miércoles, 9 de febrero de 2022

Solo: Casi.

 Las bolas de polvo corren de parte a parte de la casa persiguiéndose entre gritos y risas. Disfrutan de cada rayo de sol que entra por el balcón, abierto con amabilidad por las dos partes de la cristalera.

Así da gusto. Ver como todo en casa es armonía. Incluso Pascualita coopera en la juerga cuando una bola se acerca al acuario. Intenta cogerla con las manos pero se le desvanece en el aire y la sirena rie como si no hubiera un mañana.

Sentada en el suelo del balcón, saboreo un chinchón on the rocks tomado con una pajita y no tardo nada en partirme de risa

Junto a las velas apagadas de la nueva-vieja lámpara del comedo, mi primer abuelito nos contempla beatificamente mientras chispitas de sol, escapados del rayo principal, hacen brillar el nuevo sudario que le ha hecho su amigo Balenciaga. El abuelito está tan pagado de sí msmo que no cesa de repetir: - ¡Soy más bonito que un San Luis! - Y yo se lo jaleo.

De repente, una nube negra cubre el sol. Las vidrieras se cierran con un sonoro ¡PAPAM! Pascualita se encierra en el barco hundido, en el fondo del acuario. Las bolas de polvo corren a esconderse por los rincones. El abuelito apaga el brillo del sudario y desaparece. 

Yo termino mi chinchón con ojos bizcos y la cabeza embotada: - ¿Qué pasa? (pregunto)... - ¿Cotilla...? - Nadie responde - ¡Jopé! ¿De qué va ésto? ... ¡hip!...

Poco después todo vuelve, CASI, a la normalidad...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ay, nena, a punto hemos estado de que nos cogiera el coronavirus! - ¡Glub...!

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