sábado, 26 de febrero de 2022

Malditas las guerras y los que las promueven.

Me estaba peleando con unas bolas de polvo que no querían salir de debajo de mi cama, atrincherándose detrás de una caja de zapatos. - ¡Salid de ahí malas pécoras! - Dijeron que nanai. Que estaban en territorio democrático y de allí no se movían. - ¡Estáis en mi cuarto, jodías!

Las muy brujas corrían, saltaban, me sacaban la lengua y se reían de mi. Y me encendí.  Llené un cubo de agua, le añadí amoníaco, mojé bien la fregona que sonó como un trueno cuando la puse en el suelo sin escurrirla, luego la pasé varias veces, hasta que no quedó ni rastro de las puñeteras bolas de polvo.

Seguí fregando el suelo del pasillo y al llegar al comedor di un respingo. La abuela y la Cotilla estaban de cháchara delante de un plato con queso mahonés, galletas de Inca y unas copas de chinchón on the rocks. - ¡¿Por dónde habéis entrado?! - ¡Por la chimenea! - dijeron al unísono partiéndose de risa.

Vi que Pascualita se asomaba entre las algas para no ser vista por la Cotilla. La abuela mojaba el dedo en el licor, alargaba el brazo hacia el orinal decimonónico para que la sirena chupase el chinchón. - ¿Qué haces, alma de cántaro? (dijo la vecina escandalizada) - "Intento convertir el agua en chinchón." - ¡Si lo consigues, nos forramos! (y tiró un chorrito de la botella al orinal) - "¿Qué haces tú?" - Como seré tu socia...

Luego la abuela se me encaró: - "¿A santo de qué vas pregonando que tu abuelo fue picador de suecas?" - Porque es verdad... El abuelito me lo ha contado (la Cotilla se santiguó) y bien  famoso que fue. - "¡JA!" - Y que en Suecia hay bastantes críos que se le parecen muchísimo. - "¡JA, JA Y REQUETE JA.!"

Sentado a dos palmos sobre la lámpara de velas, mi primer abuelito iba echo un pincel. Estaba más guapo que un San Luis con un sudario-frac de seda tan natural que aún tenía gusanos comiendo morera a dos carrillos. 

Mientras la abuela negaba más disfrutaba él. - Sigue, nena. La duda ya ha hecho mella en su cerebro ¡Que bien me lo estoy pasando! - No pude contestarle porque, en ese momento, un grupo de bolas de polvo pasaron a toda velocidad camino de mi cuarto. - ¡La madre que...!

 

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