lunes, 28 de febrero de 2022

La vida en una garrafa.

La abuela se ha presentado en casa con unas cuantas ensaimadas calentitas y no hemos abierto la boca, para hablar, hasta que no han quedado ni las migas. 

Hacía tiempo que no desayunábamos juntas, Pascualita incluída y hemos pasado un gustazo. Después he sabido el por qué de su visita. - "La Momia me ha pedido que le lleve el orinal de su familia..." - ¡No puede ser! Es el hogar de la sirena. - "Tu bisabuelastra lo necesita para llenarlo de rosas y colocarlo en el centro de la mesa del comedor. Para mañana ha organizado un baile de disfraces en la Torre del Paseo Marítimo y sabe que sus familiares quieren verlo. Todos le tienen mucho cariño" - Dile que no puede ser ¿Dónde meto a Pascualita?

Estuvimos un rato haciéndo cábalas hasta que pensé que la mejor solución sería meterla en una garrafa de agua. - "Pero es transparente..." - ¡Es verdad! La pondré en la copa del árbol de la calle. - "¡Se caerá! ¡Tendrá frío! ¡Vendrá un gato! ..." 

El árbol de la calle estuvo de acuerdo. - Soy un padre ONG. - Pascualia tampoco dijo que no. Me parece que se sentía minusvalorada delante de todos los de casa viviendo en el orinal por muy aristocrático que sea.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Nena ¿has puesto una garrafa en la copa del árbol de aquí al lado? - Pues... sí. - ¿Para qué, boba de Coria? - Para que el ábol beba cuando tenga sed. Y para que las algas estén con sus pariente terrícolas y hablen de sus cosas.

La Cotilla fue a por el chinchón. - No parece que hayas bebido desde ayer... Hale, vamos a Alcohólicos Anónimos que ya desvarías



domingo, 27 de febrero de 2022

¡Carnaval!

Estamos en pleno Carnaval y todavía no sé de qué disfrazarme. Le he dado muchas vueltas. He preguntado a todo quisqui de mi casa pero no me han ofrecido una respuesta que me ilusione hasta que: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Ay, vengo más contenta que unas Pascuas - ¿Le ha tocado la lotería? - Mejor que eso. He vuelto a "limpiar" cepillos en las iglesias. Ya tienen algo más que telerañas. - Cotilla se va a ir de cabeza al Infierno. - Estaré calentita. - Que mal hablada es usted.

- Este año me voy a disfrazar (prosiguió) - Pero si va todo el año... - ¡De sirena! 

¡Ostras! se me pararon los pulsos. ¿Acaso había descubierto a Pascualita? En cuanto tuve oportunidad corrí al comedor y allí estaba la medio sardina, nadando en círculo lentamente en el orinal. - ¡Uf, menos mal! - Eché un chorreón de chinchón al agua y me serví unas generosas copas que fui paladeando con cañita.

El sopor me invadió y fui incapáz de resisirme a él quedando más dormida que Carracuca. Y soñé... Iba en una comparsa de sirenas disfrazadas de calamares en su tinta. El trozo de mar por el que desfilábamos quedó más negro que las uñas de un carbonero. 

En lugar de llevarnos el Primer Premio como era nuestro deseo, nos llevamos el Primer rapapolvo del Certámen de Disfrases. ¡Que más da! Habíamos conseguido lo que buscábamos: ser las primeras en algo.

El árbol de la calle, disfrazado del submarino del Capitán Nemo, daba largas brazadas con sus ramas. Las hojitas, llenas de purpurina cantaban: ¡Se va el caimán, se va el caimán. Se va para Barranquilla...! Los peces aplaudían a rabiar. Nunca se había visto algo así. Sobre la copa del árbol iba Pascualita convertida en el Pirata de los Siete mares llevando y usando, a Pepe el jibarizado cuyo ojo-catalejo hacía las veces de él mismo buscando algún barco mercante que llevarse a la boca.

Una peluca rubia platino pasó flotando cerca de mi. Al cogerla gritó: ¡No me sueltes, boba de Coria, que no sé nadaaaaaar! - ¿Pero, Cotilla, no iba a ir de sirena? - Solo quedaban pelucones sireniles... ¡snif!... en la tienda... ¡snif!... del señor Li... 

sábado, 26 de febrero de 2022

Malditas las guerras y los que las promueven.

Me estaba peleando con unas bolas de polvo que no querían salir de debajo de mi cama, atrincherándose detrás de una caja de zapatos. - ¡Salid de ahí malas pécoras! - Dijeron que nanai. Que estaban en territorio democrático y de allí no se movían. - ¡Estáis en mi cuarto, jodías!

Las muy brujas corrían, saltaban, me sacaban la lengua y se reían de mi. Y me encendí.  Llené un cubo de agua, le añadí amoníaco, mojé bien la fregona que sonó como un trueno cuando la puse en el suelo sin escurrirla, luego la pasé varias veces, hasta que no quedó ni rastro de las puñeteras bolas de polvo.

Seguí fregando el suelo del pasillo y al llegar al comedor di un respingo. La abuela y la Cotilla estaban de cháchara delante de un plato con queso mahonés, galletas de Inca y unas copas de chinchón on the rocks. - ¡¿Por dónde habéis entrado?! - ¡Por la chimenea! - dijeron al unísono partiéndose de risa.

Vi que Pascualita se asomaba entre las algas para no ser vista por la Cotilla. La abuela mojaba el dedo en el licor, alargaba el brazo hacia el orinal decimonónico para que la sirena chupase el chinchón. - ¿Qué haces, alma de cántaro? (dijo la vecina escandalizada) - "Intento convertir el agua en chinchón." - ¡Si lo consigues, nos forramos! (y tiró un chorrito de la botella al orinal) - "¿Qué haces tú?" - Como seré tu socia...

Luego la abuela se me encaró: - "¿A santo de qué vas pregonando que tu abuelo fue picador de suecas?" - Porque es verdad... El abuelito me lo ha contado (la Cotilla se santiguó) y bien  famoso que fue. - "¡JA!" - Y que en Suecia hay bastantes críos que se le parecen muchísimo. - "¡JA, JA Y REQUETE JA.!"

Sentado a dos palmos sobre la lámpara de velas, mi primer abuelito iba echo un pincel. Estaba más guapo que un San Luis con un sudario-frac de seda tan natural que aún tenía gusanos comiendo morera a dos carrillos. 

Mientras la abuela negaba más disfrutaba él. - Sigue, nena. La duda ya ha hecho mella en su cerebro ¡Que bien me lo estoy pasando! - No pude contestarle porque, en ese momento, un grupo de bolas de polvo pasaron a toda velocidad camino de mi cuarto. - ¡La madre que...!

 

viernes, 25 de febrero de 2022

¡Mi primer abuelito fue un "picador" de suecas!

Cada vez que la Cotilla pasa por el comedor se queda parada delante del cuadro en relieve de la Santa Cena, con la boca abierta y lo mira con mucho detenimiento pero no da en el clavo. - Cualquiera diría que no lo ha visto nunca (acabé por decirle) - Tienes razón. Es como si lo acabara de descubrir y me está dando un yuyu... Creo que me lo llevaré al trapicheo..., o se lo venderé al señor Li..., o... - ¡Ni o ni leches! Es mío y se queda aquí. - ¡De tuyo, nada, monada! Lo comprò tu abuela cuando tu aún no estabas ni programada para venir al mundo. - Vale. Pues es mío. - Hablaré con tu abuela y ya veremos que dice.

Se marchó hecha un basilisco. Mi primer abuelito, envuelto en aromas de Chanel, dio unas vueltas por el comedor hasta sentarse en la mesa de la Santa Cena. - ¿Y estos cuando acaban de comer? ... ¡Oh,! - A partir del momento en que descubrió a la camarera se dedicó a ligar con ella y así descubrí que, en su juventud fue un "picador" de suecas. Como fueron casi todos los jóvenes mallorquines de los años sesenta.

Llamó la abuela: - "Dale a la Cotilla ese cuadro, nena, que es más antiguo que andar palante." - ¡Que no! No sabía que tu ex había sido un "picador" en su juventud. - A la abuela le dio un ataque de risa. Hasta Pascualita la oyó y saltó del fondo del orinal hasta el borde sin quitarme el ojo de encima. -  "¡Pero si era un pusilánime! jajajajajajaja" - Dicen que quién tuvo, retuvo. - "Déjate de tontunas, boba de Coria y dale el cuadro a la Cotilla"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Dice tu abuela que me... ¿Qué es eso? - En vuelo rasante, el abuelito despeinó a la Cotilla con la cola del sudario. Una y otra vez. Ella no paraba de espantar "moscas" hasta que se mirò en el espejo. Tenía el pelo de punta y, de repente, vio como se bajaba y volvía a subir. Balbuceó: - ¿Es... tu...? No ¿verdad...? - Sí, Cotilla. Es el abuelito. 

Aún resuena en mi cabeza el alarido que soltó y fue alargando a medida que bajaba la escalera y corría por la acera alejándose de casa, a pesar de haber doblado ya la esquina.

 

jueves, 24 de febrero de 2022

Hace raro.

 Mientras desayunaba con Pascualita en la cocina, se inició una discusión en el comedor. Me asomé a ver de quién eran aquellas voces. Como procedían de lo alto pensé en mi primer abuelito pero no lo vi ni sobre la lámpara, ni en las cortinas, ni en ningún otro sitio. 

Pascualita, sentada en el borde del orinal de rancio abolengo, no le quitaba ojo al cuadro de la Santa Cena. Antes de que yo pudiera miraro, el árbol de la calle tocó los cristales de la ventana con una rama. - ¿No irás a dejarme así, boba de Coria? Abre y podré enterarme de qué tripa se les ha roto a éstos.

Pedí al ventanal que se abriera y no pude por menos que comentar como el que no quiere la cosa: - Luego la Cotilla es otra... - ¡Eh! que no es por cotillear sino para no aburrirme. - ¡Ya!.

Me senté en el comedor. Aquellos hombres barbudos tenían una discusión acalorada con una camarera de la posada donde llevan dos mil y pico de años sentados sin consumir más que pan y vino y diciendo que apunten las consumiciones que ya le pagarán. - Es que se nos fue el Jefe... (decía uno) - Yo tengo la faltriquera vacía. - A mi me dijeron Pedid y se os dará y eso hemos hecho: pedir.

El caso es que la camarera dijo que no se movía de allí hasta cobrar toda la deuda. - En el cuadro no puedes salir. - ¿Por qué lo digas tú? ¿Por qué no tengo barba? ¡Machistas!

Poco a poco el comedor se fue llenando de hojitas que no tenían nada más que hacer. También las bolas de polvo vinieron rodando por el pasillo. - ¡Vamos, que hay cine gratis! - Pepe el jibarizado me llamó desde su estantería de la cocina: - OOOOOOOOOOOOOOO. - ¡Voooooy!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡¿Se puede saber que haces mirando el cuadro con la boca abierta, boba de Coria?! - ¡¡¡AAAAAYYYYYYYYYY, QUE SUSTOOOO, COTILLA!!! - El corazón me salió por la boca, cayó al suelo, rebotó y entró de nuevo a su sitio. - No la habíamos oído llegar, tan metidos estábamos en lo que pasaba en la posada. Y como por arte de mágia todo volvió a su sitio en  un santiamén... Bueno, todo no.

La Cotilla miró el cuadro, abrió la boca, la volvió a cerrar. Un rato después la pillé mirándolo pero, como no decía nada, yo tampoco. Pero si que hace raro ver una camarera allí.

miércoles, 23 de febrero de 2022

La Cotilla se cabrea.

 Presidiendo el comedor, entronizado sobre la mesa del comedor, coloqué el orinal aristocrático. Meti dentro algas, arena, el barco hundido, agua de mar hasta casi el borde y a Pascualita. Pensé que le alegraría volver a la que, durante un tiempo, fue su casa. Pero no dio saltos mortales de alegría, cosa que le agradecí porque luego me toca a mi recoger el agua que tira.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¿No me digas que has puesto, otra vez, el orinal de la familia de Andresito en la mesa donde comemos?! ¡Esto es una guarrada! Esta noche me lo llevaré al trapicheo y dejaremos de verlo para siempre.

- ¡Ni se le ocurra tocarlo! - ¡Dios me libre! Debe tener virus de todos los colores y más antiguos que andar palante. - Ay, no diga tonterías, Cotilla. Además, estamos vacunadas... - ¡De estas antiguallas, no!

- Bueno, pues al orinal no puede ocurrirle nada malo porque la Momia me ha hecho responsable de él. - ¿Por qué si puede saberse? - Supongo que porque, algún día seré la heredera de la Torre del Paseo Marítimo y... - ¿Te lo ha dicho? - ¿Con todas las letras?... No.

Para suavizar el ambiente decidí hacer una comida distinta a los botes de fabada, lentejas o albóndigas con tomate y puse tortilla española con ensalada. Pero la Cotilla, que no estaba para cuentos chinos dijo: - ¿Tampoco sabes hacer una tortilla? - ¿Y ésto que es? (dije con chulería) - Tortilla congelada calentada al microondas. Además, con un orinal en la mesa, no voy a comer. - Y se cruzó de brazos muy enfurruñada.

Como, en el fondo tenía razón, aparté un poco el orinal poniéndolo a un lado de la mesa. Lo hice sin perder de vista a la sirena por si saltaba y tuviera que cazarla al vuelo. Al final no me dio ningún problema... pero sí mi primer abuelito.

Apareció a dos palmos sobre el orinal vestido con un sudario con estampado escatológico, por muy de seda natural que fuera y durante toooooda la comida me estuvo contando, con pelos y señales, la retahíla de personas que sentaron allí sus aristocráticas posaderas y las cosas que hacían en él.

Llevo toda la tarde con el estómago para arriba y para abajo. Hace un ratito me he mirado al espejo y estoy verde fosfi, con ojeras moradas con puntitos amarillos, que me llegan a los pies ¡Aaaayyyyyy, que malita estoooooy y que poquito me quejoooo..!

martes, 22 de febrero de 2022

¡Cuác, cuác!

 ¡Cuác, cuác, cuác...! - Esta es la "música" que vengo escuchando toooodo el santo día. Harta ya, lancé una pregunta al aire, sin mirar a nadie: - ¿Alguien aprende idiomas nuevos? - Nadie se dio por aludido o, simplemente, no contestó.

El cachondeíto ha seguido hora tras hora. - Pascualita ¿tienes algo que decirme? ... ¡Huy! perdona, perdonaaaaa. Ya sé que tendría que haberte comprado un nuevo acuario pero todo lo que tengo en los bolsillos son telarañas. 

En el fondo del taper, la cola de la sirena se movió lentamente. Amenazadora diría yo.- ¡Llamaré a la abuela! 

Es muy difícil hablar con la Torre del Paseo Marítimo. Primero tengo que traspasar la barrera del cancerbero inglés : - ¡Madame no estar! Mi no saber... Madame decir que no querer hablar con ti... - Y así hasta que se me hinchan las narices. Después hay que sacarle los cuartos a la abuela que es más agarrada que un chotis. - "Tengo muchos gastos. No sabes lo scrificado que es ser rica. Tengo que hacerme los vestidos de la nueva temporada y en la Casa Dior quieren cobrar a tocateja..."

Harta de escucharla dejé vagar mis pensamientos y, de repente, me acordé del famoso orinal de la Momia, del siglo XIX que alguna vez hizo las veces de pecera. - Abuela ¿y el orinal decimonónico? - "Ah, esto es cosa de tu bisabuelastra. Habla con ella aunque no te hagas muchas ilusiones."

La Momia se alegró de oirme. - ¿Qué es lo que me quiéres pedir, nena? - ¿Cómo sabes que quiero algo de ti? - Porque si no, no me llamas nunca. - Aaay, que graciosa eres bisabuelastritaaaaa. Esto... ¿puedes dejarme el orinal de tu familia para unas cuantas semanas? - No sé qué decirte... ¿Y si se rompe? - No se rompera. Pero me urge tenerlo. - ¿Es para una exposición? - ¿Eh?... Sí. - ¿Y de qué trata? - Sobre el Antiguo Egipto. (¡glub!) - Bueno, si es para ayudar a la Cultura, te lo dejo. 

Mientras esperaba la llegada de Geooooorge con el orinal, entré en la cocina y allí el cuác, cuác fue más intenso. ¡Ahí estaba! Era el calendario celebrando un día único: el 22/2/2022 ¡LOS PATITOS HACEN FIESTA!

 


 

lunes, 21 de febrero de 2022

La paloma.

 

Se ha montado una algarabía en el balcón y no he tenido más remedio que asomarme para saber qué pasaba.

El árbol de la calle estaba apuradísimo porque las gorrionas que viven en él se habían revolucionado al posarse en una de las ramas, una paloma blanca como la nieve y con unas pestañas tan largas que, al moverlas, abanicaban media calle. 

- ¡Señoras, por favor, esta preciosid... digo, la paloma solo quiere descansar un poquito. - ¡¡¡Fueraaaaaa!!! A saber de dónde viene el pendón desorejado éste ¡Largo de aquí! - Es una paloma mensajera... Tiene que estar reventada la pobre. - ¡Que se vaya al balcón. Las ramas son nuestras!

La escandalera de las gorrionas se juntó con la de sus parejas que volvieron de sus tareas de cazamosquitos, alarmados por lo que les contaron los estorninos. - ¡¿Qué pasa aquí?! ¿Y estoooo? (dijo un recién llegado. - Se está mascando la tragedia, Mariano... - Y el Mariano cerró el pico.

Pascualita, asomada a mi escote, no quitaba los ojos de la paloma que, harta de tanto trino, saltó al balcón y me enseñó una de sus patas. Mi primer abuelito que siempre está al quite, me informó. - Lleva un mensaje. - Ah... pensaba que iba a bailar el Can Can.

El mensaje era una multa enviada por los municipales: por atentar contra la salud de dos agentes de la autoridad. - ¡Es injusto!  - Y sin encomendarme ni a Dios ni al Diablo, hice trizas la multa y dejé que los trocitos cayeran como confeti sobre los peatones.

Lo que no esperaba fue que la paloma que me atacara como un águila imperial. - ¡¡¡Pascualita, defiéndemeeeeeee!!! - Y ahí se armó el belén. Las gorrionas tomaron partido por la sirena y los gorriones por la paloma. 

La pelea fue rápida. El resultado fue: un desnudo integral de la paloma cuyas plumas estaban esparciadas por doquier. Y un muslo enorme, que no paraba de crecer porque Pasculita le había incado el diente.

No me quedó más remedio que darle un poco de chinchón para que no sufriera. Piando lastimeramente, dijo: Mi primer día de trabajo y llegaré borracha al cuartel... Bedulio me advirtió: ¡No te fíes!... ¡snif... ¡hip!

domingo, 20 de febrero de 2022

Una de narices.

 Me he enterado que Bedulio está de baja, entre otras cosas relacionadas con los nervios, porque ha dado positivo en coronavirus y dice que se lo he contagiado yo... - ¡¿YO?! - Eso fue lo que le respondí a su compañero municipal cuando vino a darme la noticia y a hacerme una PCR.

Me sonó el nombre pero en seguida lo llevé a mi terreno. Un nombre así, de siglas, tiene su misterio y los misterios pueden conducir al sitio más insospechado. Así que mi corazón empezó a hacer tilín y ya me vi con el dichoso bisnieto de mi abuela, en brazos.

- Pasa, pasa. - le dije al municipal pero no dio ni medio paso adelante. - Estoy bien aquí. - ¿Aquí? ¿En el rellano de la escalera? ¡Caray, que lanzado eres! Bueno, todo sea por ser la heredera de la Torre del Paseo Marítimo... - E inicié la maniobra de ir despojándome de la ropa.

- ¡Alto, señora! Solo necesito su nariz. - Ah... ¿si? Se nota que estoy desfasada de novedades erótico-festivaleras... - Aquí la tienes jijijijiji... ¡Eh. esto es muy molestoooo... - ¡Quieta!

Mi vida corrió serio peligro cuando sentí que el palito iba camino de encontrarse con mi neurona. Di un soplido, un patadón que impactó en una de las espinillas del violador de narices y apartándolo de un empujón, cerré la puerta.

En el balcón, el árbol de la calle que estaba enterado de todo por sus ramas, me recibió cantando el pasodoble Suspiros de España. ¿Por qué? Ah, vete a saber.

El municipal iba calle arriba, cojo perdido, gritando, - Ya me lo dijo Bedulio ¡¡¡No te fíes!!!

 

 

sábado, 19 de febrero de 2022

Le faltó el canto de un duro.

Dormí en la Torre del Paseo Marítimo y mi primer abuelito no quiso quedarse atrás. Se pasó el tiempo mirando y criticando: Que para qué quería mi abuela una casa tan grande. Que vaya ganas de estar todo el día andando arriba y abajo. Que me gusta más mi casa, nena. - ¿La del Más allá? (pregunté) - No, donde vives tu. Allí están mis recuerdos... Ay, cómo nos queríamos tu abuela y yo. - ¿Has probado el chinchón de buena mañana? - ¡No seas impertinente, nena!

Por la mañana volvi a casa. Al verme, el árbol de la calle movió sus ramas como maracas. Resulta que usaba el método Morse para decirme, desde la distancia, que Pascualita estaba dando las últimas boquedas de su larguísima vida.

Entré como una tromba en casa, cogí a la medio sardina, llené un cacharro de taperwer con agua de mar de una de las garrafas de la despensa y la sumergí en ella. Poco a poco empezó a dar leves señales de vida y llamé a la abuela. - Tu asma está a salvo.

Recogí los trozos del acuario, los restos de algas, el barco hundido, la arena ya seca. De repente, una bola de polvo pasó a toda velocidad entre mis piernas pero no pudo escapar a la escoba y mientras se fundía en el aire, un papelito minúsculo, aterrizó junto a mi zapatilla. Lanzó un destello dorado. Era una parte infinitesimal de la corona del Rey del Mar.

La sirena abrió sus abultados ojos de pez y, para animarla, le di el papelito: - Toma. Tu novio.

Alargó una manita, blancuzca y palmeada, cogió el papel ¡y se lo comió! 

- Pero... ¡¿qué haces?! - Por toda respuesta hizo la señal de OK y se echó a dormir.

 

viernes, 18 de febrero de 2022

¡Abuelitooooooo!

Cuando salimos despavoridos de casa choqué contra Bedulio que iba haciendo su ronda por el barrio. - ¡Huy, a ti te quería ver! ¡Toma, las llaves de casa por si tienes que llamar a los bomberos! - Y seguimos corriendo.

Pero el Municipal nos dió el alto antes de llegar a la esquina. - No pienso entrar en tu casa y menos si está vacía. Aquí hay gato encerrado. - "¡Justo, me lo has quitado de la boca! (dijo la abuela) Ha entrado el gato del vecino, que es una fiera corrupia, y está desmontando la casa" 

 A mi primer abuelito no pareció gustarle tantos remilgos por parte de la Autoridad y no se le ocurrió otra cosa que soplarle en la oreja. Yo decía que no con la cabeza pero el abuelito, que se estaba divirtiendo, siguió soplando. Bedulio espantó con las manos lo que creía una mosca cojonera que la había tomado con él. 

La abuela se partía de risa. Yo me la aguantaba. Bedulio vio que yo decía que no. Ató cabos , palideció hasta más no poder y cayó redondo al suelo. Su compañero en la ronda vino corriendo y me oyó decir: - ¡Ya te vale, abuelito! Mira la que has liado.

Poco a poco, Bedulio volvió en si. - ¿Qué me ha pasado...? (le temblaba la barbilla) - El compañero, solícito, respondió: - Por lo visto su abuelito, al que aún no he visto, te ha hecho una brom... ¡¡¡BEDULIO, VUELVE EN TI!!!

 

jueves, 17 de febrero de 2022

Locura de amor.

Pascualita está a punto de quedarse sin novio porque no para de sobar la hoja de la revista. Le aconsejo que la trate bien, al fin y al cabo, el pibón es el rey del mar. Pero ella va a lo suyo. Tiene un calentón de los que hacen época. Me extraña que no lo haya mordido todavía.

Cuando más la dominaba el frenesí, llamaron a la puerta. Sin mirar si mis dedos peligraban, cogí a la sirena por los pelo-algas, hice molinete y la lancé al acuario del que salió más rápido que entró.

Era la abuela. Menos mal que venía sola. - ¿Y la llave?  (pregunté) - "Estoy taaaan acostumbrada a que me abra la puerta mi mayordomo que no me he acordado de cogerla... ¡Hooooolaaaaaa, mi cosita bonitaaaaaaa! (se refería a Pascualita, claro) ¿No vas a presentarme a tu noviooooooo?

Le hice una seña con los ojos y se lanzó hacia la revista pero la lagarta de la sirena fue muy rápida, cogiéndola y lanzandose con ella, de cabeza, al acuario - ¡Oh, no! (grité)

La abuela no fue consciente de lo que acababa de ocurrir: papel y agua nunca han hecho buenas migas. 

Al no darle la menor importancia siguió a lo suyo. Se quitó el largo abrigo que llevaba, de piel de dinosaurio sintética dijo, para que viera el traje de neopreno, de alta costura, que le habían hecho. Llevaba tantas lentejuelas que me dejó cegata_ "!TACHÁN! ¿Me queda como un guante o no?

Acto seguido escuché un nuevo ¡TACHÁN!, esta vez sobre mi cabeza. Mi primer abuelito, apareció enfundado en un sudario de neopreno rojo pasión. - A quién le queda como un guante es a mi.

¡Vaya dos!

De repente el acuario estalló en mil pedazos. El agua había deshecho la hoja publicitaria y el dolor de la sirena fue colosal. Solo tuve tiempo de coger a la abuela del brazo y a mi primer abuelito del sudario y salimos a escape de casa. - ¡SALVESE QUIEN PUEDAAAAAAA! - grité mientras volábamos escaleras abajo. 

miércoles, 16 de febrero de 2022

Envidia cochina.

 Llamó Andresito. - Nena, me ha dicho el mayordomo que llamaste a tu abuela y la trastornaste ¿Qué le dijiste? - ¿No te lo ha contado? (pregunté mientras cruzaba los dedos) - No se puede hablar con ella. Lleva desde ayer haciendo reverencias delante de un espejo y luego me pregunta si lo ha hecho bien. - (¡Bien! dije para mi, por lo menos no ha descubierto a la sirena)

Puse mi neurona a trabajar para ver cómo salía del berengenal. - ¡Ya está, abuelito! Se celebran los 70 años de Isabel II en el trono de Inglaterra ¿Vais a ir a alguna fiesta en su honor en la Embajada inglesa? - Pues... no que yo sepa. De todas maneras no creo que tenga nada que ver lo que le pasa a mi mujer con eso porque, insiste, en que nos compremos elegantes trajes de neopreno para la recepción. - (Lo pillé al vuelo) ¡Lo ves. Vais a ir a una recepción real! - ¿Con neoprenos?

Mientras hablábamos, Pascualita, sentada en el frutero de la cocina, suspiraba viendo el anuncio de latas de atún puesto en la mesa.

La lámpara de la cocina se movió levemente y mi primer abuelito vino a colocarse a un palmo sobre mi cabeza. - A esta mujer se la come la envidia (me dijo telepáticamente) - ¿A Isabel II? (me sorprendí) - A tu abuela, nena. Quiere competir conmigo en elegancia, ya lo estás viendo ¡Yo no tengo un sudario de neopreno!

¡Solo me falta ésto!

- Pero si llevas obras de arte de los mejores modistos. ¿Cómo vas a compararlos con un sudario de neopreno? - ¡El que lo luzca primero será un revolucionario! Nunca se ha escrito nada de los segundones. 

Se esfumó como lo que es, un fantasma.

 


martes, 15 de febrero de 2022

La abuela se vuelve majareta.

 

 

Había desayunado con Pascualita y Pepe el jibarizado. A la sirena la noté contenta y, por el modo de dirigirse a él, supe que le hablaba de "su" Neptuno. - Te ha dado fuerte ¿eh? Voy a contárselo a la abuela. 

Cogió el teléfono el mayordomo: - Buenos Brexits... huy, perdón ¡Buenos días, Geooooorge! Que se ponga la abuela. - Al inglés no le hizo gracia mi lapsus. Que desaborío es éste hombre. Y tuvimos nuestros más y nuestros menos para conseguir que le pasara el teléfono a la abuela. Menos mal que mis amenazas de partirle la espinilla de un patadón, surtió efecto porque un día vió la espinilla, maltrecha, del Médico (hijo de Andresito) y aún lo recuerda.

Cuando le conté a la abuela que su queridídima amiguita se ha enamorado, nada más y nada menos, que de Neptuno, el Rey del Mar, se puso como unas castañuelas: - "¡¿Gracias a mi chiquitina bonita,  voy a emparentar con la realeza del Mar?! ¡¡Nunca pensé que tendría tal honor!! ¡¡¡OOOOOH, VOY A SER PARIENTE DE POSEIDOOOON!!! ¡¡¡A VER QUIÉN ME TOSE AHORA!!!

Pensé que le iba a dar algo. - Abuela, tranquilizaté, mujer, que no es para tanto... - ¡¡¡¿QUE NO ES PARA TANTO?!!! ¡ENVIDIOSAAAAAAAAAAAAAA! ¡A VER SI APRENDES DE MI CHIQUIRRIQUITINAAAAAAA! ¡ELLOS ME DARÁN EL BISNIETO QUE TU NO ME DAS!... 

Tuve que apartar el teléfono del oído para no quedarme sorda. - Abuela..., que sale en una revista... que no es... - ¡¡¡¿EN EL HOLA?!!! ¡CLARO, DÓNDE SINO SALEN LOS REYES!

Oí sus gritos: - ¡Geoooorge, ves a comprar el Hola! ¡CORRE, CACHAZAS!

Acabé colgando el teléfono.

lunes, 14 de febrero de 2022

Enamorada.

 Ha sido despertarme ésta mañana y tener la sensación de estar rodeada de atracadores de bancos del Oeste americano porque, todos, TODOS, llevaban puesta la mascarilla. 

- ¡Ni se te ocurra saltar de la cama sin el tapabocas que tienes el Ómicron, atontá! (dijo la Cotilla, apostada a la salida de mi cuarto escoba en mano) Tengo mascarillas de todos los colores, texturas y modeluquis varios. Los vendo como rosquillas en mis trapicheos nocturnos, o sea, que no tienes excusa  para no llevar uno. - Gracias, Cotilla, no esperaba menos de usted... - Ni menos ni más. Lo justo: Son diez euros. - ¿Cuántos? - Diez euros, sorda. - ¿Dos docenas? - No te columpies, boba de Coria. Un tapabocas transparente y puedes darte con un canto en los dientes porque te hago descuento.

Más tarde encontré a Pascualita, subida en el borde del acuario, luciendo una minimascarilla de algas mediterráneas. - ¡Que nivel, Maribel! (le dije antes de que se me escapara una risa) Cuando se te rompa podrás hacerte otra con la hoja de una col que lleva una semana en la nevera... jijijijji 

Pero no me hizo ni caso. Estaba colocada como si posara para un pintor, sacando su hermosa cola azul de sardina fuera del acuario y con los ojos fijos en la mesa del comedor. - De su diminuta figura salió tal suspiro que levantó olas en su pequeño hogar. 

- ¡Está enamoradaaaaa! (dijeron al unísono los comensales de la Santa Cena) - ¿Otra vez en celo? ¡Esto es un no parar! - Y entonces vi a su galán: un fornido y atractivo dios Neptuno, tridente en ristre, saliendo entre espumas de mar anunciando ricas latas de atún en una página de la revista que me pasó ayer una vecina. 

Estaba tan bueno que hasta me puse celosa.

 

 


domingo, 13 de febrero de 2022

¿Solo casi?... ¡Ja!

Entró en casa por un descuido de la cristalera que se había abierto de par en par para disfrutar del sol tibio de ese día de febrero. Y lo hizo triunfalmente. De un salto espectacular se plantó sobre la mesa del comedor. ¡¡¡TACHAN!!! 

Su presencia nos espabiló a todos, empezando por los comensales de la Santa Cena, hartos de vino tras una noche de juerga. - ¿Quién es ese? - ¿Un okupa? Pues aqui solo quedan las migas. a ver qué va a comer... 

Pascualita, al verlo, se sumergió hasta el fondo del acuario y se encerró en el barco hundido después de cubrirlo bien con las algas. - No cambiará nunca, (me dije) Que arisca es.

El ojo-catalejo de Pepe enfiló su movimiento pausado hasta el recién llegado y no pareció gustarle lo que vio: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO (dijo mostrando su desagrado) 

El árbol de la calle se sacudió las ramas con fuerza mientras las hojitas protestaban por el trato. - Cuanto más viejo, más pellejo. - dijo la más contestataria.

El recién llegado cogió su guitarra, se puso en pose y pasó los dedos, finos como palillos, por las cuerdas pero... no sonó. Y eso que todos estábamos expectantes, bolas de polvo incluídas. Entonces el intruso lloró ¡En mi casa! ¡Poniéndola perdida de mocos y lágrimas! - ¡Eh, eh! ¿qué confianzas son éstas, jodío (me salió del alma) ¡No me gustas, tío! - Y era verdad ¡No me gustaba!

Se tiró horas llorando el frustrado músico. Al final se durmió y pasamos de él. Acabé abriendo una lata de albóndigas con tomate y cuando rebañaba el plato, sonó la cuerda de la guitarra. ¡Que sorpresa! Pero, en lugar de aplausos solo consiguió abucheos hasta que, avergonzado, se fue por donde había venido y la cristalera se cerró a cal y canto.

- ¡Tanta gloria lleves como descanso dejes! (le grité asqueada) 

A nadie le gusta tener un coronavirus en casa que, encima, es un despistado que toca la guitarra del revés - ¡Anda y que te den!

 

miércoles, 9 de febrero de 2022

Solo: Casi.

 Las bolas de polvo corren de parte a parte de la casa persiguiéndose entre gritos y risas. Disfrutan de cada rayo de sol que entra por el balcón, abierto con amabilidad por las dos partes de la cristalera.

Así da gusto. Ver como todo en casa es armonía. Incluso Pascualita coopera en la juerga cuando una bola se acerca al acuario. Intenta cogerla con las manos pero se le desvanece en el aire y la sirena rie como si no hubiera un mañana.

Sentada en el suelo del balcón, saboreo un chinchón on the rocks tomado con una pajita y no tardo nada en partirme de risa

Junto a las velas apagadas de la nueva-vieja lámpara del comedo, mi primer abuelito nos contempla beatificamente mientras chispitas de sol, escapados del rayo principal, hacen brillar el nuevo sudario que le ha hecho su amigo Balenciaga. El abuelito está tan pagado de sí msmo que no cesa de repetir: - ¡Soy más bonito que un San Luis! - Y yo se lo jaleo.

De repente, una nube negra cubre el sol. Las vidrieras se cierran con un sonoro ¡PAPAM! Pascualita se encierra en el barco hundido, en el fondo del acuario. Las bolas de polvo corren a esconderse por los rincones. El abuelito apaga el brillo del sudario y desaparece. 

Yo termino mi chinchón con ojos bizcos y la cabeza embotada: - ¿Qué pasa? (pregunto)... - ¿Cotilla...? - Nadie responde - ¡Jopé! ¿De qué va ésto? ... ¡hip!...

Poco después todo vuelve, CASI, a la normalidad...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ay, nena, a punto hemos estado de que nos cogiera el coronavirus! - ¡Glub...!

martes, 8 de febrero de 2022

¿Cincuenta euros? ¡JA!

 He llevado el cuadro de la Santa Cena a la Torre del Paseo Marítimo. Los comensales me han dejado la nevera vacía. Se han comido hasta las telarañas. 

El estirado mayordomo inglés no quería dejarme entrar: - ¡Es la casa de mis abuelitos, leñe! - Esta cosa que traer tú no ser de aquí. - ¡Es de mi abuela y le tiene mucho aprecio! - Yo no ver nunca here. - Se está rifando un tortazo y llevas todos los números (dije mientras la rabia ponía en marcha mi mano)

- ¡Alto! (la mano quedó en el aire) ¡Hola! (era el Médico, hijo de Andresito, mi segundo abuelito) ¡Dáme a mi esa torta, nena y me harás el hombre más feliz del mundo! - Ya lo creo que se la di. Y tengo que decir que la disfrutó muchísimo. Como es masoquista...

Entré con el cuadro bajo el brazo al salón donde ardía una hermosa chimena. - "¡¿Qué haces aquí con MI cuadro?!" - Te lo devuelvo. - Andresito saltó: - En esta casa no pega ni con cola. No es una obra de arte. - "Me trae recuerdos de mi abuela" (dijo la abuela) - ¡Jopé! (se me escapó)

Así estuvimos un rato, como de tanteo hasta que, al final el veredicto fue: - Llévatelo por donde has venido, tiparraca. - Entonces ataqué: - Vale, entonces me debeis cincuenta euros de lo que se ha comido ésta tropa. - Las risas duraron media hora. Incluso la Momia (mi bisabuelastra) salió de sus habitaciones y se unió a las carcajadas. Fue la única que se dio cuenta de que faltaba uno: - El Jefe no está. - Por eso están desmadrados. 

Cuando repetí tres veces lo de los cincuenta euros fue cuando los abuelitos mandaron a Geooooorge que me pusiera de patitas en la calle.

Sentada en mi sillón de la salita, con una copa de chinchón en la mano, pregunto a Pascualita: - ¿Por qué nadie me cree? - Y la sirena responde, a saber qué, metiéndose de cabeza en la copa.


lunes, 7 de febrero de 2022

¿Marcianos?

De madrugada me han despertado unos ruídos extraños. Me costó abrir los ojos pero más me costó cerrarlos después. ¡Había intrusos en casa! Para amedrentarlos llamé: - ¡Cotillaaaa! ¿es usted quien anda por ahí? - No me contestó nadie.

Probé otra vez: - ¡Abuelitoooooo! ¿Has vuelto del Más Allá? - Cero respuesta. Y a pesar de mis gritos, los ruidos continuaron. Lamenté tener a Pascualita tan lejos, en el comedor, en su acuario y durmiendo a cola suelta. - No volverá a pasar (me dije) - Pero eso no calmó mis temores porque, un enorme letrero de neón rojo, se iluminó en la oscuridad del cuarto y decía: - Pobre de ti, sabrás tu si seguirás aquí mañana jajajajajajaja. - Las risas, además de leerlas también las escuchaba con el vello erizado como es preceptivo en las historias de miedo.

Lentamente fue pasando la noche entre cuchicheos, arrastrar de pies y algún que otro movimiento de sillas. 

Harta de estar a oscuras (salvo la ténue luz del letrero) y temblando como un conejo, cogí la linterna que guardo en la mesilla de noche, me tapé la cabeza con las mantas y encendí la luz. ¡Y un alarido espantoso, seguido de carreras por el pasillo que lleva al comedor, me paralizó por completo! - ¡¡¡Mi casa estaba llena de marcianos asustadizos!!!

Sudando a mares, de miedo, aguanté hasta que la puerta de la calle me indicó que la Cotilla acababa de llegar de sus trapicheos. - ¡¡¡COTILLA, COTILLAAA, COTILLAAAAAAA!!!- Nunca me había alegrado tanto de su presencia en casa. 

Salté de la cama, me lié en el edredón de plumas suecas y corrí como una enajenada para caer en brazos de la vecina  que, al ver lo que creía un espantajo del otro mundo, me dio tal bofetón que me mandó de vuelta a mi cuarto.

¡Que desconcertado estaba mi cerebro! Y entonces llegaron los gritos de la Cotilla: - ¡Nena, ven a ver ésto. Correeeee.!

Estaba de pie en el comedor, señalando, con el dedo artrítico, el cuadro de la Santa Cena: - ¡¡¡NO ESTÁN!!!

En efecto, no había nadie. 

Por la mañana el cuadro seguía vacío pero, gracias al árbol de la calle: - Hey, titi. Bajo el aparador hay un papelito... Si no fuera por mi...

Era una nota de los apóstoles. Decía que, hartos de llevar más de dos mil años cenando lo mismo cada día, se habían hartado y decidido asaltar MI NEVERA.

Y allí estaban. Helados y con las tripas abultadas.

 

domingo, 6 de febrero de 2022

¡Salvada!

¡Lo que ha llorado el árbol de la calle mientras la hojita le contaba todo cuanto había visto en la playa! Tanto lloró que al poco tiempo se formó un gran lago con sus lágrimas en la calle. El Viento se sumó al espectáculo levantando olas a fuerza de bufidos y soplidos. Y el árbol pudo ver con sus ojos de madera, el mar Mediterráneo, embravecido y peligroso y fue feliz.

Desde el balcón de casa vi acercarse a los bomberos con su camión rojo y haciendo sonar las sirenas. No perdí detalle. Hay que ver lo que me gustan los uniformes. Como dice la abuela: te presentan una escoba uniformada y caes rendida a sus pies. 

Tuvieron que usar una bomba para achicar el agua llorada. De vez en cuando mi primer abuelito, en plan Superman, volaba sobre el lago artificial. Una de esas veces se acercó a mi: - Nena, creo que Pascualita está dando sus últimas boqueadas... Te lo digo por si te interesa ¡Hale! me voy a lucir un poco más el nuevo sudario. - ¡¿Dónde está la sirena?! (le grité antes de que desapareciera tras una nube que se asomaba, curiosa, a ver lo que pasaba.

- ¡Nadando en agua dulce! - ¡La madre que la parió! - Bajé a la calle a toda pastilla y sin pensarlo dos veces, me zambullí de cabeza en lago. El agua estaba helada y, a pesar de ello, tuve de bucear porque la medio sardina yacía en el fondo, sobre el asfalto de la calle. 

Cogiéndola por los pelo-algas, tiré de ella hasta sacarla a flote. Le pedí al árbol que  alguna de sus ramas le hiciera el boca a boca pero se negó. - Es algo que nunca haría un árbol, nena y no voy a ser yo quién empiece. 

Tuve ganas de mandarlo a paseo pero el deber me llamaba. Había que salvar a la sirena porque es única en el mundo y pensando en esbeltas y coloridas mariposas, le hice el boca a boca. La salvé pero desde hace horas, me dura el sabor de pescado. He probado con media botella de chinchón y que si quiéres arroz, Catalina ¡Puag!

sábado, 5 de febrero de 2022

La playa.

 Convencí al autobusero para que contiuara su ruta hacia la playa de Can Pere Antoni y pude sentarme un ratito en cada asiento porque íbamos solos.

Antes de ver el mar Pascualita se puso frenética. - ¿Cómo puede olerlo si no tiene nariz? - Por éste inocente comentario, el chófer frenó el autobús, abrió las puertas y dijo, mostrándome el camino: - ¡Ancha es Castilla!

En la playa había poca gente y nadie, salvo otra mujer y yo, llevaban mascarilla. Me chocó que le abultara tanto pero se me olvidó cuando una gaviota, en vuelo rasante y pico abierto, se echó sobre mi. Pascualita y yo caímos al suelo. - ¡La madre que te parió, pajarraco! (grité)

La voz de mi primer abuelito, que flotaba saltando las olas, me llegó fuerte y clara. - Tranquila, que aquí estoy yo para protegerte ¡Huy, la hojita!

Lo que no consiguió conmigo, lo hizo con el abuelito la puñetera gaviota que se elevó, orgullosa, con la hojita en el pico quien, por cierto, estaba encantada viendo el panorama que se abría a sus pies: el mar azul, la música de las olas, el oro de la arena, las lanchas dibujando rayas con la espuma que dejaban atrás... Le grité: ¡Tírate, jodía!

No hizo falta. A la gaviota no le gustó el sabor de la hojita y la soltó. El viento, que estaba aburridísimo, jugó con ella dando vueltas y más vueltas hasta que la pobre hojita, más verde que nunca, vomitó hasta la primera papilla y puso al viento perdido. 

Mientras yo llenaba las garrafas de agua, Pascualita se arrastraba buscando el camino del mar hasta que tropezó con la mujer de la mascarilla que le dio tal patada a la sirena, tomándola por alguna porquería de las que trae el mar a la tierra, que la estampó contra la pared que separa la playa del Paseoda y quedó noqueada durante unos segundos. Los que hicieron falta para que la mujer se acercase en busca de la zapatilla que había volado con la sirena. Y entonces ésta ¡ATACÓ!

Gracias a eso la tipa se ha hecho famosa en todo el mundo. Cuando Pascualita, furiosa, le arrancó la mascarilla a mordiscos, quedó al descubierto una maravillosa barba con su correspondiente y bien cuidado bigote. Hubo dudas sobre su sexo pero ella lo aclaró todo, llorando a moco tendido, ante las preguntas de Bedulio que pasaba por allí e hizo valer su autoridad como Municipal que es. - ¡La ilusión de mi vida siempre ha sido tener "esto" pero me daba vergüenza! La Pandemia me lo ha "regalado" al poder taparme la cara... ¡buuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaa!... Y ahora... tendré que afeitarmeeeeee.... ¡buaaaaaaaaa!

No le hará falta. La ha contrado El Circ du Solei ¡¡¡TACHAN!!!

viernes, 4 de febrero de 2022

Vamos a ver el mar...

¡Menuda bronca le eché a la abuela!... por teléfono. - No puedes ir dando voces hablando de la Sirena. Te puede escuchar alguien que luego se presente en casa para que se la enseñe ¡No puede perder su anonimato! - "Lo sé... pero no he podido aguantarme después de tanto tiempo sin verla" 

La curiosidad vino de quien menos me esperaba: ¡El árbol de la calle! - Pero si estás cansado de verla ¿a qué viene este interés por ella? - No sabía que era única... Los árboles permanecemos toda la vida en el mismo sitio y hay cosas que no sabemos. Por ejemplo, nunca he visto el mar... bueno, si, en tu tele pero creo que, al natural, es más grande.

Aquello me dio que pensar. En Mallorca, antiguamente, la gran mayoría de las personas del interior de la isla, tampoco lo vieron jamás. Algo había que hacer por el pobre árbol pero...¿qué? 

A buenas horas se me ocurrió hacerme esta pregunta. Llevo día y medio pensado en una solución que no llega... y a éste paso, no llegará. Es que tendría que tener más neuronas y, sobre todo, más espabiladas que la que tengo.

Las velas de la lámpara del comedor se apagaron de golpe. Mi primer abuelito, encantado de haberse conocido... con un sudario del color de las pirámides de Egipto del que, incluso, caía arena que iba formando montoncitos en el suelo del comedor, las sopló.

- Tengo la solución a tu pregunta (dijo) - ¿Lo llevarás en brazos hasta la playa? - Soy una simple y etérea alma, no una grúa. - Bueno ¿y qué hacemos entonces? - Por toda respuesta sopló a una de las hojitas apunto de soltarse de la rama y empezó así una curiosa romería a la que me sumé con dos garrafas vacías para llenarlas de agua de mar y así aprovechar el viaje. Pascualita iba en mi escote.

Subí al autobús y una niñata gritó a los cuatro vientos. - ¡Tía, llevas un bicho en las tetas! - Y Pascualita recibió un manotazo de la interfecta que, apunto estuvo de tirarla al suelo. 

El griterió que formó cuando la sirena, que había saltado a su cabeza, la dejaba monda y lironda, obligó al chófer a frenar y abrir las puertas por las que el pasaje salió despavorido. El autobusero se acercó temeroso al ver la pelambrera esparcida por todo. Después, fijándose en mi escote suspiró: - Aaayyy ¡quién fuera bicho! - Y me alegró el día.

jueves, 3 de febrero de 2022

La abuela grita.

Ha venido la abuela ¡Que gran acontecimiento! Se ha dignado pisar la casa de una proletaria que está a dos velas. - Adelante, Señora. 

Así la he recibido, inclinándome ante de ella y barriendo con la escoba el suelo que iba a pisar. Al principio le ha hecho gracia pero le ha durado poco y ha puesto fin a mi pantomima arreándome un capón que todavía me duele.

Se acercó a ver a su amiguita del alma, la sirena, que salió escopeteada del fondo del acuario para caer en sus manos con una horrible sonrisa en su extraña cara.

- "¡Aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyy mi chiquitina bonitaaaaaa! ¡La reina de los mareeeeees!¡La sirena más bonita del mundooooooo!

A la abuela se la oìa hasta en los rincones más lejanos del barrio y claro, la Cotilla no iba ser menos.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿De qué sirena hablas?- preguntó llegando a la cocina a paso de carga.

Salí al quite en cuanto escuché (pese a los gritos de la abuela) abrirse la puerta de la calle. Cogí a Pascualita y la lancé, en un gancho escorado, hacia el acuario... en el que no entró porque se estrelló, un poco, contra la rama del árbol de la calle más cercana a la ventana que, en ese momento, estaba abierta de par en par.

A la abuela se le congeló el grito en la garganta, - ¿Qué pasa con esa sirena que dices?  (insistió la vecina) - Y yo respondí la primera tontería que me vino a la mente, seguramente chivada a mi neurona por el abuelito: - Añora aquella sirena que sonaba en las fábricas cuando terminaba la jornada laboral... - ¿Ahora te acuerdas de èsto con lo rica que eres? ¿No me digas que lo añoras? Si es que no está hecha la miel para la boca del asno.

Y se quedó tan ancha.

 

miércoles, 2 de febrero de 2022

La orquesta.

 El sol entraba a raudales a través de ambas partes de la cristalera del balcón que se dejaban besar y querer por él. No saben ná estas dos pilinguis ¡y a mi que me parta un rayo!

El buen ambiente me puso de mal humor. es lo que tiene ser el espíritu de la contradicción de la familia. Y encima, al árbol de la calle le dio por cantar imitando la voz de Pavarotti: - ¡¡¡O SOOOOOOOLE MÍOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO...!!! - ¡Calla, cooooñe! (no me hizo caso. Ni él ni nadie porque pronto se uniéron los gorriones que viven en él, igual que si fuera una película, edulcorada, de Disney. 

De repente el OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado se añadió al coro. La cristalera batió la puerta abriendo y cerrándola a ritmo. Los comensales de la Cena, a los que el vino les había hecho efecto, entraron en situación cantando el Asturias, Patria querida... que no pegaba ni con cola. Hasta las bolas de polvo soltaron alguna que otra corchea y semi corcheas.

Pascualita, sentada en el borde del acuario, seguía el ritmo tocando las palmas con más pena que gloria. Y, como si me hubiera adivinado el pensamiento, una ¿música? salida de las alturas acabó de completar la "orquesta" 

- ¿Abuelito, eres tú? - Si. No he podido resistirme y he ido a pedir la lira que me corresponde como habitante del Lado Bueno del Más Allá y que aún no me habían entregado. - Se nota que no has ido a clase... ¿Qué es eso que tocas? - ¡¿No lo reconoces?! ¿A qué colegio te llevó tu abuela? Veo que, en cuanto a mùsica, estás sin desasnar, nena.

Mi primer abuelito me estaba llamando borrica. ¿Acaso, por salvar el alma, se pierde el oído? - Sé lo que dices. Recuerda que soy telepaticohablante, cara guapa. 

Del arpa salían los chirridos, lamentos y ayes tan espeluznantes que acabé encogida en el sofá de la salita cantando a grito pelado: ¡¡¡Debajo  un botón, ton, ton, que tenía Martín, tín, tín...!!!, para contrarestar el miedo que me daba.

martes, 1 de febrero de 2022

La explicació verdadera.

 - ¡Aaaaayyyy, en que lío me metió mi primer abuelito! De repente su amor de abuelo por mi le llevó a creer que los grandes modistos que le cosen sus maravillosos sudarios, están locos por conocerme y ofrecerme llevar sus obras de arte en mi cuerpo serrano que, viendo el del abuelito, creerán que es de sílfide. Y él no les ha sacado de su error porque los ojos de un abuelo ven a su nieta como la más bella del universo.

Tampoco yo tuve cuerpo para hacerlo, pobrecillo. Para un hombre que me mira con buenos ojos...  Acabó diciendo que me fuera con él al Más Allá. - Creo que no cumplo con todos los trámites, abuelito. No han publicado mi esquela... - ¡Que más da! viniendo conmigo tienes las puertas abiertas. - ¿También para volver a casa? - Naturaca. Ya te veo envuelta en sedas de mil colores... (y yo) Dáme la mano.

Se la tendì sin pensar que ese era el inicio de un viaje singular.

Como me daba un poco de reparo ir sola, meti a Pascualita en mi escote y entramos en la Dimensiòn Desconocida... Mejor dicho, a la cola que había en la puerta de dicha dimensión. Asombrada dije: - Hay más gente que para llegar a la cima del Everets ¡Jopé! - Era kilométrica y no me había traído galletas de Inca por si me entraba hambre durante la espera.

De nuevo sentí la mano del abuelito tirando de mi, saltándonos la cola y entrando al Más Allá por la patilla. La que se lió fuera fue de escándalo y sirvió, además de para ponernos a parir, para mandar a unos cuantos mal hablados a las calderas de Pedro Botero directamente. 

Los modistos me vieron y la ilusión de la espera se convirtió en excusas para salir por pies sin ofender a nadie. 

El abuelito no entendía nada. Finalment, Coco Chanel, colocó en mi cintura una camelia de seda, tamaño XXL que solo dejaba el descubierto mi frente. - La tienes bonita - dijo antes de desaparecer.

Al volver a casa, donde me dejó el abuelito encantado de su hazaña, estaba tan cansada que me dormì en el sofá de la salita sin pensar siquiera, en tomar un chinchón...

Y esta es la explicación, verdadera, de por qué ayer no escribí el relato de Pascualita.