viernes, 3 de enero de 2020

Los Reyes Magos.

- Se me está echando el tiempo encima ¡y todavía no he escrito la Carta a los Reyes Magos, Pascualita! Se me escurren las horas entre los dedos entre que tengo que despertarme, llegar a la cocina, preparar nuestros desayunos. Y después limpiar la cocina del cola cao que tiras por todo.

La sirena me mira como quien oye llover. - Tendré que enseñarte modales porque no estamos en el fondo del mar, guapita. Allí, como todo es agua, no hace falta pasar la bayeta por ningún sitio.

- De hoy no pasa que compre la Carta. Y ya podemos empezar a pensar que queremos... ¿Tienes alguna idea? - ¡No me va a creer la abuela cuando le cuente que Pascualita acaba de girar la cabeza hacia la olla exprés que le sirve de "casa"!  Tiene razón. Necesita un sitio más grande, más ancho y transparente ¡Una pecera, vamos! Se lo diré a la abuela que es rica.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Otra vez hablando sola, boba de Coria? - Pues sí. Lo hago para que no se me oxiden las cuerdas vocales... como estoy sola la mayor parte del tiempo. - Menos cuando aparece por aquí Pascual. - Huy, si usted supiera... - ¡Cuenta, cuenta! - Uno, dos, tres, cuatro, cinc... - ¡Que cruz tenemos contigo! (salió dando un portazo)

Por la tarde he ido a la tienda de los chinos del señor Li a comprar la Carta de los Reyes Magos. - ¿Tu que pedil? (se le notaba muy servicial) Yo tenel de todo jijijijijijijiji - Aún no lo he pensado pero para Ppppp... ¡Aaay, que tos me ha entrado! (¡un poco más y descubro a Pascualita) - ¿Qué decil? - Pues... que... me gustaría una pecera grande pero... - ¡¡¡No, PELO no!!! Mi tenel pecela glande... ¿Tu metel gambas goldas? - ¿Gambas? ¡Que va! A esas me las como. - ¡¡¡Yo también comel jijijijijijijiji!!!

Me estaba poniendo nerviosa con sus risitas, más falsas que un duro sevillano. - ¡Yo vendel pecela! - ¡No, no. Se la voy a pedir a los Reyes Magos, señor Li! - ¿No complal tu? - ¿Para qué cree que he comprado la Carta Real?

Me miró con sus ojillos que apenas se veían a través de la fina rendija de sus párpados. - ¿Tu decil en selio? - ¡¡¡Claro!!! - El hombre dio media vuelta diciendo: - Abuela decil que nieta sel tonta ¡Que lazón tenel abuela! - ¿Qué abuela?... ¿la mía?... A saber de qué abuela habla éste tío.





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