¡Ya está bien! ¡Hasta aquí he llegado! Todos los días lo mismo: fregar la cocina de arriba abajo porque la media sardina la pone perdida de cola cao. ¡Pues se acabó el cola cao! Y dicho y hecho. Cuando ha llegado la hora del desayuno, quien había a mi lado en la mesa de la cocina era Pepe el jibarizado. Por lo menos él no salta.
De repente su ojo-catalejo ha iniciado un recorrido por todo el perímetro de la cocina buscando a Pascualita. Al no encontrarla ha puesto toda su atención en el frutero y finalmente, en mi. - Me estás poniendo de los nervios, Pepe. ¿A qué te tiro a la basura?
En un arrebato de rabia fui a levantarme para cumplir la amenaza cuando sentí un dolor, terrible y conocido, en el dedo gordo del pie izquierdo. - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYY, LA MADRE QUE TE TRAJO, PASCUALITA!!!
Pegué una patada al aire pero la sirena ya no estaba a tiro. Gruesos lagrimones caían al suelo encharcándolo. Gritaba y me retorcía de dolor cuando la muy bruja mordió el dedo gordo del pie derecho. Yo aullaba como una manada de lobos hambrientos y solté toda la retahíla de insultos de la lengua castellana y de la mallorquina, pero no pude correr ni saltar porque los dos dedos habían cogido el tamaño de un melón mediano.
Mientras yo lloraba a lágrima viva, entró la Cotilla: ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Nena, el comedor está inundado! ¿se te ha roto la lavadora?
Al oirla, Pascualita reptó hasta la despensa y se escondió entre las patatas mientras Pepe iniciaba su insoportable e inacabable OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Mis lágrimones salían ya por el balcón cayendo en cascada a la calle. Y a Bedulio le faltó tiempo para subirme una multa por regar las ¿plantas? a horas intempestivas.
La Cotilla estaba empeñada en saber qué me había pasado. Entre hipos y llantos conseguí decir: - ¡¡¡MOSQUITO... JODÍO...!!!
Al cabo de un rato de no verla, apareció hecha un manojo de nervios: ¡No lo encuentro! ¿Lo has matado? ¿Qué has hecho con él? ¡Te lo cambio por el rosario de mi madre! - ¿Para que... ¡snif!... lo quiere? - Para el Museo de Ciencias Naturales ¡Me darán un pastón!