martes, 21 de enero de 2020

¡Lo consiguió!

La abuela me ha llamado pidiéndome "asilo familiar" - "Vendremos todos: la Momia, los cubanitos culitos-respingones, Andresito y yo" - ¿Para invadirme? - "No podemos estar ni un minuto más en la Torre del Paseo Marítimo?" - ¿Por qué? ¿Hay pulgas, garrapatas, chinches, termitas? - "Ay, no seas agorera. Es que no queremos estar aquí cuando el mar entre por la ventana." - Cierrala...

Casi no me había dado tiempo a colgar el teléfono y ya escuché el concierto de pitos debajo del balcón cuando el rolls royce aparcó en la parada del bus, como siempre, y Geooorge entró en casa cargado de maletas, siguiendo a los abuelitos y los demás componentes de la troupe.

La abuela le dio órdenes, concretas y concisas, sobre dónde colocar los trastos y poco después el inglés estaba en la cocina preparando té para todos.

Sentados a la mesa del comedor, fui informada que mi cama ya no era mía sino de la bisabuelastra y los cubanitos culito-respingones. A mi me adjudicaron el sofá de la salita. Geoooorge dormiría en el rolls royce tan ricamente.

Y todo esto porque a los abuelitos se les metió en la cabeza que si una ola ha rebasado los catorce metros de altura y ha entrado en los pisos como Pedro por su casa ¿por qué no podría aparecer una ola mucho mayor y colarse en su Torre del Paseo Marítimo?

La Cotilla, que entraba en ese momento. - ¡Yo también me quedo! - Pero si desde aquí no se ve el mar... - ¡Por si acaso! - Vale.

La abuela me tocó la frente, preocupada. - "A ésta le pasa algo..." - Subido a la lámpara, el primer abuelito contemplaba la escena. Pascualita, asomándose apenas al borde del acuario, dio un salto mortal impulándose con su cola de sardina y entró, límpiamente, en mi escote. Estaba helada y mojada y grité. La Cotilla explicó a su amiga: - Está como una cabra. - "Eso debe ser"

Un gran estruendo nos sobresaltó a todos cuando una rama del árbol de la calle, fue arrancada de cuajo por el viento y lanzada contra la cristalera del balcón, abriéndola de par en par. - Eramos pocos y parió la abuela (dicen que dije, en mi ensimismamiento)

Y así sigo, ensimismada porque anoche lo pasé tan bien que todavía me dura la emoción de ver como PAU era distinguido con el PREMIO CIUTAT DE PALMA, DE CÓMIC. Y, por lo tanto, convertido en Profeta en su tierra. ¡¡¡ENHORABUENA, GUAPOOOOO!!!

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