domingo, 13 de septiembre de 2020

¡Mosquitos!

 Pensé que nunca diría esto: ¡que ganas tengo de que llegue el inviernooooooo! 

Esto viene a cuenta porque los mosquitos se han hecho dueños de mi balcón y de la plantita que intenta adornarlo. 

Me he sentado a disfrutar del calor que todavía nos acompaña y he sufrido un ataque de esos bichos sin que yo los haya molestado, ni insultado. Me rio yo de los vampiros de las películas, los mosquitos les dan cien vueltas porque he logrado estampar uno contra la pared y ha salido tal sangría que he metido la sangre en un taper y mañana la haré con cebolletas, ajos y patatas fritas, para el mediodía. 

Mientras yo me defendía con un paño de cocina y me cargaba a uno, me picaban diez. Era un no parar. Cosa que he hecho cuando me han aplaudido desde la calle. Era un vecino de otra escalera que vende cupones de la Once: - ¡Olé el salero y la gracia que usted tiene, morena! ¡En mi vida he visto manejar con tanto arte el mantón de Manila! ¡Olé las mujeres salerosas... etc. etc. et.!

He mirado hacia los balcones de los pisos altos para ver a la morena de la que hablaba el hombre pero no he visto a nadie.

No he querido quitarle la ilusión y le he dado las gracias por los piropos. Después se lo he contando a la abuela. - "¿Le has preguntado si estaba casado?" - ¡Huy, se me ha olvidado! - "Si es que no estás a lo que debes estar" - Lo siento... 

Salí de nuevo al balcón, esta vez  con Pascualita para que escuchara lo que es un piropo pero el hombre ya se había ido. No tardaron nada los mosquitos en atacar de nuevo pero esta vez les salió el tiro por la culata porque la sirena se los ha comido a todos en un visto y no visto.

Alborozada, le di un beso. - ¡Puag! (dije yo. Ella escupió) Tengo que aprender a dominar mis impulsos si no quiero pasarme el día entero sintiendo el sabor de un pez millonario en años que, durante los cuales NUNCA se ha lavado los dientes.


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