domingo, 17 de noviembre de 2019

Cistitis

Nunca va al baño la Cotilla y, justamente, ayer estaba loca por entrar. - ¡¿Dónde has metido la puñetera llave del cuarto de baño, jodía?! - No tengo ni idea. Se me ha ido el santo al cielo... - ¡Mientras le ponías la cornamenta a tu abuela con Pascual, ¿verdad, boba de Coria?! - Cotilla, Pascual no existe... - ¿Cómo que no si todo el tiempo tenéis su nombre en la boca? - Es una manía que hemos cogido. - ¡¡¡Abre ésta puerta que tengo cistitis y no aguanto más!!!

A punto estuve de decirle que se meara en el suelo pero no me dio tiempo porque, dándo una carrerita, llegó hasta el orinal aristocrástico y lo usó para descargar la vejiga - Aaaayyy, que descansooooo.

Mientras, Pascualita seguía flotando en el inodoro. Aproveché un momento de despiste de la Cotilla para abrir el cuarto de baño, coger a la sirena, ponérmela en plan broche y salir a toda prisa camino de la cocina.

Al olor del café apareció la vecina de nuevo. Para despistar su atención le hablé de la musiquita del cantarano. - Tu estás pallá, nena. - ¡Oiga, se lo digo de verdad! Allí guardo los recordatorios mortuorios de familiares y amigos y sus caras salieron del cajón para saludarme... - ¿Tu primer abuelito... también...? - ¡Claro! Le vi demacrado. - ¿Preguntó por mi o por tu abuela? - No le dio tiempo. Los abanicos lo hicieron desaparecer con su aire. - ¿Eso quiere decir que, probablemente..., su espíritu sigue por aquí? - No lo descarto. - ¡Ya tomaré el café otro día! ¡Oh, por favor! no sé como puedes llevar algo tan horroroso -  De un tirón arrancó el broche, con Pascualita incluído y lo tiró, entre enfadada y asustada, ¡al wáter! - Y salió dando un portazo.




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