sábado, 31 de octubre de 2015

Víspera de todos los Santos.

Esta noche es la víspera de Todos los Santos y siguiendo la tradición, me he comprado un rosario de frutas escarchadas, panallets y bombones. Lo llevo colgado del cuello todo el día, como cuando era pequeña. Entonces me lo regalaban y la abuela se apresuraba a comerse la patena de calabaza confitada. Así que no sé si me gusta o no porque nunca llegaba a tiempo. Pero éste año la cosa va a cambiar porque no pienso separarme de él y mañana me lo comeré yo solita.

- "¿Qué haces con eso colgado, alma de cántaro?" - Reviviendo mi niñez (la abuela acababa de llegar, cargada de bolsas) - ¿Venís de rebajas? - "No eres más tonta porque no te entrenas ¿Con lo rica que soy? Venimos de recoger los disfraces para ésta noche. Hay fiesta de Halloween en El Funeral" - ¿Puedo ir? - "¿Vas a ir disfrazada de Niña con rosario?" - No estaría mal. Al fin y al cabo, es nuestra tradición" - "¡Eres una cateta! Hay que ponerse al día... Deja que te mire bien... la patena está un poco torcida" - Antes de que la abuela la tocara, grité. - ¡Quieta, parada. Que te veo venir. Este año me la comeré yo! - "¿Cómo puedes ser tan egoísta? ¿A quién saldrás?"

Al final me invitó a la fiesta. Así que tuve que ir a comprarme el disfraz. Y lo hice con el rosario colgado del cuello, por si las moscas. Cuando hube conseguido todos los complementos ya empezaba a oscurecer. Tenía que darme prisa. En cuanto entré en casa y sin tiempo de encender la luz, choqué con una espesa y pegajosa telaraña. Me puse histérica y grité. Antes de poder soltarme, una lucecita parpadeó en un rincón del pasillo ¡ Un hombre con un enorme cuchillo, venía hacia mi!

Seguí gritando y buscando la puerta porque estaba desorientada ¿Dónde me había metido? Un pequeño vampiro revoloteó ante mi cara de la que colgaban retales de telaraña. Corrí despavorida para que no me alcanzara y me mordiera. Otra pequeña luz iluminó, escasamente, el lugar donde una momia, con los brazos extendidos, caminaba en mi dirección. - ¡No puede ser! ¡¡¡Me he equivocado de casa!!! ¡¡¡SOCORROOOOOOOO. QUE ALGUIEN ME AYUDEEEEEEEE!!! -

Una mano, salida de la nada, me dio una copa llena (de chinchón, pensé) pero, gracias al tenue reflejo vi que era ¡SANGRE! .

Grité y grité hasta caer desmayada.

Al volver en sí, estaba en el comedor de casa, con la luz encendida. No me atreví a abrir los ojos por si la pesadilla regresaba. Y miré a través de las pestañas. Andresito, la abuela, la Cotilla, y Geoooorge, sentados a la mesa, entre copa y copa de chinchón, estaban dando buena cuenta de mi rosario. Sobre todo la abuela que se había echo la dueña de la patena y no dejó ni las migas. El murciélago estaba atado a una cinta que colgaba de la lámpara . De repente lo reconocí ¡Era Pascualita disfrazada! Me levanté de un brinco y todos me metieron prisa - "¡Por tu culpa llegaremos tarde a El Funeral" - Mira lo tarde que es y tu sin vestir (me riñó la Cotilla, vestida de momia)

No me dejaron replicar ni enfadarme porque todo había sido una broma del Halloween de las narices. Pero lo cierto era que, otra vez, me había quedado sin probar, ni la patena, ni el rosario. 


viernes, 30 de octubre de 2015

La Cotilla tiene miedo.

La Cotilla ya no entra en casa como antes, como un elefante en una cacharrería. Ahora abre la puerta con miedo. Asoma la cabeza y con voz trémula, pregunta. - ¿Hay... fantasmas a ... la vista...? - Estoy encantada porque ahora decido yo si entra o no.

Cuando se lo conté a la abuela dijo que nos estábamos relajando con Pascualita. Si la Cotilla hubiese adivinado lo que era el bicho que vio, ahora mismo tendríamos cola de reporteros en la escalera ¡Hasta la Esteban estaría dando gritos detrás de mi puerta! Y entonces dijo de llevarse a Pascualita a su Torre del Paseo Marítimo. - "Allí estará más controlada que contigo" - ¿Con la de gente que os visita y los que viven allí? ¡Ni hablar! - "Te recuerdo que la sirena está con nosotras para curar mi asma" - Pero si hace mucho tiempo que no te dan ataques, abuela. - "¿Gracias a quién?" - ¿A los médicos? - "¡A Pascualita, boba de Coria!" 

Discutimos hasta que nuestros estómagos reclamaron comida. Geoooorge fue a por pollos al ast y vino cargado. - "¿Cuántos has traído? - Cuatrou. Madame Cotillau decir ella comer pollou enterou. - "¡Esta mujer huele la comida antes de que esté hecha! ¿Dónde está? - Venir ahorau. Ella hacer trap... trapiscxxx ... - ¿Qué? - Taprexisisoo... - "¡Geoooorge, un chófer no puede beber!" - No, madame. Mi no drinky... Ser palabrau dificoult... - Entonces se me encendió la bombilla y grite, triunfante: - ¡Trapicheo! - ¡Bingoooo! - Dijo el inglés.

Justo al terminar de poner la mesa, llegó la Cotilla. - ¿Puedo pasaaaaaaaaaaaar? - Entre tranquila, mujer, que el fantasma ya ha comido jejejejejeje - "No le digas esas cosas, pobrecilla" - Deja que me divierta abuela. - "Mejor harías en divertirte con alguien que te hiciera un biznieto" - Cuando empieza así, es mejor no contestar.

Mientras comíamos, la Cotilla le contó a la abuela, con el miedo en el cuerpo, la visión que había tenido, de un ser de ultratumba. - ¡Ha sido la cosa más horrorosa que he visto en mi vida! Todavía me tiemblan las piernas cuando lo recuerdo... Desde luego, si era el alma de tu primer marido, le ha encogido, porque era pequeñita. - "Se habrá caído en alguna de las calderas de Pedro Botero" - No creo que esté en el Infierno porque no olía a azúfre. - ¿Recuérda algo más? (quise tener más información de lo que la vecina creía haber visto) - Su cara... o lo que fuera, era horrible. Tenía algo encima que... no puedo definirlo. - ¿Una aureola de santo? - No, no... me parecieron plantas. - "¿Plantas? ... que raro. Que yo recuerde, nunca le gustó la jardinería" - ¿Eran rosas, clavellinas, nardos, margaritas...? - ¡No digas tonterías! - Le ofrezco mi ayuda para refrescarle la memoria y no me lo agradece. Bueno, bueno... - ¡Te estás riendo de mi! - ¡Naturalmente! Lo que vio es fruto del chinchón.

La vi dudar. ¡Uf! menos mal. - Geooorge nos sirvió el café en la salita. La Cotilla tenía miedo de entrar. - Si por lo menos estuviera el altar de los Amigos de lo Ajeno, estaríamos protegidas. - ¡Menuda protección! Quite, quite. - Poco a poco nos fuimos adormeciendo y, de repente, Pascualita empezó con sus ejercicios "gimnásticos" saltando y dando coletazos en el agua del acuario y poniéndolo todo perdido. La Cotilla no se lo pensó dos veces y corrió como alma que lleva el diablo, hacia la puerta de la calle.

jueves, 29 de octubre de 2015

1888

- "¡Que ilusión, nena! Bedulio saldrá por la tele un día de estos por lo de la mafia policial" - El no ha hecho nada. - "¿Que sabrás tu? - De buena tinta, abuela. Le hice el tercer grado con ayuda de Pascualita y confesó, a gritos, que era inocente. - "Si es así... Me alegro por él pero me gustaría verle en la pantalla para reírme un rato porque allí la gente no se comporta con naturalidad" - Tiró la cabeza del abuelito Roberto por el balcón. - "Me alegro. Por fin nos hemos desecho de la reliquia" - ¡De eso nada! Nos costó encontrarla porque se la había llevado un perro. Menos mal que su ama le obligó a soltarlo... Me temo que tendrás que zurcirlo otra vez. - "¡¡¡Me niego!!!"

Quedamos en vernos por la tarde en la Torre del Paseo Marítimo para celebrar el cumpleaños de la Momia. - No sabía que era hoy. - "Y no lo es pero, como le falta medio telediario, vamos a celebrar una fiesta cada mes para que se vaya al otro barrio con la ilusión cumplida de haber soplado las velitas" - ¿Cuántos cumplirá? - "Ni ella misma lo sabe... Creo que aún no se había inventado el Registro Civil cuando nació. Su padre anotó los datos en un cuadernillo de papel cosido a mano pero, con el paso de los años, se le olvidó dónde lo había metido. Al final de su vida, cuando la Momia le preguntaba ¿Cuándo nací, papá? El contestaba: Entre el Descubrimiento de América y el comienzo de la Revolución Industrial. Así que ella puso una fecha a voleo: 8 - 8 -1888, porque le gustó"

Fui al mercado y pensé que me había equivocado de camino. Parecía un jardín. Todos los puestos vendían flores además de las frutas y verduras de siempre. Así que no tuve que pensar mucho. Compré un precioso ramo para regalarle a mi bisabuelastra. Pero no le gustó. En cuanto se lo día me lo tiró a la cara con la fuerza de una chica de ochenta años. - ¡¿Crisantemos?! Aún no me he muerto ¡Lagarto, lagartooooo! ¡Andresito, hijo, hecha a tu nietastra de esta casa!.

Que disgusto me llevé. No pude probar la tarta de cumpleaños porque me echaron antes de que la sacaran. Así que compré buñuelos en una pastelería que me venía de paso y me senté con Pascualita a comerlos. Le conté mi peripecia de esa tarde, entre bocado y bocado más un tiento a la botella de chinchón. Ni siquiera me di cuenta de que nos habíamos dormido...

Un grito espeluznante nos volvió a la realidad. La sirena saltó a esconderse en mi escote y yo cogí la botella para defenderme. La Cotilla estaba en el umbral de la salita, con los pelos de punta, los ojos desencajados, la piel pálida y las rodillas temblando. Desde el sofá se oía el castañeteo de sus dientes postizos. Un dedo añoso me señalaba - ¡Lo he vistooooo! ¡Es horribleeeeeeeee! ¡El fantasma de tu primer abuelito esta en tu escoteeeeeeeeee! - Dio media vuelta y corrió como nunca he visto hacerlo a alguien tan viejo.

La Cotilla había descubierto a Pascualita aunque no supo de qué se trataba. A partir de ese momento he tenido que extremar las precauciones.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Mafia policial.

Se está acercando el Día de Difuntos y Geooorge ha venido a casa con una corona de flores y una cinta que dice En Memoria.  Me ha dado un repelús al verla. - ¡Lagarto, lagartooo! ¿Para quién es esto, inglés? - For Pepe - Ahora se llama Roberto. - Mi gustar más Pepe. Entonces ser antepasado mio. - ¡¿Tuyo?! Siempre fue mio pero tu te montas películas que luego te crees. Te llevaste un disgusto sin venir a cuento. - Yo traer corona in memory de mi antepasadou que fue. - ¡No fue! pero si prefieres creerlo, allá tu... Ahora, la corona no se queda aquí que me da yuyu. -

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Quién se ha muerto? - La ha traído Geooorge para su antepasado pero no la quiero en casa. - La meteré en el congelador hasta Navidad y la venderé como adorno de puerta. Solo hay que cambiarle el lema. Se pega una cartulina encima de las letras y  con rotulador se pone ¡Feliz Navidad! Quedará estupendamente. - ¡No coger Cotillau! - ¡Pero si tu pariente no está aquí!

Geooorge le arrebató la corona y salió, muy enfadado. Era un descanso cuando el rolls royce partía porque la calle quedaba silenciosa. - ¿Qué le costaba a éste hombre darme la corona?  (rezongaba la Cotilla) - La ha pagado él. - También me hubiese servido para adornar el Altar de los Amigos de lo Ajeno. - ¿Ha habido bajas entre la legión de chorizos? - No, que yo sepa. ¡Tocaré madera! - No se preocupe que estos tienen más vidas que un gato para poder disfrutar de todo lo que se han llevado ¡Y no quiero altares en mi casa!. - Que manía les tienes.

- ¿Han detenido a Bedulio por pertenecer al clan mafioso de la policía? - Lo sabremos en seguida Está en la acera. - Le llamé a voces y aunque se hizo el loco, acabó mirando hacia el balcón ante la insistencia de los vecinos - Aquella mujer le llama. - ¡Sube, Bedulio! - Tardó media hora, entre que cruzaba la calle, subía a la acera, entraba en el portal. Saludaba a cuanta gente encontró. Fue un largo viaje porque, encima, dejó perder el ascensor varias veces. Por fin llamó a la puerta. - ¡Está abierto!

Le invité a chinchón. - Estoy de servicio. - No se lo diré a nadie. - Las normas son para obedecerlas. - No pensaban lo mismo alguno de tus compañeros jejejeje - ¡Me voy! - No, no, no... ¿Tu también ibas de juerga gratis? - ¡Me voy! - ¿Hay noticias sobre lo que se encontró en casa de mi abuelastra? - Iba a contestarme cuando la Cotilla salió de la cocina con la cabeza Roberto en las manos. - ¡Anda, pero mira quién está aquí! Mira cómo se alegra de verte, Bedulio! - Y le tiró al jivarizado a la cara. El Municipal sacó sus reflejos y de un manotazo, lo mandó a la calle a través del balcón. - Había perdido un poco el color. - ¡¡¡Corre a buscarlo , desgraciado. Es de mi familia!!!

Justo entonces, Pascualita se lió a dar saltos mortales en el acuario y el Municipal se quedó quieto - Otra vez ese ¡chof!...  - Es que cuando llega su santo empiezan a estar muy activos. - ¿Quiénes?... - Los fantasmas... - Le seguí escaleras abajo, a toda pastilla, sin dejar de preguntarle por su participación en el clan mafioso. - ¡No me mientas o mi abuelito primero tomará venganza! - ¡¡¡Lo juro. Soy inocenteeeee!!!

Más tarde la abuela llamó - Andresito dormirá en tu casa. Se ha enfadado con su madre por haber tenido un amante ¡Angelico. Pero no se pregunta cómo llegaron los huesos a su jardín! Cada día os parecéis más ¡Que cruz tengo con vosotros! 

martes, 27 de octubre de 2015

Noches de luna llena.

La abuela se ha metido en mi cama mientras yo dormía y me ha dado un susto de muerte. - ¡Ay!... Ah, ¿eres tú? Creí que querían violarme... - "He venido porque han aparecido más huesos y la policía quiere cotejarlos con el que te llevaste... ¿No habrás hecho un caldo con él" - Se lo quedó Pascualita. Lo tiene en el acuario y yo no pienso meter la mano allí- "Eres una pusilámine ¿a ver qué te va a hacer un hueso pelado y mondado?"

Por supuesto, esta noche se me acabó el dormir. - "Estaba en la terraza contemplando la bahía de Palma cuando, de detrás de una nube negra, ha salido la luna. Una luna llena como la que me trajo al  mundo" - La abuela estaba poética y yo coordinaba poco. - ¿No te trajo la cigüeña? - "La observé con detenimiento, bebiendo su embrujo... - ¿A qué sabe eso? - y buscando al hombre que vive allí con su perro. Luego me he acordado del hueso y antes de que se me olvidara, he venido a buscarlo"

"Lo que es la vida. La Cotilla y yo presumiendo, durante años, de haber liquidado a tu primer abuelito y no fue verdad. Y la Momia, a la chita callando, tiene un muerto enterrado en su jardín" - Me da escalofrío pensar que yo pueda tener uno en las macetas.  - ¡Que cruz tengo contigo!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¡Vaya con la Momia! (exclamó la Cotilla mientras dejaba una bolsa de magdalenas, durísimas, en la mesa de la cocina) Tan mojigata que parece y tuvo un amante... ¿Se lo cargaría el marido? - Abuela, dile que venga. - Una hora después, se escuchó la tradicional serenata de pitos debajo de casa cuando el rolls royce aparcó, atravesado, en la parada del bus.

- ¿Hay novedades en tu casa, abuelastra? - Han encontrado más huesos. El Jefe que se encarga de la investigación me ha dicho que son varios cuerpos. - "¿Cuántos amantes tuviste?" - ¿Exactamente?... Si no me falla la memoria... unos siete, creo. - "¡Siete!" - Bueno, tal vez fueron nueve... - "¿A todos les dísteis matarile?" - Sí. De Bernabé se encargó mi marido. Estaba celoso porque era mucho más guapo que él... Creo recordar que le clavó una estaca en el corazón. - ¿Era un vampiro? - No me lo pareció aunque le encantaba darme mordisquitos en el cuello. - ¿Y del resto también se encargó Cosme? - Le ayudé yo. Era muy excitante. Los matábamos en noches de luna llena, como hoy y los cortábamos a pedacitos. Algunos los salábamos. Otros los metíamos en orzas una vez fritos, para que se conservaran. Los huesos los usábamos para caldo y después los enterrábamos, a plena luz del día. Era morboso pensar que podrían descubrirnos y darnos garrote vil. Alguna vez hicimos sobrasada y no quedó mal. De este modo, durante unos años no supimos lo que era la rutina en nuestro matrimonio. Pero, al final, todo cansa y dejamos el trabajo porque ya no nos motivaba.

- "¿Tu marido... murió de muerte natural?" - Bueno... le di un empujoncito. - "¡Madre del amor hermoso!" (gritó la abuela) ¿Qué pasará ahora? - Estaré entretenida unas semanas. - "¿Y luego?" - Volveré a aburrirme. - ¡Necesito un chinchón! (dijo la Cotilla) - "Todas lo necesitamos ¡Nena, trae las copas" - No me hice de rogar.


lunes, 26 de octubre de 2015

El hueso

- "Nena ¿quiéres un hueso para el caldo?" - Pero... pero... ¡otra vez, abuela! - "Son las 5 de la madrugada, lo sé, pero, anteayer ya eran las 6. Buena hora para levantarse. ¿Quiéres el hueso o no?" - El caldo del tetrabrik ya viene hecho... ¿De qué es el hueso? - "Ah, misterio. Mañana le harán la prueba del ADN" - ¿Es de un muerto? - "Todos los huesos lo son. Nadie se deja quitar uno así como así, boba de Coria" - ¿Es de persona? - "Parece ser que sí. Lo encontró Geooorge cavando en el jardín" - ¡Pues qué miedo! - "No muerde" - Cuando me levante vendré a verlo... ¿Decías en serio que me lo dabas para la sopa? - "No eres más tonta porque no te entrenas, nena"

Al llegar a la Torre del Paseo Marítimo vi coches de policía aparcados en la acera. Tuve que identificarme para que me dejaran pasar y allí me encontré a la Cotilla dando palique a un municipal - ¡Bedulio! Me alegro de verte (exclamé) - No sé si puedo decir lo mismo (no parecía muy entusiasmado) - Otra que también rondaba entre los parterres de rosas multicolores asomados al Mediterráneo, era la Momia. Mi abuelastra preguntó a quién parecía llevar la voz cantante - ¿Cuántos huesos han encontrado? - ¡Uno! (el asombro se pintó en la cara del hombre) ¿Cree que encontraremos más? - Seguramente. Debe ser el escondite secreto de los perros que la familia hemos ido teniendo a lo largo de los siglos. - Verá... el hueso es humano. - Los perros no son tiquismiquis a la hora de comerse un buen hueso. - ¿Tiene idea de quién puede ser? - Huy, no señor! tengo muchos años y poca memoria. - No es cierto que tenga poca memoria... ¿Por qué lo habrá dicho?

Andresito cogió aparte a su madre - ¿Quién era, mamá? - Tal vez un romano... o un cartaginés... o un turco. Esta gente venía mucho por la isla. - El señor que mandaba el cotarro les oyó y comentó que el hueso no era tan antiguo. - Haga memoria, señora. Nos ahorraría trabajo. - ¿Para qué? Así estarán un tiempo entretenidos.

Unos días después se supo que el hueso era de un hombre alto, de unos cuarenta años y que vivió a finales del siglo XIX - Bernabé (dijo la Momia como si hablara para sí) - Todos aguzaron los oídos - ¿Quién era Bernabé? (preguntó el jefe en plan mandón) - Un hombre guapísimo. Tenía unas pestañas negras que me acariciaban al besarme. - ¡Mamá! (gritó Andresito) Papá se llamaba Cosme.

Pascualita, que había asistidos a todos los acontecimientos ocurridos en casa de la abuela desde que encontraron el único resto mortal del tal Bernabé, se asomó a través de mi escote. En ese momento, la bisabuelastra le pedía al Jefe el hueso. - "Para enterrarlo cristianamente... (aunque era un ateo confeso). Hubo sus más y sus menos. - Es mejor que se quede con nosotros (decían los policías) Al final, la Momia dijo que quería tenerlo con ella "lo poquito que le quedaba de vida" y los convenció, mientras la abuela disimulaba la risa.

"Algo" me tocaba la espalda. Hasta este momento, en el autobús, pensé que era "alguien" quién lo hacía. Menuda desilusión. Me quité el jersey y el hueso de Bernabé cayó al suelo... Quedé confusa ¿Quién me lo había colocado ahí? Pascualita me dio la respuesta al verla reptando hacia él y cogiéndolo en sus brazos. Luego se impulsó con la cola y se zambulló en el acuario. La sirena lo arrastró al fondo donde se perdieron entre las algas.


domingo, 25 de octubre de 2015

La patada.

Me senté con Pascualita a ver la tele mientras se calentaba la sopa de sobre y la tortilla de patatas congelada. Salían motos. Una razón de peso para dormir una siestecita antes de comer.... Me despertaron varias cosas: los gritos de la abuela, los de la Cotilla, los del vecino de arriba que en cuanto oyó escándalo bajó a ver qué pasaba. La sirena de los bomberos, la escandalera de los vecinos y los gritos de los locutores de la televisión.

Fue un brusco despertar, tanto para mí como para Pascualita que se había quedado traspuesta. Como la sirena había caído entre los cojines del sofá, nadie la vio y pude esconderla en el escote. Quise preguntar porque se había metido una manifestación en mi casa en lugar de ir por la calle, cuando un bombero entró en el comedor a través del balcón. Ahí fue cuando me di cuenta de que olía a quemado. 

Entonces recordé lo que había dejado al fuego. - ¡Mi comida! (grité) - ¡Schiiiiiiist! (dijo todo el mundo llevándose un dedo a los labios) - Y siguieron comtemplando la pantalla del televisor como si les fuese la vida en ello. Luego vinieron los comentarios airados, gritos de ¡tramposo! Hubo quien mentaba a la madre del "tramposo"... Conseguí levantarme del sofá e inmediatamente, otro culo tomó posesión de mi sitio. - Abuela ¿qué pasa? - "El italiano ese le ha dado una patada a Márquez y lo ha tirado al suelo ¡Lo podría haber matado!" - ¿Por qué están aquí los bomberos? - "Que vergüenza que todo un campeón haga estas marranadas" - ¿Quién es toda ésta gente? - "¡No me lo puedo creer! ¡¡¡Dice que es mentira!!! ¡¡¡Tramposooooooo. Huuuuuuuu!!!"

Me abrí paso entre la gente. - Cotilla ¿qué ocurre? - ¡Calla! ¿no ves que estoy "trabajando"? - Esta mujer no desperdicia la ocasión de sacarse unos euros para poder llegar a fin de mes y "límpia" carteras en cuanto tiene ocasión. Tampoco los bomberos me aclararon gran cosa. - ¿Han venido a apagar un fuego? - Señora, no maree ¿Ha visto que guarrada le ha echo al chico?  - Entré en la cocina y me asusté. Habían vaciado un extintor para apagar el fuego y estaba echa unos zorros.

 Algo se movió entre el polvo. Era el vecino de arriba dándole un buen tiento a la botella de chinchón. - ¡¡¡Ya te estás largando de aquí!!! - Estaba tan enfadada por la desfachatez del indivíduo que le tiré a Pascualita. Se agarró al pelo, escaso, del caradura y no paró de morder y tirar hasta que le dejó el cráneo mondo y lirondo, además de hinchadísimo. Parecía un marciano gritando, saltando, moqueando y buscando la salida para esconderse en su casa.

También Pascualita y yo nos escondimos... en mi cuarto, a comer un bocadillo y beber unos traguitos de chinchón hasta que se largaran los okupas que seguían, a grito pelado, comentando lo mismo una y otra vez.

sábado, 24 de octubre de 2015

¿Pastillas para dormir?

Andresito me ha llamado de madrugada - Nena ¿puedo venir a dormir a tu casa? - ¿Te ha echado mi abuela? - Como si lo hubiese hecho. ¡Por favor! necesito descansar y con ésta mujer no se puede.

Nadie piensa que yo también necesito dormir mis diez u once horas. Que egoístas son todos. Pero si quiero ser la próxima dueña de la Torre del Paseo Marítimo, no puedo decir que no... Aunque viendo la longevidad de mis familiares, me siento como el príncipe Carlos, el eterno heredero al trono de Inglaterra.

Andresito, en lugar de llegar y acostarse, se ha sentado en la cocina, me ha pedido una taza de te y se ha puesto a hablar por los codos. Y para no dormirme, he cogido la botella de chinchón. A ver ¿qué iba a hacer?

- Anoche vino la Cotilla a casa y le dio algo a tu abuela. Me dijo que era para dormir porque, últimamente se despierta muy temprano. - ¡Dímelo a mi! (contesté) - El caso es que se durmió en seguida y pensé que me dejaría tranquilo toda la noche. Pero no ha sido así, a pesar de que sigue durmiendo. - ¿Es un trabalenguas, abuelito? Creo que no son horas para ésto... - ¡Está dormida pero no para de hablar! Y lo que es peor: ¡de mandar!

- Cree que es la Reina Nefertiti y me ha tenido de pie, haciendo guardia, con un paraguas cerrado como lanza y paseando, arriba y abajo, vigilando la cama para que no vinieran los ejércitos extranjeros a conquistarla. - ¿A la abuela? - No. A la cama.

- Al principio no le he hecho caso y se ha enfadado mucho. ¡Amenazaba con echarme a los cocodrilos del Nilo! Le he dicho que el Nilo nos pillaba un poco lejos y se ha liado a patadas conmigo. No me ha quedado otro remedio que obedecer. - Perdona que te lo diga, pero eres un calzonazos, abuelito. - ¡Ya me gustaría ver lo que harías tu si Nefertiti te ordenara algo! - ¡Es la abuela! - Pero ella no lo sabía... Después he tenido que llenar la bañera de agua porque quería darse un baño en el río "Pon flores de loto" me ha dicho ¿De dónde iba a sacar yo lotos? Recordé que en el jardín hay claveles. He cortado las flores y las he puesto en la bañera. Verás cuando se despierte la que va a liar. "Cuando termine mi baño preparame mi plato favorito"... ¿Tortilla de patatas? ¡pero si no se freír un huevo! ... "Lenguas de golondrina, rebozadas en incienso" dijo mientras se metía en el agua.

- Intenté despertarla pero, cuando le puse una mano en el hombro, me arreó tal bofetón que reboté contra la pared - "¡Soy la Reina de Egipto y tú un esclavo asqueroso! Si vuelves a tocarme te arrancaré la piel a tiras y mandaré que hagan riendas para mi caballo con ella"

- Como comprenderás, en éste plan, no puedo seguir en mi casa. Volveré cuando despierte... si ya no es Nefertiti.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! Pónme un chinchón, nena, que vengo helada... ¿Te han echado de casa, Andresito? - ¡Por tu culpa! ¿Qué le diste anoche a mi mujer? - Algo para dormir. - ¿Qué es? - Pues... encontré una bolsita con pastillas en el contenedor del súper y me la llevé. Tu mujer me dijo que dormía muy mal y le di una porque, una vez leí que la sugestión puede curarlo casi todo y le dije que eran pastillas para dormir... ¿No ha funcionado? - ¡Demasiado bien! Pero sueña ¡y manda, la jodía! - Andresito, repórtate que está la niña delante (dijo, muy seria, la Cotilla)

Antes de que nos fuéramos a dormir le pedí una pastilla de esas a la Cotilla. Yo también quiero ser aquella bellísima reina de Egipto.

viernes, 23 de octubre de 2015

Calcetines solitarios.

Estoy harta de que me desaparezcan calcetines. ¿Se los traga la lavadora? ¿Por qué solo a uno? ¿Los calcetines también se divorcian? ¿Hay una secta de gnomos tullidos con un solo pie que los roba con la lavadora en marcha? ¿Hay un por qué para que se lleven un determinado calcetín dejando al otro huérfano? ¿Existen las brujas? ¿Santa Claus los "recolecta" para llenarlos de chuches en Navidad? ¡¡¡¿No podría pedirlos educadamente?!!! ¿Por qué no se pierde el usado y en cambio, desaparece el nuevo? ¿La bruja que se los lleva está de antojos?

¡Tengo un cajón lleno de calcetines!:  huérfanos, viudos, divorciados, abandonados, repudiados, solitarios que no levantan cabeza. Sin su pareja no son admitidos en los círculos sociales. Un calcetín solo está mal visto.

Junto con Pascualita miramos el desolado mundo de los calcetines amargados. Nadie los quiere porque, en seguida, surge la pregunta capciosa: ¿Qué hizo para que su pareja le abandonara? Y ellos, avergonzados tal vez, no dicen ésta boca es mía. Igualitos que Roberto, el antiguo Pepe.

En tiempo de crisis no puedo tirar a estos solitarios. Y me entretengo emparejándolos con otros muy parecidos pero no encajan. Los pies reniegan de ellos. Claro que los pies se han vuelto muy señoritos desde que ya no apestan como antes, cuando la gente se bañaba los sábados y pare usted de contar. Ahora hay que mimarlos, ducharlos cada día, ponerles cremita para que estén suaves como culitos de bebés. Esfoliando las pieles muertas, limando las uñas a las que nunca se las deja que vistan de luto con aquel feo borde negro.

Esto pies, mimados, quieren calcetines conjuntados, no cualquier cosa. Y si se enfadan son peligrosos. Hacen uñeros, padrastros, ampollas, cortes en las durezas del talón, callos y demás armas de destrucción masiva. Eso le pasó una vez a la abuela, recién casada, cuando aún no había asumido que su marido era un hombre rico y usó calcetines desparejados de Andresito una tarde que tenía frío. Al día siguiente no pudo ponerse sus preciosos estilettos de charol rojo. Pero aprendió la lección y en cuanto una pareja sale de la lavadora sola, lo tira a la basura. Al principio les lloraba un poco porque comprendía que era una injusticia lo que le hacía al "viudo" pero acabó endureciendo el corazón y ahora forma una bola y lo lanza al cubo. Si encesta a la primera no había quién la aguante. - "¡¡¡Oé, oé, oé, oé. Campeonaaaaaaa!!!"

La Cotilla hace pares entre los parecidos y los vende a veinte céntimos cada calcetín. - ¿No se le ha quejado nadie? - ¡Qué va! Los que estamos día y noche en la calle, tenemos la piel dura como el cuero... Le preguntaré a tu abuela si tiene algunos.

La abuela, como si supiéramos que hablábamos de ella, llamó. Estaba nerviosa... un poco asustada, tal vez. - "¡Nena. Los calcetines desparejados están en mi casa! - ¿No los tirabas? - Siiiii. Pero salieron del cubo y se escondieron en un cajón de la cómoda de la Momia... ¿Esto querrá decir algo?" - ¿El qué? - "Lo que te acabo de contar" - Pues, si... - "¿Qué?... ¿Algo malo?... ¿Un mal de ojo?... ¿Querrán vengarse de mi?" - Bueno... es una posibilidad que no hay que descartar. - "¡Ay, no me digas estas cosas!" - (¡Vaya! que novedad. La abuela se ha vuelto supersticiosa) - Yo que tú, haría testamento ya. Por lo que pueda pasarte... Si me legas laTorre del Paseo Marítimo, tal vez pueda ayudarte... - "¡Lo haré, lo haré!... Espera un momento que está aquí tu bisabuelastra... ¿Ah, sí?... ¿Seguro? ... ¡No te preocupes, mujer. Ya lo arreglo yo... ¿Jugamos un parchís? ... Nena ¿está la Cotilla contigo?... Pásamela" -

Las dos amigas hablaron un rato. Después, en la salita, la vecina me dijo que me sentara y me dio  tal pescozón que batí palmas con las orejas. - ¡Aaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyy! Cotilla ¿está loca? - Son órdenes de tu abuela... No hay ningún misterio en su casa. La Momia es quien recoge los calcetines abandonados en la basura. Se lo acaba de decir... Ah, y la Torre del Paseo Marítimo, será para mi.
  

jueves, 22 de octubre de 2015

L@s herman@s mayores.

Geooorge ha llegado cargado con una cesta. - Ser comidau que comprar madame. - Pónla en la cocina, porfa. - ¿Porfa ser plis? - Sí... digo, yes. - Si you no hablar bien, mi no entender a you. - Mira quién fue a hablar: Jorgito, el Catedrático. ¿La abuela vendrá a hacer la comida? - Yes. Ella querer comer veri well. - ¿Qué insinúas, inglés? ¿A que bajas la escalera rodando como una pelota? - ¿Pelota ser albondigau? - ¡La madre que te parió!

Un poco antes del mediodía vino la abuela. Estaba radiante. Se había puesto una trenza postiza, color chicle de fresa, atada con cintas doradas. Era todo un espectáculo. Al verla, Pascualita hizo la señal de OK con los deditos - ¿Qué celebramos hoy? (pregunté) - "El día de los hermanos y hermanas mayores" - ¡Entonces yo hago fiesta! - "Nasti de plasti, querida. Tú eres hija única y eso no vale" - Vaya...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿He oído algo de Fiesta? - "Te funciona el radar pero tú tampoco tienes nada que celebrar, ni Andresito, ni su hijo el Médico. Todos sois hijos únicos. En cambio la Momia y yo, sí porque tuvimos hermanos pequeños, y los científicos han dicho, con muchísima razón, a la vista está (y se señaló) que los mayores somos más inteligentes". - ¿Han experimentado con ratones para saber esto? (preguntó la Cotilla cruzándose de brazos) - ¿Sufrieron un coma etílico y y al despertar dijeron esta tontería? (estaba picada en mi amor propio) - "Mucha envidia cochina noto en ésta casa... Por cierto (me miró) quién tu sabes, también es más inteligente que tú jejejejejeje" (¡que mala uva tiene! Se refería a Pascualita) - ¿Quién, quién? (quiso saber la Cotilla) - "Ah. Se dice el pecado pero no el pecador" - ¿Vendrá la Momia a comer? - "Naturaca, tontorrona"

La abuela se esmeró con la comida. Todo estaba riquísimo pero nos supo a cuerno quemado por su culpa ya que no dejaba de llamarnos segundones. Cuando ya íbamos por la quinta botella de vino, la Cotilla se levantó de un salto, señaló a la abuela con un dedo acusador y gritó: - ¡¡¡Tú eres hija única!!!

Hubo una conmoción general en la mesa. - ¿Eso es cierto? preguntamos los segundones a la vez. - "NO. Tuve tres hermanos pequeños" - No los vi nunca. (replicó la Cotilla) - "Siempre has sido despistada" - ¿Dónde están mis cuñados? (Andresito estaba mosca) - "En Rusia" - ¿Los tres? - Fueron niños de la guerra evacuados a ese país. - ¡Ah! siendo así... - Pero la Cotilla no soltaba su presa. - ¿Cuántos años había de diferencia entre vosotros? - "Cada dos años nació uno" - ¿Qué edad tenías cuando estalló la guerra? - "Pareces de la Gestapo con tanto interrogatorio" - ¡¡¡Contesta!!! (fue el grito unánime) - "Unos... ¿veinte?..." - ¡Ja! (dijo la vecina) - "¿Menos?" - ¿No sabes cuántos tenías? (saltó Andresito) - ¡Tus hermanos no hubiesen estado en Rusia sino en el frente! - "Qué sabrás tu, segundona?" - ¡¡¡Eres hija única!!! ahora recuerdo que tu madre decía ¿tener otro hijo con la prenda que he parido?  ¡Ni hablar del peluquín!

A pesar de que todas las pruebas la incriminaban, la abuela no dió su brazo a torcer. Al final, después de dar buena cuenta del chinchón en la sobremesa, la abuela finiquitó la discusión - "Lo que les... ¡hip...pasó a mis hermanitooooos es tan ...¡hip!... triste que.. ¡snif! me traumatizó para... ¡hip!... siempre. Se los llevó... ¡snif!... El  Hombre... ¡hip... del Sacoooo" - Aaaaaaaah. Siendo... ¡hip!... así... - Una vez confesada la verdad, dormimos una siesta reparadora.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Noche de las Vírgenes (Nit de Verges)

Siguiendo con la tradición de partirme el sueño por la mitad, la abuela ha venido a casa, ha encendido la lámpara de mi cuarto, ha llenado mi cama de claveles rojos y ha gritado - "¡¡¡Estoy segura de que te he ganado!!!"

Curiosamente, no era muy temprano: las siete y media de la mañana pero me produjo mal efecto despertarme y encontrarme a la abuela con Pascualita y un montón de flores esparcias sobre mi. Mi primera reacción fue temblar y luego, preguntar: - ¿Me he... muerto?

- "¿Dónde están tus claveles? ¿Cuántos buñuelos te han sobrado? ¿Cuántos Clavelitos te han cantado?" - ¿Seguro que  no... me he muerto? - "¡Que no, jodía! ¿Quiéres responderme?... ¡Ya sé lo que te pasa! ¡No te han dado ninguna serenata! ¡Lo sabía! jajajajajaja! ¡No te ha rondado nadie, alma cándida! jajajajajajaja. Mira mis claveles ¡hay un montón! Venga, vamos a comernos los buñuelos para desayunar" - ¿Qué buñuelos? - "¿No compraste? ¡En qué mundo vives! Si hubiesen venido a rondarte hubieses hecho el ridículo más espantoso. No digas a nadie que eres mi nieta ¡Que vergüenza!" 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Me he encontrado al Lapa en el rellano de la escalera. - No paráis de gritar y he oído algo de buñuelos... - Traigo dos bolsas llenas: de los normales y de nata.- ¿Los ha comprado, Cotilla? - No me gusta perder las buenas costumbres. Estaban en el del contenedor del súper. Unos minutos después, desayunábamos. Cuando el vecino alargó la mano par coger un buñuelo, la abuela le dió un manotazo - "¡Quieto! Primero cantas, luego comes. Esta noche es la víspera de las Verges (vírgenes) y hay que dar una serenata" - Nos miró a las tres - ¿A quién? - "¡A todas!" - Se echó a reír - Jajajajajaja pero es qué... vírgenes no veo ninguna ¡¡¡Aaaaaaaayyyyyyy! (el pescozón resonó en toda la casa) Después la abuela le señaló la puerta de la calle. Antes de salir y en un arranque de rabia, cogió la bolsa de los buñuelos rellenos y salió por pies. - ¡Será...! (empecé a decir pero la Cotilla me dio un golpe en el hombro)

La abuela nos contó que quienes habían tenido más éxito en El Funeral fueron su amiga Conchi y ella. La mayoría de los amigos se vistieron de tunos y llevaron bandurrias y guitarras para rondar a las "chicas" Clavelitos se cantó, lo menos, veinticuatro veces. Recibieron varias proposiciones indecentes pero muy apetitosas que ella no pudo aceptar porque Andresito no le quitaba ojo. Los piropos les llovían con cada brindis. Y los brindis eran cada vez más seguidos. Bailaron, comieron y cantaron hasta que el dueño,- "Que no tiene nuestra vitalidad porque es un jóven de cincuenta años" - dijo que ya no podía más y quería irse a dormir.

Pasamos una velada agradable y acabamos dormidas en los sofás de la salita. - Me despertó un ruido de taconeo en la escalera. Por la mirilla vi al Lapa, con la cara verdosa, doblado sobre sí mismo y bajando las escaleras como si pisara huevos. En cambio su mujer iba ligera , gritándole: - ¡Corre que el taxi está abajo! ¡Con lo mal que te sienta la nata, vas y te comes todos esos buñuelos! - El, con voz angustiada, solo acertó a decir: - No llego... al taxi..., María de la Encarnación...

Sobre el acuario había un clavel rojo que la sirena miraba con curiosidad.

martes, 20 de octubre de 2015

El micrófono fantasma.

Tengo unos abuelos que no me los merezco... o eso creo. Deben ser el castigo que me ha caído encima por portarme muy mal en alguna de mis otras vidas. Esto viene a cuento porque, gracias a ellos, la mitad de las noches me las paso en blanco.

No he preguntado qué hora era cuando ha sonado el teléfono y alguien se ha puesto a llorar en mi oreja.

 Quien fuese el llorón, o llorona, lo estaba pasando, francamente, mal. Escuché medio minuto, por cortesía y colgué. Pero el teléfono volvió a sonar y seguía la llantina. - Oiga. Se ha equivocado de número. Aquí no contratamos plañideras. - Iba a cortar la comunicación cuando una voz dijo, entre suspiro y suspiro: - No...snif... cuelgues... ¡ay!... nena... - ¿Abuelito? - Siiiiiiiiiii... buaaaa.... ¡soy yoooo!... buaaaaaaaaa. - Me sobresalté - ¿Ha muerto la Momia? - ¡Nooooo. Noooooo! - ¿La abuela? ... ¡Que nooooo! - ¿Te estás muriendo tú? - ¡¡¡Que no, jopé!!! - Pues, como no te expliques...

Escuché los saltos que daba Pascualita en su acuario. ¡También el abuelito la había despertado y estaba furiosa! Pues ya éramos dos. ¿A qué venía llorarme a esas horas de la madrugada? ¿Acaso la abuela lo había mandado a freir monas? Seguro. Pero a mi no me ha gustado nunca ser plato llano, o sea, segundo plato... ¡en fín, como se diga! Y cuando fui a explicarle que teniendo dos mujeres en casa y un hijo médico, yo era la última persona a quién debía recurrir para solucionar sus neuras porque ¡tenía que dormir! lo noté más calmado y se explicó.

- ¡No había ningún micrófono escondido en el coche del Alcalde!... ¡buaaaaaaaaaaaaa! Mi partido no ha hecho nada... me refiero a esto... ¡buaaaaaaaaaaaaaaa! Y me he quedado sin carnet... ¡buaaaaaaa! Soy un miserable... ¡snif!... ¡Un vendido!... ¡Un traidor!... ¡snif! - ¡Vale, vale! No te hagas mala sangre. Tu no rompiste el carnet. - ¡Es verdad! Se rompió solo... ¿no?

Pascualita, a quién había metido en mi cama envuelta en una toalla para que no la mojara, me enseñaba los dientes, no con ánimo de atacarme, sino para recordarme que podía hacerlo si la charla duraba mucho. - Cálmate, abuelito. Mañana vas a la sede de tu partido y que te hagan otro. - ¡Pero no es lo mismoooooooooooo... buaaaaaaaaaaa. A este... lo tenía... desde el principio...¿Quién lo cortó? ¡Tu lo sabes! - Estás paranoico (dije, mientras con un dedo en la sien, le enseñé a la sirena que quería decir: majareta. Le encantó y se tiró media hora haciéndolo mientras me miraba con sus inexpresivos ojos de pez) Eso la distrajo de morderme.

No recuerdo cuando nos dormimos. Pero el teléfono estaba descolgado, sobre la cama y el sol calentaba. Arrinconado contra el armario, el fantásma del abuelito Roberto, esquivaba como podía, los dientes de Pascualita. Y aunque a él no le hacían nada, por lo menos eran aterradores. - Te está bien empleado, por celoso y metepatas (le dije) - Luego, la sirena y yo nos entomamos con sendas copas de chinchón mientras preparaba los cola caos del desayuno.

lunes, 19 de octubre de 2015

¡Ostras. Un micrófono!

- "Nena ¿has oído la radio?" - A estas horas, duermo, abuela... si me dejas. - "¡Ya son las cinco de la mañana! Hay que ver como se te pegan las sábanas. Eres igual que tu abuelo" - Buenas noches... - "¡¡¡Han encontrado un micrófono oculto en el coche oficial de Hila!!!" - ¿Quién hila, abuela? (mi cabeza no coordinaba) - "¡¡¡El Alcalde, coñe!!!" - No sabía que a este hombre le iba la rueca... Buenas noches. - "¡Ahora vengo. Ves haciendo café!"

He puesto la cafetera grande porque la cocina se ha llenado de gente: la abuela, Andresito (que venía cariacontecido) y Geooorge. Y antes de que se sentaran, ha llegado la Cotilla. - ¿Hay cónclave? - Parece que sí. La cuestión es no dejarme dormir. - ¿Qué pasa? (me preguntó la Cotilla) - No me he enterado muy bien... algo sobre que el Alcalde tiene una devanadera y hace ovillos (dije, somnolienta) - ¿Eso nos importa? - Depende de si usted quiere tejerse un jersey. - Me sale más a cuenta buscarlos en los contenedores.

Después del café y ante la botella de chinchón, la abuela dijo que Andresito tenía que darnos un importante noticia - ¿Eso es lo que yo tendría que haber oído en la radio? - "Es algo personal suyo. - Más bien es cosa de tu abuela (contestó, pesaroso) Quiere que deje el partido de mis amores. - ¿Tu abuelo juega? (quiso saber la vecina) - Al mus, creo. -- "Que conste que lo ha decidido él solito. - Por la cara que trae se nota de que nadie le ha "o-b-l-i-g-a-d-o" jejejejejeje.

La abuela frunció el entrecejo y me dijo con voz siniestra: - "Se está mascando la tragedia" - Pero yo tenía ganas de guerra. - ¿Vas a cambiarte de chaqueta, a tu edad, abuelito? - ¡NO! eso nunca... Pero el micrófono en el coche del Alcalde, después de tantas trapacerías, ha sido la gota que ha colmado el vaso... de mi vergüenza y paciencia... - (Poco le faltó para llorar, al pobre) - La emoción subió unos grados cuando sacó el carnet de afiliado, cogió unas tijeras e hizo el instinto de cortarlo... Dejó caer los brazos mientras movía la cabeza diciendo ¡No puedo... no puedo! Gruesos lagrimones resbalaron por sus mejillas demacradas. Me dio pena. - ¡No lo hagas, abuelito! Total, una fechoría más... - Pero entonces las tijeras cobraron vida propia y en un tristrás, cortaron el carnet por la mitad.

La vida se detuvo en mi casa durante dos segundos. Fue el grito de Geooorge quién puso de nuevo todo en funcionamiento - ¡¡¡Oh, my Good!!! - Y salió corriendo, seguido de la Cotilla que se refugió con él en el rolls royce. - Andresito cayó redondo al suelo, blanco como el papel. La abuela, asustada, le movía la cabeza de una parte a otra en lugar de llamar a urgencias. - "¿Qué perfil te parece el mejor para la foto de los Finados?" - Y yo clavé una mirada asesina al fantasma de mi primer abuelito.


domingo, 18 de octubre de 2015

La fiera de Pascualita.

¿Cuántos días veraniegos como el de hoy nos quedan por disfrutar antes de que llegue el invierno? No muchos, seguramente. Por eso he propuesto a la abuela que vayamos a pasear por el Paseo Marítimo. Ha llegado precedida por el concierto de pitos, pero ésta vez no era por el mal aparcamiento del rolls royce sino del coche de caballos que la traía. Ha sido todo un espectáculo. El gitano que llevaba la galera iba cantando por alegrías, a voz en grito. Geoooorge hacía lo que podía tocando las palmas, pero solo lograba estropearlo todo... aunque él no lo sabía.

A todo esto, eran las ocho de la mañana y es mucha la gente que, en domingo no quiere ser molestada a éstas horas, con lo que al concierto se añadieron los gritos y quejas de los vecinos de la calle. Alguien llamó a los municipales y apareció Bedulio por una esquina que, al ver a la abuela, se dio una media vuelta digna de aplauso pero, como no está hecha la miel para la boca del asno, la gente no lo entendió así y le abuchearon por no cumplir con su obligación, que era la de hacer callar a los escandalosos del coche de caballos.

Bajé corriendo para que el vecino de arriba no se colara en casa y lo encontré en la escalera - ¡Yo no hago ruido esta vez! - Pero sí tu abuela... ¿No me vas dar un poco de café? - Le dejé con la palabra en la boca.

Cuando la abuela me vió, gritó para hacerse entender en medio del guirigay - "¡¿Y Pascualita?!" - Con las prisas se me había olvidado. Subí los escalones de dos en dos. El vecino subía a su casa y al verme se le alegraron las pajarillas - ¿Vas a darme ese café? - ¡Que te lo prepare tu mujer! - Metí a Pascualita en el termo de los chinos, me lo colgué y en un santiamén estuve acomodada en la galera.

- ¿A dónde vamos ahora, señoras? - preguntó el calé. - "Al Acuario" - dijo la abuela. - ¡NO! - grité. - Quiero disfrutar del sol, del paisaje, del calorcito ¡No quiero encerrarme entre cuatro paredes! - Oiga, señora, que no pueo meter ar caballo por la autopista. - "¿Qué impedimento tiene? ¿Está enfermo?" - Está prohibío. - "Si le multan ya pagaré yo" - Abuela, el Acuario está muy lejos. - "Más lejos está la India y Alejandro Magno llegó con su caballo. ¡Vámonos, cochero!"

Allí fuimos, con el gitano cantando : ¡Mi jacaaaaa, galopa y corta el viento cuando pasa por el puerto, camini-ito de Jeréz...! Nos pitaron todos los coches que se cruzaron con nosotros. El inglés estaba encantado porque creía que le pitaban a él por lo bien que tocaba las palmas. Yo estaba avergonzada. La abuela me quitó el termo y abrió la tapa - "Quiero que Pascualita vea el paisaje y disfrute de los olores... ¡Puag, que peste!" - ¡Ha sió er caballo, señora, que tenía una necesidad!

Milagrosamente, no apareció la guardia civil. Una vez dentro del acuario Pascualita se inquietó. - "Creo que ha visto vecinos de su hábitat" - Al llegar al tanque de los tiburones se estrelló contra el cristal. - "¡Estás loca, tía! Si estos bichos te cogen, te comerán!" - le dijo la abuela mientras la recogía del suelo. La sirena, de repente, se había convertido en una fiera. Menos mal que el inglés se había quedado en la calle tomando el sol.

Afortunadamente, llevaba el guante de acero en el bolso y no pudo hacerme daño. La abuela dijo. - "Fíjate en los tiburones... Se han ido todos al otro lado... ¿Tendrán miedo de Pascualita?" - Con ella en la mano, recorrí el trecho que me separaba de los escualos. La ansiosa de la sirena estaba frenética y los tiburones abandonaron el lugar poniendo agua de por medio - "¡Le tienen miedo! ¿Las sirenas devoráis tiburones?" - preguntó, incrédula. - Por toda respuesta, Pascualita volvió a estrellarse contra el cristal. Unos pasos acelerados hicieron que la metiera en el termo de los chinos. - Dos personas llegaron para observar el extraño comportamiento de los peces - ¡Míralos. Parecen asustados como si hubiésen visto al Demonio!... Perdónen... ¿Ha pasado algo extraño aquí? - La abuela, haciéndose la sorprendida, dijo: - "¡Ya lo creo! ¡Hemos visto una sirena!" - Y nos fuímos de allí con la cabeza bien alta.

sábado, 17 de octubre de 2015

La "suegra"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿No habrás tirado los crisantemos que trajo el señor Li? - Me preguntó, a bocajarro, la Cotilla, recién llegada de sus trapicheos nocturnos. - Están en el cubo de la basura. - ¡Pónlos en agua con una aspirina y los venderé para la fiesta de Todos los Santos! - Ya estarán mustios... - Entonces, mejor los congelamos. - Es usted más agarrada que un chotis. - Cómo se nota que no cobras mi pensión.

La abuela entró diciendo - "¿Habéis sabido algo del señor Li?" - He mirado las esquelas del Diario y no viene su nombre. - "¿Te casarás con él?" - Sigo sin tenerlo claro... - "¡Que indecisa eres!¿No ves que se te está pasando el arroz?" - ¡No me atosigues, abuela, que me entra hambre! Si pudiera casarme en artículo mortis podríamos hacer una gran fiesta en El Funeral al poner su foto en la Pared de los Finados pero, vivo como está, no me hace ilusión. - "¡Hasta aquí podríamos llegar! El señor Li no es socio, por lo tanto no tiene derecho a tener su retrato en la Pared... pero sí la fiesta en su memoria. Lo cortés no quita lo valiente"

Pensé en hacerle una visita en la clínica y me llevé a Pascualita para que, si algún día vuelve a su hábitat, sepa que, a los enfermos y moribundos, se les lleva un regalito. Y le llevé bombones.

El pasillo de la clínica estaba lleno de familiares y amigos del señor Li. Mientras pasaba entre ellos me sentí observada como si fuera una criminal. No me gustó la sensación que noté entre las uñas. como si me clavasen palillos. La habitación estaba de bote en bote y tuve que abrirme paso para llegar hasta la cama - Tendría que llamar a Bedulio para que se encargara de la circulación jejejejejeje. - dije, tontamente, mientras el chino me miraba tras la fina rendija en que se habían convertido sus ojos a causa de la hinchazón de la cabeza. - Yo no leil... Abuela hacel daño. - ¡Que dice, hombre! Si es una pobre anciana. - Milal, chichón goldo. Si tu casal conmigo, no il nunca a casa abuela tuya. Sel peliglosa. - No fue ella... Su primer marido es un fantasma que vive en mi casa y está celoso de usted. - ¿Abuelo antepasado? Oh, yo no sabel. Yo quemal incienso pala él y pedil pelmiso pala casal contigo.

Mientras hablábamos, una mujer se acercó a mi. Tenía unas uñas largas, fuertes y rojas y no me quitaba ojo. Cogió el termo donde llevaba a Pascualita, con afán de quitármelo - ¡Eh, señora. Quieta! - Sel mi madle (dijo el señor Li con voz mimosa) - Dile que suelte el termo. - Ella quelel sabel todo de ti. ¿Lleval chinchón dentlo? Madle quelel plobal. - ¿Por quién me toma? ¿Por una borracha? ¡Es agua, señora! ¡Suelte de una vez, coñe! - ¡Tu no hablal así a madle! (dijo, enfadado el hijito mientras la señora acercaba una garra a mi cara y con la otra mano tiraba con fuerza del termo) - Entonces saltó el tapón y Pascualita fue tras él. - ¡¡¡Gamba golda!!! - gritó mi "suegra" y se armó un cacao de chinos tirados por el suelo buscando la "gamba". La sirena estaba agarrada a la seda roja con dragones dorados y como temía caerse a causa de lo rebaladizo del vestido, hincó los dientes. El grito que salió de aquella garganta puso a todos los chinos de pie al unísono, justo medio segundo después de que yo arrancara a Pascualita de allí y la metiera, a la velocidad del rayo, en mi bolso, todavía con un trocito de carne y otro de seda roja, en la boca.

Inmediátamente el pecho se hinchó de forma espectacular. En aquellos momentos la habitación del señor Li era como el camarote de los hermanos Marx porque, a los chinos de dentro se sumaron los del pasillo. Nadie quiso perderse el espectáculo de ver saltar a la matriarca del clan mientras el pecho seguía hinchandose como un globo aerostático. Eso permitió que pudiera irme sin que me vieran. Por el pasillo corrían médicos y enfermeras a ver a qué venía tanto alboroto.  

Ya en casa y mientras tomábamos unos chinchones, dije: No me caso con el señor Li. Tiene madre.


viernes, 16 de octubre de 2015

Las cosas no se aclaran.

- "Nena ¿ha vuelto la Cotilla?" - Así se ha pasado toda la noche la abuela. Llamándome cada media hora. - Si viene te llamaré yo pero ¡déjame dormir!- "¿Crees que el señor Li le dirá que sí?" - ¡Ojalá! - "¡Ni al que asó la manteca se le ocurriría decirle que no a un millonario, boba de Coria!"

La vecina no apareció por casa hasta la hora de comer. Vino cargada con bolsas de comida china y las dejó sobre la mesa de la cocina con aire triunfante. - Mira todo lo que me ha dado... - ¿Su prometido? (la corté) - ¿Te gustaría saberlo, verdad? - A mi me la trae al pairo. Es la abuela la que está en ascuas. Tengo que informarla... ¿Qué le digo? - Que la cosa está encauzada. - ¿Eso qué quiere decir... si o no? - Pues que, ni blanco, ni negro sino todo lo contrario. - O sea... que no. - También puede ser que sí... Hay que esperar. - ¿Esperar y pasar otra noche en vela? ¡Tururú!

El chirrido de los frenos del rolls royce se oyeron desde casa. La abuela, subida en sus altos y finos stilettos, entró en casa. - "Sentaos, he llamado a Li para aclarar las cosas" (dijo en plan Capitán General) - El sonido del timbre me sobresaltó. - "¡Abre!" - ordenó su excelencia. En la puerta estaba el señor Li con un ramo de crisantemos en la mano. - ¡Cotilla, le traen flores! (grité) - Y vino al trote hasta situarse frente al chino. - ¿Esto quiere decir algo, Li? (preguntó, melosa) - "Sí. Que a ver si te mueres pronto. ¿No ves que son crisantemos?" - Dijo la abuela con toda la diplomacia de que fue capáz.

- Yo venil a comel. - Hay comida china. - Yo sabel. Yo dal a Cotilla pala ti. - (Nadie puede parar la mano lanzada para dar un pescozón, de la abuela. En una fracción de segundo la cabeza de la Cotilla fue lanzada hacia adelante, chocando contra la mesa del comedor y hacia atrás, sentándola en la silla) - Mientras las lágrimas acudían a sus ojos, se levantó con la excusa de encenderle una vela a su gurú. - ¿Gulú, antepasado de Cotilla)? - No. Es alguien de su gremio que trabaja a mayor escala que ella. - ¿Cotilla trabajal con escalela? Yo no endendel mujel vieja. Decil casalse con Li... ¿Ella bebel mucho chinchón? - "Está como una cabra... y no es vieja" (la abuela se curaba en salud) - Si sel vieja. Sel como una antepasada. - "¿Yo soy vieja, señor Li?" - Esto era una pregunta envenenada. - Sí, abuela. Tu sel vieja también, pelo glaciosa jijijijijijiji Vestil como niña jijijijijiji Pintal como puelta jijijijijiji. Tu sel glaciosa jijijijijijiji Tenel pelo de cololes extlavagantes jijijijijiji En tienda todos decil cuando te ven: la vieja glaciosa jijijiji ¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyy!

El señor Li no pudo probar bocado. Quedó KO en el suelo y tuvimos que llamar a la ambulancia. Uno de los camilleros lo reconoció - ¡Anda, es el chino que se tiró por el balcón! Menudo chichón tiene en la coronilla.- ¿Qué cree que le pasa? - Conmoción cerebral a lo bestia. Seguro - Será consecuencia del accidente de hace unas semanas (dije, timidamente) - No le digo a usted que no. ¡Jopé! a éste tio le ha mirado un tuerto. - Mientras la ambulancia salía a toda pastilla hacia el hospital, la abuela se metió en el rolls royce camino de El Funeral mientras se aplicaba carmín, rojo pasión, en los labios.




jueves, 15 de octubre de 2015

La Cotilla aprovecha la ocasión.

- "Nena, le he escrito una carta al Pinocho mayor del Reino pidiéndole que me pague los kleneex, los salva slips, la gasolina del rolls royce cuando voy al médico, los lentes para ver de cerca que se me rompieron el otro día, las pastillitas azules que, de vez en cuando, tiene que tomar Andresito para cumplir conmigo como Dios manda, los pañales de la Momia, el sueldo de la mujer que la cuida, etc. etc ¿Y sabes lo que ha hecho mi maridito cuando se la he enseñado? ¡Romperla!" - Que valor tiene el abuelito. - "Le he llamado idiota hasta quedarme afónica. Pero antes le he soltado: ¿Si el Estado le puede pagar todo esto y más al padre de Rajoy, por qué no a nosotros? ¿Dónde está tu influencia en el partido, calzonazos? "

La abuela tiene el pulso alterado. Le tiembla la mano al coger la copa de chinchón que se ha servido. - ¿Quiéres tila en lugar de esto? - "¿Lo dices por los nervios? Hasta de esto es culpable tu puñetero abuelo porque ha huido sin que me diera tiempo a arrearle un pescozón que lo estampara contra el aparador y  dejara allí la dentadura clavada!" - Abuela, baja la voz o vendrá el vecino de arriba. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! Mirad quién ha entrado detrás de mi. - ¡Oh, no! - Allí estaba el puñetero vecino, dispuesto a enterarse de todo lo que habláramos. - ¿Estáis tomando chinchón a éstas horas? Vale, tomaré una copita. (dijo, tan fresco) - Tu mujer te llama, lapa... - No he oído nada. - Haz lo que quieras pero atente a las consecuencias. - (Esto, dicho en tono amenazante, surtió efecto, porque la mujer es de armas tomar. Y salió pitando para su casa)

Poco después, la Cotilla nos anunció : ¡Me caso! - Cogí la botella de chinchón y la guardé en la despensa. - No beba más que le afecta a la neurona. - Voy a pedírselo al señor Li. ¡Y seré más rica que tu! (le soltó a la abuela) Y a ésta le dio tal ataque de risa que por poco se ahoga. - No sé a que vienen estas risas. Al fin y al cabo él quiere casarse. Tu nieta ha dicho que no. Y ya sabes el dicho: A río revuelto, ganancia de pescadores. ¡Hasta luego!

La abuela fue a por Pascualita. La cogió sin ningún miramiento cuando, la pobre, dormía envuelta en algas. No le gustó este brusco despertar y se dedicó durante un rato a saltar sobre nosotras con la dentadura de tiburón dispuesta para morder. Pero ni la abuela ni yo hemos nacido ayer y la esquivamos cuantas veces nos atacó. Al final quedó medio noqueada por los porrazos que se dio. Entonces la abuela le explicó lo tonta que era yo, lo trepa que era la Cotilla y le hizo un encargo a la medio sardina: - "En cuanto venga por aquí el señor Li, te tiraré a sus partes blandas y cuando lo tengas bien agarrado ¡te arrancaré de allí con tal tirón que se le quedará la voz aflautada!" - ¡¡¡Abuela!!!

miércoles, 14 de octubre de 2015

La abuela dice sí al señor Li.

La abuela ha venido a verme. - "El señor Li me manda decirte que si os casáis o qué. Le he dicho que sí" - ¿Que sí, qué? - "Que vais a casaros" - ¡Pero... pero... pero ¿quién eres tú para decidir por mi? - "Tu abuela. Que pregunta más tonta. Velo por ti. Para que no te quedes sola el día de mañana. Porque si hay que esperar a que te decidas, nos darán las uvas. ¡Lenta, que eres una lenta! Además, se te va a pasar el arroz y el biznieto no llega" - ¡Yo no me caso con ese! - "¿Por qué es chino?" - ¡Porque no lo quiero! - "Eso es una excusa tonta. En cuanto veas lo gruesa que es su cartera, le querrás" - Yo no soy como tu. - "Insinúas algo" (el tono era amenazador pero yo estaba muy enfadada y no me eché atrás)" ¡Te casaste con Andresito por dinero! - "Naturalmente. Vaya noticia"

Apenas pude comerme las dos ensaimadas que me había traído la abuela, del disgusto que tenía - Ya puedes ir a decirle al señor Li que ¡no me caso! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿qué le pasa a ésta? - "Doña Caprichos no quiere casarse con el chino" - Siempre ha sido tonta pero, con los años se está esmerando. - "Si no te casas, dentro de unos años lo lamentarás, como hago yo por no haberme cargado, como Dios manda, a mi primer marido" - ¡¡¡Abuela!!!... Puede estar escuchándote. (No me hizo caso) Toda la vida presumiendo de que lo habíamos matado nosotras y resulta que ¡tú, pendón desorejado, le diste laxante en lugar de un veneno clásico!" - Pensé que la dosis de caballo que le di, acabaría con él (se excusó la Cotilla) - "¡Pensaste, pensaste! ¿Quién te dijo que pensaras?"

El fantasma del abuelito Roberto estaba a mi lado, sin perder una sílaba de lo que hablábamos. Y a pesar de que no le veía la cara que, a saber dónde la había tirado, me di cuenta de que sufría. - Justo, en ese momento, llegó Andresito. - Os he oído desde la calle, hablando de venenos y laxantes ¿qué pasa? - "Que la niña no quiere casarse con el chino" - ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino? - La abuela se quedó parada, luego puso cara de no haber roto nunca un plato. - "No tengo ni idea de lo que me dices, cariño" (luego se acercó, zalamera hasta su marido, alargó el hociquito y le besó la punta de la nariz. Andresito se derritió... Y a Roberto le salió humo, con olor a azúfre, del cuello cortado.

A partir de aquí, se dedicó a fastidiar a su "rival". Coloqué a Pascualita, en plan broche, en mi rebeca. Era conveniente que viera esa lucha de gallos (aunque uno no supiera qué pasaba) por si le sirve de algo cuando vuelva a su hábitat)

Antes de que los abuelitos se fueran en el rolls royce, Roberto le había quitado dos veces la silla a Andresito que se dió sendas costaladas. Un vaso de agua le cayó en los pantalones. El café salió de la taza, ardiendo y salpicándolo al ir a beberlo. La puerta del baño le faltó un tris para pillarle un dedo. La cartera estaba contínuamente en el suelo, etc. etc. Al final, la abuela me llevó a un rincón. "¿Que es lo que pasa?" - Mi primer abuelito está celoso. - "¡Malditos jívaros! Por qué no empezaron a comérselo por la cabeza..."

martes, 13 de octubre de 2015

El abuelito se decapita.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - La Cotilla me pilló con la fregona en la mano. - ¿Te has meado? (miraba el charco que había en el suelo) Huele a chinchón... ¿Has derramado la botella, boba de Coria? ¡Ni se te ocurra usar la fregona! - Corrió a la cocina a por una cañita. Se arrodilló y sorbió el licor hasta que no quedó una gota en el suelo. Cuando quiso levantarse, no pudo. - Ay, que malo es... ¡hip!... ser vieja, bueno... ¡hip!... solo un poquito... Los huesos... ¡hip!... me juegan jijijijijij ¡Juegan mis huesos!... ¡hip!... malas pasa... das...¡hip! - ¡No diga tonterías! Esto le pasa por tomarse casi una botella de chinchón a cañita.

- ¡Que tía más guarra! (dijo el abuelito Roberto) - ¡Cotilla, a la cama! - Tengo que... ¡hip! darle las bueeee... nas noches a ... Luis Bárcenas... ¡hip! - ¡A la cama he dicho! - ¡Madrasssssssssstra.

Después me senté con Pascualita a ver a Belen Esteban para reírme un rato. La sirena bizqueaba tratando de enfocar la pantalla del televisor. - ¡Que fea es la jodía! (el abuelito estaba resentido con ella) - Tu no puedes presumir. - Esto ya está arreglado ¡Mira! - Roberto se había convertido en un fantasma sin cabeza. - Mejor así ¿no? Decían que había perdido la cabeza por tu abuela pero seguía teniéndola sobre los hombros. Ahora ya no. Tira el llavero a la basura. - ¡Ni hablar! Han sido muchas las confidencias que le he hecho al antíguo Pepe. Somos amigos. - ¡Pero si me tienes de cuerpo entero! - Soy una sentimental, abuelito.

La abuela proclamó su llegada al barrio entero cuando Geooorge aparcó, atravesado, en la parada del bus y sonaron todos los claxons. - A ésta mujer siempre le ha gustado dar la nota (rezongó Roberto) - ¿Ya era así cuando estábais casados? - Era un espéctaculo cuando salía a la calle. - ¿Sigues enamorado? - Sí. Soy un romántico empedernido. - ¿Y tienes celos de mi segundo abuelito? - Sí.

- "¿Hablabas con alguien?" - Con Roberto. Te sigue queriendo. Qué bonito ¿no? - "Pues no" - A perdido la cabeza. - "¿Por mi?" - Solo sé  que no le gustó la cara jibarizada que se le ha quedado y ahora es un fantasma decapitado. "Sigue haciendo el ridículo, como siempre"

Los anuncios de la tele dieron paso al programa que esperaba y la Esteban ocupó, de repente, toda la pantalla.  A Pascualita se le erizaron los pelos-alga y su cuerpecito se puso en tensión. De un impulso de la cola, se lanzó contra aquella cara que la ponía de los nervios. ¡Que golpe se dio! ¡Pa matarse! jajajajajajaja - Me agaché, muerta de risa, para levantarla del suelo y la abuela me dió tal pescozón que me tumbó, cuan larga soy, sobre las baldosas.  -  "¡¡¡Sabes que no la traga y tú, erre que erre. La pones de los nervios!!!" - Ha sido para que el... abuelito lo viera. - "¡Que le den morcilla al abuelito!" - ¿Para qué, si no puede comerla? (dije, llorosa) - "¡Sois tal para cual! ¡Más tontos, imposible!" - 

lunes, 12 de octubre de 2015

El abuelito Roberto.

El abuelito Roberto, se ha sentado junto a mi, en la cocina, mientras desayuno con Pascualita. Al ser un fantasma no se puede chivar. Así que no tengo ninguna preocupación y como y leo el diario tan tranquila mientras Pascualita hace sus guarradas diarias poniéndolo todo perdido de cola cao.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Menos mal que llego a tiempo de tomar café ¡Pero... ¿qué es ésta porquería? ¡No te da vergüenza comer como un cerdo! (solo tuve tiempo de meter a la sirena en el bolsillo del delantal) - Cotilla, estoy en mi casa y hago lo que quiero. Si no le gusta ¡Puerta! - ¡Así no encontrarás novio ni buscándolo con lupa! - ¡Mire quién fue a hablar! Que yo sepa nunca tuvo ninguno. - ¡Ya lo creo que tuve, pero tu abuela me los quitaba todos, la muy jodía!

El abuelito Roberto ha estirado el cuello al oír esto. - Cotilla, ¿mi abuelito también empezó siendo novio suyo? - Sí. Era muy guapo. Delgadito como un junco, gracioso a no poder más. Con unos ojazos negros que quitaban el sentío y unos dientes tan blancos y perfectos que, al sonreír, te deslumbraba. - ¡Caray! - Era un guayabo por el que muchas niñas suspiraban. - ¿Y se fijó en usted? - Pues, sí... hasta que un día vio a tu abuela y cayó rendido a sus pies. - ¿Qué le dio ella que no le diera usted? - Árnica. Siempre estaba que si sí, que si no, la mala pécora. Lo tenía en ascuas - En cambio usted... - Yo le dije sí, a la primera. Para qué iba a andarme con rodeos.

Al quedarme sola, Roberto me dijo que la Cotilla le ponía enfermo. - Quiso matarme. - Ayudada por la abuela. - Sí, que chiquilla. Eran dos pardillas. Por eso me confié cuando me cogieron los jívaros, porque pensé que ellos, con aquellas pintas, también fracasarían pero, no. Me mataron bien matado. - Y se te comieron. - ¿Qué dices? - ¿No lo sabes? ¿Dónde estabas mientras tanto? - Supongo que dando cuenta de mis actos a quién corresponda. - ¿Te tocó Purgatorio? - Sí. consideraron que, para los pocos pecados que tenía y la muerte que me habían dado, ya iba servido. Pensé que me tiraría allí media eternidad pero, no. A un Papa se le ocurrió decir que el Purgatorio no existe ni ha existido nunca y desapareció como por arte de magia. Por esto estoy aquí. No veas el cabreo que cogieron las almas que llevaban allí la tira de siglos: ¿Hemos estado aquí para nada? ¡Hay que joderse! - decían.

- Si dices que me comieron los jívaros ¿qué hago aquí? Se supone que debo estar con mi cuerpo y, en caso de no encontrarlo, vagar por ahí... - Aquí está tu cabeza, abuelito- ¡No me digas! Mira, pues me hace ilusión ¿dónde está? - En la estantería. - Le enseñé el pequeño llavero y se horrorizó. - ¡Yo no soy "esto"! - Sí. Está confirmado. - Tenía más... cabeza. - Tienen mucho arte reduciéndolas. - ¡Estoy hecho un asco! - De eso tiene la culpa Pascualita. Cuando se enfada muerde lo primero que encuentra. Y te ha encontrado varias veces, abuelito. - ¡Sardina asquerosa! - ¡No la irrites que tiene un pronto muy malo! - No me ve.

Roberto había subestimado el sexto, o séptimo, sentido de la sirena, por eso el ataque le cogió por sorpresa. Le clavó los dientes en los labios, tal como hizo con el señor Li. No me quedó más remedio que dar un tirón seco para separarla del abuelito que, a pesar de ser un fantasma, saltaba, gritaba, corría y lloraba. - ¡Toma chinchón! Es un buen remedio. - Le alargué la botella y tragó con avidez. - ¡Eh, que no es agua! - En el suelo se formó un charco de licor porque, al ser un ente etéreo, no era nada. Y el líquido pasaba directamente de la botella al suelo. - ¿Por qué gritas y te quejas si no puedes sentir nada? - Porque me hace ilusión - ¡Ah, siendo así...!

domingo, 11 de octubre de 2015

El Castillo de la Bella Durmiente.

Estábamos comiendo una paella que la abuela se ha dignado a hacer. Por primera vez desde hace mucho tiempo, el Municipal ha comido con nosotros porque, ya que está bajo mi cama (y dado por desaparecido en el trabajo) lo he invitado.

Andresito está preocupado por la caída del balcón. - A ver si vas a tener aluminosis, nena. - "Solo le faltaría eso. Así sí que no va a encontrar novio" - Me refiero a las vigas, cariño, no a ella. - ¿Me pagas el arreglo, abuelito? - "¡Ni hablar! Ya te lo dije: el balcón es tuyo, así que cada palo que aguante su vela" - Tendré que ir a comer al comedor social (lloriqueé) - ¡Allí no se come mal! (saltó la Cotilla que no puede tener la boca cerrada) - Miralo por el lado bueno, nena. el día de mañana tendrás una experiencia nueva que contar a tus nietos (dijo el abuelito, conciliador) - ·¡¡¡¿Sus nietos?!!! (la abuela se atragantó de risa) Tendrá que correr mucho para ver crecer a sus hijos, si es que consigue que alguien le haga el favor de hacérselos.  Mejor adóptalos de viente años para arriba si quiere ver a tus nietos jajajajajaja ¡Ay! Andresito, que mal te sienta el vino"

Al abuelito no le gustó que su mujer lo ridiculizara delante de los que estábamos allí y cambió de conversación y yo me quedé sin saber si me financiaría la obra del balcón. Cuando vino la crisis dejé de pagar el seguro y ahora... ¡Mecáchis en la mar!

Para tener la mente entretenida en otras cosas, cogí a Pascualita del acuario y la metí en mi escote. Aunque no era calor humano precisamente lo que sentí al ponerla ahí, sino un escalofrío porque el bicho, como pez, no es de sangre caliente. Al cabo de un rato me di cuenta de que Bedulio no me quitaba ojo del pecho. Pascualita se movía. Tuve que distraer su atención: - ¿Sabíais que a la bandera de la Comunidad Autónoma le han pintado un castillo? - "Eso más viejo que andar palante" - Siempre ha habido un castillo, nena. - "Sí. Y tus Pinochos le dieron la vuelta para que la bandera pareciera la americana" - Eso fue una innovación. - "Dí más bien, chorrada" - ¿Cómo está puesto ahora? (la Cotilla solo se entera de lo que le interesa) - "Arriba, en el rincón izquierdo, donde van las estrellas de la americana" - ¡Ostras! Si consigo unas cuantas las venderé a coleccionistas (dijo la ilusa de la vecina)

- Han cambiado el castillo por el palacio de la Bella Durmiente. - "¿Los Pinochos se han atrevido a hacer eso?" - ¡Claro, abuela! Si se han atrevido a asaltar la Caja de las Pensiones, lo de la bandera es una chorrada. - ¿Ha cogido MI pensión esta tropa? (La Cotilla estaba fuera de sí) - No me gusta que se hable de gente que, al no estar aquí, no puede defenderse. - Abuelito, se te ve el plumero. - Y a ti se te mueven las tetas (quedamos sorprendidos al oír la voz del Municipal)

Pascualita bregaba por sacar la cabeza fuera de mi camiseta y yo empecé a sudar pensando que, de un momento a otro, me mordería. - ¡Abuela, toma! - Al ver los pelo-algas tiesos  y los ojos redondos, más saltones que nunca, la abuela le dio un manotazo a la sirena y la mandó de vuelta al acuario.

Bedulio, que había visto no sabía qué, estába pálido y gritó. - ¡Encended velas para las ánimas del Purgatoooooorio! ¡No quiero que me lleven con eeeeeeeeellas! - "¡Calla de una vez, mala sombra!" - - ¿Qué sombra? ¿Dónde está la sombra? (estaba enloquecido) - Emprendió una loca carrera hacia el balcón  - ¡Nooooo, Beduliooooooo. Nooooooo! - Pero no me hizo caso. Y saltó al vacío. - "¡Vaya golpe que se habrá dado! ¡Maquillaros, peinaros y a la calle! ¡Cotilla, llama a la tele y di lo que ha pasado sin dar muchas pistas! ¡Vamos, vamos, que tenemos la exclusiva y saldremos en los telediarios!"




sábado, 10 de octubre de 2015

El Tarot.

Pascualita no quiere salir del barco hundido. El estruendo que hizo el balcón al derrumbarse, la asustó tanto que su pelo-alga se ha quedado lacio completamente. Miedo me da de lo fea que está. Otro que no sale de debajo de mi cama es Bedulio. Subió de cuatro en cuatro, los escalones de mi casa y en cuanto le abrí se metió bajo la cama y allí se quedó preso de un ataque de ansiedad como un castillo.

Llamé a la abuela y le conté lo que había pasado. - "Que pena no haberlo visto. Podría haberlo grabado todo y ahora haría furor en el facebook" - ¿No me preguntas cómo estoy? - "Por mi como si te la pica un pez" - Me he asustado mucho, abuela. - "¿Qué demonio hacías en el balcón?" - Le... enseñaba la plantación de verduras a... Pascualita... - "¿Se ha comido alguna?" - Pues... ¿qué más da, si se han espachurrado contra la acera. - "¡Baja a buscar las que han sobrevivido, que me han costado caras!" - ¡No puedo moverme. Me tiemblan las piernas! - "Que floja eres. ¡Que cruz tengo contigo!"

He preparado tila para los tres. Al Municipal se le he puesto bajo la cama. A Pascualita, cerca del acuario y yo me lo he tomado en la cocina, con el abuelito Roberto mientras le contaba el susto que me había llevado. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿qué has hecho con nuestro negocio, boba de Coria? ¡Te lo has cargado! - ¡La culpa es de la abuela por sobrecargar el balcón! - Eso, dále la culpa a los demás y tu vete de rositas. - ¡¡¡Que injusticia!!! - Que sabrás tu de injusticias. Eso es lo que están haciendo con Bárcenas, con Rato, con todos estos patriotas que, su único pecado, ha sido mirar por el dinero ajeno y guardarlo lejos de las manos ambicionas de sus dueños. Si no lo hubieran hecho así, ahora no tendría ni un euro. - ¡Eso es lo que les pasa. Que no tienen ni un euro! - ¿A saber en qué se lo habrán gastado estos descerebrados? - ¡¡¡Cotilla, que les han robado!!!

La abuela se presentó hecha una furia en casa. - "¡Que destrozo, válgame Dios. No queda ni una planta... ¿Seguro que no te pusiste a saltar en el balcón?" - No cabía ni un alfiler, abuela - "Siempre tienes alguna excusa a mano" - Tendrás que pagar el arreglo del balcón. - "¿Yoooo? ¿por qué? Es tu balcón, por lo tanto, es tu problema." - Pero... pero...

Cuando se fueron las dos amigas, saqué el libro del Tarot que me habían regalado en una pizzería. Tiré las cartas y las consulté preguntando por mi primer abuelito. Una neblina se apoderó del comedor y un hombre, al que no vi entrar, apareció sentado a mi lado. - ¿Nos conocemos? (pregunté sin temor alguno) - Soy Roberto, tu abuelito. - ¡Vaya, es verdad! Eres clavado al de la foto... Quiero un poco de consuelo. - ¡Anda. Y yo. No fastidies!

Discutimos hasta que se me ocurrió decir: - Yo lo he pedido primero. - Ea verdad, pero yo soy un espíritu y puedo hacer lo que quiera. - Espíritu o no, tienes que guardar la vez o ésto será una anarquía. - El fantasma agachó la cabeza y se retiró a un rincón diciendo - Lo mismo vivo que muerto; si no me manda mi mujer, me manda mi nieta... ¡Mujeres!

viernes, 9 de octubre de 2015

Verduras en el balcón.

Ha sonado el timbre y yo me he quedado como quién oye llover, o sea, tal cual. Dormida como un tronco. Por lo visto ha sonado tanto que los vecinos de la finca han bajado a mi rellano, en camisón y pijamas, para manifestarse contra las visitas que no les dejan dormir.

El aroma de café recién hecho me ha sacado de mi sueño. - ¡Vaya! por fin se despierta la Bella Durmiente (me dijo el vecino de arriba, sentado, con la abuela y Geooorge, en la mesa de la cocina) Una rápida mirada al reloj me indicó que faltaban cinco horas para levantarme y que Roberto había sido colocado cara a la pared (es lo único de él que puede ponerse así, el resto del cuerpo se lo comieron con patatas los jívaros)

- ¿Qué hace éste aquí? (dije con voz pastosa) - "No lo sé. Ha entrado detrás de nosotros y se ha quedado a desayunar) - Ya que no me dejáis dormir, por lo menos aprovecho el tiempo... - ¡Vaya jeta que tienes, vecino! - "No le riñas. Nos ha ayudado a subir las macetas, los sacos de tierra, el abono, las plantas..." - ¿A mi casa? - "Naturalmente"

Volví a la cama y me llevé a Pascualita conmigo, así no habría peligro de que la descubriesen Geooorge o el vecino de las narices. Las dos cogimos el sueño hasta que sonó el despertador a una hora civilizada.

Mientras la sirena y yo tomábamos nuestro cola cao, escuché voces en el comedor. Cogí el cuchillo más grande que tengo y entré dispuesta a vermelas con los ladrones. - "Ya que tienes el cuchillo en la mano, corta la cuerda de aquel saco" - El comedor se había convertido en una especie de campo de batalla: había un montón de macetones, jardineras, tierra por el suelo... y a los tres "jardineros" que habían ocupado mi casa sin permiso, se les veía atareadísimos. - ¿A qué viene todo ésto? - "Estamos sembrando verduras" - Quedará todo recogido ¿verdad? (miré a Geooorge) - A mi no mirar you. Tener que ir a buscar a mister Andresitou. - (Miré al vecino) En cuanto acabemos saldré pitando hacia el trabajo para no llegar tarde. - ¿Abuela? - "De eso te encargas tu quepara eso es tú comedor. Bastante estamos haciendo nosotros llenando las macetas" - ¡Pero si yo no he pedido nada!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿son las verduras? ¡Ya era hora! - "Serán cien por cien ecológicas. ¡Nena, quita los geranios del balcón que hay que meter todo esto!" - ¡Ni hablar! yo quiero flores porque alegran la vista. - "Pero esto es para comer y ganar unos cuartos" - ¡Para comer ella, no! Para vender (la Cotilla puso los puntos sobre las íes)

El balcón quedó atestado. No podía poner un pie. El resto de tiestos se trasladaron a la terraza. - ¿Por qué no los habéis puesto todos allí? - "En el balcón los verá la gente y servirán de propaganda para nuestro negocio, boba de Coria, que no te enteras" - Cuando se fueron llegó Bedulio. - No se puede tener tanto peso en el balcón. Ordenes del alcalde. - Pues esto son órdenes de la abuela. - Y se fue sin rechistar.

Han trasladado un campo al piso. Solo me falta poner un vaca para que sea más bucólico. Este pensamiento me dio una idea con la que vengarme por el allanamiento de morada del que había sido objeto. Pascualita nadaba placidamente entre dos aguas cuando la cogí con brusquedad, protegida por el guante de acero. Los pelo-algas se le pusieron de punta, los ojos bizquearon y sacó la dentadura de tiburón a pasear. Así la quería yo, enfadada. La tiré sobre una de las macetas y acto seguido empezó a triturar plantas hasta la raíz.

Me senté a ver como liquidaba, en un momento, un trabajo de horas. Fue un placer. Acerqué la botella de chinchón y me dejé llevar por la satisfacción hasta que escuché un crujido aterrador. Casi al instante, me pareció que los macetones se movían. Cogí a Pascualita al vuelo mientras veía, asustada, como el suelo del balcón se precipitaba a la calle.

jueves, 8 de octubre de 2015

El vecino de arriba me denuncia.

Mientras desayunaba con Pascualita han llamado a la puerta. Era el vecino de arriba acompañado por el Municipal. - ¡Caramba, Bedulio, dichosos los ojos! - No te tomes confianzas que estoy aquí, estrictamente, de servicio. Este vecino te ha puesto una denuncia. - ¡¿Por qué?! - Dice que fue atacado en tu casa, por "algo". - ¿Qué "algo" si puede saberse?

- No tengo ni idea pero ¡mira cómo me ha quedado el dedo que me mordió! ( El índice apenas cabía junto al pulgar, y mira que tiene sitio) - Te lo habrás pillado con una puerta... - ¡No! También me falta un trocito de carne, por eso me lo vendaron en el ambulatorio. Venimos a ver si encontramos algún indicio de lo que me pasó.

Entró como Pedro por su casa, apartándome. - ¿No entras, Bedulio? - ¡No! - El vecino se paró en seco. -¿Cómo que no? Usted es el Municipal... Tiene que indagar. - Cuénteme lo que haya visto cuando salga y ya sacaré conclusiones - Pero... pero... - No hay pero que valga. He dicho que no entro y no entro. - ¡Me quejaré a...! - Al maestro armero, si quiere, pero yo me quedo aquí.

No hubo manera de que cambiara de parecer. Así que seguí al vecino. - ¿Al final te casarás con el chino o no? - Te importará mucho (dije, enfadada) - Pues sí. Tendré que comprarme ropa nueva... - ¿No pensarás venir a la boda con ese dedo horrible? - La culpa de que esté así la tiene esta casa. - De la que saliste borracho como una cuba... ¿ya no te acuerdas? - Creo que algo me dijo mi mujer... - Sería ella quien te hizo esto. - ¿Tu crees?... - Pondría la mano en el fuego. - Sea quien sea, me ha fastidiado porque este es el dedo que uso todas las mañanas para sacarme los mocos de la nariz y ahora no me cabe en los agujeros - ¡Serás guarro!

Pasamos ante el acuario y aproveché para meter dentro a Pascualita que permanecía en mi bolsillo. Al pasar por la cocina cogí a Roberto para enseñárselo a Bedulio. - ¿Te acuerdas de Pepe? - ¿Qué Pepe? - La cabeza jivarizada. Ya no se llama así. Ahora es Roberto. - No me hables de porquerías. - ¡Eh, un poco de respeto! Resulta que fue mi primer abuelito ¡Míralo! - La cara de Bedulio palideció. - Sí, está un poco deteriorado pero tu tampoco estás como para tirar cohetes.(Dije, ofendida. Aunque tengo que reconocer que no quedó bien el apaño que la abuela le hizo a la nariz cuando Pascualita se la comió)

El vecino de arriba salió mohíno. - La única cosa rara que he visto es el acuario sin peces. (informó al Municipal) - En este momento oímos un concierto de pitos en la calle - ¡Tú abuela! (gritó Bedulio) - ¡La suya! (soltó el vecino, enfadado) Y ahí se disolvió la reunión.

El vecino subió a discutir con su mujer. El Municipal corrió escaleras abajo para no encontrarse con la abuela y yo volví a por Pascualita para terminar de desayunar y comernos las ensaimadas, recién hechas, que trajo la abuela.

miércoles, 7 de octubre de 2015

¿Me caso?

- "Estoy pensando en hacerme un arreglillo en la cara" - ¿Irás a Lourdes? - Esta sencilla e inocente pregunta, desató una furia incontrolable en la abuela que la resumió dándome tal pescozón que mi cabeza rebotó contra el acuario y a punto estuvo de salirse toda el agua. - ¡¡¡Aaaaaayyyyyyyyyyyy!!! ¡Era broma!

Pascualita salió, rauda, a la superficie. Nos miró a ambas y enseguida tomó partido por la abuela. Sacó hacia afuera la pequeña dentadura de tiburón y yo me alejé de allí. Preferí quedarme en la cocina junto a la cabeza de mi primer abuelito. - Menos mal que te tengo a ti, que me comprendes y me das consuelo (lloriqueé haciéndome la mártir)  - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Pase, pase, señor Li.

Se me pusieron los pelos de punta. La Cotilla había cumplido su amenaza denunciándome al chino que tiré por el balcón. Me escondí en la despensa, detrás del saco de patatas. ¿Está tu nieta? (la oí preguntar a la abuela) - Estaba en la cocina hablando con su abuelo. - ¿Tenel abuelo antepasado tu nieta) - "Sí. Le estaba contándole sus penas. Es una pánfila" - ¿Ella quelel antepasados? Yo casal con ella. - "¿Qué dice éste, Cotilla?" - Creo que quiere casarse ella. Se ve que el batacazo que se dio lo ha dejado tonto. - "Eso será"

Por más que me llamaron, no salí de mi escondite. Esperaría a que las celebraciones, a base de brindis con chinchón, por mi próxima hicieran efecto. Pero, aburrida, me dormí antes de que eso ocurriera. Cuando desperté estaba dolorida por la mala postura y las dos amigas seguían de cháchara aunque no con el señor Li. Tuve que encender la luz para no tropezar porque era noche cerrada. Oí la voz de un hombre: el vecino de arriba. - Ya sabía yo que estos dos se llevaban algo entre manos. Un idilio, vamos... ¿Saldrán en el Hola? La boda de este hombre será un acontecimiento social porque dicen que está forrado el tío. - Entonces tendré que ponerme de tiros largos (dijo la Cotilla) Empezaré a buscar ropa en las tiendas de 4ª mano. - Lo que tenemos que hacer es contratar a un buen coreógrafo que nos enseñe a bailar como Soraya - ¿Soraya? - La vicepresidenta del Gobierno. - ¿Vendrán políticos? habrá que tener cuidado con los bolsos y las carteras (el vecino lo dijo muy serio) - ¡Estos, como siempre, sacando tajada y a mi que me parta un rayo. ¡Este trabajo es mío! (la Cotilla estaba muy enfadada)

Hice mi entrada en el comedor y los tres prorrumpieron a gritar: - ¡¡¡Viva la noviaaaaaaaaaaaa!!!

Tirado sobre la alfombra, estaba el señor Li. - ¿Está... está muerto? - "¡Qué va! Solo tiene un coma etílico" - La abuela me esampó dos sonoros besos - "¡Por fin tendré un biznieto!" - ¡Y yo saldré en el Hola! - ¡Y yo iré a una boda de postín! - Y yo no pienso casarme con ese (señalé al chino) -  "Pues yo le he dicho que si" - Y yo. - Y yo. - El vecino me señalaba con el dedo en plan ordeno y mando. Corrí a por Pascualita y la estampé contra ese dedo que ella mordió con rabia. Todo fue muy rápido y nadie vio nada. Pero el dedo empezó a tomar dimensiones preocupantes mientras su dueño saltaba, brincaba, aullaba y corría dando vueltas al comedor y la Cotilla, pálida como la pared, corría por el pasillo buscando la salida.


martes, 6 de octubre de 2015

¿Solo el pasaporte? ¡Vaya!

La Cotilla ha venido más contenta que unas castañuelas. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! He tenido el corazón en un puño toda la mañana y por fin he visto la luz al final del túnel - ¿Se estaba muriendo? - ¡No seas ceniza! Mira, traigo la foto del nuevo mártir - Diga mejor Santo, que el otro día lo subió el Papa a los altares. - ¿Ah, sí? ¿Y el juez se ha atrevido a enfrentarse a la Iglesia? A éste lo excomulgan y arderá en las calderas de Pedro Botero, por toda la eternidad. - Ya no hay Infierno.

Del bolso sacó la fotocopia de una fotografía. - ¡Fíjate! ¿has visto que hombre más sexi? Quedará fantástico en el altar de los Amigos de lo Ajeno. - ¿Ha bebido de buena mañana?... Tiene que ser esto o tenemos una conversación de besugos (dije, extrañada) He oído decir muchas cosas de San Junípero Serra pero que fuera sexi..., no. - ¿Quién es ese?  - ¿No hablábamos de él? - ¿También le acusan, injustamente, de llevarse una pasta gansa de los contribuyentes? - ¡¡¡¿Pero qué dice?!!! Es el santo mallorquín que fundó un montón de ciudades americanas. -... ¿Un fraile que nació en Petra? - ¡Ese! ¿Y qué tiene que ver con lo que estamos hablando? - No tengo ni idea... Es que ha sido mirar la foto y ponerme a cien. - ¡Cotilla!

- En bañador está irresistible. Con esa barriguita tan mona. Esa sonrisa de niño bien... ¡Ayyyyyy! - ¡Pero si es Rodrigo Rato saltando desde un yate al agua!... ¿barriguita?... ¿mona? Vaya al oculista, vecina. Hoy este tipo dormirá en la cárcel ¿verdad? - ¡Noooo! Por esto estoy contenta. Ha entregado el Pasaporte y ¡listo! - Debe tener más en casa. - No te quepa la menor duda. De casta le viene al galgo. Tiene colgados de la pared de su casa, los retrato de su abuelo y su padre. Toda una saga de "listos" - ¿Lo sabe de buena tinta? - Lo segundo, si. Lo de los cuadros lo intuyo.

- Todos han pasado por la misma "universidad" Cotilla: los Juzgados. ¡No quiero la foto de este tahúr en mi casa! Es más, ¡no quiero que usted entre en MI salita! - Tengo que hacerlo porque voy a MI altar. - ¡He dicho que no! - ¡He dicho que sí!

Tuvimos un tira y afloja hasta que ella dijo. - Está bien. Tomemos un chinchón a ver si nos calmamos. - Y fui tan tonta que accedí. De modo que entramos a la salita. - ¿Dónde está la foto de mi gurú, Bárcenas? (gritó, histérica) -  Entró por la ventana una fuerte ráfaga de viento y se la llevó. La busqué por toda la calle y no pude encontrarla... Lo siento... - Los chinos sabrán que tu empujaste al señor Li, ventana abajo.

No me lo pensé dos veces. Corrí a por Pascualita, gritándo: ¡Abuelito, ayúdame. La Cotilla quiere matarmeeeeeeeeeee! - Un sonoro ¡¡¡Pon!!! de la puerta, me hizo saber que la vecina había puesto pies en polvorosa y bajaba las escaleras de cuatro en cuatro. La sirena y yo nos sentamos a ver a Belen Esteban en la tele mientras dábamos cuenta del chinchón. No me acordé de que ésta mujer pone frenética a Pascualita que saltó hacia adelante estampándose contra la pantalla e intentando morderla. Luego llevó su rabia al altar de las los Amigos de lo Ajeno e hizo picadillo la fotocopia de Rato que la vecina había dejado allí - Después se relajó y pudimos terminar, tranquilamente, nuestra copa.


lunes, 5 de octubre de 2015

Acabo con dolor de cabeza.

- "Nena, he encontrado un sitio mejor para aparcar que este cochambroso barrio". - ¿Qué le pasa a al barrio? Has vivido muchos años aquí y no te has quejado. - "Aquello fue en otra vida, cuando era una proletaria como tu" - ¿Reniegas de tus vivencias? - "No vas a comparar las que tenía a las de ahora que soy rica" - ¿Dónde aparcarás, si puede saberse? - "En el parquing del Hospital Son Espases. No tendré que soportar que nos piten a Geoooorge y a mi" - Es que lo dejáis en el carril bus y atravesado. - "¡Es un  rolls royce, por Dios! ¿No pueden aguantarse un poco?" -

La discusión es inútil. Ella siempre tiene razón. - Te costará un pastón aparcar allí. Hay protestas cada día porque consideran un robo lo que les cobran, tanto a los pacientes como a los enfermos y al personal que trabaja allí. - "Que aparquen en las paradas del bus jajajajajaja Así, los que tenemos dinero, estaremos anchos" -  ¡Si fueses una cría te daba dos tortas! - "¿Me estás llamando vieja? (su voz sonó amenazadora) ¿A qué te quedas sin la Torre del Paseo Marítimo?"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Voy a poner una foto nueva en el altar de los Amigos de lo Ajeno. - ¿Otra? Esta gente se reproduce como las cucarachas. - ¡No hables así del Papa! -  ¿Qué pinta el Papa en éste altar? - Nada, pero me gusta... ¿No estuvo Jesús entre ladrones? - No compare, Cotilla. Los de ahora son mucho peores ¡Me niego a que ponga esa foto! - ¡Atea!

Entre las dos me han puesto de los nervios. Cuando se fueron me senté a comer con Pascualita. Le puse una sardina cruda en un plato y se la comió en un visto y no visto ¿Cómo puede comer tanto alguien tan pequeño? - ¿Quiéres chinchón? pues, vamos a la salita. - Me tomé tres aspirinas y tres copas de licor, para compensar. En seguida noté mejoría y una euforia incontenible. ¿Nos hacemos un selfi? - La puse sobre mi mano. Cuando saltó el flasch, Pascualita se asustó, dio un respingo y saltó al altar dándose en la cara con el canto de la foto de Bárcenas. Allí se desataron todas la furias ¡Madre mío! Solo veía diminutos dientes de tiburón haciendo picadillo la foto - ¡Noooooo, Pascualita! ¡La Cotilla me delatará pensando que la he roto yo!

Aquella noche soñé con chinos con coleta y mala leche. Antes de acostarme escondí la caja de palillos por, si venían, no darles ideas. Cualquier ruído me despertaba. Esa noche los muebles crujieron como nunca. Una de las veces que me desperté estaba gritando llamando al señor Li, y el timbre de la puerta sonaba insistente. Me acerqué, sin hacer ruído, a la mirilla ¡Era el vecino de arriba! - ¿Qué quiere? - ¿Así que te entiendes con el señor Li de la tienda de los chinos? Vaya, vaya. No sabía que te iba lo exótico jejejejejeje - ¡Váyase a tomar viento y déjeme en paz! - Eso quisiera, pero contigo no hay quien duerma ¿Abres y me cuentas cómo os va? Total, ya me he espabilado...

domingo, 4 de octubre de 2015

Ya estamos con los cambios.

No es bueno leer el periódico desayunado porque se nos puede agriar el cola cao. Y esto es lo que he hecho, no hacerme ni caso. Entre bocado y bocado de ensaimada, compartida con Pascualita, le leía las noticias y las comentábamos hasta que un artículo me ha desasosegado.

- Mira lo que dice aquí: El nuevo Director de Emaya gana más dinero que Francina, la Presidenta de la Comunidad. ¿Por qué? ¿Para resarcirlo por trabajar con la basura? Debe ser violento contestar a la pregunta ¿De qué trabajas?: Soy el Director de la Basura. Por mucho traje de Armani que lleve, no dejas de ser un basurero con despacho.

La sirena me miró con sus ojos sin párpados. Luego torció un poco el cuello. - Tienes razón. Con el pastón que le pagan ¿Qué importa como llamen a su trabajo? Pero tengo una queja que hacerle. No, Pascualita, no puedo esperar a que cumpla cien días en el cargo. - Entonces entonces sonó el teléfono- Hola, abuela... ¿ahora?... ¿Está bueno?

- No te lo vas a creer, Pascualita. Vienen a buscarnos para ir a ver al Director de Emaya... ¡Pues me va a oír! - La sirena bajó conmigo, en el termo de los chinos, en cuanto vi llegar el rolls royce. Mis abuelitos iban a presentarse al nuevo Director. Aunque no fueran de su cuerda, a Andresito le gustaba rendir pleitesía a los nuevos políticos. - "¿Estás enfadada?" - preguntó la abuela. - Tengo que cantarle las cuarenta al jefe de los barrenderos. - "En este plan no ligarás nunca" - ¡Ni falta que me hace! - "¿Que no? jajajajajajajaja Hace tanto tiempo que no te riegan que te estás arrugando"

Al entrar al despacho, el Director alargó la mano y mi abuelitos se la estrecharon, en cambio yo me mantuve impasible. Asombrado, el hombre preguntó si me pasaba algo. La abuela dijo que yo tenía reúma, de la cabeza a los pies. - No le haga caso. ¿Nadie le ha dicho que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa? ¿Con qué derecho elimina el servicio de Recogida de trastos a domicilio? ¡Tengo que tirar un lavavajillas! ¿Qué hago? ¿Lo llevo a hombros hasta el contenedor el día que a usted le salga de las narices? Quédese quieto. Ponga el cazo a fin de mes y disfrute de su sueldazo pero ¡¡¡NO ME TOQUE LAS NARICES!!!

La abuela me aplaudió cuando cerré la boca, sudorosa por el esfuerzo hecho al dar mayor énfasis a mis palabras. Andresito estaba azorado - Nena, un respeto que es el Director. - ¡Lo respetaré cuando deje de marear la perdíz! - Salimos del despacho con el abuelito haciendo reverencia, tras reverencia - Disculpe... disculpe... no sé qué le pasa. - Antes de que la puerta se cerrara a nuesta espalda, me despedí: - Aplíquese a la tarea, Basurero Mayor de la Ciudad. - ¡Nena! - gritó un Andresito, rojo como un tomate.











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sábado, 3 de octubre de 2015

El señor Li nos visita.

- " Nena ¿qué piensas poner para comer hoy?" - La voz retumbaba en mis oídos como un mar embravecido chocando contra las rocas (¡otra pesadilla, no! pensé) - "Pon algo comestible" - ¿Abuela?... - "No me acordé de decirte que he invitado al señor Li a comer hoy en tu casa" - Ahora mismo ¿qué día es? ...¿Ayer u hoy. - "Pues estamos entre Pinto y Valdemoro. Acaban de dar la una de la madrugada. Elige"

¿Por qué no tendré una abuela normal como todo el mundo? A ésta hora duermen o rezan el rosario,  algunas incluso hacen el amor ¡pero no despiertan a sus nietas con tonterías!

Enfadada, que tiré el móvil contra la pared . Me di media vuelta en la cama y puse la mente en blanco adormilándome en seguida, pero duró poco la alegría de seguir durmiendo porque, como si de un anuncio de neón se tratara, las palabras "el señor Li vendrá a comer" se encendían y apagaban en mi cerebro. El resultado hubiese sido el mismo si el letrero de neón dijese: "Tu vida está en peligro, boba de Coria"

A mediodía llegó la abuela, maquillada y vestida como para una fiesta, subida en sus stilettos rojos pasión. -¿No viene el abuelito? - "No tiene el corazón preparado para recibir emociones fuertes" - Ya sé que no le cae bien el chino pero... - ¿Qué pones de comer? - He comprado dos bolsas de ensalada...  tetrabriks de caldo de cocido, bolsas de gambas gordas congeladas... - "Valoras poco tu vida. No quiere verlas ni en pintura" - Tengo tortillas de patatas congeladas, latas de fabada o de callos. No sé. Hay mucha comida... También tengo tarrinas de arroz blanco hervido... 

Una ambulancia aparcó en el poco sitio que dejaba el rolls royce en la parada del bus. El concierto de pitos fue apoteósico. Cuatro chinos forzudos subieron al señor Li a casa, lo sentaron en una silla de ruedas y se marcharon. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! La Cotilla entró cargada con unas bolsas. - He pasado por el contenedor de basura que hay frente a la tienda de los chinos y he cogido todas las porquerías que no estaban abiertas. A ver si las vendo esta noc... ¡Hombre, señor Li! Me alegro de verle... lo poco que se le ve.

- Tu tilalme pol balcón. Tu mala. - Le dije, mil veces, que no fui yo. - ¿Quién sel entonces?... ¿Señola Abuela? - El ojo rasgado que no crubrían las vendas, recorría nuestras caras como un scaner. - ¡No, hombre! ¿Cómo se le ocurre? - Polque señol Municipal infolmalme que aqui tenel gato encel.lado. - ¿Un gato? jajajajaja Lo único que tienen éstas es una pecera ¡vacía!...

Pero el chino iba a su bola - Entonces sel Nieta quien tilal a mi pol balcón. - La Cotilla enderezó la espalda. Me miró y dijo: - No puedo asegurarlo... porque no lo ví... Y aunque lo hubiese visto... tampoco se lo diría... O sea que, ni blanco, ni negro, sino todo lo contrario. - ¿Qué quelel decil tu? - Pues que sí... - ¿Eh? (soltó Li) que no, ni porque, ni por qué no. - ¿Tu bol.lacha? - ¿Quiére que le cuente el cuento de La buena pipa? - Yo tenel dolol de cabeza con esa mujel (gimió el chino) - "Hale, pues mejor se va a su casa y descansa" 

Al quedarnos a solas, la Cotilla dijo a la abuela. - Me he ganado el derecho a estar en la pared de Los Finados cuando me muera ¿verdad? - "¿Por qué?" - He salvado el pellejo a tu nieta. - "Pues que te cuelgue ella" - ¿En El Funeral? - "No. En la despensa, junto al hueso de jamón"

viernes, 2 de octubre de 2015

El señor Li no recuerda nada.

He pasado por delante de la tienda del señor Li en el momento en que llegaba una ambulancia con su momia dentro. No pensé que saliera tan pronto del hospital. No me he acercado por si me reconoció cuando Pascualita le atacó. Y como he visto películas de chinos donde torturan a sus enemigos clavándoles palillos entre las uñas... ¡Uf! solo de pensar que me hagan una cosa así, se me ponen los pelos de punta.

Pero tenía que salir de dudas. Quiero pasear tranquila por mi ciudad. Por eso he recurrido a la abuela, para que indague si me vio o no. En caso de que sea sí, no pisaré más la calle de su tienda.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! He visto a tu abuela entrando en la tienda de los chinos y he ido con ella. - No se habrá ido de la lengua ¿verdad, Cotilla? - ¿A qué te refieres? ¿A contarle al señor Li que lo tiraste por el balcón... Pues... de momento, no pero todo tiene un precio. - ¿Va a hacerme chantaje? - Claro, alma cándida. Es ley de la oferta y la demanda: yo tengo algo que tu quieres que no se sepa y yo quiero algo a cambio para no soltarlo" - Esto es una cosa muy fea. - Todo es relativo. Aunque me parece más feo tirar a una persona por el balcón... ¿Qué, aceptas el trato? - ¿Qué trato? No pienso matar a nadie. - No seas dramática... Quiero poner un altar en la salita. - ¡Que cansina es usted! - Y el día que me muera quiero que pongan mi foto en la Pared de los Finados de El Funeral. - Ahí no puedo hacer nada. No soy socia. - ¡Mira, he "encontrado" un móvil que tiene la sintonía de Paquito Chocolatero... - En eso tiene la exclusiva Conchi... ¿Dónde lo ha encontrado? - Estaba en la sacristía de una iglesia a la que voy a "limpiar" - ¡Del cura! Se irá de cabeza al infierno. - Ya no hay, lo dijo el Papa. -  Ya no se respeta nada.

La Cotilla salió a buscar lo necesario para montar el altar. La abuela trajo buenas noticias. - "El señor Li no recuerda haberse caído del balcón, ni sabe que fuiste al hospital. Solo recuerda una pesadilla aterradora: Que una gamba gorda le mordió en los labios y por poco se los arranca. Dice que no quiere volver a ver una gamba, ni gorda ni flaca, en su vida"

Nos sentamos en la cocina a merendar. - Sobre la mesa encontramos a Pascualita y a Roberto (el antiguo Pepe) acaramelados. La sirena le daba su pienso a la cabeza. Intentó que comiera por las buenas pero aquella boca cosida no se abría y ella estaba perdiendo la paciencia. La abuela suspiró: - "Pronto se hará justicia y mi primer marido será historia" - ¿A qué te refieres, abuela?

Pascualita, harta de tanto desprecio por parte de su amigo, le saltó a la nariz y de un tirón, la dejó chata como a la Gran Esfinge - ¡Nooooooo! (grité, horrorizada) ¡Abuelitooooo, no dejes que te coma ésta salvaje! ¡Abuela, haz algo! - "¡Deja en paz a Pascualita, que no hace nada malo!"

Tuve que recurrir al chinchón para que la sirena cambiara un chupito por el jivarizado.

Lloraba a mares cuando la Cotilla volvió a casa. - ¿Qué le pasa a ésta? - preguntó a la abuela - "Que no es más tonta porque no se entrena"

jueves, 1 de octubre de 2015

¡Feliz cumpleaños, Pascualita!

Como si de un huracán se tratara, la abuela ha irrumpido en casa dando gritos: - "¡¡¡Felicides, cariño mío!!! ¡¡¡Vamos a soplas las velitas todas juntas!!! (luego a puesto voz melindrosa) Lo siento, lo siento mucho, pero es que no se me queda la fecha de tu cumpleaños y se me ha pasado por unos días.. Pero como bien está lo que bien acaba, vas a tener tu fiesta de cumpleaños aunque sea con unos días de retraso"

Yo estaba que veía visiones - ¡Abuela no me esperaba esto! Que alegría me has dado. Pero no te has retrasado, sino adelantado. ¡Gracias, abuelita! - Me acerqué a darle un beso pero... - "¡Quieta, parada! ¿Qué vas a hacer, boba de Coria?" - Pues... agradecerte que... te hayas... acordado de... ¡¿Pascualita?! - "Cumplió cuatro años con nosotras, a finales de septiembre" - ¿"Eso" tiene cuatro años? Si tiene más conchas que un galápago. Es más vieja que... que... - Un dedo amenazador, con una uña roja como la sangre y dura como las garras de un águila, apareció, amenazante, ante mis ojos. - "Cuidado con lo que vas a decir... querida"

Por supuesto, no dije nada. Poco después, Geooorge trajo una tarta, preciosa, con cuatro velitas con forma de pez. Me dio las felicidades y se marchó. - ¿Le has dicho que es mi cumpleaños? - "Para disimular" - ¿Y si viene la Cotilla? - "La he mandado a por velas a la Catedral por si volvemos a tener un apagón" - ¿Por qué a la Catedral? - "Porque soy rica y no puedo tener velas comunes en mi casa"

Sacó a Pascualita del acuario, la puso sobre el frutero y le cantamos cumpleaños feliz, aunque a mi no me hiciera maldita la gracia pero, si quiero heredar la Torre del Paseo Marítimo, tengo que pasar por el tubo. Estábamos cantando cuando la sirena saltó hacia la tarta, atacó una de las velas y se la comió de dos mordiscos. Se me pusieron los pelos de punta viendo trabajar aquellos pequeños dientes de tiburón que cortaban como cuchillos.

Las tres restantes siguieron el mismo camino. Después se sumergió en la tarta y apenas pude coger un trocito - ¡Puag. Que mala! Sabe a pescado. - "Porque ES de pescado. Es para Pascualita" - Pero lleva nata, chocolate,  frutos secos y... ¿bacalao? - "Sí, señora. Mira como disfruta. ¿Le has comprado un regalo?" - No... No me he acordado de su cumpleaños... - "Muy, bien. Luego querrás que nos acordemos del tuyo ¿verdad? ¡Pues dónde las dan, las toman!"

El anuncio era clara como el agua de manantial: "¡Te quedas sin regalo, boba de Coria"

Lo que sí hemos hecho ha sido brindar por Pas...cualita... ¡hip! Y buchito a... buchito, se ha tragado un cuarto de botella de chin...chón, el resto... ¡hip!... lo hemos despachado entre... hip... la abue...ela ... hip... y una... ser... ser... servido...raaaaaaaa... ¡hip!