martes, 14 de enero de 2020

¡Adjudicada!

Pascualita está harta de que su hábitat sea violentado, un día sí y otro también. Tal vez por eso parece haber limado sus dientes de tiburón porque ahora parecen navajas albaceteñas. Incluso les he visto algún que otro brillo. Así que lo mejor es ponerme lo más lejos posible de ella aunque, a veces, se me olvide.

La Cotilla recibió una fenomenal bronca de la abuela que la puso firmes para toda la semana. Ni siquiera sintió compasión al verla con ese meñique gigantesco que arrastra, de la salita al baño. Lo que para mi se ha convertido en una penitencia porque la vecina no está en condiciones de andar, ni de ir de trapicheos, ni de "limpieza" de cepillos de iglesias, ni de andar por la calle zascandileando.... ¡¿Y yo que culpa tengo?!

Eso el dije a la abuela cuando le propuse que se la llevara a la Torre del Paseo Marítimo. - Además, es tu amiga. - "Eso no tiene nada que ver. ¿Quién le mordió el meñique?" - Lo sabes muy bien, fue Pascualita. - "¿Y dónde fue eso?" - Aquí, en casa... -  "¿De quién es la casa?" - Mía... - "Entonces es tu responsabilidad, así que ¡Te la quedas!"

Y me adjudicó a la pesada de la Cotilla. Sin embargo, y para quitarme "trabajo" se llevó a la sirena de paseo en el termo de los chinos.

Estuvieron toda la mañana de parranda mientras yo no paraba de ir de la Ceca a la Meca. Cada dos por tres la Cotilla levantaba la voz: - ¡Nenaaaa, trae más chinchón on the rocks! - ¡Nenaaaa, quiero un carajillo de chinchón! - ¡Nenaaaa... ¡hip!... tengo sed!...

La abuela me contó, entusiasmada, que Pascualita había visto el caballo negro del Palacio Episcopal. - "¡Lo ha visto enseguida! Y tú ¿qué, eh? No ves ni tres en un burro" - ¡Abuela, si allí no hay nada...! - "Es más lista que tú, boba de Coria...que cruz tengo contigo"

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