lunes, 4 de noviembre de 2019

El vendaval

El día ha sido otoñal... ya era hora que el Tiempo acabara definiéndose. Si eres Otoño, actúa como Otoño, puñetas. Y hace viento. He tenido que cerrar puertas y ventanas ante su fuerza.

Hojas del árbol de la calle han "empapelado" el balcón. He ido a comprar las ensaimadas dominicales y, al llegar a casa, en lugar de azúcar por encima llevaban polvo volátil.

Pascualita, que no le hace ascos a nada, se ha comido la suya tan ricamente. Después ha procedido con su típica manera de desayunar un buen cola cao: poniéndolo por paredes, mesa y suelo a base de dar saltos mortales en su taza.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Aaay, que vendaval. Estoy reventada porque mientras venía, el viento, a veces me empujaba y me hacía correr y otras me hacía andar hacia atrás. Aaaay, es como si hubiera corrido una maratón. Dáme un café con leche, boba de Coria...

Mientras soltaba la parrafada entró en la cocina. Afortunadamente, cuando la oí entrar, metí a Pascualita en mi escote pero, claro, no me dio tiempo a arreglar el desaguisado que había hecho la sirena. - ¡Otra vez el cola cao por las paredes! ¿A ti qué te pasa? ¿Tienes el baile de San Vito?

Más tarde, entre la caminata que se había dado, el café con leche caliente y lo alterada que se puso cuando entró en la cocina, a la Cotilla le entraron los calores. - ¡Abre las ventanas, nena, que me asfixio con la segunda menopausia!. - ¿Eso existe? - ¡Míra como sudo!

Estaba frenética e iba abriendo las ventanas de par en par. - ¡Cierre o no me quedará un cristal entero! - Solo es un poco de aire. - ¿Solo? ¿Y se parten las palmeras? - ¿No serán las de tu calle? (dijo con guasa) - ¿Hay alguna? No la he visto... - ¡Que cruz tiene tu abuela contigo! Saca el chinchón.

Mientras la Cotilla seguía abriendo ventanas, puse a Pascualita una jarra de chinchón on the rocks en la mesita de centro de la salita y al agacharme la sirena cayó de cabeza en la jarra. El ruído del viento no dejaba oir nada. Por señas la Cotilla me indicó que llenara su copa. Tuve mucho cuidado de que la sirena no cayera en ella y la vi buceando, feliz como una perdíz... El coma etílico vendría después.

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