lunes, 25 de noviembre de 2019

Como oro en paño.

Hoy me ha podido el aburrimiento y me he pasado media mañana haciendo viajes a la nevera. Al final la he dejado tan vacía que ha terminado por pedirme que me apiadara de ella.

Así que he tenido que cambiar de dirección: he cogido el trapo del polvo, después la escoba y ahí me he dado cuenta de mis carencias económicas; no tengo un Rumba para dejar de barrer de la manera clásica.

He ido a ver a Pascualita. También bostezaba. Me alarmé. ¿Acaso hay una epidemia en la ciudad que provocaba aburrimiento? Prové otra cosa. Con Pascualita asomando por mi escote, entré en el antiguo cuarto de la abuela, me coloqué frente al cantarano menorquín dispuesta a fisgar en sus cajones en busca de "tesoros". Pero no encontré nada y seguía bostezando.

Entonces vi una punta de papel que asomaba bajo las hojas de periódicos con que la abuela había forrado, en el siglo pasado, los viejos cajones.

Miré por mirar y encontré ¡oro puro! Tardé bastante en darme cuenta de ello y leer lo que había escrito, varias veces hasta llegar a entender algo.

- Es una receta antigua..., las cantidades están en libras y tersas... Pues, no podré hacerla porque no tengo ni idea de cuánto debe ser eso... Que pena... Pone levadura prensada... manteca... No entiendo bien la letra... otros ingredientes raros. Tal vez los encuentre en los chinos del señor Li... Mira, Pascualita, esto sí que me suena: estricnina.

 Más tarde, mientras comía un buen plato de fabada de bote, la palabra estricnina daba vueltas por mi cabeza... Yme fastidió porque no se hace bien la digestión con la sesera ocupada.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio que me traía las últimas multas que le pusieron al rolls royce de los abuelitos por mal aparcamiento. Fue al cogerlas cuando me di cuenta de que Pascualita estaba "asomada al balcón de mi escote" La cogí sin miramientos y escondí la mano en mi espalda.

Al Municipal le pregunté si más tarde querría un trozo de coca. dijo que sí. Y si sabía qué era la estricnina: - Un veneno - respondió. - ¿Y se usa para hacer cocas? - No soy Arguiñano pero diría que no... ¿Por qué? - Simple curiosidad. - De repente se le aflojó el cuerpo, dio media vuelta y debo reconocer, que huyó escaleras abajo como si el demonio le pisara los talones. Que hombre más raro.

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