miércoles, 31 de enero de 2024

Anda que...

Cuando me he levantado ésta mañana no había nadie a la vista. La casa estaba silenciosa. Ni una sola bola de polvo se movía bajo los muebles. 

Sentí que una sensación de alegría me invadía ¡Estaba sola!... Después, razonando, me di cuenta de que no era normal lo que estaba pasando. Sin hacer ruido entré en la cocina a mirar el reloj. ¡Eran las cinco y media de la madrugada! - ¿Qué pinto aquí a ésta horas? (me dije)

Había sido tan buena la sensación sentida un rato antes que, en lugar de volver a la cama, preferí desayunar en soledad. Todo estuvo buenísimo a pesar de que las magdalenas llevaban unos cuantos días caducadas. 

Al acabar no tuve que limpiar la cocina de churretes de cola cao esparcidos por la sirena al lanzarse de cabeza en su taza. ¡No me lo podía creer! 

De repente, me entraron unas ganas locas de limpiar la casa y empecé por la Cristalera del balcón...

Antes de que dieran las ocho de la mañana, en el comedor se había montado un cristo. Todo eran gritos, aspavientos, palabrotas, malos modales... ¿Dónde había ido a parar aquella tranquilidad de la madrugada?

Sabiendo que las dos caras de la Cristalera se odian ¿por qué se me ocurrió empezar por ellas? Estaban tan sucias que no se veían y así no reñían pero todo cambió en cuanto el limpiacristales hizo su trabajo ¡Y encima, ahora, los vecinos se colocan en la acera de enfrente invadiendo mi intimidad y con la guasa del árbol de la calle para más inri!

martes, 30 de enero de 2024

Tozudos.

La Cotilla vuelve de sus trapicheos con el bolso lleno de deshechos del súper. Cosas recién caducadas que, incluso un ministro, puede comerlas. Hay bastante variedad y es un alivio para mi raquítica economía. 

Deja todo encima de la mesa del comedor. - ¡Vaya! ahora que iba a poner la mesa... - Me ayudó a llevar las viandas a la despensa y al final, sobre la mesa solo quedó una hucha de barro. - ¿También es del súper? (pregunté) - No. Estaba cerca de la tienda de los chinos del señor Li. - ¡Cotilla! ¿Ya ha vuelto a las andadas? Al final la mafia china le dará un disgusto. - 

Al oír nombrar al señor Li, Pascualita asomó la cara entre las algas de la pila de lavar del comedor. El hombre no es santo de su devoción desde que sabe que, si puede, se la comerá confundiéndola con una gamba gorda.

Sonó el timbre del interfono: - Mi sel señol Li. Tu ablil boba de Colia. -  Le di paso al  edificio pero mantuve la puerta de casa cerrada. Por la mirilla vi que el señor Li no venía solo. - ¡Escóndase, Cotilla, que viene con los de la mafia!

Empujé a la vecina hasta mi cuarto: ¡Métase en el armario! ¡Esta gente es peligrosa! - Pero... - ¡Ni pero, ni pera! En el reparto de sopapos me puede caer alguno despistado y yo no he echo nada.

- ¿Pol que no ablil puelta casa? - ¿A qué vienen esas prisas, hombre? - Señola Cotilla estal aquí. - ¿Aquí? pero si apenas la conozco... - Mi sel chino, no tonto. - Con un enérgico movimiento de brazo ordenó a sus sabuesos registrar el piso. - ¡Ni hablar! ¡Mi casa es sagrada!

 No tardaron en dar con la vecina y llevarla ante su jefe: - Tu tenel cosa que yo quelel... Tu dal a mi. - ¡Y un jamón con chorreras! - ¡No! ¡La hucha! - ¡Désela, mujer! - ¡Que pague las 2,50 que pido por ella! - ¡Sel cala! Yo dal 2,25 y no decil más...

No dan su brazo a torcer y llevan así toda la tarde. Los mafiosos y yo compartimos las magdalenas caducadas del súper mientras brindamos por la Cotilla que hoy, contra todo pronóstico, no ha robado nada.

lunes, 29 de enero de 2024

De cháchara con Pascualita.

Sentada cerca de la pila de lavar del comedor he tenido un ratito de cháchara con la sirena. Ha sido un dejarme ir mientras esperaba que llegara la hora de comer. Y así me encontró la Cotilla, rodeada de la espectación de los personajes de casa que nunca habían oído nada igual: - ... Teniendo en cuenta que en la cuenta no tengo nada, ni siquiera tengo cuenta a la que pedirle cuentas por lo bien, o mal, que lo esté haciendo...

Pascualita emergió del fondo de la pila y se sentó en el borde a escucharme porque, en ese momento, no tenía nada mejor que hacer - ... ¿para qué quiero una cuenta que no voy a llenar? Tendría dolor de cabeza pensando en cómo hacerlo. El dolor de cabeza sabe mucho y se hace solo y bien aprovechado, quizá porque le gusta la aspirina que, teniendo en cuenta - ¡no tengo cuenta! - que cabeza no hay más que una ¿a qué viene quejarse? Eso puede hacerlo el pulpo que tiene ocho patas. Y la araña. 

Pascualita bostezó y me hizo gracia. - ¿Estás aburrida? ¿Aburrida viene de burro? ¿Puede aburrirse un burro? ¡Claro que sí! Si puede hacerlo una medio sardina. Son cosas que deben tenerse en cuenta... ¿Otra vez?

¿Qué guardaría yo en la cuenta? ... ¿Las cuentas de un rosario? ¿Las cuentas del Gran Capitán? ¿Las cuentas de Nicomedes?... - Todos se miraron. Incluso mi primer abuelito asomó la cabeza por un resquicio del Más Allá y lanzó al aire la pregunta adelantándose a todos los que pensaban hacerla: - ¿Nicomedes? ...

- ¡Avemariapurìsimaaaaaaaaaa! - ¿Quién es Nicomedes, boba de Coria? (la Cotilla acababa de entrar) - Teniendo en cuenta ¡otra vez! que nadie lo conoce... ¡vaya usted a saber!

domingo, 28 de enero de 2024

Originalidad.

Gracias al rolls royce de los abuelitos, aparcado en la parada del bus, mis vecinos y yo misma, hemos tenido un "dulce despertar" este domingo caluroso del mes de enero a cuenta de la pitada que le dedicaron varios autobuses que se quedaron compuestos y si aparcamiento.

El mayordomo inglés, Geoooorge, se encargó del transporte de las ensaimadas y de hacer y servirnos una taza de chocolate espeso y sabroso, para desayunar. ¡Placer de dioses!

Pascualita no quiso ser menos y se lanzó de cabeza a la taza de la abuela, cogiéndola desprevenida. Las bolas de polvo corrieron a restregarse en las manchas de chocolate y acabaron a tortas porque no había chocolate para tanta bola.

Mientras la Cotilla bautizaba el chocolate con varias copas de chinchón, se corrió la voz de tal evento y hasta mi primer abuelito apareció en lo alto de las cortinas del comedor, envuelto en un precioso sudario, animal print, echo con sedas de mil colores imitando un cielo del atardecer de Mallorca al que solo le ha faltado música de batucada y un plato de coliflor y bechamel gratinada.

sábado, 27 de enero de 2024

Me puede el sentimentalismo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿qué hay para comer, nena? - ¡Huy, se me ha olvidado ir al súper, Cotilla! Así que comeremos un sí, señor y un calle usted ¿Qué le parece? - ¿No quedan latas de fabada? 

No quedaba nada. La despensa y el nevera eran tristes páramos donde no crecía ni la hierba. -  - Pensé que usted traería algo comestible del contenedor de basura del supermercado: magdalenas, leche, aceite... - ¡Hala! ni que nos hubiera tocado la lotería.

La cuesta de enero nos ha dejado más secas que la mojama. Y como a grandes males, grandes remedios, se me ocurrió que la Cotilla propusiese, en las iglesias donde "límpia" cepillos, que saliesen los fieles en procesión y hacer rogativas para que llueva café, o mejor, café con leche.

Al árbol de la calle se le ocurrió algo mejor: - Demos serenatas por el barrio pidiendo a cambio latas de conservas de todo pelaje. - Nos exponemos a que nos tiren tomates... - ¡Bienvenidas sean frutas y hortalizas también! 

En vista de que, por más que se desgañitara el árbol de la calle, solo lo oía yo, no me quedó otra que ponerme también a cantar pero, en lugar de latas de conservas llenas, me las tiraban vacías. 

Pascualita, asomada al borde de la pila de lavar, cazó una al vuelo e hizo algo inusual en ella, acariciarla y acunarla con mucho mimo. Sentí un nudo en la garganta recordando aquella lata de sardinas en la que encontramos a la sirena. - Tiene sentimientos (pensé mientras dejaba caer un lagrimón de medio kilo de peso)

Y entonces, ¡me tiró la lata a la cabeza! ¡¡¡Cinco puntos de sutura me cogieron en la brecha que me abrió en la frente la hojalata!!!

viernes, 26 de enero de 2024

El puente.

He hecho una simple pregunta, de esas que se sueltan cuando no sabes de qué hablar y ha sido interesante. Ha sido después de la siesta, cuando la mente está despejada si has dormido bien, o nublada, si te ha despertado el teléfono de la abuela.

- Que levante la mano quién esté de acuerdo en que se construya un puente desde Valencia hasta Mallorca. - Nadie levantó nada pero se miraron mucho. Sobre todo los comensales de la Santa Cena. Después hablaron entre sí. El de las treinta monedas se erigió en portavoz de los suyos. Carraspeó, dudó y finalmente, dijo: - ¿Qué es... Valencia? y ¿qué es... Mallorca?

¡Claro! No había caído que estos personajes son extranjeros... aunque llevan la tira de años con nosotros. Ya me estaba arrepintiendo de haber echo la pregunta que me iba a dar más dolores de cabeza que alegrías. Viendo las caras de los comensales, llenas de ganas de aprender, no me quedó más narices que intentar ayudar. - A ver... Valencia es un sitio donde hacen chufa. Mallorca es otro sitio y hacen sopas.

La Cristalera se abrió un poco para no perderse nada. Levantó un dedo y preguntó - ¿Para qué queremos un puente? - ¡Exacto! (grité) ¿Para qué? - La Cristalera seguía con el dedo levantado: - Son bonitos (dijo Y se me quedó cara de tonta) - La chufa y las sopas ¿sirven para algo? (preguntó el de las trece monedas) - Para comer... - Son altos (la Cristalera iba a su bola) - ¡¡¡COMER!!! ¡Nos gusta! ¿Pero, hay que pelarlos? - ¿A quienes? (pregunté de nuevo) - Estilizados. - Yo no pienso estropearme las uñas, ¡Aviso! (saltó otro comensal) - Cimbreantes... - ¿Se come Valencia? Huy, que hambre. 

- ¿También se come Mallorca? ¡Me la pido! - No, no, no. ¡A pachas! - Están sobre el mar... - Desde su repisa, Pepe el jibarizado también opinó: - OOOOOOOOOOOOOO - ¡Tiene razón el llavero! - 

Y así llevan cinco horas y lo que te rondaré, morena.

jueves, 25 de enero de 2024

Empieza con B.

La Cotilla ha llegado a casa con las mejillas sonrosadas. - Hace calor, ¿he? (le he dicho) - Ah, sí... no me había dado cuenta. - Pero si viene sudorosa... ¿No empezará ahora con la menopausia? - Ay, que borrica eres, boba de Coria. - Dicho ésto se encerró en su cuarto y no volvió a salir hasta que abrí una lata de albóndigas con tomate.

El rubor en las mejillas le subía de repente. Entonces suspiraba intensamente... - ¡Aaaayyyy! - y éstas volvían a su estado natural: arrugadas y caídas en un rostro centenario.

Durante la siesta me despertó balbuceando una palabra que empezaba con la letra B y el resto indescifrable, pensé que llamaba a Bedulio. - ¿Qué pasa, Cotilla? ¿Vendrá a por usted?  ¿Cuántas veces le he dicho que no está bien "limpiar" los cepillos de las iglesias? Algún día Bedulio y los sacristanes, le darán un disgusto y acabará entre rejas. Búsquese un trabajo más tranquilo...

Nadie me contestó. La Cotilla roncaba. Fue entonces cuando tuve un pálpito... ¿Estará enamorada de ¿Bedulio? No puede ser. Está casado... ¡Otra vez salió el nombre de su boca! Bcmezw... - ¡Noooooo! No obligue a un buen hombre a cometer adulterio ¡noooooooooooo! 

Los ojos de la vecina se abrieron de par en par y en ellos me pareció ver la carita del bisnieto de la abuela. - ¡No y mil veces noooooooo! - ¡Calla ya, coooñe! que susto me has dado. 

La Cotilla se sirvió unos cuantos chinchones on the rocks mientras musitaba. -  ¡Que guapo está el condenado...!

Se levantó de un salto, fue a su cuarto y volvió cargada de velas, velitas y velones para montar un altar en la salita: - ¡Ni hablar del peluquín! (protesté) Además, Bedulio es honrado, no puede ponerlo a la altura de los Amigos de lo Ajeno, Cotilla. - Para mi Gurú Bárcenas todo es poco...

miércoles, 24 de enero de 2024

El caballo de mar.

¡Oigo relinchos bajo el balcón! Oh, que ilusión. ¿Habrá venido un caballero andante a darme una serenata? ¡Válgame Dios. Y yo con éstos pelos! 

Justo en ese momento Pepe el jibarizado soltó una parrafada: - OOOOOOOOOOOOOOOOO - Mi abuelito, desde lo alto de la lámpara del comedor, me echó un capote y tradujo su extraño idioma: - No es un caballero, nena, sino un caballo que se ha escapado del establo para correr aventuras. Dice que es muy fan de ... - ¿Babieca? ¿Rocinante? ¿Bicéfalo? (dije yo, entusiasmada)  - ¡No, mujer! Estos pasaron peligros, penurias, algunos más hambre que un maestro de escuela. Dice que le gustaría ser como el Capitán Nemo y recorrer veintemil leguas de viaje submarino. - ¿Un caballo buzo? - No. Un caballo de mar... Bueno, cosas más raras se han visto.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio el Municipal. - Los vecinos te han denunciado por tener un caballo pastando en el alcorque del árbol que hay bajo tu casa... Así que tengo que multarte. - ¡Ni hablar del peluquín! Ese caballo no es mío.

Tuvimos una larga discusión hasta que me harté y grité dirigiendo la mirada al techo: - ¡Abuelito, dale un capón a Bedulio para que entre en razón! - Dos segundos después pasaba como una exhalación junto al caballo que, en ese momento, relinchaba el Brindis de la Traviatta a dúo con el árbol de la calle.



 

martes, 23 de enero de 2024

Invisible.

Estaba asomada al balcón aprovechando el sol del invierno cuando alguien me ha echo cosquillas en los brazos: - ¡Aaaaayyyyyyjajajajajajaja! - A pesar de no ver a nadie cerca de mi no me cupo duda de que había ligado con alguien. Y le dije a mi desconocido enamorado - No me importa que seas el hombre invisible. Lo importante es que el bisnieto de mi abuela sea bien visible. 

Las cosquillas se fueron bifurcando y ya dudaba de si era un hombre invisible o un pulpo invisible. Pero, no. Ni lo uno ni lo otro, de nuevo mi gozo en un pozo: ¡eran hormigas! ¡Un batallón de hormigas que subía por el tronco del árbol de la calle y se estaba adueñando de todas las ramas y la barandilla del balcón.

- ¡Haz algo, nena! Prueba con Pascualita. Prefiero que se las coma a que me coman ellas a mi.

La sirena no le hizo ascos y comió hasta hartarse. Después se lanzó al agua de la pila de lavar del comedor y fueron muchas las hormigas que quedaron flotando.

Lo siguiente que iban a conquistar era mi casa ¡y no podía consentirlo! Solo de pensarlo se me puso la piel de gallina. No me quedó más remedio que hablar con mi primer abuelito que acudió a mi llamada envuelto en un nuevo sudario de Ives S. L., lleno de sobrasadas, botifarrones, pancetas... todo asándose a fuego vivo en las torradoras, celebrando San Sebastián. 

Enseguida encontró la solución que vino volando. Unos gráciles osos hormigueros aparecieron entre las nubes, aunque parezca imposible y posándose suavemente en la copa del árbol de la calle, se dieron un atracón de hormigas hasta no dejar ninguna.

Después y a pesar de lo que les costó levantar el vuelo, desaparecieron tras una nube-tranvía que las esperaba pacientemente haciendo sudokus.

 

lunes, 22 de enero de 2024

El gato.

Vi como un escalofrío recorría, de abajo a arriba, el extraño cuerpo de Pascualita. Tiene frío, pensé y puse a calentar dos ollas llenas de agua de mar que luego eché a la pila de lavar del comedor. Pero siguió con los escalofríos. 

- Abuela ¿una sirena puede tener gripe? - "¿Yo qué sé? Pregúntaselo a un pescador o algo así"  - Creía que, con los años que tienes, habrás oído algo a respecto a lo largo de tu vida... ¿no?... ¿Abuela? ¡¡¡ABUELAAAAYYYYYY!!!

La colleja me pilló desprevenida. ¿A cuánta velocidad habrá ido el rolls royce por las calles de Palma atestadas de coches para haber llegado a casa sin que yo terminara de hacer las preguntas? Y ¿dónde estaba Bedulio el Municipal que no le puso una multa? ¡Aaaayyyyyyy, que dolooooor! - "¡¿Qué es eso de LOS AÑOS QUE TIENES, boba de Coria?!" - Gritó la abuela a la que no le gusta nada tratar el tema de la edad.

La media sardina siguió con los escalofríos hasta que... en una de mis carreras para escapar de las collejas de la abuela, vi al gato.

Estaba subido a una de las ramas del árbol y no quitaba los ojos de Pascualita mientras se relamía de gusto. - Así que le tienes miedo al gato jejejejejejeje Bueno es saberlo.

Como un tigre de Bengala en miniatura, el felino saltó con las garras por delante, seguro de sí mismo. Pero ... ¿dónde está mi cena? (se dijo al caer dentro de la pila de lavar) 

No la vio pero la sintió. El ataque empezó por la nuca. Ahora la sirena, la abuela y yo tomamos unos chinchones on the rock.. ¿Y el gato? ... - Durmiendo la mona.


 





domingo, 21 de enero de 2024

¡Vaya humos!

 De repente, un día, Pascualita pareció tomar consciencia de que era un especimen raro y único en el mundo, tanto dentro como fuera del agua. Y ya no hubo quién la aguantara. Le subieron los humos y siempre estaba tiesa como un palo. Incluso dejó de lado al barco hundido que tantas veces le había servido de refugio. Quería otra cosa. - ¿El barco del Faraón, por ejemplo, media sardina? (le dije con sorna)

Seguía haciendo lo que le daba la gana y luego esperaba el aplauso de los personajes de casa. A ellos les resultó gracioso hasta que se cansaron de bailarle el agua. Pascualita solo era amable con la abuela. Al resto nos ignoraba pero debíamos rendirle pleitesía.

Me di cuenta de ello cuando vi pasar a Pompilio, cargado de calcetines de un solo pie, corriendo como una liebre alocada, pegada a la pared. - ¿Hay fuego? (pregunté) - ¡No quiero hacerle más reverencias a la sirena! 

Las bolas de polvo corrían en fila india bajo las sillas y al menor movimiento en la pila de lavar quedaban quietas como estatuas. Las dos caras de la Cristalera fingían dormir. Pepe el jibarizado no decía ni mú.

Los comensales de la Santa Cena se escondían dentro del marco del cuadro como si hubiesen desaparecido. Incluso se prohibieron estornudar. El árbol de la calle había sufrido el ataque de Pascualita y el pobre "lucía" varios mordiscos en las ramas.

La última que recibió la "gracia" fue la Cotilla. Llegó a casa cargada de velas, velitas y velones obtenidos en las iglesias donde "limpia" los cepillos. Pascualita la vio llegar y saltó de la pila de lavar del comedor hasta la bolsa donde estaban las velas. Se me pusieron los pelos de punta ¡La insensata de la sirena estaba a punto de ser descubierta!

Menos mal que, en ese momento, la Cotilla se agachó para recoger algo y Pascualita no tuvo más remedio que agarrarse con los dientes a la oreja de la vecina más cercana a ella... Ahora hace ya unos días y aún la arrastra por el suelo...

 

sábado, 20 de enero de 2024

Autopsias.

Pascualita se vuelve vieja... aunque, sabiendo que nació cuando los Continentes estaban aún por hacer, tendría que usar una palabra, que no conozco y definiera la tira de milenios que lleva en el mundo. 

Ya no soporta el agua fría cuando las temperaturas del exterior bajan de cero. Por eso, además de tener que ir a la playa a llenar garrafas de agua de mar, tengo que calentarla antes de echarla en la pila de lavar del comedor si no quiero verla con toda una gama de colores tétricos en su piel Y lo peor es que muerde porque no le gusta tiritar. 

La abuela dice que aquí, la única vieja que hay soy yo. Que me quedan tres cuartos de hora para tener la menopausia. Que acabará adoptando un bisnieto... o varios que, para eso, es rica. 

- "Pascualita es LA SUPERVIVIENTE por antonomasia. No hay bicho que la iguale. Ni siquiera ese feo tiburón de quinientos años, coetáneo de La Gioconda, al que se han cargado para asegurarse, mediante autopsia, que es cierto lo de los quinientos años"

Le conté la historia a la sirena - ¡Es viejísimo! (dije y se partía de risa la jodía)

Cuando el árbol de la calle se enteró de lo de la autopsia le entró un tembleque tan fuerte que se quedó desnudo de hojas. No le quedó ni una. Esto ha provocado que los gorriones queden a la intemperie y han salido en manifestación llenando con trinos furiosos y golpes de ala, la copa ancha del viejo árbol. 

Le llamo así porque no le gusta jejejejeje. Cree que si se enteran los de Parques y Jardines lo convertirán en astillas para saber su edad cronológica.

La abuela me llamó para afearme que me ría del pobre platanero. Y entonces me arranqué por peteneras: - ¡Cuidado que no vayan a por ti y te "autopsien" para saber tu secreto mejor guardado jajajajajajajajaja! 

No le gustaron mis palabras ni a mi las suyas cuando gritó: - ¡Estás fuera del TESTAMENTO!

 

viernes, 19 de enero de 2024

¡Lo sé todo!

El Hospital está revolucionado desde que están allí los abuelitos porque el ataque de celos de la abuela no deja de crecer. - "¡¿Qué tiene ese tal Leovigildo que no tenga yo, mal hombre?!" - grita por los pasillos del enorme edificio.

El personal sanitario ha intentado calmarla o ponerle una camisa de fuera pero la abuela es una luchadora nata y no hay quien la pille. Sus patadas en las espinillas pueden tildarse de sublimes.

Andresito, por su parte, sigue gritando el nombre de Leovigildo y no sabemos a santo de qué. La verdad es que nada de ésto me quitó las ganas de comer pero pensé que si ayudaba, aunque fuera un poquito, a resolver el enigma, la abuela me lo agradecería y no tendría malos pensamientos hacia mi como, por ejemplo, quitarme de su testamento.

La persona que más conoce a mi segundo abuelito es su madre, la Momia que, aunque tenga casi tantos años como Matusalem, sigue con la cabeza clara menos en los momentos de pasión junto a mi primer abuelito. Así que, primero, hablé con él.

- Necesito que, durante un rato, dejes de cantarle canciones de amor a tu enamorada. Te lo pido como nieta. - No se pudo negar.

Poco después me acerqué a la abuela con un pañuelo blanco en la mano en son de paz. - ¡Lo sé todo! Leovigildo fue un rey godo y el culpable de que Andresito se quedase sin ir a esquiar al Montblanc. Nunca había suspendido una asignatura y ese era el premio. Solo le quedaba recitar la lista de los Reyes godos. Lo hizo muy seguro de sí mismo. Pero el catedrático que lo examinaba dijo: ¡Falta uno!

Aquello descolocó al jovencísimo Andresito y fue incapaz de recordar. Suspendió y en lugar de ir a esquiar, contrajo un trauma de narices que, muy de tarde en tarde, aún aflora. Entonces grita enloquecido: - ¡¡¡LEOVIGIIIIIIILDOOOOO!!!

jueves, 18 de enero de 2024

Al Hospital.

 - ¡Aaaaayyyyy, aaaaaayyyyyy, AAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYY!" - Esto fue lo  que la abuela me soltó por teléfono ¡a las cuatro de la madrugada!

Pensé que era una broma de mal gusto y dije antes de colgar: - ¡Para tu padre, por si acaso, imbécil! - Entre ayes y sollozos, que despertaron a mis vecinos e hicieron que Bedulio, con su uniforme de Municipal, tuviera que venir a casa antes de que pusieran las calles, con la libreta de multas en mano.

- Arremolinados en el rellano de la escalera, los vecinos y la autoridad, quedaron boquiabiertos al sentir la potencia de los pulmones de una persona centenaria como es la abuela. Y por una vez en la vida, TOD@S, me pidieron perdón por haberme levantado un falso testimonio. Entonces, quien quedó boquiabierta fue yo.

El caso es que los lamentos siguieron y siguieron hasta que pensé que lo mejor era llamar una ambulancia y llevar a la abuela al Hospital. - "¿A mí por qué? El quejica es Andresito"

Poco después el rolls royce de los abuelitos aparcó en la parada del bus. La abuela, llorosa, señaló a su marido diciendo: - "¡Mira qué grita todo el tiempo!: ¡¡¡QUE VENGA LEOVIGILDO!!! ¿Ves porque me lamento? ¿Por qué no me nombra a mi?

En lo más profundo de mi cerebro se encendió una bombilla que señaló en un libro del año catapúm: Leovigildo, Rey Godo. - La abuela se tiraba de los pelos - "¿Qué clase de aventura habéis tenido vosotros dos ¡Adúltero! 

Llegó la ambulancia y en un santiamén el comedor se convirtió en una UCI. Hasta el cuadro de la Santa Cena fue descolgado para colocar un suero en la alcayata.

Con movimientos efectistas y efectivos, los facultativos pincharon, auscultaron, miraron aquello, miraron lo otro... Hasta que sonó la palabra mágica - ¡Traed la CAMILLA!

Con un carrusel de luces y sirenas, la ambulancia se llevó a los abuelitos al hospital... Ella, insistiendo: - "¡Que poco va a durar tu idilio y Leovigildo, canalla!" 

Desde lo alto de la lámpara del comedor mi primer abuelito suspiró: - pobrecillo.

martes, 16 de enero de 2024

Otra historia de Pepe el jibarizado.

Mientras Pascualita y yo desayunábamos, Pepe el jibarizado, desde su estantería, abrió la boca y como no es más que una cabeza hueca, entendimos que no lo hacía para comerse parte de nuestra ensaimada. De modo que solo podía ser, o un bostezo o quería contar otra historia de sus desventuras.

Y así fue. Empezó situando el episodio en lo más profundo de la selva que estaba a mano derecha y tirando pallá, de su tribu. 

Mientras yo escuchaba, la sirena, comiendo a dos carrillos, me dejó sin ensaimada.

- Ocurrió que un día escuchamos un enorme rugido que nos metió el miedo en el cuerpo. Si era la voz de un león tenía que ser tan grande como la Provincia de ídem. 

El jefe de la tribu, sabiendo que se acercaban las Elecciones Municipales, después del susto se dio cuenta de que el rugido, bien aprovechado, podría darle la mayoría absoluta. Su mujer preguntó: - ¿Vas a cazarlo tú? jijijijijiji... huy, perdona pero es que me acuerdo de cuando te pisó el dedo gordo aquel elefante jijijjijijiji.. pequeñito jajajajajaja y no puedo parar de reír JAJAJAJAJAJAJAJA

El rugido, profundo y antiguo, resonó cada día a la misma hora. Mientras, en el poblado se había iniciado una campaña en busca del guerrero más valiente para hacerlo héroe local. Como es natural salió mucho fantasma fardando como gallos y cacareando como gallinas. El que más presumió, con mucha diferencia sobre los otros, fue nuestro Pepe y fue elegido por unanimidad: ¡¡¡EL HÉROE QUE NOS SALVARÁ DEL MONSTRUO QUE RUGE!!!

- ¡¿EH?!... ¡¡¡OIGAN!!! ¡¡¡NO, NOOO, NOOOOOO!!! 

Era tan escandalosa la celebración que nadie le oyó. Además, para entonces ya estaban todos borrachos.

El ojo catalejo de Pepe dejó escapar una lágrima. - ¿Viste al monstruo? - Hace poco, en la tele: es la Gran Esfinge de Egipto ¡contra mi! Suerte que no devoró mi cabeza y por lo menos, os lo puedo contar.

lunes, 15 de enero de 2024

PASCUALITA Y SUS CELOS.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Nena, un hombre pregunta por ti ¿qué raro, no? - ¿Quién es, Cotilla? - Uno que se habrá equivocado.

Corrí a la puerta y en efecto, en el rellano había un hombre, el más guapo que ha parido madre. Efectivamente, debía haberse equivocado. - Hale pues... (e intenté cerrar la puerta pero, la maravilla pública número uno, puso un pie para impedirlo) - ¿Es usted la Nena? - Sí... - Yo soy Alejandro Magno. - Me lo imaginaba... (Olía a Varón Dandy ¡con lo que me pone a mi ese olor!) - He venido a invitarla a dar un paseo con Bucéfalo... - ¡Vaya! ya me parecía a mi. ¿Por qué no invita a una yegua?

Una risa fresca, cascabelera y pegadiza salió de su garganta: - ¡Dios mio, que arte tiene, señorita! Bucéfalo es mi moto. Vayamos al balcón y la verá.

Le seguí como un corderito. El árbol de la calle gritaba entusiasmado: - ¡Que motarra! ¡Que alguien la arrime al tronco para que me coma ésta delicatessen!

El rolls royce de los abuelitos llegó a toda pastilla conducido por Geooooorge y frenó de golpe colocándose en su aparcamiento favorito: la parada del bus. La abuela salió del coche antes de que le abrieran la puerta y corrió escaleras arriba donde la Cotilla le abrió enseguida y le cuchicheó la gran noticia: - Están en el balcón.

Todos los personajes de casa, puestos ya en antecedentes, no quitaban ojo a la pareja protagonista de éste relato y se relamían solo de pensar que serían testigos de primera mano, de un idilio amoroso... ¡Eran felices!

Sin embargo todo estaba apunto de irse al garete por los celos de Pascualita.

Ni la abuela pudo pararla: Saltó a la cara del pobre Alejandro Magno y se la dejó como un retrato cubista de Picasso... solo que más grande.

 

domingo, 14 de enero de 2024

Pillada in fraganti

Ojiplática estaba la Cotilla cuando pasé del balcón al comedor y me di de bruces contra ella. - ¡Huy, que choque! - ¿Se puede saber con quién hablabas? - ¿Cuándo? - ¡Ahora mismo! - Con usted jejejejejeje ... que pregunta más tonta. - Llevas un rato largo dando una especie de mitin a ... ¿el árbol? - Se le ha ido la mano con el chinchón, ¿eh, Cotillitaaaaaa? 

Me arreó una colleja made in abuela que estuve diez minutos largos haciendo palmas con las orejas. - También has nombrado a ¿esos del cuadro de la Santa Cena? ... Nena, tu estás muy mal. - Pero si son los doce de siempre... - ¿Y también hablas con la porquería esa que tienes en la cocina? - ¿Yo...? - ¡En la estanteria! Y le has llamado Pepe ¡Si es un llavero!

Pensé en cambiar las tornas y lo mismo pensó la Cotilla porque dijimos a la vez. - ¡¡¡BUSCATE UN NOVIO, JODIA!!! 

De repente el misil Pascualita se impulsó con su hermosa cola de sardina y pasó rozando los bajos del sudario psicalíptico de mi primer abuelito que gritó asustado - ¡Cuidado que lo estropearás! - El aterrizaje fue en el escote de la Cotilla que dio tal respingo, al notar la frialdad del agua de la pila de lavar del comedor, que se cayó de espaldas sobre las bolas de polvo congregadas para escuchar mi mitin y la costalada se amortiguó bastante. De todas maneras al vecino de arriba le faltó tiempo para aporrear mi puerta, gritando: - ¡¿Tampoco puedo dormir la siesta en paz, escandalosa?!

La Operación Venganza actuó ipso facto contra el melindres. - Abrí, de repente la puerta, tiré a Pascualita a la cabeza del quejica, la dejó monda y lironda antes de decir amén. Y se reincorporó, esta vez, a mi escote. Vamos, que fue un visto y no visto.

Cuando la Cotilla volvió en si no recordaba por qué estaba en el suelo. - Se le ha caído el dedal. - Ah... vale...

sábado, 13 de enero de 2024

Una historia de invierno.

Pensé que nevaba cuando, al asomarme al balcón, vi caer lo que creí que era un copo de nieve. - ¡Vaya (me dije) ya estamos todos: el frío, el viento, la lluvia y ahora la nieve! - Entré en casa en busca de un anorak porque solo pensar en ellos me entró la tiritona.

Cuando volví al balcón el copo seguía donde había caído.  

El árbol de la calle también lo había visto y pensando que tras él vendrían muchos más y la calle pasaría de ser palmesa a convertirse en suiza y él saldaría en todas las teles, se puso a cantar: Blanca y radiante va a nooooooovia, que el pesado del árbol repitió sin parar.

- ¡Ya está bien, coñe! Cambia el disco. -  Para chasco, lo cambió y se eternizó, luego con la Blanca Navidad.

Los comensales de la Santa Cena, asomados todos al marco del cuadro, miraban hacia la calle, expectantes ante la nevada que vaticinó... ¿acaso lo hizo?... el copo de nieve.

Hubo comentarios sobre el largo descanso del mismo. - ¿De dónde vendrá? - Del Polo Norte. - Me ha parecido ver que venía del sur. - ¡Qué vas a ver tu, Pepe, si eres una cabeza hueca! - Oye (preguntó a mi primer abuelito el de las treinta monedas) ¿No se habrá ido al Otro Barrio?

Antes de que pudiera contestar, el copo de nieve salió volando. En casa, de manera espontánea, apareció un enorme y asombrado ¡¡¡OOOOH!!! que salió tras el copo en cuanto la Cristalera se abrió.

El árbol de la calle preguntó: - ¿Entonces... no va a nevar? - La parte exterior de la Cristalera, muy enterada ella, dijo: - ¡Y yo qué sé! habérselo preguntado a la reina de las Nieves, atontao.

viernes, 12 de enero de 2024

Que "bonito" es el invierno.

Brrrrr ¡que frío hace, puñetas! Tengo a todos los personajes sentado entorno a la estufa. Incluso el árbol de la calle, que es, junto con la parte de fuera de la Cristalera, los que más padecen el invierno, me ha pedido si puede meter alguna de sus ramas dentro de casa. - ¡Imposible! (le he dicho) En cuanto abra se colará el invierno en casa.

La Estufa se ha empleado a fondo soltando calor hasta que hemos dejado de tiritar. Después nos ha contado historias para tenernos distraídos y dejemos de pensar en el frío. ¡Es tan amable!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Se me han helado hasta las ideas! - ¡Pero si está sudando, Cotilla! - Gracias a la mafia china.  Ante la tienda del señor Li he gritado: ¡Hay una caja abandonada en la aceraaaaaa. Me la llevoooooo!

- ¡Está loca! ¡La harán picadillo! - Primero tienen que cogerme, boba de Coria y yo corro mucho si estoy motivada. Es que se me estaban quedando heladas las piernas... - ¿Ha corrido mucho? - Más que el tío de la lista. 

A pesar de ser centenaria corre que se las pela.

jueves, 11 de enero de 2024

Tesoros del cantarano.

Aprovechando que la Cotilla está "limpiando" cepillos de iglesia he entrado en su cuarto, ese que tiene por la patilla, a rebuscar en el cantarano de la abuela. 

Los cinco cajones son como el cofre de los piratas, llenos de maravillas como, por ejemplo: unas cintas de seda que le regaló un chico que la rondaba de jovencita... Yo no tengo ni eso ¡¿Así cómo voy a tener un bisnieto?!

Voy a apresurarme porque si la Cotilla me pilla se chivará a la abuela. 

Ha pasado una hora sin darme cuenta, ensimismada ante objetos supervistos por mi hasta que uno, sin saber por qué, destaca entre todos los demás. No siempre ocurre pero hoy, si. Aunque ha sido, en parte, por Pascualita, que venía en el bolsillo de mi bata de andar por casa, que ha saltado al cajón que tenía abierto y lo ha revuelto todo con su habitual "gracia" - ¡Quieta, media sardina de las narices! ¡Lo romperás todo! 

No podía cogerla. Era como el rabo de una lagartija. No paraba quieta. 

En esas estábamos cuando escuchamos: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - Y como un resorte bien engrasado, Pascualita volvió al bolsillo a la velocidad del rayo. La misma que usé yo para cerrar el cajón sin hacer ruido, salir del cuarto, cerrar suavemente la puerta y fingir que salía del cuarto de baño ante la Cotilla. - Por un momento creí que estabas en mi cuarto, boba de Coria (dijo recelosa)

¡Uf! Tuve que sentarme en la salita y tomar, a medias con la sirena, unas copitas de chinchón para calmar los nervios. Entonces vi que Pascualita llevaba en la mano una pluma estilográfica con más años encima que la tos.

Mi primer abuelito apareció de pronto a medio vestir: - ¡Era de mi abuelo! El tenía una pluma de ave que cambió por ésta cuando se la encontró en la puerta de Alcalá ¡mírala, mírala!

 

miércoles, 10 de enero de 2024

¿Qué fue antes, Pompilio o los calcetines?

... Y el faraón habló: - Quiero que las piedras de la primera hilera de mi pirámide tengan mi altura para que las gentes de generaciones futuras flipen viendo mi envergadura.

- Alguien tendría que decirle que su estatura no es nada del otro mundo (comenté, muy flojito, al egipcio que estaba a mi lado, participando del acontecimiento) - ¡No te conozco, extranjera! - ¿Pero no ves que hará el ridículo? ¡Personas de uno cincuenta las hay como churros! - ¡Calla o nos despellejaran en vida!

El faraón estaba encantado y para demostrarlo dejaba que sus súbditos pusieran objetos de oro junto a sus pies. Entonces pensé en Pompilio, no sé porqué... ¡ah, sí! Porque en los pies del faraón, ni de todo el País, no había ni un triste calcetín!

Entonces, como por arte de magia, el Pompilio del siglo XV antes de Cristo, apareció corriendo como una centella y con una de las sandalias ceremoniales de oro bajo el brazo mientras su dueño se tendía en una estera, a la sombra de los sicomoros, plantados en tiempos del bisabuelo del actual faraón.

Los obreros de la piedra se afanaban por dar forma a los enormes bloques de arenisca haciendo un cubo perfecto. Ver trabajar a esta gente me hizo sudar...

 Poco a poco, el sueño de la siesta se difuminó ante un paisaje tan nevado y arrasado por vientos huracanados que me dejó helada antes de darme cuenta que estaba mirando la tele.  Tiré de la manta de sofá, caída a mis pies y me dedicó una rutilante sonrisa como solo ella sabe ofrecerme desde que sabe que está entre mis objetos favoritos.

 

martes, 9 de enero de 2024

Vendavales tradicionales.

Los vendavales de enero empiezan a asomar la patita y en cuanto se abre la cristalera el comedor se llena de hoja muertas del árbol de la calle. Pero no puedo decirle nada porque canta misereres de la mañana a la noche.

- Lo único que me reconforta es que estarán en el Más Allá con tu abuelito - Se le ocurrió decir delante de la escoba. ¡Buena la hizo porque a la pobre le dio tal llorera que inundó la calle con sus lágrimas y tuvieron que venir los bomberos a achicar tanto líquido. 

No seré yo quién proteste porque vengan los bomberos. A falta de calendario que colgar en la cocina, no está mal echarles un ojo de vez en cuando.

Más tarde indagué a qué venía tanto llanto: - Nunca he sabido a dónde vamos las escobas cuando finiquitamos... ¡snif! ... Ahora lo sé... ¡snif!... ¡A barrer al Más Allá! Pero ¿cuándo descansaremos? ¡¡¡BUUUAAAAAAAAAAA!!!

Pascualita saltó de la pila de lavar del comedor al montón de hojarasca amontonado junto a la puerta de la cocina. Poco después salió arrastrando a Pepe el jibarizado y ambos jugaron de lo lindo entrando y saliendo del montón. La escandalera de la sirena la escucharon mi primer abuelito y los demás personajes. Ni la Cotilla ni yo tenemos acceso a eso, pero me bastó y sobró, oir al llavero jibarizado: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - Ganas me dieron de  barrer y tirar a la basura las hojas pero ¡cualquiera las toca! 

Entre el árbol de la calle y la escoba me tienen frita. ¡Jopé, ya!

 

lunes, 8 de enero de 2024

Dichosa Pascualita.

 Mientras desayunaba con Pascualita le hablaba para tenerla entretenida y no se tirara en plan bomba dentro de su taza de cola cao, se me nubló la vista: - ¡Aaaaayyyy, veo menos que un gato de plomoooooo! Tengo que ir a la óptica a por unas gafas...

Antes de acabar la frase, la sirena saltó y me puso perdida.Le hizo tanta gracia que repitió la jugada ¡La madre que la parió!

De pronto se hizo de noche. Y grité  como una posesa: - ¡Cotillaaaaaaaaaaaaaaa. No apague la luz, jodíaaaaa!

Mientras me desgañitaba oí la puerta de la calle y el saludo de la vecina: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿A qué viene la escandalera, boba de Coria? - ¿Usted ha apagado la luz? - No - ¡Lléveme a la Onceeee, porfi! - Mejor harías quitándote el cola cao de la cara.

Fue un alivio volver a ver la luz del sol. 

Recordé que tenía que ir a la óptica y me llevé a Pascualita. Hacía buen tiempo para salir a dar una vuelta y no me lo pensé más.

Sentada en la óptica con Pascualita en el bolsillo de mi anorak, nos entreteníamos las dos viendo la variedad de monturas que estaban expuestas en las vitrinas.

Todo fue bien hasta que la sirena, curiosa, saltó de su escondite al mostrador por el que reptó acercándose a unas gafas que alguien se había dejado allí.

La sirena pegó los ojos a los cristales y se vio reflejada aunque ella no se reconoció ¡y atacó! Sacó su dentadura de tiburón a pasear y fue a por su "enemigo" lanzándose contra las pobres gafas que se apartaron de allí sin decir ésta boca es mía. ¡Menuda la que se lió! Las monturas volaban de una parte a otra de la tienda y yo no podía coger a la sirena porque daba bocados a diestro y siniestro.

Cuando, por fin, llegamos a casa solo recordaba la cantidad de euros que debía pagar ¡por todo lo que la sirena rompió! Y no me bastan los euros que tengo en la hucha-cerdito...

domingo, 7 de enero de 2024

El chinchón.

El comensal de la Santa Cena, con sus treinta monedas en el bolsillo, es un rata. ¡No ha gastado ni una sola en éstas fechas de derroche y comilonas! Luego se extraña si lo miramos mal. Y encima, dice: - ¡Soy el más listo! He comido, bebido y sigo teniendo el mismo dinero. 

Claro que ésto lo dijo después de haber probado el chinchón. Descolgué el cuadro para quitarle el polvo, con un trapo en una mano y la copa de licor en la otra. Estaba tan concentrada que, sin darme cuenta tiré el chinchón sobre el cuadro como si fuera el Pronto.

No fui suficiéntemente rápida para secar el desaguisado y al chinchón, que le gusta zascandilear, le dio tiempo de colarse hasta el interior del restaurante donde, hace más de dos mil años, se cenó.

A los doce comensales les faltó tiempo para liarse a lametones de aquel líquido que habían visto pero nunca probaron ¡y les gustó! No dejaron ni rastro. Luego, asomados al cristal del marco y entre hipos borrachiles, reclamaron su derecho a probar todo lo que se les pusiera a tiro.

Ante eso optamos todos por dejarlos cantar y esperar que escampe. Fue por unanimidad del colectivo que vive en casa. Todo esto llamó la atención de mi primer abuelito: - Ahora me doy cuenta de que me vine al Más Allá sin haberlo probado, nena. - ¿El chinchón? pero si ya existía entonces - A tu abuela le gustaba mucho jejejeje... Yo era más de beber agua del botijo.

Acerqué la botella a la lámpara del comedor. El abuelito abrió la boca para que se la llenara de licor ¡y éste cayó, en plan cascada, sobre la mesa! ... Se nos olvidó que es un ánima.

sábado, 6 de enero de 2024

Vienen los Reyes Magos.

El balcón está lleno de zapatos de los abuelitos y de la Cotilla. Hay tantos que solo he podido poner uno mío en una esquina. - ¡Acaparadores! - le he gritado pero ni se han inmutado.

- ¿Tantas cosas has pedido a los Reyes, abuela? Pero si eres republicana, cooooñe. - "¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino?" (me replicó) - ¿Por qué no has puesto tus zapatos en la terraza de la Torre del Paseo Marítimo que hay más sitio? - "Allí ya está lleno."

Sonó el interfono: - ¡Hola, yo sel señol Li! ¿Estal señola Cotilla? Yo tlael zapatos. - ¿Para qué? - Pala balcón decil ella. - ¡La madre que la parió! 

Me llevé a Pascualita a la Cabalgata de los Reyes Magos. Lo hice para despejarme y porque los caramelos que tiran son gratis. La sirena miraba el panorama desde el termo de los chinos absolutamente relajada. Ni siquiera la batucada la alteró. 

Se notaba que estábamos colocadas casi al final del recorrido de la cabalgata porque los caramelos los daban con cuentagotas. A Pascualita le costaba tener los ojos abiertos e iba dando cabezadas...  Desde una de las carrozas, lanzaron al aire un buen puñado de caramelos y el tio que estaba a mi lado se convirtió en ¡el increíble Hulk! 

Puso los brazos en jarras con los codos hacia fuera. Abrió las piernas hasta casi partirse en dos. Se agachó ocupando, finalmente, un buen perímetro entre la acera y las vallas de seguridad. Y nadie tuvo narices de coger un solo caramelo más que él y a la velocidad del rayo. 

Me alteré porque aquel culazo era un bastión inexpugnable ¡y yo quería mi cupo de caramelos! - ¡Egoísta de las narices! - El grito despertó a Pascualita, a la que le gusta más una pelea que comer con los dedos y saltó a la cabeza del energúmeno para, en un plís plás, dejarla monda y lironda.

Nadie supo qué era el "remolino" que cacé al vuelo pero fue muy aplaudido

viernes, 5 de enero de 2024

Víspera de Reyes.

No ha sido hasta varias horas después de haberse ido los abuelitos, cuando me he dado cuenta de que Pascualita no está en casa. 

Después de comer con la Cotilla, fabada de bote, fui a por la sirena para dormir la siesta en la salita,  después de brindar con chinchón por algo y no apareció en la pila de lavar del comedor.

Pensé que, al haber pasado varios días preocupada por la desaparición del rolls royce, se habría quedado dormida en el interior del barco hundido. Pero le di unos golpes sin obtener respuesta. Opté luego por sacarlo a la superficie , y... estaba vacío. 

Pregunté a unos y otros y todos dijeron que no la habían visto en toda la mañana. Ni siquiera el árbol de la calle que no se le escapa una. Fue Pepe el jibarizado quien dijo algo coherente: - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO (que traducido quiere decir : se habrá ido con los abuelitos)

¡Claro, eso debe ser! - No me extraña que huyera - ¡Perdón! - ¡No le has calentado el agua con el frío que hace! - De repente todos se pusieron de uñas contra mi, incluso la Cotilla que, al entrar en casa después de haber estado toda la mañana "limpiando" los cepillos de "sus" iglesias, se acercó a la pila de lavar del comedor, metió la mano en ella - ¡Lo que me imaginaba, está fría! Solo tienes unas algas birriosas y eres incapáz de calentarles el agua ¡Que rata eres!

Llamé a la Torre del Paseo Marítimo. Se puso Geooorge que seguía llorando y sorbiendo mocos. - ¿Está mi abuela? ¡Que se ponga! - Madame,,, snif!... decir que ¡buaaaa!... no estar. - ¿Y tú porque lloras, GeooorgeBrexit? - Mi estar emocionadou... ¡¡¡AAAAAAAYYYYYYY!!!

 Colgué el teléfono y suspiré aliviada. Pepe el jibarizado tenía razón: Pascualita está con los abuelitos.

jueves, 4 de enero de 2024

La niebla.

Hay quien nace con estrella y quien nace estrellado. La abuela es de las primeras. Pasó de proletaria con estrecheces a millonetis total al casarse con Andresito. Y ahora no tendrá que pagar recompensa alguna por haber aparecido el rolls royce, debajo de casa, por arte de biribirloque.

Me han despertado los golpes que las ramas del árbol de la calle daban en los cristales. Poco me ha faltado para llamar a Parques y Jardines para que vinieran a talarlo pero era muy temprano.  

Envuelta en la bata y asomándome a la Cristalera pregunté: - ¡¿Que milk quieres, jodío?! - ¡¡¡EL COCHEEEE. EL COCHEEEEEEEE. EL COCHEEEEEEEEEEEE!!! - Sus gritos se escucharon en el Más Allá y mi primer abuelito apareció somnoliento, despeinado y vistiendo un sudario de felpa, tal cual. - ¡Anda, el rolls royce está en la parada del bus!

Y ahí estaba. Sucio, cansado y a pesar de todo, demostrando su poderío. Llamé a los abuelitos y se presentaron en un periquete. Geoooorge, con una taza de te en las manos, lloraba a moco tendido. Estaba muy emocionado. - "Es lo único que he comido ésos días! ... ¡snif! ..." 

Una pequeña "flecha" voló de la pila de lavar del comedor al escote de la abuela. Pascualita y la abuela celebraron la buena nueva.

- ¿Te raptaron? (preguntó Andresito) - El claxón, con un fuerte acento inglés, dijo: - Siempre he estado aquí. En la parada del bus - ¡¡¡¿CÓMO?!!! - Los comensales de la Santa Cena pegaron el oído al cristal del marco. - ¿Ha bebido chinchón de buena mañana? (preguntó el de las treinta monedas) ¡Yo también quiero! (el grito fue unánime)

Mi primer abuelito puso los puntos sobre las íes que estaban encantadas de ser las únicas representantes de la Elegancia - Lo tapó la Niebla espesa y contundente anunciada en la televisiòn. - Pero... ¿qué niebla ni que ocho cuartos? (preguntó Pepe el jibarizado) No había - ¡Había!. Lo que dice la tele va a misa! 

Todos le dimos la razón al abuelito.

miércoles, 3 de enero de 2024

¿La gente entiende lo que lee?

Estamos desbordados. Nunca pensé que fuéramos a tener tanta repercusión cuando pusimos el anuncio de la desaparición del rolls royce de los abuelitos. Desde entonces el teléfono no para de sonar, igual que el interfono y el timbre de la puerta de casa.

Los vecinos me han amenazado con denunciarme a los Municipales si no paro esta locura porque la entrada, la escalera, los descansillos y hasta el terrado están llenos de perros encontrados (dicen)que ladran y marcan territorio los muy jodíos.  Incluso diría que algunos no se han perdido jamás pero la recompensa es muy golosa...

Por teléfono preguntan si ya ha sido encontrado el coche, Cuando digo que no, cuelgan y siguen su frenética búsqueda. 

Uno me pidió que subiéramos la cantidad de la recompensa porque, entre lo que tiene en el banco y el dinero que ofrecen los abuelitos, podría comprarse un pisito en la Plaza de España. Respondí, categórica: - Esto es lo que hay, buen hombre. Además, yo, en ésto, ni pincho ni corto. - Con esa mala disposición para llegar a acuerdos no encontraréis ni un tornillo, boba de Coria. - ¡¿Pero que confianzas son éstas, cretino?!

Pascualita canta su pena sentada en el borde de la pila de lavar del comedor y los comensales de la Santa Cena se han taponado las orejas. El árbol de la calle llora y se lamenta: - Con mi inteligencia ... ¡snif!... y unas buenas piernas ya sería... ¡snif!... millonario.

He puesto un letrero en la puerta del edificio, para aclarar las cosas, que dice: - ¡¡¡PERROS, NO. COCHE, SI!!! - Pues me han puesto a caer de un burro: - Que si odio a los perros. Que si más perritos de cuatro patas y menos perritos calientes... Que te toreen a ti... El perro tiene corazón. Un coche NO...  Etc. etc. etc.


 

martes, 2 de enero de 2024

Año Nuevo... sin el rolls royce.

Estamos todos de capa caída, incluso el bus de línea a quien, secretamente, le encantaba que todo un rolls royce ocupara su sitio en la parada. No aparece el coche. Los abuelitos están que no levantan cabeza. 

Han denunciado su pérdida. Incluso han puesto un anuncio en el facebook ,que aparece junto a las desapariciones de cientos de perros asustados por los bombazos de los cohetes de fin de Año. Y aunque la foto que pusieron no es reciente, hay que ver lo guapo que sale en ella, con la carrocería brillando como el charol. De eso se encargaba Geooooorge, el mayordomo y desde aquí quiero que todo el mundo sepa lo bien que ha cuidado del rolls.

Pascualita está pendiente del teléfono. A ella le encantaba ir de paseo con la abuela en el coche y sobretodo, que tocara el claxón. ¡Aquello era una gozada para ella! Lo comenté una vez con mi primer abuelito. Por lo visto, mientras vivía en las profundidades del mar, se hundió un barco que transportaba un rolls royce y cuando ella lo descubrió se instaló en su interior tan ricamente. Solo que allí abajo el claxón no sonaba. Cuando, ya en tierra, lo escuchó por primera vez pensó que era un idioma ¡y lo aprendió! 

- ¿Cómo lo sabes si no se la oye? - ¡La oigo yo, nena! Por eso te lo puedo contar. 

Si alguien ve al rolls royce de los abuelitos llamen, por favor, al móvil de la abuela. Hay una buena recompensa. La Cotilla ya lleva horas recorriendo Palma, palmo a palmo...

 

lunes, 1 de enero de 2024

Las campanadas.

Menuda la que se lió anoche en casa cuando en la tele empezaron a dar las campanadas de la media noche despidiendo al viejo 2023. Primero fue por el ¿vestido? de la Pedroche: - ¿Esto que es? - El jamón de York que le sobró al marido, de los canapés. - ¡Pues a mi me gusta! - ¿El qué, boba de Coria? ¿El jamón? ¿El marido? ¿El vestido?... - No lo tengo muy claro pero si se quiere dar la nota... - Sí, hija, sí.

Uno de los locutores dijo algo como: ¡No hagáis trampas! Se comen en las campanadas no en los cuartos jajajajajaja - En ese momento, las uvas, tan modosas ellas, se enteraron de que no estaban allí de adorno y se armó la Marimorena. 

Despavoridas, corrieron sobre el mantel "Total-Navidad" de la tienda de los chinos del señor Li, buscando una salida para escapar de nuestras fauces: ¡¡¡SOCORROOOOOOOO. QUIEREN COMERNOS!!!

De la cocina llegó el OOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado solidarizándose con ellas, como no podía ser de otra manera.

La Cristalera se abrió de golpe: - ¡Por aquí! (gritó) - La Cotilla, viendo que se le escapaban las uvas de la suerte, se plantó en el balcón dispuesta a recuperar las suyas Y echándome la culpa de no haber cerrado bien puertas y ventanas. - ¡Dijeron que haría viento, jodía!

Las bolas de polvo, Pompilio, los comensales de la Santa Cena.. todos dieron escondrijo a los gajos de uva y, de repente, lo que faltaba para el duro ¡Estallaron los cohetes! 

De la calle, a duras penas, nos llegó el sonido del claxón del rolls royce de los abuelitos. Nadie se acordó de que no soporta los cohetes. Geoooorge voló escaleras abajo para calmarlo pero solo llegó a tiempo de ver como el cochazo se perdía tras la esquina, a toda pastilla - ¡Oh, nooo!