martes, 31 de diciembre de 2019

Nochevieja 2019

- Pascualita,¡que poquito me queda para estrenar el nuevo calendarioooooo! Estoy nerviosa y deseando arrancar esa primera hoja tan especial porque, en números grandes, me recuerda el año que va a empezar por si me falla la memoria y pienso que entraremos en 1960 en lugar del 2020.

- Llevo toda la tarde sentada ante el calendario virgen porque no me fió de que venga la Cotilla y se lo lleve. Al ser nuevo puede revenderlo y mientras ella se embolsa dos euros, yo me quedo sin saber en qué caerá el 27 de septiembre... por decir algo.

- Ya sé que piensas que podría haberlo mirado porque lleva ya dos meses en casa pero todo tiene su tiempo y el suyo aún no ha llegado... ¡pero falta poco!

Pascualita no me hace ni caso así que voy en busca de Pepe, la cabeza jivarizada. Con él se puede hablar porque ni pía ni muje.  Aprovecharé para aclarar cosas.

- ¿Era Nochevieja cuando los jívaros te metieron en la olla con las verduras? Debías estar gordito y esa noche las cenas son especiales... Si pudieras darme la receta... ¿Te imaginas que se la preparo a los abuelitos y les encanta? Claro que en los súpers de por aquí no venden carne de enemigo, de explorador inglés, misionero pelmazo o lo que fueras cuando estabas vivito y coleando.

- ¿No podrías hacer un pequeño esfuerzo y desvelar tu identidad? Te advierto que tanto misterio ya me cansa y soy capaz de llevarte al programa de Iker Jiménez... te gustaría ¿eeeeh?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿con quién hablas, boba de Coria? - Con Pepe. - ¿Esa porquería de llavero que tienes en la estantería de la cocina? Desde luego, si la casa fuera mía, ya estaría en la basura. - Lo que me extraña es que no quiera trapichear con él, Cotilla.

En ese momento entraron los abuelitos, de punta en blanco. Relucientes y elegantes. El, de frac y sombrero de copa. Ella con echarpe colorido, con un adorno de plumas de colores en el pelo verde esmeralda y unos taconazos de vértigo con plataformas. Seguidos de Geooorge, cada vez más demacrado porque AHORA se ha dado cuenta de que quiere seguir siendo europeo - ¡¡¡¿AHORA, GEOOOOOORGE?  TARARÍ QUE VI!!!

Como buen mayordomo inglés, dispuso la mesa y las viandas, que sacó de una gran cesta, maravillosamente. La abuela se colocó, con disimulo, a la sirena entre las plumas de su adorno capilar y nos sentamos todos a la mesa a picar y brindar por el Nuevo Año 2020. Cuando Geoooorge destapó la sopera Pascualita, borracha perdida ya, dió un salto mortal con doble tirabuzón zambulléndose de cabeza en la sopa y poniéndonos perdidos de caldo a todos... En fin, a pesar de todo ¡¡¡FELIZ AÑO 2020!!!

lunes, 30 de diciembre de 2019

Las fotos.

Las luces de Navidad que engalanan las calles de Palma invitan a fotografiarlas y eso he hecho. He salido a pasear con Pascualita, metida en el termo de los chinos y con el tapón flojo por si quiere asomarse a ver el panorama de cuento de hadas que sugieren las bóvedas que crean las copas de los árboles en los paseos del Born y la Rambla, llenas de pequeñas luces brillantes.

Iba encantadísima, embobada, mirando al cielo cuando me he sentido inspirada y haciendo uso del móvil me he hinchado a hacer fotos sin pararme a mirar si estaban bien o no. Para no entretenerme de todas he hecho varias para luego, en casa, elegir tranquilamente las más artísticas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Aaaaaaay, que cansada vengo, boba de Coria. No sabes lo dura que es la vida de los jubilados con escasa pensión... Hay que estrujarse las meninges para poder llegar a fin de mes... - Y comer gratis en casa de la vecina. (¡no me pude contener porque me lo había puesto a huevo!)

Debió darse por aludida porque cambió de tema. - ¿Cenamos ya? - No. Antes tengo que ver y escoger las fotos que he hecho. - ¿A las luces de Navidad, verdad? ¡Oooh, que original! - ¿Se está riendo de mi? - ¡Que va! solo me estoy entreteniendo hasta que llegue la cena. A ver las fotos...

Encantada de que alguien, aunque sea la Cotilla, quieran ver mis obras de arte, se las mostré sin sospechar que no eran material para enseñar a extraños.

¡En todas las fotos, buenas, malas, regulares, salía el careto de Pascualita! Bizca perdida, enseñando sus dientecitos de tiburón, sus pelo- algas, su color cadavérico. en fin, Descubriendo a la sirena ante el mundo.

La Cotilla, asustada, dijo: - ¿Esto que é lo que é? - A lo que yo respondí, elegantemente: - ¿Lo cualo, Pascualo? - ¡Este horror!

Pascualita levantó la tapa del termo de los chinos sin que me diera cuenta y su careto se convirtió en un primer plano ¡en todas las fotos! Desenfocadas o no... Bueno, tampoco hay que exagerar porque mis dedos le arrebataron el protagonismo un buen puñado de veces...

La Cotilla se levantó de un salto, blanca como la nieve. Cogió su bolsa y desapareció al trote camino de la escalera. La oí hablar con Bedulio: - ¡Acabo de ver la cara del ánima en pena de su abuelito primero y no podré dormir ésta noche! ¿Me acompañas a...? ¡¿Por qué corres?! ¡¡¡ESPERAMEEEEEEEEE!!!




domingo, 29 de diciembre de 2019

Alfombra mágica.

Ha entrado en casa una hoja del árbol de la calle y ha revoloteado en torno a mi hasta caer rendida al suelo. Pascualita, que es más cotilla que la Cotilla, ha saltado de la olla exprés para ver qué era eso. Pensé que la hoja iba a durar menos que un bizcocho a la puerta de un colegio pero no, se ha limitado a tocarla y después me ha mirado.

- ¿No te la comes? (le he preguntado) - Por toda respuesta me ha enseñado sus dientecitos de tiburón y se ha subido a la hoja. Me ha hecho gracia porque me ha venido a la mente que bien pudiera ser una alfombra voladora como las de Las mil y una noches. Y sin pensarlo, también me he subido. Mejor dicho, la he pisado porque entre la hoja y yo hay mucha diferencia de estatura y corpulencia.

Pero, no sé cómo ni por qué, hemos emprendido un extraño vuelo que nos ha llevado hacia el balcón y desde allí hasta un lugar que brilla bajo el sol.

El viaje ha sido rápido y sin problemas, salvo los que yo me he imaginado, que han sido muchos y peligrosísimos.

Al aterrizar, la sirena ha emprendido la marcha reptando sobre la arena caliente. - ¡Oh, no! ésta se va al mar y adiós muy buenas. (pensé asustada por el hecho de perderla para siempre) - Pero el mar no se veía por ninguna parte. - Pues está apañada porque no hemos traído el termo de los chinos con agua salada...

De repente, una cinta azul apareció en la lejanía. - ¿Agua? - Sí, pero dulce porque aquello era un río larguísimo y antiguo. Y Pascualita iba hacia él de cabeza. - ¡Noooooo! ¡Es el Nilo! ¡Te ahogaras!

Corrí tras ella y la cogí en el mismísimo momento en que desaparecía en sus aguas. El coletazo que la hubiese llevado a las profundidades me lo dio en la mano... y me despertó.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! Nena... ¿de dónde has sacado esa gamba gorda que tienes en las manos?

La Cotilla me ha pillado con la guardia baja pero me he espabilado en seguida. - Es... un langostino... Nada que le pueda interesar al señor Li... - Podemos darle gato por liebre y nos sacamos una pasta gansa (dijo la puñetera vecina) - Corrí al cuarto de baño como si tuviera una urgencia fisiológica, cerré la puerta y ¡grité! - ¡¡¡Que se escapa, que se escapaaaaaa!!! - ¡¿Quién se escapa?! ¿Llamo a los bomberos? - ¡¡¡El langostinoooooooo se ha tirado al váter!!!

Al salir del baño, gruesos lagrimones corrían por las arrugas de la cara de la Cotilla. - Que emocionante... ¡snif!... ha preferido morir... ¡snif! ... que ser comido por el chinooooo... ¡snif!...

sábado, 28 de diciembre de 2019

De problema en problema.

Ahora no puedo pasar por la calle donde tiene la tienda de chinos el señor Li. Me dijo la abuela que su mujer se ha puesto unas uñas larguísimas, más incluso que las de Rosalia, que terminan afiladísimas y más efectivas que una navaja albaceteña.

Y todo esto "gracias" a Pascualita y a la abuela que fue quién le suministró el chinchón.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Me han contado que tuvisteis una fiesta movidita con los Li. ¡Cuenta, cuenta! - Eso hice. Y de toda la larga parrafada que le solté, la Cotilla solo se quedó con que la señora Li lleva unas uñas muy largas. Oído lo cual, salió de estampida rumbo a la calle.

Por la noche vino contenta. - Estos días da gusto "limpiar" los cepillos de las iglesias de los barrios buenos. ¡Mira que aguinaldo me he sacado! - Sacó de su bolso un monedero y esparció las monedas y los billetes por la mesa del comedor. - ¡Mañana la acompañaré, Cotilla! - ¡Ni hablar, boba de Coria! Con lo patosa que eres nos pillarían los curas!

- Mira lo que traigo. - Sacó una bolsita y, una vez recogidos los euros, vació el contenido en la mesa. - ¡Aaaaaaaaahg! ¿Qué es esta guarrada? - ¡Uñas cortadas! Ahora hay que unir unas cuantas para hacerlas del largo que se quiera, pintarlas y venderlas. ¡Me las quitarán de las manos porque ya tengo un montón apalabradas! hay quién quiere las diez uñas y quienes solo quieren una. Estas son muy útiles. Sirven para muchas cosas, por ejemplo: urgarse la nariz, sacarse la cera de las orejas, usarlas como palillo de dientes, para quitarse las legañas..., en fin, es todo un mundo ecológico el que rodea el mundo de las uñas.

Se fue a sus trapicheos dejándo las uñas que había recogido, en la mesa y no me quedó otra que encerrarme en la salita porque, al mirarlas, se me revolvía el estómago. Me llevé a la sirena para poder conversar con alguien pero la muy zorrona, al pasar junto a la mesa, saltó a por las uñas y se comió unas cuantas ¡¿A ver cómo le explico yo a la Cotilla, que se las ha comido una sirena?!

viernes, 27 de diciembre de 2019

De cena.

Estoy derrengada y con un resacón de campeonato. Necesitaré una semana, por los menos, para volver a ser yo...  Y todo por culpa de la sirena que me ha tenido todos estos días en vilo, pendiente de ella ¡como si no hubiera más seres raros en el mundo!

El día de Navidad comimos en casa del señor Li y la abuela se empeñó en que nos acompañara Pascualita ¡en casa del hombre al que le gustan, más que nada, las gambas gordas! Se lo dije por activa y por pasiva pero la abuela estaba convencida de que no iba a pasar nada. - "Llevaré varias botellas de chinchón para que el señor Li pille una buena cogorza y no se enterará de que Pascualita estará allí"

Y como es más cabezona que una baturra, prendió el broche en el vestido minifaldero, lleno de colorines y escamas brillantes, además de las plumas que no pueden faltar en su vestuario. La verdad es que Pascualita estaba bien camuflada pero yo, a pesar de todo, no las tenía todas conmigo.

Al llegar a la casa de los Li, la mesa estaba exquisitamente puesta. Todo estaba impecable. En el picoteo empezamos a beber y la abuela no dejó a su amiga en el dique seco. Yo le daba patadas por debajo de la mesa hasta que me equivoqué de pierna y se la arreé al chino que, abriendo los ojos, me miró sonriendo y dijo: - ¿Tu que.lel ligal conmigo?

Si los ojos del señor Li estaban, pícaramente abiertos, los de su esposa se convirtieron en una simple rendija por la que se escapaba una furia infernal que me puso los pelos de punta. Menos mal que, en ese momento, trajeron la comida, una gran sopera humeante con sopa de pescado. Y ocurrió lo que menos me esperaba. Pascualita, llevada por el aroma, salió como una bala del broche, haciendo un triple salto mortal y cayendo dentro de la sopera salpicándonos a todos.

- ¡¡¡AAAAAAAAAAAH!!! (gritamos) y me lancé a pescarla para que se achicharrara lo menos posible. Debo decir que, gracias a la abuela, la pobre sirena estaba como una cuba.

Conseguí atraparla y meterla en mi escote... del que también saltó para aterrizar sobre unos calamares. Volvió a mi escote que ya mostraba síntomas de grasa. Y saltó una y otra vez: ahora en una copita de sake, en unos fideos, en pollo con salsa. Mi escote ya daba asco cuando, sin pensárselo dos veces, el señor Li saltó sobre mi al grito de: - ¡QUELEL GAMBA GOLDAAAAAAA! - y caímos rodando por el suelo, del que me levanté a toda prisa cuando vi a la señora Li venir corriendo, cuchillo en mano para hacer conmigo rollitos de primavera.

martes, 24 de diciembre de 2019

Esta noche es Nochebuena.

Ha sonado el teléfono mientras preparaba la mesa para la cena de ésta noche. Ya he abierto las latas de fabada para que se vayan aireando, igual que las bolsas de ensalada que, por cierto, ya podría venir aliñada y así no tendría que hacerlo todo yo.

Ha sido descolgar el teléfono y llevarme el soponcio del año porque la abuela me ha dicho esto: - ¡¡¡A tu puerta hemos venido cuatrocientos en pandilla, si quieres que nos sentemos saca cuatrocientas sillas.

- ¡¡¡¿CUATROCIENTOS?!!! pero si solo tengo tres botes de fabada y seis sillas del comedor y las dos de la cocina ¡Eso se avisa, abuela! Ayayayayayayayay ¡Que me da el telele!

Ahora vivo sin vivir en mi. No me llega la camisa al cuerpo. He ido piso por piso, puerta por puerta, pidiendo a los vecinos sillas y sobras de la cena. - ¿Cómo vamos a tener sobras si aún no hemos cenado, boba de Coria? (ha sido la respuesta general) Y aquí estoy, en la salita, con las luces apagadas para que crean que no estoy y se larguen....

Creo que me he dormido... ¡Ostras! están abriendo la puerta. ¡¿No serán okupas?!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Aún estás así? - Es que van a venir cuatrocientos y no quiero que me vean, Cotilla. - Serán los del villancico... ¿Los esperas de verdad? ¡Que cruz tenemos contigo, alma cándida! jajajajajajaja

He guardado las latas de fabada porque los abuelitos han traído viandas, riquísimas para cenar. Y no han venido cuatrocientos pero si un buen montón de amigos: la Momia con sus cubanitos culito-respingones, Bedulio con su mujer (ya no podré ligar), el señor Li, Blas el parado y parte de su gran familia. Y , por supuesto, Geoooorge. El inglés de que, dentro de poco, dejará de ser europeo.

Todos vamos de tiros largos. La abuela reluce de brilli-brilli y plumas de marabú de todos los colores. La Momia luce minifalda sandunguera de escamas doradas que, para los ciento y muchos años que tiene, no le sienta nada mal. Yo me he puesto un camisón que me compré en un puesto de ropa del mercado, adornada con el broche desde donde Pascualita no se perderá detalle de lo que pase ésta noche. Y brindaremos con chinchón, por toda la gran  familia que sigue las historias de éstos personajes.

                                    ¡¡¡FELICES NOCHEBUENA Y NAVIDAD, AMIGO@S!!!             


lunes, 23 de diciembre de 2019

La nieta se enfada.

El rolls royce de los abuelitos Ha aparcado, como siempre, donde le ha dado la gana y el concierto de pitos se ha sobrepuesto a los villancicos de la megafonía de la tienda de los chinos del señor Li.

Geooorge se ha quedado en el coche porque lo traían lleno de bolsas de tiendas carísimas. No he podido callarme cuando han entrado en casa. - ¡¿Qué me habéis comprado?! - "Un Sí señor y un Calle usted" (ha saltado, rápida, la abuela) - El abuelito la ha recriminado - No le hables así a la nena, mujer. - Como yo estaba segura de que la abuela quería hacerme rabiar, no me lo he tomado a mal.

- "Dáme un chinchón on the rocks que todavía me dura el cabreo del Sorteo de ayer" - ¡Pero si lo normal es que no toque! - "Eso ya lo sé. Lo que quiero saber es qué llevaba el tío aquel en la mano." - ¡Nuestro número no jajajajajajaja! (lo dije así para calmar el ambiente pero no dio resultado)

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Vísteis al maromo de la bolita? ¡Menudo pardillo! - Ay, Cotilla, no eche más leña al fuego (me quejé) - ¡Si estoy encantada! Ayer mismo me ofrecí a los mandamases de la Lotería para que me den su puesto ¡Voy a tener un trabajo oficial! - "¿Para hacer qué?" - Lo mismo que él pero sin que se note.

¿A que le dan el trabajo? Me saca de quicio ésta mujer. En cuanto huele a euros es rápida como el viento. A mi me vendría bien un trabajo en la Administración del Estado... Reconozco que haría el pardillo más de una vez pero no hay nada que, con un buen entrenamiento, no se pueda lograr.

Cuanto todos se han ido me ha parecido ver algo que se movía en el suelo... ¡Pascualita vestida de mini Papa Noel!

¡Si ha venido Papa Noel, aunque sea chiquitín, quiere decir que hay regalo para mi! Loca de ilusión he buscado por todos los rincones... Después de mucho remover muebles y cajones, he llegado a la conclusión que la única cosa que ésta mañana no estaba aquí es un barreño grande de porcelana rosa fosfi que he visto (¡como para no verlo!) junto a la ventana de la cocina que da al árbol de la calle.

Dentro había arena, algas, el barco hundido y agua de mar... ¡Había un regalo pero no para mi, sino para la sirena! La rabia me nubló el entendimiento y corrí en busca de venganza. Volví con un pez vivo. Pascualita estaba en el barco hundido. Me acerqué al barreño y lo tiré dentro jejejejejejeje... El pez tiene un noooooobreeeeeee ¡Piraña! ¡¡¡TACHÁN!!!

domingo, 22 de diciembre de 2019

El gordo de Navidad.

La abuela ha llegado temprano a casa dispuesta a seguir el Sorteo de Navidad, de la A a la Z. Del bolso ha sacado unos papelitos largos que han resultado ser las cuentas del súper y que ella usa por la parte de atrás, que está en blanco, para anotar sus cosas, en éste caso los números ganadores del Sorteo... ¡Con razón son ricos los abuelitos porque se estiran menos que un portero de futbolín!.

Nos hemos sentado a la mesa camilla de la salita, con la tele y la radio puestas para no perdernos nada. Por supuesto Pascualita estaba presente porque la abuela quiere que aprenda hasta la cantinela de los niños de San Ildefonso por si un día vuelve a su hábitat en el fondo del mar, instaure una tradición tan bonita y navideña. - ¿Allí también celebran la Navidad? - "¡Anda, claro! ¿Por qué van a ser ateos los peces? ¿Por qué tú lo digas?"

Todo iba viento en popa, nosotras desayunando, la sirena enguarrando los tapetes de plástico que he colocado sobre la mesa y en el suelo, con su peculiar modo de tomar el cola cao.

Entre cotilleo y cotilleo, la abuela echaba una miradita a los preparativos previos al sorteo. Se la veía un poco nerviosa cuando mordía el bolígrafo o intentaba centrar, más si cabe, las cuentas del súper. ¡Y entonces sucedió!

Se levantó de un brinco y nos asustó a Pascualita y a mi. Tiesa como un palo y con un dedo acusador señalando la pantalla, gritó: "¡¡¡SABOTAJE!!!"

Un hombre movía una manga transparente por la que pasarían luego las bolas al bombo. - ¿Qué pasa? - El dedo de Colón marcando el rumbo a las Américas, nunca estuvo tan tieso como el de la abuela. - "¡¡¡HA METIDO ALGO , DE EXTRANJIS, EN EL BOMBO!!! ¡¡¡TONGO, TONGOOOOOO!!!"

Los nervios han podido con ella y se ha puesto a llorar como una magdalena: - "¡Lo único sano que quedaba en España también lo han adulterado! ¡¡¡ADULTEROS!!!"

Sacó el móvil y llamó a Andresito: - "¡Por tu padre, llama a los GEOS y al lucero del Alba! ¡¡¡QUE DETENGAN A ESE TÍO Y QUE CONFIESE EL CRIMEN QUE ACABA DE COMETER DELANTE DE TODA ESPAÑAAAAAAAA!!!

Se escuchaba, claramente, el estupor del abuelito: - Pero, nena..., pero..., pero... - ¡¡¡NI PERO NI LECHES. QUE CONFIESE!!!

Mientras esto ocurría, Pascualita y yo dimos buena cuenta de las ensaimadas.


sábado, 21 de diciembre de 2019

Inundaciones.

Tenía puesta la tele mientras daban el telediario. Salían, uno tras otro, vídeos de inundaciones de ciudades, pueblos, campos... de España y se me ponía la carne de gallina de solo pensar que pudiera ocurrirme algo así. Afortunadamente en Palma hacía sol.

Me levanté para ir en busca de Pascualita y, al hacerlo, me he encontrado chapoteando en agua fresca. - ¡Oh, no! se ha desbordado Sa Riera. (pensé) - Después me di cuenta de que hay un buen trecho desde su cauce a mi barrio y respiré aliviada porque no podía ser que llegara hasta aquí.

Pero el agua que estaba en el suelo era real y cada vez había más. Entonces me acordé de esa niña bajita, con trenzas, llamada Greta y sus palabras apocalípticas. - ¡El mar! (grité ésta vez) - Y salí al balcón como aquel Alcalde mítico de Bienvenido Mr. Marchall, que gritó la famosa frase: ¡Como Alcalde vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación os la voy a dar...

Pero yo no tenía ninguna explicación y ni siquiera soy alcalde de mi ciudad.

Cogí a Pascualita. Si era el mar el que había inundado mi casa y, seguramente media Palma, ella como experta en agua mar y ¿amiga? mía, me pondría a salvo.

Al abrir el balcón una catarata saltó a la calle duchando a Bedulio que pasaba por debajo haciendo la ronda.

Después de ponerme a parir, corrió escaleras arriba, aporreó mi puerta gritando que le abriera. Pero como no me pareció correcto dejar entrar a un hombre berreante que, encima iba chorreando, no le abrí.

La sirena se agarraba a mi bata para no caer mientras volvíamos a salir al balcón para ver una riada que no existía. Quedé perpleja. El mar seguía en la playa. La calle estaba seca salvo la acera que seguía recibiendo agua.

Entonces ¿qué pasa aquí?... - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Huy, que despiste el míííííío! He abierto el grifo de la bañera para darme un baño relajante con sales que he encontrado en el contenedor del súper y me he ido a "limpiar" cepillos de las iglesias. ¡Se me ha ido el santo al cielo! jajajajajaja ... Por cierto, Bedulio me ha dicho no sé qué de ti... No lo he entendido porque echaba espuma por la boca y lo estaban metiendo en una ambulancia.


viernes, 20 de diciembre de 2019

Dichoso perejil.

Entre Pascualita y yo hemos puesto el Belén en casa. Y el Arbol de Navidad y porque no había más cosas que poner que si no, también.

He colocado el Pesebre en el taquillón de la entrada y en cuanto he puesto el río, de papel de plata por supuesto, la sirena se ha tirado de cabeza ¡Como se puede ser tan borrica!

Cada vez que ponía una figura, fuera de lo que fuera, saltaba desde la maceta de plástico que tengo colgada allí para que haga bonito y verde ecológico, la tía se lanzaba en picado. Al pobre pescador le ha arrancado la cabeza a mordiscos y me he quedado sin peces que brincan y saltan por ver a Dios nacido. Al final me he enfadado porque ha tomado al Angel por un pez volador y todo su afán era cogerlo y comérselo. - ¡¡¡Ya vale, pesada!!!

En lugar de Belén parece cualquier pueblo o ciudad de Palestina arrasada por los israelies. Tendré que componerlo un poco cuando este bicho duerma.

Con el Arbol de Navidad ha sido peor porque, no se me ha ocurrido otra cosa que colgar rosquillas, huevos kinder, crespells y cosas así en lugar de bolas de colores. El olfato, aunque parece que  no tiene nariz, lo tiene muy fino porque ha arrasado con todo.

Mientras he ido a por espumillón a la tienda de los chinos del señor Li, se ha comido todo lo que colgaba, parte del árbolito de plástico y la guirnalda de luces que tocan villancicos. Algún calambrazo se habrá llevado porque tiene los pelo-algas como si le hubieran hecho la permanente en seco.

He estado pensando cómo deshacerme de ella... Y he dado con varias soluciones: meterla de relleno en la pierna de cordero del día de Nochebuena o esconderla en del Roscón de Reyes. Al que le toque ¡paga!

A la abuela, cuando le ha llamado, enfurecida, no le ha gustado que tenga estas ideas. - ¡¡¡PUES LLÉVATELA A TU CASA!!! - "Pónla de Niño Jesús y no se moverá. Le gusta ser el perejil de todas las salsas"

Ha sido mano de santo...

jueves, 19 de diciembre de 2019

Herencias.

Andresito ha perdido la dentadura. Dice que la dejó en un vaso de agua durante la noche y cuando se ha levantado, no estaba. Ha buscado por todo, preguntado a todos los de su casa y como no le han sabido dar razón de qué pasó con sus dientes ha ordenado a Geoooorge que ponga la casa patas arriba y que de la torre del Paseo Marítimo, no sale nadie hasta que aparezcan.

¡Uf! menos mal que yo no estaba allí. A quién sí que ha pillado ha sido a la Cotilla. Es el perejil de todas las salsa ésta mujer. Pues, hale, por entrometida ahora no podrá ir a trapichear como no salgan los dichosos dientes.

El abuelito me ha llamado para preguntar si sé algo de ellos. - No. ¿De qué color son?

Se ha quedado descolocado y ha colgado. Ha llamado la abuela. - "¿Eres tonta? Para qué le preguntas lo del color si sabes que el pobre es daltónico?"

Cuando me he repuesto he preguntado a qué venía tanto jaleo por una dentadura: - Con lo rico que es, que se haga otra. - "Es una pieza única, de familia" - ¿Heredada? (me temí lo peor) - "Eso es. Los dientes y muelas pertenecieron a distintos miembros de su familia" - ¿Perdón? - "Es fácil de entender, boba de Coria. Las piezas mejores y sanas de sus antepasados eran arrancados por sacamuelas una vez que aquellos pasaban a mejor vida. Y con ellas se fue configurando esa hermosa ¡y única! dentadura." - Pero... pero... (me estaban dando vahídos) - "Al llegar la modernidad esas piezas se colocaron en el paladar de titanio que para eso es rico mi Andresito"

- Así que el abuelito no tiene ningún diente suyo... - "¡Claro que sí! y en su día se guardará alguna de esas piezas, para recambio"

Sentada en la salita, con la sirena sobre mis piernas rascándole la barriga, traté de digerir la rocambolesca historia de la dentadura hereditaria... De pronto me di cuenta de que estaba llorando a lágrima viva... ¡de risa!

Llamó la abuela. - "¡Nena, ya hemos encontrado la dentadura. La Cotilla ha confesado bajo los efectos del chinchón, que la cogió ella para el Ratoncito Pérez!" - ¡Menudo cuento chino!... ¿no?...





miércoles, 18 de diciembre de 2019

Soy un caso clínico.

He ido a una papelería a comprarme una Carta a los Reyes Magos. Sé que aún falta un poco para que lleguen pero a mi me gusta ser de las primeras en meterla en el Buzón Real y así asegurarme que me traerán lo que pido.

Lo digo porque, cuando era pequeña y la abuela me llevaba a ver la Cabalgata, nos tocaba correr en busca de un Buzón. Siempre había excusas para no mandar la carta cuando tocaba, por ejemplo: si traía suspensos a casa, si no había sido obediente, en fin, tonterías de esas.

Ahora pienso que la abuela ya era republicana y le pateaba que unos Reyes pisaran su casa aunque fuera para traer regalos. Y como la carta llegaba tarde a su destino, los Magos me traían lo que buenamente podían.

Por eso ¡nunca tuve una bicicleta!

Me he llevado a Pascualita al Ayuntamiento. No se si es porque tiene más años que Matusalem pero el caso es que está de un cascarrabias que no hay quién la aguante y en cuanto ha visto el sobre en mis manos ha querido morderlo. - ¡Quieta, loca!

No ha parado hasta que ha conseguido impulsarse con la cola, escaparse de mis manos y caer ¡dentro del Buzón Real! ¡¡¡Menos mal que no había echado mi carta!!! porque las que había han quedado reducidas de confetti.

He intentado sacarla de allí agitando el Buzón de acá para allá, poniéndolo boca abajo, intentando abrir la puerta ¡que se yo! Lo he intentado todo hasta que he notado como mis pies dejaban de tocar el suelo. Me ha hecho mucha ilusión levitar, nunca me había ocurrido algo así, por eso he gritado - ¡¡¡MILAGROOOO, ESTOY LEVITANDOOOOO!!!

Ni la voz de Bedulio diciéndome que no hiciera más el ridículo, pudo con la alegría que me embargaba. - ¡¡¡SUPERMAAAAAAN!!! - seguía gritando .

Solo la visión de la sirena reptando entre las piernas de quienes venían a ver el Belem me obligó a volver a la realidad. Conseguí descender a la tierra para lanzarme sobre Pascualita y meterla, rápidamente, en mi escote. Furiosa, me mordió.

Ahora estoy en la antesala de un quirófano donde los médicos estudiarán "El increíble caso de una teta que crece, crece y crece sin parar" Jodía sirena.

martes, 17 de diciembre de 2019

A Pascualita no le gustan las bromas.

- ¡Pascualitaaaaaa! ¿quiéres probar el turrón de chocolate?... - La sirena ha abierto la boca y lo ha cogido al vuelo. Que arte tiene la tía cuando se trata de comer.

- ¡Pascualitaaaaaaaa! ¿quiéres turrón de jijona? - ella vuelve a abrir la boca ¡ñaca! Para adentro.

Así nos hemos tirado un rato, probando dulces, hasta que la he visto confiada. Entonces le he dicho:- ¡Pascualitaaaaa! ¿quiéres un polvorón? ... - Y al primer mordisco se ha quedado atascada. - ¡Di Pamplona! (le gritaba yo muerta de risa. Y la sirena venga toser). - ¡Bebe agüita de mar, jodía! jajajajajaja

Mientras me carcajaeaba, ella se sumergió en su "nuevo" hábitat: la olla exprés, tragó la pasta de polvorón y surgió como un cohete a la superficie lanzándome un buchito de agua envenenada ¡entre los ojos! Ahora son saltones. Saltan a derecha e izquierda cuando camino porque son tan descomunales que se han salido, casi, de sus órbitas.

No veo ni tres en un burro. Por no hablar del dolor que me causa el veneno. Tendré que ir a pedir trabajo a la ONCE.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¡¡AAAAAH!!! ¡Nena, llama a Bedulio. Hay un monstruo en tu casa! - Soy yo... Cotilla... - ¡Dile que se llama Yo! ¡Hasta luego, Lucaaaaas!

La vecina salió a toda pastilla, sin reconocerme ni por la voz.

¡Pero que pedazo de bicho rencoroso es esta sirena! No sabe aguantar una broma. ¡Ganas me dan de meterla al horno y comérmela con mahonesa!

La abuela entró, seguida de Geooorge, sin decir ni pío. Al oír unos pasos a mi espalda me asusté, me giré y un espantoso alarido a tres, resonó en todo el edificio: ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!

Bedulio asomó la cabeza por la puerta del comedor y salió despavorido escaleras abajo. - ¡¡¡EL ABUELITOOOOOO EXISTEEEEEEE!!! - Al llegar al portal se desmayó. Los enfermeros de la ambulancia que lo recogió le pusieron una camisa de fuerza porque no dejaba de patalear y bracear para escaparse.

Y todo este barullo por culpa de una sirena que no sabe aceptar una broma aunque eso signifique ahogarse con un polvorón.

lunes, 16 de diciembre de 2019

De compras al Mercado

Me he llevado a Pascualita al mercado de Pere Garau para que disfrute del ambiente, de los colores de las verduras y frutas, del variopinto paisanaje que deambula entre los puestos de los payeses como si de un zoco moruno se tratara.

Gentes de todos los rincones de la Tierra compran las mismas cosas para, en sus cocinas, convertirlas en platos típicos de sus países. Milagros de la gastronomía.

La sirena mira con atención cuanto nos rodea. Va tan pancha en su termo de los chinos asomando la cara bajo el tapón del mismo. Estoy disfrutando porque se está portando muy bien y yo le voy contando lo que es cada cosa. Para no llamar la atención me he puesto unos pequeños auriculares de avión que me regaló la abuela una vez que fue de viaje. No quiero que la gente crea que hablo sola.

De repente, todo se complica porque, al pasar por los puestos del pescado, la sirena ha saltado sobre un montón de cangrejos azules que movían sus pinzas rítmicamente. ¡Se armó la marimorena!

Cuando el pescadero vio que metía mano al montón y me llevaba dos cangrejos a los que Pascualita sujetaba con manos y dientes, gritó como un energúmeno: - ¡Señoraaaaaaa, no me robe los cangrejooooos! - Y me tiró mejillones a la cabeza. Aún tengo chichones - ¡Soy de Greenpeace y vengo a salvarlos de la cazuela! - ¡¡¡FUERA DE AQUI, PIRADA!!! - El conjunto de pescadores al completo me mostró cuchillos de todos los tamaños y medidas.

De repente, el público se dividió en dos bandos: unos estaban a favor de los cangrejos... en la paella, mientras otros decían que era una crueldad comérselos.

De los cangrejos se pasó a las sardinas, a calamar, a los bonitos, jureles, ostras, gambas, langostas, bacalaos... y pronto todos ellos tuvieron sus partidarios a favor y en contra. Mientras, el pescadero saltó por encima de su puesto para quitarme los cangrejos antes de que yo pudiera soltarlos del "abrazo mortal" de Pascualita.

Me fue imposible y los metí en la bolsa que llevaba, debajo de la lechuga y los tomates que había comprado y me escabullí entre el gentío.

Cuando el pescadero volvió a su puesto habían desaparecido tres langostas, un saquito de almejas y algunas piezas más. La bronca que le echó su mujer superó en decibelios a la escandalera.

Llegamos a casa sin más problemas. Pascualita y yo. En cambio los cangrejos hacía rato que ya no tenían problema alguno.

domingo, 15 de diciembre de 2019

La Cotilla no para.

Sonó el móvil cuando aún me hallaba en los brazos de Morfeo. La voz de Geooorge sonó ceremoniosa: - Madame querer hablar. - ¡Y yo dormir, inglés! - Tu escuchar madame. - Que venga a verme más tarde y traiga ensaimadas. - Y colgué. Después metí el teléfono en el cajón de la mesita de noche bajo un montón de trastos. Me di la vuelta y a dormir

Cuando llamaron a la puerta pensé que solo habían pasado cinco minutos pero, en realidad, se trataba de dos horas. Conseguí verlo después de luchar por separar los párpados pegados por las legañas. Luego abrí la puerta. Ante mi estaba el mayordomo de los abuelitos y ¡la Momia!

Sin decir ésta boca es mía, el mayordomo brexitero, entró hasta la cocina donde dejó una buena bandeja de ensaimadas recién salidas del horno.

- Siento haberte despertado tan temprano pero es que yo, después de bailar una hora de samba con mis cubanitos culito-respingones, pierdo la noción del tiempo. - ¿Una hora, bisabuelastra? (estaba admirada) - ¿Cuántos cientos de años tienes ya? - ¿Crees que llevo la cuenta? ¡Yo que sé!

Estabamos sentadas a la mesa del comedor, ante un buen desayuno servido por el mayordomo. Entonces me di cuenta que la mirada curiosa de la Momia recorría la estancia. - Nena... ¿no fue aquí dónde colocaste el orinal que te dejé?

Tragué saliva siete veces seguida, a pique de ahogarme. - Sí... - ¿Dónde está? - Hice, yo también un recorrido circular con la mirada y exclamé asombrada. - ¡No está! Debe ser cosa de la Cotilla. ¡Mira que le tengo dicho que no me coja nada sin mi permiso pero es más tozuda que una mula...!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Holaaaaaaaaaa (la Cotilla se inclinó ante la Momia) -  ¿Tienes mi orinal de porcelana antigua? (había pasado de momia a esfinge y la vecina palideció) - Si... - Espero que no le haya ocurrido nada malo (¡también lo esperaba yo!)

La Cotilla abrió su enorme bolso y sacó el orinal, enterito. - ¿Para qué lo querías? (cerré los ojos) - Para... dar envidia... a unos zoquetes que dicen conocer a gente de mucha alcurnia... Contesté que era imposible porque usted tiene más alcurnia que nadie... Cuando vieron la obra de arte hecha orinal, tuvieron que tragarse sus palabras.

Poco después la bisabuelastra y el inglés se fueron en el rolls royce.

La Cotilla creyó que la había acusado, ante la Momia, de ladrona. Y estaba muy ofendida. - ¡Pero no es cierto! - Ha venido en persona. - Ha sido una casualidad. - ¡Me debes una por no haber dicho para qué lo he usado! - (Huy, pensé, ésta me va a meter en un aprieto) - Dame el broche feo que, a veces, lleva tu abuela. - ¡Pero qué dice! - He apuestado que tiene movimiento y tengo que demostrarlo.

Tragué saliva: - ¿Movimiento? Que mal le sienta el chinchón de buena mañana - Pero la Cotilla no cejó hasta que le entregué el broche. Se lo colocó en la solapa y se fue. Al salir me gritó: - ¿Tarda mucho en ponerse en movimiento? ... ¡Ay, dios mío!


sábado, 14 de diciembre de 2019

La Cotilla y sus negocios.

- Ayer fue Viernes y Trece y,  por mi, como si se la pica un pollo. Vamos, que ni fu, ni fa. ¿A qué me suena esto? es el título de una película de miedo, o sea, ficción. Y da miedo hasta un cierto punto porque no es real. Por ejemplo, que suban la factura de la luz es real y eso sí que da miedo.

Pascualita me mira como quien oye llover. No me hace ni caso pero a mi, que no tengo nada que hacer, me gusta tenerla al corriente de las cosas.

- Antiguamente, o sea anteayer, la fecha del mal fario era la de Martes y Trece, para la que incluso hay un refrán que dice: en Trece y Martes, ni te cases ni te embarques.

- Avisados estábamos, luego cada cual procedía según el grado de superstición que tuviera. Y si te daban un susto te asustaba de verdad. Ahora salen vampiros, zombis, brujas, fantasmas, mucha telaraña y lo único que haces es reírte.

La sirena clavó en mi sus ojos saltones en plan ¡Calla ya, coñe! Pero me siento responsable de su educación terrenal y no puedo parar. Lo que me gustaría es que me contara cómo celebran este día en el fondo del mar pero es muy suya y no sé si querrá.

A Pepe ya ni le pregunto, No es cuestión de remover recuerdos dolorosos porque a él sí que le dieron un buen susto, como que perdió la cabeza, que al final fue lo único que quedó del pobre porque el resto del cuerpo lo usaron para el cocido en aquella tribu de jívaros.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa. - El final de la frase coincidió con la entrada de la Cotilla en el comedor y me asusté. - ¿Con quién hablas? - Con... el ... orinal aristocrático... - No puedes ser tan tonta, boba de Coria. - ¡Claro que no! ese chisme tiene muchas historias que contar.

La vecina fue en busca del chinchón: - Si no es borracha, me siento incapaz de escucharte. - ¿Acaso no sabe que ese orinal fue usado por la marquesa de Ca la Pardala? Era una mujer muy agradecida. Cuando alguien se interesaba por la salud de sus intestinos, no dudaba en enseñar, orgullosa, sus deposiciones para admiración de todos.

- ¡Acabas de darme una idea para llegar a fin de mes! Enseñaré las mías ¡cobrando!

Y sin darme tiempo a reaccionar, agarró el orinal aristocrático, vació su contenido en el fregadero, Pascualita incluída y salió corriendo a sus trapicheos.




viernes, 13 de diciembre de 2019

Villancicos.

Al final mis estornudos van a servir para algo. Para presentarme a un Concurso de Villancicos originales: La letra y la música no lo son pero sí el modo de "cantarlos": estornudando. A ver quién es el guapo que mejora eso.

Por ejemplo, los Peces en el río o Noche de Paz, o Fum, fum, fum... Todo puede adaptarse y queda chulísimo. Y como desafino al cantar, así no se nota.

He pensado que Pascualita haga lo mismo y me servirá de contrapunto. Tendré que aguantarla cuando estornude porque, como siempre queda con la cara dentro del agua y el culo fuera, no he oído su voz o su graznido, rebuzno o cómo se llame lo que hacen las sirenas.

Esta mañana, mientras preparaba unas albóndigas, se lo he propuesto pero como estaba pendiente de comerse la carne picada, no sé si me ha entendido.

A la abuela le ha parecido fascinante que la sirena salga de casa y confraternice con la gente. - "Ella que es taaaan sociable, en seguida hará amistades" - ¿Te estás escuchando?

Por último hemos pensado meterla en un pesebre, escondida bajo la paja del establo del buey y la mula y que "cante" desde allí... Empiezo a pensar que me estoy metiendo en un jardín.

La abuela ha encontrado el lugar ideal: el belén de la Catedral. - "Allí su vocecita sonará como la de los propios ángeles... No sé si podré contener la emoción... ¡snif!"

A pesar de no haber logrado escucharla, la abuela la ha llevado a uno de los ensayos y a mi me ha tocado la tarea de ocultarla. Ha sido meterla entre la paja y empezar a estornudar, siempre dándose la vuelta, quedando su voz ahogada.

Tuve que ocultarme tras el pesebre para sujetarla por la cola. Pero se me escurría entre los dedos. Ya me estaba cansando y hasta he llegado a pensar que le tiene alergia al heno. ¡Que trajín!

De repente la tuve bien sujeta: esta vez no te girarás (pensé) Y en efecto ¡tuve éxito! Pero no el deseado porque de la garganta de la medio sardina salió un rugido que hizo que se tambalearan las paredes de la Catedral y se crujieran, todos y cada uno de los vitrales de las ventanas ojivales.

El silencio más absoluto se cernió sobre el magnífico edificio hasta que, de repente, se produjo la estampida cuando alguien gritó: ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOO. UN TIRANOSAURIO REX!!!

jueves, 12 de diciembre de 2019

Ridículos.

Pascualita me ha "pegado" el constipado y estamos todo el día entre atchíses, moqueo, lagrimeo, escalofríos y entrechocar de dientes.

A la sirena le pongo agua de mar calentita en el orinal aristocrático pero, en cuanto se le enfría, me salta encima y se acurruca en mi escote. Como está chorreando agua fresca encojo hacia adentro el pecho para no mojarme pero no  hay nada que hacer. No gano para kleenex.

Bedulio a venido a casa y se ha pasado media hora llamando a la puerta porque con tanto escándalo no lo oía. Al final me ha parecido que aporreaban la puerta y me he puesto de muy mal café. He abierto con un violento: - ¡¡¡Qué te pasa, imbécil!!!

El Municipal llevaba un sobre, sacó un bolígrafo de su bolsillo, mojó la punta con la lengua y se puso a escribir: Además... Insulto a la autoridad.

Me llevó a comisaría, mojada como estaba, con Pascualita escondida en el sostén. Las dos temblando como hojas de la tormenta ycon las ventanillas del coche bien abiertas. - ¡Cierra, que hace frío! - Después de ir a tu casa siempre tengo calores. No me gusta ir allí. - ¿Por el ánima del abuelito, verdad? ¡Pues si muero de una pulmonía por tu culpa, te saldré cada día y me meteré en tu cama entre tú y tu mujer!

Al llegar observé su cara, ¡malísima! Incluso me pareció que llevaba los pantalones mojados. Pero yo no tenía risa, los estornudos eran contínuos.

Poco después, una UCI móvil me llevó a casa para que exhalara allí mi último aliento. Menos al que, junto a mi cama tengo siempre una botella de chinchón y fue mano de santo. Pascualita y yo cogimos una cogorza de campeonato.

Cuando pude llegar a la salita y sentarme frente a la tele, la sirena se lanzó contra la pantalla con la dentadura hacia afuera. - ¿Qué pasa?... No sale la Esteban... Mira cuántos Reyes Magos blancos... Uf, que mal me ha sentado el chinchón. - Bizqueé para enfocar bien la vista (Pascualita seguía saltando, enfadadísima) ¿Dónde está Baltasar, mi Rey favorito?

No estaba y el engendro que mostraban era de VOX. Entonces me uní a la sirena y estrellé un zapato contra el cristal.


miércoles, 11 de diciembre de 2019

En la peluquería.

Hay un sitio al que Pascualita no ha ido nunca y es la peluquería. Por eso me la llevé cuando fui a que me dejaran para echar cohetes de guapa.

Iba, como siempre, en el termo de los chinos. Está acostumbrada y, salvo cuando engorda y los michelines la dejan apretada ahí dentro, no da guerra.

Cuando me hicieron pasar al lavacabezas tuve que quitarme el termo del cuello. Estuve a punto de coger a la sirena y ponerla en mi bolsillo pero una mujer que parecía llevar un casco de samurai porque le habían hecho las mechas, no me quitaba ojo mirando a través del espejo. De modo que colgué el termo en el perchero.

Después de lavarme el pelo y antes de sentarme en el tocador, quise coger el termo y me dijo la peluquera que le iba a estorbar mientras me cortaba el pelo.

Tuve que sentarme junto a la cotilla del espejo. Me dijo: - ¿Qué lleva en esa birria de cosa? (señalando el perchero). - Las cenizas de mi novio. (contesté sin pensar) - La mujer tragó saliva tres veces seguidas y después murmuró bajito: - Perdón...

Por lo visto abrí la caja de Pandora porque, en un momento, todos el mundo quería saber qué le había pasado a mi novio. Si era mallorquín, peninsular o extranjero. Si era guapo, feo o medio pensionista. Qué tiempo llevábamos juntos. ¿De qué murió? Cuánto tiempo hacía ... En fin, un interrogatorio en toda regla y donde cada respuesta daba para media hora de cábalas.

Finalmente, la primera cotilla, queriendo enmendar su metedura de pata, dijo a la peluquera: - Pobrecilla, déjale que se cuelgue el novio al cuello.

¡Otro revuelo! De pronto me vi rodeada de mujeres pidiendo, a gritos, ver las cenizas.

A pesar de mis negativas, no pude evitar que un montón de manos revolotearan junto al tapón del termo hasta que éste cayó al suelo y un pequeño demonio con cola de sardina, saltó de cabeza en cabeza llenando la peluquería de gritos y llantos histéricos.

- ¡¡¡¿Qué es esto?!!! - gritaron voces desgarradas - ¡¡¡El ANIMA DE MI POBRE NOVIO!!! -  grité mientras trataba de atrapar a Pascualita y salía por pies del local.

El telediario de la noche se abrió con la siguiente noticia: - ¿Qué fue lo que dejó calvas a quince mujeres en una peluquería de Palma? ¿Un champú en mal estado?. El dueño de una tienda de chinos, el señor Li, se ha apresurado a decir que de su tienda no ha salido nada malo. También se habla de un ánima en pena cabreada pero, ya nos han dicho en el Obispado que no hay que creer en esas cosas "ni hartos de vino" El caso es que la novia "viuda" se largó sin pagar. La busca la policía.

martes, 10 de diciembre de 2019

¿Pascualita política?

Pascualita está constipada. No para de estornudar y no hay cosa que me de más risa que eso: Primero se pone bizca perdida, mueve la cabeza, violentamente, de un lado a otro y finalmente, suelta el estornudo con violencia y  quedí con el culo al aire, por encima del agua del orinal aristocrático.

Creo que se ha dado cuenta de que me río de ella y ha fruncido el ceño, así que me he ido a dar una vuelta antes de que se cabree y la líe.

Boris Jhonson le gusta mucho a Pascualita, lo mismo que Donald Trump. Cuando los ve en la televisión se lanza hacia ellos con la dentadura de tiburón dispuesta para morder. Por eso digo que le gustan mucho ¡Que peligro tiene la sirena! Y que buena política sería si pudiera presentarse a Presidenta de lo que sea, aunque sea del Gobierno de la Nación.

Lo comenté con la abuela y la idea le ha fascinado. - "¡Tienes razón, boba de Coria! Hablaré con Andresito, que sabe de éstas cosas y montaremos un partido político para auparla y presentarla al mundo." - No va a poder ser... - "Diremos que es un tamagochi de nueva generación, que hace cosas impensables hace unos años en cuanto a juguetes se trata" - No me fío... - "¡Calla ya, agonías!"

Al abuelito se encantó la idea y vino a casa, me estrechó entre sus brazos mientras grandes lagrimones corrían entre las arrugas de su cara: - ¡Qué feliz me haces, nena! Eres lo que no conseguí que fuera mi hijo... - Pero si es un médico buenísimo. - Pero no es un político de raza como eres tú.

Medio ahogada, me separé - ¿Yooooooooooooo? - Sí. Me lo dijo tu abuela ¡Estoy taaaaan contento! Ahora mismo empezaré con las gestiones para tener el partido organizado para las próximas elecciones ¡Y ganaremos! ¿Cómo le llamaremos? - ¿A quién? - Al Partido. - (Dudé un momento) Humm... ¡Ya está! Atlético Baleares - Real Mallorca.

Casi le da un infarto a causa de la risa. La abuela me gritó: "¡Me lo vas a mataaaaaar, jodía!"  antes de llamar a la ambulancia medicalizada. Y debido a su avanzadísima edad, fue ingresado en la UCI del Hospital...















lunes, 9 de diciembre de 2019

¡Atacan a Bedulio!

No hago más que ir del balcón a la ventana de la cocina porque alguien golpea sus cristales. Primero pensé que serían los bomberos que venían a darme una serenata... No, no es la víspera de las Verges. Eso ya pasó pero, bueno ¿acaso se necesita un día concreto para dar una serenata? ¡Pues no!

Por más que he mirado no he visto a nadie. Entonces he pensado que serían unos guasones sin oficio ni beneficio queriendo gastarme una broma... Cuando ya no he podido más he llamado a los Municipales y han mandado a Bedulio.

Ha llegado hecho un basilisco: - ¡Sabes que no me gusta venir a ésta casa! - Es que tengo miedo y tu me das confianza... (y le sonreí dulcemente)

Mientras hablábamos se repitieron los golpes en los cristales. - ¡¿Lo has oído?! Pues así están toda la mañana y me han puesto de los nervios.

Bedulio abrió la ventana de la cocina y, justo entonces, alguien le arreó un zurriagazo que le dejó la cara hecha un Cristo. - ¡¡¡AAAAAAYYYYYY, QUE DOLOOOOORRRRRRR!!! - Cogí su móvil y llamé para que nos mandaran refuerzos. - ¡¡¡Han atacado al agente!!! ¡¡¡Traigan una ambulancia!!!

En pocos minutos la calle se llenó de sirenas, luces de colores y gente uniformada. El barrio se echó a la calle a ver qué pasaba. Siempre sería más interesante que la programación de la tele.

El pobre Bedulio sangraba como un toro de lidia. Y el caso era que seguíamos sin saber quién, o quienes, eran los responsables.

Al ver mi casa invadida por tanta gente escondí a Pascualita en mi escote y procedí a informar de lo ocurrido a quién quisiera escucharme. Todo el mundo se concentró en el árbol de la calle. - ¡Buscad huellas! ¡Tiene que haber huellas! ¡Sin huellas no hay nada que hacer!

La copa del árbol se llenó de peritos, industriales o no, que buscaban, lupa en mano, huellas. Dos horas después alguien gritó: ¡Eureka, la encontré!. Menudo revuelo se montó entonces. Todos a una se lanzaron hacia la rama marcada por la fama desde ese mismo instante. Y claro, no puedo con tanto peso y se quebró cayendo a la acera, en mogollón, una lluvia de peritos que, apunto estuvieron de aplastar a la Cotilla que llegaba de sus trapicheos.

Resultó que la huella era mía porque hacía dos días había andado por allí en busca de la sirena. Se lanzó propulsada por la cola de sardina, en busca de la comida de los pocos gorriones que todavía no habían emigrado. - ¡Queda arrestada por asalto a una autoridad! (me gritó un municipal.  - ¿Saldré por la televisión? ¿sí? ¡Ay, que ilu.!

Al final se supo que el agresor de Bedulio había sido ¡el árbol de la calle! Y todo por culpa del vendaval que nos tiene en alerta naranja. El viento sacudía las ramas que chocaban contra los cristales. Y fue una de ellas la que, inducida por él, le partió la cara a Bedulio. Lástima. Me he quedado sin salir por la tele.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Remilgada.

He decidido que Pascualita coma lo que le venga en gana. Será la única manera de no tener problemas, ni con ella ni con la abuela. Así que le he pedido que me traiga todo lo dulce que encuentre en el contenedor del súper.

La vecina, que es muy "graciosa" contestó: - ¡Niña! ¿estás embarazada? ¡Huuuuy, que chiste más buenoooooo! jajajajajajaja ¡Como no sea del Espíritu Santoooo! jajajajajaja ¡Aaaaaaaayyyyyy, que me meoooooo!

- ¡Ya vale, Cotilla! Es que quiero hacer acopio de cosas para Navidad.

Cuando volvió por la noche vació el bolso sobre la mesa de la cocina y salieron un montón de cajas de donuts y paquetes de rosquillas. - Las magdalenas se las llevó todas la Salvadora. ¡que acaparadora es ésta mujer!

La Cotilla se sentó. - Venga, que yo te vea comer. No vaya a ser cosa que sea un embarazo de verdad jijijijijiji ¡Perdón! y te salga luego el crío con cara de hambre.

No me quedó más remedio que hacerle caso, sino hubiera sospechado que pasaba algo raro.

Tanto de rosquillas como de donuts, dejé el centro. No me lo quería comer todo o la sirena se quedaría sin probar nada. - ¿Qué modo de comer es éste? (se escandalizó la Cotilla) - No me apetecen los agujeros (protesté) - ¡¿Qué? Tendrás cara ¡He tenido que pelearme con la Salvadora y ahora me sale la tiquismiqui con esas! - Salió de casa dando un portazo y echando chispas.

Entonces la sirena se comió los agujeros. Y, ahora no quiere nada más. Solo, agujeros.






sábado, 7 de diciembre de 2019

Croasán al ataque.

Tengo que tener cuidado porque, aunque le queden restos de pintura en el cuerpo a Pascualita, son colores vivos que la pueden delatar, sobre todo delante de la Cotilla que tiene un ojo para todo lo que sea chafardeo, infalible.

Por eso, cuando ésta mañana ha gritado: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! - he cogido a la sirena y la he metido de cabeza en mi taza de cola cao para volverla marrón. - ¡Será posible que cada día tires cola cao por todo! ¡¿Cómo vas a encontrar novio así?... ¿Qué hay en ésta taza? (la mía) - Un trozo de croasán. - Hala, pues, cómetelo y sigue luego con las ensaimadas que he recogido del contenedor de basura del súper. - ¡Caray, que expléndida! - No como tú  (su voz sonaba irónica) que te comerás todo el croasán en lugar de guardarme la mitad... ¡Pues no, mira, lo que queda en la taza me lo voy a comer yo!

No me dio tiempo a nada. Será muy vieja pero tiene los reflejos de una cría de dieciocho años. Cogió la cuchara, la llenó con Pascualita y se la llevó a la boca ante mis aterrorizados ojos. Y mordió lo que ella creyó que era un croasán.

La reacción de la sirena fue instantánea. A la Cotilla le saltó la dentadura por la ventana de la cocina cuando los dientes de tiburón se le clavaron en los labios.

¡Que gritos, que aspavientos, que carreras, que escándalo!... aunque he de decir que cada vez se la oía menos a medida que su boca se hinchaba, se hinchaba, se hinchaba... como un globo aerostático.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio con cara de asco. - "Esto" ha salido de tu casa y me ha hinchado un ojo ¡Te la vas a cargar por atacar a la autoridad! - La dentadura es de la Cotilla. - ¡Otra que tal baila! ¡¡¡Que salga!!!- Le cerré la puerta en las narices.

Cuando, horas después, la vecina se ha despertado del atracón de chinchón que le di para que olvidara lo sucedido, tenía los morros tan grandes que para tocárselos tuvo que extender el brazo. - ¿Fé fa afafado uf froifán? (traducción: ¿me ha atacado un croasán?) - Fí (dije yo para que viera que también sé idiomas)

viernes, 6 de diciembre de 2019

La desgracia.

La abuela ha venido a casa y se ha llevado a Pascualita. ¿Por qué? porque dice que la maltrato (¿?) dejándola sin comer. - Se hubiese muerto, abuela. - Y se largó sin escucharme.

El caso es que me he quedado a solas con Pepe. Solo de pensarlo me entra sueño por lo callado que es. Pero después me he dado cuenta de que es más fácil salir a la calle con Pepe que con Pascualita porque una sirena montaría la marimorena si la descubrieran pero no un llavero por mucha cabeza jivarizada que lleve colgando. Así que me lo llevé de paseo.

Caminé junto al mar sin la presión de que la sirena se me escapara del termo de los chinos. Vi llegar barcos, irse otros. Descansé en un banco de piedra disfrutado del paisaje y teniendo a Pepe cara al mar.

Me asaltó una duda ¿habría visto el mar alguna vez mientras vivió? Pues, hala, ahí lo tienes, bonito.
No expresó ningún sentimiento y siguió con los ojos cerrados y cosidos como si tal cosas.

Seguí caminando y oxigenándome. Pasé bajo la Catedral. Avancé bajo las palmeras del Paseo de Sagrera, admirando la vieja y hermosa Lonja; inicié el Paseo Marítimo. Entre el ruido del tráfico se escuchaban los gritos de las gaviotas...

Pronto estuve frente a la Torre de los abuelitos. La abuela me hacía señas para que subiera. Me hice la tonta y reanudé la marcha hasta que Geooorge, dándome un golpecito en la espalda, me dijo: - Madame querer que tu subir a Torre. - Dile que nanay. - Mi subir a ti. (parecía amenazarme) - ¿En brazos? ¡Vale!

Cuando llegamos arriba, a través del jardín y sus escaleras en zig zag, el inglés estaba sin aliento. - "¡Corre. (gritó la abuela) Ha habido un accidente horrible!"

Se me pararon los pulsos. - ¿El abuelito... la Momia... ? - "¡Peor... Pascualita!"

¡Ay,ay,ay,ay,ay,ay... ¿Ha saltado al mar desde aquí arriba? - "No..." - ¿El inglés la ha pisado creyendo que era un bicho? - "No... " - Pues, entonces... - "Mirala tu misma"

En la salita particular de la abuela, junto al ventanal, estaba el orinal aristocrático ¡vacío!. Sobre la mesa camilla había una cosa rara. - ¿Qué es? - "Pascualita... (murmuró llorosa)

Al acercarme me dio la risa. Era Pascualita, sí, pero psicodélica. Era un cilindro de muchos colores. - ¡¿Ezo que é lo qué e?! (dije mientras me ahogaba la risa) jajajajajajaja - "La pobre, acostumbrada a saltar en el cola cao, ha hecho lo mismo en mis botes de pintura ¡varias veces en cada uno ¡¡¡No te rías!!!" - Pero no podía parar. - ¡¡¡ ES UN LORO MARINO JAJAJAJAJAJAJAJA!!! Hazle una foto para colgarla, el día que la palme, en la pared de Los Finados de El Funeral!  jajajajajaja

Pascualia ha vuelto a casa yapenas le queda pintura... Lo que no he conseguido quitarme es el dolor de cabeza del pescozón que me dio la abuela por mi comentario ¡Cada vez tiene menos correa!

jueves, 5 de diciembre de 2019

Mirando fotos.

Mientras la Cotilla montaba un altar a los Amigos de lo Ajeno dedicado a Urdangarín, la abuela me ha tenido entretenida mirando fotos.

Las había de cuando ella se la jugaba corriendo delante los grises. De la Cotilla, casi siempre llena de heridas y moratones porque iba con la abuela a las protestas obreras y siempre se las arreglaba para quedar en evidencia y cerca de los guardias que cogían lo que tenían más a mano, le daban una manta de palos y la pobre salía a la calle echa un Cristo.

- ¿A ti no te pillaron nunca, abuela? - "Por supuesto que no, para eso me llevaba a la Cotilla" - Huy, que mal me ha sonado estoooooo.

Pero fue cuando encontramos fotos de Pascualita cuando a la abuela se le cayó la baba. - "¡Oooooh, mira que chiquitita era cuando la encontraste en la lata de sardinas en aceite" - Tan pequeña como ahora. - "Pero se la veía taaaan tiernecita, tan frágil, tan... " - Tan mal bicho porque mordía como una posesa. - "Mira que ricitos más monos tenía... " - Son algas amontonadas en su cabeza. - "Que belleza de cola, tan tersa, tan brillante, tan..." - De sardina, abuela, no le eches fantasía a lo que no la tiene.

 Que envidia cochina sentía y todo porque la abuela pasó de largo mis fotos de chiquitina. Tan mona yo, sin dientes, o mellada, con las rodillas llenas de mercromina, con gafas de culo de vaso y trenzas que dejaban a la vista unas orejas de soplillo... muy de soplillo.

De la salita llegó un ruído - ¡Se ha roto la botella de chinchón! (grité mientras me abalanzaba a la puerta.) - En efecto, el chinchón inundaba el suelo, los cristales brillaban a la luz de unas velas y velones encendidos y sobre el altar, una foto enorme de el ex Duque enPALMAdo,  jurando, por su honor, que era inocente.

- ¡La madre que la parió, Cotilla! ¡Ya me está comprando otra botella!

Y aquella mujer que tenía más años que la tos, a quien la abuela dejó sin un triste novio que llevarse a la cama, que recibió más palos que una estera en los años grises, que le costaba horrores llegar a fin de mes, abrió la boca para contar cuentos de sirena y me quedé sin saber qué hacer.

Cuando el aroma del chinchón llegó al olfato de Pascualita, le faltó tiempo para saltar al suelo pegándose un hostión de campeonato y dispuesta a bebérselo todo. Mientras, la Cotilla contó que al crearse el mundo aparecieron las sirenas. Y desde entonces viven entre nosotros.

La Cotilla siguió con su historia pero también siguió al bicho que se retorcía en el cuelo, bañándose en licor. Abrió los ojos como platos y se agachó a cogerla sin perder el hilo de lo que contaba y recibió un buchito de agua envenenada entre los ojos. Gritó, gritó y gritó. Corrió arriba y abajo, siguió gritando hasta que la abuela encontró la solución. Recoge el chinchón con la fregona y la estrujas en la boca de la Cotilla.

Supongo que nos hemos pasado con la dosis porque ahora tenemos ¡dos bellas durmientes a punto de entrar en coma etílico!

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Día de tormenta.

No me ha quedado más remedio que salir a comprar porque, para que no rompa la dieta carcelaria que me ha impuesto la abuela, el mayordomo deja vacía la nevera cuando se va después de prepararme unas acelgas al vapor.

Como llovía tanto ésta mañana el inglés no ha venido y he aprovechado para ir al súper. Me he llevado a Pascualita porque, desde que toma vitaminas parece que ha fumado hierba por la vitalidad que tiene y no estoy dispuesta a que destroce la casa si se queda sola.

Antes de llegar al súper he visto venir a la Cotilla y me he metido por la primera bocacalle que he encontrado. Huyo de ella porque es una confidente de la abuela y le va con el cuento de todo lo que hago.

Después de darle esquinazo por poco tropiezo con Bedulio ¡otro de que tal baila! Afortunadamente no me ha visto y he salido por pies, dejando atrás mi barrio y llegando hasta el Paseo Marítimo.

El olor a mar que llegaba a la sirena la ponía más y más nerviosa. ¡Empujaba el tapón del termo de los chinos para abrirlo y, si era posible, saltar hasta llegar al agua!

Una brutal ráfaga de viento me arrancó el paraguas de las manos y lo hizo añicos. Corrí a buscar refugio mientras luchaba contra los elementos y contra Pascualita que no cejaba en su empeño de escapar. ¡Y, de repente, lo logró con termo y todo!

De nuevo me atacó el viento y ésta vez me arrancó el termo del cuello y lo lanzó al cauce de Sa Riera que traía un caudal de agua espectacular. - ¡¡¡PASCUALITAAAAAAA!!! - grité despavorida. Tenía que salvarla y no me lo pensé dos veces. Busqué una bajada. Era muy peligroso a causa del barro y las plantas resbaladizas.

Todo se aliaba en mi contra. Caí al agua y me fastidié las rodillas pero, sacando fuerzas de flaqueza y jurando en arameo a grito pelado, conseguí sujetar la correa del termo enredada en unos matojos. Metí a Pascualita en mi bolsillo e inicié la subida mientras la tormenta trataba de impedírmelo. Pero lo logré. ¡Soy una super woman y hay pruebas de todo lo que digo! porque, al ponernos a salvo, vi a la amiga de la abuela, Conchi, haciendo fotos mientras en su móvil sonaba Paquito el chocolatero.

- ¡¡¡Conchi, Conchi, a ver las fotos!!! - ¿Qué haces aquí sin paraguas? - ¡¡¡Enséñamelas, porfi!!! - ¿Has visto que guapa está Sa Riera con tanta agua? - Pero no la escuchaba.

Miré y remiré la pantalla del móvil. - ¡¡¡¿Pero... dónde salgo yo?!!!  ¡¡¡¿Dónde estoy?!!! - Aquí, conmigo... Ya me ha dicho tu abuela que eres rarita... ¡Que cruz tiene contigo!


martes, 3 de diciembre de 2019

Donde las dan...

Pascualita sigue canina. Y la abuela no para de llamarme por teléfono para saber si ya ha comido y qué. Le digo que sí para que se calle y a la sirena la motivo diciéndole que le va a quedar un tipito que para mi lo quisiera yo. Pero sigue cabreada y hambrienta.

Se juntaron en casa la Cotilla y la abuela: ¿No podéis reuniros en otro sitio? - Necesitamos intimidad por lo visto (me contestó la vecina) - Pues si queréis chinchón, café y cositas para mojar, las traéis vosotras que yo estoy a dos velas.

- ¡¿No me digas que fuiste de compras, como una descosida, la semana del Viernes Negro?! Verás como se entere Hacienda... - ¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino, Cotilla? - Que si tienes un sueldecillo, no trapicheas ni "límpias" cepillos de las iglesias y esas cosas, y te vas de compras compulsivas cuando la tele te lo ordena, una de dos: o los anuncios te han hipnotizado para que los obedezcas o tienes una cuenta corriente en un paraíso fiscal de esos ¡Y el ojo de Hacienda todo lo ve!
- Ay, no me asuste... ¿Qué pasa con la abuela? - Quiere pedirme un favor. Está muy preocupada por una amiga suya que se está quedando como un fideo.

- ¡Oh, no. Pascualita! (pensé) Y efectivamente, de eso se trataba. Cuando llegó se encerraron las dos amigas en la salita en plan misterioso. Cuando salieron oí:. - "Quedamos en eso ¿eh, Cotilla?... ¿Seguro que es veterinario?"

Antes de que irse a El Funeral los abuelitos pasaron por casa. Iban la mar de peripuestos. Casi en seguida llegó la Cotilla y un amigo suyo. La abuela sacó el móvil para llamar a Geoooorge que subió, ipso-facto, con una pecera redonda en las manos. Un pez enclenque daba vueltas tristemente.

El "veterinario" lo examinó. - Está desnutrido. Hay que darle vitaminas a paladas y comida natural, nada de piensos. Dieta Mediterránea y será mano de santo.

Al volver, de madrugada, la abuela se quedó en mi casa y el mayordomo subió una gran maleta que depositó en su antigua habitación.

Al quedarnos solas se llevó el orinal aristocrático con ella y señalándome con un dedo acusador, dijo: - "A partir de mañana, quien va a estar a dieta serás tu, boba de Coria y no mi chiquitina. Geooorge se encargará de ello." Y cerró tras ella, la puerta de su cuarto que chirrió amenazadora - Que mal cuerpo se ha quedadoooo...

lunes, 2 de diciembre de 2019

¡Tengo superpoderes!... ¿seguro?

La abuela me ha tirado los trastos a la cabeza cuando a visto lo delgadita que está la sirena, en lugar de darme las gracias y montarme un centro de estética y auto ayuda. - "¡La vas a matar de hambre, desgraciada!" - Pero si se come todo lo que encuentra. ¡Hasta ha conseguido comerse el pan de la Santa Cena y beberse, de paso, el vino!

Yo estaba muy contenta de haber llevado, a rajatabla, la dieta de Pascualita, a pesar de ella misma. Ahora vuelve a caber en el termo de los chinos. - "¡Haberle comprado otro, tía rácana!" - ¿No eres tú su amiga del alma? Pues lo compras tú. - "¿Dónde vive mi chiquitina? ¡en tu casa! Te toca a ti."

Siempre me toca pagar el pato y las facturas. Cómo me gustaría tener superpoderes y salir volando hasta los confines de la Tierra ¡y más allá!... ¡Un momento! acabo de darme cuenta de que no sé si los tengo porque nunca lo he probado.

Aprovechando que estaba sola y que en la calle hacía un vendaval, le he propuesto a Pascualita irnos a correr aventuras aprovechando las corrientes de aire como los quebrantahuesos y las águilas. Creo que no me ha entendido, como ella es de aguas profundas... Tendría que haberle dicho: como las ballenas y los delfines... No sé, no sé porque estos son mamíferos... Pues como las sardinas y los calamares ¡Eso sí! pero, claro, no vuelan y no tengo ni idea de cómo se llaman los peces voladores. En fin, ya sabrá de qué le hablo cuando emprendamos el vuelo.

En cuanto me he acercado al orinal aristocrático me ha lanzado varias dentelladas. Desde que está a dieta tiene querencia a mis dedos. He tenido que ponerme el guante de acero para cogerla.

La he metido en el termo de los chinos donde, ahora, cabe holgadamente, me lo he colgado al cuello y, arrimando una silla a la barandilla del balcón, me he subido a ella.

El viento soplaba con fuerza y hemos estado a punto de caer al vacío. He visto venir a Bedulio y le he llamado - ¡¡¡Bedulioooooo. Me voy al fin del mundooooooo!!! - En cuanto me ha visto, ha dado media vuelta y ha desaparecido tras la esquina.

Mientras intentaba guardar el equilibrio he visto a la Cotilla. - ¡¡¡Heeeyyyyy, Me voyyyyyy!!! - ¡Te vas a caer, boba de Coria! - Extendí los brazos moviéndolos como si fuesen alas. Cada vez más fuerte, más fuerte, ¡más fuerteeeeeeeeee! ¡¡¡PATAPAM!!!

Una fortísima racha de viento me lanzó contra el árbol de la calle y allí quedé, enredada en sus ramas como un pez en la red.

Pascualita saltó del termo de los chinos a una maceta del balcón resguardándose en ella. Y mientras yo intentaba salir del atolladero sintiéndome como un escarabajo patas arriba caído en una telaraña, por la ventana de la salita la Cotilla llenaba una copa de chinchón, la levantaba hacia mi en un brindis y se la bebía ¡a mi costa!


domingo, 1 de diciembre de 2019

Intuición.

Tengo la impresión de que en la cocina no somos tres, Pascualita, Pepe y yo, sino cuatro. No es que pueda asegurarlo pero...

- ¿Habláis con alguien? - he preguntado. - ¿Con el anima de mi primer abuelito, por casualidad? - No he recibido contestación ninguna porque esos dos son muy suyos

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - Cotilla, venga un momento a la cocina, porfi. - No se hizo de rogar . - ¿Qué vamos a comer? - ¿Ha traído ensaimadas recién horneadas?... ¿no? Pues, entonces, nada. - La Cotilla dio media vuelta dispuesta a marcharse. - ¡Un momento! ¿cuánta "gente" ve sobre la repisa? - ¿Te refieres a la cabeza cortada? ¡No sé cómo sigues teniendo ahí eso tan horrible! - Vale pero cuánta gente hay? - ¡Que gente ni que ocho cuartos! Eso es un despojo y hay uno ¡¡¡UNO!!!... y un gusano gordo. ¿Cuándo vas a limpiar ese rincón? ¡que cruz tiene tu abuela contigo!

Un sudor frío recorrió mi espina dorsal  ¡Que poco faltó para que la Cotilla descubriera a Pascualita! Y el caso es que yo seguía con la sensación de que había alguien más.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio que, libreta en mano, venía a interrogarme a cuenta de la estricnina de la que le hablé días atrás.

Conseguí que entrara hasta la cocina mientras iba contestando a sus preguntas: - No tengo. No lo sé. Lo vi en una vieja receta. Una coca. - Coca... ¿ina? (preguntó abriendo mucho los ojos) - No sé nada. Pregúntale a la Cotilla. O a mi abuela.

Mientras él pensaba en la siguiente pregunta, yo le hice la mía. - ¿Cuánta gente hay allí arriba? - ¿Gente? - Es un modo de hablar, hombre. - Solo veo a ... Pepe. - ¿Estás seguro? - Sí. Pepe era gente. Lo otro es una rata. - ¡¡¡¿Qué?!!! - Será una de las que te tocan por ser vecina de Palma. - ¡¡¡Mátalaaaaaa!!!

Entonces me puso las esposas. Sentí una nueva alegría en el cuerpo ¡El Municipal y yo íbamos a hacer virguerías a cuenta de unas esposas! Por fin conocería placeres sin cuento y una noche de lujuria como no he conocido otra: Aaaayyyyy, Bedulito, que feliz me hac... - Quedas detenida por incitar a un agente de la autoridad a causar la muerte de un individuo de nuestra comunidad. - ¿Eh?... ¿yo he hecho eso? - Me has pedido que ejecute a una rata que lo único que hacía era compañía a una cabeza jivarizada ¡Se te va a caer el pelo por ello!

Y mientras me llevaba detenida yo murmuraba ¿Se puede ser más tonto?