miércoles, 2 de septiembre de 2020

Ballet acuático.

 ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyy! ¡ZAASSSSSSS! -  La entrada de la Cotilla en casa fue un visto y no visto. Llegó tan decidida, pisó el agua que Pascualita había tirado por el suelo del comedor dando saltos mortales con tirabuzones, patinó y... ¡salió por la ventana y aterrizó en el árbol de la calle!.

¡Madre mía que hartón de reir me pegué! Nunca la había visto hacer ballet clásico jajajajajajaja.

Cuando pude parar, secarme los ojos, sonarme las narices y beberme unas copitas de chinchón para templar los nervios, oí un lejano lamento que, en principio, adjudiqué al ánima de mi primer abuelito porque parecía salir de ultratumba. Pero él estaba tan tranquilo sentado en el riel de la cortina de la ventana por donde había salido zumbando la Cotilla.

- Ya podrías haberla parado, abuelito. - (dije poniéndome seria) Pero él se rió y volvió el jolgorio a casa. 

Pascualita, asomada al borde de la olla exprés que usa ahora como acuario hasta que le compre otro, estaba entusiasmada con su hazaña y no paraba de hacer la señal de OK con sus deditos palmeados mientras yo la jaleaba.

Llamaron a la puerta. -  Bedulio llevaba las esposas en la mano: - ¡Uauuuuuh, hoy es mi día de la suerte! (dije al verlas) ¡Sexo duro por fin! ¡Vamos antes de que te arrepientas! ¡¡¡ABUELAAAAAAAAAA, BISNIETO A LA VISTAAAAAAAAAAAAA!!!

Dura poco la alegría en casa del pobre, dicen. Pues en la de LA pobre, menos. - Después de recobrarse del soponcio que le produjo mi recibimiento, la cara de Bedulio fue volviendo a su color natural. - Estás detenida por intento de asesinato. - ¿De quién? (estaba perpleja) - De la Cotilla ¿no la oyes? - ¿Es ella? Pensé que era el ánima de... - ¡Ni una palabra más o tiro de pistola! 

De pronto me dio la risa floja. Esa risa nerviosa que no hay quién pare. Y así sigo, tres días después.


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