con mi primer abuelito. - ¡¡¡Lagarto, lagartoooooo! (gritó la Cotilla, asustada) No juegues con esas cosas, jodía. 

Empecé a disfrutar - Abuelito, salúdala - ¡Nooooooooooo ...! - Y salió corriendo por donde acababa de entrar, saltando los escalones de cuatro en cuatro mientras los viejos huesos de su esqueleto sonaban como una carraca: crec, crec, crec...

miércoles, 28 de julio de 2021

Me rio yo de la atracción de la Luna.

 Me ha picado la curiosidad y he vuelto a nadar frente al Edificio de Gesa pero, antes de salir de casa, he tenido una conversaciòn con mi primer abuelito: - ¿Por qué no te vienes a la playa? - No tengo bañador apropiado, nena. - Solo tienes que averiguar quien es el espíritu que habita en ese caserón. - No puedo presentarme ante un desconocido con éstos pingos. - ¡Pero si estás que te sales de elegante! - Lo dices para contentarme y salirte con la tuya ¡Hasta luegoooo!

Mientras rumiaba mi rabia por el plantón del abuelito, llegó la Cotilla: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! - ¿Se viene conmigo a la playa, Cotilla? - ¡Huuuuuy la playa! Hace mil años que no la piso. Eso quiere decir que no se me ha perdido nada por allí. 

Pero yo quería que alguien me confirmara que no solo a mi me pasan cosas raras e insistí. - Pues no tiene ni idea de la cantidad bolsos que quedan abandonados en la arena mientras sus dueñ@s, se están bañando.

Los ojos de la Cotilla hicieron chiribitas. - ¿Quiéres decir que... podrían vaciarlos manos expertas sin que se dieran cuenta? - Me hice la longui: - Eso lo ha dicho usted. - ¡Venga, te acompaño en cuanto me ponga el bikini! 

Mientras, metí a Pascualita en el termo de los chinos. - ¿Vas a llegar "eso"? (el termo) Que raras sois tu y tu abuela. 

Salió de casa con el bikini de los años cincuenta del siglo pasado, un gorro de baño lleno de flores de plástico de colores, de la misma época, Un albornoz corto y sandalias de goma, azules, y con hebilla a los lados. - Vamos en autobús (lo dije a modo de recriminación) - Vale, tu pagas.

La incité para que entrara en el mar y todo el mundo se enteró por los gritos que daba: ¡Que friaaaaaaa! ¡La barriga, la barrigaaaaaaa! ¡¡¡Hay un escalón!!!  ¿Quiéres ahogarmeeeeee!?¡Si me llega el agua a las TETAAAAAAS me muerooooooooo! - ¡Calle ya, jodía! - ¡Aaayyyyyyyy mira como flotaaaaaaan! - ¿Qué es lo que flota? - ¡¡¡MIS TETAAAAAAAAAAAAAASSSSS!!!

La arrastré frente al Edificio de Gesa e, inmediatamente, noté su atracción. Yo nadaba y nadaba y la casa se movía a mi ritmo y no conseguía despegármela. Abrí el tapón del termo y Pascualita salió, asombrada, pero, como me imaginaba, el Edificio también la atrajo y no pudo escapar tampoco de su influjo. En cambio la Cotilla... ¡No estaba! ¿La casa la había ahogado? Sentí remordimientos y temor hasta que su voz me llegó fuerte y clara: - ¿Qué yo quéeeee? ¡En la vida he cogido algo que no fuera mio, cantamañanas!

 

martes, 27 de julio de 2021

El viejo edificio.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Nena, te vendo un abanico. El mejor invento, junto con el botijo, que se ha creado para los días de fuerte calor ¡Vamos, vamos, que me los quitan de las manos! - Cotilla, tranquilicese ¿qué le ocurre? - Estoy de los nervios. Desde que hay  euros los cepillos de las iglesias dan pena. Mucha morralla encuentro y así ¿cómo voy a llegar a fin de mes? - Peor estarán los curas que la sufren. - ¿Qué sufren? - ¡A usted! - Tienen un sueldo. - Como usted. -Tengo una pensioncita y voy que chuto. Además, ellos pueden promocionarse en su trabajo y llegar a Papa ¿Y yo. A qué puedo llegar? (aquí ya estaba embalada y se emocionó. Tres lágrimones salieron de sus ojos ¡Tres! y pare usted de contar) - A la categoría de su gurú, Bárcenas, con confesor particular y todo.

Quedó pensativa sus buenos quince minutos después dijo que no quería llegar tan lejos, que no quería hacer sombra a tan alto genio de los chanchullos - Además, no quiero un confesor en casa. Tendría que contarle mis cosas... y para Cotilla me basto yo.

Sali de casa camino de la playa. - ¿Me dejas con la palabra en la boca? ¡¿A dónde vas?! - A la playa. 

Me perdí entre la gente que iba hacia el mercado de Pere Garau. Iba decidida a emular a los ases de la natación olímpica. Si ellos pueden ir yo tambièn ire a las próximas olimpiadas que serán en ¡París! 

Pascualita quería asomar la cabeza y oler y ver el mar pero yo me estaba entrenando y no podía entretenerme en esas cosas. 

Me metí en el mar con el termo de los chinos colgado cuello mientras la medio sardina pugnaba por salir. - Déja que me entrene y luego te abro. - Y empecé a nadar. Como meta me propuse llegar hasta el edificio de Gesa, un bloque de oficinas cerrado desde hace años y en cuyo interior se encontró de todo, incluso un muerto.

Nadé a buen ritmo: chas, chas, chas... sin parar. Contaba las brazadas: 3..., 27..., 105..., 150... ¡Había rebasado el edificio de largo! Paré a descansar y... el edificio fantasma estaba frente a mi. Nadé un poco más, alejàndome de él y cuando me paré ¡el edificio estaba frente a mi! - Y así una y otra vez. - ¡Abuelitooooooo! (grité) no me hace gracia tu broma -  Su voz sonó fuerte y clara en mi cabeza. - No soy yo... es él. - En la fachada forrada de espejos estropeados se reflejó una sonrisa sardónica. Y en mi cabeza resonó, de nuevo, la voz del abuelito: - Tiene mucha personalidad.


 

lunes, 26 de julio de 2021

Los infiltrados.

 No hizo falta convocar a mi primer abuelito porque se presentó el solito para hablarme del cabreo de San Pedro. - Dice que le falta gente. 

El árbol de la calle movió su rama más cercana a la ventana del comedor para señalar a los tres "apóstoles" infiltrados. Con un aplomo digno de su enorme talla, dijo: - ¡Eh, chicos, el Jefe os busca!.

Sin perder tiempo se escondieron bajo la mesa cubierta con un mantel ¡y no se les veía a los muy jodíos! 

Desde el borde de la pecera Pascualita no les quitaba ojo. De la cocina llegó un clamor a dúo: la escoba y la fregona, amigas íntimas, decían: - ¡No queremos indocumentados! ¡Nosotras los sacaremos y los devolveremos a su lugar! - Aquellas palabras me supieron a cuerno quemado.

Llamó la abuela: - "¿Hay novedades?" - Si te refieres a tu ex, no. Es terco como una mula. Con la ilusión que me hacía que lo vieras tan elegante... - "¿Te vas dando cuenta de por qué adelantamos su pase al Más Allá?" - Se me cortó la digestión del pa amb oli. - ¡¿Estás confesando que... ?! - "¡No estoy confesando nada! el Más Allá era un bar de los años sesenta, boba de Coria"

Cuando colguè el teléfono, la escoba y la fregona estaban a punto de sacar a los intrusos de debajo de la mesa. Al final no hizo falta porque ellos solitos saltaron al acuario. Les vi nadar, raudos, hacia el barco hundido pero Pascualita, relamiéndose, fue más rápida y les cerró el paso. Los pobres infelices no tuvieron tiempo de frenar su alocado buceo y fueron entrando, uno tras otro, en la feroz boca de la sirena, abierta de par en par.

La cara de sorpresa de la medio sardina fue digna de figurar en el Museo de los Horrores. Comerse a los falsos apóstoles fue igual que meterse en la boca enormes trozos de algodón de azúcar. No hubo nada que comer porque eran ánimas, intangibles, etéreas y nada comestibles.

domingo, 25 de julio de 2021

Infiltrados.

No todos se fueron contentos de vueltas a sus cielos o sus infiernos, Nerón por ejemplo estaba de morros cuando se disolvió en el aire y todo porque nadie le había dado fuego, lo cual no es cierto. Un pirómano de menor categoría que el Cesar, le ofreció un mechero diciéndole, de paso, lo mucho que lo admiraba. Que el incendio que montó en Roma fue tan espectacular que pasó a la Historia y no como los que hacía él quemando contenedores en su barrio. 

A pesar de tanto bombo, el Emperador despreció aquel artilugio y se lo tirò a la cara dándole de lleno en un ojo. Nerón no conocía los mecheros actuales. Menos mal que, al ser ánimas, no cayó el ojo al suelo ¡Aaaahg, que asco solo de pensarlo!

Mi primer abuelito apareció sobre la lámpara del comedor. - ¡Hay que ver la que habéis liado! El atasco de ánimas en el Más Allá, es impresionante. Los hay que llevaban milenios en su destino y ahora están desconcertados. Unos quieren volver al sitio que les deparó San Pedro y otros no quieren entrar. 

- Ahora  que ya sabemos cómo funciona el juego, volveremos a probarlo y... - ¡Ni hablar! A mi no me llaméis más que no pienso acudir. - Mira que eres cabezón, abuelito. Con lo que disfrutarías poniéndole los dientes largos a la abuela con tus sudarios maravillosos. - No me vas a convencer. - ¿Ni siquiera para ver la cara de espanto de la Cotilla cuando te vea? - No. 

De repente, Pascualita dio unos saltos mortales dignos de los Juegos Olímpicos. Cierto que los cubitos de chinchón la tenían contenta pero ella señalaba el cuadro de la Santa Cena. - ¿Quières vino, jodía? .- Negó con la cabeza y me obligó a mirar hacia arriba. 

Al principio nada llamó mi atención hasta que... . Me dirigí al árbol de la calle que es una enciclopedia con raíces. - Oye ¿los apóstoles no eran... humm... doce? - ¡Exactamente! ¡Premio para la señora! - Pues me salen ¡quince! - ¡Jopé! Es verdad...


 

sábado, 24 de julio de 2021

¡Anda la osa!

 Cuando el espìritu de Mamandurrias desapareció disolviéndose en el aire como una voluta de humo de cigarrillo, tuvimos un bajón. Habíamos conseguido algo pero la intención era ver a mi primer abuelito y eso no lo habíamos logrado.

La reunión se acabó con prisas y con la impresiòn de que habíamos perdido el tiempo tontamente. La abuela dijo a su amiga: - "Valiente birria de juego. Menos mal que no lo pagaste" - Pol que ella robal a mi. (saltó raudo el señor Li) - El robo es cobrar por ésta tomadura de pelo (se defendió la Cotilla) - ¡Nos vamos! (dijo Andresito y la abuela se colgó de su brazo) Poco después me quedé sola... con la caja de la Ouija. El señor Li la dejó, avergonzado de cobrar por nada.

Al volver al comedor pisé agua. - ¿No se habrá meado la Cotilla? (fue lo primero que me vino a la mente). Pero no. El agua salía a chorros del ojo-catalejo de Pepe. - ¿Qué te pasa? ¿No te ha gustado verte? 

El ventanal se abrió de par en par para que la riada desembocar en el balcón. En pocos momentos, el alcorque del árbol de la calle quedó inundado. - ¡Aaaayyyy, que fresquita están estas lágrimas! - El árbol estaba encantado y a Pascualita le faltó tiempo para saltar, desde casa a esa improvisada piscina. Menos mal que las lágrimas son saladas y el cambio de aguas no le afectó.

Tuve que bajar a por ella y prometerle que le pondría cubitos de chinchón en el acuario para combatir el calor porque no quería salir del alcorque y se acercaban vecinos. 

Sentado en el rellano de la escalera con la espalda apoyada en la puerta de casa, había un hombre. - ¿Tienes fuego, nena? (me preguntó) - No hablo con desconocidos. - Soy Nerón. - Y yo Rita la Cantaora. - Encantado . ¿Tienes fuego. - No. - Entonces ¿para qué me has llamado? - ¿Yoooooo?... ¡Oh, no! 

Al abrir la puerta vi que en el comedor no cabía un alfiler. Almas desconcertadas que habían acudido a la, alocada y etílica llamada del vaso de nocilla, lo llenaban.

viernes, 23 de julio de 2021

Cogiendo confianza.

 Dejamos de temblar al ver que Mamandurrias no lleva armas y pasamos del terror a la confianza, por parte de la abuela y ya se sabe que dónde hay confianza, da asco, en un plis plás. - "Así que tú eres Pepe... No entiendo porque tienes la cabeza por un lado y el resto del cuerpo entero. Aquí hay tongo" - Cariñoooo, no molestes al señor jíbaro (dijo Andresito con un hilillo de voz) Se puede enfadar... 

Pero ocurrió lo contrario. Al fantasma se le notaba encantado de ser el centro de atención y aportó su verdad. - La cabeza me la cortaron y la redujeron, en cambio el cuerpo, que tambièn fue troceado para cocinarlo, como se lo comieron todo en una sentada ha quedado calificado como un solo lote. - "Aaah. Pues no está mal" - ¿Y cómo lo guisaron? (preguntó la Cotilla) - No lo sé porque ni lo vi ni me probé. - Lástima que no estuviese yo por allí... - ¡Cotilla!

El ojo catalejo de Pepe había dado media vuelta y miraba fijamente el poco trozo del que fue su cuerpo que entraba en su área de visión. Fue algo que me produjo tal ternura que, incluso, me cayó una lágrima. De repente, Pascualita, rápida como el rayo, saltó sobre la aparición con la boca abierta y los dientes de tiburòn prestos a morder pero lo único que probó fue la baldosa contra la que se estrelló. - ¿Qué ha sido eso? (preguntó, asustada, la Cotilla)

- ¡¡¡YO ME VOOOOOOOOY!!! - Así se despidió Bedulio mientras yo metía a la sirena, atontada por el golpe, en mi escote.

jueves, 22 de julio de 2021

Aparece uno...

¡La que se lió entre Fumanchú... digo, el señor Li y la Cotilla! Con la escandalera que montaron era imposible que apareciera ninguna de las ánimas llamadas durante la tarde de cachondeo y chinchón. 

El decía que le había robado el juego de la Ouija y ella replicaba que se lo había encontrado en la calle, cerca de la tienda de los chinos, sí, pero en la calle. La discusión llevaba un rato en punto muerto cuando a mi me dio el telele y todos regresaron a sus casas pero la abuela, que se había empeñado en ver a su ex convertido en un dandi, resolvió que, lo mejor era que el juego se quedara en mi casa (que era sitio neutral) y volviéramos todos al día siguiente: - Pelo boba de Colia no estal bien... (replicó el señor Li) - "¡Mañana lo estará!" (afirmó la abuela) 

Y aquí estábamos todos otra vez, en el comedor, esperando que llegue el señor Li que también quiere participar en el juego porque: - Chinos tenel muchos antepasados. - Se presentó acompañado de Bedulio, el Municipal. Me extrañó porque es anti-fantasmas. - ¿Sabes a lo que vienes? (le pregunté) - A detener a la Cotilla por ladrona (dijo muy serio) 

- "Sentémonos y pongamos el dedo sobre el vaso de nocilla... Tu también, Bedulio."

Cuando el Municipal se dio cuenta de lo que significaba aquello quiso levantarse y salir corriendo pero el dedo de la abuela estaba sobre el suyo y apretaba fuerte. 

Mi primer abuelito fue invocado una y otra vez mientras yo miraba la lámpara del comedor. No acudió a la llamada. Sin embargo el sonido del Tam-Tam que salió de la cocina nos puso los pelos de punta. 

La cristalera se cerró de golpe. Los apóstoles de la Santa Cena se volvieron más de yeso que nunca. Las ramas del árbol de la calle se retiraron de las ventanas. El árbol dejó de cantar El brindis de la Traviatta... y se escuchó, sobre el sonido atronador de los tambores el OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe.

Recortándose bajo el marco de la puerta de la cocina, un guerrero jívaro decapitado, llevando en sus manos la cabeza reducida a llavero, nos aterrorizó. - ¡¡¡PEPEEEEEEE!!! (gritamos al unísono) 

Bedulio, Andresito y el señor Li se desmayaron. El vaso de nocilla, con los dedos femeninos del grupo encima, volaba sobre el cartón del juego. - ¡No corras tanto, jodío, que no da tiempo a leer lo que escribes! (se quejó la Cotilla) 

Cuando acabó de correr de parte a parte, yo había escrito: - Holaaaaaa, soy Mamandurria y os saludo desde el Más Alláaaaaa...


miércoles, 21 de julio de 2021

La Ouija.

 Cuando una cosa se les mete en la cabeza a la abuela y la Cotilla no se puede razonar con ellas y acaban saliéndose con la suya. Y ahora pasará lo mismo porque no razonan. - Lo que queréis hacer es muy peligroso. - Pero si solo vamos a reirnos un rato. - Mi primer abuelito dice que... - "Que diga misa. Ese siempre fue un pusilámine" - Dice que, en el peor de los casos, no aparecerá él. - "¡Ya se está rajando!"

Decidí poner en antecedentes de lo que querìan hacer las dos amigas a Andresito que acudió a mi casa sin perder tiempo. Le acompañaba Geoooorge aunque por poco tiempo porque, cuando supo de qué iba la cosa, salió por pies encerrándose en el rolls royce

- ¡Hombre, Andresito, que bien que has venido! Cuanto más seamos, más nos reiremos. - La Cotilla no le dio opción a protestar: - ¡Pon el dedo sobre el vaso de nocilla!

Sentados a la mesa del comedor, los cuatro no nos hicimos de rogar pero, en cuanto nos miramos rompimos a reir sin saber por qué. 

Limpiándonos las lágrimas, discutimos sobre qué preguntar y cómo. La Cotilla, que llevaba la voz cantante, dijo con voz de ultratumba: - Que aparezcaaaaa el primer maridooooo de éstaaaaa. - . Nos dio otro ataque de risa que se nos cortó en seco cuando el vaso, bajo nuestros dedos, se movió: - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAYYYYYYYY!!!

- "¡Perdón, perdón jajajajajajaja. He sido yo!" - Así nos tiramos toda la tarde, entre risas y copitas de chinchón on the rocks. 

La expectación de quienes viven en casa se deshinfló, incluso la de mi primer abuelito que me dijo enfadado antes de desaparecer: - Esto no es serio.

Al oscurecer encendimos la luz y seguimos convocando a gente que no acudió a nuestra llamada. - "Menudo fraude. Menos mal que la sesión nos ha salido gratis" - Entonces sonó el timbre de la puerta. - ¡Jopé, que susto me ha dado!... - La llamada se repitió porque ninguno de nosotros se movió de la silla. La abuela me miró y dijo: - "Es tu casa, vives aqui, por lo tanto abres tú" 

La luz de la escalera estaba apagada. Desde la penumbra la mirada amenazadora de un chino me heló la sangre y grité: - ¡¡¡FUMANCHÚ!!! - antes de caer desmayada.

Esta mañana he sabido que sufrí un coma etílico y que confundí a Fumanchú con el señor Li que venía en busca del juego de la Ouija que la Cotilla se llevó de su tienda por la patilla.



martes, 20 de julio de 2021

¡Ay, Dios mío!

 Mi teléfono echa humo porque la abuela no para de llamar para decirme que los precios de las videntes están por las nubes. - "Iré a ver a otra aunque ya estoy cansada de tanta visita" - ¿Vas a verlas con todo el joyamen puesto? - "Claro. Para eso me las regaló Andresito" - ¿Y con el rolls royce conducido por Geoooooorge uniformado? - "¡Faltaría más!" - Te toman por lo que eres, una millonetis y se querrán aprovechar. - "¿Tú crees? Pero si tengo un pasado sindicalista... " - Pero ellas no lo saben. - "Pues menudas videntes" - Pues sí...

Por otra parte, la Cotilla se queja de lo mismo aunque las tarifas que ella baraja son reducidas. - ¡Unas ladronas es lo que son! - ¡Anda! como usted. - Que cruz tengo contigo, boba de Coria.

Ha vuelto a llamar la abuela. - "Andresito se ha enterado de mi interés, dice, por ver a mi primer marido y te he endilgado la culpa... " - ¡¿Qué?! - "En realidad tu me has metido el demonio en el cuerpo. Tanto hablarme de lo guapo que está, lo elegante que va, lo gracioso que es, etc. etc. que pensé que me gustaría verle. ¡Pero inducida por ti!" - A mi que me registren.

Esta tarde, mientras trataba de dormir la siesta sin la ayuda de los ciclistas, han entrado  como dos elefantes en una cacharrería, la abuela y la Cotilla y han colocado un paquete sobre la mesa del comedor. Pascualita, que llevaba una media tajada de gotas de chinchón, se ha metido en mi escote, Los apóstoles desviaron sus ojos de escayola hacia el paquete, ávidos de novedades. Por ventanas y balcón entraron ramas del árbol de la calle para no perder rípio que la cristalera facilitó abriéndose de par en par. Antes de que yo pudiera preguntar se adelantaron las dos amigas.

- "Gracias a la Cotilla vamos a ahorrarnos el precio de las sesiones de videncia" - He encontrado una caja para hacer espiritismo. - ¿Encontrado? - Estaba en la calle, junto a un patinete aparcado... - ¿También se lo ha traído? - Lo he pensado... Total que usaremos una aguja. - "Ouija, Cotilla" - Eso es muy peligroso... - Con seguir las instrucciones y usar un vaso de los de Nocilla, ya está.- "Es que te ahogas en un vaso de agua, nena"

Lo que ellas no sabían es que, en esos momentos, mi primer abuelito tenía cara de espanto.

lunes, 19 de julio de 2021

¿Querrá la abuela ver a su ex?

Me ha despertado la algarabía que se había formado en el balcón donde mi primer abuelito hacía piruetas, arriesgadísimas, por encima de la barandilla. Le aplaudían a rabiar la cristalera, los apóstoles las mil y una hojitas del árbol de la calle. El mismo árbol hacía tremolar su gran tronco y sonaban cascabeles.

El rolls royce aparcó en la parada del bus y el pitido de protesta de los coches se unió al jolgorio. 

Pascualita, en su barreño lleno de agua de mar, daba saltos mortales sin parar, cada vez más cerca del borde del balcón. Me percaté de ello cuando la vi caer rumbo a estrellarse contra la acera. 

Es que no es normal que una persona, recién despertada de la siesta, tenga el cerebro preparado para comprender, ipso facto, lo que estaba pasando.

La abuela entró en casa hecha un basilisco. - "¡Menos mal que he llegado a tiempo de coger a la sirena al vuelo! ¿No puedes estar al tanto de la pobrecita?" - Está aprendiendo a volar (lo dije sin pensar) - "¿Y a ti te parece normal? ¡Es un pez!" - ¡Por fin lo has entendido, abuela! - "¿Te la quiéres comer escabechada?" - ¡Puag, que asco! 

Después de varias copitas de chinchón el genio de la abuela se aplacó y pudimos hablar tranquilamente. - Tendrías que haber visto a tu ex marido dar saltos mortales a dos palmos sobre la barandilla del balcón. ¡Es fantástico! Todos aplaudíamos a rabiar. - "¿Quiénes son todos? ¿Acaso tienes buenas noticias que darme?" - ¿Sobre qué? - El bisnieto. - No, no. Me refiero a los apost... (no podía contarle nada o me enviaría a Alcohólicos Anónimos) ¿Te gustaría ver a tu ex? - "No bebas más, nena" 

Antes de que se fuera, dije: - Buscaré una médium ¿qué te parece? - ¡Avemariapurísimaaaaa! ¿Qué has perdido? (preguntó la Cotilla a su amiga) Ojalá sea aquel broche tan horrible que tienes. - "Cotilla, buscaremos una mediúm para ver a mi ex ¿Qué te parece?" - ¡Lagarto, lagarto! (gritò mientras trasegaba, una tras otra, varias copas de chinchón)

 

domingo, 18 de julio de 2021

La Cotilla y sus cosas.

 Al árbol de la calle le ha faltado tiempo para decirme, en cuanto me he asomado al balcón, que ha recibido quejas de los apóstoles a cuenta de Pascualita porque no los deja cenar en paz. - Dicen que no ganan para vasos. Y como son tan antiguos les cuesta mucho encontrar ese mismo modelo que dejó de fabricarse hace ya la tira de siglos. Tendrás que ponerle las peras a cuartos a la sirena.

Que fácil es decirlo y qué difícil que me haga caso. La media sardina, que tiene más conchas que un galápago porque debió ser de las primeras que se instalaron en el fonfo del mar cuando éste fue creado, no hace caso a nadie (salvo a la abuela) porque está de vuelta de todo. 

Me conformé con decir: - Le diré a Pascualita que las cosas ajenas ni se cogen ni se tiran a la cabeza de nadie. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Mira que me he encontrado en la calle, nena. 

Le eché una ojeada al árbol como diciendo: ¡Con ésta "maestra" que tiene, aún nos ha salido buena la sirena! - El árbol me entendió y se puso a cantar: - ¡Se va el caimán, se va el caimán. Se va para Barranquilla, se va el caimáaaan...! - Y no supe si me estaba compadeciendo o pasaba olímpicamente de mi. 

La Cotilla me mostró un mòvil último modelo. - ¿Lo ha encontrado? - Si. - ¿Cerca de una tienda de móviles? - Pues no... - ¿Se le ha "caído", a alguien que pasaba junto a usted, del bolsillo? - No. - Humm, aquello me olía a chamusquina... ¿Estaba en el suelo? - No. - Vaya,  será verdad que lo ha encontrado... - Estaba en la mesa de una cafetería (dijo como el que no quiere la cosa). - ¿Lo ha robado? ¡Ya me extrañaba a mi! - ¡Esa boca, niña! Lo he cogido para que no se lo robaran a una parejita que no paraba de morrearse. - ¿Y? - ¿Cómo que Y? He evitado un robo ¿no te das cuenta? Que cruz tengo contigo, boba de Coria. - ¡Pero si lo ha robado usted! - No. Me lo he encontrado ¿Es chulo, eh?

Los razonamientos de la Cotilla son punto y aparte.


sábado, 17 de julio de 2021

Pascualita no para.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¿Lo has visto, nena?! ¡Que guapo y bien plantado está a pesar de todas las prerrerías que le siguen haciendo! Aaaaayyyyyyy, ¡Eso es un hombre de los que ya no quedan! - ¿Decía usted algo, Cotilla? - Pero ¿en qué mundo vives, animal de bellota? Llevo media hora dando gritos y tú sin enterarte. Debes tener un tapón en cada oreja.

La verdad es que estoy un poco despistada por culpa de Pascualita. Lleva todo el día desapareciendo. Salta del acuario al suelo y reptando se esconde en los lugares más insospechados para una media sardina. La última vez estaba en uno de los cajones del cantarano de la abuela... ¿Cómo se ha metido allí?

- ¿De quién me hablaba, dice? - ¡De mi gurú, Luis Bárcenas! ¿No me digas que no lo has visto? ¡¡¡NO ME LO DIGAS!!! - Vale, pero no lo he visto. - ¡Jodía!

Se metió en el antiguo cuarto de la abuela que la Cotilla se apalancó, hace tiempo, por la patilla y salió cargada de velas, velitas y velones para encerrarse con ellos en la salita y cerrar la puerta con llave. 

Huuuuy, esto es superior a mi. Me póngo de mal café. Mis instintos asesinos se disparan y cada dedo de mis manos se convierte en afilada daga dispuesta a destripar a la vecina pero claro, si está la puerta cerrada, tengo que aguantarme.

No vi a la Cotilla cuando salió de la salita porque acababa de descubrir a Pascualita de tertulia en la mesa de la Santa Cena. Se está volviendo una saltimbanqui digna del Circ du Solei. Lo malo será que los apóstoles quieran endosarle la factura por llegar la última. La historia no sería la misma.

 

viernes, 16 de julio de 2021

Bedulio, rencoroso.

 Bedulio me ha demostrado que es rencoroso. Ha venido a casa con afán de revancha porque, dice, que una vez le tiré una piedra. - No equivoques los términos. UNA VEZ te tiré UNA MULTA que no me correspondía aunque tu te emperraste en lo contrario. - ¡Querías abrirme la cabeza! - ¡Que exagerados sois los hombres! ¿Con un papelito iba a abrirte la cabeza? ¡Y luego os llamáis el sexo fuerte! 

El Municipal no daba su brazo a torcer: - ¡Tengo un chichón! - ¡Y yo una botella de chinchón! ¿Nos tomamos unas copitas? - Estoy rebajado de empleo y sueldo porque alguien me denunció por ir beodo en horas de trabajo ¡Y no bebí! - Esos son cosas de la Cotilla... 

- ¿Y qué me dices del pelo (seguió dando la vara) - Eso va en gustos. Si a ti te va ese corte, no tengo nada que objetar. - ¡No es un corte! Me lo hicieron a mordiscos y tirones. - Aaaaah, no sabía que te iba la marcha sadomasoquista, bribón. 

El pobre abría unos ojos como platos. Le temblaba la barbilla y a pesar de sabía que no debía insistir, no pude parar. - ¿Así que eres de los que pagan para que los apalicen? ¿Te imaginas que se lo digo a la Cotilla? Antes de que oscurezca toda Palma sabrá tus gustos sexuales... ¡ Serás famoso!

Por las comisuras de su boca aparecieron hilillos de baba que acabaron formando una catarata que se extendió por el suelo del comedor.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - Ahí ésta la Cotilla. - ¡No le digas nada! - Hombreeeee, Bedulio ¿no habrás pagado por ese corte de pelo? - ¡¡¡NO!!! - Pareces nervioso... ¿Si te puedo ayudar? - ¡¡¡NOOO!!! - Dale algo fresquito de beber, nena. 

Dicho y hecho. Como caído del cielo un vaso lleno vino que se estrelló sobre la mesa del comedor a un palmo del Municipal que saltó como un resorte. - ¡Aaaaaah! ¿De dónde sale ésto! (la voz atiplada me recordó a María Callas) - De la Santa Cena. Ya no es el primero que tirán.

Bedulio y la Cotilla levantaron la cabeza a la vez, encontrándose ante la mirada, inquisidora, de los apóstoles. - ¡¿Otra vez?! (gritó Judas) Así no hay quien cene. 

Escuchamos, claramente, estas palabras y tambièn la risa divertida de mi primer abuelito que se lo estaba pasando en grande haciendo de las suyas. Y esa fue la espoleta que puso en marcha las piernas varicosas de la Cotilla y Bedulio. Corrieron, empujándose, por el pasillo, hacia la puerta de la calle que la vecina había dejado abierta al llegar. Y ahí estaba, elegantísimo con un sudario de Balenciaga, mi primer abuelito taponando la entrada.

Cuando grité: - ¡Vais a traspasar al abuelitooooo! - la carrera se convirtió en esprint saltando los escalones de cuatro en cuatro. A los Juegos Olímpicos los mandaba yo.


jueves, 15 de julio de 2021

¡Menuda maestra!

 He llamado a la abuela para que me enseñe a hacer macarrones porque, como dice ella, a algunos hombres se les conquista por el estómago. En vista de que no me echo ningún pretendiente a la cara, cambiaré de táctica. 

Pero la abuela no estaba hoy por la labor. - "Con el calor que hace, el solo hecho de nombrarme un actividad culinaria me hace sudar a chorros" - Que exagerada ¿Acaso tu no comes? - "Si, pero me lo dan hecho y sin preguntarme qué quiero." - Menuda suerte ¿No podrías dejarme a Geooooorge unos días? - "¡Huuuuuy, ni hablar! Acaba de ponerse de rodillas, con las manos juntas y diciendo que NO con la cabeza" 

Al final quedamos en que ella le hablará a Pascualita. - "Porque se sabe todas las recetas mi chiquitina. Acércale el teléfono a la oreja" - ¡Y yo que se dónde la tiene!

Finalmente opté por confiar que las tuviera como nosotros, una a cada lado de la cabeza y las puse en comunicación. El resultado fue que Pascualita aceptaba, porque se lo pedía la abuela, enseñarme a guisar cosas sencillas. - "Prepara los ingredientes en la encimera y ella te señalará los que debes usar"

Que bonita es la teórica. La práctica ya es otra cosa.

 Puse en la encimera todo lo que encontré en la nevera. Desde lechuga a sandía y desde sardinas en aceite a pepinillos en vinagre. Parecía que acababa de llegar del supermercado. 

Bueno, la primera parte del consejo de la abuela estaba hecha. Lo malo fue cuando fui señalándo, uno por uno, los ingredientes esperando que la sirena moviera la cabeza afirmativa o negativamente, porque no fue eso lo que hizo sino que saltó del salero de cocina, cayó entre los ingredientes y fue ¡tirándome a la cabeza todo lo que no servía!

Tengo los ojos morados, una ceja abierta, un diente que se mueve, los brazos doloridos de parar trastos como si fuera un portero de fútbol y lo peor vino cuando la jodía medio sardina se dio cuenta de mis chichones. Entonces incrementó la velocidad y afinó, más aún, la puntería mientras mostraba sus dientecitos de tiburón en una tétrica sonrisa.


 

miércoles, 14 de julio de 2021

La venganza.

 Dicen que la venganza se sirve en plato frío aunque no pensaba en ello cuando, desde el balcón, vi acercarse a Bedulio haciendo su ronda como policía de barrio. 

Yo estaba muy tranquila, escuchando cantar rancheras al árbol de la calle. Las aprendió cuando se fue de garbeo por el mundo días atrás. El sabe que canta bien y le gusta que se entere todo el mundo pero, en esos momentos lo hacìa solo para mi y, encima, imitando las voces de los mejores: Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete... Me sentía transportada hasta que Bedulio apareció por la esquina de mi calle.

Se me pusieron los pelos como escarpias y una sed de venganza se apoderò de mi. Babeaba de placer ante la idea de devolderle la multa que me tiró. - ¡Huy, huy, huy, Pascualita! Aquí se masca la atragedia.

La sirena, que hasta ahora dormitaba en mi falda, abrió sus enormes ojos de pez, enderezó la cola y tuve que sujetarla para que no atacara... al aire. Mientras, el árbol seguía cantando por lo bajini: - Cucurrucucú, palomaaaaaaaaaaaaaaa...

Mi primer abuelito, subido a la barandilla del balcón, me mirò inquieto: - ¿Lo vas a hacer, nena? - ¡Claro que si! - Vale, pues te ayudaré. - ¡Eso es un abuelo! - Haciendo payasadas a dos palmos por encima de mi cabeza, gritó: - ¡Los viejos roqueros nunca mueren! - ¡¿Perdón?! jajajajajaja - Con una sonrisa de oreja a oreja, puntualizó: - ¡A mi me murieron!

Tenía en la mano la piedra envuelta con la multa, tal como Bedulio me la tiró. Cuando pasó bajo el balcón, la solté ¡y Pascualita saltó tras ella! 

La cabeza emitió un sonido cuando se encontró con la piedra. - ¡CLOC! - e inmediatamente, una especie de molinillo, dejó la testa del Municipal monda y lironda.

Bajé a toda pastilla para recoger a Pascualita y darle chinchón a Bedulio para reanimarlo. La Cotilla llegó en ese instante: - ¡Eh! No le des tanto... Uf, huele a licor que hecha para atrás. - Dijo y salió corriendo. - ¿A dónde va? - ¡A denunciarlo por beber en horas de trabajo! - Pero...

Cuando llegó la UCI móvil, uno de los enfermeros dijo: - Con la borrachera que lleva, este corte de pelo se lo ha hecho él - ¡Seguro! - Apostilló su compañero.

martes, 13 de julio de 2021

Ya estamos todos otra vez.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Hombreeeeeee. Ha aparecido la hija pródiga. - ¿A qué viene tanto escándalo, Cotilla? - Que ayer no se te vio el peloooo... y hoy casi tampoco. - Fui a la peluquería a que me lo cortaran... - ¿Y qué más? ¿Dónde éstuviste?... Espera, espera, a ver si lo adivino... humm... ¡Ya sé. Buscando al futuro padre del bisnieto de tu abuela! - Casi acierta. Estuve buscando al árbol de la calle. - ¡Anda ya!

- Me pasé el resto del día en el arcorque. - No te vi. - Estaba dentro. - Claaaaaro y acabarás diciéndome que se fue volando. 

Pascualita, asentada en mi escote, dio un respingo al oir a la Cotilla. - ¡No diga tonterías, mujer! - Si tu dices que estuviste allí, por la misma regla de tres yo puedo decir lo que me de la gana. - Allá usted.

Y era verdad que estuve en el interior, húmedo, del alcorque. Pero no estuve sola porque, de repente, apareció por allí mi primer abuelito vestido de torero. - ¿Qué buscas? - Un tesoro etrusco. - Ah, pues voy vestido para la ocasión. - Y como si hubiese pulsado un interruptor, el traje de luces se iluminó y el interior del alcorque dejó de ser tenebroso.

Encontramos unas cuantas lombrices de tierra que fueron un descubrimiento gastronómico para Pascualita. Después de un buen rato de búsqueda, bajo una piedrecita encontré unas diminutas raíces, hijas de las del árbol de la calle y tuve que guardar a la sirena en mi bolsillo antes de que diera buena cuenta de ellas. 

Las miniaturas me informaron que el árbol estaba al caer. - Solo se fue a conocer mundo. - Acabaron la frase y el árbol, al igual que un tren Ave, colocó sus grandes raíces, sin ruído ni brusquedades, en el hoyo del alcorque. Mi primer abuelito y yo tuvimos los microsegundos justos para salir de allí.

La Cotilla seguía hablando como si yo la escuchara. Me asomè al balcón y las ramas del árbol me saludaron como si nunca se hubiesen ido.

 

domingo, 11 de julio de 2021

Arboricidio.

Entre Pascualita y yo nos estábamos desayunando la ensaimada de los domingos cuando la Cotilla entró en la cocina de sopetón. - ¡Ostras, Pedrín! (grité asustada mientras metía a la sirena en mi escote)

- ¡Sabía que te encontraría aquí, tan pancha , con la que tienes montada en la Ciudad! Si es que te conozco mejor que si te hubiera parido, cosa que no hice, a Dios gracias. - ¿A que viene tanto rollo? ¿Y por qué no llama a la puerta como todo hijo de vecino? 

Prepárate que Bedulio, el Municipal, viene para acá... ¿No me has comprado una ensaimada? - ¿Para qué? ¿Para que se la coma? - Cada día haces preguntas más inteligentes, boba de Coria. 

- ¿A qué viene Bedulio? - A multarte por arboricidio con nocturnidad y alevosía. - ¿Ya le ha dado un tiento a la botella de chinchón? - No te hagas la loca y dime dónde lo has metido, antes de que te pregunten los chicos de la prensa  y así cobraré yo la exclusiva de la noticia, a ver si llego a fin de mes.

En aquellos momentos la Cotilla me hablaba en arameo porque no entendìa nada, menos mal que mi primer abuelito estuvo al quite y me sopló al oído: - Buscan el árbol de la calle y no lo encuentran. - ¡Que casualidad! He soñado que se iba volando ya ves tú que tontería. 

Mientras hablaba me asomé al balcón. La cristalera se abrió a duras penas: - Te falta aceite (le dije) - Y a ti te sobra caradura (¡me contestó la tía!) - ¿Dónde está el árbol de la calle? (preguntó muy seria) - Mientras observaba el alcorque vacío, respondí distraídamente - ¡Que se yo! que lo busque quien sea más listo (de repente me sonó la frase)

Alrededor del hueco dejado por el árbol estaban desde el Alcalde al último mono de feria. Todos levantaron la cabeza a la vez para mirarme y sentí sobre mi el peso del crimen ... ¿Qué crimen ni que leches? (me dije) y luego, dirigiéndome a la multitud grité: ¡El Arbol de la calle se ha ido de vacaciones y yo doy por comenzado ¡¡¡EL VERANOOOOOOO!!!

¡Que éxito! La gente aplaudía a rabiar, después corrieron a por los bañadores, cubitos, palas, bocadillo y cremas solares y marcharon a llenar las playas. Al final, en la calle, solo quedó Bedulio que, cual Romeo, se colocó bajo mi balcón, cogió una piedra, la envolvió con un papel y me la tiró: - ¡Ahí va tu multa! - Y salió corriendo camino de la playa.

sábado, 10 de julio de 2021

La Eminencia.

 He pedido al Ayuntamiento que mande un psicólogo a ver al árbol de la calle para que le haga un diagnóstico serio y profesional. A ver si así se calla de una vez. Me han dicho que, en media hora mandarán a la Eminencia que tienen para estos casos. ¡Madre mía, que eficiencia! Les he felicitado efusivamente, como no podía ser menos.

Sin embargo, pasada la media hora, no vino nadie. Cosa comprensiva si se piensa que el tráfico, en sábado por la mañana, es más intenso en Palma. -  A la Eminencia le habrán tocado todos los semaforos en verde (dije a la concurrencia de mi casa) 

Mi primer abuelito, pasado ya el berrinche por las manchas de vino en su nuevo sudario, dijo que no quería perderse ni a la Eminencia ni su modo de trabajar. - ¿Crees que traerá un diván, abuelito? - Ni idea pero... debe ser muy difícil que el árbol se tumbe en él aunque, como las ciencias adelantan que es una barbaridad, no me extrañaría.

Me senté en el balcón a ver llegar a la Eminencia. Pascualita oteaba la calle desde mi escote; Pepe movía, lentamente, su ojo catalejo; la cristalera, abierta de par en par, estaba espectante. El abuelito no paraba de volar del balcón a las ramas y de estas al balcón de nuevo. Lo malo es que llevaba un sudario futurista, de papel albal que, cuando le daba el sol refulgía, me dejaba medio ciega y no veía un pimiento. - ¡Estate quieto ya, jopè!

Las ramas más cercanas se apoyaban en la barandilla del balcón. - ¿Cómo lo hacéis? (pregunté) porque, normalmente, se apoya solo una. - La curiosidad hace milagros (contestó la rama marisabidilla) 

Finalmente no vino nadie y al ser requerida para dar explicaciones porque, como humana que soy, los demás confían en que tengo todas las respuestas ¡Y vaya si las tengo! - ¡La Eminencia habrá empezado sus vacaciones de verano!

Esta noche, antes de acostarme, me he asomado al balcón para ver como estaba el ánimo del árbol de la calle y por poco me da un patatús. ¡Había crecido un montón! La solución a este fenómeno estaba en su alcorque. El árbol había sacado las raíce de la tierra. - ¡¿Qué haces?! (pregunté, preocupada) - ¡Adios, amiga! Buscaré un lugar donde me comprendan y respeten ¡¡¡ADIOOOOOOOOSSSSSSSSS!!! 

Y se fue ¡¡¡VOLANDO!!!

viernes, 9 de julio de 2021

El árbol de la calle está depresivo.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿De qué te ríes, boba de Coria? - La Cotilla ha entrado en casa a tal velocidad de crucero  que me ha pillado en plena carcajada. - ¿Estás sola?... Cada día me sorprendes siendo más tonta que el anterior. - ¿No ha visto como han dejado al árbol de la calle los podadores? ¡Ni que fuera a hacer la mili! ¡Está mondo y lirondo! 

La vecina no podía verlo pero no había nadie en casa que no estuviera partiéndose de risa mientras el árbol echaba humo de la vergüenza que le daba enseñar sus entretelas a todo hijo de vecino y se quejaba amargamente: - ¿Qué he hecho yo para merecer estooooo? ¿Quién es el envidioso de mi maravillosa frondosidad? ¡Me han quitado la fuerza como Dalila hizo con Sansón... ¡¡¡Buaaaaaaa!!!

Pascualita lanzaba buchitos de agua envenenada hacia el árbol, para que se callara supongo, aunque la distancia entre ellos eran grande.

De repente, del cuadro de la Santa Cena tiraron un vaso de vino, lleno, con tal puntería que le dio a mi primer abuelito que hacía vuelos rasantes junto a la lámpara del comedor y lo pusieron perdido: - ¡Nooooo. Mi hermoso sudario nuevooooo! 

Lo que llamaba mi atenciòn era que, a pesar del jaleo que reinaba a nuestro alrededor, la Cotilla no se enteraba de nada. Ni siquiera de la escandalera de los gorriones residentes en el árbol. Estaban encantados con el despeje de ramas y hojas: - ¡Yuuupiiii, ahora nos llega el fresquito! - Está visto y comprobado, que nunca llueve a gusto de todos.

Mohíno, el árbol de la calle sentenció: - Esperad a que el sol del verano caliente, jodíos.


jueves, 8 de julio de 2021

El Tour.

 Desde que empezó el Tour de Francia estoy loca por que llegue la hora de sentarme a ver la carrera... y dormir la siesta a pierna suelta. 

Tengo ya tanto entreno de año tras año que no me pierdo nada de lo que ocurre. He desarrollado un sexto sentido que me despierta en cuanto los locutores cambian el registro de voz, así que he visto todas las montoneras de ciclistas de los primeros días ¿Acaso friegan el asfalto con cera?

A mediodía ha llegado la Cotilla: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué comemos hoy. - Un Siseñor y un Calleusted ¿Qué le parece? Y podemos añadirles kepsut  para cambiarles el sabor. - Que poca gracia tienes, nena. Creo que me iré al comedor social pero antes dejaré unas cosas en la salita... - ¡¡¡VELAS, NO!!!

No sé como se las apaña pero siempre se sale con la suya. - Son cuatro velitas de nada, mujer, para mi gurú Bárcenas. Hay que ver lo que he aprendido de éste hombre. Le estoy taaaaaan agradecida. ¿De qué viviría yo si no lo hubiese descubierto? - ¿De dar sablazos como ahora? - 

El rato que fui a abrir el bote de fabada, echarlo en el plato, meterlo en el microondas, calentarlo, sentarme frente a él en la mesa de la cocina. Levantarme de nuevo para ir a por Pascualita y Pepe para que me hagan compañía mientras comemos, la Cotilla aprovechó mi concentración para meter en la salita una pila de velas, velita y velones, colocarlos en el Altar de los Amigos de lo Ajeno y prenderles fuego.

Gracias a que tengo toda la casa abierta por el calor, una pequeña chispa llegó hasta la cocina gritando: ¡¡¡Fiestaaaaaaa!!! ¡¡¡Nos estamos desmadrandoooooooooooooo!!! - El salto de Pascualita, desde el frutero al fregadero, lleno de agua jabonosa, fue digno de Record Guinnes. Pepe dejó oír su OOOOOOOOOOOOOOOOO y yo cogí un sifón de la despensa que vacié en el altar en plan extintor... ¡Uf! 

La casa huele a cera y a humo. Pascualita tiene más pinta de ahogada de nunca. Pepe no calla. Y yo he disfrutado con los ciclistas y con la siesta.


 

miércoles, 7 de julio de 2021

La Cotilla.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Aún no te ha mandado nada tu abuela? Menuda pájara está hecha y la suegra otro tanto. - Ay, Cotilla ¿no ve que lo están haciendo por mi bien? - ¡Ja! - Para que tenga un bisnieto perfecto. - ¡Ja y ja! - Para mejorar la raza... - ¡Ja, ja y ja! - ¡Ya vale ¿no?

En el fondo, pero muy en el fondo, sabía que la Cotilla tenía razón pero no iba a demostrárselo ni jarta de vino. 

- Pues, hija (siguió diciendo la vecina) en la calle hay un ramillete de tios buenos que tiran de espaldas y, encima, van uniformados. - Corrí hacia el balcón tan rápido que la cristalera apenas tuvo tiempo de abrirse. Y sí, en la calle había una cuadrilla de mozos vistiendo mono y casco. - ¿Esos dice usted, Cotilla? - Exacto. - Pero si son de Parques y Jardines... - Aaaah, ¿acaso la señora Duquesa esperaba al Marajá de Kapurtala para la coyunda bisnietil? 

- ¡Son podadores! (grité) - Y se supone que tienen lo que hay que tener... - ¡Van a podar los árboles! - Si quieres les digo que mientras tanto, te canten Clavelitos.

Hubo una revolución en el árbol de la calle cuando éste abrió su bocaza de madera y grito ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

Mi primer abuelito apareció por arte de mágia. Venía de probarse el nuevo sudario que le estaban haciendo y se pinchó con uno de los alfileres: ¡Aaayyy! Ni muerto dejan de pincharme estos  artilugios del demonio ¿Qué sucede, nena?

- Van a talar los árboles ¡en pleno julio y con las temperaturas por las nubes! ¡Nos quedaremos sin sombras! ¿En que piensa el Ayuntamiento? 

Mi primer abuelito se dio media vuelta para volver al probador: - Esto es algo que nunca cambiará, nena. El razonamiento de los Ayuntamientos son la equis en las ecuaciones.


martes, 6 de julio de 2021

El aburrimiento.

El árbol de la calle tiene en vilo al vecindario porque ruge como el león de la Metro. Y toda la culpa la tienen la abuela y la Momia. 

El pobre árbol se aburre esperando al candidato, que no aparece por ningún lado, y a terminado durmiendo a pierna suelta. Y cuando duerme, ronca. y entonces vibran los cristales de las casas, repiquetean los juegos de café de porcelana, en las estanterías de las alacenas. Los gritos lastimeros ponen el contrapunto cuando alguna tacita se estrella contra el suelo. Tacitas de listas de bodas lejanas. Aunque también, hay que reconocerlo, he oído aplausos y olés por el mismo motivo.

La cristalera del balcón, tan cercana al árbol, jura en arameo porque le cuesta mucho mantener el tipo para que no se rompa ningún cristal.

Hasta Pascualita ha salido dannificada cuando la potencia del sonido hervóreo forma olas en su tranquilo acuario, tan grandes que acaba por salirse el agua del recipiente y, ahora mismo, está casi vacío.

- ¡¡¡Calla, ya, jodío!!!  (le grito al bello durmiente) - De repente, el nutrido grupo de gorriones que anidan en su copa, salen portando pancartas en señal de protesta por todo lo habido y por haber: - ¡Te quedarás solo! ¡Gorriones al poder! - ¡Abajo los prepotentes! - ¡La madre que te parió, árbol!... etc. etc. etc.

Mi primer abuelito que, como es un alma que, ni pía ni muge, está encantado con el ajetreo que se ha organizado. - Ponte las pilas un momento, abuelito y ya me dirás que te parece. 

Vistiendo un hermoso sudario con el estampado de los Girasoles de Van Gohg, se ha echado unos vuelos rasantes alrededor de Bedulio que, plantado en la acera indagaba de dónde venía la escandalera.

Algo debió rozarle la cara porque, de repente, le bajó la sangre a los pies y a punto estuvo de desmayarse, menos mal que un empujón del lado contrario, lo mantuvo en pie. - ¡Cómo me diviertoooooooo! (gritó el abuelito) - ¡Que jodío! (pensé) - Te he oídoooooo, nenaaaaaa...

 

lunes, 5 de julio de 2021

Tensión en el ambiente.

 Pues todavía no ha venido ningún candidato a padre del bisnieto de la abuela, por mi casa y eso que llevo horas sentada esperándolos. Mi primer abuelito me ha dicho: - Yo que tu no me harìa muchas ilusiones, más que nada por tu abuela ¡menuda censora es la tía! No me fiaría de ella, sino pregunta a la Cotilla. Le ha levantado novios a la pobre que acabó para vestir santos. 

- No creo que ocurra nada parecido porque quien tiene más ilusión es ella. Yo todavía no estoy en edad de tener bisnietos. - Pues, cuidado, que lo mismo los tiene ella con alguno de los elementos que van a por el puesto ¿Por qué crees que la selección se hace en su casa y no en la tuya? - Pero si la abuela ya no está en edad de concebir... ¡Tiene 95 años! - Cosas más raras se han visto, nena. Basta verme a mi. En mi vida no pasé de vestirme de mercadillos y ahora, ya ves, de Alta Costura.

El Arbol de la calle vigilaba por si veía venir algún tipo con cara de candidato. - ¿Y qué cara se supone que tienen? - Pues... no sé. No he visto ninguno. Creía que con el tiempo que llevas de árbol orondo y grueso, habrías desplegado una filosofía de la vida como para darte el Premio Nobel. - Si la tengo, faltaría más pero... ¿no puedes darme una pista?

Pascualita notaba la curiosidad que flotaba en el ambiente más, la duda que yo tenía y de la que le hice partícipe: - ¿Te imaginas que el candidato que le guste a la abuela, no me guste a mi? ¡Menudo follón! - La sirena hizo una mueca tenebrosa. - ¿Te estás riendo de mi? - A esto siguió un OK. - ¡Lo mismo te lo traspaso a ti, media sardina!

Llamaron a la puerta y hasta el aire quedó paralizado. Poco a poco, fui dando pasos acercándome a la puerta de la calle. La sangre se agolpaba a mis sienes cuando Pepe soltó su OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Era su modo de liberar la tensión del momento.

Abri y allí estaba... ¡Bedulio! - Di dos pasos atrás. - ¡¿TU?! 

La cara del Municipal cambió de color: - ¡No hagas comedia que me asusto! - No te esperaba... - He tenido que venir porque media plantilla está de vacaciones ... Toma, una denuncia de los vecinos por... ¡Ya ni me acuerdo del motivo!

domingo, 4 de julio de 2021

Seleccionando, tirurí, tirurí.

 La abuela ha puesto un anuncio en todos los periódicos de Palma que dice lo siguiente: - Se busca candidato a padre de mi bisnieto. La selección de los candidatos se hará en la Torre del Paseo Marítimo, número XXX. Se recompensará.

Me lo ha dicho la Cotilla cuando ha llegado a casa de "limpiar" cepillos de las iglesias. Llevaba un paquete en la mano, que no era otra cosa que un bocadillo de choped envuelto en papel de periódico. - Mira qué dice aquí, boba de Coria: - Me he llevado la sorpresa del siglo y he preguntado:

- ¿Por qué ha envuelto el bocadillo con el periódico de hoy? - Ah, ¿es de hoy? No tenía ni idea. Estaba en el suelo, amontonado junto a otros y como me hacía falta lo he cogido. - ¿Había cerca una persona con pinta de venderlos? - Pues... ahora que lo dices. Un tipo con una chaleco reflectante... - ¡Lo ha robado, Cotilla! - ¡Que no me he llevado la pila de periódicos, nena! Que boca más sucia tienes.

Llamó Andresito - Nena, dáme asilo familiar que en mi casa no hay quien viva. No paran de llamar candidatos a padres del bisnieto y no es eso lo peor, sino que mi santa madre, a sus ciento y pico años, se ha nombrado, a si misma, seleccionadora oficial junto con tu abuela. ¡Que vergüenza, Dios mio!

Pregunté, tímidamente: -¿Han llamado... muchos? - ¡Más de veinte y aún no son las nueve de la mañana ¡Hasta un amigo mío, vecino de casa bien de toda la vida, se ha interesado por el "puesto de trabajo". He reconocido su voz y se lo he dicho. - ¿Se ha enfadado? - ¡Ya lo creo! Dice que no vale discriminar, que estamos en un mundo global y deberíamos aprender que, para ciertas cosas, no debe haber diferencias sociales . - Igual  tiene razón... - ¡Lo he mandado a tomar viento!

Pues aquí estoy, mordiéndome las uñas entre chinchón y chinchón, nerviosa por saber el resultado de la selección. Mientras la tropa de mi casa no dejan de incordiar preguntando a cada momento si hay fumata blanca. Eso ha sido cosa del Arbol de la calle y ya le he repetido que no se elige Papa - ¡Pero sí papá! (ha contestado rauda) jajajajajaja ¡que jodía!

viernes, 2 de julio de 2021

La corazonada.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿qué comemos hoy, nena? - Usted no se. Yo, tortilla de patatas con cebolla, prefabricada, de la que venden en el súper, Cotilla. - Pues a éste paso, ni encontrarás quién te haga un bisnieto para tu abuela, ni irás a Master Chef. - El día que hagan un concurso de abrir latas, iré y lo ganaré. ¡Pues no tengo yo arte ni ná abriéndolas.

- Vaya birria de menú tienes. Me voy al comedor social. Te dejo unas magdalenas que saqué anoche del contenedor del súper.

Al salir la Cotilla tuve una corazonada y llamé a la abuela: - Geooooooge, que se ponga ... - Madame decir que no estar . - ¡Tengo que hablarle de la Cotilla! - Mi no ser sordo. ella decir que... - "¡Qué hueso se te ha roto, nena!" - Estoy segura que la Cotilla es más rica que tu. 

A través del teléfono la oí toser, atragantarse, llamarme ¡jodía!, reir hasta no poder más. Aguanté estóicamente hasta que volvió a hablar. - "¡Ay, que risa, María Luisa! Que chiste más bueno aunque venga de ti"... - No es chiste. Mira, echa cuentas: No gasta un euro pero todos los días gana unos cuantos, bien por los cepillos de las iglesias, el trapicheo de las noches con las cosas que se "encuentra" en las calles; come aquí o en el comedor social, donde no paga; vive en mi casa y aún no sé por qué ¡y tiene alquilado su piso del 4º, por quincenas, a extranjeros que le dan una buena pasta y encima no para de "llorar" dando pena con su edad y la mísera paga que recibe que, por cierto, nunca he sabido cuánto es.

La abuela ya no reía, ni respiraba, solo bufaba. De repente, mientras yo esperaba un estallido, me colgó el teléfono y un cuarto de hora después, los frenos del rolls royce chirriaron  sobre el asfalto de mi calle. 

Sentadas en la salita, en silencio, bajo la atenta mirada de Pascualita que no quitaba ojo al dedo, tanto mío como de la abuela, que llevaba colgando las gotitas de chinchón que acababan en su boca, esperamos a que volviera la Cotilla mientras trajinabamos el licor en copitas.

Nos despertó el portazo de la puerta de la calle. Estábamos a oscuras. La sirena dormìa la mona en mi escote. La abuela y yo nos miramos, aturdidas sin saber siquiera dónde estábamos.  

Junto al altar de los Amigos de lo Ajeno había una nota: ¡Vergüenza debería daros no dejarme ni una gota de chinchón ¡a mi, que soy una pobre viejecita que apenas llega a fin de mes! Por cierto, vaya asco de bicho que lleva tu nieta entre las tetas ¡Que cruz tienes con ella!

 

jueves, 1 de julio de 2021

¡Valiente tropa!

Un pestazo a azufre recorría todos los rincones de casa. Es como si se hubieran abierto las puertas del Infierno ¿De dónde vendría? 

Oi gritos procedentes del balcón y cogiendo a Pascualita que dormía plácidamente en el fondo del acuario, salí a ver qué pasaba. La Cristalera y el Arbol de la calle tenían una discusión de tres pares de narices. - ¡Ciérrate de una vez que me llega todo el tufo, jodía! - Te aguantas porque aquí dentro no hay quien respire. - ¡Las cristaleras no respiran, los árboles sí! - ¿Qué sabrás tu, pedazo de madera? - ¿A qué te arreo con una de mis ramas y me cargo un cristal?

- ¡Callad ya, arrabaleras! (salté como una furia pero ellas me tenían más ganas) - - ¡¿Con qué perfumas tu casa, boba de Coria? - Quedé tan sorprendida ante el agravio que no supe contestar. Y fue entonces cuando una tela suave, roja como el vino de Rioja, rozó mi frente. La sirena y yo levantamos la mirada a la lámpara del comedor y allí estaba, echando pestes, mi primer abuelito que echó a volar en derredor nuestro gritando: ¡Quiero ir al Infiernoooooooooo! ¡No quiero ser buenoooooo! ¡Quiero vengar a los míos! ¡Dar un escarmiento! ¡Calentar culos a zurriagazos! ¡Enseñar educación a quienes no la han conocido nuncaaaaaaaaaaaaaa!

-¡Deja ya de gritar y corta el grifo del azúfre que no podemos respirar! - ¡¿Dónde están esos padres, encantados de que sus niños esparzan, alegremente, el coronavirus por las regiones españolas? ¡Que me los como con patatas! (gritaba el ánima de mi primer abuelito cargado de razón)

Me costó mucho calmarlo, incluso me llevé un mordisco de Pascualita, por eso, ahora tengo un dedo tan hinchado que no me podré urgar la nariz con él durante un tiempo. ¡Mecachis!

Poco a poco, el olor a azufre fue saliendo por el balcón dejando una larga estela que se asentó en una corriente de aire que lo llevó hasta el barco que trasladaba a la tropa de niñatos hacia la Península.