jueves, 30 de enero de 2020

¡Anda que...!

Lo que me ha pasado no tiene nombre. Mientras Pascualita "desayunaba" poniendo perdida la cocina a base de saltar y saltar dentro de su taza de cola cao, yo me he dedicado a echar chinchón en una jarra para prepararlo on the rock. Y de repente, la sirena ha caído en tromba en la jarra, haciendo que se desperdiciara tan rico néctar vertido por el suelo.

Cuando, después del susto que me dio reaccioné, la media sardina se había puesto como el Quico bebiendo como si, en lugar de éstar en casa, estuviera en un desierto y seca como una hoja de papel de lija.

Tuve que sacarla tirando de los pelo-algas y se puso como una fiera corrupia dando dentelladas asesinas.

La tiré al fregadero, cogí estropajo nuevo para absorber el chinchón derramado, después lo escurrí dentro de la jarra porque no están los tiempos para desperdiciar nada. Y lo probé. Estaba rico. Y la sirena hipando en la mesa. A cada hipo su cuerpecito saltaba, acercándose cada vez más al borde. Imaginé entonces el porrazo que no tardaría en darse y me dio la risa.

Sabía que tenía que cogerla pero ¡no podía! ¡ME PARTÍA DE RISA! Bebí un poco más para calmarme pero ocurrió lo contrario. Bebí otro poco y vi al abuelito subido al florescente. Lo saludé - ¡coge a ese bicho, Nena! - ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! (le contesté)

También Pepe, que nunca dice ésta boca es mía, me advirtió. - ¡Se va a caer! - ¡AAAYYYY, SÍ JAJAJAJAJAJAJAJA! - De repente, me acordé del sortilegio que se usa en éstos casos y lo recité: - Hipo tengo, ¡A MI ME LO RECOMIENDO! si me quiero bien me quedo con él, si me quiero mal te lo vuelvo a mandar...

Miré a Pascualita... había dejado de hipar. ¡Bien!... aunque creo que ¡hip!... Hay algo que... ¡hip!... no he dicho... ¡hip!... bien... ¡hip!... ¡¡¡Jopé!!!... ¡hip!

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