viernes, 31 de enero de 2020

¡Vaya dos pardalas!

Los abuelitos han pasado por casa cuando han salido de El Funeral a las horas brujas de la madrugada. El se ha quedado en el rolls royce porque, desde que el ánima del primer abuelito se ha hecho visible, prefiere mantenerse a distancia.

Pero la abuela sí que ha subido. Venía emperifollada pero con la cara convertida en una máscara terrible porque el maquillaje se le había corrido mientras disfrutaba de la juerga nocturna.

Para despertarme me ha metido a Pascualita, recién sacada del agua, dentro del camisón. Mi primer grito ha sido morrocotudo. Y, además le he añadido otro cuando he visto su cara. Esta vez han retumbado las paredes y la lámpara del techo se ha movido como si hubiera un terremoto cuando el vecino de arriba ha golpeado su suelo pidiendo ¡SILENCIOOOOOOO!

Toda ésta movida ha sido para decirme que mañana me espera en la Rambla, junto a la fuente, para ir a celebrar que Geooorge ya no será europeo ésta noche. Luego se ha ido.

Pascualita ha decidido dormir acurrucada contra mi cara. En cambio yo no he podido pensando que me morderá en cualquier momento.

Más tarde, mientras comía con la Cotilla, ha salido la conversación sobre el Brexit y he recordado el encargo de la abuela ¡Uf, menos mal! . Me hablaba del negocio que ha montado para vender a los ingleses de Mallorca, un certificado de residencia a los que no lo tengan. - Eso es oficial ¿De dónde los sacará? - Uno de los que trapichean conmigo hará fotocopias y se venderemos a 500 euros. - Eso es ilegal... - ¿Y? -  Ay, Cotilla...

Llamaron a la puerta. Era Bedulio y preguntaba por ella. - Pasa. Está en el comed... - ¡Ni loco!

A las cinco de la tarde estaba en el banco de la Rambla que está junto a la fuente. Al cuello llevaba el termo de los chinos con Pascualita dentro. El tiempo pasaba y la abuela no venía. Yo le hablaba a la Sirena: - ¿Me habré equivocado de día... o de hora? - Miré el banco de enfrente había una mujer... pero me deslumbraba el sol. La tercera o cuarta vez que miré, me pareció que era... ¡la abuela! Ni me había visto. Me levanté de un salto. El tapón del termo cayó al suelo y Pascualita hizo un espectacular salto mortal con triple tirabuzón, cayendo de cabeza a la fuente que está llena de... ¡agua dulce!


- ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! gritamos a la vez, la abuela y yo mientras nos tiramos dentro de la fuente para salvar a la medio sirena. Salimos chorreando, heladas y mientras Geoooorge, solícito, envolvía a la abuela en una confortable manta que llevaban en el rolls royce, yo tuve que hacerle, disimuladamente, el boca a boca ¡Puag! a Pascualita que, a punto, estuvo de irse al otro barrio.



jueves, 30 de enero de 2020

¡Anda que...!

Lo que me ha pasado no tiene nombre. Mientras Pascualita "desayunaba" poniendo perdida la cocina a base de saltar y saltar dentro de su taza de cola cao, yo me he dedicado a echar chinchón en una jarra para prepararlo on the rock. Y de repente, la sirena ha caído en tromba en la jarra, haciendo que se desperdiciara tan rico néctar vertido por el suelo.

Cuando, después del susto que me dio reaccioné, la media sardina se había puesto como el Quico bebiendo como si, en lugar de éstar en casa, estuviera en un desierto y seca como una hoja de papel de lija.

Tuve que sacarla tirando de los pelo-algas y se puso como una fiera corrupia dando dentelladas asesinas.

La tiré al fregadero, cogí estropajo nuevo para absorber el chinchón derramado, después lo escurrí dentro de la jarra porque no están los tiempos para desperdiciar nada. Y lo probé. Estaba rico. Y la sirena hipando en la mesa. A cada hipo su cuerpecito saltaba, acercándose cada vez más al borde. Imaginé entonces el porrazo que no tardaría en darse y me dio la risa.

Sabía que tenía que cogerla pero ¡no podía! ¡ME PARTÍA DE RISA! Bebí un poco más para calmarme pero ocurrió lo contrario. Bebí otro poco y vi al abuelito subido al florescente. Lo saludé - ¡coge a ese bicho, Nena! - ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! (le contesté)

También Pepe, que nunca dice ésta boca es mía, me advirtió. - ¡Se va a caer! - ¡AAAYYYY, SÍ JAJAJAJAJAJAJAJA! - De repente, me acordé del sortilegio que se usa en éstos casos y lo recité: - Hipo tengo, ¡A MI ME LO RECOMIENDO! si me quiero bien me quedo con él, si me quiero mal te lo vuelvo a mandar...

Miré a Pascualita... había dejado de hipar. ¡Bien!... aunque creo que ¡hip!... Hay algo que... ¡hip!... no he dicho... ¡hip!... bien... ¡hip!... ¡¡¡Jopé!!!... ¡hip!

miércoles, 29 de enero de 2020

Menuda mañana.

He pillado al abuelito metiendo mano a un bote de fabada que tenía abierto para comerlo hoy. ¿Desde cuando los fantasmas comen? - ¡Oye, que ésto es para mi! - Pero él siguió a lo suyo como si tal cosa. Metía el dedo en el bote y luego lo chupaba. Realmente, en el dedo no llevaba nada pero, así y todo ¡no e da la gana de que me manuseen la comida.

Acabé echándole una bronca a mi primer abuelito. - ¡Que asco tener que comer lo que has chupeteado! ¡Saca las manos de mi comida! - Pero era como hablarle a una pared. Sin embargo Pascualita sí que me entendió. Por lo menos se enfadó conmigo por gritarle a su nuevo amiguito del alma y sacó los dientes de tiburón a pasear.

Me dio tal ramalazo de rabia que, de un tirón, le quité el bote al abuelito. Aquello enervó más todavía a Pascualita que, apoyándose en su cola se lanzó contra mi con muy malas intenciones. Afortunadamente, me aparté y la sirena salió disparada hacia las ramas del árbol de la calle.

¡Menudo susto se llevó Pascualita! Tuve que darle chinchón para que volviera en sí. Las ramas del árbol están peladas y al no poder agarrarse a las hojas, estuvo a punto de caer y estamparse contra la acera cuando por allí pasaba un demonio grande y fornido; con cuernos de miura y un tridente aterrador.

Al verle se me pusieron los pelos de punta. Y más cuando le oí tararear: - Había una vez, un barquito chiquititoooooo, había una vez un barquito chiquitín... - El puñetero disimulaba su maldad cantando canciones infantiles. Entonces, para librarme de él, una vez salvada la sirena, la tiré a la cabeza del demonio que al verse atacado por una furia, pequeña pero matona, corrió, bufó, saltó, gritó, lloró y moqueó...


- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa.Cuanto gamberro hay en éste barrio, boba de Coria. Ya no respetan ni a los demonios, lo han dejado hecho un cristo... ¡Humm, fabada!








martes, 28 de enero de 2020

La Evolución continúa.

Mientras Pascualita saltaba en su taza de cola cao como todas las mañanas, yo leía tranquilamente el periódico. El día empezaba como cualquier otro, con el abuelito subido a la lámpara de la cocina y Pepe viendo el panorama desde su estantería.

Y de repente todo se trabucó. Acababa de ver una noticia que me hizo saltar de la silla y tirar, de paso, los restos de mi cola caoal suelo.  La sirena me miró, curiosa, porque hasta ahora quién tiraba el cola cao era solo ella. Debió pensar que quería quitarle la exclusiva y sacó a pasear los dientes de tiburón. - ¡No, no, no. No te quito el puesto Pascualita. Es que he visto una noticia del Pais de Pepe, Papúa Nueva Guinea!

Puse a la cabeza jivarizada sobre el frutero, junto a la media sardina. - Escucha, Pepito: han encontrado unas especies nuevas de tiburones que ¡caminan bajo el mar! ¿tú sabías algo de eso, Pascualita? - Pero la sirena no estaba por la labor de contestarme.

He estado todo el día afectada, conmocionada, por la noticia. Los tiburones reptan por el fondo del mar como los soldado cuando les ordenan pasar bajo alambradas. Igualito. También Pascualita se traslada así cuando está fuera del agua, claro que ella tiene codos, esos tiburones no. Tienen aletas...
¡Estoy frente a un ser que se está transformando, evolucionando como dijo Darwin! Cuando acabe, dentro de 10.000 años todo ésto, ¿en qué se habrá convertido la sirena? ¿en una mujer minúscula o en un boquerón?

Que pena no poder contarle esto a la Cotilla porque, seguro que ella le encontraba el lado comercial al asunto... 

He dejado de lado mis profundos pensamientos para atender al teléfono. Era la abuela recordándome que La Momia cumple ¡120 años! - ¿No tengo que regalarle nada, verdad? - "¿Estás de guasa? Quiere un bikini" - Jajajajajajaja... - "¿De qué te ríes, boba de Coria? - ¡De nada! - "¡Yo le alegraré las pajarillas cuando vea a los nuevos cubanitos culito-respingones que le regalaré!. Los otros ya se han hecho mayores"

Camino de la tienda de los chinos del señor Li pienso que mis abuelas y Pascualita están hechas de la misma pasta que las pilas del anuncio que ¡Duran, duran, duraaaaaan!...



lunes, 27 de enero de 2020

La caja del Tesoro.

Que bonito es rebuscar en cajones y cajas en las que no has mirado hace siglos. Siempre se encuentra algo que no sirve para nada pero te llena de ilusión. A mí, por lo menos.

Estaba buscando cajas de fotos en el antiguo cuarto de la abuela. Y como siempre creo que hay más de las que he encontrado, me he subido a una silla para inspeccionar en lo alto del armario. Y, justo en el rincón más alejado, había una caja metálica. Cuando la he descubierto ha emitido unos destellos luminosos y multicolores, llamando mi atención.

Estaba llena de tesoros de épocas pasadas ¡Uauuuuuu, que guay!

 Pascualita estaba sentada sobre el frutero y muy atenta a mis reacciones: - ¡¿Esto que é lo qué é?! (dije, al tiempo que le enseñaba una bufanda de piel con cabecita de zorrito) - ¡Avemariapurísimaa! - ¿Dónde has encontrado esto? (la Cotilla se acercó a paso de carga y con los ojos brillantes de ilusión) ¡El boá de tu bisabuela! (gritó) - ¿La Momia? - No, boba de Coria. La madre de tu abuela. - ¿Este zorro era de verdad? - Claro. En aquellos tiempos no sé si existían los chinos pero en Mallorca no había. Por eso todo era auténtico, nada de copias sintéticas.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo y, un tic involuntario, hizo que tirara el boá por la ventana y quedó colgando de una rama del árbol de la calle. - ¡¿Qué haces, loca?! Trae la escoba que esta noche lo venderé en el trapicheo. - Pero no me moví.

Entre los "tesoros" que encontré había unas gafas de ver, estilo Pop Art, de los años sesenta del siglo pasado ¡Eran mías! Loquita estaba yo con aquellas gafas tan chic. Me hacía la cegata para que me las compraran  y cuando lo logré, salí de la óptica con ellas puestas. Al bajar la acera me tragué el asfalto, me desollé rodillas y codos y a punto estuve de quedar mellada.

De tanto decir que no veía ni tres en un burro, pusieron dioptrías de más. Todas eran de más pero para presumir, hay que sufrir.

Me las he puesto en seguida. - ¡Voy a por el chinchón! ( he dicho) - Al tiempo que levantaba la pierna porque, de repente, el suelo de la cocina ha subido y ¡¡¡PATAPÁM!!! he clavado los dientes en el fregadero.


domingo, 26 de enero de 2020

Resacón.

Yo pensaba que estaba de lo más elegante mientras trajinaba copitas de chinchón delante de la tele. Pero me caí del burro cuando vi el trajerío que lucieron las actrices en la Gala de los Goyas. ¡Uno de estos es lo que necesito si quiero encontrar un papá para el bisnieto de la abuela! De modo que cogí el teléfono y llamé al móvil de la abuela.

Había mucho ruido de fondo cuando me contestó: - "Estoy de juerga en El Funeral. Espero que me llames por algo importante" - Le expliqué que sin traje de Chanel no hay novio reproductor que valga.

- "Pues ves ahorrando" - ¡Pero si el bisnieto es para ti! - "Tengo que mirar por su futuro y por el mío, por eso no tengo un euro extra para malgastar en tus caprichos. ¡Nunca necesité un vestido de alta costura para camelarme a un tío! A veces pienso que no eres sangre de mi sangre." - Pero si lo que tú tienes en las venas es chinchón, abuela, como yo... - "Eso es verdad. Entonces ¿por qué no nos parecemos en nada?" - Ya sabes lo que dicen: ¡La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vidaaaaaa!

Total, que me he quedado sin el Chanel. Iré a la tienda de los chinos del señor Li, a ver que encuentro que me sirva como reclamo.

Farolillos rojos y dorados adornan los árboles, incluso el que está debajo de mi balcón. Es el Año Nuevo chino. Esta gente va por el cuatro mil y pico ¡Hay que ver lo adelantados que están!

Para no ir sola, me he colgado al cuello el termo de los chinos, con Pascualita dentro para que me haga compañía y me ayude a elegir modelito.

Todo lo que hizo, en cuanto entramos en la tienda, fue saltar de estantería en estantería como una beoda jijijijijijiji ¡Y era verdad que estaba borracha porque celebramos todos los Goyas, habidos y por haber! Menos mal que el señor Li no estaba y no vio a la "gamba golda" que persigue desde hace tanto tiempo.

Salí envuelta en sedas baratas, rojas, con dragones pintados con purpurina dorada. Y al pasar junto a una obra ¡me silbaron y me dijeron burradas, varios de los albañiles! ¡La cosa funciona! - Propuse a la sirena ir a brindar por el éxito pero estaba en coma etílico jijijijijiji... Me equivoqué al meter agua de mar en el termo de los chinos. Lo que metí en su lugar era chinchón, puro y duro... No me quedó más remedio que ¡hip!... beberme "el agua" para que  ¡hip!... no se estropease jijijijijijiji... ¡hip!

sábado, 25 de enero de 2020

Noche de Premios Goya.

Noche de gala en casa. Los cuatro que la habitamos nos hemos puesto de tiros largos para ver la gala de los Goya y apalancado en los sillones de la salita... en realidad nos ha bastado un sillón.

Pascualita luce una bufanda de lamé dorada. La abuela se la ha hecho. Quería que fuera plateada por aquello de que la sirena viene de las profundidades del mar, donde el sol no penetra y todo son colores tenues, incluso negros, pero la he convencido que, ni plata ni negro, porque con el color de piel mortecino que tiene, solo le faltaba vestir paliducha. Por eso la bufanda es dorada. - "Así demuestro lo rica que soy" ha dicho la abuela cargada de razón.

Pepe, la cabeza jivarizada, lleva un gorrito con los colores del Atlético Baleares al que le he cosido unas lentejuelas para que brille.

Mi primer abuelito ha buscado entre las ropas de la abuela que están guardadas en el cantarano de su antiguo cuarto y lo más brillante que ha encontrado ha sido unas bragas que llevan lucecitas y se pusieron de moda hace la tira de años. Se las ha puesto de gorro.

Yo me he puesto mi mejor camisón. Largo y algo descocado porque sirve (o servirá, supongo yo, algún día) para "calentar" al futuro padre del bisnieto de la abuela que, por cierto, ya se está haciendo de rogar.

De collar he cogido tiras de luces de colorines, para Árbol de Navidad, que compré en la tienda de los chinos del señor Li y quedan elegantes a la par de indiscretas jajajajajajaja

Antes de sentarme he puesto sobre la mesita de centro, la botella de chinchón, unos paquetes de pipas, patatillas, aceitunas, pepinillos en vinagre... y vaso y vasitos.

El abuelito y yo nos interrogamos con la mirada... ¿Vendrá Marisol a recoger el Goya? ¡¡¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyy, que nervios!!! Y ya que estamos todos sentados...¡Que empiece la Gala!

viernes, 24 de enero de 2020

Pobre Bedulio.

He vigilado a Pascualita hasta ver como hace buenas migas con mi primer abuelito. ¡Se ven!. Y he llamado a la abuela.

- Geooooorge, pónme con mi abuela, plis. - Madame no estar. - Da igual. Que se ponga. - ¿Estar sorda? - ¡Que se ponga! - Imposible, boba de Coria. - ¡La madre que te parió, jodío! - (escuché a la abuela decir): "¿Qué quiere la pesada ésta?"

Cuando se me pasó el berrinche le conté lo de la amistad entre la sirena y el fantasma. - "¿Para eso me llamas? Déjales que se diviertan". - Y vaya si se divierten. Pascualita disfruta lanzándole buchitos de agua envenenada al abuelito. Y él se deja manosear, morder, mojar. En fin, todo lo que se le antoje a la medio sardina porque, siendo un ser espiritual, nada le afecta. Al principio ella se desconcertaba cuando, al morder, solo notaba un vacío. Un fantasma no tiene cuerpo. Después se ha ido habituando y se lo pasan pipa.

En el desayuno, en lugar de dos cola caos tengo que preparar tres porque el primer abuelito también salta dentro de la taza. Y las salpicaduras son de mentira. Nos pasamos el rato riendo como locos... pero como los vecinos solo me oyen a mi y saben que estoy sola, ya ha llamado dos veces a los loqueros.

El jefe de Bedulio me ha pedido que deje entrar a Bedulio en casa. El Psiquiatra quiere probar una terapia de choque para ver si se le quita el pánico que tiene. - Oiga, ¿de verdad viven fantasma con usted? (preguntó el jefe) - ¡Huuuy, sííííííííííí jajajajajaja Está la casa llenaaaaaa! jajajajajaja

Poco después llegaron el médico y el Municipal. Antes de eso yo había aleccionado a los nuevos amigos. - ¡Que no os vean o vendrán a fumigar la casa!

Pálido y tembloroso, Bedulio avanzó por el pasillo empujado por el médico. El pobre miraba por todo antes de dar un paso. Les pregunté si querían una copita de chinchón para distender el ambiente. - No pue...do. Tomo muchas... past... illlas. - ¿Y usted? (miré al psiquiatra de arriba abajo y al revés. No está mal, pensé. Parece un buen candidato para padre del bisnieto de la abuela)

Todo estaba saliendo bien hasta que llegamos a la salita donde les indiqué que estaríamos más tranquilos. - Siéntate, Bedulio - Le ofrecí mi sillón, sin mirar. Entonces el Municipal gritó como debió hacerlo Pepe mientras se lo comían los caníbales ¡y saltó por el balcón!

En la butaca, el primer abuelito y Pascualita bebían chinchón con cañita. Y Bedulio los vio.

Menos mal que cayó en una de las ramas bajas del árbol de la calle y poco después los bomberos lo bajaron de alli. Una ambulancia se lo llevó y antes de que cerraran las puertas, le oí gritar: - ¡¡¡SON DOS, SON DOOOOOOOOOOOS!!!

jueves, 23 de enero de 2020

¿Qué demonios hace Pascualita?






- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - ¿Se queda a comer, Cotilla? - Pues vaya abriendo el bote de pollo al ajillo. - ¿Yoooooooooooooooooooo? ¿Encima que hago el sacrificio de venir? - Pues a mi me da pereza ¡Quiero un mayordomo inglés como tiene la abuelaaaaaaa! - Habérselo pedido a los Reyes Magos, boba de Coria.

Que rápido me acostumbro a lo bueno. Los abuelitos apenas han estado dos días en mi casa y ya me he acostumbrado a que me lo den todo hecho por Geoooorge, hasta el chinchón on the rocks.

Al final hemos tirado una moneda al aire. Ha ganado la Cotilla y no me ha quedado otra que abrir yo la lata...¡Menuda lata!

La Cotilla está contenta. - Gracias a Gloria me he sacado un jornalito "limpiando" los capillos de las iglesias. - ¿Quién es Gloria? ¿Una compañera de trapicheo? - ¿Para qué miras la tele si no te enteras de nada? - ¡¿Cómo que no?! Sé que la Esteban tuvo un hijo con un torero. - ¡Una hija! - ¿También? ah, pues ésto me lo he perdido.

- Gloria es la tempestad de éstos días y son muchos los que rezan a Santa Bárbara y meten alguna moneda en los cepillos. - ¿Dónde tengo que apuntarme para que le pongan mi nombre a otra tormenta? - En casa del maestro armero. - ¿Tiene su dirección? - ¡Claro! Te llegas al Puerto y cuando estés frente al mar sigue recto. 

Llamaron a la puerta y la Cotilla se metió debajo de la camilla. - Dile a tu vecina que salga (me ordenó un Bedulio muy desmejorado) - Se ha escondido. - La espero aquí. - Pero pasa, hombre... - No quiero. - Venga... - ¡Que no!

El poco color de su cara desapareció cuando vio a mi primer abuelito, subido a la lámpara de la entrada, saludándolo con la mano. Tiró el papel que traía y corrió escaleras abajo como si el abuelito le persiguiera pero, no. Siguió tan pancho... ¡¡¡¿TAL VEZ PORQUE PASCUALITA ESTABA CON ÉL?!!! - Ahora el patatús me dio a mi.


miércoles, 22 de enero de 2020

La pela es la pela.

La abuela tiene un enfado superlativo. Vamos, que si se enfada un poco más, explota. Por culpa de Andresito aunque él, jura y perjura, que no ha hecho nada.

Todo viene porque, cuando salieron por la tele las grandes olas que subieron más allá del cuarto piso de una finca, esa finca ¡NO ERA LA SUYA!

La miramos, perplejos, incluso mi primer abuelito quedó boquiabierto. - ¡Menos mal porque ahora, la Torre del Paseo Marítimo, estaría destrozada! - La única que abrió la boca fue la Momia defendiendo a su nuera: - Yo te entiendo, cariño. Tienes razón.

Como Geooorge se ocupaba de la cocina los demás nos sentamos en el comedor, al rededor de una botella de chinchón. - Y sí (siguió diciendo la bisabuelastra señalando a su hijo con un índice artrítico) Tú tienes la culpa.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Que poco rédito le sacan a la ola gigante los damnificados ¡Pardillos! Que pena que no fuera tu Torre ¡ahora nos estaríamos forrando! - "¡Y toda la culpa la tiene el cantamañanas de mi marido!"

Pascualita, que desde que la abuela está en casa, va todo el tiempo en plan broche, prendido en su solapa, para enterarse de todo, ha puesto cara de ¡Ya entiendo! Así que me ha tocado hacer lo mismo aunque... no sé de qué va la cosa.

Y la abuela estalló - "¡Solo a los politicos se les ocurre robar terreno al mar y meter, entremedias, hoteles, edificios, más hoteles, más edificios, un montón de carriles para los coches, paseos, aceras y pantalanes entre el mar nuestra Torre ¡¿Cómo demonios va a poder entrar por nuestras ventanas? ¡Es imposible!..." - Yo no estaba..., No era político entonces... No es culpa mía... (se defendía Andresito)

Pero ella no lo escuchaba. - "¡Televisiones del mundo entero nos pagarían fortunas para escuchar nuestra "desgracia" Y podría lucir palmito vestida de Chanel con plumas de marabú. Seríamos portada de revistas famosísimas... ¿Te das cuenta del negocio que hemos perdido? ¡¡¡NO VUELVAS A HABLARME DE POLITICAAAAAA!!! - Pero... ¡¡¡AAAAAAAAAAAAYYYYYYYYY!!! - El grito del abuelito fue desgarrador.

Pascualita había saltado en defensa de su amiga y dejó al pobre Andresito hecho un Cristo. Con heridas y moratones que se hincharon hasta límites insospechados convirtiéndolo en un adefesio extraterrestre... por lo menos.

Ayudadas por el chinchón que corría de copa en copa más deprisa que un torrente desbordado, las dos amigas saltaban, reían, aplaudían... - ¡Nena, llama a los medios de comunicación y que traigan las cámaras. Di que hemos encontrado, colgado del árbol de la calle, a un marciano! ¡¡¡NOS VAMOS A FORRAR!!!

martes, 21 de enero de 2020

¡Lo consiguió!

La abuela me ha llamado pidiéndome "asilo familiar" - "Vendremos todos: la Momia, los cubanitos culitos-respingones, Andresito y yo" - ¿Para invadirme? - "No podemos estar ni un minuto más en la Torre del Paseo Marítimo?" - ¿Por qué? ¿Hay pulgas, garrapatas, chinches, termitas? - "Ay, no seas agorera. Es que no queremos estar aquí cuando el mar entre por la ventana." - Cierrala...

Casi no me había dado tiempo a colgar el teléfono y ya escuché el concierto de pitos debajo del balcón cuando el rolls royce aparcó en la parada del bus, como siempre, y Geooorge entró en casa cargado de maletas, siguiendo a los abuelitos y los demás componentes de la troupe.

La abuela le dio órdenes, concretas y concisas, sobre dónde colocar los trastos y poco después el inglés estaba en la cocina preparando té para todos.

Sentados a la mesa del comedor, fui informada que mi cama ya no era mía sino de la bisabuelastra y los cubanitos culito-respingones. A mi me adjudicaron el sofá de la salita. Geoooorge dormiría en el rolls royce tan ricamente.

Y todo esto porque a los abuelitos se les metió en la cabeza que si una ola ha rebasado los catorce metros de altura y ha entrado en los pisos como Pedro por su casa ¿por qué no podría aparecer una ola mucho mayor y colarse en su Torre del Paseo Marítimo?

La Cotilla, que entraba en ese momento. - ¡Yo también me quedo! - Pero si desde aquí no se ve el mar... - ¡Por si acaso! - Vale.

La abuela me tocó la frente, preocupada. - "A ésta le pasa algo..." - Subido a la lámpara, el primer abuelito contemplaba la escena. Pascualita, asomándose apenas al borde del acuario, dio un salto mortal impulándose con su cola de sardina y entró, límpiamente, en mi escote. Estaba helada y mojada y grité. La Cotilla explicó a su amiga: - Está como una cabra. - "Eso debe ser"

Un gran estruendo nos sobresaltó a todos cuando una rama del árbol de la calle, fue arrancada de cuajo por el viento y lanzada contra la cristalera del balcón, abriéndola de par en par. - Eramos pocos y parió la abuela (dicen que dije, en mi ensimismamiento)

Y así sigo, ensimismada porque anoche lo pasé tan bien que todavía me dura la emoción de ver como PAU era distinguido con el PREMIO CIUTAT DE PALMA, DE CÓMIC. Y, por lo tanto, convertido en Profeta en su tierra. ¡¡¡ENHORABUENA, GUAPOOOOO!!!

domingo, 19 de enero de 2020

Más sola que la una.

Ya estoy un poco harta del abuelito. Me lo encuentro cuando menos lo espero y no gano para sustos. No me ha quedado más remedio que encararme con él. - ¡Ya está bien, hombre! Cada vez te pareces más a los patinetes eléctricos que van por las calles, silenciosamente y a toda pastilla ¡Canta o silba, pero haz ruido, coñe!

Su expresión decía: Soy un fantasma y hago lo que se espera de mi. Asustar apareciendo de sopetón. - Lo sé, pero yo no soy tu objetivo. Lo son las personas que vienen por casa ¡pero yo vivo aquí, alma de cántaro!

Según su nueva expresión no está de acuerdo en que le hable así... Tiene razón, es mi abuelito y no debo perderle el respeto... - Lo siento. No volverá a pasar (esta frase real, que dijo la Realeza, lo ha dejado contento)

Ha decidido dejarme en paz y meterse son Pascualita. Para ello se sumerge hasta el fondo del acuario y se le aparece cuando duerme en el barco hundido o sale entre las plantitas de poseidonia. Los susto, a veces, son tan grandes que la sirena brinca hasta dar con la cabeza en el techo del comedor ¡Me parto de risa.

También la Cotilla, los abuelitos, Bedulio, al que a veces sigue hasta su cuartel y allí no deja a nadie en paz, ni municipales, ni detenidos, ni visitantes. El pobre Bedulio está de baja con los nervios hechos polvo.

Tampoco se libran los vecinos. Constantemente se oyen gritos en la escalera: - ¡Aaaaayyy, en mi casa hay polstergeis! - ¿Eso se come? (contesta otro) - ¡Fantasmas, idiota! -A partir de aquí vienen los tirones de pelo y los mamporros.

Lo mejor de todo esto es que ya no se meten conmigo porque, ni por asomo piensan que todo sale de mi casa. Sí que les extraña que a mi no me asuste nadie. - Como me gusta airear la casa, los malos espíritus salen por el balcón. (les digo)

Hace días que no viene a verme nadie... , ni siquiera Pascualita asoma la cabeza por el borde del acuario. ¡Que aburrimiento! - ¡Oye, Dos palmos, no des tanto la vara que me he quedado más sola que la una!

Y mi primer abuelito se deslizó, a dos palmos sobre el suelo, pasillo adelante hasta salir por la cerradura. Después se coló bajo la puerta y bajo algo más, de la vecina del sexto... Hasta mi casa llegaron suspiros entrecortados y jadeos apasionados que solo pude dejar de oir a base de chinchón y siesta.

sábado, 18 de enero de 2020

El abuelito Dos palmos.

Esta mañana ha venido Bedulio. Se le veía inquieto y temeroso. - Me mandan para comprobar cuánta gente vive en tu casa porque, según la Cotilla, la has convertido en una piso patera. - ¿Y eso? - Quiere decir que hay mucha gente viviendo aquí... ¿Es verdad?. - Espera que cuente (le dije): Pepe la cabeza jivarizada, uno. Las algas del acuario, dos... ¿A la Cotilla, como medio pensionista, la cuento también? pues tres. Yo, cuatro... ¡ah! se me olvidaba el ánima de mi primer abuelito, cinco. Se pueden contar con los dedos de una mano los que vivímos aquí. - Lo de... tu abuelito puedes... quitarlo...

- ¡Ni hablar! Ha decidido quedarse, no sé hasta cuando. Pasa que te lo presentaré. Es un tipo simpático, no sé porque se lo cargaron la abuela y la Cotilla porque, además, es guapo. Pasa, hombre, que no da miedo. - Ese fue el momento que eligió el fantasma para deslizarse, a dos palmos del suelo, entre Bedulio y yo - ¡No me han dado esa orden! (gritó éste) - Y girando sobre sus talones, inició la huída escaleras abajo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ay, Jesús, María y José! Otra vez el fantasma... (la Cotilla entra en casa encomendándose a todos los santos pero aún así y a pesar del miedo que le da, sigue viniendo a comer) - ¿Me ha denunciado a los municipales? - Sí, para que se lo lleven... - ¡No comerá conmigo! - ¿Por qué no? ¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? ¿Qué lata vas a abrir hoy? - Una de lentejas con chorizo. - Me apunto. - Y se sentó a la mesa esperando a que la sirviera.

A la hora de siesta mi butaca estaba ocupada por mi primer abuelito, aunque situado a dos palmos sobre ella. Me coloqué debajo y comprobé que no deja de ser inquietante tener un hombre encima... aunque sea a dos palmos de una.




viernes, 17 de enero de 2020

El abuelito I,se humaniza.

Es divertidísimo ver al abuelito primero deslizarse por casa a dos palmos del suelo. Pascualita y yo, le aplaudimos cuando lo hace.

Se lo he contado a la abuela y no le ha hecho gracia. Dijo algo sobre traer a casa a una vidente muy buena y cara. - "Echará al fantasma" - ¿Por qué? Es mi abuelito y mi casa es la suya. - "¿Qué sabes de él?" - Que es muy guapo. - "Bueno, en eso... tengo que darte la razón..." - ¿Fue uno de los novios que tuvo la Cotilla y que tu le quitaste? - "Sí. Era bombero y con el uniforme estaba de toma pan y moja. No podía dejarlo escapar" - ¿Por qué no vienes a verlo? - "¡Quita, quita. Largarto, lagarto!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿qué vamos a comer hoy, boba de Coria? - Lo que diga el abuelito. - ¿Ha venido Andresito? - Me refiero al primer abuelito. - ¡Como broma, ya está bien!.

Pascualita y yo descubrimos que nos divertía mucho asustar a la Cotilla. Por fin teníamos algo en común.

- Abuelito, dile hola a tu antigua amiga. - ¡Calla jodía! - ¡¡¡Mira como te saluda desde el pasillo!!! - Era verdad. Agitaba el brazo y se reía, cosa que fue demasiado para la Cotilla que se desmayó. Y esto le ocurria cada vez que se veían cara a cara. Finalmente tuve que pedirle al abuelito que no se le apareciera más porque no ganaba para botellas de chinchón porque, solo parecía borrarlo de su mente emborrachándose.

Un día probé su medicina. Estaba abstraída viendo el programa de la Esteban cuando el abuelito aprovechó para salir en la pantalla como la niña del exorcista. ¡Por poco me muero del susto! y, sin pensarlo, le tiré a Pascualita a la cara. Estuvo gritando, saltando, llorando, moqueando como cualquier hijo de vecino al que muerde la sirena.

Tuve que darle unos buenos lingotazos de chinchón y, a pesar de que el cuerpo del abuelito se transparentaba y yo veía como el licor circulaba por dentro, le hizo el mismo efecto de siempre: el abuelito se durmió profundamente y, al despertar, no se acordaba de nada.

jueves, 16 de enero de 2020

Mi primer abuelito.

¡Está aquí! ¡Lo he visto sin necesidad de beber chinchón. Mi primer abuelito está en casa. Y ha sido todo gracias a Pascualita. Esta mañana, mientras ella daba sus habituales saltos mortales dentro de su taza de cola cao y ponía toda la cocina perdida, se le han erizado los pelo-algas. Lo había observado otras veces pero no le di la menor importancia porque éste bicho es más raro que un perro verde. Pero hoy, he seguido la mirada de la sirena ¡y lo he visto!... En realidad he visto a un señor, que estaba a dos palmos del suelo, con brillantina en el pelo y traje negro tirando a antiguo.

Me pareció conocido pero no sabía de qué... así que me he tirado toda la mañana dándole vueltas a la cabeza intentando recordar. Cuando me pasa esto es un fastidio pues mis neuronas van al ralentin y no puedo concentrarme en nada más. Así que no me he enterado de nada viendo el programa de la Esteban. ¡Que fastidio!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Mira que me he encontrado abandonados en la puerta de una tienda, boba de Coria... diez cajas de zapatos del pie izquierdo, nuevecitos. - Pues bueno... - Y otras diez cajas de zapatos del pie derecho ¿Qué te parece? - Que los ha robado de una tienda para cojos... - ¡¿Robado has dicho, mala pécora?! - Cotilla ¿a usted le suena un hombre joven, con el pelo engominado y vestido con traje negro?... No puedo recordar dónde le he visto.

La vecina palideció intensamente y tuvo que sentarse porque se le aflojaron las piernas. Después balbuceó: - En el... cantarano de... tu abue.. la... - Y entonces, en mi cerebro, se hizo la luz. - ¡Claro, mi primer abuelito!

Efectivamente, en uno de los cajones del mueble estaba la foto del primer marido de la abuela. - ¿Qué pasa... con él...? - ¡Está aquí! ¡De cuerpo presente! - ¡Aaaayyyyy, no digas esas cosas! - Y salió de estampida pese a su flojera de piernas.

Ahora en casa somos cuatro: Pascualita, Pepe la cabeza jivarizada, el abuelito primero y yo. ¡Una familia como toca! Por cierto... es mono es mi abuelito


miércoles, 15 de enero de 2020

Entreteniendo a Pascualita.

Pascualita está inquieta. Tal vez sea cosa del invierno porque siempre he pensado que la medio sardina nació, vaya usted a saber cuándo, en el Mediterráneo que es un lugar perfecto para nacer.

Le pongo agua caliente al acuario para que no se constipe, sin embargo esta mañana la he visto cuando se ha impulsado con la cola, saliendo disparada hacia una de las ramas del árbol de la calle. Después me ha costado mucho dar con ella. - ¡¿Estás tonta?! - Era lo menos que podía decirle pero no le ha sentado bien y se ha puesto como una furia. He terminado poniéndome el guante de acero para evitar accidentes.

El ambiente se casa estaba tenso y he pensado en hacer algo que la relajara. Lo único que se me ha ocurrido ha ido hacer una coca.

- Venga, ayúdame y pasaremos un buen rato. - A pesar de mi hablar sosegados, las dentelladas no paraban. - Vamos a meter las manos en la masa, Pascualita.

La he sentado en el frutero y he ido describiendo la receta hasta el final. - En un bol grande echar leche y agua... ¡No, tú no, loca! - ¡Que trasto es...! canela, azúcar, ralladura de limón...

Media hora me he tirado mezclando y removiendo la pasta e, intentando que Pascualita no se tirara .  de cabeza al bol. Al final he metido la coca al horno.

Después de recoger la cocina y tomarme un café con leche repantingada en el sillón de la salita, me he dado cuenta de que hacía rato que no veía a la sirena. He buscado por todo ¡hasta he vaciado el cubo de la basura en medio de la cocina! Pero no aparecía.

He terminado llamándola a grito pelado: - ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAA!!!

Cuando he clavado un palillo a la coca, que había tomado un color dorado muy apetitoso, para saber si ya estaba lista, para mi asombro ¡he sacado menos de la mitad del palillo! 

Al cortar la coca, con sumo cuidado para no herir a la sirena, he visto que estaba totalmente, vacía por dentro. ¡Los dientes de la sirena la han convertido en una carcasa hueca! ¿Y ahora qué meriendo yo?


martes, 14 de enero de 2020

¡Adjudicada!

Pascualita está harta de que su hábitat sea violentado, un día sí y otro también. Tal vez por eso parece haber limado sus dientes de tiburón porque ahora parecen navajas albaceteñas. Incluso les he visto algún que otro brillo. Así que lo mejor es ponerme lo más lejos posible de ella aunque, a veces, se me olvide.

La Cotilla recibió una fenomenal bronca de la abuela que la puso firmes para toda la semana. Ni siquiera sintió compasión al verla con ese meñique gigantesco que arrastra, de la salita al baño. Lo que para mi se ha convertido en una penitencia porque la vecina no está en condiciones de andar, ni de ir de trapicheos, ni de "limpieza" de cepillos de iglesias, ni de andar por la calle zascandileando.... ¡¿Y yo que culpa tengo?!

Eso el dije a la abuela cuando le propuse que se la llevara a la Torre del Paseo Marítimo. - Además, es tu amiga. - "Eso no tiene nada que ver. ¿Quién le mordió el meñique?" - Lo sabes muy bien, fue Pascualita. - "¿Y dónde fue eso?" - Aquí, en casa... -  "¿De quién es la casa?" - Mía... - "Entonces es tu responsabilidad, así que ¡Te la quedas!"

Y me adjudicó a la pesada de la Cotilla. Sin embargo, y para quitarme "trabajo" se llevó a la sirena de paseo en el termo de los chinos.

Estuvieron toda la mañana de parranda mientras yo no paraba de ir de la Ceca a la Meca. Cada dos por tres la Cotilla levantaba la voz: - ¡Nenaaaa, trae más chinchón on the rocks! - ¡Nenaaaa, quiero un carajillo de chinchón! - ¡Nenaaaa... ¡hip!... tengo sed!...

La abuela me contó, entusiasmada, que Pascualita había visto el caballo negro del Palacio Episcopal. - "¡Lo ha visto enseguida! Y tú ¿qué, eh? No ves ni tres en un burro" - ¡Abuela, si allí no hay nada...! - "Es más lista que tú, boba de Coria...que cruz tengo contigo"

lunes, 13 de enero de 2020

El padre del bisnieto de mi abuela ¿un bombero de calendariio?

Desde que tengo el gran acuario en casa me baño más. Lo lleno de agua caliente, meto a Pascualita en el termo de los chinos para que no me muerda y me paso allí dentro un buen rato.

Cuando se lo conté a la abuela me prohibió que siguiera haciéndolo. - "¡Aaaaahg, que asco! Solo de pensar que la sirena tiene que vivir en agua sucia se me pone la piel de gallina." - Sucia no, abuela. No uso jabón y el agua es de mar. - "¡¿Y qué?! ¿Te gustaría que ella se bañara en tu bañera e hiciera allí sus urgencias fisiológicas?" - ¡Que dices! No hago nada de eso. - "¿Y me lo tengo que creer?" - ¡¡¡ABUELAAAAAA!!!

A la Cotilla, que no estaba en casa cuando tuvimos ésta discusión la abuela y yo,  la encontré un día dentro del acuario cuando volví de un recado. Me había llevado a Pascualita en el termo de los chinos y eso salvó a la vecina de recibir su merecido. - ¡¡¡¿QUE DEMONIOS HACE, COTILLA?!!! - ¡Jopé, que susto me has dado, jodía! con lo relajada que estaba yo... He oído que es bueno darse baños con algas... qué quieres que te diga. No me siento ni mejor ni peor... - ¡¡¡¿Qué ha hecho?!!!

Todo la flora marítima estaba arrasada porque la había usado colocándosela por todo el cuerpo. ¡Y había usado champú! Aquello fue superior a mi y, sin pensar lo que hacía, metí a Pascualita en el agua.

No le gustó a la  medio sardina que le alteraran su ecosistema. Ni que arrinconaran a su querido barco hundido y atacó... en el momento en que la Cotilla salía del agua como Dios la trajo al mundo, por lo que la sirena solo tuvo tiempo de morderle el dedo meñique del pie derecho.

Después de los alaridos primeros, la puerta de la calle fue aporreada por los vecinos empeñados en ayudarme. - ¡No te preocupes, hemos llamado a los BOMBEROS! - Mágica palabra porque, a partir de ahí, solo tuve ilusión por ver si eran los del calendario. - ¡Que lo sean, porfi, que lo sean. Oh, Señor, nunca te pido nada pero ahora sí. Que entre ellos esté el futuro padre del bisnieto de mi abuela, porfi, porfi, PORFIIII..

La Cotilla llora como una Magdalena: ¿Dónde voy a encontrar zapatos para meter semejante meñiqueeeeee... ¡snif! ¡snif!? .- No sé donde se ha metido Pascualita. La he visto reptar camino del balcón... Puede que haya caído a la calle o puede que no... ¡¡¡Aaaaayyyy, ya oígo la sirena del coche de bomberooooooossssss. Que ilusión, que ilusióóóóóóóón!!! (grité. Y añadí) Y a esas dos ¡¡¡QUE LES VAYAN DANDO!!!


domingo, 12 de enero de 2020

El bidón.

Ha sonado, insistentemente, el timbre del interfono. Era la Cotilla. - ¡Baja a ayudarme, boba de Coria! - ¡Estoy en bata! - No te preocupes, los vecinos ya están curados de espanto ¡Baja de una vez!

La mujer traía un bidón grande que pesaba lo suyo. - ¿De dónde lo ha sacado? - Estaba abandonado en plena calle ¿Te lo puedes creer? - No. - Pues si, en el centro de Palma estaba. Estorbando el paso de la gente. - ¿Había algún comercio cerca? - ¡Claro ! Por allí hay muchos aunque era temprano y no habían abierto... ¿A qué viene tanta pregunta? - ¡Lo ha robado! - ¡Maleducada! Eso no se le dice a una señora como yo... Venga, vamos a ver lo que hay dentro. - ¡No es nuestro! - ¿Dónde está? - ¿Eh...? en mi casa... - ¡Tú lo has dicho! En tu casa. Y todo lo que hay aquí es tuyo ¿no? - Pues... - Entonces vamos a ver lo que hay en TU bidón.

Visto así, el razonamiento era impecable: el bidón era mío y tenía derecho a ver qué había dentro. Lo abrimos y al quitar la tapa salieron miles y miles de cometas de papel de seda, con forma de ¡Pascualita!

La Cotilla y yo nos sobresaltamos. Ella gritó: ¡Que cosa más horrible! y yo dije ¡Anda la osa! porque eran réplicas exactas de nuestra sirena. - ¡Hay que llamar a Bedulio! Pueden ser armas de destrucción masiva, dijo la vecina

Le llamó ella y yo a la abuela. - ¡¡¡VEN, CORREEEEEEEE!!!

La casa entera estaba ocupada por las cometas y apenas quedaba sitio para respirar. Las cometas querían huir y yo no me daba cuenta a causa del asombro.

La abuela y el Municipal llegaron juntos. Al abrir la puerta, una ráfaga de aire lanzó a las cometas hacia el balcón que, sin saber cómo, se abrió y todas salieron al exterior con rumbo desconocido.

Cuando la última de ellas abandonaba la casa, la cogí al vuelo, arranqué a Pascualita de la cola de la cometa que se la llevaba y la metí en mi escote.

Desde la calle llegaron aplausos entusiasmados. - ¡Que bonito espectáculo! - gritaban los vecinos. Incluso Geooorge salió del rolls royce para ver partir a las cometas.





sábado, 11 de enero de 2020

Dichoso Mago.

La abuela se hace cruces porque dice que nunca pensó que yo pudiera ser más tonta de lo que ya soy, sin embargo, desde que un mago me hipnotizó ¡a través de la tele!, lo soy. No sé si enfadarme o enorgullecerme de ello porque, tal vez, pueda presentarme a un Concurso de tontos y ganar el Primer premio.

El caso es que mi vida ha cambiado desde entonces porque cogí un constipado de campeonato. Me pasé un buen rato dentro del acuario de Pascualita, creyendo que era la playa. Por lo visto el agua estaba helada y no templada como en verano. Y claro, como no lo distinguía, estuve tan ricamente. Ahora creo que denunciaré al mago porque me hipnotizó sin mi permiso y no gano para kleenex. Por lo menos que me los pague.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Aaaayyyy, que graciosa estabas el otro día chapoteando en ese trasto pensando que te ibas a Barcelona jajajajajajajaja ¡Todavía me duele el cuerpo de reírme! - Pues al mago se le va a congelar la risa cuando reciba mi denuncia. - Pobre hombre, ¿qué te ha hecho? - Constiparme... ¡atchís!... Y no gano para pañuelos de papel... ¡atchís!... - Por eso no te preocupes. Yo tengo. Te los pongo a mitad de precio. - ¡Atchís!... ¿me los va a cobrar? ¡Si todos los días come en mi casa por la patilla¡ - No hay que mezclar negocios con placer. Además, te los dejo baratitos, por invitarme a comer todos los días y porque algunos están un poquito usados. - ¡Que asco! - Tampoco hay que exagerar. Si fuesen nuevos no podría hacerte descuento.

Finalmente le compré unos paquetes porque había acabado los míos. Y encima, me ahorré unos euritos.

viernes, 10 de enero de 2020

¿Magos a mi? ¡Tururú!

¡San Pedro me ha escuchado cuando he pedido, por activa y por pasiva, que volviera el verano! Ahora mismo estoy sudando a mares ¡Es fantástico! Sin embargo no creo haber mentado ni una vez a San Pedro cuando hacía mi petición... Tal vez sea el único santo disponible porque no se resiente de los empachos de Navidad.

No me puedo creer este brusco cambio de tiempo. Por la mañana hacía un frío que pelaba y ahora me estoy poniendo el bañador para irme a la playa con Pascualita.

Cargada con mi pequeña mochila y el termo de los chinos colgado al cuello mientras la sirena contempla el paisaje por la ranura que deja el tapón mal colocado, voy camino de la playa más contenta que unas Pascuas.

Contemplo el mar en calma, la Catedral, la arena blanca, los cormoranes volando de una roca a otra, las gaviotas discutiendo sus cosas a gritos, la estatua de Nuredunna siempre iniciando el camino hacia el agua siguiendo su trágico destino.

¡No puedo esperar más! Cojo carrerilla, me tiro de cabeza al mar y empiezo a dar fuertes brazadas, disfrutando como una niña y alejándome, cada vez más, de la orilla. Cuando me canso miro hacia atrás y veo a Pascualita a lo lejos que, preocupada, me llama agitando los bracitos. Sigo nadando y antes de llegar a Barcelona me cruzo con los trasatlánticos que navegan rumbo Mallorca para  descargar a cientos de turistas.

Saludo a Cristobal Colón que señala, incansable, la ruta que lleva a América. - ¡Gracias, amigo! (le grito) - Y sigo nadando. Encuentro pateras llenas de gentes asustadas, bancos de medusas, tiburones que no conocen la canción de "Los peces son amigos, no comida" ... Antes de saludar a la Estatua de la Libertad he tenido un encuentro con peces voladores que portaban en sus lomos publicidad de restaurantes marineros: Del mar a su sartén, dicen algunos eslóganes con fotos de ellos aterrizando, efectivamente, en un sartén calentita.

Sigo viendo a Pascualita a lo lejos, aunque ahora se la ve como una pulga... ¿no decían que la Tierra es redonda?... humm... - Entonces pienso que qué se me ha perdido a mi en América. ¡Nada! y decido volver. El camino de regreso es más fácil porque es cuesta abajo y el mar desagua ... ¿en el acuario de Pascualita?... Ya dije yo que era grande pero, aún así...

Una voz dijo: una..., dos... y tres... Seguida de un chasquido de dedos. Y me desperté viendo al mago que salía en la tele, con una sonrisa de oreja a oreja... ¡Que jodío!

jueves, 9 de enero de 2020

Pobre Bedulio.

Bedulio ha traído la denuncia de la Cotilla a la abuela, por poner plantas carnívoras en el acuario. - La abuela no vive aquí... - ¿No querrás que vaya hasta el Paseo Marítimo...? - ¡Ah, a mi plín, yo duermo en Pikolín! (le solté) - ¡Jopé! que antigua eres, tía.

Abrí la boca para mentarle a sus antepasados pero levantó la mano en señal de STOP y me entregó el sobre. Al tocarlo se me iluminó una bombilla en la parte del cerebro que tengo más aprovechable y grité: - ¡¿Cómo sabes que la denuncia es cierta?! ¿No tendría que comprobar que, realmente, hay plantas carnívoras en el acuario? - Una vecina que subía andando se quedó a mi lado esperando la respuesta... pero ésta no llegaba. - ¡¡¡Vamos, que no tengo todo el día!!! (le gritó y a Bedulio no le quedó más remedio que entrar en casa)

Cuando vio el pedazo de acuario lleno de plantas, dio un paso atrás. - Anda, mete la mano y verás como no muerden. - ¡¿Yoooooooooooooooo?! - Sacó el móvil... - Llamaré a un compañero que... - Esta es la casa de una chica soltera y no querrás que los vecinos malpiensen de mí si ven entrar a tantos hombres estando yo aquí, sola.

Dudó... - ¿De verdad estás sola? - Sí. - ¿Y...el ánima ... de tu... abuelito...? (inmediatamente se santiguó) - Supongo que andará por aquí. A veces no se deja ver el muy pillín jejejejejejeje ¿Lo llamo? - ¡NOOOOOOOOOOO!

El pobre estaba pálido y sudoroso. - Bueno, ¿qué? Date prisa que no quiero perderme el programa de la Esteban... ¿Un chinchón para subir el ánimo?

Media botella después, se arremangó y, poco a poco, fue metiendo un brazo. Le entró un escalofrío que le hizo temblar todo el cuerpo. - ¿Más chinchón? - Un culito de licor quedaba ya en la botella cuando, decidido, tocó las plantas y viendo que no pasaba nada, las fue tocando una a una, las largas y las bajitas, para éstas tuvo que asomarse mucho al interior del acuario y ¡¡¡PATAPÁM!!!

Cayó de cabeza al agua y asustado, braceó, pataleó, tragó agua de mar y ya, a punto de ahogarse, dio el gran alarido que congeló la sangre en las venas de los vecinos del barrio.

Gracias a que Pascualita le dio un buen bocado, el dolor le dio la energía necesaria para salir del acuario por su propio pie y correr pasillo adelante, pasillo atrás, hasta quedar dormido en el sofá de la salita, agotado.

Sus compañeros han venido a buscarlo hace horas y todavía se preguntan qué le ha sentado tan mal de la merienda de ésta mañana, para acabar teniendo el aspecto, hinchadísimo, del Hombre de Michelín.

miércoles, 8 de enero de 2020

Problemas con el acuario.

Ahora no me queda más remedio que ponerme a dieta sí o sí porque apenas puedo pasar por el minúsculo pasillito que queda entre el gran acuario y la mesa del comedor. Pascualita es feliz desde que tiene un pequeño océano para ella sola.

También es feliz la abuela viendo como su amiga no se cansa de dar saltos mortales. Lo único bueno que le veo a ésto que, al tener tanto sitio, no tira agua al suelo cuando salta. 

La Cotilla, ni está contenta ni enfadada, sino intrigada. - ¿Otra vez un acuario sin peces? - Son cosas de la abuela (dije yo) - Pues hay que ver lo gilipichis que se ha vuelto desde que es rica. - Cultiva plantitas de poseidonia... ¿No me diga que no es original? - ¡Más le valdría cultivar lechugas que , por lo menos, se comen!

No le falta razón pero no voy a dársela, claro.

El fondo del acuario se ha convertido en una selva virgen porque hay una gran variedad de algas, tantas que el barco hundido apenas se ve.

- Lo que hace tu abuela es antinatural... - ¿El qué? - ... por eso traigo unos pececitos que quedarán muy monos aquí dentro. - Y sin encomendarse si a Dios, ni al Diablo, sacó una bolsa de plástico con agua y la vació en el acuario. Unos bonitos peces de colores alegraron el verde monocolor.

En seguida los pobre empezaron a boquear ¡eran de agua dulce! Me llevé a la Cotilla a la salita para ver programas de opinadores políticos y le tuve entretenida varias horas mientras se enfadaba y desenfadaba, dependiendo de lo que decía cada uno de ellos. Acabó acalorada y muerta de hambre.

Comimos albóndigas con tomate de un bote del Carrefur. - ¡U! estos tiparracos de la tele me han puesto los nervios de punta, menos mal que los peces relaj... ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAH!!! ¡¡¡¿DÓNDE ESTÁN?!!! - No quedaba ninguno.

Cuando se le pasó el soponcio se fue corriendo: - ¡¡¡A denunciar a tu abuela por poner plantas carnívoras en el acuario!!! - ¡No lo haga! (le grité) - Pero ya iba escaleras abajo llamando a Bedulio.

martes, 7 de enero de 2020

El "regalito"

Después de mi fracasada experiencia con los tres Reyes Magos (que no pienso contar a nadie) he estado a punto de coger una depresión de caballo. Con lo monísimos que eran...

La abuela ha entrado en casa seguida de su mayordomo inglés, abrumado por el peso del gran acuario que transportaba. Tras ellos entró la Cotilla, respirando a duras penas por subir las escaleras de dos en dos y enterarse así de, a santo de qué traían ese trasto.

- ¡...Avem...aria...pur... ísimaa...aaaa...! ¡¿Le pones una... piscina a tu... nieta?! (estaba asombrada)

- Mi no poder más... madame... - "Que poquito valéis los hombres de hoy en día" (respondió al quejica de Geoooorge) - "Dejalo en en comedor" - ¿No había nada más grande? (dije yo) - "¿Qué pasa? ¿Es el día de la Queja?"

En el comedor hay una mesa de ídem, las seis sillas de rigor, el aparador con su espejo y el cuadro en relieve de la Santa Cena, la vitrina y apenas cabe nada más. Son muebles grandes, más antiguos que andar palante, que compraron la abuela y mi primer abuelito cuando se casaron. He escrito al Ministerio que se cuida de los Museos para que vengan a catalogarlo y hagan oficial que es una estancia pintoresca del siglo pasado. Así podré cobrar entrada a todo el que quiera ver como eran los comedores de entonces, como hacen en la Casa de Alba... Todavía no me han respondido.

De pronto nos ponemos a hablar todas a la vez. Pongo la botella de chinchón que me dejaron los Reyes encima de la mesa y sin darnos cuenta se queda vacía. Pienso que el vidrio tenía un poro... porque ¿tanto hemos bebido?

La Cotilla quiere saber para qué va a servir "eso" - La abuela dice que es un acuario conseguido a muy buen precio. - La Cotilla quiere saber para qué va a servir "eso" - Yo digo que, con la mesa y el acuario, me quedo sin sitio para pasar. - La Cotilla quiere saber para qué va a servir "eso" - La abuela dice que hay que meterle agua de mar. - Geoooorge se hace el loco y finge dormir. - La Cotilla quiere saber para qué va a servir "eso"...

En la salita está encendida la televisión y, como por arte de mágia, nos trasladamos todas, excepto el inglés que, dentro de poco, dejará de ser europeo, cuando oímos la voz que anuncia el comienzo de la Sesión de Investidura, o no, de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno.

Antes de sentarse a sus anchas en el sillón, la abuela ordena a su mayordomo: - "Ves a llenar las garrafas al mar y no pares hasta llenar el acuario... ¡¿Oído, cocina?!" - Yesssss...

lunes, 6 de enero de 2020

Noche de Reyes.

Que fácil es decir voy a dormir y qué difícil hacerlo cuando tienes la cabeza en otra parte. El caso es que no me había dado cuenta del episodio que iba a ocurrir ayer noche en casa. Una oportunidad única para dar un cambio radical a mi familia y a mi misma.

Se iba a presentar la bien hallada ocasión de tener tres hermosos especímenes de hombres de distintas edades ¡a mi alcance! Y no podía desaprovechar la ocasión.

Me llevé a Pascualita a la cama porque era tal el nerviosismo que me invadió que necesitaba tener a mi lado una mano o un hombro amigo. Y como a falta de pan, buenas son tortas, mejor la sirena que estar sola.

Apagué la luz dispuesta a dormir para que el tiempo pasase deprisa pero me era imposible. Cualquier ruidito sonaba en mi cerebro como una diana floreada. El nerviosismo crecía.

Miraba la hora constantemente apañándome con una pila metida bajo las mantas para ver el reloj... El tiempo parecía haberse parado...

De pronto la habitación se llenó de luz y acordándome del señor Li, cerré un poco los párpados hasta que formaron una fina rendija por la que pude ver. ¡Ahí estaban los Tres Reyes Magos! Con sus capas, sus largas cabelleras, sus ricos ropajes, ordenando a los pajes cómo debían colocar los regalos... Recuerdo, claramente, haber visto una botella de chinchón sin empezar y me alegré porque, aunque no la había pedido en la carta, la que tenía se estaba acabando.

Sin pensarlo, salté de la cama plantándome ante ellos al grito de: - ¡¡¡QUIERO UN BISNIETO PARA MI ABUELAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! - mientras le daba una patada al camisón antes de que cayera al suelo. Quedó colgando de la lámpara del techo.

Un real alarido rasgó el silencio de la noche cuando los Reyes Magos corrían despavoridos camino de la escalera.

De nada valió el constipado que cogí por andar en cueros vivos por casa, de noche cerrada, con el balcón abierto y con el frío entrando como Pedro por su casa... y sin bisnieto a la vista.


domingo, 5 de enero de 2020

La Cabalgata.

He estado pidiendo zapatos a vecinos y conocidos y ahora está el balcón lleno de ellos. en cuanto hemos venido de ver la cabalgata de Reyes he cenado a toda prisa y dentro de poco estaré durmiendo. ¡que nervios! ¡La de cosas que me van a traer ésta noche!

Hemos ido Pascualita y yo hasta el Paseo Mallorca donde hemos conseguido encontrar un sitio para ver bien la cabalgata. Estábamos en primera fila. ¡Caray, nunca me había pasado eso! Siempre tengo que conformarme con lo poco que se ve entre salto y salto.

Pascualita iba en el termo de los chinos porque no había miedo de que se zambullera en ninguna clase de líquido. Por donde fuímos todo está asfaltado.

Todo ha ido bien hasta que han empezado a tirar caramelos a diestro y siniestro. Los caramelos han pasado de ser una cosa rica y agradable, a armas de destrucción masiva porque había pajes que se lo estaban pasando en grande tirado a matar.

- ¡Para ya, desgraciado! (grité cuando recibí un caramelazo en la frente) - A un caramelo le siguieron cientos, tirados a mala uva.

La sirena estaba asomada a la boca del termo de los chinos cuando recibió un fuego cruzado que acabó con heridas de consideración. Uno de los caramelos se estampó en la cara de Pascualita y la pobre cayó aturdida al suelo.

Tuve que ponerme a cuatro patas para encontrar a la sirena saltando como un gato montés, a la cara de un "entendido" en todo.

Los caramelos seguían cayendo sobre nosotras mientras el "entendido" trataba de defenderse con los brazos. De repente un ¡ay! de muchos decibelios, cortó el aire. Pascualita había clavado los dientes en las partes blandas del hombre y forcejeaba con todas sus fuerzas para arrancar un trocito de carne que llevarse a la boca.

El hombre y yo entramos juntos en la misma ambulancia. El, con las piernas totalmente abiertas (porque le era imposible cerrarlas), yo con golpes y contusiones ocasionados por los caramelos y un mordisco en el pecho izquierdo que me hace andar de lado... Aaayyy, que cansada estoy...




sábado, 4 de enero de 2020

El árbol de la calle, triunfa.

 ¡Huuuuy, que estrés tengooooo! Llevo toda la mañana pensando qué poner en la Carta Real. Tiene que ser algo nuevo porque me he tirado, desde el parvulario hasta el año pasado, pidiendo una bicicleta y nada. Sola una vez encontré una junto al balcón. Ese día di tal salto que toqué el techo con la cabeza ¡No me lo podía creer! ¡Por fin habían leído mi carta.!... Pero la alegría dura poco en casa del pobre porque cuando ya me había subido en ella y caído cuatro veces desollándome las espinillas, llegó la Cotilla. - Llevo toda la noche buscándola. (Y se la llevó a pesar de mis protestas) - Es para el trapicheo.

Por eso he decidido pedir otras cosas... por ejemplo: un calientaleches. No sé para qué sirve pero me gusta el nombre. Eso es más de lo que podía decir las otras veces que me encontraba cualquier cosa: tela para un vestido ¡¿Por qué?! preguntaba a la abuela ¡Soy una niña, quiero juguetes!

O una pequeña cazuelita de barro con huevos fritos con chorizos, de azúcar... Y a mi no me gusta el dulce.

Creo que cuando los Reyes llegaba a mi casa ya iban "colocados" después de beber la de cosas que les deja la gente junto a los zapatos.

Así que, decidido, me pido un calientaleches. - ¿Qué te parece, Pascualita? - No me contesta pero, es normal, porque está echa un manojo de nervios desde que sabe que le pediré un acuario.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! No es cierto que hablas sola. ¿Dónde has escondido a Pascual?

Entonces me da la risa loca y no puedo parar: - ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA...!!! - ¡¿Lo ves?! ¡Tengo razón! ¡¡¡PASCUAAAAAAL, SAL DE TU ESCONDITEEEEEE!!!

Me voy al balcón y la Cotilla me sigue dándome la vara: - ¿Para qué quieres un calientaleches? - Sigo riendo a mandíbula batiente: - ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA...!!! - y me asomo a la barandilla para respirar una bocanada de aire fresco. La Cotilla, obcecada en su paranoia, entra en el balcón, choca contra mi talón y sale despedida para caer sentada en una de las ramas del árbol de la calle.

Tengo grabados una larga selección de cantos de pájaros, de gorriones hasta buitres. Pongo el sonido a toda pastilla y tiro unas luces de Navidad de la tienda de los chinos del señor Li que van a pilas, sobre el árbol. Poco después éste se convierte en el sitio más concurrido y fotografiado de Palma.

La Cotilla no deja de gritar pero no la oye nadie, en cambio su boca parece moverse al ritmo de los trinos, más o menos agudos, de los pájaros. Hasta Bedulio ha venido a ver el espectáculo y aplaude a rabiar..



viernes, 3 de enero de 2020

Los Reyes Magos.

- Se me está echando el tiempo encima ¡y todavía no he escrito la Carta a los Reyes Magos, Pascualita! Se me escurren las horas entre los dedos entre que tengo que despertarme, llegar a la cocina, preparar nuestros desayunos. Y después limpiar la cocina del cola cao que tiras por todo.

La sirena me mira como quien oye llover. - Tendré que enseñarte modales porque no estamos en el fondo del mar, guapita. Allí, como todo es agua, no hace falta pasar la bayeta por ningún sitio.

- De hoy no pasa que compre la Carta. Y ya podemos empezar a pensar que queremos... ¿Tienes alguna idea? - ¡No me va a creer la abuela cuando le cuente que Pascualita acaba de girar la cabeza hacia la olla exprés que le sirve de "casa"!  Tiene razón. Necesita un sitio más grande, más ancho y transparente ¡Una pecera, vamos! Se lo diré a la abuela que es rica.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Otra vez hablando sola, boba de Coria? - Pues sí. Lo hago para que no se me oxiden las cuerdas vocales... como estoy sola la mayor parte del tiempo. - Menos cuando aparece por aquí Pascual. - Huy, si usted supiera... - ¡Cuenta, cuenta! - Uno, dos, tres, cuatro, cinc... - ¡Que cruz tenemos contigo! (salió dando un portazo)

Por la tarde he ido a la tienda de los chinos del señor Li a comprar la Carta de los Reyes Magos. - ¿Tu que pedil? (se le notaba muy servicial) Yo tenel de todo jijijijijijijiji - Aún no lo he pensado pero para Ppppp... ¡Aaay, que tos me ha entrado! (¡un poco más y descubro a Pascualita) - ¿Qué decil? - Pues... que... me gustaría una pecera grande pero... - ¡¡¡No, PELO no!!! Mi tenel pecela glande... ¿Tu metel gambas goldas? - ¿Gambas? ¡Que va! A esas me las como. - ¡¡¡Yo también comel jijijijijijijiji!!!

Me estaba poniendo nerviosa con sus risitas, más falsas que un duro sevillano. - ¡Yo vendel pecela! - ¡No, no. Se la voy a pedir a los Reyes Magos, señor Li! - ¿No complal tu? - ¿Para qué cree que he comprado la Carta Real?

Me miró con sus ojillos que apenas se veían a través de la fina rendija de sus párpados. - ¿Tu decil en selio? - ¡¡¡Claro!!! - El hombre dio media vuelta diciendo: - Abuela decil que nieta sel tonta ¡Que lazón tenel abuela! - ¿Qué abuela?... ¿la mía?... A saber de qué abuela habla éste tío.





jueves, 2 de enero de 2020

Chocolate con churros.

Ultimamente Pascualita está neurasténica, o algo así porque, en cuanto ve un recipiente con líquido se lanza a él de cabeza.

Eso le pasó anoche, cuando todos: la abuela, Andresito, la Cotilla, Geooorge, el señor Li, incluso Bedulio, estábamos sentados a la mesa del comedor dispuestos a dar buena cuenta de un montón de churros con chocolate. El inglés fue el encargado de la cocina y yo de llenar las tazas.

Para que la sirena no se perdiera nada del Espíritu Navideño que todavía colea por casa, la coloqué en el broche prendido en mi jersey. Estuvo muy tranquilita hasta que destapé la olla de humeante, aromático y sabroso chocolate. Ni se lo pensó y se zambulló de cabeza.

Di un respingo, cogí el cazo y pesqué a la insensata que se estaba abrasando viva. - "¡¡¡NOOOOO!!!" - gritó la abuela. Los demás desviaron su atención, de los churros a la olla chocolatera. - ¡¿Qué pasa?! - preguntaron, inquietos. - Nada... (logré decir) ha caído un... moscardón aquí dentro.

Me llevé el cazo a todo correr a la cocina, le quité la capa de chocolate caliente a Pascualita y la embadurné con manteca de cerdo... ¿Por qué? ¡Y yo qué sé! Después la coloqué en el estante con Pepe, la cabeza jibarizada para que nadie la viera.

Entraron en tropel la abuela y la Cotilla. Cada una con su preocupación. La abuela, desencajada, me interrogó con la vista. La vecina traía la olla. - ¡Ahg, que asco!Voy a tirar ésto al wáter... - ¿Por qué? - Porque le ha caído un bicho, boba de Coria... ¿dónde está? - ¿Quién? - ¡El bicho, coñe! - Pues... lo he tirado por la ventana... algún pájaro del árbol de la calle se lo comerá.

- Si fueses más tonta no habrías nacido. ¿Y si es una especie única, o venenosa, o en peligro de extinción, o... - "¡Vale ya, Cotilla!"

No estaba dispuesta a tirar al váter dos litros de leche y tableta y media de chocolate. - ¡Hale, todo el mundo a comer que los churros se enfrían! - ¿A comer "¡ESTO!"?

Llevé la olla al comedor y poco después nos chupábamos los dedos, Cotilla incluída

Antes de irse, la abuela quiso ver a Pascualita mientras yo llenaba de agua caliente el fregadero. Se me olvidó decirle que la medio sardina iba untada de manteca... La cogió, se le escurrió y salió disparada como un cohete al agua jabonosa, dulce y caliente... Ni que decir tiene que tuve que hacerle el boca a boca al bicho... ¡Puaaaag!

miércoles, 1 de enero de 2020

El alicaído de las narices.

Y así, sin darme cuenta, hemos dado un paso de gigante para pasar de un año a otro... aunque lo habrán hecho de noche, mientras yo dormía a pierna suelta porque no me acuerdo de nada.

Pascualita, a la que he preguntado si había notado "el gran paso", no me ha dicho ni que sí, ni que no pero me ha enseñado la dentadura y ahora me devano los sesos porque no sé como interpretar eso. Cuando vuelvo a preguntar se sumerge hasta el fondo de la olla exprés dejándome con la palabra en la boca.

El calendario ya ha empezado a trabajar y la primera página, la que me recuerda el número del nuevo año, ya está troceada y convertida, gracias a una pinza de la ropa, en un block casero para apuntar las listas de la compra. Un árbol menos que tendrán que talar.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! Se nota que estamos en tiempos de gastos porque los cepillos de las iglesias está de capa caída. Mucha morralla es lo que hay pero euros... - Entonces tendrá que dejar de ir a "limpiarlos" - Las buenas costumbres no deben dejarse de lado, boba de Coria. Si perseveras encuentras... - Mejor le iría atracando una gran superficie. - No creas que no lo he pensado pero ¿para qué quiero tanto? - Pero si se lo ponen a huevo. Hasta hay carritos para transportar la pasta hasta el coche... - Ya, pero yo me desplazo en bus. - Si va a ponerle pegas a todo...

La Cotilla está un poco alicaída: - Es la primera vez que me pierdo el Concierto de Año Nuevo, nena... - ¿Y?  - ¡Me da rabia! - Pero si siempre es lo mismo: las mismas japonesas con kimono, los mismo alemanotes sonrosados... ¡Los conocemos a todos! solo falta saludarnos a través de la pantalla. - ¿Qué les diría? - ¡Hola! Necesito un préstamo millonario. - ¡Uf! tendría que devolverlo. -
¡Que me echen un galgo! jajajajajajaja

Pascualita se asomó al borde de la olla exprés. En ese momento entró la abuela seguida de Geooorge, que está cada vez peor. - "Lo traigo para que le levantéis el ánimo, chicas". - Yo no puedo (dijo la Cotilla) Esta mañana no he podido llevar el ritmo de la Marcha Rawensky, con las manos y los pies y vivo sin vivir en mi. - "¿Y tú?" (me miró muy seria) ¡Ni hablar! anda y que lo zurzan. Haberlo pensado antes de votar si quería Brexit o no. .. ¿Tomamos el te?