sábado, 25 de septiembre de 2021

Discusiones.

Estábamos viendo un reportage en la tele sobre los caníbales de Papúa Nueva Guinea, Pascualita, Pepe y yo, mientras le dábamos un tiento a la jarra de chinchón on the rocks, cuando el jibarizado empezó con su monólogo: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - Vale, Pepe... - Pero él siguió dale que te pego: - OOOOOOOOOOOOOOO - ¡Calla que no puedo oir lo que dicen, jodío!

Cuando el llavero suelta su discurso nunca se sabe cuando va a parar. Pascualita le pegó una dentellada que casi le arranca el ojo-catalejo. Le quedó colgando y habrá que esperar a qué venga la abuela a zurcirlo. 

Todo ésto generó una fuerte discusión entre los tres. - ¿Era necesario ésto, media sardina? - Recibí un chorrito de agua envenenada junto a la oreja izquierda. - Pepe, al que el accidente del ojo no lo había dejado sin voz, se encampanó màs todavía: - OOOOOOOOOOOOOO

Poco a poco fueron sumándose quejas y opiniones de los demás personajes hasta que llegó mi primer abuelito. - ¡Se os oye desde el Más Allá! ¿Qué pasa? - El guirigay aumentò de decibelios y entonces él, para poner un poco de cordura a tanta escandalera, se mostró, en toda su gloria, sobre la lámpara del comedor que no cabía en sí de orgullo.

 Un sudario de seda tornasolado que cambiaba contínuamente sus tonalidades multicolores, brillando como el sol y dejándonos a los demás cegatos por momentos, nos entusiasmó. Fue como ver el primer amanecer del mundo. 

Estábamos extasiados y, sin darnos cuenta, hicimos coro con Pepe diciendo: ¡OOOOOOOOH! Incluso Pascualita tenía los labios formando una O perfecta. Después aplaudimos a rabiar mientras las ventanas y la cristalera se abrían de par en par y las ramas del árbol de la calle entraban en casa. 

Llevado por el entusiasmo del momento, el árbol me dijo: - ¡Nena, sube a una mis hojitas y te llevará a un lugar espectacular! - No tuvo que repetirlo. Un viajecito es lo que necesitaba en esos momentos. 

Subi a la hojita, cerré los ojos y al abrirlos me invadió un calor exagerado - ¡Oh, no! (pensé) Adiós bisnieto. He llegado a la menopausia... - Abrí los ojos y estaba, exactamente, sobre el cráter el volván de La Palma que lanzaba sus llamaradas tratando de alcanzarme. Mientras cerraba de nuevo los ojos para volver a casa grité: ¡¡¡LA MADRE QUE TE PARIO, ARBOOOOOOOL!!! 

En la tele no se escuchó porque, en ese momento, el volcán, cabreado, rugió.

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