domingo, 20 de febrero de 2022

Una de narices.

 Me he enterado que Bedulio está de baja, entre otras cosas relacionadas con los nervios, porque ha dado positivo en coronavirus y dice que se lo he contagiado yo... - ¡¿YO?! - Eso fue lo que le respondí a su compañero municipal cuando vino a darme la noticia y a hacerme una PCR.

Me sonó el nombre pero en seguida lo llevé a mi terreno. Un nombre así, de siglas, tiene su misterio y los misterios pueden conducir al sitio más insospechado. Así que mi corazón empezó a hacer tilín y ya me vi con el dichoso bisnieto de mi abuela, en brazos.

- Pasa, pasa. - le dije al municipal pero no dio ni medio paso adelante. - Estoy bien aquí. - ¿Aquí? ¿En el rellano de la escalera? ¡Caray, que lanzado eres! Bueno, todo sea por ser la heredera de la Torre del Paseo Marítimo... - E inicié la maniobra de ir despojándome de la ropa.

- ¡Alto, señora! Solo necesito su nariz. - Ah... ¿si? Se nota que estoy desfasada de novedades erótico-festivaleras... - Aquí la tienes jijijijiji... ¡Eh. esto es muy molestoooo... - ¡Quieta!

Mi vida corrió serio peligro cuando sentí que el palito iba camino de encontrarse con mi neurona. Di un soplido, un patadón que impactó en una de las espinillas del violador de narices y apartándolo de un empujón, cerré la puerta.

En el balcón, el árbol de la calle que estaba enterado de todo por sus ramas, me recibió cantando el pasodoble Suspiros de España. ¿Por qué? Ah, vete a saber.

El municipal iba calle arriba, cojo perdido, gritando, - Ya me lo dijo Bedulio ¡¡¡No te fíes!!!

 

 

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