viernes, 30 de julio de 2021

Súper modelo.

 - "¿Sigue viniendo a tu casa el fantasma de mi ex, nena?" (preguntó la abuela una tarde que no tenía nada mejor que hacer) - ¿Te pica la curiosidad, eh? jejejejeje - "Menos risitas que desde que no hay ciclismo después de comer, estoy de mal humor." - Pobre Andresito. - "¿Pobre? Dijo delante del cura que se casaba conmigo, para lo bueno y para lo malo, así que ajo y agua... ¿Y sigue hecho un pincel" - Te aseguro que es el espíritu más elegante de los millones que flotan por ahí. 

La abuela me tuvo un rato al teléfono rumiando su curiosidad insatisfecha. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿con quién hablas, boba de Coria? - Con la abuela que está mosca porque quiere ver a su ex y el no se deja. - ¡Mejor! ¿No está muerto? pues hala, que penque. (dijo la Cotilla, temerosa)

Le pasé el teléfono y de la conversación que tuvieron solo saquè en claro que, a veces, la Cotilla tiene buenas ideas. - Tu abuela quiere hablar contigo. - Que cansina es ésta mujeeeeeer... No hablaba de ti, abuela... que noooooo... ¡Vale, pues si! 

El resultado de todo aquello me correspondió a mi ejecutarlo: fotografiar a mi primer abuelito. - "Dile que lleve distintos sudarios para no salir siempre con el mismo en las fotos." - ¿Y si dice que no? - "Di que quieres tener una foto suya porque no tienes ninguna... ¿no?" - No. Las tirarías a la basura.

A todo ésto mi primer abuelito había bajado de la lámpara del comedor y tenía la oreja pegada al teléfono aunque no le hiciera ninguna falta. Y ante mi sorpresa dijo que SI a las fotos. - ¡Abuela, dice que sí! - "¡Aaaayyy, acaba de darme un escalofrío!" - A mi, dos... (a la Cotilla no le llegaba la camisa al cuerpo)

Lo que disfrutó el abuelito usando la mesa del comedor a modo de pasarela, aunque iba dos palmos por encima, imitando a los grandes modelos. El árbol de la calle silbaba y gritaba ¡Guapoooooo!, las hojitas aplaudían a rabiar, la cristalera se abría y cerraba dejando que las bisagras cantaran: - ¡Que bueno está éste tío! - Pascualita reptaba por la mesa en un intento de imitarlo y haciendo la señal de OK cada vez que, al dar la vuelta, las sedas de los sudarios la acariciaban. Yo no paraba de hacer fotos ¡alguna saldría bien!

La Cotilla se había rodeado de velas encendidas, expropiadas del Altar de los Amigos de lo Ajeno, mientras murmuraba toda clase de rezos.

Por la tarde vino la abuela. Traía una ensaimada rellena de crema tostada; Geoooorge preparó un te exquisito y, después de dar buena cuenta de todo y escucharme contar lo ocurrido, dijo: - "¡A ver esas fotos!" 

No salió ni una. ¡Nada! - "Pero..., pero... ¡Ni para hacer una foto sirves, boba de Coria! ¡Eres un desastreeeeeee!" - El roce de una seda invisible tapándole la boca la dejò muda y temblorosa durante quince días.

 

 

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