domingo, 12 de septiembre de 2021

Entre Pinto y Valdemoro.

 El barrio está dividido entre los que piden que se quite el enjambre de la boca del árbol y quienes desean que siga ahí aunque les cueste algún que otro picotazo de las abejas. Yo estoy entre Pinto y Valdemoro porque ahora no puedo salir al balcón ¡la cristalera la tiene cerrada a cal y canto! pero, si se llevan el enjambre, el árbol de la calle volverá a las andadas de cantar a grito pelado, Las Mañanitas a cualquier hora del día... y de la noche. Menudo dilema.

Una de las que está en contra de que se lo lleven es Pasculita desde que ha descubierto lo rica que está la miel. Le he comentado que no es buena para ella. - No creo que puedas comer dulce todo el día. Te puedes morir. (le dije) y le entró una risa que no le había visto nunca. Y menos mal porque se atragantó y no he visto cosa más fea en mi vida.

Le di un golpecito en la espalda, como es preceptivo en estos casos y por poco me muerde. ¡Menuda fiera! - ¿Acaso crees que vas a vivir siempre? (chasqueó la lengua con chulería) Si, ya sé que naciste mucho antes que los dinosaaaaaaauriossssss, pero nadie es inmortaaaaaal (otro ataque de risa) - Ya me estaba hartando y para fastidiarle no se me ocurrió otra cosa que poner un espejo delante de su cara ¡HUUUUUUYYYYY, LA QUE SE LIO!

Ella se ha visto la cara alguna vez (pocas) pero estaba normal y así y todo, atacó a su imagen (¡lo que me reí esos días!) pero lo de hoy es distinto. ¡Se estaba ahogando y sus muecas, terroríficas, no la dejaron indiferente! 

Atacó con toda su artillería. Apenas tuve tiempo de soltar el espejo cuando mordiscos y escupitajos envenenados se estrellaron contra él. Así se tiró una hora mientras yo me tomaba un cola cao con pan con aceite y tomate tan ricamente.

Exhausta y sabiéndose derrotada por el monstruo del espejo, se sumergió en el acuario, entró en el barco hundido y tapó la entrada con algas del fondo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario