jueves, 12 de diciembre de 2019

Ridículos.

Pascualita me ha "pegado" el constipado y estamos todo el día entre atchíses, moqueo, lagrimeo, escalofríos y entrechocar de dientes.

A la sirena le pongo agua de mar calentita en el orinal aristocrático pero, en cuanto se le enfría, me salta encima y se acurruca en mi escote. Como está chorreando agua fresca encojo hacia adentro el pecho para no mojarme pero no  hay nada que hacer. No gano para kleenex.

Bedulio a venido a casa y se ha pasado media hora llamando a la puerta porque con tanto escándalo no lo oía. Al final me ha parecido que aporreaban la puerta y me he puesto de muy mal café. He abierto con un violento: - ¡¡¡Qué te pasa, imbécil!!!

El Municipal llevaba un sobre, sacó un bolígrafo de su bolsillo, mojó la punta con la lengua y se puso a escribir: Además... Insulto a la autoridad.

Me llevó a comisaría, mojada como estaba, con Pascualita escondida en el sostén. Las dos temblando como hojas de la tormenta ycon las ventanillas del coche bien abiertas. - ¡Cierra, que hace frío! - Después de ir a tu casa siempre tengo calores. No me gusta ir allí. - ¿Por el ánima del abuelito, verdad? ¡Pues si muero de una pulmonía por tu culpa, te saldré cada día y me meteré en tu cama entre tú y tu mujer!

Al llegar observé su cara, ¡malísima! Incluso me pareció que llevaba los pantalones mojados. Pero yo no tenía risa, los estornudos eran contínuos.

Poco después, una UCI móvil me llevó a casa para que exhalara allí mi último aliento. Menos al que, junto a mi cama tengo siempre una botella de chinchón y fue mano de santo. Pascualita y yo cogimos una cogorza de campeonato.

Cuando pude llegar a la salita y sentarme frente a la tele, la sirena se lanzó contra la pantalla con la dentadura hacia afuera. - ¿Qué pasa?... No sale la Esteban... Mira cuántos Reyes Magos blancos... Uf, que mal me ha sentado el chinchón. - Bizqueé para enfocar bien la vista (Pascualita seguía saltando, enfadadísima) ¿Dónde está Baltasar, mi Rey favorito?

No estaba y el engendro que mostraban era de VOX. Entonces me uní a la sirena y estrellé un zapato contra el cristal.


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