viernes, 31 de julio de 2015

Batucada.

La abuela ha llegado a casa con un tambor de los grandes. - "Hemos organizado nuevas actividades en El Funeral y me he apuntado a la Batucada" - ¿No había un tambor más grande? - "Es un poco pesado pero, cuando me canso Geooorge se lo cuelga del cuello y yo sigo aporreándolo. Es divertidísimo. El ritmo te hace mover el cuerpo. Los brazos se endurecen y las alas que les cuelgan a otras se reducen" - ¿Vas a decirme que no tienes alas? - Apenas se me ven desde que toco el tambor" - ¿Cuándo empezaste? - "El lunes"

- "Después vendrá mi amiga Conchi y ensayaremos aquí." - Id al Funeral. - "Los tiquismiquis no nos dejan: Unos porque juegan al ajedrez, otros al parchis, otros a las carts. Luego están los que leen. Los que tienen jaqueca ¡No sabes la excusas que se buscan! Pero esto se va a acabar. Tenemos tanto derecho como los demás a estar en la cafetería... Claro que el dueño fue el primero en decir ¡Aquí, no! Pero me va a oír porque, el cliente siempre tiene razón y nosotros nos dejamos nuestros cuartos en su negocio" - Abuela, no te sulfures. - "Si es que me hierve la sangre ante las injusticias ¡Y esto lo es!"

Conchi llegó unos minutos después con un tambor tan grande como el de la abuela. Me dio dos besos y quiso saber cómo estaba pero la abuela la apremió - "Déjate de cháchara que se nos va a ir la mañana. Venga... ¿Preparada? Un... dos... ¡tres!" - Un ruido infernal atronó la, hasta ahora, plácida mañana.

- ¡¡¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa!!! ¡¡¡Se va a hundir la finca!!!... ¡¡¡¿Qué pasa?!!! - ¡¡¡Están ensayando para la batucada!!! - ¡¡¡La madre que las parió!!! - ¡¡¡Eso digo yo, Cotilla!!!

Conchi y la abuela se lo pasaban bomba bailando a un ritmo extraño. - ¡¡¡¿Ya han tomado chinchón?!!! (gritó la Cotilla) - ¡¡¡Eso parece!!! - De repente, la Cotilla inició una danza tribal que tampoco tenía que ver con lo que se suponía que tocaban. Daba saltos y pisotones en el suelo mientras gritaba: - ¡¡¡Un bicho, un bichooooooooooooo!!! - Me uní a sus saltos, muerta de risa. Ya que tenía la juerga en casa, la aprovecharía. - ¡¡¡¿Quién quiere un chinchón?!!! (grité) - Tuve que repetir la pregunta porque aquello era un guirigay y no nos entendíamos. De repente, el silencio cayó como una losa sobre nosotras.

Gracias al silencio oímos los golpes - "Están aporreando la puerta, nena"- En el rellano de la escalera había un montón de vecinos en pie de guerra. Junto a ellos unos guardias que habían medido los decibelios que salían de casa. En cuanto me vieron me entregaron la multa. Eso fue rápido, la discusión vecinal duró bastante más.

Le entregué la multa a la abuela. - "¿No creerás que la pagaré yo? Está a tu nombre, esta es tu casa, así que, ajo y agua. Venga, Conchi, ahora Paquito el chocolatero" - ¡¡¡Noooooo!!! Vamos a tomar chinchón y luego, cada mochuelo a su olivo. - No sabía que estuvieras tan mal educada (me dijo Conchi) - ¿Pagará usted la multa? - Ni harta de vino.

Estábamos en el comedor cuando la Cotilla saltó hacia el aparador - ¡Aquí está otra vez ese bicho! ¡Písale la cabeza, Conchi! Está a tu lado. - Conchi gritó como si hubiera visto un demonio y de un salto se subió a una silla pero no se calló. El bicho era Pascualita que, durante "el concierto" había saltado de su acuario. Me lancé a por ella. La cogí de la cola pero dio una sacudida y fue a parar a la silla, la lado del dedo gordo del pie derecho de Conchi y la sirena no pudo resistirse. Mordió una y otra vez. Los gritos de Conchi, sus lloros, saltos y carreras, fueron expectaculares. Sobretodo cuando la arranqué de un tirón seco. Inmediatamente el dedo cobró vida y proporciones gigantescas. No cabía en el zapato. - La abuela, muerta de risa, le dijo a su amiga: - "Tendrás que ponerle un nombre jajajajajaja"


jueves, 30 de julio de 2015

La abuela y su héroe.

Me llevaron ante un juez. Y me dio un soponcio al verlo. Cuando desperté dije: ¡Quiero hacer una llamada! ¡Necesito hacer una llamada! Y así me tiré un buen rato hasta que alguien dijo - ¡Dádle un jodido teléfono !

Llamé a la abuela - "¿No iban a tenerte incomunicada medio año?" -  ¿A qué no sabes con quién estoy? - "¿Con Jack el Destripador?" - ¡Con el juez Castro! - "¡Mi héroe! ¡Que no se vaya que ahora vengo!" - Señoría (le dije al juez) ahora vendrá mi abuela jejejejejeje ¿No tiene prisa, verdad? jejejejejeje. - ¿De qué se ríe? - Son los nervios jejejejejejeje. - Vamos a lo que importa ¿Por qué quiso matar al municipal Bedulio? - La culpa la tuvo el calor, señoría. Se lo voy a contar con pelos y señales y al final verá que no tuve nada que ver: Erase una vez una pobre chica (o sea, yo) que se compadeció de Blas el parado porque no... - ¿Me está contando un cuento? (el juez estaba atónito) - No señor. Estoy haciendo tiempo hasta que mi abuela llegue. Es que es una fan incondicional suya. - ¿De ella misma? - Nooooo jejejejejeje de usted, juez Castro.

Aunque parezca mentira, Geoooorge aparcó el rolls royce bajo un disco de prohibido, de una calle estrecha. Al ser tan ancho el coche, paró la circulación y se produjo el conocido concierto de pitos. Todo esto junto al Juzgado.La abuela entró como una tromba, gritando: - "¿Dónde está mi nieta, dónde está mi nietaaaaaaaa?" - Cuando dijo mi nombre le indicaron que yo estaba bien. - "Por mi como si traga un sofá. Lo que quiero ver es al juez que está con ella ¡¡¡Pepe, Pepeeeeeeeee!!!"

Al oír a la abuela corté el rollo que le soltaba al juez al que, cada vez veía más enfadado. - Entonces ordenó, mientras aporreaba la mesa con el mazo - ¡Buscad a ese Pepe y que se calle la loca esa! - Perdone, señoría, pero le llama a usted. Es mi abuela.

Para evitar males mayores, no le quedó más remedio que dejarla entrar en la sala donde estábamos. - Ya me ha encontrado ¿Qué quiere de mi, señora? - "A usted, señoría. ¡Fírmeme un autógrafo; deme una foto suya; hagame un hijo...!" - Abuela, para eso ya no tienes edad... ¡Aaaaayyyyyyy! (¡menudo capón me dio) - ¡¡¡Señora. Orden en la sala o la hago detener!!! - "Lo que usted haga estará bien hecho" (solo le faltaba babear) Y si quiere que acuse a mi nieta de envenar a Bedulio, lo haré. Incluso me culparé de la muerte de mi primer marido. Haré lo que sea para tenerle contento, señoría" - Lo que hizo fue echarnos del juzgado con cajas destempladas. Y yo quedé libre.

Después de comer, echadas en los sofás sin poder dormir la siesta, la abuela porque aún le duraban los nervios de haber tenido tan cerca a su héroe. Yo porque sin ciclistas en la pantalla me cuesta coger el sueño. La Cotilla tampoco dormía porque rumiaba su envidia cochina contra la abuela. - ¡Siempre tienes que ser tu quién tenga suerte! Mira el tiempo que llevo idolatrando a Luis Bárcenas y solo lo he visto en la tele. !Yo también quiero un hijo suyo! - Fui a por el chinchón y Pascualita. Después de bebernos más de media botella, llegó el suelo reparador. La sirena fue la primera en caer... en el escote de la Cotilla cuando estornudé. A veces pienso en ella como la sirena vola... dora... zzzzzzzzzzzzzz

miércoles, 29 de julio de 2015

Miedo a salir.

- "Nena, cuando salgas a por el pan cómprame... " - No voy a salir, abuela. - "¿Te ha traído el pan la Cotilla?" - No. - "¿No me digas que vas a empezar un régimen? jajajajajaja Te durará media hora" - No es eso. Es que no quiero salir a la calle. - "¿Tienes miedo del mosquito tigre, boba de Coria?"

Que pesada es la abuela cuando se pone en plan Gestapo para sacarte lo que no quieres que sepa. - ¿No entiendes que no quiero ver a nadie? - "No. No lo entiendo si no te explicas más claro" - La gente de la calle y yo, no tenemos nada en común, abuela. - "Salvo que tenéis dos piernas, dos brazos, un corazón, un cerebro... Bueno, no todos porque a ti te pusieron medio. ¡Qué leches te pasa?" - Me siento traicionada: ¡Bedulio está casado! - "Vaya novedad. Pues claro... ¿no lo sabías?  Y bien maja que es la mujer" - Es una perra rabiosa. - "¡Niña, esa boca!

Media hora después la abuela anunció al barrio entero su llegada a mi casa cuando los pitos atronaron el aire. Algún día Geoooorge y ella se darán cuenta de que no se puede aparcar en la parada del bus por mucho dinero que tengan. Entró en casa hecha una furia y blandiendo unos papeles en las manos: "¡Mira, regalitos del nuevo Ayuntamiento! ¿Cómo se llama el nuevo?" - ¿Te refieres al Alcalde? José Hila. - "¿Eso es un nombre de Alcalde? Vaya por Dios... Así que el alcalde Hila... ¿El alcalde hila? ¿Qué hila? ¡Esto no es serio! Y encima me manda multas por mal aparcamiento. ¡Ese no sabe quién soy yo"

- Aquí hay unos cuantos sobres más, abuela. - "¿Más multas? ¡No saben hacer otra cosa que cebarse en una pobre jubilada!" - ¡Abuela! de pobre nada. Tendrás que decirle a Geooorge que aparque donde está señalizado y no te pondrán más. - "No me gustan las formalidades ¡Me niego! Iré a er al Alcalde y se va a enterar"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! Que desgracia lo de Bedulio. - ¿Qué ha pasado? - Que su mujer también está loca. Ayer sacaban los dos espuma por la boca. - "Las desgracias nunca vienen solas" - Habrían comido jabón (dije) Los locos hacen cosas así. - "Qué sabrás tu lo que hacen los locos" - Lo he visto en muchas películas. Además, esta mujer se lo merece porque... - "¿Has tenido algo que ver con todo esto?" (la actitud de la abuela era amenazadora) - Y me arreó un capón que di tres vueltas en redondo. Entonces y sin venir a cuento, me puse a llorar como una magdalena. - ¡Soy una desgraciada.... buaaaaaaaaaaa... Ayer casi conseguí mi objetivo cuando entró esa mujer...buaaaaaaaaaaa !- ¡Nadie me quiereeeeeeeeeeeeee!

Mientras yo lloraba a lágrima viva, la Cotilla abrió la puerta. Dos guardias venían a por mi: - Mira si te queremos, guapa, que te vamos a regalar unas bonitas esposas. - Los miré. No estaban nada mal... pero nada, nada. Antes de que sacaran las esposas, cogí a cada uno del brazo y ante su estupor, dije - ¡Adios, abuela. nos vamos de verbena! - La abuela quiso quitar yerro al asunto. - "No le hagan mucho caso porque acaba de beberse medio litro de chinchón a palo seco... ¿quieren una copita?"


















martes, 28 de julio de 2015

Había que intentarlo.

Me estaba aburriendo en casa y decidí salir a dar una vuelta. A los diez minutos sudaba a mares y busqué una iglesia dónde refugiarme del calor pero no encontré ninguna a mano. 

Entonces me decidí por un autobús urbano. No son caros y tienen aire acondicionado. Cogí el primero que llegó. En la siguiente parada se llenó. Subieron mujeres con carritos de bebé, y muchas otras con carritos o cestas de compra. Alguna embarazada y jubilados.  En seguida sentí sobre mí la presión de un montón de ojos taladrándome. Yo estaba sentada y no estaba embarazada, ni jubilada, ni iba cargada... Vale, entendí el mensaje, además el ambiente se había cargado entre olor a sobaquillo y alientos jadeantes. Así que me bajé en la próxima parada. Los leones (eso parecían) se tiraron a por la gacela (así vi yo el asiento que dejé vacío) como fieras.

Otra vez me encontré sumergida en una de las olas de calor que no cesan de llegar a Palma.... ¿Dónde podría ir para estar fresca? ...  En ese momento paró un autobús que iba hasta el Hospital donde tenían a Bedulio. Me dio un vuelco el corazón ¡Aquello era una señal divina! Subí de un salto. Y aunque íbamos como sardinas en lata, sobaco con sobaco, intercambiando aromas, no me importó. El padre del biznieto de la abuela, me esperaba en la cama del dolor... Y ya que estaba en la cama... (jejejejejejeje sonreí mostrando el colmillo)

Pregunté por el número de su habitación en recepción. - Pero no se le puede visitar. - ¿Por qué? - Órdenes del doctor. - Serán para los extraños, yo soy su novia. - No se hacen excepciones por el estado en que se encuentra. - ¡Si cuando me vea se le alegrarán las pajarillas! Ande, sea buena, mujer (y puse mi mejor sonrisa pero la sargento no se apiadó de mi)

En ese momento un celador cogió el sitio de su compañera que se fue a merendar. Y yo empecé de nuevo, como si tal cosa, preguntando por el número de la habitación de Bedulio. - No se puede visitar. - ¿Ni siendo su novia? (sonreí y esta vez funcionó porque el tipo se derritió)

Bedulio estaba solo, con la camisa de fuerza puesta, las piernas totalmente abiertas y sujetas con poleas. Dormía. Parecía un querubín, crecido eso sí, y a mi me estaba entrando un calor que no tenía nada que ver con el verano. Me acerqué y le acaricié el pelo. Ni se movió. Seguí recorriendo su cuerpo y poco después, el monitor que señalaba los latidos del corazón empezó a dispararse. ¡Sí, sí, Bedulio sería mío! Me subí a la cama, a horcajadas sobre el Municipal que, en aquel instante abrió los ojos. - ¡Hola, amor mío! (dije) - Y se desataron las furias del Infierno.

Gritaba - ¡¡¡Una pistolaaaaaaaaa!!! (y también) ¡¡¡Me mataaaaaaaaaaa!!! A pesar de estar atado de pies y manos, movía el cuerpo como un caballo desbocado hasta que consiguió tirarme al suelo. Caí de cabeza y quedé atontada. Una enfermera entró corriendo. - Tranquilo, no pasa nada... (le dijo suavemente) - Pero Bedulio seguía gritando - ¡¡¡Está aquí. Me mataraaaaaaaaaaaa!!! - Le puso un calmante y se durmió. A todo esto yo estaba bajo la cama. La puerta del cuarto se abrió violentamente. - ¿Dónde está la "novia" de mi marido? (¿Marido?... ¡Claro, Bedulio estaba casado! No me acordaba de este pequeño detalle) - ¡Si la encuentro, la matooooo! - Entraron más enfermeros y redujeron a la mujer. Yo aproveché el momento de confusión para largarme de allí.

Al llegar a casa ahogué mis penas en chinchón y me desahogué con Pascualita. - ¿También sufrís por amor en tu hábitat? Ay, que amarga es la vida... ¿La endulzamos con cola cao?  - La sirena hizo la señal de OK con sus deditos y minutos después saltaba dentro de su taza dejando perdido el suelo y la mesa de la cocina.

lunes, 27 de julio de 2015

Camisa de fuerza.

Me ha dicho la abuela que Bedulio está ingresado en el Hospital, en la sección de Psiquiatría ¡por culpa mía! Pero, bueno, acabarán acusándome de la muerte de la madre de Bambi a éste paso. - No le mordí yo, abuela. Fue Pascualita. - "No te escudes en eso. Dice que, nada más verlo, lo atacaste sexualmente ¡en medio de la Plaza de España! Comprendo que éste calor nos hace desvariar pero de eso, a montar un espectáculo erótico-festivo delante de la ciudadanía ¡sin cobrar! hay un abismo"

- ¿Hubieses aprobado que vendiera entradas? - "Naturalmente. En tiempos de crisis hay que aprovechar" - No es digno de ti decir estas cosa ahora que eres rica. - "Precisamente, si tienes dinero como tengo yo, te lo perdonan todo" - ¿Has ido a verle? - "Ahora vengo de allí?" - ¿Y cómo está? - "Con la camisa de fuerza puesta y gritando ¡Que me viola, que me viola!" - Pero si yo no... - "Dice el sabio refrán que lo locos y los niños son los que dicen la verdad" - Solo quería abrazarlo y que me abrazara pero no coordinamos los movimientos y me ha quedado este chichón de la frente de cuando me caí al suelo... - "Peor está él que, además de atado, le tienen con las piernas bien abiertas hasta que se le pase la hinchazón de los mordiscos de Pascualita... con éste calor"

- ¿Te ha reconocido? - "¡Ya lo creo!" - ¿Se acuerda de mi? - "Y de tu santa madre. Pide su pistola" - ¿Para qué? - "Los psiquiatras lo tratan de Manía Persecutoria porque grita que lo quieres matar." - ¡Tonterías! Lo que quiero es tener un hijo de él ¡Un biznieto, abuela! Y he llegado a la conclusión de que es el padre ideal. - "Esta noche te ayudaré a entrar en su cuarto y... ¡ñaca! Hay que aprovechar que lo tienen atado" - ¿No dices que está hinchado...? - "¿Ya estás poniendo pegas?"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Tengo un problemón. Necesito encontrar un sitio grande donde instalar el altar de los Amigos de lo Ajeno porque, cada día, aparecen nuevos alumnos aventajados  y en la salita no caben todas las fotos y velas. - ¿Por qué no los coloca en su piso? Ahora está vacío. - ¡Tienes razón, alma de cántaro! Alguna vez te funciona el caletre.

¡Por fin voy a deshacerme de esa chusma que profana mi salita! Mentira me parece. - Estuve ayudando a la Cotilla para que no se volviera atrás. Estaba encantada. Allí tenía toda la casa a su disposición. Cuando volví a la mía sentí un resquemor... algo no iba bien.

Después de comer nos repantingamos en los sofás. En la tele daban una película de vaqueros. Nos hemos dormido pero, definitivamente, no hay color entre uno que pega tiros y los ciclistas.

Unos porrazos en la puerta, el ruído de sirenas, gritos de la gente, golpes en la escalera... todo esto hizo falta para que nos despertáramos. Menos mal que tenemos el sueño ligero. ¡La casa de la Cotilla estaba ardiendo! De repente me acordé del resquemor que sentí después de dejar montado el altar. ¡Había demasiadas velas encendidas! - La vecina lloraba a lágrima viva - ¡¡¡Mi casa. Mi casaaaaaa!!! - Me dio la risa floja - Jejejejejeje Es igualita a Ete, Cotilla. A ver, dígalo otra  vez jejejejejeje ¡¡¡Aaaaaaaaayyyyyyyyyyyy!!! Menudo capón me dió. - ¡Que poca correa tienen algunas! (me quejé)

domingo, 26 de julio de 2015

La preocupación de la abuela.

Sigo en casa, inquieta, sin saber qué hacer. Esperando que Bedulio venga a detenerme y tenga que alimentarme a base de bocatas de choped... Pero el jodío no viene. Le gusta torturar psicológicamente a sus víctimas. No sabía yo que tenía esta vertiente sádica el bueno de Bedulio.

La abuela y la Cotilla no se mueven de mi lado aunque, en lugar de rezar rosario tras rosario para protegerme, juegan interminables partidas de parchís y tengo la cabeza como un bombo del ruidito del dado en el cubilete. Les he dicho que se vayan a dar una vuelta y no vuelvan hasta mañana pero ellas quieren estar aquí cuando venga el Municipal - "Te haré unas fotos para el facebook y nos reiremos un rato en El Funeral" - No le veo la gracia. - Porque eres muy sosa (dijo la Cotilla) Pero sí que la tiene porque nunca hemos visto de tan cerca, a nadie detenido por asesinato.

Encontré este comentario de muy mal gusto. - ¡Porque no he dicho nada de lo que le hicísteis a mi abuelito o al padre de Bedulio! - "No grites que te van a oír" - ¡Que me oigan! Yo no he hecho nada, en cambio, vosotras... - "Que poca clase demuestras en los momentos cruciales de la vida. ¡Levanta la cabeza y apechuga con tu destino. A lo hecho, pecho, como dicen los valientes!" - No me des lecciones de un valor que vosotras no tenéis. - "¿Qué no? Hay que ser valiente para darle un mejunje mortal al marido" - O al vecino.

No pude aguantarlas más y me fui a dar un paseo con Pascualita en el termo de los chinos. La Cotilla se asomó al balcón, gritando: - ¡Di a donde vas a estar para saber dónde tienen que ir a detenerte! - Inmediatamente, la gente que pasaba por mi lado se apartó.

Abrí el tapón del termo para hablar con la sirena. Se asomó apoyando los bracitos como si estuviese en un balcón y mirara a la calle. Le fui contando el desasosiego que tenía y lo atraída que iba sintiéndome por el Municipal. Era un tipo duro a pesar de su terror a los fantasmas... Me había pasado media vida buscando al hombre ideal para tener un biznieto con él y resulta que lo tenía delante sin saberlo... - ¿Crees que debería ir al cuartel a decírselo?... Sí, claro. Si me ve me detendrá ¡Será emocionante! Me pondrá las esposas y antes de meterme en una celda me dará un beso de tornillo que me dejará sin aliento... ¡Uf, que calor me está entrando!

Le vi en la Plaza de España. Sentado en un banco, daba de comer a las palomas. Me enternecí. ¿Cómo podía un hombre rudo como él tener tanta sensibilidad?. Corrí hacia él - ¡¡¡Bedulio, amor mío. Aprésame y hazme tuya!!!

El Municipal pegó un brinco y los cañamones se desparramaron por el suelo. Al llegar hasta él tropecé con uno de los ladrillos rotos de la Plaza. Tratabillé y fui a caer entre sus brazos... pero fallé porque estaba agachado recogiendo la comida de las palomas y me estampé contra el suelo. Pascualita, sin la sujección del tapón del termo, salió despedida y ella sí que cayó sobre él, concretamente en la entrepierna. Tuvo más suerte que yo la puñetera.

Me costó mucho arrancarla de allí porque estaba atontada por el golpe que me había dado. Bedulio gritaba como si lo estuvieran abriendo en canal. A mi me daba apuro tomarme la confianza de meter mano en semejante sitio pero lo hice porque la gente se acercaba, alarmada por los alaridos y no quería que vieran a Pascualita.

Al ver la sangre alguien llamó a una ambulancia. Yo me fui apartando poco a poco y, al doblar una esquina, no dejé de correr hasta llegar a casa. Al verme entrar tan acalorada, la abuela se temió lo peor y dijo, pesarosa: - "Se ha terminado el Tour de Francia, nena. Con lo bien que iba para dormir la siesta"

sábado, 25 de julio de 2015

¡Jopé, con Bedulio!

Según la abuela, es inminente mi arresto por parte de la policía. Soy reo de asesinato. Le he dicho que se está pasando cuatro pueblos pero no se baja del burro. - Ya me habrían detenido si fuera así. - "Quieren ponerte nerviosa y confesarás más rápido"

 - ¡Avemariapurísimaaaa! Me he enterado de que Bedulio está mucho mejor... - ¿No se morirá? (pregunté, ansiosa) - Parece ser que no. He oído decir que su recuperación se debe a que tiene una meta en su vida- "¿Bedulio? que raro. Nunca le oí decir que tuviera aspiraciones ¿Quiere ser alcalde?" - Quiere detener él, personalmente,  a tu nieta. - Pero si no le he hecho nada... Tal vez debería haber ido al hospital a interesarme por su salud pero en esos sitios me aburro taaaaanto... - Mejor si no has ido porque te ha cogido ojeriza. - ¡Yo no le vendí nada! - "Ya sabes lo tozudos que llegan a ser los hombres. Se les mete una idea en la cabeza y van a por ella y hasta que no la consiguen, no paran." - Es una injusticia lo que quieren hacer conmigo (lloriqueé) - "Por eso vamos  a celebrar tu posible condena con una buena comida: Fabada asturiana"

- ¡¿Cón éste calor?! - "Así sudaremos y echaremos fuera las malas vibraciones que nos llevan a hacer croquetas incomibles, por ejemplo" - Haberlo hecho antes y me hubiese evitado todo éste jaleo. - Las dos amigas me miraban con cara de pena. - "Hay que ver a lo que has llegado... Y la perjudicada soy yo. Tendré que pedir a la Justicia que me remunere el tener que quedarme sin biznieto porque, si no has sido capáz de lograrlo en libertad, ya me dirás cómo  lo harás encerrada" - Ante estas sentidas palabras me animé porque también yo pediría una imdemnización por quitarme de la circulación cuando todavía estoy de muy bien ver y soy fértil, de momento.

La Cotilla torció el gesto. - ¿Qué puedo alegar yo para que me paguen algo? (estaba ansiosa) - Como no se busque un novio con posibles y que la lleve en bandeja, Cotilla, no tiene nada que hacer (se notó un poco el cachondeo) - ¿Algo como Mario Vargas Llosa...? Hay un compañero de fatigas  que le da un aire al Premio Nobel. - "Pues échale el lazo, apañalo bien y lo mismo le sacas una exclusiva al Hola. - ¡que bien me vendría para llegar a fin de mes!

Sudando a mares nos comimos la fabada y rebañamos los platos con pan. Después apenas vimos dos minutos del Tour de Francia e hicimos una siesta de categoría las tres. Pascualita fue la única que no se perdió a los ciclistas porque no quiso ni probar las faves que le daba a escondidas de la Cotilla y se contentó con un buen trozo de helado.

Y aquí sigo, esperando la visita de Bedulio con el ánimo encogido.


viernes, 24 de julio de 2015

Desilusiones.

En vista de que el negocio de la sopa de plásticos no funcionó, la Cotilla anda algo desanimada. Se había hecho ilusiones de venderla embotellada a sus amigos de la noche, que no le hacen ascos a nada que sea comestible y sacarse así unos eurillos.

Todos nos llevamos desilusiones cuando menos lo esperamos. Yo, por ejemplo, me sentí catapultada a la fama cuando salí en televisión a raíz de la entrevista que me hicieron, bueno, que le hicieron a mi monstruosa teta. Durante unos días el teléfono no paró de sonar. Todo el mundo quería fotografiarla y no tuve más remedio que erigirme en su representante. Ya tiene narices representar a tu propia teta. Incluso quisieron que ella actuara en un cabaret de moda. - Tendré que salir yo también (les aclaré) - Perdone que se lo diga crudamente, señora: el contrato es para su teta, usted no nos sirve. - ¿Y qué tendría que hacer? Piense que nunca se ha dedicado al mundo del espectáculo. - Eso déjelo en nuestras manos. Solo le pedimos que nos de carta blanca y haremos de ella una estrella del escenario. - Nunca nos hemos separado. Será muy duro para mi estar si ella. - Todo sea por la fama, señora. No se arrepentirá. - Por lo menos... ¿me regalarán una entrada para el día del estreno? - Cuente con ella.

Pero el día que íbamos a firmar el contrato, la teta había vuelto a su tamaño normal. La hinchazón causada por el veneno de Pascualita, había desaparecido. Los del cabaret se fueron muy enfadados y a punto estuvieron de demandarme por estafa. Así es la vida. Cuando crees que todo tus problemas van a solucionarse, te caes del burro y el golpe te devuelve a la realidad.

Nos sentimos tan afines en la desgracia la Cotilla y yo, que ahogamos nuestras penas en chinchón. Y así nos encontró la abuela cuando trajo unos mejillones para hacerlos con vermut. - "¿Se celebra algo?" - Sí. Celebramos que no hay nada que celebrar... snif... (dije, haciendo un puchero) -  Se sirvió una copa y dijo - "Cualquier excusa es buena... Por ejemplo, nena. La policía no tardará en venir a buscarte porque se ha muerto uno de los intoxicados con las polo-croquetas ¡Brindemos por eso!"

- ¿Estás de broma? - "No. Y ellos tampoco" - La Cotilla saltó, ávida como siempre. - Si no te gustan los bocadillo de choped de la prisión, dámelos y los venderé. - ¿Iremos a medias? - Ya salió la avariciosa. ¿Para qué quieres dinero si allí no tendrás gastos? -  "Ese es otro motivo para brindar. Encima ahorrarás"

jueves, 23 de julio de 2015

Sopa de plásticos.

La Cotilla me ha despertado a las horas brujas de la madrugada. - ¡Levántate y coge cuanto taper tengas. corre! - Déjeme en paz, vieja loca...zzzzzzz - ¡Te estoy dando la oportunidad de ganar un dinero, boba de Coria. Ya dormirás cuando te mueras! - Acabé levantándome porque no paraba de zarandearme. - ¡Tengo un negocio estupendo entre manos pero necesito ayuda! - ¿vamos a ir a medias? - ¡De eso nada! La idea es mía. tu pones solo los tapers, luego el transporte será entre las dos. ¡Vamos o se nos adelantará alguien!

Salimos a la calle a todo correr. Era noche cerrada y a mi se me cerraban los ojos. - ¿Cómo es posible que corra tanto teniendo más años que Matusalem? - Eso mismo pienso yo de ti. Te mueves como un caracol aunque seas, relativamente, joven. - ¿Relativamente? usted perdone, pero aún soy sexualmente válida. - ¡Ja! Para lo que te sirve... Por cierto ¿qué ha sido de aquel pecho que atraía todas las miradas? - Ya sabe que todo lo que sube, baja... - Lástima. Para una cosa buena que tenías...

Llevábamos dos bolsas cada una, llenas de tapers. - ¿A dónde vamos? - A la playa. - Frené en seco. - A éstas horas aún no la han puesto... - Sigue corriendo y confía en mi. - No es buena idea. - ¡Ya lo creo! Nos saldrán los euros por las orejas. Vamos en busca de sopa. Una sopa genuínamente, marinera... Supongo que será una especie de cus cús porque dicen que viene del norte de Africa, de Argel mismamente. - ¿Y quién la trae? - El mar. No te digo que es marinera. -Vendrá en barco, digo yo... ¿no vendrá en patera, verdad? Si es así, no quiero saber nada de ilegalidades que luego le toca a Bedulio sacarnos las castañas del fuego  y últimamente, me ha cogido ojeriza, así que no está el horno para bollos.

Yo iba jadeando. Aquella mujer no paraba de correr ¿de que está hecha? Por fin llegamos a la playa. esperaba ver un carro con bidones de sopa pero allí, salvo algunas parejitas de que se amaban al amparo de las sombras, no se veía a nadie. - ¿La sopa viene de contrabando? Igual está sobreaviso la guardia civil y acabamos en el cuartelillo. - No seas agorera. Te digo que está en el agua. - Me voy a mi casa. Si quiere trapichear con alijos, allá usted. - ¡Mira, allí brilla algo!

Cerca de la orilla, la luna iluminaba una extensión de algo que flotaba mecido por las olas - ¡La sopa! ¡tiene que ser la sopa! (gritó la Cotilla mientras se metía en el agua hasta la cintura. - ¡Ayúdame! - De noche no entro ni loca ¿Y si hay medusas... o tiburones?

De repente la Cotilla desapareció. Esperé un rato... vi que sacaba la cabeza y volvía a desaparecer bajo el mar. - Tiene toda la pinta de ser la primera escena de Tiburón... solo falta la música. - ¡Cotilla, si es un tiburón dese por comida porque yo no voy a rescatarla!... ¡Me oyeeeeeee! - Alguien se tiró a por ella y la sacó medio ahogada. - Hay que hacerle el boca a boca (dijo el hombre) - Hágaselo usted que le hará más ilusión que si se lo hago yo (le razoné) - Yo la he sacado del agua. No me pida más sacrificios. (y me dejó con el embolado) Al final, hice lo que pude y como tiene más vidas que un gato, se salvó. - ¿Y ahora qué? ¿Dónde está la sopa? - No hay... Estaba tan cegada por conseguir unos euros que solo recordé la primera parte de la noticia que escuché en la radio: a Mallorca llega una sopa...  Pero borré de mi cerebro el final: de ¡PLASTICOS!

- ¿Sopa de plásticos? ¿Eso se come? - ¡No! Es basura que nos traen las mareas desde Argel. ¡Que asco! Y por poco me ahogo en esta porquería. - Pronto supe a qué se refería la Cotilla. ¡Millones de plásticos, kilómetros de plásticos que tiran al mar (nosotros también) navegan hacia las costas y matan y destrozan la fauna marina. ¿Por qué le llaman "sopa"? - Menos mal que Pascual... (dije sin pensar) ya no vive aquí. Podría haber sido una víctima más de los plásticos. - ¿Pascual? ¿Vivía en ésta playa? - Pues... más o menos. Vamos para casa a dejar los tapers... ¿Ha traído algo de los contenedores para desayunar? - Unas ensaimadas de tres días atrás. - Estupendo, las calentaremos al horno y nos pondremos las botas. - Oye... de esto que nos ha pasado, a tu abuela ni mú. - Será lo mejor.


miércoles, 22 de julio de 2015

La entrevista.

Estoy supernerviosa, superencantada, superemocionada, super... ¡Ay! Vivo sin vivir en mi desde que esta mañana me han llamado de la televisión para hacerme una entrevista ¡A mí! No a la abuela por ser rica, ni a la Cotilla por sus trapicheos, si no ¡a mi!... Aunque, ahora que lo pienso, no me han dicho porqué he despertado su interés... Espero que no sea por las croquetas y sus nefastas consecuencias... Nadie sabe que las hice yo... ¡Un momento! Lo sabe Blas el parado y debió soltarlo cuando lo interrogó la policía. Pobrecillo. Le aplicarían el tercer grado y no pudo soportar el dolor... De todas maneras debió aguantar como un jabato. No se acusa a una amiga que ha querido ayudarle... Claro que tal vez le arrancaron la piel a tiras, con lo que debe doler eso.

De repente, todo el entusiasmo que me dominaba desde que recibí la llamada, se ha esfumado... ¿Y si me han tomado por una espía vendida al enemigo? (sea quién sea éste) Vaya, ahora tengo un dolor de cabeza más porque no sé como vestirme para la entrevista. ¿Cómo una Mata Hari? Me parece un poco anticuado pero no sé cómo se viste hoy en día una espía. Llamaré a la abuela para que me informe.

En cuanto le dije que vendría la tele a mi casa, dejó lo que estaba haciendo y en diez minutos se presentó cargada con cajas voluminosas que llevaba Geooorge con mucha ceremonia. - "Esto lo hago por la familia. No quiero que la gente te vea de cualquier manera. Tengo una reputación que cuidar y, desgraciadamente, saben que eres mi nieta. Así que aquí tienes vestidos, zapatos, sombreros y complementos míos para que luzcas bien en la pantalla.

Al abrir las cajas, una catarata de sedas, colores, lentejuelas, plumas y abalorios, se esparció sobre la cama. Pascualita, a quien la abuela llevaba en una mano, saltó, sopló, se escondió, retozó y fue izada de nuevo cuando intentó morder una de aquellas prendas. - Esto no va con mi estilo, abuela. - "Por esto debes ponértelo, porque tu estilo es deplorable" - Quisiera aparecer en la pantalla como yo misma. - "Pues estamos apañados" - ¡Abuela! - "¡Ni abuela, ni leches. Cámbiate!"

A mediodía apenas comí, cosa que agradeció la Cotilla porque la fabada de bote le encanta y rebañó los dos platos. Tampoco pude dormir la siesta a pesar del chinchón y el Tour. en cambio, la vecina roncaba como un fuelle mientras los ciclistas sudaban bajo el sol francés. Cuando llegó la hora de vestirme, la Cotilla encendió una velas en el altar de los Amigos de lo Ajeno: - Te darán suerte (me dijo) - Me extraña porque no voy a robar nada. - Esto lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Y toma otra copita de chinchón para los nervios.

Cuando me miré al espejo no me reconocí. Llevaba desde un sombrerito con plumas de marabú y velito delante de los ojos, a un mini vestido rojo pasión que me estrechaba mucho por un lado mientras que, por el otro, me venía como un guante. - Que mal echa estás, hija mía (dijo la Cotilla para animarme) Por último, unos stilettos verde loro. Gracias a ellos permanecí toda la tarde sentada. No me arriesgué a caerme desde aquella altura por si me rompía una pierna. Y por fin, llamaron a la puerta.

La entrevista fue un fracaso a pesar de lo contentas que quedaron la abuela y la Cotilla: La primera por mi estilismo (su estilismo) Y la segunda porque habló de sus trapicheos, su admiración por Luis Bárcenas y el don, innato, de vendedora que tenía: - Ya le digo, en una tarde vendí tropecientos polos-croqueta y no hubo ningún damnificado.

En cambio yo quedé mohína.  No hablaron de mi sino ¡de mi descomunal teta! Tomaron primeros planos desde todos los ángulos. Hablaban de ella con admiración, como si fuera un personaje con vida propia. - ¡Espectacular! ¡Lo nunca visto! ¿Donde encuentra sujetadores para "esto"? ¿Ya nació así? ¿Camina usted de lado? ¿Puedo tocar para que la gente vea que es natural? ¿Y yo? ¿Y yo? - ¿Qué iba a hacer?. Me dejé tocar, claro. Pero a nadie le importé yo, como persona humana que soy... ¡hip!... por eso ya llevo... ¡hip! ... tres cuartos de botella... ¡hip!... entre pecho... digo, pechito y pechote jijijijiji... ¡hip!... y espalda...

martes, 21 de julio de 2015

Que bien se duerme con las bicis.

La Cotilla me ha pedido toda la producción de croquetas. - Se venden como rosquillas. - ¿Nadie se le ha quejado? - Sí. Los que se han quedado sin, pero les he dicho que traeré más. - Lléveselas todas... pero podría darme algo por el trabajo que hice. - Mira que eres pedigüeña... Bueno, te daré lo que te gastaste en palillos, ni un euro más que ya sabes lo que me cuesta llegar a fin de mes con la birria de pensión que tengo.

Estuvo haciendo viajes hasta que dejó el congelador vacío de croquetas-polo. Yo estaba intrigada porque, si hasta Pascualita, a la que le gustan mucho, las había escupido, me parecía imposible que ningún cliente de la Cotilla estuviera afectado... ¿Se habrían muerto directamente? Para salir de dudas tuve que explicarle lo que le había pasado a Blas el parado. - Está detenido porque a mucha gente no le sentaron bien las croquetas. - Las habrá vendido a gente pija, en cambio mis clientes tienen el paladar y el estómago enladrillado porque son los que rebuscan en los contenedores y comen lo que encuentran allí. Ya lo dice el refrán: donde hay hambre, no hay pan duro.

Un concierto de pitos debajo de casa me anunció la llegada de la abuela. - "¿Qué demonios has hecho con tanto pollo?" - Croquetas. - Me miró de arriba abajo con cara de no creérselo. - "¿Veinte pollos convertidos en croquetas?" - Para Blas el parado que estaba pasando una mala racha... Aunque ahora está peor. - "Quién está muy mal es Bedulio. Lo ingresaron anoche. Le sentaron mal unas... ¡croquetas! ¡¿Las tuyas?! ¿Qué les pusiste, alma de cántaro?" - Un palillo.

Mientras comíamos arroz a la cubana, la abuela me puso unas condiciones que no tuve más remedio que aceptar o me quedo sin la Torre del Paseo Marítimo el día de mañana. Tengo que pagarle los pollos que hice anotar en su cuenta. Pregonar por las esquinas de la ciudad que las corquetas las he hecho yo, para lavar su buena reputación de croquetera. Culparme ante la policía de ser la envenenadora del polo-croqueta para que suelten a Blas el parado. Aceptar las consecuencias penales si muere Bedulio o cualquier otro afectado. Pegar carteles negando ser la nieta de mi abuela.... - ¡Y mi vecina! (soltó la Cotilla)... etc. etc. etc.

Repantingadas en los sofás, con el chinchón a mano, nos dispusimos a ver el Tour mientras gruesos lagrimones rodaban por mis mejillas. - Y encima, la Cotilla no me da una parte de las ganancias... ¡buaaaaaa! - "¡Calla, calla, que empieza la carrera" - ¿Traigo a Pascual... para que la vea? (dije entre suspiros) - "Sí... también... le gusta...zzzzzzzz" - ¿Ha venido... Pasc... zzzzzz? - Coloqué a la sirena sobre mi teta enorme, mojé el dedo en chinchón y se lo puse en la boca. - Toma... pero no... me... muerdzzzzzzzzzzzzz


lunes, 20 de julio de 2015

Pollos croqueteros.

He visto a Blas el parado en la calle. Estaba en un semáforo vendiendo kleneex. Y no tenía buen aspecto. Al saludarle se ha avergonzado. Entonces me he rebotado. - ¡No tienes que avergonzarte, hombre! Eres una víctima. Hablaré con mi abuela y hará croquetas para que las vendas como antes. - Hasta que no sienten a la Infanta en el banquillo, pocas voy a vender. - Tendremos que pensar en otro tipo de clientes que no sean periodistas o curiosos.

Al llegar a casa he llamado a la Torre del Paseo Marítimo y después de mucho insistir, me ha contestado la Momia. - Hola, biznietastra ¡que alegría oírte! - Lo mismo digo ¿Cómo estás? - Estupendamente. Me está haciendo la manicura un chico guapísimo que me recomendó tu abuela, que, además de dejarme unas manos preciosas, me alegra la vista. No para de decirme que tengo una piel finísima... - ¿Aterciopelada? - No. Apergaminada jajajajajaja. - Dile a mi abuela que me llame, porfa. - ¿Eso quiere decir ¿por favor? Es que en mis tiempos terminábamos las frases. - Tus tiempos también son estos hasta que estires la pata. - Pues procuraré tenerla siempre encogida.

Pero la abuela no me llamó y decidí coger el toro por los cuernos. O sea: hacer yo las croquetas para Blas el parado. Así que que fui a la carnicería y pedí quince pollos de los que se emplean para hacer croquetas. El carnicero me miró asombrado. - ¿Eres la nieta de la señora tan simpática que tiene un rolls royce? - Sí... ¿Cómo lo has sabido? - Es que me ha contado muchas veces que tiene una cruz contigo. Y ahora veo por qué?... ¿Quince pollos? - Si no van a bastar pon veinte. Pero que sean croqueteros ¿eh?

Tuve que hacer dos viajes porque los pollos no cabían todos a la vez, en el carrito de la compra. Una vez en casa saqué cuanta olla, cacerola y cazo encontré para hervir tanta carne. Con todos los fuegos en marcha, más el horno que también usé para cocinarlos, en casa no se podía estar de calor.

Puse unos cuantos cubitos en el acuario de Pascualita porque la pobre estaba asfixiada. Se me ocurrió hacerle un abanico con un trocito de periódico y le enseñé a usarlo pero lo mojó y se estropeó. entonces la coloqué en plan broche y me lo prendí en la bata de andar por casa, sobre el pecho prominente, hacía cuatro del otro porque la abuela, al venir a verme al hospital, me arrancó de cuajo a Pascualita antes de que los médicos se dieran cuenta de que lo que les había contado del proyecto de hermano gemelo que llevaba pegado, era una trola y lo examinaran a fondo. Ahora iba descompensada y caminaba un poco de lado.

Estuve tres días sin hacer nada más que croquetas. No tenían muy buena pinta pero se me ocurrió una idea genial que puse en seguida en práctica. Les ponía un palillo en un extremo y las congelé. Eran polos de croqueta. Fui a buscar a Blas el parado a su semáforo y le llevé un taper lleno de polos. - En vez de kleneex, vende esto. Te lo quitarán de las manos. Y en cuanto se acaben ven a por más. Tengo muchos.

Al día siguiente vino la mujer de Blas a verme. Lo habían detenido por vender comida sin autorización ni haber pasado por Sanidad. Los hospitales públicos estaban desbordados de gente que llegaba con problemas intestinales gracias a las croquetas-polo. - Es raro que le hayan salido tan malas a tu abuela, con lo ricas que le salían.

Cuando quedé sola le di un polo a Pascualita, lo mordió y escupió, después saltó del broche a mi nariz y ahora apenas veo de lo hinchados que tengo los ojos. Hace un rato he probado un polo y está asqueroso... Creo que la pasta se ha estropeado por el calor... y la harina que le puse no era harina... sino bicarbonato. Tenía tanto trabajo que no miré lo que echaba... Tendré que tirarlo todo a la basura y lo peor será aguantar a la abuela, primero por lo malas que me han salido las croquetas y segundo porque dije al carnicero que le apuntara los pollos en su cuenta. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿Qué haces? ¿Vas a tirar estas croquetas? - Es que... - ¡Manirrota! Trae acá que yo las venderé esta noche. - ¿Me dará un tanto por ciento? - ¿De qué? Si las ibas a tirar... - Siempre salgo perdiendo con esta mujer.


domingo, 19 de julio de 2015

Churruscaditas.

Andresito ha llegado cargado de ensaimadas recién hechas que olían a gloria y han puesto los dientes largos a los vecinos que se han cruzado con él en la escalera. Venía a hacer las paces con la abuela. Pero ella tenía otros planes y le ha incomodado su visita. - "Con el tiempo que hace que no desayuno tranquilamente con Pascualita, llega éste lo fastidia" (me dijo) - El pobre viene en son de paz, como Artur Más cuando fue a visitar al Rey. No lo puedes echar con cajas destempladas. - "Según lo que me traiga" - ¡Ensaimadas! - "Le pediré que me regale la flor azul que crece cada cinco años en una de las montañas del Tibet. Así estaré una buena temporada sin verle" - ¿Y cómo quieres que vaya, en una alfombra voladora? Andresito no te estorba para estar con Pascualita sino con el señor Li. - "¡Que sabrás tú!"

Preparé cola caos y dejé que la sirena se lanzara desde lo alto del frutero a su taza y pusiera perdida la mesa y el suelo, mientras los abuelitos intentaban entenderse entre sí. Al cabo de un rato, Andresito entró de repente en la cocina y no se me ocurrió otra cosa para esconder a la sirena, que darle la vuelta a la jarra de la leche, derramándola toda y dejar bajo ella a Pascualita. - ¡Nena! ¿qué haces? - gritó el abuelito. - Todas las mañanas hago el mismo conjuro. Dicen los indios siux que es una bonita manera de empezar el día. - Me miró, movió la cabeza apesadumbrado y murmuró: Tiene a quién parecerse, la pobre.

- Bueno, me voy a la playa (dije al cabo de un rato) A ver lo que hacéis, pillines, que os dejo solitos. - "Este, sin pastillita azul, hace poca cosa" (la abuela tiraba a dar) - No digas esto delante de ella, mujer. - "Es tonta pero tiene ratos de lucidez, sobre todo tratándose de temas sexuales" - Viendo que la cosa se ponía fea, me colgué el termo de los chinos con Pascualita dentro y... la abuela me dio un tiró que por poco me ahoga - "¡Con esto, no!" - ¡Avemariapurísimaaaaaaa! ¿Qué le has robado a tu abuela, jodía? - ¡Nada! Me llevo el termo con agua por si tengo sed. - La Cotilla miró a su amiga con los ojos muy abiertos. - Con los posibles que tiene tu marido, que te compre uno de los buenos, no como éste que es de los chinos.

Al abrir la puerta me di de morros contra el señor Li. - Yo venil vel abuela. Tenel que coltejar juntos jijijijijijijiji Sel buena idea complal aelopuelto balato. - Salí por pies. No queria estar en medio de aquel berengenal.

Después de un largo baño reconfortante en el mar junto a Pascualita, metida en la bolsa de acero, nos tendimos en la toalla para secarnos al sol. Me desperté cuando alguien me echó un cubo de agua. - ¡Señora, se está achicharrando! Lleva dos horas durmiendo y como no se ha dado la vuelta está como un asado a medio hacer: tostada por delante y blanca por detrás. - No me quedó más remedio que girarme y dormir otras dos horas... Desperté en el hospital, en la sala de grandes quemados. Sentía un fortísimo dolor en uno de mis pechos. El motivo era Pascualita. Estaba agarrada con uñas y dientes y así llevaba sin moverse, horas. Los medios dijeron que me extirparían "este tejido adiposo, parecido a una salchicha churruscada" - ¡No, por favor! Nació conmigo. Iba a ser mi hermano gemelo y le tengo mucho cariño. - No es estético aunque tampoco lo es la gran diferencia de una teta a la otra (comentó una enfermera) - ¡Pero es mi hermano! (la voz me salió dramática y convincente) - Tranquila, nadie le quitará al monstruíto (dijo un médico andaluz con muy buena pinta) - Tranquilizada, pedí de beber - ¿Puedo tomar un chinchón on tke rocks? - Caí en un hondo sopor mientras las risas se perdían en una nebulosa.

sábado, 18 de julio de 2015

¡A por el chino!

La abuela está muy enfadada con el señor Li y de paso, con Andresito aunque, desde mi punto de vista, no tenga nada que ver una cosa con la otra. Le ha dolido que el chino, al que ella creía su amigo, no le dijera nada de la subasta del aeropuerto de Ciudad Real. - El hombre no querría levantar la liebre y así lo ha podido comprar barato. - "¡No lo defiendas, encima! Hubiese podido fardar delante de mis amigas ricachonas, de tener un aeropuerto privado. Ellas tiene avionetas. A su lado, yo sería como el rey de Arabia Saudí, una potentada. Pero el señor Li me ha jugado una mala pasada." - Ha demostrado ser un buen comerciante. No se fía ni de su madre cuando hace negocios.

- "Por cierto. Esta noche dormiré en tu casa" - ¿Te has peleado con tu marido? - Me ha dicho que, aunque el señor Li nos hubiese puesto al corriente de la subasta, él no hubiese pagado ni un euro ¿Te imaginas que ser más pusilámine es tu abuelito de las narices? Le he cantado las cuarenta y no quiero saber nada más de él. Le he dicho que todos los meses me ingrese un buen pico en el banco, total, se le van a apolillar los billetes en el banco al paso que va, y el resto de los días, que me olvide" - Te has pasado siete pueblos, abuela... - "¡Y más que me pasaré! Voy a conquistar al chino y en cuanto lo tenga en el bote pido el divorcio a Andresito, me caso con el señor Li y me convierto en la dueña y señora de un aeropuerto privado" - ¿Estás diciendo que voy a tener un abuelito chino?... ¿No te das cuenta de que puedo acabar traumatizada con tanto abuelo y tanto cambio? - "Además, Li es más joven que Andresito. No creo que necesite ninguna pastilla azul para ser un tigre en la cama y quién te dice que no tengamos un hijo..." - Ya te estás yendo por los Cerros de Úbeda, abuela. - "Pues vete tú, encuentra un aceitunero altivo que, entre peonada y peonada de la recogida de olivas, tenga tiempo de hacerte un biznieto y me quedaré quieta en Palma junto al señor Li"

Menudo problema me ha caído encima. Además de tener que aguanta a mi abuela hasta que se le pase el cabreo con Andresito, solo falta que el señor Li se pase las horas muertas en mi casa, subyugado por el despliegue de armas de mujer que hará la abuela para cazarlo. Tendré que buscar un escondite para Pascualita. Si la encuentra ¡se la comerá!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaa! Tengo al chino en el bote. Bebe de mi mano. Pasa por el tubo cuando quiero... - "¿No estarás hablando de Li?" - ¿Li?... ¿le llamas así ahora? - "Desde que le he tirado los tejos y los ha recogido. Así que menos lobos, Caperucita. Li es para mi" - Estás casada. - "Así nuestra historia de amor tendrá más morbo. - ¡Se lo diré a Andresito! - "Por mi como si se la pica un pollo" - ¡Abuela, un respeto que es tu marido!

El señor Li vino a media mañana y se encontró a sus dos pretendientas, discutiendo por él. Contra todo pronóstico, pasó de ellas y vino a hablar conmigo. - Quelel gambas goldas. Tu vendel a mi. ¡Muchas! Yo vendel en tienda. - Ya no me queda ninguna. - ¡Tu mentil, cabeza de chol.lito. Yo enfadal - ¡Váyase a pasear por su aeropuerto, mostrenco! - ¿Mostlenco sel malo? - Supongo. - Yo dal a ti puñetazo.

Al final tuve que correr dando vueltas a la mesa del comedor, para que no me pillara. De reojo vi a Pascualita subida al borde del acuario y al volver a pasar junto a ella, la cogí y se la tiré al señor Li que no paraba de gritar ¡Banzai, banzái!  Pascualita le clavó los dientes envenenados en el lóbulo de la oreja derecha. El hombre sangraba como un toro de lidia y daba unos saltos descomunales. A la Cotilla le dio por reír y encender velas para el nuevo altar de los Amigos de lo Ajeno. Momento que aproveché para arrancar a la sirena de su presa y metérmela en el bolsillo. Para cuando el señor Li se calmó, nosotras nos estábamos terminando la primera botella de chinchón.

viernes, 17 de julio de 2015

¡Aeropuerto por 10. 000 euros, oiga!

Esta mañana ya no hacía tanto frío en casa y he pensado que la Cotilla había hecho algo al respecto. Pues sí, ha llenado la casa de velones encendidos y fotos de Luis Bárcenas. Más que un altar a lo bestia, parecía un auto de fe y que al tal Luis solo le faltaba el capirote y el sambenito y ser condenado a la hoguera. Me ha dado un repelús al pensarlo porque ¿y si el Torquemada de turno se equivoca de reo y me condena a mi? El frío me hace desvariar pero, en serio,  no quiero convertirme en barbacoa.

He apagado todas las velas y he desayunado con el anorak puesto. A Pascualita la he metido en un cazo con agua de mar caliente y entre esto y un cola cao bien caliente, nos hemos comido unos croasanes horneados cuando Franco era cabo, que trajo un día la Cotilla.

La abuela ha entrado en casa como un ciclón. - "¡Si Pascualita está contigo, escóndela. Rápido!" (gritó desde la entrada) - Como parecía urgente, la cogí de la cola, y la lancé, a través del comedor, al acuario... Lástima que fallé por muy poco y se dio un golpe en la cabeza que la dejó KO. No dije nada a la abuela para no tener que discutir y, con disimulo, empujé a la sirena bajo el aparador. - ¿Qué pasa? - "¡Viene el señor Li!" 

Llamaron a la puerta. Era el señor Li. Y realmente le pasaba algo. Estaba excitado... ¿Venía en busca de sexo?... Francamente, con la tripa llena y el frío que hacía, no estaba yo para juergas erótico-festivas. - Verá, señor Li... si va a ser un aquí te pillo, aquí te mato, vale, porque a nadie le amarga un dulce pero lo de desnudarme estando a bajo cero, va a ser que no. - Todo esto lo dije tiritando y tal vez, no entendiera bien mis palabras porque me salió por peteneras mientras la abuela, que sí lo había entendido, puso los ojos en blanco y dijo una de sus frases favoritas - "¡Que cruz tengo contigo!"

- ¿Qué decil Nieta? - "El frío le afecta al cerebro" - Yo dal noticia, Abuela. Yo tenel que subil plecios polque complal cosa buena, bonita y balata. - "¿Más caros? Entonces volveré a las tiendas de toda la vida" - ¡Nooooooo, Abuela! Tu complar a mi. Yo necesital dinelito. Tu y tu malido, licos. Yo poble comelciante chino. - ¡Que jodío!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿quién ha apagado las velas? ¡Encendédlas! Bárcenas ha recurrido la sentencia ¡Quiere que le admitan en su antiguo trabajo! Es admirable el tesón que tiene. ¡Hay que ayudarle! - Casi hicimos un trato, Cotilla y el aire acondicionado sigue aquí, helándonos. - Entonces la vecina reparó en el señor Li. - ¡Enhorabuena, amigo. ¡Quiero ser su socia! - "Tu no eres china" (razonó la abuela) - Puedo estirarme los ojos con celo. ¡Ha comprado el aeropuerto de Ciudad Real por 10.000 euros, el tío! - "Si llego a saber que venden algo tan barato le hubiese dicho a Andresito que lo comprara. Podríamos haber hecho una urbanización"

- Chino sel comelciante. Españoles pedil 40 millones de eulos pero no valel tanto. Pocos aviones allí. Yo hacel ofelta lazonable para mi y como nadie oflecel otla, ¡aelopuelto sel mio! jijijijijijijiji Ahola, muchos chinos en Ciudad Leal que il y venil de China a España y de España a China jijijijijijijijiji ¡Yo contento! Tu (me dijo) tlael gambas goldas pala celeblar buena jugada china jijijijijijijijiji - Gambas no tengo. - ¡¡¡Sí, tenel. Milal, milar, col.lel pol suelo!!! (Pascualita se había repuesto y reptaba hacia mi para vengarse)

No tuve más remedio que dejar al señor Li fuera de combate con ayuda de un jarrón que le regalaron a la abuela cuando se casó en primeras núpcias. Al volver en sí, ya llevaba en el cuerpo unas cuantas copas de chinchón que tragó sin enterarse. Y estaba contento - ¡¡¡Don Quijote ahola sel chino... ¡hip!... y la Mancha sel ... ¡hip!... La Mancha de la China!!! - "Dale más chinchón ¡A ver si se calla!"

jueves, 16 de julio de 2015

¡Otro altar!

He dejado de meter cosas en la nevera. Dejándolas en la mesa de la cocina están fresquísimas. He sacado las faldas de invierno de la camilla y he encendido las estufas de butano, por lo menos mientras no esté la Cotilla con sus clientes. Pascualita y yo nos pasamos las horas en el balcón, al sol, achicharrándonos. Parezco uno de esos turistas, rojos como tomates, a los que se les cae la piel a tiras pero es que no soporto la temperatura siberiana que hay en casa.

He intentado razonar con la Cotilla diciéndole que el aparato está roto y por eso lo tiraron al contenedor pero, como su negocio va viento en popa, no quiere saber nada.

A mediodía la vecina ha venido cargada de cirios, otra vez. Estaba compungida, llorosa y enfadada a la vez. - ¿No va bien el negocio, Cotilla? - Va viento en popa. A este paso tendré que abrir una cuenta en el banco para poner mi dinero a plazo fijo. - Hacienda acabará fijándose en usted jejejejeje. - ¿Hacienda somos todos? - Yo diría que Hacienda es Montoro. - ¡Huy, que miedo!... Tendré que buscar un escondrijo... - Puedo guardarlo yo. - Deja, deja. Prefiero dejárselo al Dioni. - ¡¡¡Oiga!!!

- Tengo que montar un nuevo altar. No me queda más remedio. - Hágalo en casa del Dioni. - Que rencorosa eres... Mi gurú, Bárcenas, necesita ayuda. Está pidiendo lo que es suyo ante un juez y me temo que no se lo den. Y todo por la mala publicidad que le han hecho al pobre... Pondré una imagen de San Cucufato junto a la foto de mi Luís. - No le va a servir de nada porque, con la temperatura que tenemos, gracias a usted, San Cucufato se congelará, atributos sexuales incluídos... Vamos a hacer un trato. Usted se lleva el dichoso aire acondicionado y yo le dejo que monte el altar. - Le diré a tu abuela que me haces chantaje. - ¡Huy, que miedo!

Naturalmente, la Cotilla se chivó y la abuela no tardó en llegar y envolverse en su abrigo de visón rojo. - "¿Ahora te dedicas al chantaje? ¿Pero que clase de persona eres? ¿Qué he criado yo? ¡Que cruz tengo contigo! ¡¡¡EL AIRE ACONDICIONADO SE QUEDA DONDE ESTÁ!!!" - ¡Es MI casa! - "¡Es NUESTRO negocio!"  - ¡¿Te da un tanto por ciento de sus ganancias y a mi no?! - "¿Eres su amiga de toda la vida? NO. Soy yo" - Pero es.. - "¡Ni es, ni leches!"

Para calmar el mal rollo, la abuela hizo una comida exquisita, enfundada en un traje de neopreno. Pascualita y yo, sentadas a la mesa de la cocina, temblábamos como hojas en la tormenta y castañeábamos los dientes. Desde la salita, la Cotilla gritó: - ¿Quién toca tan mal las castañuelas?

Antes de comer estuvo montado el altar. La vecina, en plan sacerdotiza esquimal, rogó porque el PP admitiera, como contable, a Luis Bárcenas por despido improcedente, a pesar de haber sido en diferido y no sé cuantas tonterías más. - Tienen que admitirlo. Es un buen contable. Los sobres llegaban puntuales a los bolsillos de sus jefes. Además, es un gran ahorrador, que es lo que se necesita en tiempos de crisis. Basta ver la fortuna que, euro a euro, como una hormiguita, fue ingresando en su hucha de paraísos fiscales. - ¿Hucha? - Un hombre de su valía no puede acabar en el paro... - Pregúntele a Blas el parado, quién es más válido, si un corrupto o una persona honrada. - ¿Blas es corrupto?... No sabía nada... - Está visto que no hay peor sordo que el que no quiere oir.

miércoles, 15 de julio de 2015

La Cotilla monta un negocio.

Andresito le ha comprado a la abuela un abrigo de visón, teñido en varios tonos rojos, para que pueda venir a mi casa. Está encantada y le ha prohibído que mande unos obreros a quitar la antigüalla de aire acondicionado que trajo la Cotilla.

Encima está enfadada conmigo porque fui quién le pidió al abuelito que se deshiciera del trasto ese. - "No te mereces que te deje en herencia la Torre del Paseo Marítimo ¡Egoísta! Si por ti fuese ahora no tendría este maravilloso abrigo de pieles. En cambio, gracias a MI AMIGA, soy la envidia de mis vecinas ricachonas. Y, a pesar de las olas de calor que no paran de llegar a la isla, puedo lucirlo a diario" - ¡Ponlo en tu casa y llévate de paso a TU AMIGA! - "No puedo pasear por mis salones abrigo en ristre. Ser rico es muy cansado porque siempre tienes que estar pendiente del qué dirán y de ir  siempre dos pasos por delante de los demás" - A mi me basta conque mandes a Geooorge a la farmacia a por aspirinas porque estoy cogiendo un trancazo de campeonato.

Cuando la abuela entra en casa, corre hasta el acuario, coge a Pascualita y la mete en uno de los bolsillos de su abrigo. Allí el pobre bicho entra en calor. Yo creo que nació en algún lugar tropical porque, en cuanto se le hiela el agua, se vuelve azul-morada-verdosa y me da grima.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! - ¡Ya se está llevando la porquería esa que trajo! (le grité a la Cotilla, fuera de mi) - ¡Ni hablar! He montado un negocio que me va a hacer más rica que tu abuela y en lugar de un mayordomo, tendré dos. He organizado tandas de doce personas, agobiadas por el calor, que pasarán media hora aquí, helándose, previo pago de 5 euros cada una. - ¿Y cuánto me dará a mi? - Los buenos días y vas que chutas. - ¡Es mi casa! - ¡Es mi aire acondicionado y te recuerdo que hace un momento le has llamado PORQUERÍA!

Lo que no me dijo es que el negocio era de 24 horas. De noche, cuando el bochorno no deja dormir, las visitas pagaban 10 euros cada uno. Luego se iban fresquitos a su casa y dormían a pierna suelta.

Mientras la abuela aplaudía el ingenio comercial de la Cotilla, llegó el señor Li con una caja bajo el brazo y me dijo. - ¿Tú lompel licuadola? - No, señor. Explotó ella sola. -Yo legalal licuadola a ti... (me dio la caja) - ¡Vaya, que detalle, señor Li! - ¿Gustal? Pues ahola tú legalal a mi otla cosa.

Me desconcertó aquella petición. - ¿Y qué quiere? - Tu sabel... ¡Gamba golda! - Pero... pero... no tengo ninguna... - ¡Oh, si. Esta casa estal congelada pala que gambas goldas no estlopealse ... Tu buscal.  - ¡La madre que parió al chino! - Tan oportuna como siempre, Pascualita saltó del bolsillo del abrigo, donde debía hacer un calor sofocante y cayó sobre la mesa del comedor. Los ojos oblícuos del hombre fueron más rápidos que mis manos entumecidas de frío. - ¡Milal, Hay una! - Los dos saltamos a la vez a por la sirena. Y de repente el señor Li se conviertió en el Pequeño Saltamontes y me hizo una llave de kun fú que aún no me explico como he podido desenredarme.

Como un poseso, el chino gritaba. - ¡¡¡Licual gamba. Licual gambaaaaaa!!! - Afortunadamente, el frío se adueñó del cuerpo del señor Li y sus movimientos se fueron ralentizando hasta quedarse quieto. - ¿Se ha muerto de pie? (pregunté) - "Le falta nada y menos. Se está congelando" (la abuela, acostumbrada a lidiar con muertes violentas, no perdió la calma. La Cotilla, que veía una gamba donde nosotras veíamos una sirena, cogió el teléfono y llamó a los municipales - Oiga ¿Está Bedulio?... Que venga.

martes, 14 de julio de 2015

El chollo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Ayúdame, Nena! - Ante una llamada así toca correr a ver qué es lo que pasa... si son las doce del mediodía pero, a las seis de la madrugada me pudo más el sueño que la curiosidad.

Después vino el zarandeo - ¡Levántate, boba de Coria! Traigo un chollo que pesa mucho y no puedo dejarlo en la escalerea ¡Nos lo van a quitar! - Debí darle un manotazo por me pareció oír como algo pesado caía a plomo seguido de una retahíla de tacos que, dormida y todo, me hicieron sonrojar. Sin abrir los ojos para no perder comba en el sueño que tenía empezado, alargué el brazo hasta tocar una zapatilla y la tiré con la intención de darle en plena boca para que se callara y se largara. Pero fallé y la Cotilla me tiró al suelo. - ¡Vamos de una vez!

Accedí para que se callara - ¿Qué pasa? - He encontrado un chollo en un contenedor de basura de barrio rico: ¡un aire acondicionado! Se acabó pasar calor en esta casa, que más parece un horno que un hogar. - Hale, pues ya se está largando caminito de Jeréz. (aproveché para tirarle una indirecta pero, como siempre, se hizo la sorda)

La Cotilla corría escaleras abajo y al llegar a la entrada la oí suspirar - ¡Aún está aquí!- En el suelo había un aparato de cuando se inventó el aire acondicionado, que pesaba un quintal. - Vamos a meterlo en el ascensor. - Hay cosas que son muy fáciles de decir pero muy difíciles de hacer. Por más que empujábamos, no conseguíamos moverlo. - ¡Llama a Bedulio! (me sugirió)

Tenía tantas ganas de volver a la cama que acaté su órden sin rechistar para acabar con aquella historia cuanto antes. - A quién cogió el teléfono le comenté que había sucedido algo irreparable que solo el policía Bedulio era capáz de desentrañar. - ¿A qué clase de delito se refiere, señora? - Entonces yo grité - ¡Que venga Bedulio, por Dios! (un día me darán un Oscar)

El coche de los municipales se presentó ipso facto y Bedulio y su compañero, entraron, porra en mano, mirando a diestro y siniestro. - ¿Dónde está la escena del crimen? - Aquí la tienes (dije, señalando el armatoste) y ésta (ahora señalé a la Cotilla) es la futura víctima.

El compañero se rascó la cabeza. - No entiendo nada. - No te esfuerces. Te lo digo por experiencia (dijo el Municipal con un deje paciencia en su voz) - Y así fue como, con la ayuda de los municipales, metimos el aparato en el ascensor y de allí a mi casa. - Ahora, vamos a montarlo. (sentenció la Cotilla)

Cuando los Municipales se fueron, cansadísimos y con unas copas de chinchón de más, en casa hacía un frío polar que nos obligó a desayunar con el anorak puesto. Y mientras la Cotilla se fue a dormir con tres mantas encima, aproveché para calentar agua de mar y llenar con ella el acuario de Pascualita que tiritaba envuelta en algas.

A mediodía volvió Bedulio. Traía una multa por la denuncia que me habían puesto los vecinos esta madrugada por escándalo público. - ¿Hemos hecho escándalo? - Parece ser que si. - ¡No pienso pagar la multa! - No te va a quedar otra. - Págala tu y tu compañero que habéis sido los escandalosos. - ¡Ni hablar! Encima que os hemos ayudado. - ¿Quién daba golpes por las paredes? ¿Quién ha hecho este desconchón en la pared? ¿quién ha rallado el suelo?... ¿sigo? - No es justo (se quejó Bedulio mientras sacaba el dinero de la cartera para pagarla - ¿Una copita para quitarte el malhumor, Bedulio? - Mejor... para... quitarme...el... fr... fri... fríoooooo.

lunes, 13 de julio de 2015

Se lleva la playa.

La abuela ha venido temprano. - ¿Tu marido te ha echado de casa? - "Vengo a despedirme ¿A qué hora sale tu avión?" - A ninguna... ¿Estás bien? - "Hace un minuto estaba mejor ¿No me dijiste no sé qué de abandonar el nido?" - Sí. - "¿No era hoy?" - Pues... no. - "Mira que te gusta darle vueltas a las cosas. Si dices que te vas, vete y ya está"

Con el ceño fruncido ha salido al balcón a gritarle a Geoooorge, que dormitaba sobre el volante del rolls royce, que comprara ensaimadas para desayunar. Se oyeron voces de protesta del algunos vecinos a los que acababa de partirles el último sueño por la mitad. - Abuela, no son horas de ponerte a gritar. - "¿Que no? Mira: ¡¡¡Geooooooge , trae ensaimadaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!"

 - Pareces enfadada (le dije mientras Pascualita se relamía los deditos) - "Desencantada, más bien" - ¿Y eso? - "Para una nieta que tengo va y me sale indecisa" - ¿Quién? - "Y tonta del culo" (se dirigía a la sirena que hizo la señal de OK) - "Que cruz me ha caído encima" - No sabía que teníais un crucifijo sobre la cama, abuela... La última vez no vi ninguno. ¿De quién ha sido la idea? De Andresito, seguro porque a ti, con lo anárquica y atea que eres, no se te habrá ocurrido jajajajajaja ¿No estaba bien clavado?  ¡A ver el chichón que te hizo! - "¡Quita, coñe, que eres tonta hasta decir basta!" - Tampoco hay que ponerse así... jijijijijijiji - "¿De qué te ríes ahora, boba de Coria?" - ¡De la bronca que se habrá llevado Geoooorge por no poner fuerte el clavo! jajajajajajaja

La abuela me miró, movió la cabeza y dijo: "Definitivamente, no le des mi dirección a los indios jivaros. Que se queden con tu cabeza y se hagan un taparrabos con ella"

Dijo que necesitaba tomar el aire y nos fuimos a la playa. Había dos o tres personas solamente. Me metí en el agua y tuve la sensación de ser la dueña de aquel lugar . Nadé un buen rato hasta que, ya cansada, regresé a la orilla. Entonces me fijé en un hombre que se llevaba la arena en cubos vacíos de pintura. Sentí que la rabia me dominaba y grité, como una hora antes lo había echo la abuela: - ¡¡¡Ladrón. No te lleves la playaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!

De vuelta en casa nos duchamos las tres. Llevábamos arena hasta en el cerebro. Mi grito asustó a la abuela que estaba jugando con Pascualita. Del respingo que dio, se le escapó de las manos y tuvo que hacerle un placaje cuando la vio reptar a toda velocidad, hacia la orilla del mar.

Yo había atacado al ladrón al grito de ¡la playa es mía! Le quité el cubo que estaba llenando, con tal fuerza, que me lo volqué encima y cada vez que hablo mastico arena. La abuela ha dicho que ya no vendrá más conmigo por la vergüenza que le hago pasar - ¿Preferirías que se llevase la playa? (dije, ofendida) - "¡Toma chinchón y calla! Ya te despertaré cuando den el Tour" - Hoy es día de descanso (le recordé) - "Por eso lo digo"


domingo, 12 de julio de 2015

Salir del nido.

Pascualita ha saltado varias veces, del acuario a la ventana del comedor y siempre se ha estrellado contra el cristal. Por eso lleva un rato bizca perdida. ¿Querrá irse a recorrer mundo?... Yo tendría que hacer lo mismo. Huir de la monotonía. Ver caras nuevas. Otros paisajes. Otrs costumbres. Otras comidas... de todas maneras, si no me gustasen, siempre tendría a mano una bolsa de quelitas, como buena mallorquina. Y como a Pascualita también le gustan, no pasaríamos hambre.

Un momento... Estoy dando por descontado que la sirena quiere venir conmigo o yo quiero ir con ella... Hum... Si se trata de "salir del nido" lo mejor es que cada una vaya por su lado a buscarse la vida. Tendré que hablar con la abuela para que me de su opinión.

- Geoooorge ¿está la abuela? - Madame ahora pintar ojo. - Dile que se ponga, plis (desde que tenemos a Geooorge mi inglés ha mejorado mucho) - No poder. Pintar ojo. - Lo que tengo que decirle es mucho más importante que su ojo maquillado (la voz me salió alterada) - No ser ojo de madame. Ser ojo cuadrou. - ¿Está pintando un cuadro? ¿Mi abuela? Si no tiene ni idea. - Restaurar cuadrou. - La que va a liar. ¿De quién es el cuadro? - Ser de mister Andres. Ella regalar a él. - Geooorge, no te enteras de nada. ¿Cómo le va a regalar una cosa que ya es suya? - Madame decir a mi. - Dile que se ponga ¡jopé ya!

- "Nena ¿qué pasa? ¿No te ha dicho mi mayordomo que estaba ocupada? - ¡Yes!... digo, sí. Pero tengo que consultarte algo muy importante... Por cierto ¿restauras un cuadro? - "Es para regalar a Andresito. Estará encantado cuando lo vea. El otro día le propuse dar un aire de modernidad a la Torre del Paseo Marítimo y aprovechando que estará unos dias de viaje, he cambiado los muebles oscuros y deprimentes por otros de Ikea, claros y funcionales. ¿Te acuerdas del cuadro que dice que es de Velázquez? pues lo estoy transformando en una pintura naïf. Llenaré las habitaciones de color y eso hará que nuestra vida sexual sea mucho más activa" - Creo que te estás metiendo en camisa de once varas, abuela.

Después le conté la idea que, tanto Pascualita como yo, teníamos de cambiar de aires. - "Me parece perfecto. Pero no te quedes a dos manzanas de aquí. Coge el avión que te lleve más lejos... Por ejemplo a Papúa Nueva Guinea y de paso te llevas a Pepe. Le gustará recordar sus vivencias en ese lugar" - ¿Como cuando le cortaron la cabeza y se la redujeron al tamaño de un llavero? No sé, no sé... ¿Y si me hacen a mi lo mismo, abuela? - "Pues déjales a los jivaros mi dirección y que te manden luego para acá. Nunca viene mal tener un llavero de repuesto" - ¡Abuela! - "En cuanto a Pascualita, ni hablar de largarse por ahí. Si no está cómoda en tu casa, vendrá a la mía" - Pero eso no es "salir del nido"... - "Del nido ya salió cuando la pescaron, alma cándida. Ahora, lo que necesita es un sireno como unas casas. Hablaré con los del Instituto Oceanográfico. Tal vez sepan dónde encontar uno"

Cuando, después de comer me senté con la Cotilla a ver el Tour, me vino a la mente la conversación con la abuela ¡quería que me largara lejos de aquí! ¡Mi abuela no me quería!... Eso no era del todo cierto... zzzzz... Había dicho algo... zzzzzz... enternecedor... ¿Qué era? ... zzzzzz... Algo de... zzz... un llavero... zzzzzz... Me llevaría... zzzzzzz... en el bol... so... zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz


sábado, 11 de julio de 2015

Fumanchú ataca.

He ido muy temprano a la tienda de los chinos del señor Li ¡y estaba cerrada! Algo gordo debe haber pasado porque esta gente es la que más trabaja en el mundo. He quedado tan sorprendida que no sabía qué hacer: si irme o quedarme. Al final he decidido lo segundo y procurar enterarme de lo que ha pasado. Lástima que no sepa dónde vive el señor Li, iría a preguntarle.

He pensado que tal vez la abuela lo sabía. He cogido el móvil pero he recordado que no tiene saldo. Me da mucha pereza gastarme los euros en eso. La vez que lo comenté en casa, me pusieron a parir llamándome avara, rácana, de pertenecer a la cofradía de la virgen del puño, etc. etc. - "¿Para qué lo quieres entonces?" - Para no ser menos que los demás. Todo el mundo tiene un móvil. - ¡Yo no! (gritó la Cotilla) Regalamelo. - No. Así evito la retahíla de preguntas capciosas. - Yo no te haré ninguna. Regálamelo. - Que no. ¿Para qué lo quiere? - Para que me llame todo el mundo e ir hablando con ellos por la calle ¡que farde! - Yo hago lo mismo. - Pero si no tiene saldo. - Eso solo lo sé yo. - "¡No eres más tonta porque no te entrenas!" - ¡Que cruz tienes con ella!

Mientras pensaba que ahora me vendría bien tener saldo pasó el rolls royce de la abuela. Grité para que Geoorge me viera y se parara. Y eso hizo pero antes, alguien me tiró un zapato a la cabeza desde una ventana que vi como se cerraba. - ¡Oiga, se le ha caído un zapato! - ¡Calla ya y déjanos dormir!

- "¿Qué haces en la calle a éstas horas?" - Vengo a comprar una licuadora ¡y está cerrado! - "¿Y?" - Que esto es una tienda de chinos. Algo gordo habrá pasado. - "Estarán viendo el Encierro de los San Fermines?" - ¿Los chinos?... ¿Piensan copiarlo? ¿De dónde sacarán los toros? - "Nena, son demasiadas preguntas para éstas horas de la mañana. Ayer tarde pasé y también estaba cerrado. Veían el Tour de Francia o dormían en el sofá mientras lo daban, comno todo el mundo. - ¡¿También copiarán eso?! - Vamos a casa a desayunar y más tarde ya nos enfrentaremos a Fumanchú y su corte celestial china. Pero lo primero es lo primero: las ensaimadas calentitas nos esperan" - ¡Chist! No grites que nos la copiarán.

viernes, 10 de julio de 2015

La licuadora.

¡Que pereza tengoooooo! ¿Será por el calor o porque soy así? Solo me apetece ver películas de romanos y empaparme de lo bien que vivían los ricos de entonces: todo el santo día reclinados en unas camas llenas de almohadones. Ni para comer se levantaban. Ahora me sabe mal no tener al esclavo que vino el otro día a ofrecerse para trabajar por cuatro perras. Me traería la comida y luego un barreño para lavarme las manos y por último, me abanicaría con un abanico de plumas de avestruz. Lástima que ahora esté mal visto mandarlos a los leones si no cumplen bien sus tareas.

Antes de que calentara el sol he ido al mercado a por fruta. He traído la cesta llena. Es que el payés que la vendía está muy bueno. Tiene una mirada pícara y unos dientes perfectos y a cada pieza de fruta que pesaba en la báscula, decía - ¿Un poquito más? - Y yo, encandilada, decía - Sí, sí... - Claro que él miraba por su negocio y yo tenía la cabeza en otro sitio. He bajado de la nube cuando me ha dado la cuenta ¡Ni que me hubiera llevado media granja, vacas incluídas! Debería estar prohibido que los tíos buenos y simpáticos despacharan.

A ver qué hago yo ahora con tanta fruta. Le he dado a probar a Pascualita y salvo la sandía, todo lo demás lo ha escupido... He llamado a Bedulio al cuartel y me han dado su número de móvil porque está trabajando en la calle y yo he dicho que era urgente. Cuando el Municipal ha oído mi voz se ha sobresaltado y el teléfono se le ha caído al suelo. Tembloroso, ha preguntado - ¿Cómo sabes ... mi número? - Me lo ha dado el fantasma del abuelito. - De nuevo se le cayó el móvil al suelo. Hay que ver lo que me río con éste hombre. Es tan aprensivo.

- Te llamaba para que te pases por mi casa a recoger fruta... ¿oye?... ¿Bedulio, quiéres fruta?... ¡¡¡Bedulioooooo!!! - Por el ruído me ha parecido que ha tirado el móvil con fuerza contra la pared y lo ha roto.  Y sigo teniendo el mismo problema con la fruta. He llamado a la abuela y Geooorge me ha dicho que ya no saben que hacer con la suya. - A madame regalar frutau mister Tomeu. Amigo suyou... Mister Andresitou no contento. - La Cotilla tampoco quiso porque había cogido mucha de los contenedores del supermercado... Hablé con Pascualita.

- Voy a licuar la fruta. Conviene que veas cómo se hace por si, un día regresas a tu hábitat. Allí podrás licuar algas. Guardaré una parte del zumo en la nevera. El otro lo congelaré como cubitos y nos lo tomaremos con chinchón on the rocks. Ya verás cómo te gustará... Mira, se cortan trocitos, se ponen aquí, enchufas la licuadora, la pones en marcha y ... ¡¡¡AAAAAYYYYYYYYY!!!

Se oyó ¡¡¡POOOOMMMMM!!! y la licuadora explotó.

Hubo restos de fruta, restos del aparato, restos de líquido, por toda la cocina. Y mientras yo me sentaba, con las piernas temblando como flanes, Pascualita aplaudía a rabiar y hacía signo de OK con los deditos. - ¡Calla, jodía! - La Cotilla entró corriendo y al vecino de arriba le faltó tiempo para golpear con la escoba quejándose del ruído. - ¿Qué has hecho? - Nada... Ha... explotado... la licuadora... - ¿Nada? Las licuadoras no explotan. Que cruz tenemos contigo. Me voy a tomar un chinchón para quitarme el susto de encima. - Yo también quiero (dije, sobreponiéndome al temblor) - ¿Con la que has liado en la cocina? Primero es la obligación que la devoción ¡Hale, a limpiar!. - Y se fue tan tranquila a MI salita, a beberse MI chinchón.

jueves, 9 de julio de 2015

¿Tranquilidad? ¡Ja!

Cuando el calor aprieta, en lugar de irme a la playa, lleno dos barreños con agua fresca, los coloco delante del balcón abierto de par en par y me meto dentro. En uno me siento y en el otro meto los pies. Además tengo el abanico a mano y un vaso de cola cao fresquito.

También pongo un barreño para Pascualita con agua de mar. Y allí estamos las dos tan ricamente mientras Pepe nos "mira" desde la mesa del comedor. De cuando en cuando le tiramos un poquito de agua para que se refresque porque, aunque solo sea una cabeza jibarizada, cuando hace calor lo hace para todos.

Es el único medio que he encontrado de estar en remojo sin meterme en berenjenales. Aquí no hay gaviotas ladronas, ni rateros dispuestos a llevarse la bolsa en cuanto me dio la vuelta. Lo único que fastidia es que llamen al timbre, pero he decidido que no voy a contestar mientras esté metida en los barreños.

El timbre no tardó en sonar. Y así se tiró más tiempo del conveniente para mis nervios. Quién quiera que fuese no se cansaba. Pascualita, a la que debí contagiar mi nerviosismo, empezó a dar saltos mortales como una loca. Al final no pude más y grité: - ¡Ya vale! ¿No ves que no hay nadie, imbécil? - Unos minutos después entró la abuela - "¿Se puede saber por qué no abres la puerta, boba de Coria?" - Porque no estoy. - "Entonces, el mamarracho que se está dando un baño de pies y otro de culo, no eres tú?" - Soy yo pero lo de mamarracho sobra. - "Te aseguro que no. Has tenido a Geooorge media hora en el rellano. Traía los avios para una paella de marisco pero como no estás, nos los llevamos"  - ¡Si que estoy! ¿No me ves? - Geoooorge ha dicho que le has dicho que no estabas... ¿Es verdad?" - Sí. Pero no sabía quién era ¿por qué no lo ha dicho? - "Un mayordomo inglés no se pone a dar voces en la escalera. Tiene que mantener su prestigio" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Qué hace tu nieta con el culo en remojo?

Me costó mucho convencer a la abuela de que yo estaba en casa. La Cotilla estaba sorprendida - ¿Has dejado algo de chinchón? (preguntó a su amiga) - "No lo he tocado desde ayer noche en El Funeral. Si alguien te dice que no está en su casa ¿tu qué piensas?" - Pues... ¿es una pregunta con truco? ... ¿Qué no quiere ver a quién llama?. - "¡Bingo! ¿Te apetece una paella de marisco, Cotilla?" - Ya me estoy relamiendo. - ¡Yo también quiero! (protesté) - "¿Hay alguien hablando en ésta casa vacía?" - ¡No está vacía! Mira, está Pepe y Pascual... y yo. Estoy aquí ¿Me vez? ¡Yuuuuujú! - Los ojillos de la Cotilla brillaban de excitación - ¿Pascual comerá con nosotras? ¡Por fin voy a conocerle!

Coloqué a Pascualita en el frutero y se mimetizó con los plátanos. A ella también le gusta la paella aunque el marisco lo prefiere crudo y vivo. La Cotilla seguía dando la paliza a cuenta de Pascual y solo la distrajo de su monotema el tercer barreño. Mientras yo los recogía no pudo contenerse y preguntó: - Si en uno tenías el culo y en el otro los pies... ¿qué hacías con el tercero? - La abuela me miraba con la ceja levantada y la sonrisa torcida. - Era para... Pascual... Para que metiera dentro lo que qui-si-e-ra.

La Cotilla se volvió rápida hacia su amiga - ¡La traidora de tu nieta te quita a tu amante! - La voz de Andresito sonó a nuestra espalda - ¿El amante de quién?








miércoles, 8 de julio de 2015

Un día tranquilo.

He ido a la playa tempranito para refrescarme a gusto. Pero no me he ido sola porque alguien tiene que guardar la bolsa y la toalla mientras me baño. Venían Pascualita y Pepe. El pobre lleva sin salir de casa desde que lo encontramos en la tienda del señor Li y entre los mordiscos que se ha llevado de la sirena más los zurcidos de la abuela, cada vez tiene peor cara. Así que un poco de brisa marina he pensado que no le vendría mal.

Pascualita, como siempre, ha ido en el termo de los chinos y una vez en la playa la he puesto en la bolsa de rejilla de acero que una vez usamos para que pudiera disfrutar directamente del mar y la he colguado de uno de los tirantes del bañador.

Sobre la arena ha quedado la pequeña bolsa con la toalla, el peine, las gafas de sol y las llaves de casa y encima de todo, Pepe. He dejado la bolsa abierta para que pudiera ver el paisaje: la parte trasera de la Catedral, los barcos entrando y saliendo, las montañas que junto con el cielo y el mar, formaban una gama de azules muy atractiva. Y todo esto abierto a la bahía de Palma forman una hermosa postal. Pero Pepe, quizás por timidez, no abrió los ojos ni una sola vez... ni la boca.

Pascualita y Pepe son la cara y la cruz de una moneda. Si uno es callado y discreto, ella es todo lo contrario. No se conformaba con estar en remojo ¡quería que la soltara! Se puso pesadísima, saltando como una loca intentando romper la bolsa. Luego me tiró chorritos de agua envenenada a los ojos que pude evitar pero cuando me amenazó con su terrible dentadura de tiburón me enfadé tanto que di por terminado el baño.

Antes de llegar a la arena un chico se acercó corriendo a por mi bolsa. Al verle la intención grité para que alguien evitase el robo pero en la playa éramos cuatro y el cabo y nadie se movió porque estábamos desperdigados. El ladrón cogió la bolsa, miró dentro y soltó a la vez un grito y la bolsa. Le oí exclamar - ¡Que asco!

Pepe había salvado nuestras pertenencias. El pobre había caído al suelo y estaba rebozado en arena. Al ir a cogerlo, una ladrona se lo llevó: una gaviota que pasaba por allí. - ¡¡¡Eh, dáme eso!!! - le grité pero ella levantó el vuelo con la cabeza jibarizada en el pico. No me lo pensé dos veces y sacando a Pascualita del saco de acero, se la tiré a la gaviota. La sirena se agarró con saña para no caer y un segundo después los graznidos del ave atronaban la playa.

Bajaba, subía, hacía vuelos rasantes, corría por la playa como una borracha. Yo la perseguía con la toalla en plan capote. Cuando la tuve a tiro, le cubrí la cabeza con ella para evitar su pico y busqué al tacto a Pascualita. La arranqué de un fuerte tirón de una de las patas del pájaro que, en seguida, se hinchó espectacularmente. La gaviota no podía andar con aquella pata enorme que parecía un jamón de bellota.

Al volver a casa, sin más contratiempos, nos metimos los tres bajo la ducha. Medio minuto después salí corriendo con la sirena a punto de dar su último suspiro después de haber bebido agua dulce. Está visto que no puedo tener un día tranquilo.

martes, 7 de julio de 2015

El Tour

Encender la televisión y que salga el Tour de Francia es mano de santo para dormir una siesta reparadora. Después de comer, la Cotilla y yo nos hemos arrellanado en el tresillo de la salita y no he podido enterarme de por donde pasaría hoy la Serpiente Multicolor, como decían antaño,  porque la Cotilla parecía un fuelle roncando. Le di una patada en la espinilla. Medio abrió un ojo y dijo - ¿Humm...? - Por su culpa no voy a poder dormir hasta no saber por dónde vamos a ir hoy. - La vecina se removió en la butaca y dijo algo así: - Ajzzzzzzz oyazzzzzzz guazzzzzz jozzzzzz díazzzzzzzzz...

Coloqué a Pascualita en mi escote para que no se perdiera ninguna de las vicisitudes de los ciclistas: pinchazos, caídas, avituallamientos, cuando hacen pipí sin bajarse de la bicicleta, etc. Esto puedo hacerlo porque la etapa es llana. Si fuese de montaña, ni de coña me la pongo en el escote porque nos ponemos muy nerviosas viendo a la gente histérica y perdiendo la cordura y la compostura cuando van los ciclistas echando el bofe por la boca, montaña arriba - ¡Dejádlos pasar, idiotas! ¡No les cerréis el paso! ¡Ay, ay, ayyyyyyy que lo tiran esos cabrones! - Grito y salto contínuamente y a veces aplasto a la sirena y acabo con una teta más grande que la otra yllorando de dolor.

Cuando estaba la carrera en lo mejor, atravesando caminos polvorientos y adoquinados entre los campos de Bélgica, ha venido la abuela y me ha echado del sofá. Ha colocado a Pascualita en su escote y dos minutos después dormían como ceporros.

Hasta que no ha terminado la etapa no he sabido el nombre de las ciudades por donde han corrido. Y al saberlo me he quedado igual porque no me sonaban de nada y si tuviera que repetirlos ahora, no podría. Así que, mientras las dos amigas merendaban y se contaban sus cosas, yo daba cabezadas por los rincones, muerta de sueño.

Llamaron a la puerta. Eran Bedulio, vestido de municipal, acompañando a un hombre. - Ya sabes que no me gusta venir por aquí (dijo muy serio) y por supuesto, no pienso entrar en tu casa, pero me han ordenado que traiga a éste individuo y te convenza para que le des trabajo... ¿Te ha tocado la lotería? - Hola, ama (dijo el hombre) - De ama, nada, monada. Ya te dije que no puedo tener un esclavo... - Los ojos de Bedulio se desorbitaron - ¿Cómo que un esclavo? Eso ya no se lleva. - El dice que sí (le aclaré mientras señalaba al extraño) ¿Necesitas uno?

La abuela salió al recibidor - "Hola, guapo ¿Qué te trae por aquí?" - Traigo el esclavo de su nieta... ¿Ve cómo en ésta casa siempre pasan cosas raras? - "¿Desde cuándo tienes un esclavo, alma de cántaro? ¡¡¡Cotilla, mira, la nena tiene un esclavo sexual!!!"

Gracias al grito de la abuela llevo toda la tarde abriendo y cerrando la puerta de la calle porque muchas de las vecinas de la finca y de otras más alejadas (se ha corrido la voz) han venido a pedirme el esclavo... Al principio me he negado por respeto al hombre, más tarde he dicho que lo pensaré y al final he quedado que lo alquilaré por horas. La Cotilla se ha ofrecido para hacer de tesorera... Creo que le he dicho que sí muy rápido.

lunes, 6 de julio de 2015

Profesión: esclavo.

La noche en el balcón no ha sido todo lo agradable que esperaba. Hacía mil años que no escuchaba cantar a un grillo. Ya no puedo decir lo mismo porque me han dado un concierto en fa menor, con tocata y fuga. ¡La madre que parió a esos bichos!

Y de ese concierto he pasado a otro más escandaloso: el de los vecinos y vecinas, roncando a pleno pulmón. No me ha servido de nada chascar la lengua, ellos iban a lo suyo. Cuando, finalmente, di unas cabezadas, me tiraron un cubo de agua que apunto estuvo de ahogarme. - ¡Calla ya, pesada. Vete a roncar al monte! - Esa fue la gota que colmó el vaso. Entré en casa, puse la radio y la televisión a toda pastilla ¡Y se armó el belén! Poco después, las sirenas de los coches de policía atronaban la noche.

Los frenazos. Los gritos de los vecinos. Los gritos de los guardias. La radio y la tele. Los escobazos del vecino de arriba. Mis gritos diciendo que me habían ultrajado el amor propio. Los timbrazos en todos los pisos para que alguien abriera a la autoridad. Los golpes apresurados en las puertas. Los gritos perentorios del sargento al Municipal diciéndole que él también tenía que subir a mi casa para poner orden en aquel caos, mientras el pobre Bedulio decía que no con la cabeza y reculaba, poco a poco, hacia la esquina... Todo esto contribuyó a que nadie, en aquel tramo de calle, durmiera. Las fincas tenían todas las luces encendidas y se oían gritos histéricos. - ¡Ya está bien, cabrones! -¡Queremos dormir! - ¡¿Para qué leches pagamos impuestos?! - ¡La culpa la tiene el Alcalde! - ¡¿Cómo se llama?! - ¡¿Quién?! - ¡El alcalde nuevoooo! - ¡¿Y yo que sé?! - ¡Pues para que lo nombras, bobo de Coria! - ¡No me lo dirás a la cara! - ¡Baja a la calle si eres hombre! - ¡Huy, que más quisieras, ladrón!...

Cuando amaneció, los municipales aún estaban poniendo multas. ¡Que noche, por Dios! En cuanto vi a Pascualita arrastrándose hacia mi por una de las ramas del árbol, la cogí y la tiré al acuario. Esta vez no fallé pero a ella no le hizo ninguna gracia y salió a tirarme un chorrito de agua envenenada que pasó rozándome un ojo.

Luego llamaron a la puerta. Era un hombre que venía a pedir trabajo. - No necesito a nadie. Lo siento. - Todos necesitamos a alguien en un momento dado... (dijo, humildemente) - Ya, pero "mi momento dado" aún no ha llegado, caballero. - No me llame así, señora... Soy un esclavo, para servirla.

Le miré de arriba abajo. - Me está tomando el pelo. Un esclavo viste harapos, es cojo o manco y tiene la lengua muy suelta para convencer a la gente de las excelencias de su amo... Usted, perdone pero no da la talla.  Lleva traje, cartera y móvil ¿Cree que me chupo el dedo? - Le juro por mis muertos que soy un esclavo. Trabajo en un hotel. Hago más horas que un tonto y cobro cuatro perras. Tengo un contrato de cuatro horas que no me cubren nada porque no tendré paro cuando cierren el hotel y el día de mañana... ¡Aaaay! (suspiró) no cobraré la pensión. - ¡Vaya, nunca había visto un esclavo de verdad! ... Si se pusiera unas cadenas sería más convincente... - Ahora las cadenas se llaman hipotecas... Tengo una muy larga... - No sé que trabajo puedo darle... Pásese por aquí otro día porque hoy me coge con sueño atrasado y tengo el cerebro algo turbio... Pero, si quiere, puedo ofrecerle una copita de chinchón para alegrarle un poco el día.


domingo, 5 de julio de 2015

40º ¡Madre mía!

Esta madrugada me he despertado bañada en sudor y la primera reacción ha sido saltar de la cama para defenderme de la abuela que me había tirado un cubo de agua encima... hasta que me he dado cuenta de que estaba sola.

Las sábanas se podían escurrir de lo mojadas que estaban... Era imposible que yo hubiese sudado tal cantidad de agua. Soy una persona, no una manguera. Me asaltó una preocupación repentina... ¿y si, en realidad, soy una manguera y no me he enterado? A veces no queremos ver las cosas como son porque nos disgusta. Me coloqué frente al espejo del ropero con los ojos cerrados ¿realmente quería saber cómo soy? ¿Valía la pena el disgusto que me llevaría al ver mi cuerpo de 20 metros desenrollado por todo el cuarto?

Luego estaba el tema del color, porque no todos me sientan bien... como le pasa a la mayoría de la gente. Por ejemplo, el verde. Yo estoy fenomenal con este color pero, yo soy yo, a otras les cae como una patada en los ovarios. ¿Y el amarillo? Este ya es más difícil. No puedo ni pensar ver a Pascualita llevar ese color porque se daría de patadas con su piel color ahogado. ¿Marrón? No, definitivamente, no... ¡Ay! espero no tener este color. Me moriría de vergüenza.

Decidí que no eran horas de llevarme un disgusto así que dejé para mañana el mirarme en el espejo. Preferí ir a por un vaso de agua a la cocina. La luz del comedor estaba encendida ¡¿Ladrones?! Tenía que llamar a Bedulio... El muy pazguato no se atrevería a venir a casa. Ve fantasmas por todos lados. Oí un chapoteo y me asomé a mirar. La Cotilla tenía la cabeza metida en el acuario... ¿Se la había comido la sirena? ¡Uf! me dio un vuelco el corazón. Aunque, pensándolo bien, hasta que no se termine el cuerpo, no hará falta comprarle pienso ¡Y todo eso que me ahorro!

Desgraciadamente tendré que seguir comprando el dichoso pienso de pescado porque la vecina sacó la cabeza y puso el comedor chorreando. - ¿Pero qué demonios hace, Cotilla? - ¡Refrescarme! ¿No lo ves? ¡No aguanto este calor. Me estoy derritiendo! - Y volvió a meter la cabeza. - Tendría que haberle dicho que el acuario era el hábitat de un monstruo marino... pero no me hubiese creído porque los monstruos marinos, todo el mundo sabe que son animales mitológicos, enormes y muy peligrosos... Muy peligroso sí que es. Mitológico, también. ¿Enorme? jijijijijijiji

El grito desgarrador que lanzó la Cotilla me hizo reaccionar. Corrí a arrancar a la sirena de la naríz de la vecina. Cosa difícil porque la mujer corría despavorida dando vueltas a la mesa. Aunque mucho más difícil era cuando saltaba como un saltamontes. El llanto indescriptible dejó el suelo hecho unos zorros. Y hasta el vecino de arriba, quejoso, pegó golpes con la escoba en mi techo.

Mientras la Cotilla daba buena cuenta de la botella de chinchón preparada para éstos casos, lancé a Pascualita al acuario, con tan mala puntería que en lugar del acuario, acabó rebotando de rama en rama del árbol de la calle. Nerviosa, le di unos tientos al chinchón e intenté ver a la sirena pero no hubo suerte y sí mucho calor. La decisión fue fácil. Esta noche la sirena y yo dormiríamos en la calle: ella en el árbol y yo sobre un colchón, en el balcón... ¿Y la Cotilla? en el sofá de la salita, por supuesto.


sábado, 4 de julio de 2015

El helado.

¡Estoy mojada como una sardina recién pescada! Me cae el sudor a chorros. Las duchas frías me calientan el cuerpo, las calientes me achicharran ¡¿De qué va éste verano?! Ya está bien de cachondeo, hombre.

A Pascualita le he llenado el acuario de cubitos de hielo, hasta tal punto que su piel "humana", ya de por sí repelente, ha ido tomando un color azulado sucio que no me ha dado buena espina. - ¿Te estás congelando? - Por toda respuesta, me ha mirado como los pescados de la pescadería envueltos en hielo. Rápidamente le he puesto más cubitos, pero estos eran de chinchón y parece que le han subido algo el color.

Finalmente, he decidido salir a la calle a comer un helado. Me ha dado pena dejar a la sirena sola. Ya sé que está Pepe que es el hombre, o la cabeza visible, de la casa pero es tan soso el pobre. Tan parco en palabras que he preferido dejarle tranquilo y nos hemos ido las dos mujeres.

Cuando me han traído el helado, doble de chocolate, he abierto el termo de los chinos y nos lo hemos ido comiendo Pascualita y yo tan ricamente... hasta que de un manotazo en la espalda, me ha estampado la cara en el cucurucho. - "¡Mira quién está aquí, Cotilla! Hemos llegado justo a tiempo para que nos invite" -  Lo que quedaba de chocolate estaba ahora esparcido entre mi cara y la ropa. - ¡Espero que pagues la lavandería! - "Me repatea que no sepas apreciar una broma. ¿A quién habrás salido?" - A tu primer marido. sin ninguna duda. (soltó la vecina)

El camarero, solícito, acudió con una bayeta y servilletas para arreglar el desaguisado. - "Nene, tráenos dos helados de Ferrero Roche, guapito... ¿tú quieres algo? (me preguntó solícita) ¡Ay, no jajajajaja que ya vas bien servida!" - ¡La madre que la parió!

Pedí otro helado de chocolate porque me había quedado a medias. Doble también. - Mientras lo comía me aislé del parloteo de las dos amigas y bajé la guardia. La Cotilla se dio cuenta de que, de vez en cuando, llevaba la cucharilla hasta el termo de los chinos. Le dió un codazo a la abuela - ¡Está como una cabra! ¿No tendrá un embarazo psicológico a éstas alturas? - La abuela reaccionó dándome un manotazo. El cucurucho saltó por los aires y aterrizó entre mi cabeza, el termo y el suelo. - Me levanté de un salto - ¡Ya está bien, abuela!

Poco después el camarero, con semblante serio, recogía los restos de chocolate del suelo mientras yo hacía lo que podía con el que llevaba encima. Cuando el hombre regresaba a la heladería la abuela gritó - "¡No está!" - y señaló el termo. - Miré y, efectivamente, Pascualita no estaba. Corrí tras el camarero pidiéndole a gritos los restos del helado de chocolate que llevaba en el recogedor de basura - ¡Dámelo. Lo he pagado y es mío! - Reaccionó rápido. - ¡Usted no ha pagado nada! - ¡Pues lo pago ahora! ¡¡¡Quiero este chocolateeeeeeeeeeeee!!! - ¡Vuelva al manicomio, señora! - ¡¡¡Quiero pagar ahora mismo!!! - Los demás clientes que habían visto todo el espectáculo, me hicieron coro. - ¡¡¡Que pague, que pague!!!

Le arranqué el recogedor de las manos y rebusqué en el chocolate pero... no había nadie. - ¡Tome la factura. Págueme y no vuelva más! - ¡50 euros! - Los helados se los regalo. Lo que paga son las molestias que ha causado.

Me senté junto a las amigas que no se habian inmutado y seguían comiendo y charlando tranquilamente. Yo tenía los nervios a flor de piel y sudaba como si tuviera una manta térmica encima. De repente sentí un dolor terrible y conocido, en el dedo gordo del pie derecho. Pascualita estaba debajo de la mesa y acababa de arrearme un mordisco envenenado - ¡¡¡Pascual...!!! - grité mientras las lágrimas me caían en cascada. - ¿Donde está Pascual?  (la Cotilla se había puesto en pie y movía la cabeza como si fuera un periscopio? - ¿Es aquel... Ese otro... Quién es?

Mientras, yo corría de una punta a otra de la acera, dando saltos y alaridos, aunque cada vez más despacio porque el dedo estaba tomando unas proporciones alarmantes.

viernes, 3 de julio de 2015

El evento.


 Los abuelitos tenían un "evento" por la tarde al que no podían faltar, me dijo la abuela por teléfono. - Un evento ¿de qué? - "Según Andresito es algo muy importante" - ¿Vas a ir sin saber dónde te metes? - "¡Claro! siempre me han gustado las sorpresas" - ¿Y si te mete en un berengenal? - "¡No digas más tonterías!" - Pasáos por mi casa cuando regreséis. - "Que siiiiiii... Vaaaaaale..." - ¿Esto qué quiere decir? - "¡Que te calles ya, leñe!"

- Nena... nenitaaaaa... Que dice tu abuela que te levantes... - Zzzzzzzzzzzzzzz - No se despierta. Vámonos. - "¡Ni hablar! Le cuento ahora lo que ha pasado o mañana no me dejará en paz" - Son las tres de la madrugada...  - "¡Ajo y agua! ¡¡¡Nenaaaaaaaaaa!!! - Zzzzzzzzzzzzzzzzzz. - Anda, Andresito, vete a la salita que esta nieta mía tiene un mal despertar" - En cuanto su marido salió, la abuela me pùso a Pascualita sobre la barriga, chorreando agua. - ¡Aaaaaaaayyyyyyy! ¡Me ahogoooooo! ¡Salven el Titánic!

Con el sonido de fondo de los golpes de escoba del vecino de arriba, me fui enterando de lo acontecido en el "evento" - "Con lo guapa que yo iba: recién salida del salón de belleza. Maquillada, peinada, vestida como solo yo sé hacerlo... Mis stilettos dorados refulgian al sol, por eso, la mayoría de personas allí reunidas, llevaba gafas negras... Menos mal que llevé mi abanico. Entre otras cosas me sirvió para hacer sitio a mi alrededor y quitarme algunos moscones de encima... más que nada por el calor que hacía."

La abuela se había sentado en mi cama, con Pascualita dormida en  sus manos. "La nueva Presidenta tomó posesión de su cargo bajo un calor africano que derretía los maquillajes y dejaba los peinados arruinados" - No pareces tú sin... maquillaje. - "¡Me lo he quitado bajo el grifo, allí mismo. Puag! Todo el mundo besándose" - ¡Que bonito! - "Babas y más babas es lo que llevaba en la cara. Pero ha valido la pena ver esta comedia tan divertida" - ¿Ha habido actuación? - "¡Y gratis! Los que, hasta ayer se daban cuchilladas por la espalda, hoy se besaban con pasión. Ha sido un bodevil de alta comedia. O un concurso de ¿Quién es más falso que Judas? Menos mal que no iba de jurado porque hubiese sido difícil puntuar cada actuación ¡Un Goya a cada uno les hubiese dado yo! Y cuanto más categoría tenían los "actores" más arte se respiraba... La escena cumbre llegó cuando la Presidenta y nuestro ex Pinocho particular se besaron y él dijo, embargado por la emoción: Tu suerte será nuestra suerte"

La abuela había puesto los ojos en blanco - "¡Mira, mira. Tengo la piel de gallina! Te juro que en ese momento escuché clarines y trompetas y solo faltó que el sol mandara un rayo, cual foco sideral, sobre la pareja, iluminándolos. Entonces yo hubiese gritado, embelesada ¡¡¡THE END!!!"

Aplaudí a rabiar. La abuela había conseguido que yo "viera" la escena. - ¡¡¡Bravo, abuela. bravo!!!... Por cierto ¿comísteis algo? - "Bebimos mucha agua. Todo sea por la austeridad. Después fuimos a El Funeral. Allí no impera la Ley Seca"















jueves, 2 de julio de 2015

La lista de ¿los Reyes Godos) ¡Noooo!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! No quepo en mi de gozo. - ¿Ha encontrado novio a sus años? jejejejejeje - Eso tú, que solo te quedan dos telediarios para que se te pase el arroz y sigues sin darle un biznieto a tu abuela. - Esto son cosas particulares, Cotilla, que, ni le van, ni le vienen. - Ya. Quién se pica, ajos come.

- Estoy excitada porque mi gurú, Luis Bárcenas, ha hablado. - ¡Ya ves tú, que personaje! - Y no tengo más remedio que montarle un altar... - ¡Alto, ahí! ¿Ya no recuerda el incendio que tuvimos? - ¡Por tu culpa! - ¡Tenía que airear la salita! - ¿Justo cuando estaban todas las velas encendidas? ¡Pirómana!

Con este calor las discusiones duran poco. Estábamos agotadas y sudorosas. - Después de leer lo que ha dicho mi héroe, he trabajado con más ahínco y me he sacado un capitalito "limpiando" los cepillos de las iglesias. - ¿Echan más limosnas? - Puede. La gente entra porque se está fresquito pero es que, aprovechando las primeras horas de la mañana, he hecho el recorrido más largo, por eso me ha cundido. - ¿Me está diciendo que ha invadido territorio comanche y se ha quedado con el botín de sus colegas de "limpieza?" - A quién madruga, Dios le ayuda, como dice el refrán. O, camarón que se duerme, se lo lleva la corriente... - ¡Menuda cara! Pues, como se enteren que les ha robado le harán una nueva. - ¡Por eso quiero montar el altar! Para pedir protección a Luís Bárcenas, el Maestro. - ¡Por encima de mi cadáver! (grité, resuelta)

Al final le he dejado montar un altar en la salita. Pero muy pequeño. Tan solo la foto de Bárcenas y dos velitas. Los velones que traía los ha subido a su casa... Creo que me ha sobornado... Me ha regalado dos docenas de huevos que caducaban hace un mes pero, como dice ella, si hubo un ministro que se comía los danones más que caducados y estaba gordo... También me ha dado magdalenas. Por cierto, se me ha caído una bolsa encima del pie... Creo que tendré que ir a urgencias porque está muy hinchado... También me ha regalado una radio antigua. La ha encontrado en uno de los contenedores de basura de barrio rico... No funciona pero si le meto dentro un transistor pequeño, algo sonará...

Después de aparacar el rolls royce en la parada del bus, Geoooorge ha salido con una sombrilla amarilla para proteger a la abuela del sol, hasta la entrada de mi casa. Ella llevaba en las manos un abanico de un metro de largo y en cuanto lo ha movido han volado papeles y en el acuario se han formado olas. - ¡Abuelaaaaa. Estás levantando un vendaval! - "La culpa la tiene el jodío de Andresito que no quiere llevarme al Polo Norte. Pone de excusa a tu gurú, Cotilla, que ha cantado la lista de los Pinochos que recibían sobres y quiere quedarse por si lo necesitan.

Pascualita, asustada por la repentina tormenta en el acuario, salió a la superficie a otear el horizonte. Está más delgada. La abuela la miraba embobada mientras yo mandaba a la Cotilla a la salita. De repente, la garra de un águila clavó sus temibles uñas en mi frágil hombro. - ¡Aaaaaaayyyyy. Abuela, me haces dañooooo! - "¿Es cierto lo que me ha dicho Pascualita?" - El susurro sonó en mi oído como una sentencia de muerte. - ¿Ese bicho habla? - "Como si lo hiciera... " - ¿En qué quedamos? - "¿Fuma?" - Eh... jejejejejeje... Pues... Está muy graciosa jejejejejeje ¡¡¡No, no, pescozones, no!!!  ¡Aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyy!... Jodía sirena ¡Chivata! - La Cotilla, desde la salita, gritó. - ¿Alguien quiere chinchón on the rocks? - "¡Por supuesto!" - Y en voz baja, llegó la amenaza de la abuela - "Esto no quedará así" - A mi me temblaba la voz cuando me justifiqué - Está más canija... ¿no?