sábado, 30 de noviembre de 2019

Pascualita está a dieta.

Pascualita ha descubierto el cuadro en relieve de la Santa Cena que está sobre el aparador y se lo quiere comer. A éste bicho ve comida y se lanza a por ella.

La he visto saltar del orinal aristocrático al aparador y desde allí da saltos hacia arriba para hincar los dientes de tiburón en donde se ve el pan. Cualquiera diría que la tengo a régimen... Bueno, un poco sí porque, no sé si será la menopausia pero está echando unos michelines preocupantes porque no va a caber en el termo de los chinos y me tocará comprar otro más ancho.

A veces la encuentro en la despensa mordiendo patatas o cebollas. Me reí mucho el otro día viendo las caras que ponía. Se ve que le daba grima ¡y encima, lloraba! Estaba horrorosa jajajajajajaja

Tengo que tener mucho cuidado con ella y cerrar las puertas para que no se cuele en las habitaciones. He estado a punto de meterla en la lavadora porque estaba en el cubo de la ropa sucia. Se lo he contado a la abuela. - ¡Solo de pensar en ver su cara de susto a través de la puerta de la lavadora, me parto! - "Será yo quién te parta en dos como le pase algo a mi chiquitina bonita."- ¡¿Bonita?! Abuela, deja el chinchón para más tardaaaaaaaaaayyyyyyyyy

Nunca recuerdo que, para decir ciertas cosas, debo estar lejos de la abuela y me he ganado un nuevo pescozón ¡Y pica!

El tiempo que hablo de ésto ¡se ha comido los euros de mi cartera! - ¡¡¡LA MATOOOOOOO!!!

viernes, 29 de noviembre de 2019

Donde las dan, las toman.

Los abuelitos han llegado a casa, de punta en blanco. Y lo han hecho, como siempre, cuando les ha dado la gana, o sea de madrugada. El maquillaje de ella ya estaba corrido y requetecorrido después de una noche de farra. Las plumas del vestido, que ha puesto de moda ella que conste, y no la Reina como se ha dicho en las revistas.

Cuando la abuela era una curranta ya las llevaba. Le arrancaba plumas a las gallinas del corral de su madre o de las vecinas y le faltaba tiempo para colocarlas en sus humildes ropas. Siempre fue "emplumada y lentejuelada"

También el abuelito llevaba el precioso traje italiano que se compró en Venecia al quedarse encerrado en una sastrería uno de los días en que el mar entró hasta la cocina en esa ciudad, arrugado y algo descompuesto.

- Parece que habéis tenido una noche movidita. (dije cuando conseguí abrir los ojos después de ser, bruscamente, despertada)

- "Hemos celebrado el encendido de las luces de Navidad. Primero en la calle y después en El Funeral".- ¡Ostras! (grité y salté de la cama como si me hubiese clavado una chincheta) ¡Ya es Navidad y no he comprado turrón!

- "¡Anda, corre que se acaban las existencias!" -

Me puse la bata sobre el pijama, me calcé las zapatillas, cogí el monedero y corrí escaleras abajo como si me fuese la vida en ello.

El aire frío de la madrugada, la calle vacía, la escasa luz de las farolas; el cielo negrísimo, el camión de la basura... Algo de todo esto me hizo comprender que, o era muy temprano o muy tarde para ir al súper.

Desde el portal de la finca se oían las risotadas de los abuelitos ¡que jodíos!

Al entrar de nuevo en casa, cogí a Pascualita que dormía plácidamente sobre el fondo de arena del orinal aristocrático y la tiré a la cabeza de Andresito pero patinó, porque el abuelito no tiene un pelo de tonto... ni de listo y aterrizó en la cabeza de la abuela.

Acto seguido me acosté y me dormí en seguida, arrullada por los gritos de dolor de la abuela... zzzzz

jueves, 28 de noviembre de 2019

Pascualita lesionada.

Hoy la Cotilla ha estado a punto de pillarme con Pascualita en las manos con esa manía suya de entrar a paso de carga hasta la cocina. Menos mal que suelta, a voz en grito, su saludo de: ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa!

Solo me ha dado tiempo de lanzarla a través del comedor, hasta el orinal aristocrático...pero he fallado por poquito y la pobre se ha estrellado contra el espejo del aparador. Ha quedado conmocionada y le he tirado un tapete por encima para que no se viera.

La Cotilla ha estado contándome que Bedulio ha ido a verla a la plaza donde se trapichea por la noche, para preguntarle sobre la aspirina... o algo así. - Creo que el pobre empieza a chochear. ¿A qué viene preguntarme sobre eso? ¡Ni que yo tuviera una farmacia! - ¿Y usted qué le ha dicho? - Que se vaya a freir monas. - Vaya. - Es que no era el lugar ni el momento de venirme con tonterías. Yo estoy allí para sacarme unos cuartos, no para escuchar cosas que no tienen ni pies ni cabeza.

Le repliqué: - En lugar de aspirina ¿no diría estricnina? - Me dio la impresión que le cambiaba el semblante. - ¿Qué es eso? - Un ingrediente para hacerle cocas al mi primer abuelito... - ¡Huuuy, que tarde se me ha hecho

Una vez sola, examiné a la sirena que seguía un poco grogui aunque unas gotitas de chinchón fueron mano de santo y "resucitó" Fue al levantarla cuando me di cuenta de que su hermosa cola de sardina estaba torcida  (se había lesionado)

Recordé las torturas malayas que me aplicó Toni, mi fisio, cuando me fastidié un pie y no dudé en ponerlas en práctica con Pascualita. La pobre se revolvía como una serpiente tratando de zafarse del tormento "reparador".

Pero, cuando toqué el punto sensible de la lesión, su cuerpo saltó como un resorte. Me escupió pero yo llevaba las gafas. Entonces recurrió a su última baza: ¡el mordisco, terrible, con su dentadura de tiburón! Y ahí se acabó el masaje porque mi mano alcanzó unas proporciones enormes.

Ahora vengo de ver a Toni, mi fisio. Le he dado tal mordisco que se le han saltado las lágrimas y ha dejado el suelo como un mar, con olas y todo... Que a gusto me he quedado, oye.

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miércoles, 27 de noviembre de 2019

Mejor no preguntar.

- Hay por ahí una mano negra que no para de complicarme la vida. Por ejemplo, con el inglés. No hablo del mayordomo de los abuelitos, Geoooorge, no, sino del idioma. Ahora que sé decir, a fuerza de tesón, tiempo y miles de repeticiones: Yes, water, baby... Esto último lo aprendí de pequeña cuando la abuela me decía al irme al colegio: "¿has cogido el babi?"

- En fin, y cuatro o cinco palabras más, ahora vienen los listos de siempre y copian una moda norteamericana llamada Black Friday y todo el mundo se pone a vender y comprar como locos. Y aquí surge el problema para los que no tenemos un euro para extras y debemos fijarnos en otras cosas.

Todo esto se lo estaba contando a Pascualita y a Pepe que me miraban atentamente.

- Bueno pues, si friday es viernes, según dicen y solo hay uno cada semana, por qué los comercios, a una semana entera la llaman Black Friday. Montan una semana llena de viernes. Entonces si quedo con alguien esa semana no podemos decir: nos vemos el lunes sino el viernes. Y lo mismo pasa con el martes, el miércoles, el jueves; al día siguiente sí que puedes llamarlo por su verdadero nombre sin preocuparte lo más mínimo porque es... : a ver quién de vosotros lo sabe.

La sirena bizqueó los ojos al mirarme. Pepe ni se inmutó. - ¡Vamos, demostradme que me habéis prestado atención! Haced un gesto... algo que me demuestre que ¡AAAAAAAAAYYYYYY!

Pascualita me tiró un buchito de agua envenenada, justo entre los ojos. Después bostezó y se sumergió hasta el fondo del orinal aristocrático.

Se me está pasando el dolor después de cinco horas y casi una botella de chinchón y me pregunto cómo tengo que reaccionar ante la sirena, ¿con una bronca o echándole un chorreón de chinchón en el agua de su "casa"? porque no me ha quedado claro que me escupiera por aburrimiento o fuera la señal que pedí para demostrar que me había comprendido... ¡La madre que la parió!


martes, 26 de noviembre de 2019

¡Verás que risa, abuela!

Tengo un pie como una bota. Estaba junto a la catedral cuando el caballo de una galera reculó y, primero me pisó y después me pasó la rueda del carro por encima.

Ante tal desgracia hubo división de opiniones: la explanada estaba llena a rebosar de extranjeros, algunos españoles y contados isleños. Hubo quién se apiadó de mi pie y llamó a la ambulancia; otros hicieron selfis, De éstos, los que tuvieron la suerte de grabarlo en directo estaban encantados, podrían venderlo a los periódicos e incluso, a la televisión. Los que no, pedían a gritos que se repitiera "la faena"

Ahí me tuve que encarar: ¡que le pisen a tu padre los callos, imbécil!

Otros reían diciendo que todo estaba preparado para entretener a los turistas: ¡Otra, otra, otra! (gritaban los muy cabrones)

El caso es que no puedo salir a la calle. La abuela me ha mandado a Geooorge para que me ayude pero éste hombre tiene la cabeza a las cuatro de la tarde, solo piensa en el dichoso Brexit y no da pie con bola.

A la hora del te, siguiendo la tradición de su pueblo, me lo ha servido con una coca. - ¿De dónde la has sacado, inglés. No te he dado dinero... - Yo ver receta en bloc, gustar y preparar. Costar mucho encontrar ingredientes como es... tric... nin... a. ¡Uf! Mister Li tener poco pero darme a mi. ¡Tú comer!

Se me erizó el pelo. - ¡Pruébalo primero! - Mi no ser esclavo. Ser mayordomo inglés (lo dijo levantando la barbilla y con la nariz apuntando a las estrellas, cargado de orgullo.

La abuela pasó unas horas después y seguíamos discutiendo sobre la coca. - "¡Que buena pinta tiene esto! Vamos a empezarla." - Le quité el cuchillo de las manos. - ¿Conoces la estricnina? - "¡Claro!" - ¿Fue lo último que comió mi primer abuelito? - "Pues... no creo..." - Piensa, abuela. - Hummm... se que el médico le recetó aspirina... - ¿Quién se la dio, tú? - "¡Ah, ya sé que pasó! Le dije a la Cotilla que le diese la siguiente toma. Me dijo después, que no había encontrado la caja de aspirinas y le dio un genérico que se llamaba igual o muy igual. Luego supe que las aspirinas genuínas, las trapicheó esa misma noche.   ¿A qué viene este interrogatorio?"

Sonreí ofreciéndole un pedazo de coca. - ¡Verás que rica!... (entonces levanté la copa de chinchón y brindé diciendo) ¡Por ti, abuelito! 



lunes, 25 de noviembre de 2019

Como oro en paño.

Hoy me ha podido el aburrimiento y me he pasado media mañana haciendo viajes a la nevera. Al final la he dejado tan vacía que ha terminado por pedirme que me apiadara de ella.

Así que he tenido que cambiar de dirección: he cogido el trapo del polvo, después la escoba y ahí me he dado cuenta de mis carencias económicas; no tengo un Rumba para dejar de barrer de la manera clásica.

He ido a ver a Pascualita. También bostezaba. Me alarmé. ¿Acaso hay una epidemia en la ciudad que provocaba aburrimiento? Prové otra cosa. Con Pascualita asomando por mi escote, entré en el antiguo cuarto de la abuela, me coloqué frente al cantarano menorquín dispuesta a fisgar en sus cajones en busca de "tesoros". Pero no encontré nada y seguía bostezando.

Entonces vi una punta de papel que asomaba bajo las hojas de periódicos con que la abuela había forrado, en el siglo pasado, los viejos cajones.

Miré por mirar y encontré ¡oro puro! Tardé bastante en darme cuenta de ello y leer lo que había escrito, varias veces hasta llegar a entender algo.

- Es una receta antigua..., las cantidades están en libras y tersas... Pues, no podré hacerla porque no tengo ni idea de cuánto debe ser eso... Que pena... Pone levadura prensada... manteca... No entiendo bien la letra... otros ingredientes raros. Tal vez los encuentre en los chinos del señor Li... Mira, Pascualita, esto sí que me suena: estricnina.

 Más tarde, mientras comía un buen plato de fabada de bote, la palabra estricnina daba vueltas por mi cabeza... Yme fastidió porque no se hace bien la digestión con la sesera ocupada.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio que me traía las últimas multas que le pusieron al rolls royce de los abuelitos por mal aparcamiento. Fue al cogerlas cuando me di cuenta de que Pascualita estaba "asomada al balcón de mi escote" La cogí sin miramientos y escondí la mano en mi espalda.

Al Municipal le pregunté si más tarde querría un trozo de coca. dijo que sí. Y si sabía qué era la estricnina: - Un veneno - respondió. - ¿Y se usa para hacer cocas? - No soy Arguiñano pero diría que no... ¿Por qué? - Simple curiosidad. - De repente se le aflojó el cuerpo, dio media vuelta y debo reconocer, que huyó escaleras abajo como si el demonio le pisara los talones. Que hombre más raro.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Luces de Navidad.

Ha dicho el abuelito que si los alcaldes de Madrid y Vigo creen que son quienes van a poner más bombillas en España para Navidad, lo tienen claro. - "¿No pensarás que será en Palma?" - ¡Tú lo has dicho! - "Estás pallá, Andresito. ¿Así que las calles lucirán de noche como si fuese de día?" -  ¿Quién ha hablado de calles. He mandado decorar la fachada de la Torre del Paseo Marítimo con tropecientas miles de bombillas. De noche no hará falta encender los faros de la Bahía porque la luminaria de nuestra casa los guiará a buen puerto.

- "¿Te estás escuchando?" - Y verás la que liaremos el día de la inauguración ¡Hasta el Fari vendrá a cantar aquello de ¡Ay, mi toritooooo, mi torito guapo! - "¿Ves como has bebido? El Fari ya pasó a mejor vida" - Pues me  ha fastidiado... ¿A quién contrato entonces? Ya sé: ¡A Joselito! - "Ese ya es don José" - ¿Antonio Molina? - "Ausente para siempre" - ¡Vaya! ¿Pavarotti? - "Nasti de plasti" - ¿Pero qué es esto? ¿Una hecatombe? - "No será que eres más antiguo que andar pa lante, marido"

El abuelito se ha quedado un poco "arrugado" - ¿Quién cantará entonces? - Los niños cantores de Viena (dije yo en un arranque)

Pascualita, que nos vio discutiendo, llenó su boca de agua envenenada y sin pensárselo dos veces, nos escupió a la cara. Todos recibimos un poco aunque Andresito se llevó la peor parte y una oreja, roja como un tomate, empezó a crecer exageradamente, mientras el abuelito lloraba a moco tendido de dolor.

Acudí al remedio salvador: el chinchón y poco después el abuelito roncaba plácidamente en el sofá de la salita. Entonces, nosotras tres: la abuela, Pascualita y yo, pudimos hablar tranquilamente: - "Imagínate el disgusto que me llevé al saber que había sido sepulturero" - ¿Por qué, abuela? Alguien tiene que hacer el trabajo. - "No es eso sino que, de salir juntos, nunca podría presentar a nadie a sus "conocidos" -

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Hay un león en la salita? (dijo temerosa) - "Es Andresito roncando ¿Ves cómo no todo es agradable en el matrimonio, Cotilla? - Se asomó un momento. - ¿Y esa oreja? - Es un disfraz... - ¡Vaya, que original!... ¿No habéis visto volar algo ahora mismo? - Noooooooo...

Pascualita "voló", literalmente, a través del comedor, hasta estrellarse contra el espejo del aparador gracias a un revés mío... igualito al de Nadal

viernes, 22 de noviembre de 2019

Fantasma habemus.

Al despertarme esta mañana me ha parecido oír voces en la cocina. el corazón me ha dado un vuelco pensando que podría tratarse de ladrones. - ¡Que sean guapos, porfa! (le pedí a los dioses) - Pero no hubo suerte. Era la abuela que hablaba con Pascualita:

- "Es un hombre interesantísimo. Ha conocido a mucha gente famosa ¡hasta a Franco, fíjate tú! Ay, Pascualita, da gusto oírle hablar. Se ve que es hombre de mundo" - La sirena la miraba como quien ve a la Virgen ¡y eso me cabrea porque soy yo quién la aguanta, límpia el cola cao de las paredes, trajina las garrafas de agua de mar para que no le falte, quien pidió a la Momia su orinal aristocrático, quien, de vez en cuando, se lleva un buchito de agua envenenada en los ojos que no los he perdido porque deben estar bien agarrados. Y resulta que la medio sardina bebe los vientos por la abuela!

Interrumpí la charla: - ¿De qué habláis? - "De un nuevo socio que vino anoche a El Funeral. Que pico tiene. Me ha dejado maravillada" - ¿Y qué dice Andresito? - "Está celoso perdido. Yo le digo que, hasta que no sepa si el nuevo tiene más dinero que él, no me divorciaré jajajajajajaja" - ¡Abuela! pobre abuelito. - "Si fuéseis parientes de sangre no seríais más iguales. ¡Lo que dije era broma pero se lo ha tomado a la tremenda!"

- ¿Qué tal es su mujer? - "¡Es soltero!" - Pues para mí... y tu bisnieto. - "Bueno... no está mal pensado pero no está hecha la miel para la boca del asno." - ¿El asno soy yo?

Mientras estábamos de palique, Andresito entró en la cocina y no me quedó más remedio que pegarle un guantazo a la sirena lanzándola ,a través de la ventana, hasta el árbol de la calle.

El abuelito venía triunfante. Con una sonrisa de oreja a oreja. - ¡Ya sé de qué conoce a tanta gente el presumido ese que te dejó babeando! jajajajajajaja - "¿De qué?" (preguntó la abuela en plan chulo) - ¡Ha sido enterrador, toda su vida, en Madrid! ¡Claro que ha conocido a gente importante pero estaban todos más tiesos que el bolsillo de un parado de larga duración! ¡Será fantasma el tio!

Y mientras el abuelito se lo pasaba pipa, la abuela trasegaba chinchón tras chinchón para olvidar el disgusto que acababa de llevarse.




jueves, 21 de noviembre de 2019

Buena suerte.

Después de tantos años juntas, Pascualita parece que quiere volver a su hábitat natural porque nunca se había tirado de cabeza al agua, o caldo, cualquier líquido y si está calentito mejor, como ahora. Por eso estoy todo el día con su nombre en los labios: ¡Pascualita, paraaaaa! Pascualita, te vas a abrasaaar!, ¡la madre que te parió, Pascualitaaaaaaa!

Cosa que no pasó inadvertida a la Cotilla que me oyó desde la calle. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿Quién es esa tal Pascualita? - Pues... la hija de... ¡Pascual!

A la Cotilla le dio un patatús y cayó redonda al suelo. Se dio tal castañazo en la cabeza que tuve que emplearme a fondo para que volviera en sí. - Ay,ay,ay,ay,ay,ayyyyy... - La próxima vez que le de un telele procure caer sobre el sofá. Ha hecho tal estruendo que pensé que se había cargado las baldosas  y ¿a ver dónde encuentro unas iguales después de tantos años?

- ¿Mi amor tiene... una... hija? - ¡Claro! - ¿Está casado entonces? - ¡Clarooooo! - No tan claro. Podría estar divorciado. - ¡Que va, mujer! Ese no se divorcia. Por lo visto, de jovencito quiso meterse a cura. - ¡Ojalá lo hubiera hecho... ¡buaaaaaaaaa!

Que llorera le dio a la pobre. Me puso el suelo perdido entre lágrimas y mocos.

Pascualita aprovechó el rato en que no pude estar al tanto de ella, para meterse en la jarra del agua que estaba sobre la mesa de la cocina. Yo había dejado a la media sardina en el frutero, con los plátanos, pero se ha tirado de cabeza ¡al agua dulce!

La desesperación que le entró mientras se ahogaba le dio fuerzas y consiguió tirar la jarra al suelo. Menos mal que era de plástico y no se rompió. Por eso, cuando la Cotilla se fue, brindé seis o siete veces, con chinchón para celebrar el dineral que me he ahorrado porque, al final, no se rompió nada: ni baldosas, ni jarra... ¡HIP!

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Los celos de la Cotilla.

Los celos de la Cotilla son enfermizos y se pega con cualquiera que le mente a Pascual, sea el Pascual que sea, incluso el cordero Pascual. Y como la gente, dinero no tendrá pero sí guasa, todo el tiempo se lo están mentando, sobre todo sus compañeros del trapicheo.

Hoy ha salido en televisión a cuenta del escándalo que montó, a las dos de la madrugada, junto a los contenedores del súper, por una broma que le hicieron y que ella tomó por ofensa de "su" enamorado. Se ha visto cuando Bedulio se la llevaba detenida.

La abuela y ella no se hablan desde que se le metió en la cabeza que su amiga había catado, sexualmente, a su amor. Y yo no hago más que pensar maldades para que se enfade también conmigo y deje de hablarme pero, por una extraña regla de tres, no se enfada. Cuando se lo comenté me explicó que no le convenía enfadarse porque, como no pagaba los gastos de escalera, le era más cómodo vivir en mi casa, que es un primer piso, a tener que subir cuatro pisos a pie, porque tiene prohibido coger el ascensor, para ir al suyo. ¡Que mala pata tengo!

He desayunado con Pascualita y, como siempre, ha puesto la cocina perdida de cola cao. Después ha seguido tirándose en plan bomba en el agua del fregadero, el cubo de fregar, mi taza de desayuno hasta que, harta de tener que ir limpiando tras ella, grité: - ¡YA ESTÁ BIEN, COÑE DE PASC...!

- ¡¿Dónde está mi príncipe azul?! ¡¡¡QUIERO VERLEEEEEEEEEEEE!!! - (entró como un elefante en una cristalería y ni siquiera saludó) Cálmese, mujer. - ¡No puedo! ¡Ya no recuerdo su cara angelical! ¡Cuando vea a tu abuela la mato! ¡Ahora debe estar con ella! - Ay, Cotilla ¿por qué no se va a "limpiar" cepillos de las iglesias y descansa un rato los nervios? - ¿Por qué quiéres que me vaya? ¿Lo tienes escondido en tu cuarto? - ¡¡¡NOOOO!!! - ¿Eso quiere decir que sí?

Saqué a la sirena del bolsillo de mi bata y señalando mi ojo, le dije: - Tírale agua envenenada al ojo a la Cotilla. - Pocos segundos después YO tenía el ojo como un colchón ¡Que jodío es éste bicho!


martes, 19 de noviembre de 2019

Penas de amor.

La abuela me ha propuesto dar una charla sobre el Antiguo Egipto en el colegio de los niños de sus vecinos millonetis. - ¡No puedo! Me da corte. - "Te van a pagar, boba de Coria" - Pero no por eso deja de darme corte. - "Son niños" - Pero millonetis...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ay, que guapo es Pascual. (suspiró la Cotilla que todavía está en el septimo cielo) - Al ver a la abuela se puso roja como un tomate y, balbuceando, dijo: - Lo... siento... pero voy a...quitarte a Pascual ¡ay! En el amor y... en la guerra... todo vale... - "Tranquila, mujer. Quédatelo. Yo ya le ha sacado el provecho". - Uf, no le gustó nada éste comentario a la vecina que montó en cólera. - ¡No te da vergüenza hablar! - "¡Para el carro! ¿Lo has catado?... ¿no? ¡Entonces de qué hablas!" - Después se giró hacia mi - "¿Irás a dar la charla? Pagan 200 euros por un ratito" - ¿Solo un ratito? - "¡Que sí!" - ¡Un momento! (la Cotilla entró al trapo) ¿200 euros? ¿Qué hay que hacer?

Al final acordamos que yo la acompañaría pero quién daría la charla sería la Cotilla y se quedaría la pasta, claro está.

Al día siguiente fuimos al colegio carísimo. La Cotilla llevaba su bolso. Antes de hablar, sacó de él un gran paquete de vendas y dirigiéndose al chulito de la clase, dijo: - Vas a ser el centro de atención. - Y sin más procedió a vendarlo de arriba abajo.

Lo que al principio fueron risas se convirtieron en quejas y luego en llanto. - ¡No me gustaaaaa! ¡Me apriertaaaaaaa! - ¡Las momias no lloran, atontao! - ¡¡¡No quiero ser momiaaaaaaaaa!!! ¡¡¡Quiero ser el faraón!!!

La Cotilla seguía liando al niño. - ¡Oiga, pare o se lo diremos a su papá! - Cotilla, pare ya o tendremos un disgusto (no las tenía todas conmigo) - Pero no paró porque recordó de que ¡NO HABÍA CATADO A PASCUAL! 

Cuando ya no quedó más niño por liar pidió a los alumnos que pintaran jeroglíficos en las vendas. Y aprovechó que estaban entretenidos para salir corriendo hacia Secretaría, coger "su" dinero y largarse. ¡¿Qué pasa?! (le gritaba yo mientras intentaba seguirla) - ¡¡¡TU ABUELA LO VA A CATAR, LA MUY JODÍA!!! ¡¡¡ LA MATOOOOOOOOO!!!

lunes, 18 de noviembre de 2019

La Cotilla, enamorada.

- ¡Ave...maríapurí...simaaaaaaaa. Aaayyyy.... que me ahogoooo... ! - ¿Qué le pasa, Cotilla? - ¡Aayyyy, no me extraña que tu abuela beba los vientos por él! - ¿Ha visto a Andresito? - ¡No digas tonterías! - Entonces...? - ¡¡¡A PASCUAL. Y ME HE QUEDADO PRENDADA!!!

Si en ese momento me pinchan, no me sacan sangre. Si no existe... ¿o sí? La Cotilla estaba muy alterada. Con la cara arrebolada; los ojillos haciendo chiribitas; el pulso a ciento cincuenta... - Creo que tiene usted la gripe.

- ¡No digas tonterías, boba de Coria! Simplemente, estoy ENAMORADA. ¡Qué hombre! ¡Quiero un hijo suyooooooo! - ¿A su edad? - El amor no tiene edad... - Que mal le sienta el chinchón por las mañanas. - ¡No lo he catado! ¡Es el amor! La Primavera late en mi pecho. Oigo cantar a los gorriones, croar a las ranas. Le quiero, ¡le quiero! ¡¡¡LE QUIEROOOOOOOO!!!

Y así se ha pasado toda la mañana. He llamado a la abuela y la he puesto al corriente. No ha tardado ni un cuarto de hora en presentarse en casa, encontrando a la Cotilla dando vueltas a la mesa del comedor en plan bailarina de ballet con tendinitis en el talón de Aquiles. - "¿Ha bebido?" - No, abuela. -"¿Y quién es ese Pascual?" - N.P.I. - "No digas palabrotas"

Mientras la abuela trataba de sonsacar a la Cotilla, yo me fui al balcón con Pascualita asomándose por el canalillo de mi escote. Con ayuda de unos prismáticos espié a todo hombre que se me ponía a tiro. ¿A quién había visto la Cotilla?

De repente la sirena se precipitó al vacío cuando el butanero salía de nuestro edificio. Yo grité: ¡¡¡PASC...!!! El butanero me miró durante una fracción de segundo y antes de que Pascualita aterrizara en su cabeza. Un segundo y medio antes de que gritara asustada. Dos segundos antes de quedarse sin pelo, con la cabeza como una bombilla. Tres segundos antes de sentir el mordisco. Tres segundos y medio antes de que la cabeza del butanero alcanzase un diámetro exagerado, con peligro de explosión.

Corrí escaleras abajo hasta ver a la sirena aferrada al descomunal cráneo del, hasta ahora, desconocido Pascual. Tuve que dar dos buenos tirones y desaparecer a toda pastilla. Y mientras Pascualita se merendaba a un trocito de cráneo del butanero yo pensé en la Cotilla y en que nunca es tarde si la dicha es buena.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Cistitis

Nunca va al baño la Cotilla y, justamente, ayer estaba loca por entrar. - ¡¿Dónde has metido la puñetera llave del cuarto de baño, jodía?! - No tengo ni idea. Se me ha ido el santo al cielo... - ¡Mientras le ponías la cornamenta a tu abuela con Pascual, ¿verdad, boba de Coria?! - Cotilla, Pascual no existe... - ¿Cómo que no si todo el tiempo tenéis su nombre en la boca? - Es una manía que hemos cogido. - ¡¡¡Abre ésta puerta que tengo cistitis y no aguanto más!!!

A punto estuve de decirle que se meara en el suelo pero no me dio tiempo porque, dándo una carrerita, llegó hasta el orinal aristocrástico y lo usó para descargar la vejiga - Aaaayyy, que descansooooo.

Mientras, Pascualita seguía flotando en el inodoro. Aproveché un momento de despiste de la Cotilla para abrir el cuarto de baño, coger a la sirena, ponérmela en plan broche y salir a toda prisa camino de la cocina.

Al olor del café apareció la vecina de nuevo. Para despistar su atención le hablé de la musiquita del cantarano. - Tu estás pallá, nena. - ¡Oiga, se lo digo de verdad! Allí guardo los recordatorios mortuorios de familiares y amigos y sus caras salieron del cajón para saludarme... - ¿Tu primer abuelito... también...? - ¡Claro! Le vi demacrado. - ¿Preguntó por mi o por tu abuela? - No le dio tiempo. Los abanicos lo hicieron desaparecer con su aire. - ¿Eso quiere decir que, probablemente..., su espíritu sigue por aquí? - No lo descarto. - ¡Ya tomaré el café otro día! ¡Oh, por favor! no sé como puedes llevar algo tan horroroso -  De un tirón arrancó el broche, con Pascualita incluído y lo tiró, entre enfadada y asustada, ¡al wáter! - Y salió dando un portazo.




sábado, 16 de noviembre de 2019

El cantarano mágico.

Me parece que lo del ADN de Pascualita va a ser una tarea imposible porque, en cuanto le arrimo un palito de los oídos, se lo come y tengo que ir con cuidado para que no se me coma un dedo.

Le he dicho a la abuela que se arriesgue ella que para eso es su amiga del alma y me ha contestado que, ya que es rica, que se exponga otro u otra.

Una musiquilla encantadora me ha despertado ésta mañana. Como por arte de magia, mi cuerpo se ha vuelto independiente de mi voluntad y sin quererlo, me he levantado de la cama siguiendo la melodía que me ha llevado hasta el cantarano de mi bisabuela, en el antiguo cuarto de la abuela.

No sabía que ese mueble bicentenario tuviera música... ¿es un organillo autónomo? ¿un piano autosuficiente? ¿una caja de música de efecto retardado?... No tengo ni idea.

Recogí a Pascualita de orinal aristocrático, la lié en una toalla y nos plantamos, de nuevo, ante el cantarano menorquín (porque es menorquín de pura cepa)

La música nos envolvió y nos mecimos a su compás hasta que las ganas de desayunar me volvieron a la realidad. Pero no quería apartarme del mueble sin saber qué estaba pasando y abrí el primer cajón: de allí salieron rostros conocidos que se convirtieron en humo al instante gracias a los abanicos que se abrían y cerraban sin parar.

Pascualita lanzó la primera dentellada al aire. - Lo sé. Vamos a desayunar... pero antes abriré el segundo cajón. El más difícil porque es "el secreto" como dice la abuela. Cuando lo conseguí no pasó nada. Bueno, sí. La sirena se comió un trozo de toalla.

De los siguientes cajones, tercero, cuarto y quinto salió un batiburrillo de cosas: ropa que no conocía, mis dibujos de Parvulitos, cartas de amor de la abuela y la bisabuela... ¿y mías? (pensé) Los abanicos se abrían y cerraban entre risas y barrieron en seguida las figuras.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿Aún no has hecho el café? - Salí corriendo hacia la cocina. Al pasar junto al baño Pascualita saltó como un resorte dispuesta a esconderse de la vecina y cayó dentro del water que tenía la tapadera abierta. - ¡¡¡PASC... !!!

Al volverme, la Cotilla estaba en jarras, detrás de mi y llenándose los pulmones de aire, gritó: ¡¡¡PASCUAL, SAL SI ERES HOMBRE!!! - Mientras, cerré la puerta con llave por si a la vecina se le antojaba hacer pipí.

viernes, 15 de noviembre de 2019

El ADN de Pascualita.

La pobre Pascualita se pasa el tiempo viendo la tele y desde que caen nevadas copiosas parece haberse vuelto friolera. Tal vez por eso hoy se ha tirado de cabeza dentro de la olla donde estaba cociendo el potage que hacía la abuela.

- "¡Cógela, nena, cógela!" - ¿Dónde está? - "¡Allí, junto al jamón!" - Eso es un chorizo. - "Te digo que es ella. ¡Ayyyyy, que se come las judías!"

Este bicho es la repera. Tiene la piel más dura que la concha de un galápago y se ha quedado tan pancha en lugar cocerse como todo lo demás que estaba en la olla.

- Abuela ¿por qué no la llevamos a le miren el ADN? Basta con un poco de su saliva en  un palillo de las orejas... - "Tu ves muchas película, boba de Coria. En dos días tendríamos encima a un montón de investigadores y se la llevarían." - No tenemos que decir nada de la sirena sino que nos entraron a robar y, casualmente, el ladrón se equivocó y en lugar de meterse un palillo en la boca se metió uno de las orejas. Y, claro, queremos saber quién es ese sinvergüenza.

- "Bueno, no me parece mala idea. ¿Y qué queremos saber en realidad?" - Cuándo aparecieron las sirenas ¿antes o después de los dinosaurios? Y si es así ¿por qué no se extinguieron como ellos? - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Os escucho y me hago cruces ¿De verdad queréis gastaros un pequeña fortuna para saber de cuándo son las sirenas, nada menos? Habéis empezado temprano a darle al chinchón, chicas. Por veinte euros os revelo la verdad.

Al final tuve que darle yo los veinte euros porque la abuela se estira menos que un portero de futbolín. Por eso es rica.

Nos sentamos en la salita mientras Pascualita daba saltos mortales dentro del orinal aristocrático. - ¡¿Qué es ese ruido?! (se sobresaltó la vecina) - La lavadora de la vecina que está centrifugando (dije y me quedé más ancha que larga) - "Venga, empieza" (la apremió la abuela)

- Todo trabajo requiere preparación, meditación y método así que, paciencia señoras. - Se sirvió un vaso de chinchón y lo fue paladeando lentamente... Repitió la toma varias veces, después se repantingó en la butaca y cerró los ojos. - ¡¿Qué hace?! - Voy me09rtr9r8ar - ¡¿Qué?! - "Ha dicho: meditar" - dijo la abuela e imitando a su amiga, no tardó en dormirse también, después de vaciar la botella.

jueves, 14 de noviembre de 2019

¡Yuuuuupi!

Parece que Pascualita se lo pasó requetebien en la pista de hielo porque esta mañana, al ir a preparar una jarra de chinchón on the rock, he dejado sobre la encimera de la cocina una bolsa llena de cubitos y a la sirena le ha faltado tiempo para saltar del frutero, donde la había puesto yo, al hielo.

Se ha dado una costalada de las buenas, sin romperse ninguna espina ni ningún hueso. En seguida se ha preparado para un nuevo intento. Ha dado un fuerte coletazo para impulsarse y ha caído encima de los cubitos.

Viendo que se trataba de un juego, he abierto del todo la bolsa sobre una bandeja y ha quedado "inaugurada" la pista de patinaje casera.

Aquello ha sido un jolgorio. Pascualita saltaba de cualquier manera, cayendo en el fregadero, en una olla que tenía caldo de ayer y... en el árbol de la calle porque la ventana estaba abierta. Suerte que los pajaritos ya han emigrado a tierras más cálidas porque sino, hubiésemos tenido un disgusto.

Como es una temeraria, que no entiendo yo que siendo tan vieja como pensamos, nacida antes de que los dinosaurios pisaran la Tierra, tenga tan poca cabeza.

Ha tomado impulso desde un nido vacío para caer, de nuevo, en el hielo y, aunque la distancia era demasiado larga, llegó a la bandeja (¡un salto soberbio!) y deslizándose salió disparada por la puerta de la cocina, pasó ante las narices de la Cotilla, que entraba en esos momentos con su cantinela de siempre: - ¡Avemariapurííííííííísimaaaaaaaaaa...Menudo moscardón!

Fue a por la escoba. - ¡Cierra las ventanas, boba de Coria, que hace frío! - Entró en el comedor dispuesta a mandar al "moscadón" al otro mundo. Corrí tras ella - ¡No, Cotilla, no. Trae mala suerte matarlo! - Solo si el moscardón fuese yo pero no es el caso ¿Dónde se ha metido? - Eso mismo pensaba yo.

Unas gotas de agua caídas sobre el aparador me dieron la clave, Pascualita se había escondido en el orinal aristocrático, entre las algas del fondo.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

La pista de hielo.

¡Ya han puesto la pista de hielo de todos los años! Pienso ir cada día. Es una lástima que no haya espejos para poder ver mi cuerpecito serrano, tan elástico, deslizándose con toda elegancia, haciendo piruetas imposibles y viendo expresiones de admiración o de envidia cochina, en los ojos de quienes solo van a mirar.

¡Uf, que subidón de adrenalina tengo!  Ahora mismo cojo a Pascualita y nos vamos a patinar.

¡Ay,ay,ay,ay,ay,ay,ay,ay,ay!... - "¿Qué demonios has hecho, boba de Coria?" - He ido... a patinar... - "¿Por qué si nunca has sabido?" - Que sí... - "De ilusión también se vive, nena, pero a ti no te llamado Dios por el camino del patinaje... ¿Te has roto el brazo?" - Sí...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¡No me lo puedo creer! jajajajajajaja ¡Pensaba que te estabas quedando conmigo cuando me lo has dicho! jajajajajajaja - Las risas de las dos amigas llenaban todas las estancias de la casa. - "¡Pues hay vídeos del testarazo!" - ¡Que pena que ya no hagan Vídeos de Primera. Ganaríamos de calle! ¿También te has roto una pierna? - Sí... - ¡Jajajajajajajaja. Esta nieta tuya es la pera!

Me estaban poniendo de mal café éstas dos. - La culpa es del hielo... Debe estar adulterado (me costaba hablar porque tenía los morros hinchados de cuando me caí de boca) - ¡Jajajajajajajaja No es más tonta porque no se entrena!

El caso fue que al poner un pie en la pista de hielo patiné mientras trataba de mantener a Pascualita dentro del termo de los chinos. No pude agarrarme a nada y di con mis huesos en el suelo helado. Intenté levantarme, cosa harto difícil, cuando vi a la sirena deslizarse sobre la pista ¡Tenía que cogerla antes de que la vieran!

Conseguí enderezarme lo justo para volver a caer estrepitosamente. Fue la segunda vez que escuché un ¡crac! y ¡hale! dos huesos rotos. Repté por la pista y cada vez que tenía a la medio sardina a mano, movía las manita y se desplazaba lejos de mi. Empecé a gritar como un carretero ¡No tenía ni idea de que sabía tanta palabrota!

Finalmente pude cogerla por los pelo-algas y meterla en mi escote ¡Estaba helada la jodía! Después me cogieron a mi y me taparon la boca hasta que llegó la ambulancia y me metieron dentro.

Pascualita, al sentirse estrecha, me mordió en un pecho y yo grité como una descosida. Asustado, el chófer piso a fondo el acelerador y a punto estuvimos de entrar en Urgencias con ambulancia y todo.

Me han tenido ingresada veinticuatro horas, no por las roturas de huesos sino para estudiar ese pecho descomunal que me hace ir de lado. Nunca una teta ha sido tan fotografiada como esta mía.


martes, 12 de noviembre de 2019

¡Menuda faena!

Me había tocado el cupón extraordinario de la Once y era ¡millonaria!

¡Que alegría recorrió mi cuerpo cuando me enteré! Corría de parte a parte de la casa, desnudita como me trajo mi madre al mundo, gritando: ¡¡¡HE GANADO. HE GANADO. SOY MILLONARIA!!! - Y salí al balcón para que todos y todas viesen la alegría que me embargaba. La gente fue congregándose bajo el balcón aplaudiendo a rabiar y me jaleaba cantando: ¡¡¡Moni,moni,moni!!!

Les tiré las dos botellas de chinchón que guardaba en la despensa: - ¡Bebed a mi salud, vecinos!

Cogí a Pascualita para que viera la alegría de la calle. - ¡Una fiesta como ésta te harán, cuando vuelvas a tu hábitat y ganes un primer premio de la Lotería!

Me di cuenta de que iba en cueros cuando intenté meter a la sirena en mi escote y resbaló hasta el suelo y a punto estuvo de aterrizar sobre la muchedumbre.

- ¡Aaayyy, chiquitina, somos más ricas que la abuelaaaaa Yujú! - Y volví a recorrer mi casa dando saltos mortales, gritos, aspavientos. Cualquier cosa que me ayudase a dar rienda suelta a mi alegría. Finalmente, cansadísima, me acosté, puse a la sirena sobre mi almohada y nos dormimos profundamente... hasta que el timbre y los golpes dados en la puerta me despertaron. - ¡Iros. Quiero dormir. No tengo más chinchón para daros!

Finalmente, ante la insistencia, no me quedó más remedio que levantarme y abrir. Estaba furiosa: - ¿Es que, ni siendo millonaria, puedo descansar?

Toda la escalera estaba en mi rellano. Los vecinos me felicitaban. Se declaraban amigos míos desde tiempos inmemoriales. Bedulio, junto a la puerta, ponía orden porra en mano, para que el gentío no se desmandara y entrase en mi casa en tropel.

Hubo infinidad de peticiones. - ¡Ahora que eres millonaria regalame la entrada para un piso! ¡Yo me conformo con un coche nuevo! ¡Me hace taaaaanta ilusión hacer un crucero por las islas griegas con mi Pichurrin!...

Bedulio, autonombrado guardaespaldas y secretario particular, tomaba nota de las peticiones diciendo: - Después se las pasaré a la Señora (la Señora ¡era yo!) y ella decidirá lo que sea mejor para todos... Circulen, circulen...

De repente me di cuenta de que algo no iba bien... ¿Cuándo había comprado yo un cupón de la Once? ¿Por qué estaban los vecinos enloquecidos? ¡Todo había sido un sueño! Cuando lo dije la desilusión fue mayúscula. Alguien, mientras se retiraban a sus casas, gruñó: - ¿Por qué gritabas que eras millonaria?

Y entonces fue cuando supe que era sonámbula.

lunes, 11 de noviembre de 2019

El bicho que se comió un voto.

Ha tenido que venir a consolarme la abuela porque, cuando me he enterado de la renuncia a seguir en política del presidente de Ciudadanos, me ha venido a la mente la imagen de Pascualita con el sobre entre sus dientecitos de tiburón, que acabó comiéndose:

- ¡Aaaaay, abuelaaaaaa, la culpa es mía por llevarme a la media sardina al colegio electoral! ¡Pobre hombreeeee!. Se ha quedado en la calle, sin trabajo. ¿Qué comerá ahora? ¿Dónde dormirá? Aaayyyy, no voy a poder vivir con este disgustooooooo

- "Nada, mujer, no te preocupes que, cuando menos lo esperemos, volverá a las andadas. Igual que hacen los toreros que se retiran tropecientas veces, de su profesión" - ¿En serio? - "¿Cuándo te he mentido yo?" - Pues... - "¡Calla! Tampoco hace falta que especifiques, boba de Coria"

Nos tomamos unos chinchones para que me subiera el ánimo nos fuimos a la Torre del Paseo Marítimo a consolar al abuelito que estaba de capa caída. - ¡Animo, hombre. Seguro que ganaréis la próxima vez! - Ay nena, Dios te oiga. Es muy duro pasar de ser el Rey del mambo en la política local y que todo el mundo babee al verte, doblen el espinazo ante ti, te ofrezcan comisiones a manos llenas, oigas el maravilloso clín, clín de los euros cayendo en tu cuenta corriente con alegría..., a no ser nadie. Que tiempos aquellos en que la gaviota volaba sobre la isla como Pedro por su casa... ¿Qué hemos hecho mal, Señor?

Mientras la abuela ordenaba a Geooorge preparar los bocaditos preferidos de su marido, yo le animaba dándole unas cuantas copas de chinchón para que fuese entrando en calor y olvidara lo que fue y ya no es.

Cuando el alcohol pintó de tonos rojizos su rostro me preguntó por el incidente de un bicho que se comió un voto. - Me han dicho que tu estabas allí, nena. - ¿Yooooooooooo? ¿quién te lo ha dicho? - Nuestro mayordomo inglés, darling.

¡Será traidor el hijo de la Gran Bretaña! - Entré de sopetón en la cocina y le lancé a Pascualita pillándolo de sorpresa. La sirena se enganchó a una oreja con los dientes que, acto seguido, se hinchó hasta conseguir el tamaño de las orejas de Dumbo.

Los gritos se escuchaban hasta en los yates del Paseo Marítimo. Los vecinos acudieron a ver como mis abuelitos daban tormento a su criado por preferir el Brexit en lugar de ser europeo. Para entonces yo ya había arrancado a Pascualita de un tirón seco que se llevó media oreja.  El espectáculo era sangriento. Y mientras, la sirena terminaba de comer oreja dentro del bolsillo de mi anorak.

domingo, 10 de noviembre de 2019

¡A votar!

¡La que ha liado Pascualita esta mañana! La Cotilla ha venido tempranito. Traía la nariz roja: - ¿Ahora trabaja de payasa? - ¡La madre que te parió, atontada! Hace un frío que pela. - ¿En serio? - Déjate de cháchara y prepara el café con leche que traigo ensaimadas. - ¡Hombreeeeee! Menos mal que se le ve un detalle.

Procuré que no se me cayeran las ensaimadas porque estaban tan duras que me hubiesen roto un pie. - ¿Estaba en la puerta del horno para coger las primeras, verdad? -  ¡La primera! pero no del horno sino del contenedor del súper. - Entonces algún dentista le paga una comisión por cada cliente que le traiga. - ¿Te estás cachondeando de mi?

Desayunamos, después de haber llenado varias veces las tazas porque las ensaimadas "se bebían" la leche en un periquete.

Al acabar, la Cotilla cogió su bolso. - ¿Qué? ¿Te vienes a votar? - Iré más tarde. - Si no tienes papeletas, te vendo unas del partido que quieras. - ¡Cotilla! - Tu no desciendes de los fenicios, boba de Coria.

Cerca del mediodía metí a Pascualita en el termo de los chinos lleno de agua caliente. La sirena, como ya está escaldada, no quería entrar ni a tiros. - ¡Que hace frío, jodía! - Finalmente la metí a presión y salimos hacia el colegio electoral.

Pues sí, hacía frío y llovía. Aceleré el paso regateando en las aceras a los ciudadanos que entraban o salían de votar.

Una vez que encontré mi urna me puse a la cola mientras sacaba del bolso el DNI. Entre eso, los dos sobres en las manos; intentando que no se notara el meneo del termo de los chinos que impulsaba la sirena; una señora que, detrás de mi, no paraba de preguntarme si era "aquí" donde debía depositar los votos, se abrió el termo, cayó el agua al suelo; las dos personas que me precedían patinaron y se dieron un costalazo de campeonato que inmortalizaron los aburridos periodistas.

Pascualita salió disparada a la mesa y salpicando las listas de votantes. Los de la mesa, asustados, se echaron hacia atrás cayendo de espaldas patas arriba. Los que no sabían qué pasaba, aplaudieron pensando que se trataba de un gag para entretener al personal. Y, de repente vi a Pascualita ¡DENTRO DE LA URNA!

¿Cómo había entrado? Ah... Del mismo modo, supongo, que lo hizo en la lata de sardinas en aceite donde la encontré.

He tenido que quedarme en el colegio hasta las ocho de la tarde en que han abierto las urnas. Lo malo es que tenía un sobre en la boca y no ha consentido que se la arrebate... Temo que sea un voto decisivo para alguno de los partidos... ¡Que cruz tengo con la dichosa sirena!




viernes, 8 de noviembre de 2019

Tengo frío...

Menudo cabreo lleva Pascualita. Se ha liado a bocados con el orinal aristocrático. A dar saltos mortales hasta tirar toda el agua al suelo. Este enfado es porque no puede morderme. Me culpa de haber querido mandarla al otro mundo, acompañada de un buen alioli y una ensalada. ¡Pero no es así la cosa!

Hace fresco... para mí, frío. Y si yo tengo, todos los de casa también. Por eso Pepe lleva ahora, al rededor de su cuello cortado, una bufanda con los colores del Atlético Baleares, para que no se constipe, porque no hay nada más molesto que tener que buscar la cabeza jivarizada debajo de los muebles cada vez que estornuda... No es que lo haya echo nunca pero siempre hay una primera vez para todo y no quiero pasarme los días en un continuo agacharme.

Si le pongo una bufanda a Pascualita, al estar todo el tiempo en remojo, se constipará igual, por eso he tirado una jarra de agua caliente a su "casita" y la sirena ha saltado por los aires hasta estrellar la cabeza contra el techo. A partir de aquí, está frenética. Ojiplatica, un poquito abrasada y con ganas de morderme.

Llamé a la abuela: - No hay porque ponerse así. ¡Era por su bien!... Pueeeesss, un "poiqrzx" - "¿Qué?" - Lo que he dicho. - "No te he entendido" - Mi teléfono va mal... - "Empieza desde el principio ¿Qué le has hecho a Pascualita?" - ¡¡¡Nada!!! - "Por nada no se pone así. Sabes que es un angelito." - No quería que pasara frío... - "¿Y?" - He puesto... agua caliente... en el... orinalito. - "Tu sabes que no es un orinalito sino un señor orinal aristocrático... Cuéntame tu barrabasada con la pobre sirenita"

Di la callada por respuesta, recordando que las palabras que no ofenden, o te condenan, son las que no has dicho. - "¡¡¡Ya lo sé. La has quemado, boba de Coria! Querías hacer caldo de pescado con ella  ¡¡¡Pobrecita mía!!! ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAA, AHORA VENGO A SALVARTEEEEE!!!"

Cuando la abuela llegó yo no estaba en casa. No regresé hasta ver desaparecer de mi vista el rolls royce- Y aún así, tardé más de una hora antes de entrar en casa.

Entré sigilosamente, de puntillas, para que no me oyera ni el ánima de mi primer abuelito y, al llegar al comedor: - ¡¡¡PATAPLASSSS!!! - Un chorrito de agua envenenada se estrelló contra el puente de mi naríz y los ojos quedaron empapados... Ahora veo menos que Pepe Leches, que tropezó contra una esquina y dijo, usted dispense... ¡¡¡Aaaaaaaaaay, que grimaaaaaaaaa!!!, creo que se me ha caído uno de mis descomunales ojos, debajo del aparador.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Me ha tocado el primer premio jopé!

Me he levantado inspirada ésta mañana. Pascualita y yo nos hemos sentado a desayunar como personas normales que somos... Bueno, la sirena está no pero cosas más raras se han visto... ¿o no?

Tiene que comprender que hay que ser educada y no poner la cocina perdida de cola cao cada mañana. - Fíjate en mi y aprende. - le he dicho

Ha visto con cuanta elegancia cojo la taza. - Con el dedo meñique bien alto y tieso, como el palo de una bandera... A ver, prueba tú.

Me costó tiempo, esfuerzo y grandes dotes de paciencia. - ¡Así no se mastica! Cierra la boca. - El bicho es un poco obtuso y me está costando sudor y lágrimas que adopte un perfil "normal" - ¡¡¡NOOOOOOOO, NO SALTES DENTRO DE LA TAZA, ANIMAL DE BELLOTA!!!

- Avemariapurísima. ¿Se puede saber qué pasa?... - La Cotilla nos pilló in fraganti, sin darme tiempo a esconder a la sirena. La vecina, al verla, abrió unos ojos como platos. - ¡Ahhhhh, que bicho más asqueroso! (dijo. Y le arreó con el bolso sin darme tiempo a quitarla de en medio)

- ¡¿Qué hace, loca?! Es mi mascota. - ¡¡¡¿Eso?!!! Mejor una araña peluda que esa porquería.

Al levantar el bolso la sirena parecía una mancha aplastada en la mesa de la cocina. La cogí por un bracito aplastado. ¡Era plana! La Cotilla se la había cargado. El bolso pesaba un quintal. - ¿Qué lleva aqui dentro? pregunté, mientras, las lágrimas comenzaron a brotar a raudales. - Un poco de todo. Lo último que metí a noche fue un adoquín de una calle de Barcelona... ¿No me digas que lloras por semejante especímen? Anda, tíralo a la basura.

Ni siquiera se me ocurrió llamar a la abuela, tal era el desconsuelo que sentía. ¡Y encima, ha matado a la última sirena de los siete mares. ¡Ha extinguido su especie! El mundo ha perdido un tesoro maravilloso...

Decidí guardar su cuerpecito, en forma de sello de correos, entre las páginas de un libro. Allí se secaría convirtiéndose en mojama... o en momia, luego la mostraría al mundo entero.

Fui en busca de un libro grueso, sacudí el "sello de correos" para que quedase bien extendido y al ponerlo sobre la hoja, se movió. ¡Pascualita estaba volviendo a la vida! Dejaría de ser media sardina para convertirse en medio lenguado, por lo planita que era ahora.

La guardé en el escote y noté como volvía a la vida. ¡La sirena se resistía a desaparecer! Tenía más vidas que un gato, muchas más. Y me desmostró sus ganas de no extinguirse cuando, enfadada por el golpe recibido, me mordió un pecho con sadismo ¡como si yo tuviera la culpa de algo!

A cuadros quedó la Cotilla al verme andar de lado a causa del peso del descomunal pecho izquierdo que seguí creciendo a causa de la saliva venenosa de Pascualita... ¡¿Y yo qué culpa tengo?!

martes, 5 de noviembre de 2019

¡¡¡Compro, compro!!!

He pasado delante de la tienda de los chinos del señor Li y al mirar sus escaparates he notado que algo daba sentido a mi vida. ¡Por fin sé lo que quiero hacer! ¡¡¡Comprar!!!

La tienda está llena de cosas de Navidad que ya está a la vuelta de la esquina! ¡Tolón, tolón, tocará la campana de Papa Noel! y yo quiero comprar luces, muñequitos, abetos y poner uno en cada habitación de la casa, balcón incluído. Y quiero que nieve hasta la altura de dos metros para entrar y salir por las ventanas y deslizarme luego, como en un tobogán, hasta la acera ¡¡¡Y vendrán los Reyes Magos y nadie quemará sus fotografías, ni les escupirán, ni desearán su muerte porque traerán regalos y todo el mundo será feliz!!! ¡¡¡Quiero comprar!!!

Corrí a casa, metí a Pascualita en el termo de los chinos, lo colgué de mi cuello y corrí, de nuevo, a pegar mi cara en los escaparates que tienen al gatito dorado que mueve el brazo incansablemente. - ¡Mira, todo esto se vende y yo quiero comprarlo!

Un aliento con olor a arroz tres delicias me hizo volver la cabeza. El señor Li, muy cerquita de mis cervicales, me miraba fijamente por la rendija de sus ojos. - ¿Qué quelel, boba de Colia? - ¡Todo!

Entonces llegó la decepción en forma de jarro de agua fría. - ¿Tenel dinelito? - Pues... no.

La cruda realidad hizo caer el telón dorado como un gato chino: soy una trabajadora pobre, como tant@s hoy en día. Y quise llorar pero no tengo lágrimas porque no tengo dinero para comprarlas.

Cabizbaja, volví sobre mis pasos hasta llegar al portal de casa y le hablé al único ser que podía consolarme en estos momentos: Pascualita. - Cuándo vuelvas a tu hábitat llévame contigo. Allí no usáis dinero y tendré lo que se me antoje... - ¿Con quién hablas, alma de cántaro?

La Cotilla me miraba desde la puerta del ascensor. - Con Pasc... ¡con nadie! - ¡Mientes! Te he pillado traicionando a tu abuela. ¡Quieres largarte con su querido, mala pécora! - A ésto siguió una retahíla de acusaciones e insultos, a cual más original, pero yo solo quería sentarme en la butaca de la salita, quitarme los zapatos y ver la repetición del Debate electoral para dormir hasta que se me pase el disgusto de saberme pobre.


lunes, 4 de noviembre de 2019

El vendaval

El día ha sido otoñal... ya era hora que el Tiempo acabara definiéndose. Si eres Otoño, actúa como Otoño, puñetas. Y hace viento. He tenido que cerrar puertas y ventanas ante su fuerza.

Hojas del árbol de la calle han "empapelado" el balcón. He ido a comprar las ensaimadas dominicales y, al llegar a casa, en lugar de azúcar por encima llevaban polvo volátil.

Pascualita, que no le hace ascos a nada, se ha comido la suya tan ricamente. Después ha procedido con su típica manera de desayunar un buen cola cao: poniéndolo por paredes, mesa y suelo a base de dar saltos mortales en su taza.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Aaay, que vendaval. Estoy reventada porque mientras venía, el viento, a veces me empujaba y me hacía correr y otras me hacía andar hacia atrás. Aaaay, es como si hubiera corrido una maratón. Dáme un café con leche, boba de Coria...

Mientras soltaba la parrafada entró en la cocina. Afortunadamente, cuando la oí entrar, metí a Pascualita en mi escote pero, claro, no me dio tiempo a arreglar el desaguisado que había hecho la sirena. - ¡Otra vez el cola cao por las paredes! ¿A ti qué te pasa? ¿Tienes el baile de San Vito?

Más tarde, entre la caminata que se había dado, el café con leche caliente y lo alterada que se puso cuando entró en la cocina, a la Cotilla le entraron los calores. - ¡Abre las ventanas, nena, que me asfixio con la segunda menopausia!. - ¿Eso existe? - ¡Míra como sudo!

Estaba frenética e iba abriendo las ventanas de par en par. - ¡Cierre o no me quedará un cristal entero! - Solo es un poco de aire. - ¿Solo? ¿Y se parten las palmeras? - ¿No serán las de tu calle? (dijo con guasa) - ¿Hay alguna? No la he visto... - ¡Que cruz tiene tu abuela contigo! Saca el chinchón.

Mientras la Cotilla seguía abriendo ventanas, puse a Pascualita una jarra de chinchón on the rocks en la mesita de centro de la salita y al agacharme la sirena cayó de cabeza en la jarra. El ruído del viento no dejaba oir nada. Por señas la Cotilla me indicó que llenara su copa. Tuve mucho cuidado de que la sirena no cayera en ella y la vi buceando, feliz como una perdíz... El coma etílico vendría después.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Aturullamiento.

- "Nena, mi suegra va a venir a ver a su orinal aristocrático. Está pasando una penada pensando que te lo vas a cargar de un momento a otro." - ¿Y qué hacemos con Pascualita mientras esté aquí? - "Metela en la olla exprés" - Me da no sé qué. No es lo  mismo la cerámica que el acero inoxidable. Es más frío. No hace hogar... - "Y tu no eres más tonta porque no te entrenas"

El concierto de pitos y el ritmo de la samba, anunciaron la llegada de la Momia en el rolls royce, con sus cubanitos-culito-respingones. Me asomé al balcón y mientras los conductores se encaraban y se acordaban de la madre de Geooorge por aparcar en la parada del bus y bloquear la calle con el enorme coche, los peatones se arremolinaban junto a la bisabuelastra para ver bailar al grupito sandunguero.

Cogí a la sirena, la puse en la olla exprés y, para asegurarme de que no la viera nadie, cerré la tapa después de vaciar en ella el contenido del orinal: agua, arena, algas, barco hundido...

Tardaron casi una hora en subir porque la gente los jaleaba y baila al compás del ritmo sabrosón. - ¡Aaaayyy, nena! Me encanta tu barrio. La gente es muy espontánea y cariñosa. Le diré a mi hijo que vendré a vivir contigo.

Tragué saliva. ¿Qué podía decir?... Pensé y pensé y pensé a la velocidad del rayo y como las prisas nunca han sido buenas consejeras, en mi cabeza se juntaron ideas sin pies ni cabeza, que me dejaron más confundida aún... De repente, en el espejo del aparador se encendió un letrero de neón con enormes letras que decían: - ¿VAS A VENDER TU INDEPENDENCIA POR HEREDAR LA TORRE DEL PASEO MARITIMO, BOBA DE CORIA?

Que dilemaaaaaa... Y antes de que pudiera mandar una orden al cerebro, la boca se abrió y dijo: - ¡¡¡CLARO QUE SI!!!

Oh, no. Me siento como si fuera un saco de patatas vendido al mejor postor. ¡Que bajo he caído! Aaayyy, mi autoestima está por los suelos... ¡¡¡Por los suelos de mármol de Carrarra de la Torre del Paseo Marítimooooooo. Yujuuuuuuuuuuuuu!!!

- Nena, ¿no piensas invitarme a chinchón? - Perdóname, bisabuelastra... ¿está sonando una olla exprés? - ¡La tuya! Hace un rato estabas en babia. La Cotilla ha entrado y viendo que tenías la olla cerrada encima del fogón, ha encendido el fuego ¿Cómo querías hacer la sopa sino, nena?

Corrí a la cocina, puse la olla bajo el agua, abrí la tapa, metí la mano para coger a Pascualita pero ella se enganchó a mis dedos con sus dientes de tiburón.

Ahora no puedo usar mi descomunal mano derecha. Pascualita está medio cocida y metida en mi escote y mis pechos crecen y crecen y crecen a cada nuevo mordisco revanchista de la medio sardina... ¡snif!... ¡snif!...

viernes, 1 de noviembre de 2019

Uno de Noviembre: Todos los Santos.

De camino a la cocina para preparar el desayuno, he mirado de reojo hacia el orinal aristocrático y un escalofrío ha recorrido mi columna vertebral. Un bicho raro ocupaba el sitio de Pascualita. - ¿Qué es eso? (me pregunté y corrí en busca de la escoba)

Después de arrear dos buenos escobazos al engendro, me di cuenta que se trataba de la sirena que aún llevaba el disfraz que le puso la abuela ayer. - ¡Aaaaaaayyyyyyyyy, pobrecita míaaaaaaa! (grité asustada y preocupada y me lancé a cogerla para darle cariñito)

El chirriar de los dientes de tiburón, afilados como navajas albaceteñas, hicieron que me replanteara la idea peregrina que acababa de tener. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué ha pasado, qué has hecho, boba de Coria? - ¿Por qué lo dice? - Te he oído desde la calle decir pobrecita mía en plan dramático. - ¿Yoooooo he dicho eso? Imposible. - Era tú voz. - Que no. - ¡Que sí! - ¡No! - ¡Sí!... Y así estuvimos casi una hora.

Un rugido ensordecedor punto final a la discusión. - ¿Qué ha sido eso? - ¡Truena en la Serra de Tramuntana.! - Me ha sonado a rugir de tripas, nena. - Y sin querer, miré hacia el orinal porque el ruido venía de allí... ¡Oh, no! Pascualita está muerta de hambre y la Cotilla sigue apalancada en el comedor.

Invité a la vecina a desayunar. - Ya podría haber traído ensaimadas. - No encontré ninguna en el contenedor de basura del súper... - ¿No puede comprarlas como todo el mundo? - ¿Comprarlas, yo, una pobre pensionista a la que no le llega la paga a fin de mes...? - ¿Y lo que saca del trapicheo? - En el momento en que meto ese dinero en el bolso es como si ya no lo tuviera. - ¿Qué hace con él después? - Hago rulos, cogidos con una gomita de las bolsas de galletas y los escondo por ahí. - ¿En el banco? - ¡Ni hablar! Luego se forran, quiebran y me quedo sin ahorros. - ¡Ajá! Lo ha confesado ¡tiene ahorros! - ¿Y? - Pues eso... ¿qué decíamos de ensaimadas? - Que vas a comprar unas cuantas. - ¿Ah, sí? No recuerdo yo... - Lo has dicho. - Vale... pues voy a por ellas...

En el pasillo, junto a la puerta de entrada estaba mi primer abuelito. Me saludó tirándome un beso con la mano. - ¡Adios, abuelito! - Y al ir a besarlo... desapareció.