jueves, 30 de septiembre de 2021

¿Nos comerá?

 Que pejiguera es la gente. Ya se me han quejado varias vecinas (¡que mala es la envidia!) de que no paro de salir y entrar en casa para que se encienda la luz del rellano. - ¡Por tu culpa no vamos a ahorrar nada, jodía!

Les he contestado que se apliquen el sabio refrán que dice: -  Vive y deja vivir ¡Ya está bien de inquisidores, hombre! - Pero, ahora que no me oyen, es posible que me esté pasando un poco. Es que me hace mucha ilusión mirarme en el espejo de la entrada y preguntar a mi imagen - ¿Quien es la mujer más guapa de la escalera? - Entonces, salgo al rellano y ¡¡¡TACHANNNNN!!!, se enciende la luz iluminándome. 

Entonces mi primer abuelito, grita desde lo alto del ficus de plástico que adorna mi recibidor: - ¡¡¡TU, NENA. TU ERES LA MÁS GUAPA, LA MEJOR, LA ÚNICAAAAAA!!! - Que manera más bonita de empezar el día pero me temo que mis vecinas no oyen a mi abuelito.

Me he hecho el propósito enmienda y solo salgo al rellano cuando me voy a trabajar pero me he dado cuenta que el abuelito se queda frustrado cuando no puede demostrarme su pasión de abuelo. Así que buscaré un término medio: ni tanto ni tan calvo.

No he vuelto a hablar con el árbol de la calle desde la demostración de glotonería a cuenta de la bicicleta. Creerá que estoy enfadada con él y no es así. He querido salir al balcón a saludarlo y no he podido porque la cristalera no estaba por la labor de abrirse. - ¡Abrete, jodía! - Es mejor así, boba de Coria... - ¿Tienes miedo al covid? Llevo mascarilla, mira. - No es eso. A mi no me afecta el virus. - ¿Entonces...?

De repente, un caudal de lágrimas se escurrió por los cristales e inundó el comedor. Cuando las lágrimas me llegaban a la cintura, a la cristalera no le quedó más remedio que abrirse y las cataratas del Niágara se despeñaron hacia la calle calando hasta los huesos a Bedulio que pasaba haciendo su ronda.

Antes de que pudiera disculparme, la cristalera se cerro de nuevo y Pascualita saltó del acuario a mi escote donde se acurrucó. - ¿Tenéis miedo? (pregunté) - Si... El árbol arrima, poco a poco, su tronco al balcón. Será lo primero que se coma, después me comerá a mi... 

Se me pusieron los pelos como escarpias escuchando a la cristalera. Pascualita hizo la señal de OK con sus deditos palmeados. Desde lo alto de la lámpara del comedor, mi primer abuelito, dijo que si con la cabeza. Y yo me estremecí.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Dichosas vecinas.

En mi escalera están de cachondeo. Siempre hay una vecina que vigila mis entradas o salidas de casa y cuando se enciende la luz del rellano, empieza a aplaudir y las demás salen a reir a mi costa.

Ya me he cansado y les he puesto una denuncia de las que hacen época. Fui al cuartel de los Municipales y encontré a Bedulio que estaba de guardia. Al verme hizo amago de esconderse debajo del mostrador de la entrada pero no le sirvio de nada porque su jefe le ordenó: Atienda a ésta ciudadana y deje de escaquearse.

Denuncié a mis vecinas de todo lo que se me ocurrió. Había que ver la cara de embobado de Bedulio: - ¿Esto también?... pero si no es delito ser fea. - Tu escribe que se van a enterar de lo que vale un peine.

Cuando, por fin, quedé satisfecha regresé a casa y me encontré con un espectáculo dantesco: El árbol de la calle, rodeado de gente que comentaba, exclamaba, criticaba... , se iba desnudando, poco a poco, mientras susurraba: tarara, tararaaaaaaa...

Y largos trozos de corteza de su tronco se estrellaban contra el suelo y las cabezas de muchos mirones. Yo no pude contenerme y grité: - ¿No te da vergüenza, viejo loco? - El contestó, haciéndose el interesante: Nonono nononooooooo

Las hojitas montaban un guirigay y tenían a la gente mirándola mientras, cerca del pie del árbol, éste engullía una bicicleta que alguien había apoyado en el tronco.

Fue la cristalera del balcón, su parte exterior, quien gritó: - ¡Que se la comeeeeeee! ¡Socorrooooo! - Pero nadie le hizo caso. Yo me quedé por allí para ver la cara del dueño de la bici cuando fuera a buscarla y la encontrara formando parte del tronco.

martes, 28 de septiembre de 2021

El foco.

 Lo que me ha pasado es para enmarcar y colgarlo en la fachada de la finca. Nadie me creerá cuando lo cuente porque, una cosa así es para contarla.

 Se que mañana tendré los brazos morados de pellizcarme hasta creerme el "milagrito". Si me preguntan siempre podré decir que fui a sacarme sangre y la enfermera no daba con la dichosa vena.

Aaaayyyy, que nerviooooooossss. Cuando la Cotilla se entere la envidia le rezumará por las orejas! ¡Tengo que contarlo, tengo que contarlooooooo!

He llevado el frutero a la mesa del comedor para que haga de tribuna a Pascualita y a Pepe y puedan escucharme, cómodamente, desde allí. Los demás: árbol de la calle, ramas, gorriones, balcón, lámpara del comedor, cristalera por ambas caras, comensales de la Cena y todo aquel, o aquella, que quiera y pueda oìrme, que no pierdan rípio de lo que voy a contar. 

Estoy tan nerviosa que me he pasado un poco dándole tientos a la botella de chinchón porque, de tanto en tanto, me da la risa floja. ¡Pero que caray, un día es un día!

 Ahí va la noticia: - Esta mañana, al salir de casa jijijijiji, un potente foco me ha iluminado jijijijiji.  - ¿A santo de qué? (me he preguntado y contestado) Porque me lo merezco, sino... ¿a qué viene ésto?... claro que tambièn podría tratarse de una broma pero no había nadie en la escalera pendiente de mi reacción. - ¿Ha sido cosa tuya, abuelito? (pregunté)  - En el Más Allá no jugamos con la electricidad y menos ahora que está el precio por las nubes.

Más tarde, al volver del trabajo y llegar a mi rellano ¡de nuevo el foco sobre mi! ¿Acaso me ha elegido Reina por un Día como en aquel lejano programa de la tele? ¿Me han otorgado el Premio Nobel de lo que sea? ¿He ganado la Primitiva? No, no, no. Nada de eso o, por lo menos, nadie me ha dicho nada...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Dice el Presidente de la escalera que con éste invento ahorraremos en la factura de la luz. Eso no lo sé pero es gracioso. Sales a un rellano y solo se enciende la luz de ese rellano, el resto de la escalera permanece apagado. ¿Sabes cuánto nos toca pagar a cada vecino?... ¿Te estoy hablando, boba de Coria? ¿A qué no los sabes? Claro, como no vas a ninguna reuniòn de vecinos, jodía.

Estoy tan traumatizada que, ni siquiera he podido echarle en cara a la Cotilla, que ella tampoco va.






lunes, 27 de septiembre de 2021

Luces.

A Pascualita le ha dado un ataque de celos superlativo a costa de la luminaria navideña que adornará al árbol de la calle. 

 Sentada en el borde del acuario, con los bracitos en jarras, me enseña la pequeña dentadura de tiburón como si yo pintara algo en ésta historia. - ¡Que no soy la alcaldesa, media sardina! - Pero como no hay peor sordo que el que no quiere oir, ella sigue amenazandome No me ha quedado más remedio que recurrir a mi primer abuelito para que, mediante telepatía, le haga comprender a la sirena lo que ocurre.

Quedó desconcertada al saber que por mucho que se enfade, se quedará sin luces que la iluminen... Una sonrisa burlona del abuelito me hizo recapacitar y creo haber dado en el clavo al pensar que el desconcierto de la sirena era por haber descubierto que mi "poder" abarca solo las cuatro paredes de casa. Ahora, la jodía me mira como si yo fuese una ningundi a la que se puede merendar en dos bocados.

Tenía que pensar rápido una solución y no se me ocurrió otra que rodear el acuario de velitas de cumpleaños que compré en la tienda de los chinos del señor Li, al que le extrañó la cantidad. - ¿Sel pala muchos cumpleaños? - Unos cuantos jejejejejeje. - ¿Pol qué no quelel númelos? Así no tenel que complal tantas velitas. - ¿Mejor para usted, no? - Tu sel boba de Colia de veldad.

Cuando encendí todas las velitas la sirena cambió la cara y supongo que el concepto que se había echo de mi. 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ostras, Pedrín! ¿què pasa aquí? ¿Hay merendola a la vista? - Por toda respuesta tendí la mano hacia la Cotilla para que pusiera en ella la llave de mi casa que no sé de dónde la ha sacado. 

- ¿Es tu cumpleaños? - Noooo... - Una sonrisa maliciosa asomó en su cara. - ¡No me digas que celebras el aniversario de la llegada a ésta casa del acuario para algas! ¡Te superas cada día, nena! ¡Voy a contárselo a las vecinas! jajajajajajajaja! ¡¡¡Guárdame un trozo de cocaaaaa!!!

domingo, 26 de septiembre de 2021

La ocasión la pintan calva.

 Que tonto está el árbol de la calle desde que ha visto que empiezan a engalanar a los árboles con las luces de Navidad. - ¡Aaaayyyy, que ilusión! espero estar a la altura de las circunstancias y lucir con todo mi esplendor.

Desde ese momento ha tomado el mando y ha puesto a todo el que vive en él en modo zafarrancho de combate. - ¡Limpieza de hojitas! No quiero ni una con mala cara. Así que, a sacudirse y que caiga la que tenga que caer. Os quiero a todas luciendo el más hermoso de los verdes.

Hubo muchas protestas porque algunas hojitas aún tenían cuerda para rato a pesar de estar perdiendo la lozanía pero, claro, con un buen meneo irían a parar a la acera. - No os quejéis, jodías, vais a tener una libertad de movimientos que ya quisieran otros y otras para sí (pero no parecia convencerlas)

También los gorriones recibieron su parte: - Quiero ver los nidos límpios como los chorros del oro. Y nada de trinos a tontas y a locas. ¡A ensayar la melodía de algunos villancicos!  Tenemos que ser el mejor árbol de la calle.

Las protestas fueron a más. - ¡No queremos perder nuestra identidad! ¡Te estás pasando de la raya! ¡Solo son luces led lo que nos pondrán! ¡Ni que fueras el alcalde de Vigo! 

Fue tal el pitote que se armó que acabaron haciendo una Mesa de Negociación para ver si se llegaba a un acuerdo que contentase a todos. 

La cristalera del balcón lo tenía cerrado a cal y canto porque no podía con tanto ruído, con la correspondiente protesta de la parte exterior. 

Mi primer abuelito se asomó desde lo alto de la lámpara del comedor. - Aquí hace falta un árbitro pero están todos ocupados con el fútbol. - Y mientras pensaba en cómo aliviar la tensión apareció por ahí, como el que no quiere la cosa, el 6º Beatle. - ¿Quién es ese? (pregunté) - Uno que batió dos récords de velocidad poniendo y quitando repúblicas y saliendo luego por patas. - ¿Y por qué sale ahora? - Porque a la ocasión la pintan calva.

Pascualita tiró un buchito de agua envenenada que no iba para mi.


sábado, 25 de septiembre de 2021

Discusiones.

Estábamos viendo un reportage en la tele sobre los caníbales de Papúa Nueva Guinea, Pascualita, Pepe y yo, mientras le dábamos un tiento a la jarra de chinchón on the rocks, cuando el jibarizado empezó con su monólogo: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - Vale, Pepe... - Pero él siguió dale que te pego: - OOOOOOOOOOOOOOO - ¡Calla que no puedo oir lo que dicen, jodío!

Cuando el llavero suelta su discurso nunca se sabe cuando va a parar. Pascualita le pegó una dentellada que casi le arranca el ojo-catalejo. Le quedó colgando y habrá que esperar a qué venga la abuela a zurcirlo. 

Todo ésto generó una fuerte discusión entre los tres. - ¿Era necesario ésto, media sardina? - Recibí un chorrito de agua envenenada junto a la oreja izquierda. - Pepe, al que el accidente del ojo no lo había dejado sin voz, se encampanó màs todavía: - OOOOOOOOOOOOOO

Poco a poco fueron sumándose quejas y opiniones de los demás personajes hasta que llegó mi primer abuelito. - ¡Se os oye desde el Más Allá! ¿Qué pasa? - El guirigay aumentò de decibelios y entonces él, para poner un poco de cordura a tanta escandalera, se mostró, en toda su gloria, sobre la lámpara del comedor que no cabía en sí de orgullo.

 Un sudario de seda tornasolado que cambiaba contínuamente sus tonalidades multicolores, brillando como el sol y dejándonos a los demás cegatos por momentos, nos entusiasmó. Fue como ver el primer amanecer del mundo. 

Estábamos extasiados y, sin darnos cuenta, hicimos coro con Pepe diciendo: ¡OOOOOOOOH! Incluso Pascualita tenía los labios formando una O perfecta. Después aplaudimos a rabiar mientras las ventanas y la cristalera se abrían de par en par y las ramas del árbol de la calle entraban en casa. 

Llevado por el entusiasmo del momento, el árbol me dijo: - ¡Nena, sube a una mis hojitas y te llevará a un lugar espectacular! - No tuvo que repetirlo. Un viajecito es lo que necesitaba en esos momentos. 

Subi a la hojita, cerré los ojos y al abrirlos me invadió un calor exagerado - ¡Oh, no! (pensé) Adiós bisnieto. He llegado a la menopausia... - Abrí los ojos y estaba, exactamente, sobre el cráter el volván de La Palma que lanzaba sus llamaradas tratando de alcanzarme. Mientras cerraba de nuevo los ojos para volver a casa grité: ¡¡¡LA MADRE QUE TE PARIO, ARBOOOOOOOL!!! 

En la tele no se escuchó porque, en ese momento, el volcán, cabreado, rugió.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Despertar brusco.

El árbol de la calle me ha pedido auxilio, pero no en voz baja y humildemente como se esperaría de alguien que tiene un problema y le da vergüenza que la gente se entere... ¡Que va! Lo ha hecho a grito pelado el muy jodío porque yo estaba en el mejor de mis sueños, donde me tocaba la Primitiva. Y no me refiero a Pepa la Cromañona sino, a los números de la suerte que tan esquivos son conmigo cuando estoy despierta.

¡Madre mía, que lluvia de billetes de quinientos euros caían sobre mí! Era una gozada pero duró poco porque las palabras: Boba de Coria, fueron entrando a escoplo y martillo en mi cerebro y claro, así no hay cristiano que pueda celebrar nada.

Cuando abrí los ojos mi cuarto estaba oscuro como la barriga de la ballena que se tragó a Pinocho y no tenía a mano una pila o un cabo de vela. Me levanté y tanteando llegué al pasillo donde encendí la luz y pude ver el reloj: ¡Las dos y media!

De nuevo me llegó la llamada. Entonces la reconocí. Era el árbol de la calle... ¿a esas horas? ... ¿Lo estarían podando? pero ¿a esas horas? Recordé que ante un delito nocturno en los periódicos dicen: con nocturnidad y alevosía. Eso no sé que es y no me iba a poner a averiguarlo a esas horas brujas de la noche.

- OOOOOOOOOOOOOOOOOO - La voz de Pepe el jibarizado me obligó a salir rápidamente al balcón antes de que se despertaran más personajes.

- ¡Hija de mi vida, luego dirás que no duermes! Llevo media hora llamándote ¡RIEGAMEEE! - ¿Perdón? - ¡ESTOY SECOOOOOO! Tanto anunciar en la tele que lloverán chuzos de punta ¡Y NO HA CAIDO NADAAAAAA! - ¡Calla, loco! - ¡TENGO SEEEEEEED!

Le eché cuatro o cinco cubos de agua desde el balcón al alcorque y pronto se encendieron luces en las casas vecinas: - ¿Qué ocurre, Paco? - La rara del primero está tirando agua a la calle. - ¿A éstas horas? - Si no, no sería rara. - ¡Mateo, llama a los municipales o mejor al manicomio y que se la lleven una temporadita! - Lo he hecho. Está de guardia Bedulio y dice que a esa casa no va y menos a éstas horas, aunque se lo mande el ministro... Yo tampoco iría... - La mujer, airada, remató con un: ¡Hombres! ¿el sexo fuerte? jajajajajajaja

jueves, 23 de septiembre de 2021

Nunca llueve a gusto de todos.

La cristalera del balcón es como una moneda. Tiene dos caras: una da al comedor y la otra a la calle. Las dos son muy suyas y tienen mucho temperamento y rara vez están de acuerdo. Antes no las oía porque discutían en voz muy baja pero, desde que han tomado confianza esto un no parar. Y lo que es peor, me ponen a parir a mi las muy jodías.

Estábamos desayunando Pascualita y yo mientras escuchábamos a Pepe el jibarizado soltar su letanía diaria: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - cuando una furiosa discusión, ha hecho que dejara a medio comer una rebanada de pan payés, tostadita y bien untada de aceite y tomate. 

Pascualita levantó los bracitos para que la cogiera. Quiere ser el perejil de todas las salsas. Cada vez es más Cotilla aunque que la abuela diga que no. - ¡¿Qué pasa aquí?! - ¡Tú eres la culpable de todo, boba de Coria! Encuentra una solución. No puedo pasarme la vida en el balcón, así haga frío o calor, llueva o haga vendaval, me queme sol o me apedree el granizo mientras ésta pazguata está tan ricamente en el comedor. Calentita y recogida.

- ¡Ni lo pruebes de cambiar nuestro estatus! Te denunciaría. Llegaría hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Así me colocaron y así debo seguir. Soy muy tradicionalista y conservadora. ¡Ni me gustan ni quiero cambios!

La lámpara del comedor abrió la boca ¡Otra que tal baila! - Lo justo es que cada medio año se le de la vuelta a la cristalera y aquí paz y después gloria. - ¿Vas a pagar tú a quien venga a hacer el trabajito? - ¿Me has visto cara de tonta?

Una hora después seguíamos igual. Y cinco horas más tarde, también. Al final fue el árbol de la calle quien puso fin a las discusiones, harto de oírnos, supongo. 

Como solución propuso que él, con sus ramas y hojas, protegería a la cara exterior de la cristalera cuando fuera necesario. Todos aplaudimos... menos el abuelito que, antes de desaparecer dijo: - No le arriendo la ganancia a ese pardillo.

Y tuvo razón porque, ahora, quienes llevan horas de escandalera, gritos y enfados, es el árbol contra las ramas, las hojas, los gorriones..., que temen salir perdiendo.


 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Reinventarse.

 - Supongo, Pascualita que, con la millonada de años que llevas en el mundo te habrás reinventado miles y miles de veces... - Dice que no (me tradujo mi primer abuelito que siempre está al tanto por si tiene que echarme un capote) 

El pobre cree que todo lo sabe porque lleva un tiempo en el Más Allá. - No lo has traducido bien. ¿cómo que no se ha reinventado? Se hubiese muerto de aburrimiento supino... ¡Mira, he dado en el clavo sobre lo que motivó la desapariciòn de las sirenas!

El abuelito carraspeó. - Dice Pascualita que no eres más tonta porque no te entrenas.

- ¿Así que la media sardina, siempre, ha hecho lo mismo? - La sirena sentada sobre el borde del acuario, me sonreía con un punto de malicia en sus inexpresivos ojos de pez. - ¡Que desperdicio de vida! (ella levantó y bajó, repetidas veces, sus enclenques hombros) - Dice que tal día hará un año (dijo el abuelito) - ¡Aburrida! (le grité) - Un buchito de agua envenenada pasó rozando mi ojo derecho y volví a mi primera idea.  

- Como decía, voy a reinventarme. Mucha gente lo hizo al principio de la Pandemia. Tuvieron mucha aceptación los compradores de papel de water compulsivos que, a su vez, se convirtieron en cocineros de tres estrellas Michelín para experimentar con la celulosa y crear recetas nuevas. Y para que todo quedara en casa y ser más famosos aún, se convirtieron, a su vez, en panaderos compulsivos, adoradores de la Masa Madre...

- Yo seré Modisto, que ganan más que las modistas. ¡Mirad que he hecho! - Tiré de la ropa que había cortado sobre mis rodillas y el abuelito, pudoroso, gritó: - ¡Nena, las bragas!

Desconcertada, tuve que reconocer que el corte y confección no era para mi. Corté tela, falda y bragas. Todo a la vez. ¡De un manotazo el móvil que gravaba mi "lección" aterrizó en la acera! Poco después tuve que cerrar la cristalera para no oír las risotadas que subían de la calle.

 



martes, 21 de septiembre de 2021

De celebración.

 Como si la Dana que se ha instalado sobre Mallorca y Menorca hubiera entrado de sopetón en casa, así entró la abuela. Por cierto... ¿Dana? Antes gota fría y mucho más atrás, Tormenta de verano. Que ganas de marear la perdíz, jolines.

El caso es que la abuela subió los dos tramos de escalera a paso de carga, dejando al pobre Geooooorge, que venía detrás, sin resuello. Y no contenta con eso, olvidó la prudencia en su casa o la perdió por la calle porque, a pesar de llevar al mayordomo con ella, entró gritando: - "¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!"

De todas maneras creo que el inglés ni se enteró, bastante tenía con intentar llevar aire a sus pulmones. 

- "¡¿Dónde está mi chiquirriquitina bonitaaaaa?! ¡¡¡Mira que te trae tu mamaíta!!!"

Salí corriendo del cuarto de baño pensando que me había dejado la tele encendida. Cuando vi a la abuela paré en seco. Era toda una aparición: Pelo corto, erizado, con las puntas doradas de purpurina y el resto verde. Un enorme boá de plumas de marabú le daba dos vueltas al cuello como si tuviese anginas a lo bestia. Una mini falda con lentejuelas naranjas y los stil.letos de tacón kilométrico complementaban su "elegantísimo" look. No me atreví a preguntar si llevaba algo debajo del boá para no complicarme la vida.

- ¿Qué mamá? ¿Que chiquirriquitina? pregunté - " Pascualita y yo ¿quién si no? ¿No vas a vestirte?" - Me miré de arriba abajo. - Vaaaaale, me cambiaré las chanclas.

Geooooorge, muy solemne y con la respiración aún un poco acelereada, entró en el comedor llevando una tarta con 10 velitas encendidas. - "Cierra las cortinas y vuelve a la hora de comer" (ordenó la abuela)

Yo seguía sin caer en la cuenta de a qué venía todo aquello pero, en cuanto se cerró la puerta de la calle tras el inglés y la abuela corrió al acuario y cogió a una somnolienta sirena a la que achuchó, zarandeó e incluso, tirò al aire dándole besos y felicitaciones, lo entendí. El domingo hizo 10 años que Pascualita llegó a casa en una lata de sardinas en aceite.

Cuando intenté aproximarme a ella para tirarle de la pelambrera de algas (a falta de orejas) me enseñó su perfecta dentadura de tiburón la muy jodía. Así que, desde lejos por si acaso ¡Felicidades media sardina!

lunes, 20 de septiembre de 2021

El volcán de La Palma, que no de Palma de Mallorca.

Mientras Pascualita y yo, sentadas en el balcón, nos solazábamos con unos chichones on the rocks, se me soltó la lengua y hablé y hablé hasta que, a causa del calor, me quedé traspuesta...Ahora tengo la lengua metida en agua para que se le pase la hinchazón. Y ésto fue lo que, más o menos, le conté a todo el que quiso escucharme:

- Según cuenta la abuela, su madre tenía un ojo de pollo en un dedo del pie, que acertaba más el tiempo que haría al día siguiente que los de la tele ahora con tanto mapa y tanto colorín. 

- Ella sabía mirar el cielo, las nubes, el mar, las plantas. Donde yo veo unas hojas que se mueven y pare usted de contar, ella "leía" la información que transmitían. En fin, más de una vez he añorado tener un ojo de pollo, o callo, como el de la bisabuela porque los meteorólogos dicen: lloverá en Mallorca. Y claro, eso me tiene en un sinvivir. ¿En qué parte de la isla? ¿Me llevo el paraguas o no? ¿Saco las katiuskas o me voy en chanclas? En cambio la bisabuela si decía: Demá ploura... llovía en mi calle.

- Pues ayer volví a sentir la misma admiración que por el ull de poll de la bisabuela cuando el volcán de la isla de La Palma estalló después de que los vulcanólogos dieran de lleno en la diana. - Habrá una erupción volcánica (dijeron) - Y efectivamente, la hubo. Impresionante. Me quito el sombrero ante la Ciencia que ha conseguido que no haya desgracias personales entre las gentes de aquella tierra. 

- ¿Te imaginas, Pascualita, si los científicos tuvieran grandes presupuestos para sus laboratorios? No nos iba a toser nadie... - OOOOOOOOOOOOOO (dijo Pepe el jibarizado) - Quería que les hablara de la dejadez informativa que campa a sus anchas por algunas Redacciones de Informativos cuando dijeron que el volcán en cuestión había estallado en Palma de Mallorca. - OOOOOOOOOOOOOOOOO.-  Protestó Pepe y a su vez lo hicieron los comensales de la Cena, el árbol de la calle, la cristalera y hasta mi primer abuelito. Y yo, para remarcar la protesta, me marqué un zapateado.

Y para quitarme el susto brindé con chinchón por los vulcanólogos.

 

domingo, 19 de septiembre de 2021

La enseñanzas de la cristalera y la lámpara del comedor.

Algo se movía en el borde del acuario y Pascualita, tan rápida ella en comerse todo lo que se le acerca, esta vez se contentaba con mirar. Y eso motivó mi curiosidad.

Unos bichos verdes ejecutaban una especie de ballet sin darse cuenta del peligro que les acechaba. Me hubiese gustado prevenirles o, en su caso, sacudir una trapo de cocina delante de ellos para espantarlos y que se largaran, pero era tal la elegancia del insecto más grande que, como la sirena, quedé prendada de el.

La cristalera del balcón me lo advirtió: - Aquí se masca la tragedia... No debí dejarlos entrar ¡Aaaayyy, no puedo verlo! - ¿Quién es ese dechado de glamour? (dije señalando al màs grande) - Una mantis religiosa hembra y su víctima... pobrecito. El, ofreciéndole amor a pesar de que sabe que se lo va a comer. Que romántico... Aaaaayyyy, se me parte el corazón.

- Hoy estás especialmente melodramática, cristalera. ¿cómo se va a juntar con ella sabiendo que se lo comerá? No será tan tonto... ¿o si? Ni siquiera Pepe el jibarizado se hubiese acercado a la tribu que se lo comió sabiendo que podría pasarle... - ¡Claro que lo sabía! ¡Lo sé hasta yo! (metió baza la lámpara del comedor) Su tribu hacía lo mismo. La de enemigos en pepitoria que se habrá comido el galán.

Esta historia me sonaba a cuento chino. Y fue entonces cuando me di cuenta de quienes eran mis informadoras: ¡una cristalera y una lámpara! y mis risas cascabeleraron por toda la casa, salieron al rellano de la escalera y dispersándose luego, en la calle, por los cuatro puntos cardinales.

Cuando me sequé los ojos, el bicho verde pequeño ya no estaba. - ¿Pascualita? ¿Has sido tu? - Pero en sus ojos de pez se reflejaba la admiración por un trabajo bien hecho del bicho que quedaba. - ¡¡¡¿Se lo ha comido ELLA?!!!... ¡¡¡¿LA MANTIS RELIGIOSA?!!!

Tuve que beberme media botella de chinchón para evitar el soponcio que estuvo a punto de darme.  

sábado, 18 de septiembre de 2021

La Cotilla y sus negocios.

 El olor de las ensaimadas recién hechas ha llegado hasta mi cuarto y no me ha costado nada, pero nada, levantarme de la cama, donde dormía profundamente, vestirme en un periquete y sentarme a la mesa de la cocina frente a un humeante cola cao.

Geooooorge ha sido el artífice de las bebidas, las ensaimadas las ha comprado la abuela y a venido a enterarse, de primera mano, de los tejemanejes de su amiga Cotilla.

- " ¿Así que quiso alquilar mi habitación?" (preguntó mientras yo le daba un nuevo mordisco a la ensaimada) - Abuela, déjame disfrutar de éste placer de dioses... Humm... Y luego te cuento. - Dejé un trozo de ensaimada en mi plato y el inglés, ávido, preguntó al tiempo que intentaba quitarme el plato - ¿Tu no comer? - ¡Quieto, parado, Geooorgbrexit! Este trozo es de mi menda.

La abuela comprendió enseguida para quién era y muy seria, dijo: - "Si a mi nieta se le ha antojado para luego, la dejas donde está" - Yes, madame. - Y se largo a hacer la comprar al mercado de Pere Garau.

Mientras le contaba que la Cotilla tiene la cara más dura el el cemento armado, una voz quejosa y debilucha, dijo: - Avemaríapu...rísi... ma... - mientras la vecina venía renqueando por el pasillo.

Me sulfuré como el gallo de un gallinero: - ¿Cómo tiene la desfachatez de presentarse aquí? - Las cosas hay que hablarlas y ayer no me dejaste explicarme y encima, mirad lo que me pasó.(señaló su cabeza) Aaaayyyy, no sabéis lo que duele.

La abuela la animó a que hablara. - Como no voy a vivir más aquí, pensé que le podría sacar beneficio a mi cuarto alquilándolo. - ¡Pero si es mío! - Te daría la mitad del alquiler. Y te buscaría el inquilino... - ¡Que no! - Tal vez podría ser el padre de tu bisnieto (se dirigía a la abuela ¡No sabe ná!) - "Ah, pues mira. No está mal pensado ¿Para qué quieres un cuarto vacío, nena?".- ¡Para estar ancha! - Que poco espíritu comercial tienes, - "¡Ninguno. No tiene ninguno. Que cruz tenemos contigo!" 

La abuela, como siempre, "defendiéndome" Iba a abrir la boca cuando quien la abrió fue la Cotilla para comerse el trozo de ensaimada que guardaba para Pascualita. - ¡Cotilla, jodía!! (no me pude callar)

viernes, 17 de septiembre de 2021

¡Ya está aquí otra vez!

Debo confesarlo, se me fue la mano con el chinchón. ¿Fue culpa mía? Nasti de plasti. Simplemente, estaba contenta porque me había deshecho de la Cotilla. Bueno, estábamos contentas porque la sirena, a pesar de lo pequeña que es, bebió mucho más que yo y ahora tiene una  resaca como un piano. Lo sé porque yo he tomado una aspirina y ella siete ¡Siete!... ¿De qué pasta está hecha la medio sardina?

He pensado que se merece un pescado vivito y coleando... Claro que también he repensado que qué ha hecho el pez en cuestión para que se lo meriende este monstruo antidiluviano sin pasarlo antes por la sartén. Así que, siguiendo mi instinto, he preferido dejar las cosas como estaban y que cada palo que aguante su vela y a quién Dios se la de, San Pedro se la bendiga, etc. etc. ... Ojú, cómo está el patio.

De repente mi espalda se ha enderezado y un relámpago ha circulado por la espina dorsal de una servidora. Y todo porque he creído ver a la Cotilla deambulando por casa... ¿Ya ha vuelto?

Sí, ha vuelto... acompañada. He buscado a mi primer abuelito. La lámpara del comedor me ha informado que no està para reuniones familiares pero que tampoco es para tanto. - Ha estado muy enfadado contigo pero, como es tu abuelo, se le está pasando y ha ido a ponerse un sudario de alivio. - ¿Tardará mucho? - ¿Cómo quiéres que lo sepa? Solo soy una lámpara, boba de Coria.

Poco después apareció mi primer abuelito envuelto en una tela gris pálido. Se va animando. Y me confirmó que la Cotilla andaba como Pedro por su casa (que es la mía) con una persona a la que va a alquilarle su cuarto. - ¿El de su piso? - No. El del tuyo. El que era de mi ex, vaya.

Le grité a la cristalera: - ¡Abrete, jodía! (y no rechistó) Me enfrenté al árbol de la calle - ¿Y ahora, qué? (le dije y dejó caer sus ramas, avergonzado) Los invitados a la Cena comían y callaban. La lámpara del comedor permaneció apagada. Solo dos personajes siguieron a mi lado: Pepe, anunciando a su manera, que la Cotilla se acercaba: OOOOOOOOOOOOOOOO Y Pascualita, que a pesar de la torrija que llevaba encima, saltó como un resorte a la cabeza de la vecina y se la dejó monda y lironda en un periquete mientras alguien corría aterrado hacia la puerta de  la calle,

jueves, 16 de septiembre de 2021

¿Dónde está la Cotilla?

Al abrir la puerta de casa me envistió una peste a cuerno quemado que me tiró para atrás. Desde el rellano dudé si entrar o salir por pies. 

A una vecina que subía la escalera rezongando contra los vecinos del sexto que siempre dejan el ascensor abierto , pregunté: - ¿No huele usted raro? - ¿Me estás llamando guarra, desgraciada.? - ¡No, no, no, no...! Es que me ha parecido que sale un olorcillo de mi casa... - De tu casa no me extraña. ¿Dónde está la Cotilla? Troceada y congelada en tu nevera ¡Seguro! - Me extrañó aquella salida de tono pero no me callé: - Congelada no olería, so lista. - ¡¿O sea, que está troceada?! 

Sacó su móvil, rápida como un pistolero del Oeste, llamó y gritó: ¡¡¡POLICIA. LA COTILLA ESTA CONGELADA... ¿DÓNDE VA A SER, TARUGO?!!! (y colgó)

Entré en casa y atranqué la puerta, luego corrí a la cocina, abrí a nevera y respiré tranquila... la Cotilla no estaba allí.

- Has dudado. Malo. Tienes mala conciencia por haberla dejado sin techo bajo el que pasar la noche. (dijo, muy serio, el árbol de la calle)

La cristalera del balcón se abrió con estrépito, a mala leche, para que lo oyera bien y dijo: - Tienes contento a tu primer abuelito.

Estaba en su lugar favorito: la lámpara del comedor y dando vueltas como un poseso.- ¡Para ya! (le gritó la lámpara) Y tú, boba de Coria ¿qué has hecho con la Cotilla? - Quedé boquiabierta ante el desparpajo de una vieja, fea y barata lámpara de comedor. - ¿A qué te cambio por otra? (la amenacé)

Como un pajarraco, el ánima de mi primer abuelito se plantó ante mi envuelto en un sudario oscuro como ala de cuervo y me asusté: - ¿Qué pasa? - "Gracias" a ti, la Cotilla ha pasado la noche en el cementerio. Aquel recinto de paz y silencio ha sido asaltado por un grupo de personas mayores con carritos de la compra llenos hasta los topes de cosas que, a voz en grito, han trapicheado, encabezados por la Cotilla, hasta que ha salido el sol. - Así que estaba allí... - ¡Por tu culpa! ¡No hemos pegado ojo en toda la noche! Y, encima, he recibido los reproches de mis vecinos ¡por ser tu abuelo! 

El timbre de la puerta echaba humo pero, como sabía que era Bedulio, me senté con Pascualita, a beber chinchón on the rocks. Al fin y al cabo, éramos las únicas que nos alegrábamos de no haber tenido que aguantar, aunque fuese por una noche, a la Cotilla.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

La Cotilla tiene un problema

La que se ha liado en la escalera cuando aún era de noche y las farolas estaban encendidas. Me levanté como un zombis y estrellé el dedo meñique del pie derecho contra la pata de la mesa del comedor. Mis gritos alertaron hasta al sereno del barrio, que resultò ser el ánima del último que tuvimos hace ya tanto tiempo que me costó reconocerlo. El hombre estaba sobrecogido. - Aún recuerdo lo que duele eso.

 La escandalera que me había despertado se trasladó a mi rellano: - ¡Están matando a la boba de Coria! (dijo alguien) No caerá esa breva (contestó una que me tiene tírria)

La voz de la Cotilla predominó sobre las otras: - No le pasa nada. Le gusta chupar cámara. -

La voz de Bedulio resonó, autoritaria. - ¡Déjen paso a la autoridad! ¿Qué está pasando ? - La Cotilla dijo (¿quién si no?) - ¡Es aquí! (me la imaginé disfrutando mientras señalaba mi puerta con el dedo y al Municipal se le iba el color de la cara a los pies)

- ¿Seguro...? - Hubo una afirmación general. - Alguien tendría que abrir (oí decir) - Mientras, voy a... buscar refuerzos... 

La Cotilla echó leña al fuego: - Será cosa de su primer abuelito jejejejejeje... Mira que le gusta dar sustos y eso que está mu... - ¡No se hable más! (cortó el Municipal. Y la puerta se abrió ¡con una llave MIA que se había quedado la vecina!) 

Yo aún estaba dando saltos a la pata coja cuando los vecinos irrumpieron en el comedor. En un santiamén me acribillaron a preguntas: - ¿Te han matado? - ¿Lo has matado?...

Viendo que no pasaba nada, la gente se marchó a dormir. Solo quedamos un grupito: la Cotilla,  una pareja extranjera, Bedulio y yo. Los generadores del escándalo: - Mi estar in casa and Cotilla venir a dormir ¡Mi no querer! ¡Yo pagar casa sin Cotilla! - ¡Es mía! Tengo que dormir y ésta (me señaló) no me quiere aquí. - ¡NOOOOOOOOOO! (exclamé) - ¿Y dónde duermo? - ¿En el cuartelillo? (mi voz sonó suave y convincente menos para Bedulio: - ¡NOOOOOOOOOOOO!

martes, 14 de septiembre de 2021

Abuelito eléctrico.

Cuando le dije a la Cotilla que tenía que cooperar para pagar la factura de la luz se le abrió la boca y la barbilla dio contra el suelo: - ¡¿Qué?! - Lo que oye. A mi no  me llega el sueldo para tanto. - ¡Pero si la casa es tuya! - La luz la gastamos las dos... - Yo estoy de invitada. - Más bien de okupa. - Peor me lo pones. Una okupa no paga. - Usted sí. - Coge todas las velas, velitas y velones que quieras... - A pesar de eso, tiene que pagar. 

En un arrebato, dio media vuelta, entró en su cuarto y salió poco después cargada hasta las cejas de trastos, además de su abultada bolsa. 

- ¿Se va? - Naturalmente. Menudo negocio iba a hacer quedándome aquí teniendo un piso. Hale, guapa, ahí te quedas ¡Y me llevo las velas!

Llamé a la abuela para contárselo. - " A saber cómo le has dicho las cosas a la pobre." - Tal como te lo estoy contando. - "¿No se te cae la cara de vergüenza? Con lo mayor que es y teniendo que pagar esas facturas de luz..." - ¿A mi? Eso a ti y a Andresito que sois accionistas. No le cobréis.

- "¡Imposible, boba de Coria! Una cosa son las amistades y otra los negocios." - Y me colgó.

Mi primer abuelito remoloneaba dando vueltas al rededor de la lámpara del comedor pero, como me tiré dos horas soltando sapos y culebras por la boca, el pobre no dijo nada hasta que me callé.

- Yo te puedo iluminar, nena. - Sí, hombre. Ni que fueses el Patrón de los electricistas. - Tengo nimbo. ¡Mira! - De repente, una aureola sobre su cabeza que no le había visto nunca, se iluminó. - ¿Qué te parece? - Está bien pero luce poco. - Lo ilumino a voluntad. - Y así fue. ¡Menuda luminaria! 

El abuelito estaba radiante, nunca mejor dicho y ya puesto puso el nimbo en plan discoteca, con cambio de luces de colores y todo. - ¡Qué guay, abuelito! ¿Y me servirá para la lavadora? - ¡Para lo que tu quieras, nieta!

Ahora tengo la casa mejor iluminada del barrio ¡Gratis!



lunes, 13 de septiembre de 2021

La luz.

Llamaron a la puerta y, en cuanto la abrí, la Cotilla cayó en mis brazos. - ¡Eeeh, sin empujar, jodíos! (gritó a los chinos que bajaban los escalones de cuatro en cuatro) - Me deshice de ella como pude. - El señor Li ha dado por concluída mi estancia en su tienda al decirme que ya no le debía nada. - Y la han traído hasta aquí en volandas. - Pues, si. No sé a que vienen tantas prisas.

Entró en su cuarto y salió gritando: - ¡Sabía que meterías mano a mis cosas! ¡Me has robado velas, con lo que me cuesta conseguirlas, boba de Coria!

- Cree el ladrón que todos son de su condición ¡He cogido unas velas que están en MI CASA y que no le han costado nada a usted, y las enciendo por la noche! - No me digas que has montado un altar a vete a saber quien... - Nada de eso. Las enciendo para no andar dándome trastazos contra los muebles cuando llega la noche. 

Antes que la Cotilla siguiera preguntando entró en casa la abuela, seguida de Geoooorge cargado de botes de helado y ensaimadas. - "¡Hale, vamos a merendar!" - Una vez sentadas a la mesa del comedor, el mayordomo comunicó, subiendo la voz para que toda la escalera pudiera oírlo, que el resto del helado no podía guardarse en la nevera porque estaba desenchufada. - "Pues enchúfala, hombre..." - ¡¡¡NOOOOOOOOOO!!! (grité)

Las dos amigas me interrogaron con las cejas levantadas: - ¡¿Por qué?! - La luz se ha puesto a precio de oro... ¿No lo sabíais? - No. No lo sabían. La abuela llamó a Andresito que se lo confirmó. Por su parte la Cotilla dijo que a ella no le afectaba... y a mi eso me sonó a cuerno quemado.

Entonces la abuela dijo a su marido: - "Repite lo que me has dicho, cariño" - Que nosotros no nos afecta porque soy accionista de una de esas estupendas empresas eléctricas. - La abuela, satisfecha, cortó la comunicación y ordenó:

- Geoooorge, saca el chinchón que vamos a brindar por eso. Coge una copa para ti también. Y abre el balcón para que entre el aire. - Sin que nadie se lo mandara, la cristalera le hizo caso. Temí la entrada en tromba de miles de abejas en casa... pero no. Lo que entró fue la voz potentísima del árbol de la calle cantando... ¡LAS MAÑANITAS!


 

 

 

 

 

Ahora que el precio de la luz se ha puesto a precio de oro, van y se acortan los días. Si es que aquí no se sincroniza nada. 

Esta perorata viene a cuento porque la "gente de mi casa" está revolucionada. Al anochecer no enciendo ninguna lámpara sino velas, que hay un buen remanente en el cuarto de la Cotilla. 

Tengo la nevera desenchufada

domingo, 12 de septiembre de 2021

Entre Pinto y Valdemoro.

 El barrio está dividido entre los que piden que se quite el enjambre de la boca del árbol y quienes desean que siga ahí aunque les cueste algún que otro picotazo de las abejas. Yo estoy entre Pinto y Valdemoro porque ahora no puedo salir al balcón ¡la cristalera la tiene cerrada a cal y canto! pero, si se llevan el enjambre, el árbol de la calle volverá a las andadas de cantar a grito pelado, Las Mañanitas a cualquier hora del día... y de la noche. Menudo dilema.

Una de las que está en contra de que se lo lleven es Pasculita desde que ha descubierto lo rica que está la miel. Le he comentado que no es buena para ella. - No creo que puedas comer dulce todo el día. Te puedes morir. (le dije) y le entró una risa que no le había visto nunca. Y menos mal porque se atragantó y no he visto cosa más fea en mi vida.

Le di un golpecito en la espalda, como es preceptivo en estos casos y por poco me muerde. ¡Menuda fiera! - ¿Acaso crees que vas a vivir siempre? (chasqueó la lengua con chulería) Si, ya sé que naciste mucho antes que los dinosaaaaaaauriossssss, pero nadie es inmortaaaaaal (otro ataque de risa) - Ya me estaba hartando y para fastidiarle no se me ocurrió otra cosa que poner un espejo delante de su cara ¡HUUUUUUYYYYY, LA QUE SE LIO!

Ella se ha visto la cara alguna vez (pocas) pero estaba normal y así y todo, atacó a su imagen (¡lo que me reí esos días!) pero lo de hoy es distinto. ¡Se estaba ahogando y sus muecas, terroríficas, no la dejaron indiferente! 

Atacó con toda su artillería. Apenas tuve tiempo de soltar el espejo cuando mordiscos y escupitajos envenenados se estrellaron contra él. Así se tiró una hora mientras yo me tomaba un cola cao con pan con aceite y tomate tan ricamente.

Exhausta y sabiéndose derrotada por el monstruo del espejo, se sumergió en el acuario, entró en el barco hundido y tapó la entrada con algas del fondo.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Las abejas.

 Mientras tomaba el sol en el balcón junto a Pascualita que flotaba dentro de un barreño con agua de mar, ha venido una abeja a darme la lata, tal vez porque yo llevaba un vestido color amarillo canario y pensó que era una fábrica de polen. El caso es que no para de zumbar a mi lado.

- ¡Quita, bicho! ¡No soy una flor! - Pero ni caso. Debía ser la sorda del panal. - ¡Cómo me piques te estampo contra la pared! (cogí la zapatilla para defenderme)

Pascualita, que nunca se preocupa por mi, seguía haciendo el vago en el barreño. Pero como la abeja seguía molestándome yo me quejaba y harta de oírme, la medio sardina se incorporó, fijó su mirada en mi, enseñó la dentadura ( o sonrió, vete a saber) y siguió a lo suyo. Poco después fue Pepe el jibarizado quien dijo: - OOOOOOOOOOOOOOO - con su ojo catalejo fijo en la abeja. Y ahí le bajé los humos a la sirena. - ¿Te das cuenta, Pascualita? Pepe sí que sabe dónde mirar.

Si la crítica le molestó no me enteré porque siguió disfrutando del solecito en plan relax total. 

De repente la abeja desapareció como por arte de magia. - ¡Ay, Dios mío! se está preparando para un ataque por sorpresa y me va a rejonear. - Entré en casa. - ¡Cierra las puertas, cristalera, que viene el enemigo!

Una risotada sacudió los cimientos de la casa: - ¡Es solo una abejita! (resonó la voz del árbol de la calle) - ¡Claaaaaro, como a ti no te pican...! - Son unas preciosas joyitas de la Naturaleza... ¡Mira! ¡Ha vuelto y lleva las patitas llenas de polen ...La pobre está exhausta ¡Dale agua con azúcar. Corre! 

Un rato después volvió a revolotear, esta vez junto a la boca del árbol de la calle.

Por la tarde, cuando volví a asomarme al balcón la cristalera no quiso abrirse. - Hay mucho movimiento ahí afuera. Se están instalando. - A través de los cristales vi el enjambre y un entrar y salir de la boca del árbol de miles de abejas. - Han aposentado a su reina (la cristalera es una empedernida lectora del Hola y estaba emcionada de tener tan cerca a la realeza)

Pascualita, que seguía en el balcón, estaba encantada de la vida porque las abejas, muy cucas ellas, untaban con miel los bordes del barreño que la sirena no dejaba de lamer. 

Desde el comedor le grité al árbol: ¡Di ahora que son joyitas de la Naturaleza! jajajajajaja - Escuché algo así como: - ¡¡¡LAFFFMADREGGQUEFFHHTEJMOPARIOFFFF!!!

viernes, 10 de septiembre de 2021

Solo me faltaba la abuela.

 Más de una semana lleva mi primer abuelito sin asomar la jeta por la lámpara del comedor. Debe espiar su culpa por chivarse de lo que no le importa.

Durante éste tiempo han sido muchos los chinos que, al cruzarse conmigo en la calle, imploran por la salud mental de su jefe, el señor Li. - Loplimelo, pol favol, tu lleval a Cotilla a tu casa  (me dicen) - Mi contestación siempre es la misma: - ¡Santa Rita, Santa Rita. Lo que se da, no se quita! - Y con ello consigo dos cosas: una, que les queden las cosas claras y dos, aprenden una cancioncita popular española. ¡Y gratis! Lástima que yo no sea tan comercianta como la Cotilla porque podría forrarme con eso.

La abuela ha venido a casa. Y mientras Geoooorge preparaba unos cola caos para merendar, ella fue a saludar a su amiga del alma. - "¡¡¡¿Dónde está la cosita más bonita del mundo mundial?!!!" - Y mientras yo intentaba adivinar a quién se estaba refiriendo, Pascualita saltó alegremente, dando saltos mortales con tirabuzones y lacitos rosas incluídos.

Pasmada estaba yo. - Abuela ¿ya has pedido hora a tu Oculista? - "¿Para qué?" (mientras la sirena la ponía perdida de agua de mar) - ¿Y al Neurólogo? Porque no te funciona, ni la vista ni la cabeza.. ¿Pascualita es lo más BONITO DEL MUNDO, MUNDIAL? jajajajajajajajaja ¿A que era un chiste..., eh?

El chichón que llevo en la frente me lo hizo la abuela cuando me tiró a Pepe el jibarizado a la cabeza con llaves y todo. Parece que a él le ha ido bien el golpe porque su ojo-catalejo se mueve más deprisa ahora... Que jodía es la abuela.

- "Por cierto, nena... ¿O tengo que llamarte Loplimelo a partir de ahora?" - No. Eso fue una confusión de los chinos jejejejejeje - "Pues a los de El Funeral les ha hecho tanta gracia que, anoche, no parábamos de brindar por ti. Decíamos: ¡Por Loplimelo, paaaadentrooooo! Y así nos pasamos la noche. Fue divertidísimo.

jueves, 9 de septiembre de 2021

La amenaza.

 Sigue haciendo calor y yo estoy más contenta que unas Pascuas porque sigo yendo a la playa, de tapadillo para que la sirena no se me ponga farruca. 

Nadar me relaja mucho. Nado y nado sin pensar en nada. Surcando las aguas mediterráneas, hundiendo en ellas la cabeza, sintiendo como me refresca las ideas mientras yo sigo, sigo, sigo...

Al dar por terminada mi sesión natatoria me he acercado a un grupo de mujeres para la sesión diaria de Arreglemos el Mundo en un plis plás. Llevábamos un ratito disfrutando de la tertulia cuando ¡Aaay!, me ha mordido un pez en una pierna.

¡Jopé, que susto! He dado un salto digno de medalla de oro olímpica, saliendo disparada hacia arriba, sacando todo el cuerpo del agua, para volver a caer en el mismo sitio imaginándome la boca, enorme, de un tiburón con la dentadura completa.

Afortunadamente, el tiburón debía estar a sus recados, cosa que le agradecí enormemente. 

Al salir del agua con toda la dignidad posible (ninguna) escuché, perfectamente: - ¡Loplimelo! Suelta a Pascualita o, la próxima vez que nos encontremos, te arrearé un buen mordisco.

Corrí hacia casa. Las palabras del invisible pez (no pude verlo porque las olas enturbiaban el agua) resonaban un mi cabeza ¿Sería un sireno? ¿Cómo sabía que Pascualita está en casa? ¿Quién se lo ha dicho? 

Al llegar a éste punto, un letrero con luces de neón apagándose y encendiéndose en lo alto de un edificio, decía ¡LOPLIMELO!  

¡Los chinos!... Pero tampoco me cuadraba. Ellos no saben nada de la sirena. Entonces...

Al llegar a casa había un silencio extraño: - ¿Hola? - Ni siquiera Pepe el jibarizado lanzó su OOOOOOOOOOO. Tampoco la cristalera batió sus puertas, ni el árbol meneó sus hojitas... - ¿Pascualita? 

Estaba en el acuario, en jarras y con el ceño fruncido... ¿Sabía lo del pez?...

¡Vaya si lo sabía! - ¡¿Abuelito?! - Grité cuando vi el sudario rojo pasión escondiéndose tras la lámpara del comedor - ¡Chivato!

miércoles, 8 de septiembre de 2021

Loplimero.

El señor Li llamó a casa. - Holaaaaaa, nenaaaaaaaaaaaaaa... - ¿Nena? ¿qué confianzas son éstas? - ¿Mejol, Boba de Colia? - No. Mejor lo primero. - Ah,¿sí? Tú sel la-la... ¿tú sabel, Loplimelo? - Que complicados son éstros chinos...

Quería saber si la Cotilla podía venir a casa algunos días a la semana. - Sel mayol. Añolalse de ti... - ¿De mí? ¡Ni harta de vino! Pues no, no puede venir ningún día porque, aprovechando que estoy sola, he empezado a estudiar la Carrera de Fiscal General y Mayor del Reino. Son cosas complicadas, difíciles y se precisa mucha tranquilidad, silencio y buenos alimentos. Así que, hasta que me den el título, se la tendrá que quedar usted. - ¿Y cuando dal título, Loplimero? - Pues son veinte años de carrera, más los que repita... Muchos

A mi perorata siguió un silencio espeso que acabó con unos cuantos sollozos por parte del señor Li y alguien más. Pregunté: - ¿Está la Cotilla con usted? - ¡NOOOO!... snif.... snif... sel familia mia y tlabajadores de tienda... snif... - ¿Están constipados? - ¡NO! Desespelados...

En un arranque, me contó que nadie había vuelto a robar nada en su negocio pero que la Cotilla había montado una especie de oficina en el sótano donde se congregaban los ladronzuelos del barrio y extrarradios y le pagaban para escuchar la vida y milagros de su gurú Barcenas. Incluso había un altar dedicado a él. - ¿A que le ha puesto velas? (comenté, entusiasmada) . ¡Oh, si! ella quemal muchas velas y yo tenel siemple a mano, númelo de bombelos... 

Colgué dejándole con la palabra en la boca porque me estaba dando la risa. Después repartí chinchón hasta con los invitados a la Cena. ¡Que a gusto se está en casa!

 

martes, 7 de septiembre de 2021

El árbol de la calle.

De la calle llegaban gritos de enfado, discusiones y blasfemias y, aunque no soy curiosa, me asomé a ver qué pasaba.

Bajo mi balcón, aparte de Bedulio queriendo poner órden a tanto griterío sin lograrlo, había gente que, enfadadísima, apuntaban con un dedo acusador ¡al árbol de la calle! El pobre estaba demudado. Su boca cantarina permanecía muda. Pregunté: - ¿Qué pasa? - Antes de que él respondiera alguien gritó: - ¡Es un árbol caníbal! - ¡Jopé! (dije yo e instintivamente, entré en casa)

Por si no me bastaba con un canibal en casa, Pepe el jibarizado, resulta que ahora había dos.

La cristalera, echa un mar de lágrimas, se abrió de par en par para apoyar a su amigo.  ¡Cierra, loca! - ¡Es nuestro árbol! Se merece la presunción de inocencia ¡buaaaaaaaaaaa! 

Los convidados a la Santa Cena no me quitaban el ojo de encima. Eran miradas de desprecio. También Pascualita se solidarizó con él mostrándome la dentadura de tiburón y lanzándome buchitos de agua envenenada a los ojos que no me dieron por muy poco. 

La voz de mi primer abuelito me llegó, límpia y clara: - No me esperaba ésto de ti, nena. -

Me sentí agobiada y haciendo de tripas corazón, salí de nuevo al balcón a escuchar las acusaciones. Un niño decía: ¡se está comiendo mi bicicleta! - ¡Yo dejé un cacharro con agua para los gatos de la calle ¡y se lo zampado! - ¡No sabía dónde había dejado mi carrito de la compra y mirad dónde está, a medio comer por el tronco! - ¡Hay que talarlo! ¡Sí, sí, SIIIIIIII!

¿Talarlo? Esa palabra me devolvió la razón. Asida a la barandilla del balcón, clamé: - ¡¡¡Aquí no se tala a nadie!!! - Inmediatamente todas las cabezas se alzaron hacia mi. - ¡Es un platanero y hace lo que cualquier platanero que se precie: ¡comer para crecer y darnos su agradable sombra en verano! ?Y asi lo agradecéis? ¡No ha robado a nadie! A comido lo que más cerca tenía. La culpa es de quienes piensan que un árbol es un trozo de madera sin corazón ¡Y lo tiene! Es una hermanita de la caridad que acoge pajarillos, mariposas, gatos, las luces de Navidad, los farolillos de las fiestas, nos sirve de paragüas cuando llueve... ¡Iros a casa, desagradecidos!

Al final me aplaudieron. Pascualita dio saltos mortales en mi honor, los invitados a la Cena brindaron, alegres. Pepe se hizo oír: OOOOOOOOOOOOOO. Mi primer abuelito apareció con un sudario rojo pasión y una sonrisa que le llenaba la cara. La cristalera se abría y cerraba, alegremente y el árbol, emocionado, me cantó, a voz en grito ¡LAS MAÑANITAS... Si lo llego a saber, no digo nada.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Voy a hacer de faro.

 Gracias a los destellos verdes que surgen de mi cuerpo desde que me bañé en aguas contaminadas, el Ayuntamiento me ha contratado, a modo de rayo laser, para animar las NO fiestas del barrio. He dicho que sí, encantada de la vida.

Como las noticias corren más que el Tío de la Lista, la Cotilla se ha presentado en casa de buena mañana. - ¿Es verdad lo que dicen por ahí de ti? - Si se refiere a que voy a cobrar por lucir en las fiestas, es verdad de la buena. - ¡Eres una enchufada! - Nooooo, Cotilla. Soy como el faro de Alejandría que iluminará de verde ecológico, las calles de nuestro barrio. Pasaré a la Historia como la vecina más verde que te quiero verde de todos los tiempos... - Y te llamarán Madame Lechuga, boba de Coria.

Se que habla desde la envidia cochina que la corroe.

- ¿Y de dónde te colgarán para que te vea todo el mundo? - No me colgarán. Estaré sobre el árbol que da al balcón y seré el Faro de Porto Pi - ¡Eso! Y la chiquillería en cuanto te vea se te subirá a la chepa al grito de ¡Puja aquí y vorás Porto Pi! 

Pascualita, que lleva días desayunando conmigo en la cocina sin sobresaltos gracias a la ausencia de la Cotilla, ha sacado su dentadura de tiburòn a pasear en cuanto la ha visto.

No me ha quedado más remedio que meterla, disimuladamente, en mi escote. Pero la sirena estaba tan cabreada que no paraba de moverse y yo temía sus mordiscos. Mandé a la Cotilla a la salita a por la botella de chinchón y aproveché para tirar a Pascualita, en un gancho perfecto, al acuario pero... en el momento de lanzarla apareció la Cotilla en el comedor y erré el tiro.

Por la escandalera de los gorriones supe que había aterrizado en alguno de los nidos que pueblan el árbol de la calle. Tendré que rescatarla... o no.

domingo, 5 de septiembre de 2021

Pobre señor Li

 - Ay, Pascualita, todos los años me digo lo mismo: ¡No te impliques tanto que luego te toca sufrir, boba de Coria! Pero caigo en la trampa una y otra vez  y no aprendo. ¡Que cabezota soy!... Esto me va a costar una depresión de caballo porque a ver ahora cómo voy a dormir esas siestas épicas. De esas de boca abierta y babas colgando que, al despertar, se sorben porque en casa del pobre no se tira nada ¡Se ha terminado la Vuelta Ciclista a España! Justo ahora que se va yendo el calor y pronto me apetecerá enrollarme en la mantita de sofá. ¡Y no estarán los ciclistas para arrullarme!

La sirena me mira como quien oye llover. Con los años que llevamos junta y no he podido aficionarla al ciclismo. Si la abuela viviese con nosotras lo hubiese hecho e incluso la animaria para que, cuando Pascualita regrese a su hábitat marino, organizara alguna carrera por el fondo del mar... Cosas más raras se han visto.

Me llama el señor Li y me temo lo peor: - Yo devolvel Cotilla. Yo no aguantal más. Sel chino pelo no tenel paciencia. - ¿Acaso no hace bien su trabajo? - Oh, si. Ella decil a ladlones que no lobal en mi tienda. Si alguno decil pol qué no, Cotilla hablal de señol Bálcenas y ladlones hinchal pecho y decil ¡Sel nuestlo gulú! Y no robal a mi... 

- Entonces ¿de qué se queja, alma de cántaro? - Mi no sabel que sel cántalo... ¡pelo yo devolvel Cotilla! - Pero, señor Li ¿qué será de su reputación de hombre duro cuando la gente se entere que le ha vencido una anciana que ronda los cien años?

Hubo un largo silencio al otro lado del teléfono. - ¿Oiga? - No hubo contestación pero si me pareció escuchar un sollozo.

La sirena, harta de escucharme, saltó veloz del aparador a la silla más cercana a mi sin acordarse del horario laboral de la misma. Con un movimiento brusco, la silla se la quitó de encima y salió despedida por la ventana del comedor cayendo en una rama del árbol de la calle. Aturdida, mordió a diestro y siniestro, la dura corteza provocando la risa del árbol: - ¡Aaaaayyyy, que cosquillitaaaaaass jajajajajajajajaja!


sábado, 4 de septiembre de 2021

El acuerdo.

 - ¡Avemaríap...! - Cuando la Cotilla entró en la cocina y me encontró hablando con el señor Li dio una media vuelta tan rápida que creó un torbellino que se llevó por delante nuestras tazas de desayuno, los dos plátanos del frutero, a Pepe el jibarizado que estaba tan tranquilo sobre el aparador. Finalmente succionó el agua del fregadero y en pleno remolino, nos la lanzó a la cara.

- ¡Puag! ¡Agua no sel limpia! - ¡Pues es de ayer noche, don Tiquismiquis!

La razón por la que el señor Li estaba en mi casa fue porque le ofrecí entrevistarnos para hablar de cómo resolver el asunto de la deuda que la Cotilla tiene con él sin que me perjudique a mi porque ya estoy hasta las narices de encontrármela por todo y metiéndose en mi vida.

Nos habíamos puesto de acuerdo antes de que ella nos descubriera. Trabajará en la tienda de los chinos como vigilante contra los posibles ladrones.

Nos estrechamos las manos y quisimos rubricar el acuerdo desayunando juntos. El detalle del agua del fregado no cambió el acuerdo. Claro que cuando se lo dije a la Cotilla puso el grito en el cielo: - ¡Por encima de mi cadáver! ¿Como voy a traicionar a los de mi gremio? ¡He dicho que no y es que no!

Como hablando se entiende la gente, le expliqué que era la única manera de saldar su deuda y que la mafia china la deje en paz de una vez. Después de rezongar un buen rato aceptó ir a trabajar para el señor Li.

Cuando estreché la mano del chino, para mi, dije: ¡Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita! - Con la ilusión de que se quede con la Cotilla para siempre. Amén


 

viernes, 3 de septiembre de 2021

Contaminada.

Se está acabando el verano ... ¡Noooooooooooooooooo! Con lo que me gusta sudar, abanicarme, ir en bragas todo el día, hacer corrientes de aire abriendo aquí y allá, aunque esto me reporte algún contratiempo con el árbol de la calle que, cuando el sol está en todo lo alto y calienta con ganas, mete todas las ramas que puede en casa por las ventanas y con ellas los pajaritos que aprovechan la ocasión para merendar gratis con las migas de pan que encuentran en la cocina.

Pero lo que más siento es que se van a acabar los días de playa. Si, ya sé que la playa siempre estará en el mismo sitio y que si no voy será porque no quiero... coger una pulmonía cuando el agua esté helada, por eso ahora voy cada día a la playa, sin que Pascualita se entere aunque me temo que algo se huele, porque digo yo que debe oler aunque no sé por dónde, como tiene esa cara tan rara...

El caso es que ayer, cuando volví después de darme un buen baño y pasé cerca del acuario, hizo un gesto de asco. - ¿Qué pasa? ¿Huelo a sudor? (pregunté como si fuera a contestarme) - Lo hizo mi primer abuelito gracias al arte que tiene con la telepatía. - Dice que hueles a un cócktel de porquería. - ¡Será guarra la tía! - Me enfadé.

Entonces el árbol de la calle me dio una pista cantando a voz en grito: - ¡Ayer taaaaaarde vi lloveeeeeer, vi gente correeeeeer...! 

La noche anterior había llovido a base de bien y cuando eso ocurre, se contamina la playa a la que voy debido a los vertidos químicos y humanos que arrastra el agua de lluvia. 

¡Y yo me bañé en esa agua porque era temprano, el mar estaba relativamente en calma, no sabía que había llovido y aún era pronto para que viniera el socorrista a colocar la bandera roja... ¡ah! y tragué una buena bocanada de agua por culpa de una ola que me pilló desprevenida... ¡¡¡AAAAAAAAAAAGH!!!

 Cuando la Cotilla fue a desayunar a la cocina, quedó boquiabierta al ver que mi cuerpo despedía destellos verdes mientras el árbol de la calle cantaba: - ¡¡¡CONTAMINAMEEEEE!!! - y yo le gritaba: - ¡¡¡Calla, jodío!!!

jueves, 2 de septiembre de 2021

El viejo televisor.

La Cotilla, más enfadada que un mono, ha entrado en casa como un elefante en una cacharrería: - ¡Te parecerá muy bonito lo que has hecho, boba de Coria, pero a mi me has puesto en la picota! Ahora voy a tener que estar encerrada en mi cuarto... -  ¡¿Ha dado positivo en covid?! ¡¡¡VADE RETRO, SATANAS!!! - Calla, loca perdida. No mientes al diablo que solo me faltaba esto. No podré salir a la calle porque los sicarios de la mafia china vuelven a rondar esta calle. - ¿No le hace ilusión? (mis ojos hicieron chiribitas, ilusionados) Lo mismo ésta noche le cantan Clavelitos. - Que cruz tengo contigo...

La Cotilla traía consigo un gran paquete con el que apenas podía. - ¿No serán velas para el altar de los Amigos de lo Ajeno? - No. Pero alguna tendré que poner para protegerme de las malas ideas. Es un televisor que había en un contenedor. - Pero... - Como no saldaré de mi cuarto me entretendré con ésta tele. - ¡Es un trasto inútil! ¡No funcionará! - Habló la eminencia de los reparadores de teles.

Efectivamente, no funcionó pero, como según la Cotilla, corría peligro si salía a la calle, el trasto se quedó en casa. - ¡Mira que bonito queda con un geranio encima! (¡que barra tiene!)

Menos mal que, gracias al árbol de la calle, me deshice de la tele. - Que dice el gremio de los gorriones que esa caja les vendría bien para usarla como incubadora de sus pollitos. - ¡Ah, vale! Por mi encantada.

Ahora la vieja tele se siente útil y los gorriones agradecidos me despiertan tooooodas las mañanas con sus trinos y cuando acaban empieza el árbol a cantar Las Mañanitas a toda potencia.

En el barrio se recogen firmas para talarlo. Yo misma he firmado... con seudónimo.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

¡¿AQUI?!

 No tardé en enterarme del acuerdo entre la Cotilla y el señor Li en cuanto empezaron a llamar a la puerta grupos de chinos que querían ver la habitación. - ¿La mía? Lo siento pero todavia no he hecho la cama (les dijo a los primeros que llegaron)

Durante la mañana siguiò viniendo gente de ojos rasgado e idioma ininteligible pero como me parecía que todos decían lo mismo, yo repetía lo de la cama.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - ¡Menos mal que ha venido, Cotilla! No he tenido ni tiempo de abrir una lata de Fabada Asturiana porque no paran de venir chinos a ver mi cuarto. ¿Qué mosca les habrá picado? 

La Cotilla cambió de conversación. - ¿Es una de aquellas latas que el otro día saqué del contenedor del súper? Puedes tirarlas todas. Están malas. Ya han muerto dos personas me ha dicho la cajera cuando he ido a por productos recién caducados para vender en mis trapicheos. - Mire que se lo he dicho mil veces: ¡algún día tendremos un disguuuuuusto... Pero usted no me hace caso.

 Tuve que cambiar el menú. Abrí una lata de lentejas con chorizo.

La tranquilidad duró hasta que terminó la etapa de la Vuelta ciclista a España así que pudimos dormir la siesta, a pierna suelta, Pascualita y yo, después se reinició el jubileo en el rellano de casa.

Pero ésta vez los chinos vinieron acompañados del señor Li. Asombrada, dije: - ¿También quiere ver mi cuarto? - Pero me cortó en seco: - ¿Pol qué no dejal que vel cualto a éstos chinos? Ellos dolmil aquí. - Aquí quiere decir: ¿AQUI? - Si. Cotilla decil que tlabajadoles mios dolmil aquí. Glatis, y así ell pagal deuda que tenel conmigo.

Me puse de mal café. Todos mis personajes estaban a verlas venir pero fue Judas quien abrió la boca mientras señalaba a las sillas: - Si el gremio de sillas, butacas y taburetes varios, adelantara la hora de cierre de su jornada laboral, se lo agradeceríamos.

A partir de ese momento dejé entrar a todo el que vino: - Siéntense, por favor... - Tardaban menos las sillas en tirarlos al suelo que ellos en sentarse. El primero en caer fue el señor Li. que se fue magullado porque insistió varias veces en sentarse.

El resto de la tarde la pasamos brindando con chinchón.