domingo, 16 de enero de 2022

El cascabel.

 Pobre Pascualita. Tenía frio y yo sin enterarme pero, ahora que lo sé, le pongo agua de mar calentita y para que no coja anginas lleva una bufanda de las que, una vez, le hizo la abuela. 

Al parecer está encantada porque se ha pasado el día encerrada en el barco hundido y solo ha salido cuando ha calculado (porque es muy calculadora) que había llegado la hora de la siesta, que es cuando la Cotilla y yo nos tomamos unos chinchones antes de entregarnos al sueño y la sirena está al acecho con la boca abierta por si le caen gotas.

Voy a comprarle un cascabel porque, con esa manía que ha cogido de zascandilear por toda la casa reptando por el suelo, un día la voy a pisar y tendremos un disgusto.  

Esta tarde he ido a la tienda de los chinos del señor Li. En cuanto me ha visto ha preguntado por las gambas gordas que, no sé por qué, cree que tengo en casa. - ¿Tu tlael gambas goldas? - Ni gordas ni flacas. ¿Tendré que aprender chino para que me entienda? - Sel buena cosa, boba de Colia. - Ya, pero no me da la gana de ponerme a estudiar a mis años. - ¿Tu sel vieja? Ah, mi no sabel polque mujeles de aqui sel igual todas. - ¡Que dice, buen hombre! Eso es lo que pasa con los orientales. Toda la vida ha sido así. - ¡Tu sel tonta! - Ah, sí. ¡Pues ya no le compro el cascabel!

Di media vuelta, muy orgullosa después de haber tenido una conversación tan interesante con una persona del pais del Sol Naciente... ¡Claroooooo! Ya sé el motivo de que vengan tantos orientales a Mallorca. Porque, cuando sale el sol y empieza a caminar alejándose del pais, vuelve a dejarlo a oscuras hasta el día siguiente. Los pobres no ganan para bombillas... No me extraña que emigren.

Lo comenté con la abuela que, como de costumbre, puso pegas a todo. - "El señor Li no es del pais del Sol Naciente ¡Es chino!" - ¡Lo sé hasta yo! -  "Pues no lo parece. No es japonés" - ¡Claro que no! Si tiene los ojos achinados.

Un  silencio espeso salió por los agujeritos del teléfono y yo aproveché para cortar un trozo y hacerlo empanado con patatas para el mediodía.

Cuando la abuela habló de nuevo preguntó por el cascabel. - "¿Lo has comprado?" - Ni harta de vino. Me ha ofendido. - "¿Cuándo y por qué, alma de cántaro?" - ¿No querrás que me acuerde de todo? ¡¡¡PASCUALITA, QUE TE PISO, JODÍA!!!

 

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