viernes, 25 de septiembre de 2020

Bendito chinchón.

 Pascualita está inaguantable. Furiosa como el viento que azota Palma. Y lo único que la calma es el chinchón así que, cada dos por tres, le echo un buen chorreón a la olla exprés para que deje de pensar en imposibles Lunas de Miel con sirenos atléticos y sandungueros en las profundidades marinas.

La abuela ha venido a verla. En cuanto ha entrado ha olfateado. - Me tiene tan preocupada el problema de mi preciosa sirenita... - ¡¿?! (alucino en colores) - que se me ha estropeado el olfato ¡Huelo a chinchón! 

Iba a responderle cuando ha entrado la Cotilla a paso de carga, pasillo adelante: - ¡Avemariapurísimaaaaa! ¡Hummm, que bien huele! (y se fue a por una copa) ¿Dónde está la botella? - La he terminado... - ¡¿Tú sola?! (airada, se dirigió a la abuela) ¿Ves por qué es tonta tu nieta? ¡Porque no comparte, la jodía! 

- Lo poco que quedaba lo he echado a la comida. - ¡Si no guisas! - Hoy sí... - ¿El qué? - ¿Me está interrogando, Cotilla? - No señora. Pregunto por el menú. - Fabada asturiana (me salió debido a la costumbre diaria) - ¿Con chinchón?... bueno, no es mala combinación... - ¡Uf!

Pero al pasar junto a la olla exprés - ¡¡¡HAS METIDO EL CHINCHÓN EN ESTA BIRRIA DE ACUARIO DE ALGAS!!! ¡Está locaaaaaaaaa! ¡Que cruz tienes con ella! (gritaba a la abuela mientras corría escaleras abajo)

Creí que la tormenta había pasado pero no. La abuela se dio cuenta de que Pascualita no se movía. - ¡¡¡LE HAS PROVOCADO UN COMA ETÍLICO, BOBA DE CORIA!!!

Me ha obligado a hacerle el boca a boca a la medio sardina y todavía tengo pegada a la garganta, la peste a pescado podrido de su aliento... ¡AAAAHG!

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