domingo, 30 de enero de 2022

Fin de la discusión.

 Llevo días sin ver al gato-cojín que se había colado en casa, aunque no me extraña después del correctivo que le dio Pascualita, enfadada porque se había enfriado el agua de su acuario. Pregunté a la Cotilla: ¿Sabe algo del gato? - ¿Qué gato? - El que salió trasquilado como usted el otro día. -  ¡Aquello era un cojin peludo! - Pero usted dijo que... - Me confundí ¿Acaso no te has equivocado nunca, boba de Coria? - Pocas veces pero... sí.

Me miró con cara de: ésta ya le ha dado un tiento al chinchón de buena mañana. - Si quieres el cojin, no lo busques. Ayer me lo llevé al trapicheo y me dieron tres euros por él. Además, desde que no está aquí he dejado de estornudar.

Balanceándose en la lámpara de velas del comedor, mi primer abuelito miraba de reojo a la Cotilla. - ¿A esta que le pasa? Parece que mi alergia a los gatos, se le pasó a ella cuando canté el adiós a la vida. Se lo merecen tu abuela y ella. Siempre traían gatos callejeros a casa y los subían al sofá cuando dormía la siesta. - ¡Que mala uva!

Llamaron a la puerta. En el rellano estaba Bedulio el Municipal con una carta en la mano y preguntado por la Cotilla. En cuanto apareció por el pasillo le tendió el sobre y dijo: - Son 500 euros. - ¡Gracias, saleroso! (dijo la Cotilla) - Las gracias se las daré yo en cuanto me pague la multa por vender un gato en trapicheo. Por llevarlo lleno de heridas y hematomas. Por estar mal cuidado y... Quinientos euros me parecen pocos. Será ¡mil euros a pagar a tocateja!

Huy, la que se lió en el rellanoooo... Cuanto más se quejaba la Cotilla, más subía la cuantía de la multa y más subían los gritos en la escalera. Mientras, yo estaba apoyada en el quicio de la puerta, con el abuelito en plan moscardón por el techo y Pascualita asomada a mi escote pidiéndome, con muecas y gestos, que la dejase "intervenir" para poner fin a la discusión. Dije que no. Lo dije. Pero el abuelito la cogió por los pelo-algas y la dejó caer... Y hasta aquí puedo leer.



sábado, 29 de enero de 2022

La chispa de la... jodía abuela.

 El teléfono sonó a las cinco de la mañana y en seguida pensé que mi bisabuelastra la Momia había tomado las de Villadiego largándose con mi primer abuelito al Más Allá. Nada más lejos de la realidad. Era la abuela que acababa de llegar a su casa de El Funeral y me llamó para decirme que me había mandado un regalo.

Creí que iba pasada de chinchón pero dijo que había bebido lo justo y necesario. No estaba yo a esas horas brujas de la madrugada, para meterme en discusiones. -  ¿Qué es? - Una manta p.r.e.c.i.o.o.o.o.s.a. que nos regalaron pero creo que a ti te hace más falta porque hace mucho frío y duermes sola, sin perrito que te ladre.

Y colgó sin darme tiempo a preguntar cuando llegaría el paquete. Llamé, repetidas veces a la Torre del Paseo Marítimo pero nadie descolgó el teléfono. Y digo yo ¿para qué quiéren un mayordomo que duerme como un lirón?

El caso es que llevo toooodo el santo día esperando el regalo, sin salir de casa por si viene cuando yo no esté. Todos en casa estamos a la espectativa. Sobre todo el árbol de la calle al que tengo de vigía y a Pepe el jibarizado que, para eso tiene un ojo-catalejo. Dicen que la competencia es buena pues ¡toma competencia! Se juegan la honrilla para ver quién ve primero al portador del regalo.

A las diez de la noche un cansadísimo repartidor ha dejado un paquete en casa. Resulta que, además de la manta de pura lana virgen (¡Oh!) venía también un juego de sábanas de franela, suaves como la mantequilla.

Me faltó tiempo para correr a hacer la cama. Cuando la manta y la sábana se rozaron ¡salió una chispa que, chisporroteando, saltó a mi mano y me dio calambre. - ¡Ostras! ¿esto qué he lo que hé? 

Pascualita, que en ese preciso instante, saltó a la cama sintió en sus carnes de pez otro calambrazo y una chispa pizpireta recorrió su extraño cuerpo hasta colocarse, cual faro de Alejandría, en los alto de su cabeza iluminando, durante unos segundos, los pelo-algas.

Esta vez puedo decir que he visto correr a la sirena usando la cola como pies. ¡No extraña!

Al final, el "regalo" se lo llevó la Cotilla para sus trapicheos sabiendo que, por nada del mundo, debe frotar la sábana contra la manta ¡o no lo venderá! 

Que jodía la abuela...


viernes, 28 de enero de 2022

Agua caliente.

 El gato fue adoptado por la Cotilla mientras pensó que se trataba de un cojín. Yo sabía que era alérgica a los gatos y se lo recordé. - Que raro que no le haya dado la alergia. - ¿A qué? Aún no ha llegado la Primavera. - A los gatos. - Pero si aquí no hay... ¿Lo dices por el cojín? jajajajajaja Que tontica eres, boba de Coria.

El caso es que el gato tuvo un existazo. De repente se puso de moda acurrucarse en él. Hasta las hojitas del árbol de la calle se soltaban un momento de la rama cuando el gato dormitaba al sol en el balcón y se colocaban dentro del "rosco" de pelo, tan ricamente.

El árbol estaba quejoso porque él no podía probar la "nueva moda" por su envergadura pero no así sus ramas que, encogiéndose, lo lograban.

Incluso los comensales de la Cena saltaban de su lugar en el banco donde se sentaban eternamente y caían sobre el gato que dormitaba al sol que entraba por el ventanal. 

Era todo tan placentero que, apunto estuve de dejarme arrullar por el minino. A quién no vi hacerlo nunca fue a Pascualita. Claro que, desde que le pongo el agua caliente, duerme todo el día.

Desde lo alto de la lámpara de velas, mi primer abuelito me lanzó un consejo: - No esperes a que el agua se enfríe o tendrás problemas. - ¿A qué agua te refieres? ¡Hey, no te vayas! - Un sudario espectacular cubría el ánima del abuelito que replicó mientras desaparecía: - ¡Tengo un pase de modelos y llego tarde! ¡¡¡Lo sientoooooo...!!!

Por fin los planetas, concienzudamente alineados dejaron de estarlo y ¡chocaron! Pascualita llegó reptando al comedor enseñándome los dientes ¿Qué quería decir eso? Humm... Por otro lado, el gato vino al comedor desde la cocina, maullando... ¿También quería decirme algo? Entonces se oyó: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - mientras la Cotilla entraba en el comedor y fue a la única que entrndí porque nunca se me han dado bien los idiomas. El encontronazo entre ellos fue algo así: - ¡¡¡UN GATOOOOO. ATCHÍSSSSSSSSSSS!!! ¡¡¡MARRAMIAUUUUUUUUUUUUUUU!!! (a la sirena no se la oyó pero se dio a conocer su ataque: - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYMIAUUUUUUUUUU!!!

Más tarde, cuando el chinchón hizo efecto en la Cotilla y el gato y dormían a pierna suelta, quejándose aún así de sus muchas magulladuras, recordé que hacía horas que no  ponía agua caliente en el acuario...

jueves, 27 de enero de 2022

La Cotilla.

Esta mañana el gato de unos vecinos ha entrado en casa en cuanto he abierto el balcón. Estaba enroscado en una de las ramas del árbol de la calle.

- ¡Eh, fuera de aquí! (le grité) - pero se metió bajo la cama de la Cotilla que todavía no había vuelto de una noche de trapicheos. 

La llegada del gato supuso una revolución en casa. Todos los personajes hablaban de él y coincidían en un punto: - ¡Se comerá a Pascualita! - ¡Claro (pensé) es un pez, medio por lo menos. Pues no había caído en ello... Los comensales de la Cena carraspearon: - Ejem, ejem... - Esa neurona, nena... (dijo uno de ellos) 

Estaban todos preocupados menos quien tenía que estarlo: la sirena. Ni se había dado cuenta de la presencia del depredador hogareño porque, después de que le pusiera agua caliente en el acuario, se había dormido entre las algas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Estoy cansadísimaaaa. ¿Sabes que me he congelado ésta noche? - ¿Cómo una merluza? - Tal vez más... - Y por qué está descongelada? - Porque cuando han llegado los basureros para vaciar los contenedores uno de ellos, creyendo que yo era un maniquí, me levantó del suelo y colocado sobre una rejilla de las que despiden calor en las aceras, allá en América... - ¿Hasta América se ha ido a trapichear? (No me hizo ni caso) - Ese calor me derritió y poco a poco fui volviendo en mi.  - ¿Solo con ese calor americano? - Bueno, también me hicieron el boca a boca y... - ¡Un basurero! - Creo que era... - ¡Yo los saludo siempre y no me han hecho nunca un boca a boca! ¿Sabe qué le digo? ¡que los va a saludar su padre!

Salí enfadadísima al balcón para poner a parir a los basureros pero ya no estaban a la vista. De todas maneras le conté lo que habían hecho al árbol de la calle y ¡los puse a parir!

Cuando la Cotilla se acostó en su cama agradeció mucho el cojín de pelo que estaba, enroscado,  sobre la almohada. Hasta la cocina me llegó su vocecita casi centenaria: - ¡Gracias, boba de Coria! era lo que me faltaba para redondear el día. - ¡Que jodía!

 

miércoles, 26 de enero de 2022

Doña Caprichos.

Comentaba con el árbol de la calle lo difícil que era que Pascualita tuviera amistades. - A tí no te ha comido porque eres muy grande pero, si te hubiese conocido como esqueje ya sería otro cantar.

- Este bicho me pone las hojas de punta. Es como un pozo sin fondo. Tengo pesadillas pensando que un día descubra que le encantan mis hojitas ¡No dejará ni una! ¿Tan difícil es encontrarle un sireno? - Es una tarea imposible ¡No hay! Me temo que los machos eran a las sirenas como los zánganos a las abejas... - ¡Calla, calla. Mira, tengo las hojas como escarpias!

Como el día era bueno, la charla ocurría en el balcón para disfrutar del sol. Era una cháchara distendida hasta que se me mojó un pie porque Pascualita acababa de tomar posesión de el después del paseíto que se había dado desde el acuario al balcón.

Un temblor nervioso me invadió cuando me dio por pensar si nos había oído. Parecía estar a miles de años luz de mi casa. Mi primer abuelito apareció montando un brioso caballo blanco que se convertia en humo a cada paso que daba ¡Era espectacular!

Grité alborozada como una niña escandalosa: - ¡quiero montarlo, quiero montarlooooooooooo! - Es pura nube, no puedes subir porque no te aguantará. - Pero yo seguía erre que erre.:  - ¡¡¡QUIEROOOOOO!!! Como buen abuelo, no pudo soportarlo más y cedió. Cogió las riendas para que yo me subiera a aquella belleza.

El caballo me miraba, orgulloso e impaciente. Estaba muy alto, rozando el techo y necesité la escalera para subir hasta la grupa. Mientras pasaba una pierna sobre el caballo me fijé que el abuelito cerraba los ojos y ¡¡¡PATAPÚM!!! me caí desde una altura de casi tres metros.

Desde el suelo escuché el relincho de un caballo fundiéndose en el aire, las risotadas de mis compañeros de piso que se partían de risa y vi a Pascualita haciendo la señal de OK... 

Yo me partí una vértebra y tuve un ataque de risa.

martes, 25 de enero de 2022

El Oráculo.

 Con Pascualita metida en mi escote me acerqué a la cristalera del balcón. A un gesto mío se abrió de par en par para que, durante cinco minutos, se renovara el aire y entrara poco frío. Cuando la cristalera se cerró, un aleteo blanco pasó ante mi. - ¿Abuelito?

No contestó nadie. También pensé que mi pañuelo de papel había caído en las garras de una corriente de aire y jugaba con él. - ¡Hey, no me estropees el klineex que me tiene que durar una semana, por lo menos! 

Un montón de ojos asombrados se dirigieron a mi y tuve que aclarar, una vez más, que mi sueldecillo no me permitía hacer dispendios. 

No fue hasta que se posó en la mesa de la Cena cuando vi que era una mariposa.

Mi corazón se ensanchó de gozo. ¡Era un anuncio de la Primavera más efectivo que el del Corte Inglés! Asomados a los cristales, el árbol intentaba ver al Oráculo que traía la buenanueva. Pepe el jibarizado soltó un entusiasta OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Pascualita se subió a mi cabeza y pensé que un segundo después estaría monda y lironda, pero no... Todo, incluso las bolas de polvo, dejaron lo que estaban haciendo y celebraron la llegada de la mariposa con unos chupitos de chinchón a pesar de que no me pidieron permiso pero, un día es un día.

- ¿Te importa que te llame Primavera? (la frase sonó tontorrona. Cosas de la emoción. - Mientras no me llames Quasimodo... - De modo que nos anuncias la primavera, Primavera. - Te repites como el ajo, María Melindres. - ¡Huuuuy que graciosaaaaa! (todos aplaudieron a rabiar) ¿Qué clase de mariposa eres? - ¿Mariposa? Dirás oruga. A ver si vas al oculista. 

Le puse un espejo delante y del susto la trompa le quedó rígida y las alas rojas - ¡Maldito gusano! Hazte un capullo, hazte un capullo, me dijo el jodío. Le hice caso a pesar de que me parecía que aún no tocaba ¿Y ahora qué hago? ¿De dónde saco un mariposo?

Como si la hubiese entendido, los pelo-algas de la sirena se le pusieron de punta. Saltó del escote al aparador. La mariposa, aturdida por la confusión que había tenido, saltó a su vez y cayó en el borde del acuario. Y allí las he dejado a ambas para que hablen de sus cosas y brote la amistad en ell... as... ¿Mariposa... dónde... estás...?

 

lunes, 24 de enero de 2022

Xafardeando.

- Teniendo dos dedos, horizontales, de frente, más una neurona que lo mismo me sirve para un barrido que para un zurcido, de mi cerebro pueden salir pocas cosas e incoherentes. 

Sé que no debo contar a la abuela nada que incomode a mi primer abuelito pero... ¡que más da si no se ven, Pascualita! - La sirena me miraba como quien ve llover. - ¿Tú que opinas? Ya sé cuál es tu postura, la más cómoda: Haz lo que te parezca (dirás)Si es que no sé para qué te pregunto.

Lo mismo daría que mis cosas se las contara a la pared, me haría el mismo caso que la sirena. Pero creo que es mi obligación intentar que coopere con las cosas que ocurren en casa. Aunque, por otra parte, después de haber sobrevivído millones de años y circunstancias adversas, se ha ganado el placer de hacer lo que le venga en gana... ¿Por què seré tan contradictoria? - Por toda respuesta, Pascualita se sumergió hasta el barco hundido y entró a dormir otra de sus siestas.

Después de discutir con Geoooorge a cuenta del pelo de su Primer Ministro: - Ya podrías comprarle un peine con lo que te paga mi abuela, GeooooooorBrexit. - Mi no entender. 

Cuando se puso la abuela al teléfono me faltó tiempo para decirle: - ¿Sabes que tu  exmarido ha cambiado la seda por la franela? - "Por mi como si se la pica un pez" - ¡Abuelaaaaa! ... y se ha puesto pies para llevar pantuflas. - "¿A qué va a ser... verdad que ves a ...mi primer... marido?" - ¡Naturalmente! Estoy harta de decirlo... ¿Acaso vestía de franela en vida? 

A través del auricular escuché un porrazo: - ¿Tu qué decir a madame? ¡Tú matar! - ¡¿En serio?! ¡¡¡Pascualitaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Voy a ser la dueña de la Torre del Paseo Marítimooooooo. Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaa! ¿A qué vienen esos gritos? (preguntó la Cotilla) - Antes de responderle me fijé en lo que llevaba en las manos: - ¿Esto qué he lo que hé? (indagué) - La lámpara que te prometí ¿Has visto que original? - ¿Va con velas? - Y velones, jodía.

 

domingo, 23 de enero de 2022

Angelico.

¿Cómo podía rescatar a una sirena antidiluviana del estómago comelotodo de un gran platanero encantado consigo mismo? No tenía ni idea. 

Pregunté al abuelito pero no pudo darme ninguna pista porque estaba probándose sudarios calentitos en alguna parte del Más Allá.

Desde el balcón pregunté al árbol: - ¿Te has comido a Pascualita? - Que yo sepa, no - Hace un rato olía a pescado. - ¡Calla, no me hables! Casi devuelvo la primera papilla que caté. Tengo el estómago removido ¿Cómo puedes convivir con ese pestazo? - No me he parado a pensarlo... pero, dime: - ¿Dónde está Pascualita? - ¡Qué se yo. Que lo busque quien sea más listo! - Oh, nooooo. Deja al gallo Kiriko en paz.   

Ofendido, el árbol cerró la boca a cal y canto pero por poco tiempo. El que tardó Pascualitta en trepar desde las profundidades hasta la boca. - ¡¡¡QUE ASCOOOOOO!!! - Ahí fue cuando el árbol tuvo una arcada y la sirena salió disparada hasta mis manos.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Has comprado las bombillas al señor Li? Pues te han estafado ¡No se ve ni a tres en un burro, nena! - Es que la lámpara del comedor ha tenido un bajón. - Y así había sido. La imagen de mi primer abuelito en pantuflas la persigue noche y día. Y tiene la tensión, eléctrica, por los suelos. Tanto que tengo miedo de recibir un calambrazo si me rozo con ella.

- Tira esa lámpara que es de cuando Tutankamón iba al parvulario. A ver si ésta noche, en el trapicheo, me agencio una más moderna. - Aquello fue mano de santo. En cuanto la Cotilla calló la lámpara refulgió con tanta potencia que saltaron los plomos de todo el edificio y quedamos en la más absoluta oscuridad. 

De pronto una luz rodeada de una niebla ambarina, rompió las tinieblas. - ¿Qué es eso? (me pregunté) - Y la voz de mi primer abuelito dijo: Mis nuevas pantuflas ¿A que molan?

Un ruído atronador me indicó que la lámpara acababa de estrellarse contra el suelo... No somos nadie.

sábado, 22 de enero de 2022

Ande yo caliente...

 Aún tengo en la retina la imagen de mi primer abuelito enfundado en franela. Y la lámpara del comedor también porque, desde entonces, no levanta cabeza. Creo que su príncipe azúl, el alma más elegante del Más Allá, se le ha caído del pedestal. Será difícil componer de nuevo su imagen perfecta.

Cuando volví a verlo la cosa había empeorado porque, ahora, además de la franela lucía pantuflas. No pude abrir la boca pero los ojos se me fueron directos a sus pies. El se dio cuenta y dijo: - Ya sé que nunca llevo pies pero me los he puesto para calentarlos con las pantuflas. ¿A qué parezco un abuelo de verdad? Además, así puedo decir: ¡ande yo caliente y riase la gente! - La carcajada fue general y al poco llorábamos todos de risa.

Las bolas de polvo proliferan como las moscas en verano. Y se me suben a las barbas que no tengo. Corren por el pasillo jugando al escondite y al menor soplo de aire, vuelan o explotan. La escoba está harta de que la ninguneen y en cuanto puede se lia a escobazos. Cuando ésto ocurre cojo a Pascualita y nos refugiamos en el balcón. Prefiero escuchar al árbol de la calle que recibir un golpe.

Pascualita va loca por meterse dentro del árbol desde que vio como una hoja seca de otro árbol, llevada por el viento, entraba en su boca y no volvía a salir. Piensa que allí dentro estará más calentita. Esta tarde está insufrible así que, sin pensarlo siquiera, la he lanzado con la idea de encestarla en la boca de madera que no calla nunca. 

Entrar ha entrado... límpiamente, no. Ha chocado y rebotado (se veían los chichones a simple vista) varias veces hasta que se ha escurrido dentro. - ¡Ya está! - me he dicho y me he quedado tan pancha hasta que el árbol ha sacado su larga lengua de madera y se ha relamido, ha soltado un eructo que movido todos los cristales del barrio y un olorcillo a pescado ha llegado a mi pituitaria. - ¡Ay, ay, ay...!

viernes, 21 de enero de 2022

Hace frío.

La bombona de butano ha subido y se acerca a los 18 euros ¿Ahora que hace un frío que pela? Pues, sí señora. ¿Crees que es justo, Pascualita? - La sirena, tumbada sobre una mantita, puesta encima del aparador, bostezó, después cerró sus ojos saltones de pez y agarrando una punta de la manta se tapó y acurrucó para dormir.

Aprovechando que había salido un sol del quiero y no puedo porque, aunque brillaba no calentaba, salí al balcón. El árbol de la calle tiritaba. - Creía que los árboles grandes como tú, no teníais frío. - Y no tengo. Pero he escuchado unos comentarios que me tienen mosca. Un vecino, mirándome de arriba abajo, ha dicho que es una pena que no pueda talarme porque tendría leña para todo el invierno. - No va desencaminado. Estás gordo, tío. - Espero que estés de broma (tronó) - Solo te diré (sin ánimo de asustarte más de lo que estás) que el butano ha subido de precio... bastante. 

- Aaaaayyyy, Dios mío. Voy a empezar una novena a Santa Rita, patrona de los imposibles. (lloriqueó Don Melindres)

El frio estaba entrando en mis huesos sin pedir permiso. - ¡Quieto, parao, ladrón! - Pero siguio a lo suyo como quien oye llover.

Mi primer abuelito llegó envuelto en un sudario de franela gruesa nada sexi ni elegante. Cuando se lo dije contestó: - El Más Allá está lleno de corrientes de aire frío recién salido de ambos Polos. Así que he optado por pedirle a un alma que, en vida, fue vendedor de ropa de segunda mano en los mercadillos de los pueblos y ¡mira: hasta llevo calcetines a juego!

Yo tiré de chinchón y chocolate con los churros que trajo la Cotilla recién salidos del contenedor del súper.



jueves, 20 de enero de 2022

Pidiendo disculpas.

- Gracias al frío de ésta noche he podido sacar la cabeza de entre los barrotes del balcón. - Esto se lo he contado a la Cotilla mientras nos tomábamos unas infusiones con las hierbas que guarda en un talego. - ¿Qué son? (le pregunté un día) - Hierbas del campo. Trae el chinchón que las vamos a mejorar.

- ¿Cómo has podido sacarla sin cortar el hierro? - Con el frío se han encogido los huesos del cráneo y ya está. - ¿Entonces ahora tienes el cerebro más pequeño? Solo te faltaba eso. ¿Te ha visto alguien? - Claro, el Arbol de la calle. - Jopé, nena. Estás pallá.

A media mañana llegó Bedulio. Entró hasta el comedor pero se le notaba nervioso. -  Me manda el Jefe... a pedirte... disculpas. Me ha pegado una bronca por tu culpa... - ¿Que he hecho yo? - Meter la cabeza por los barrotes... Dice que tendría que... ¿Está por aquí tu primer... abuelito? - ¡Claro!

Una palidez extrema en la cara me indicó que tenía más miedo que once viejas. - Ay, ay, ay... fue sin querer, boba de Coria... Tendría que haberte ayudado... 

Bedulio no lo vio pero un pico del magnífico sudario de seda natural, tan natural que aún tenía pegados gusanos comiendo morera, del abuelito se le metió en el ojo. - ¡Ay, que me ha entrado algo, ay, ay... !

En ese momento, a Pascualita le dio por protestar saltando como una ballena sobre el agua, que se le había enfriado, y poniendo el suelo del comedor perdido. - ¡¡¡¿QUÉ ES ESTOOOO?!!! - Un acuario que hace tsumanis ¿chulo, eh? Ah, y lo del ojo es un capullo de seda. - ¿Un... qué? - Capullo.

No quiso oir más y salió por pies. En el rellano se volvió, sacó su bloc de multas y con mano temblorosa me puso una. - ¿Pero por qué? - Por insultar a una autoridad. - ¡¡¡ABUELITOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

 

miércoles, 19 de enero de 2022

Pasión de abuelo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡He ligado, boba de Coria! - ¡No será verdad! - ¿Cuándo he dicho mentiras yo? - ¿Y qué ha ligado, la mahonesa? Pues vaya cosa. - ¡Frío, frío! Estas celosa ¿verdad? Ya ves, a mi edad. - Con razón dicen que el amor es ciego. ¿Quién es el pimpollo que ha caído en sus redes, Rompetechos?

Veneno puro subía por mi garganta dispuesto para ser vomitado sobre la Cotilla pero tenía que aguantarme y no demostrar la envidia cochina que me corroía. Aunque, a veces, no podía dominarme. - Será el señor Li. el pobre tiene los ojos tan estirados que debe ver con dificultad y la habrá tomado como una gehisa de tres al cuarto.

La Cotilla se partía de risa y gritaba - ¡Frio, fríooooooo!

- Si hubiese ligado le habría faltado tiempo para traerlo a casa. -Eso es lo que he hecho y como es muy tímido, se ha quedado en el rellano.

Me faltó tiempo para salir corriendo, darle un empujón asesino al tacataca (que seguramente llevará) y dejar a la vecina desnoviada. Pero la Cotilla debió notar algo y me puso la zancadilla. Caí al suelo cuán larga soy y con la inercia patiné hacia la cristalera del balcón que se abrió, solícita, ante mi y acabé metiendo la cabeza entre los barrotes.

La Cotilla corrió al baño y, a pesar de la prisa que se dio, no pudo evitar dejar charquitos por donde pasaba. 

Bedulio me vio apurada y se acerco, solícito, preocupado por mi: - ¡Nena ¿está el perro policía-buscador-de-droga en tu casa?! - ¡No. Sácame de aquí! - ¿Me pides que entre en tu casa? ¿Y tu primer abuelito, dónde anda? - Probándose sudarios de Alta Costura. - ¿Ves como estás como una cabra? 

Y se marchó. 

Desde mi "prisión" vi salir a la Cotilla seguida del perro policía que no la dejaba ni a sol ni a sombra. Bedulio no volvió a aparecer. Y en cuanto a mi primer abuelito yo tenía razón: estaba probándose sudarios a cuál más espectacular. Y declinó la invitación que le hice para que me ayudara a sacar la cabeza de los barrotes diciéndo: -  Estás tan mona así. ¡Se me cae la baba viéndote!

A mi se me "cayó" una retahíla de palabrotas pero el abuelito había desaparecido y no surtieron efecto.

martes, 18 de enero de 2022

Animales en el autobús.

 - "Lo que no han logrado los muchos milenios que lleva Pascualita campando en la Tierra, lo lograrás tu: ¡cargártela!" - Abuela, no sé de qué me acusas... - "Ni en la época glaciar pasó tanto frio mi pequeñaja ¿Tanto te cuesta ponerle agua caliente?" - ¡Se la pongo! - "¿Cuántas veces?" - Pues, cada vez que meto el dedo en el acuario y noto que se ha enfriado. - "¡Claaaaaro! Y cuando eso ocurre ya está la pobre sirena con el tembleque. ¿Tanto te cuesta acercarte a la playa y llenar garrafas de agua de mar?" - Voy cuando veo que le queda poca... - "¡Llena la casa de garrafas y ten siempre agua caliente preparada..." - ¡Que lo haga tu mayordomo inglés! - "¿Y cómo le explico el asunto? ¿Le hablo de Pascualita?" 

Todo esto me lo ha dicho por teléfono. - Y al final le he contestado: - ¡Llévatela a tu casa de una vez! - Pero no ha picado. Lo que si me ha dicho, ya más tranquila, es que me pasee con la sirena en autobús ahora que ya dejan subir animales. - "¡Y no me enredes más que me espera Andresito para ir a El Funeral que tenemos que colgar algunas fotos en la Pared de los Finados y corrernos una juerga en recuerdo suyo"

De todo lo dicho solo presté oído a lo de ir en autobús con un animal pero, quitado Pascualita, no tenía ningún otro porque las bolas de polvo creo que no cuentan como mascotas a pesar de que no hay casa que no tenga.

Me fui a la caza y captura de una mascota. Siempre hay perros o gatos deambulando por las calles sin que nadie les haga caso salvo la típica vecina que les pone de comer al pie del árbol de la calle.

Di varias vueltas por mi calle y solo apareció Bedulio pero, después de observarlo, decidí que no era el ser adecuado.

Ya iba a subir a casa cuando se me acercó un perro normal y corriente. Me olió y decidimos  que éramos compatibles. Fuimos a la parada del bus y nos sentamos a esperar. En cuanto me vio el chófer me dijo: - ¡Tu no entras! Vete con el puñetero rolls royce. - No he visto una persona más desagradable en mi vida... bueno sí, los chóferes de los siguientes autobuses que están hartos de que Geoooorge aparque en su parada.

A todo ésto, el perro no se movió de mi lado y cuando me levanté para irme, en vista del éxito, me puso una pata encima, asomò uno de sus colmillos y ladró. 

Ya se me está pasando el susto. Resultó ser un perro policía-buscador-de-droga. La Cotilla había hecho una infusión de hierbas que trae de sus trapicheos y tomamos varios vasos con chinchón. Cuando la vea le preguntaré qué clase de hierbas eran

lunes, 17 de enero de 2022

Problemas caseros.

Ha habido un pequeño problema en casa entre las bolas de polvo que han ido tomando confianza con los años y campan a sus anchas como Pedro por su casa. Hoy han salido al balcón aprovechando el solecito y que la cristalera tenía ganas de tomar el fresco después de tantos días aguantando el olor y el calor de la estufa de butano que, ahora está enfadadísima y ofendida porque considera que la ha llamado guarra.

He intentado mantenerme al margen de esos tira y afloja pero han acabado metiéndome dentro del lio. - ¡Yo no he dicho eso! (gritaba, histérica, la cristalera) Me educaron muy bien en los mejores colegios de Palma... - ¡¿ColegioSSSSSS?! (a las bolas de polvo les gusta más una pelea que una chocolatina) ¿De cuantos te echaron marisabidilla? - ¡Retractaros ahora mismo! (le salió una voz de pito tan fina que crujió el cristal) - ¡Ya sabía yo que iba a pagar los platos rotos! (grité fuera de mi)

La bombona de butano, oronda y espectacular con su traje naranja, siempre se ha quejado de que no la eligieran a ella como mascota en el Mundial de fútbol de aquel lejano 1982, en lugar de a Naranjito. Y de esa queja le ha quedado una permanente manía de quejarse por todo. Incluso de Pascualita.

La sirena se tumba en el suelo, frente a la estufa, encantada de recibir el calor del fuego. Le digo que no se acerque tanto a él porque acabará más seca que el bacalao resalao. Ayer mismo tuve que quitarla de ahí porque empezó a olor como las sardinas asadas. 

Las bolas de polvo han descubierto que si suben al cuadro de la Santa Cena y se colocan bajo las narices de los comensales, pronto empiezan todos a estornudar como descosidos. Y la fuerza del aire que despiden por la boca, las manda de aquí para allá, girando como peonzas en el aire y haciéndolas reir hasta acabar desintegradas.

Mi primer abuelito me ha amenazado con no volver por casa hasta que las bolas de polvo hayan desaparecido porque, cuando vivía, tenía alegria al polvo y lo pasaba muy mal cuando la abuela le soplaba el polvo a la cara y los ácaros montaban orgías-político-festivas en sus bronquios.

Vaya... al final tendré que estrenar la escoba que compré con los primeros euros y que la tengo como oro en paño por ser un recuerdo tan emotivo.

 

domingo, 16 de enero de 2022

El cascabel.

 Pobre Pascualita. Tenía frio y yo sin enterarme pero, ahora que lo sé, le pongo agua de mar calentita y para que no coja anginas lleva una bufanda de las que, una vez, le hizo la abuela. 

Al parecer está encantada porque se ha pasado el día encerrada en el barco hundido y solo ha salido cuando ha calculado (porque es muy calculadora) que había llegado la hora de la siesta, que es cuando la Cotilla y yo nos tomamos unos chinchones antes de entregarnos al sueño y la sirena está al acecho con la boca abierta por si le caen gotas.

Voy a comprarle un cascabel porque, con esa manía que ha cogido de zascandilear por toda la casa reptando por el suelo, un día la voy a pisar y tendremos un disgusto.  

Esta tarde he ido a la tienda de los chinos del señor Li. En cuanto me ha visto ha preguntado por las gambas gordas que, no sé por qué, cree que tengo en casa. - ¿Tu tlael gambas goldas? - Ni gordas ni flacas. ¿Tendré que aprender chino para que me entienda? - Sel buena cosa, boba de Colia. - Ya, pero no me da la gana de ponerme a estudiar a mis años. - ¿Tu sel vieja? Ah, mi no sabel polque mujeles de aqui sel igual todas. - ¡Que dice, buen hombre! Eso es lo que pasa con los orientales. Toda la vida ha sido así. - ¡Tu sel tonta! - Ah, sí. ¡Pues ya no le compro el cascabel!

Di media vuelta, muy orgullosa después de haber tenido una conversación tan interesante con una persona del pais del Sol Naciente... ¡Claroooooo! Ya sé el motivo de que vengan tantos orientales a Mallorca. Porque, cuando sale el sol y empieza a caminar alejándose del pais, vuelve a dejarlo a oscuras hasta el día siguiente. Los pobres no ganan para bombillas... No me extraña que emigren.

Lo comenté con la abuela que, como de costumbre, puso pegas a todo. - "El señor Li no es del pais del Sol Naciente ¡Es chino!" - ¡Lo sé hasta yo! -  "Pues no lo parece. No es japonés" - ¡Claro que no! Si tiene los ojos achinados.

Un  silencio espeso salió por los agujeritos del teléfono y yo aproveché para cortar un trozo y hacerlo empanado con patatas para el mediodía.

Cuando la abuela habló de nuevo preguntó por el cascabel. - "¿Lo has comprado?" - Ni harta de vino. Me ha ofendido. - "¿Cuándo y por qué, alma de cántaro?" - ¿No querrás que me acuerde de todo? ¡¡¡PASCUALITA, QUE TE PISO, JODÍA!!!

 

sábado, 15 de enero de 2022

Hace frio.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Coñiiiiiiiiiiiiiie, que friooooo! ¿sabes que voy a hacer, boba de Coria? - Cualquiera sabe, Cotilla. - Mataré dos pájaros de un tiro... - ¡Ni se le ocurra, pobrecitos! - ¡Calla, jodía, que no me dejas terminar! Pondré velas, velita y velones en el altar de los Amigos de lo Ajeno para que nos den calor y manden buenas vibraciones a mi gurú Bárcenas que, el pobrecillo... - ¿Pobrecillo ¡Anda que...! - está en la cárcel. Y, de paso comemos en la salita y estaremos calentitas ¿qué te parece? 

Por una vez y sin que sirva de precedente, no me pareció mal.

Pascualita está rara. Su aspecto de ahogada está más acentuado de lo normal. Y en cuanto tiene oportunidad salta del acuario al bolsillo de mi bata. Cada vez que la he devuelto al agua me ha querido morder. ¿Estará mutando hasta convertirse en una mujercita o en un pez completo?

Me ha tenido pensativa mucho rato este modo de actúar y una de las cosas que he sacado en claro es que tiene la menopausia, laque hace dos mil millones y pico debe ser. Luego me ha venido a la cabeza que tal vez sea el celo ¡Solo faltaba esto! Me tocará ir por los mercados en busca del pez que le haga tilín. Y lo último que he pensado, descartando todo lo demás, es que ME QUIEREEEEEE... . Ay, no he podido evitar soltar una lagrimita. 

He llamado a la abuela para ponerle los dientes largos de envidia. Geooooorg, que no levanta cabeza desde que se instaló el brexit en su país y solo le faltaba lo de su Primer Ministro. - ¿Cómo lo llevas, inglés? - Dijo algo en su idioma que no entendí pero por el tono noté que no era un piropo precisamente. - No se puede tener a una persona con tanta responsabilidad, sin que sepa lo que es y vale, un peine. Anda, dile a mi abuela que se ponga, Jorgito.

Cuando escuchó lo que tenía que decirle, la abuela contestó: - "¿Qué te va a querer? ¡Tiene frío, pardala!"

Levanté la vista hacia mi primer abuelito que daba volteretas en el aire envuelto en un sudario de piel de oso polar. - Es sintético (me dijo. y yo lo creí) 

En ese momento entró la Cotilla con la sopera y antes de que pudiéramos sentarnos a tomar la sopa de sobre, la sirena salió disparada de mi bolsillo y entró límpiamente en aquel caldo que abrasaba y en el que ella se tumbó y se durmió tan ricamente mientras la Cotilla intentaba poner en órden su cabeza para saber qué había sido "eso" - Un cachito de meteorito que ha entrado por la ventana. (dije, tan pancha) - Está... cerrada ... - Deje de poner pegas y coma.


 


 

 

 

 

viernes, 14 de enero de 2022

Voz cristalina.

 He abierto la boca para cantar y lo que ha salido ha sido un chirrido que, hasta a mi me ha puesto los pelos de punta. A ésto le ha seguido una risotada del "tenor del barrio": el árbol de la calle.

Pascualita, que flotaba en el acuario mientras dormía una relajante siesta, ha saltado como un resorte hasta la lámpara del comedor y con los pelo-algas tiesos como si los hubiesen almidonado. 

El OOOOOOOOOOOOOOO que llegó desde la cocina indicó que Pepe el jibarizado también se había sobresaltado. La cristalera del balcón batió fuerte varias veces, indicando que no le había pasado desapercibida la voz de grajo constipado y algo afónico que salió de mi garganta. 

¡Cómo se reía al puñetero árbol! Incluso se atrevió a decir que no estaba hecha la miel para la boca del asno. No sé a que asno se refería pero no me gustó el refrán

La voz escacharrada de mi garganta, cabreada como un mono, me echó en cara que no la había engrasado durante años: - ¡Que vergüenza me estás haciendo pasar, boba de Coria! Una voz cristalina como la mía tiene que cuidarse con esmero y tú, alma de cántaro, nunca te has preocupado de eso. 

- ¿Cristalina? ¿Desde cuándo? - ¡De nacimiento, guapita! Era la envidia de los ruiseñores que venían a oirme cantar. ¡Me reía yo de los niños cantores como Marisol y Joselito! - ¿Y por qué no lo recuerdo? - ¡Tu sabrás! Que cada palo aguante su vela. - ¿Me estaba toreando mi propia voz? 

Mi primer abuelito, vestido con un sudario bordado de madreperlas de los mares del sur, corroboró, de pe a pa, lo dicho por mi voz. Entonces corrí a la despensa, cogí el bote de 3 en uno y me apliqué una buena rociada en la garganta. Después, para quitarme el mal gusto, bebí unos chinchones y abrí la boca para escucharme. Ésto fue lo que salió: - ¡CLAVelitoS de MI COoooRAAAAAAAAA... ¡HIP!... zón. hoyYYYYYYYY ... ¡hiP!... ¡hIp!...


jueves, 13 de enero de 2022

Dieguito.

En cuanto me di cuenta de lo que pasaba llamé a la abuela para contárselo. Y aunque Geoooorge intentó ponerme zancadillas, al nombre la palabra BISNIETO, escuché: - "¿Qué pasa, boba de Coria?" - La abuela, cuando quiere, tiene un oído finísimo.

- Pues que ya tengo el nombre. - "¿No ibas a decirme que esperas a mi bisnieto?" - Por lo pronto sé que se llamará Dieguito porque estoy todo el día con ese nombre en la boca: que si Dieguito por aquí, Dieguito por allá. Y sin venir a cuento también he dicho Dieguito.

Al otro lado del teléfono se escuchó un silencio perplejo y sepulcral. - ¿Abuela...?

Un suspiro profundo recorrió toda la línea telefónica para entrar de rondón en mi oído y, a continuación vino el berrido, o eso me pareció a mi.

- "¡¡¡¿TU ESTAS TONTAAAAAAAA?!!!" 

- Por algo se empieza. Y si ya he decidido el nombre querrá decir que falta menos para encontrar un padre para Dieguito. - "¿Y si fuera niña?! - Se cambia la O por la A y aquí paz y después gloria.

La voz de la abuela se suavizó un poco cuando me sermoneó: - "¿Cuántas veces te he dicho que no es bueno beber chinchón a solas?" - ¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino, abuela ? 

Pero ella no paraba: - "Además ¿quién te ha dado permiso para elegir el nombre de MI BISNIETO? - Esto ha sido cosa de mi subconsciente, abuela... - "Así se llamaba tu bisabuelo paterno... (poco a poco la voz de la abuela fue perdiendo intensidad y firmeza para coger un tono temeroso) Nena... ¿vas en serio cuándo dices que... tu primer abuelito luce sudarios de... Alta ... Costura...?"

La neurona de turno encendió una lucecita en mi cerebro - ¡¿Crees que el abuelito me ha coaccionado para elegir el nombre?! ¡Que puñetero es! ¡Abuelito, tenemos que hablar! - "¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! Déjalo, no vaya a ser que se presente en mi casa a pedirme cuentas... Ay,ay,ay,ayyyyyyyy"

Miré al techo y nunca he visto una sonrisa más satisfecha que la de mi primer abuelito en ese momento. 

miércoles, 12 de enero de 2022

Fama efímera.

 Sigue el rosario de gente que acude a abrazar el árbol de la calle, que se muestra más ufano cada día que pasa. Por lo pronto ha crecido y, sobre todo ha ensanchado y se le ve orondo y lustroso como nunca.

También canta. Todo el santo día tiene la bocaza abierta y por ella salen canciones del año catapún con las que tiene el poder de ponerme la cabeza como un bombo.

La gente no se conforma con abrazarlo, también le pegan mensajitos en el tronco, a veces con chinchetas, otras con celo y cuando la parte baja estuvo empapelada alguien trajo una escalera para poder llegar a las alturas. 

Mientras tanto ha engullido dos bicicletas que dejaron apoyadas en el tronco; los cacharros donde una vecina deja agua y comida para gatos, palomas y gorriones. Y varios móbiles. 

Cuando la gente se subió a las ramas en su afán de inmortalizarse a través de alguna frase acertada y el selfi correspondiente, el árbol dejó de cantar y empezó a gruñir. Los gorriones se quejaron de que se habían pisoteado varios nidos alquilados y con derecho a cocina.

De la noche a la mañana, los mensajitos pasaron de edulcorados a sádicos porque a nadie le gusta que le critiquen o le gruñan, sobretodo cuando piensa que está haciendo un bien a la Humanidad abrazando a un árbol viejo, polvoriento y lleno de pájaros que montan campeonatos de defecaciones y hacen dianas sobre los "amigos de los árboles"

Ni mi primer abuelito se pone bajo la copa del árbol cuando los gorriones, más los estorninos, las tórtolas y los mirlos se divierten con el tiro al blanco.

 De repente, el árbol se ha quedado solo. El viento se cuida de arrancar los papelitos dedicados. El árbol está mohíno. Ha empezado a hacer pucheros. Se anuncian inundaciones...

La memoria del árbol ha reverdecido y recuerda una frase: Pon un perro en tu vida. Y aquí están fieles a sus costumbres, los perros del barrio que, ya sin barullo por medio, acuden presurosos ¡y con paraguas! a levantar la pata tal como está mandado en su ADN.

martes, 11 de enero de 2022

El árbol está feliz.

 Mientras intentaba desayunar en la cocina, rodeada de Pascualita, loca por tirarse de cabeza en su taza de cola cao, la Cotilla se tomaba su café con leche mojando unas magdalenas que ha traido, del contenedor de basura del súpermercado, más duras que su cabeza.

 - Un día se intoxicará con lo que coge de la basura. - Tu te fijas en las fechas de caducidad y eso lo ponen para quedar bien con el Gobierno de turno. Mira, toca ésta magdalena. - Puso un dedo artrítico sobre ella y empujó para demostrarme lo blandita que estaba. Y si, se hundió un poquito. - ¡Lo ves! Anda, toma y come que es gratis. - Visto así...

Aprovechando que estábamos distraídas, la sirena saltó a la bolsa de las magdalenas a las que convirtió, en un santiamén, en picadillo. - ¡Y también sirven para empanar! - gritó alborozada la Cotilla como si acabara de descubrir América.

El sonido de una batucada sonando bajo el balcón nos hizo correr hacia allí. - El ritmo de los tambores se enroscó a nuestras piernas y bailámos como marionetas. En la calle la gente hacía lo mismo. Alguien nos había embrujado. ¿El flautista de Hamelin, tal vez? - ¡Oh, dios mío! Nos llevarán al cuarto de las ratas ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

- ¡Calla, pardala! - ¿De dónde salía esa voz cavernosa? ¿de la Cotilla?... Mucha voz para tan poco cuerpo (pensé) - ¡Soy el árbol y estoy tan emocionado que, de llorar y cantar, me he quedado afónico. - ¡Menos mal! estaré un tiempo sin escuchar Clavelitos. 

Entre salto, vuelta y meneo de trasero, vi que había gente abrazando el tronco del árbol, el cual soltaba unos lagrimones tan grandes que con tres se llenaba un cubo de agua hasta arriba. 

- ¿Qué le pasa a ésta gente? - Dicen que quien tiene un árbol tiene un tesoro ... ¡snif!...  Ay, que bonitoooooo. Por cierto, boba de Coria, a los tesoros se les habla de usted. 

El ánima de mi primer abuelito revoloteó sobre el balcón. Mira que le gusta exhibirse pero es que estaba espectacular con un sudario verde, ribeteado en amarillo  que me impactó. - ¡Abuelito, vas de pererjil!  - Frenó su vuelo en seco para murmurar: - Y que "esto" sea de mi familia...

lunes, 10 de enero de 2022

Jauja.

He ido a la tienda de los chinos del señor Li a comprar una mini cajita para meter en ella a Pompilio y poder tener la fiesta en paz. Pero no había tan diminutas. - ¿Pol qué quelel cajita mini? - Es para una amiga... (¡que le importa para qué la quiero!) - No habel cosas tan pequeñas como tu quelel. Sel imposible. Nosotlos, los chino, si supiésemos que selvil pala algo, ya las hablíamos hecho, boba de Colia. ¿Tu bebel chinchón antes de venil a mi tienda? - ¡Por supuesto que no! (me sentí ofendida) pero, ante la mirada fría y oblícua del señor Li, acabé confesando: - Solo tres copitas de chinchón on the rock... - ¡Yo sabel! Tu il y no maleal a mi.

Un volcán en erupción que pugnaba por salir pidiendo veganza, fue subiendo desde mi estómago a la garganta. Resonaban en mis oídos las risotadas de los dependientes y dependientas, haciendo coro a su jefe: - ¡Pelotas! (les grité al irme) - Inmediatamente uno de los empleados me agarró del brazo y solícito, me llevó hasta donde había pelotas de todos los tamaños, colores y texturas. - ¡Tu milal! Aquí muchas pelotas pala tu complal.

En lugar de eso, lo que hice fue abrir el monedero verde fosfi, donde estaba Pompilio, guardadito para que no tocase nada. El diminuto genio inglés solo necesitó que le dijera: - ¡Ancha es Castilla! - para que se lanzara a la busca y captura de lo que fuera.

Poco a poco iban desapareciendo cositas ante mi vista. Pompilio había descubierto Jauja.

 Ya en casa: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Mira que he encontrado en la calle! - La Cotilla sacó de su enorme y hondo bolso, aros de hula hop de todos los colores. - ¡Esta noche, en el trapicheo, me los quitarán de las manos! No hay nada mejor que mover la cintura para desprenderse de los nuevos michelines.

- ¿Seguro que estaba en la calle? ¿No seran de la tienda del señor Li? - Nooooooo. Su tienda está un poco más allá. 

Llamaron a la puerta. Antes de abrir miré por la mirilla y ¡ahí estaba la mafia china del barrio! - ¡Cotilla, vienen a por usted!

En un santiamén la vecina se escondió en el cajón secreto del cantarano de mi abuela en el que le costó entrar porque Pompilio había elegido el mismo sitio para guardar sus "tesoros"

Mi primer abuelito pudo hacerse con su maravilloso sudario de Oscar de la Renta que "perdió " el otro día. - Esto no puede seguir así, nena (se quejó su alma inmortal) - Es un duende inglés ¿qué quiéres? Le di permiso con la condición de que no deje los trastos por enmedio. 

Dicho ésto cogí el ojo-catalejo de Pepe el jibarizado para devolvérselo.

domingo, 9 de enero de 2022

A destajo.

 El OOOOOOOOOOOOOOOOOO que suelta Pepe el jibarizado suena a plañidera, cosa rara en un guerrero aunque se lo hayan merendado los de la tribu contraria con patatas. No es digno de él y fui a ver qué le pasaba. 

Tenía mucha razón en llorar a moco tendido (si hubiese tenido nariz para ello). A Pepe le faltaba el ojo-catalejo que tanto le costó que le saliera. Acudí a Pascualita porque, aunque a veces no lo parece, se entera de todo. 

- Cuéntamelo todo (le dije, con la vaga esperanza de que me pusiera al corriente de semejanto misterio. Aunque deduje que no tenía la menor importancia: lo mismo que apareció un buen día, ha desaparecido otro. Pero, como no tengo nada mejor que hacer que investigar como buen sabueso que creo ser (aunque no se lo he dicho a nadie) me puse a la tarea y eso suponga interrogar a una sirena antiantiantidiluviana.

Pascualita gesticulaba como había hecho con la abuela. Manos y brazos subían, bajaban iban de derecha a izquierda y viceversa. Y como aquella explicación tenía pinta de durar mucho, me senté y tuve tiempo de echarme una cabezadita después de tomarme unos chinchones oh the rocks.

Al despertar Pascualita seguía igual. Busqué a mi primer abuelito y lo vi sobre el riel de la cortina del comedor. - ¿Estás de morros con la lámpara? - Nos hemos distanciado un poco porque he cogido conjuntivitis por culpa de su afición a iluminarse. - Es su trabajo, abuelito... - Pero no dio su brazo a torcer. 

Puse los ojos en blanco y suspiré: - ¡Hombres...! - Al volver la vista hacia el riel de la cortina, ya no estaba. - Anda que... 

De repente, Pascualita, sacando a pasear su temible dentadura, se zambulló a toda prisa hasta el barco hundido que estaba siendo arrastrado hacia las algas. 

Y entonces lo vi: - ¡¡¡Pompilio!!! - El duende inglés trabaja a destajo. Hoy ha robado el ojo-catalejo de Pepe, a mi primer abuelito, lo ha intentado con el barco hundido. Tengo un montón calcetines de un solo pie y ha mermado bastante la pila de velas de la Cotilla... ¡Ah! y los de la Cena se han quedado sin vino porque la jarra no sale por ningún sitio.

sábado, 8 de enero de 2022

Pompilio hace de las suyas.

Mientras Pascualita y yo desayunábamos, el árbol de la calle aporreo la ventana de la cocina. Abrí apresurada para que no rompiera el cristal y sus ramas entraron en tromba lanzándome a un lado. - ¡Eh! ¿A qué viene esto? - ¡Me han robado un montón de hojitas nuevas y toda la culpa es tuya, boba de Coria, por dar cobijo a Pompilio. Menudo ladrón! 

Y mientras hablaba las ramas invadían los ricones de casa. Yo estaba estupefacta porque nunca había hecho nada igual. - ¡Esto es allanamiento de morada y te vas a enterar de lo que vale un peine, cacho madera!

Corrí al balcón y en cuando Bedulio el Municipal apareció por la esquina, le llamé a voces: - ¡¡¡BEDULIOOOOOO, BEDULITOOOOOOOOOOOOO!!! 

El hizo un amago de volverse por donde había venido pero seguí gritando: - ¡HAY OKUPAS EN MI CASAAAAA! ¡BEDULIO NO TE ESCAQUEES!

Los vecinos salieron a las ventanas y balcones recriminando la actitud del Municipal, al que no le quedó más remedio que subir a casa para no soliviantar más al personal.

Porra en mano y con algún ligero titubeo, intentó entrar pero las ramas se lo impidieron: - ¡Ni a mi dejan salir ni a ti entrar! - ¿"Esto" son los okupas, boba de Coria? - ¿Te parece poco lo que ocupan? 

 Bedulio llamó a Parques y Jardines para que vinieran a podar aquellas ramas que me invadían. Fue mano de santo. Rápidamente el árbol de la calle despejó mi hogar aunque no sin antes advertirme: - Esto no quedará así... Pompilio está en algún lugar de tu casa y lo encontraré.

Desde lo alto de la lámpara del comedor mi primer abuelito ... ¡sin sudario! tapaba su espíritu desnudo con una nube azul pastel mientras gritaba, frenético: - ¡¡¡Me lo ha robado Pompilio, el duende inglés y era un Oscar de la Renta!!!

viernes, 7 de enero de 2022

Ay, Señor...

Al asomarme al balcón para ver qué había en mis zapatos, me di cuenta de la espectación reinante. Todo el mundo tenía los ojos clavados en ellos.  Y había algo... unas gafas enormes.

Me las puse pensando que, a través e ellas, vería cosas maravillosas pero no fue así porque la frase ya la había dicho Howar Carter hace casi un siglo. ¿Entonces, para qué son las gafas? dije lanzando al aire la pregunta del millón.

El árbol de la calle se hizo el distraído. No le gusta filosofar forzado sino cuando él quiere. Tal vez era muy temprano. El único que, sin abrir la boca porque la tiene cosida, dio el cante fue Pepe el jibarizado al lanzar su OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO más inteligente, al especio sideral. Pero eso solo me sacó de mis casillas pero no dio con la tecla que me aclarara el misterio.

La única que podía sacarme de dudas era la abuela y la llamé. Después de discutir con un somnoliento Geoooooorge para que le pasara el teléfono, logré escuchar la voz pastosa-funeralesca de mi abuela.- ¿Qué tripa se te ha roto, boba de Coria?

Le expliqué cómo era el regalito de los Reyes pero antes y para alegrarle la mañana, le di el teléfono a Pascualita, que estaba subida en mi hombro, para que diera los buenos días a su querida amiga. Y lo hizo con expresivas muecas, meneo de bracitos y manitas palmeadas... En fin, que le soltó una conversación en toda regla y posiblemente, muy interesante pero la abuela no entiende el sireno y creyendo que le estaba robando minutos de sueño , me dijo de todo a través de auricular, menos bonita.

Tuve que retomar el motivo de mi llamada y preguntar de nuevo ¿para qué sirven esas gafas? - Más enfadada que una mona, gritó (desesperada) - ¡¡¡PARA QUE RECONOZCAS UN HACEDOR DE BISNIETOS EN CUANTO LO VEAS. Y DEJAME DORMIR, JODIA!!!

Han pasado muchas horas. Tengo el cuello que me duele de girarlo a derecha e izquierda cada dos por tres. Estoy helada, tengo sueño y hambre y me urge ir al baño  pero... ¿y si pasa un Hacedor de Bisnietos mientras leo una revista en la Biblioteca comunal y no lo veo? ¡Menuda faena!... Tengo que aguantar... Ay, señor...

jueves, 6 de enero de 2022

Noche de Reyes.

 Estuve toda la noche mirando a través del visillo. Quería ver a los Reyes Magos en su salsa, repartiendo regalos y controlando a su vez que me trajeran un Hacedor de Bisnietos que estuviese bueno. No quería gangas sino, calidad.

La calle, desierta desde medianoche, siguió así hasta las siete de la mañana en que me pudo el sueño y dormí como un ceporro hasta las doce del mediodía. 

Tuve un despertar brusco. Quizás el subconsciente me avisó de que la persona que había en la salita había hecho un surco, como los de los discos, en el suelo de tanto dar vueltas y más vueltas y estaba tocando Dos Gardenias para mi, mientras esperaba mi llegada. 

Salté de la cama, me pasé un dedo mojado de saliva por los ojos en un rápido lavado de cara y entré como una tromba en la salita donde me encontré con... la Cotilla que estaba montando un altar para los Amigos de lo Ajeno. - Es para que los juicios le salgan favorables a mi gurú... (y se ruborizó al recordarlo. Lo que dmuestra que el amor no entiende de edades ni de sinvergonzonerías)

De repente la boca de la Cotilla se abrió y cientos de sapos y culebras salieron por ella dirigidos a mi: - ¡¡¡Ya está bien que robarme velas, velitas y velones, boba de Coria!!! - ¡A mi que me registren! (dije con mi voz más candorosa) - Pero la vecina no cejaba en tirarme a la cara una culpa que no era mia. Unas risas delataron al ladrón y a quien le reía las gracias: Pompilio el duende inglés y mi primer abuelito que se lo pasaba en grande. 

Muy seria le grité: ¿Has escondido a mi  Hacedor de Bisnietos, abuelito? - ¡Libremé Dios de semejante atrocidad! jajajajajajaja aunque no se me había ocurrido ¿Te das cuenta, duende, de lo que sabe mi nieta? - Le vi tan orgulloso que no me atreví a replicarle y me hinché como un pavo, con moco y todo, encantada de la vida.

miércoles, 5 de enero de 2022

Ha vuelto el Médico.

 Era temprano cuando llamaron a la puerta y no me quedó otra que salir a abrir con las legañas puestas y el pelo como si acabase de pelearme con un gato furioso, por dos motivos: uno porque el dedo que apretaba el timbre no se tomó un descanso, y el otro porque pensaba que era la Cotilla.

Pero no era ella sino el Médico, hijo único y masoquista de Andresito, mi segundo abuelito.

En cuanto me vio, en lugar de asustarse y salir por pies, me cogió en vilo y bajándo su mascarilla, me dio un morreo del que casi salgo camino de la UCI. 

Cuando pude coger aire y respirar medianamente bien, le arreé una patada en la espinilla que a punto estuvo de dejar la pierna y emigrar a Pernambuco. Las lágrimas brotaban como un surtidor y dejaron el rellano de la escalera chorreando. - ¡Que alegría ver que sigues en forma! Tus patadas son inmejorables ¡Aaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyy como me dueleeeee y que gustito me daaaaa!

Las ensaimadas que traía, recién sacadas del horno, nos las comimos en un santiamén con unos colacaos calentitos a los que no dejé que Pascualita se acercara para no descubrirse delante de un extraño. 

La medio sardina echaba chispas porque si no saltaba repetidas veces en su taza y dejaba la cocina echa un desastre, era como si no desayunara. Pero la mantuve a raya dentro el bolsillo de la bata en el que iba metiendo trocitos de ensaimada. 

De repente recordé el beso de tornillo que me había dado el Médico y me entraron los siete males. - ¡Me has contagiado, animal de bellota! - Sería bonito ¿verdad? Sufriríamos juntos... - Yo estaba histérica y quería matarlo. - Haz conmigo lo que quieras, nena. Mira, mira, ya estoy babeando... - No acabó la frase porque le estrellé a la sirena contra su cara.

Ahora duermen los dos, el Médico y Pascualita. Una botella de chinchón ha hecho el milagro y cuando él se despierte no recordará porque tiene la cara tan hinchada, la nariz y las orejas como Dumbo. Y los ojos tan desorbitados como si fuesen a caerse al suelo... cosa que no me extrañaría.

martes, 4 de enero de 2022

El buzón.

La abuela llamó: - "¿Ya has echado la carta de los Reyes al buzón, nena?" - Tengo un vago recuerdo de haberlo hecho. Me acuerdo del buzón que tenía una boca tan grande como la del árbol de la calle y... de llevar una carta en la mano. - "¿A qué viene esa falta de memoria, boba de Coria?" - A que me bebí media botella de chinchón con pajita para que la Cotilla no me la quitara.

Me dijo la abuela que repescara la carta porque ella tenía que pedir algo. - Escribe otra porque esa ya está camino de su destino. - "¿Crees que voy a pasarme un día entero comprando papel de escribir, sobre, ponerle sello, escribir una carta con lo pesado que resulta, cuando tu ya lo tienes hecho? ¡Asalta al cartero cuando vacie el buzón y tráeme la jodía carta.

- ¡Eso es un delito y no quiero ir a la cárcel! - "Mejor que vayas tu que no yo que soy rica y tengo una intensa vida social ¿no te parece?

De repente me imaginé entre rejas, con un traje a rayas blancas y negras que no me favorecían nada.

En lo alto de la vitrina del comedor apareció mi primer abuelito y, en seguida lo envidié. Hay que ver cómo le caen los sudarios. Da gloria verlo porque tiene una buenísima percha y cualquiere cosa que se ponga le luce. 

- ¿Has escuchado lo que me ha dicho tu ex? ¿Me has visto vestida de presidiaria? ¡Me sienta fatal esa ropa! - La verdad es que sí. No has heredado mi porte... - Y se fue a jugar con la lámpara del comedor que le recibió explotando bombillas.

Salí al balcón a despejarme y aclarar mis ideas que estaban muyyyy enredadas. Me quedé contemplando el panorama hasta que un movimiento brusco del árbol de la calle me asustó. - ¡Terremoto! (grité) - ¡¡¡Que ferremofo ni que ofo cuarfos!!! (dijo, farfullando, el árbol) ¡Fengo la farfanta llena de fapeles, fodía! ¡¡¡Mi foca no es un fuzón de forreos!!!

lunes, 3 de enero de 2022

¡Quiero un hacedor de bisnietooooos!

He salido a la calle y un grito, unánime y clamoroso del vecindario, me ha recibido en cuanto he puesto el pie en la acera: - ¡¡¡NENAAA, PIDE UN NOVIO A LOS REYES MAGOS!!! 

Creí que había sido una jugarreta de la más lista de mis neurona pero no porque los vecinos estaban en los balcones, ventanas y azoteas, repitiendo una y otra vez la frase, haciendo sonar pitos y sirenas y aplaudiendo a rabiar.

Me sentí muy halagada viendo que se preocupaban por mi. Después Bedulio, que hacía la ronda por delante de mi casa, gritó en plan mitin: - ¡¡¡QUE SEA UN HACEDOR DE BISNIETOOOOOOOS!!! - ¡¡¡AMEEEEEEEN!!! - contestó a coro el vecindario.

Que bien informados estaban todos.  - ¡¡¡TU ABUELA ESTARA CONTEEEEENTAAAA!!! - ¡¡¡AMEEEEEEEN!!! - ¡¡¡Y TU PRIMER ABUELIT...O SE CALMARAAAAAAA!!! (noté un ligero temblor en la voz del mitinero) - ¡¡¡Y DEJARAS DE DARNOS LA TABARRAAAAA!!! - ¡¡¡AMEEEEEEEN!!!

Volví sobre mis pasos y escribí una carta a los Reyes Magos pidiéndoles un novio hacedor de bisnietos, tal como me sugirió la basca. 

Me puse la mascarilla, cogí las llaves de casa y al ir a abrir la puerta, mi primer abuelito, vestido como Moises con garrote y todo, lo impidió. Su voz sonó como un trueno: - ¡¡¡NO SALGAS SIN PARAGUAS, NENA, O TE MOJARÁS!!! - Inmediatamente dos platos que tenía escurriendo en el fregadero, cayeron al suelo rompiéndose en pedazos. - ¡Oh, no (pensé) Las tablas de la Ley!... ¿Qué querrá decir esto?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué querrá decir el qué? - Lo que ha pasado con los platos, Cotilla. - Pues que, ahora, tienes dos menos, boba de Coria. - Esto tiene que ser por algo... ¿No ha visto como me aclama el pueblo? - ¡Que arte tiene esta gente! No sé los litros que han regalado unas bodegas haciendo promoción. Pero han hecho efecto ¡Borrachos perdidos van todos! He guardado unas botellas que había, sin empezar cerca de un caminón y esta noche trapichearé con ellas - ¡Ya me está regalando una! - No está hecha la miel para la boca del asno, nena (la Cotilla me soltó el refrán sin pestañear)

 

domingo, 2 de enero de 2022

El nuevo Pompilio

 Sigo sin encontrar la pinza de la ropa que desapareció, como por arte de mágia, en la cocina. Y el caso es que, sabiendo quien ha sido no puedo ponerme en contacto con él porque no tiene nombre, así que, después de muchas discusiones conmigo misma, he decidido desnudar a un santo para vestir a otro. 

El santo "vestido" es el carnicero al que llamé Pompilio. Ahora mismo le quito el nombre y se lo pongo al duende inglés, que le pega más. Y ya puedo decir: - ¡Pompilio ¿qué has hecho con mi pinza de la ropa?

De detrás del cuadro de la Santa Cena asomó un bicho verde, pequeño como un pececillo comepapeles y una pamela grande cuajada de pequeñas y coloridas florecillas que solo mostraban una parte del rostro del duende inglés: su larguísima barba blanca que llevaba enrollada al cuerpo para no ir pisándola y dárse de bruces. 

¡He acertado con el nombre! Pascualita, asomada al borde del acuario no perdiá detalle .Pepe lanzó un OOOOOOOOOOOOOOO de asombro al verlo. Las ramas del árbol se elevaron para contemplarlo tras los cristales de la ventana y el árbol de la calle cantó el Dios salve a la Reina. 

La cristalera del balcón se abría y cerraba porque ambas caras querían ver a Pompilio.

Entre tanta espectación nos olvidamos de que en casa vivía alguien más: la Cotilla. Muy atareada éstos días trayendo velas, velitas y velones de todas las iglesias en las que "limpia" los cepillos, preocupada ante el coste escandaloso de la factura de la luz. La escuché rezongar mientras trajinaba con las velas entre su cuarto y la salita: - ¡Luego hablan de mi gurú Bárcenas! ¡Es un atraco a mano armada! 

Exasperada le grité: - ¡A partir de ahora pagará la mitad de la factura de mi casa! - ¡Encima que te traigo velas, egoísta! - Esto llevó a una discusiòn que fue subiendo de tono.

Mientras nos desplazábamos por el comedor Pascualita nos tiraba buchitos de agua envenenada, cosa que, aunque no sabía de dónde le venía, crispó los nervios de la Cotilla que se quitò la zapatilla y como lo único discordante era la gran pamela floreada, le dio tal zapatazo que en la pared quedó una mancha multicolor. Un silencio espeso se apoderó de todos y al árbol de la calle empezó a entonar el Adiós a la vida.

Un minuto después, la pamela y su dueño se escondieron tras el Santa Cena. Todo se había resuelto con un chorrito de agua de Pascualita que al duende le sirvió para revivirlo.


sábado, 1 de enero de 2022

El que faltaba: un duende inglés.

Bueno pues, ya estamos en año 2022 del segundo milenio después de Cristo. Y el paso de un año a otro se ha dado sin que me entere. Y eso que miré tras los cristales para ver como se iba el viejo y llegaba el jovenzuelo mientras tocaban las campanadas. Pues nada, no lo vi.

La abuela dice que tendría que haber tomado media botella más de chinchón y así los hubiese visto. Tal vez tenga razón pero ¡jolines, que rabia me dio! Por cierto, hay un duende en casa. ¿Ha llegado y se ha presentado ante mi diciendo: - Hola, soy fulano de tal y desde hoy seré okupa en ésta casa.  Me enseña mi habitación, por favor? - Pues no. A saber a qué colegio ha ido.

No es que lo haya visto pero se ha dado a conocer. Se creerá muy gracioso je, je, je. Estoy deseando arrearle un buen escobazo.

Al ir a fregar los platos he decidido cambiar el estropajo. He cogido uno nuevo y he tirado el viejo a la basura y cuando me he dado la vuelta para empezar la tarea el estropajo nuevo ¡no estaba!

Loca me he vuelto buscándolo. Al final he mirado en el congelador, la cisterna del váter, en lo alto de los armarios para acabar preguntando a mi primer abuelito si lo había cogido él. - ¿Me ves cara de fregatrix llevando esta maravilla de sudario de Oscar de la Renta?

Llamé a la abuela. - ¿Has visto mi estropajo nuevo? - "No he tenido el placer, boba de Coria" (dijo la interfecta) - Entonces escuché la voz de Geoooorge. - ¿Qué dice tu mayordomo, abuela? - "Que se te ha metido en casa un duende inglés" - ¡La madre que lo parió! - "Que les encanta esconder cosas y que no sueltan una hasta que consiguen otra. Hale pues, ya tienes entretenimiento para rato"

Y así ha sido. Se me ha caído (y desaparecido) una pinza de la ropa al suelo y solo entonces, he encontrado el estropajo bajo un mueble de la cocina en el que estaba cansada de mirar.