domingo, 22 de diciembre de 2019

El gordo de Navidad.

La abuela ha llegado temprano a casa dispuesta a seguir el Sorteo de Navidad, de la A a la Z. Del bolso ha sacado unos papelitos largos que han resultado ser las cuentas del súper y que ella usa por la parte de atrás, que está en blanco, para anotar sus cosas, en éste caso los números ganadores del Sorteo... ¡Con razón son ricos los abuelitos porque se estiran menos que un portero de futbolín!.

Nos hemos sentado a la mesa camilla de la salita, con la tele y la radio puestas para no perdernos nada. Por supuesto Pascualita estaba presente porque la abuela quiere que aprenda hasta la cantinela de los niños de San Ildefonso por si un día vuelve a su hábitat en el fondo del mar, instaure una tradición tan bonita y navideña. - ¿Allí también celebran la Navidad? - "¡Anda, claro! ¿Por qué van a ser ateos los peces? ¿Por qué tú lo digas?"

Todo iba viento en popa, nosotras desayunando, la sirena enguarrando los tapetes de plástico que he colocado sobre la mesa y en el suelo, con su peculiar modo de tomar el cola cao.

Entre cotilleo y cotilleo, la abuela echaba una miradita a los preparativos previos al sorteo. Se la veía un poco nerviosa cuando mordía el bolígrafo o intentaba centrar, más si cabe, las cuentas del súper. ¡Y entonces sucedió!

Se levantó de un brinco y nos asustó a Pascualita y a mi. Tiesa como un palo y con un dedo acusador señalando la pantalla, gritó: "¡¡¡SABOTAJE!!!"

Un hombre movía una manga transparente por la que pasarían luego las bolas al bombo. - ¿Qué pasa? - El dedo de Colón marcando el rumbo a las Américas, nunca estuvo tan tieso como el de la abuela. - "¡¡¡HA METIDO ALGO , DE EXTRANJIS, EN EL BOMBO!!! ¡¡¡TONGO, TONGOOOOOO!!!"

Los nervios han podido con ella y se ha puesto a llorar como una magdalena: - "¡Lo único sano que quedaba en España también lo han adulterado! ¡¡¡ADULTEROS!!!"

Sacó el móvil y llamó a Andresito: - "¡Por tu padre, llama a los GEOS y al lucero del Alba! ¡¡¡QUE DETENGAN A ESE TÍO Y QUE CONFIESE EL CRIMEN QUE ACABA DE COMETER DELANTE DE TODA ESPAÑAAAAAAAA!!!

Se escuchaba, claramente, el estupor del abuelito: - Pero, nena..., pero..., pero... - ¡¡¡NI PERO NI LECHES. QUE CONFIESE!!!

Mientras esto ocurría, Pascualita y yo dimos buena cuenta de las ensaimadas.


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