lunes, 30 de noviembre de 2020

La visita del médico.

 - "¡Holaaaaaaaaaa!... ¡Adiós!" - Salí corriendo del cuarto de baño. - ¿Abuela? - Me asomé al balcón con el tiempo justo para ver partir el rolls royce de los abuelitos.

La visita, si se le puede llamar así, fui un visto y no visto.

Interrogué a mi primer abuelito. - ¿A qué ha venido la abuela? - Yo, en sus cosas no me meto.- ¿La has visto? - Sí. - ¿Ha dejado algo? - No. - Entonces ha cogido algo. - Como te he dicho, no me meto en sus cosas. - Dicho ésto cerró su canal telepático conmigo y se dedicó a admirar una telaraña que adornaba una esquina del techo del comedor.

De repente tuve un presentimiento: ¡Pascualita!. No estaba en la pecera. Ni había rastro de agua sobre la mesa o el suelo. No se había ido reptando. - Corrí a la cocina: - ¡Pepeeeeeeee, la abuela ha raptado a la sirenaaaaaa!

El árbol de la calle, al oírme, alzó su voz llamando a Pascualita y le oyeron hasta en el último rincón del barrio. - ¡Chist, calla jodío! - Pero el mal ya estaba hecho. De ventana a ventana, de balcón a balcón, en las calles y plazas la gente se preguntaba ¿quién es Pascualita?

El rumor de miles de voces acalló los televisores. El nombre de la sirena iba de boca en boca. El clamor llegó hasta el cuartel de los municipales y el Jefe mandó a unos cuantos, Bedulio entre ellos, a enterarse de lo que estaba pasando. 

Todas las conjeturas de los vecinos caían en saco roto. Y cuando ya no quedaban más mujeres que descartar, Bedulio tuvo un pálpito que lo hizo palidecer al pasar bajo mi balcón - ¿Será uno de los fantasmas de ésta casa?

El rolls royce aparcó en la parada del bus a duras penas porque el gentío lo inundaba todo. La abuela entró en casa con Pascualita en plan broche, prendido en la solapa del vestido. - "¡Hale, ya tiene un termo nuevo mi chiquitina! Por cierto que el pobre señor Li tuvo un encuentro con un maleante que le puso la cara hecha  un cromo. Aún tiene secuelas... Dijo que fue en tu rellano, nena, cuando venía a decirte que ya habían llegado los nuevos termos... Le había pedido que te diera el recado... ¡Fuíste tú el maleante!" - ¡NO! Tu chiquitina de las narices.

Y el árbol de la calle seguía gritando: ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAA!!!

domingo, 29 de noviembre de 2020

Fiestas de Navigasta.

 He salido con Pascualita de paseo. Las luces de Navidad ya están encendidas aunque dan poca luz. No deslumbran. Son como de quiero y no puedo. Pero ahí están, anunciando las própximas Navidades que están a la vuelta de la esquina,

Esas luces son lo único que recuerda el tiempo que viene. Todo lo demás nos asalta por el camino. Se nos tira al cuello. Aprieto contra mi el termo de los chinos, temerosa de que le hagan daño a la sirena.  -¡Oigan, no me acosen! ¡No tengo dinero! 

Las radios dicen: COMPRA, COMPRA, 

- ¡COMPRA IMBÉCIL!

- ¿NO QUERRAS DAR LA NOTA SIENDO LA ÚNICA QUE NO COMPRA NADA? 

- ¿DE QUE PASTA ESTÁS HECHA, ANIMAL DE BELLOTA? 

- ¡¡¡COMPRA, JODÍA!!! 

- ¡SON LAS FIESTAS DE PAZ, AMOR Y COMPRAS!,  

- DE VOLVER A CASA CARGADO DE BOLSAS Y MÁS BOLSAS.

Las televisiones dicen: ¡¡¡COMPRA, BOBA DE CORIA!!!

Vuelvo a casa corriendo. Subo las escaleras sin aliento, entro, cierro la puerta de golpe y me refugio con la sirena, en el árbol de la calle. Estoy deseando que una hojita me lleve lejos, aunque sea durante dos segundos. La voz del árbol me dice: - ¿Qué me has comprado? Lo dice tan fuerte que el barrio entero pone la oreja para escuchar mi contestación. - N... o... 

Los que ayer querían talarlo, hoy montan una cacerolada a favor del árbol. - ¡Rácana, Tacaña! ¡¡¡COMPRA, COMPRA, COMPRA!!! - ¡Quiero irmeeeeeee! - pero, casualmente, no cae ninguna hojita a mis pies.



sábado, 28 de noviembre de 2020

Ciclogénesis explosiva.

 Ha sido escuchar la palabra Ciclogénesis explosiva en la tele, a través de la ventana abierta de la salita y el árbol de la calle ha abierto su boca para pedir ¡Socorro!

Todo el barrio se ha revolucionado. Los vecinos han salido a las calles apresurados, en bata, en chandal, en camisón.. Tal como les ha pillado la llamada angustiada. 

- ¿Qué te pasa, árbol? - Tengo miedo. Esa tormenta me arrancará de cuajo, me partirá en dos, perderé mi hermosa copa, ¿qué será de los nidos y sus habitantes. - Menudo plan ¿Y qué puedo hacer yo? - ¡Acójeme en tu casa!

Quedé estupefacta. - Si no cabes. - Me estrecho, doblego, aprieto, etc. etc. - Por muchos etcéteras que digas, no cabes.

Debajo de casa los vecinos llenaron la acera, la calle, la parada del bus, cuyo chófer cogió un cabreo de tres pares de narices y llamó a su jefe pidiéndo que lo trasladaran de ruta. De repente el árbol empezó a llorar y una riada de lágrimas, en plan aspersor, calaron a todos hasta los huesos. - ¡La madre que parió al árbol! - ¡Mi vestido nuevo. - Ya decía yo que tendrían que haberlo talado...

La calle se despejó como por arte de mágia y cuando llegaron Bedulio y sus compañeros a poner órden no encontraron a nadie. 

Mi primer abuelito, desde lo alto de la lámpara del comedor, seguía muy atento el desarrollo de la historia mientras yo me estrujaba mi única neurona para solucionar el problema del árbol de la calle. - De repente, dije: - ¡Di Acuna matata! - De la cocina llegó el OOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado. - El abuelito, telepáticamente, anunció: - Se ha cabreado. Cuando se lo comieron los de la tribu vecina, cantaban eso. - ¡Vaya por Dios!... Pues, una habanera. - El árbol empezó a cantar: Cuando en la playa la bella Lo... - Pascualita se estrelló contra el espejo del aparador dispuesta a comerse a su imagen. - ¿Tampoco? - Por lo visto, la Bella Lola fue rival suya. 

Seguí estrujando la neurona: . ¡Ya sé! ¡Supercalifragislisticoespialidoso! - ¡Nooooo! - Esta vez fue el primer abuelito quien se quejó. - ¡Mary Poppins NOOOOOOO!

La radio comentó que la ciclogénesis explosivo había explotado en el mar. 

Aliviado, el árbol de la calle cantó con todas sus fuerzas... y fuimos muchos los que pensamos: - No sé que es peor.


viernes, 27 de noviembre de 2020

Suena el timbre.

 Llamaron al timbre de la puerta mientras yo estaba en lo más profundo del sueño. Arrastrando pies y manta llegué hasta la puerta de la calle. Abrí y me recibió la oscuridad de la escalera. - ¿Hay alguien ahi?

Si lo había no dijo ni mu. Cerré y me acosté. Durante la noche llamaron tres veces y nunca encontré a nadie. 

Poco a poco me fui calentando y grité desde el rellano. - ¡¡¡IDIOTAAAAAAA!!! - Ya no me acosté. Me había desvelado.

Se lo conté a Pepe y a Pascualita mientras desayunábamos a la hora en que  empiezan a colocar las calles. Mientras hablaba me vino la abuela a la memoria. ¿Serían los abuelitos los que tocaban? Están acostumbrados a trasnochar y ahora, con la pandemia, no pueden ir a El Funeral. ¡Claro que han sido ellos!

Llamé a la Torre del Paseo Marítimo. - ¿Yesssssss...? - ¿Geoooorge?  ¿Eres tú? ¿Has bebido chinchón? - Estaba in the cama... - ¿Durmiendo? - No. Con... Marilyn Monroe... - ¡Ostras! ¿Tienes su ánima en tu cuarto? Yo tengo a mi primer abuelito - Tu ser muuuuuuuy tonta. - Y tu muy inglés. Dile a mi abuela que se ponga. - ¡YES! - Y colgó.

Miré el reloj, eran las cinco de la madrugada. Me llevé a Pascualita a la cama y nos quedamos traspuestas. Cuando volvió a sonar el timbre agarré a la sirena y corrí a abrir. Y tal como lo hacía, se la tiré a la cara de... ¡el señor Li!

Ahora duerme tumbado en el sofá de la salita apestando a chinchón. Nunca había visto un chino con la nariz tipo trompa de elefante, por la forma y por lo larga.

jueves, 26 de noviembre de 2020

La Cotilla está de parto.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, creo que estoy de parto. - ¿Perdón? - ¡Mira cómo estoy! - La Cotilla tenía una barriga prominente, exagerada. Como si la hubiese mordido Pascualita. - ¿Cuando le ha salido ésto? - Hace dos días... y se mueve. - ¡Jopé! Va a salir usted en el libro de los Récords como la madre más vieja del mundo. El embarazo supersónico... ¿Dónde ha pasado el fin de semana y sobre todo, con quién?

¿Es necesario éste interrogatorio que atenta contra mi vida privada, boba de Coria? - No lo sé pero yo tengo curiosidad. - Y luego la Cotilla soy yo. ¡Aaaayyyy, algo se ha movido aquí dentro! - ¿En su bolso?

Corrí al teléfono - Geoooorge, llama a mi abuela. - Madame decir que no estar para you. - ¡Es una emergencia! ¡La Cotilla está de parto! - Tanto chinchón ser malou. 

El rolls royce llegó en un suspiro. Tuvo que hacer una carrera con el autobús que llegaba a toda pastilla para coger el aparcamiento pero, el ladino del inglés, fue más listo y ocupó su lugar tradicional. Desde el balcón se oían los gritos de los usuarios contra el chófer. Algunos habían dado con sus huesos contra el suelo, otros perdieron los dientes en los cristales y las barras a las que agarrarse. Lo más suave que le dijeron fue ¡fklgpotp!

En casa rodeábamos a la Cotilla. Estaba tumbada en la antigua cama de la abuela, con el vientre cada vez más hinchado. - ¿No convendría llamar al médico? (insinué yo) - "Primero a los de la tele. Esos pagan las exclusivas." - La vecina, en lugar de opinar, decía: - Aaaaaaayyyyyy, aaaaayyyyy... - "¡Dime quién es el padre, jodía!" (gritaba la abuela) - ¡Y yo qué sé! 

De repente soltó un eruto que movió los cimientos de la finca. Los bomberos llegaron en ná y menos. - ¿Dónde es el incendio? (preguntaban) - Incendio, no. ¡Terremoto! - gritaban los vecinos asustados. Mientras, yo preguntaba intrigada: - ¿Ha sido niña o niño? - la Cotilla se levantó  y dijo: - ¡Uf, que bien me he quedado!




miércoles, 25 de noviembre de 2020

Un bisnieto raro.

 Las rachas de aire pararon de sopetón y el ánima de mi primer abuelito volvió a casa, alegre y enamorada. entró como había salido, llevado por los últimos ramalazos del vendaval y se instaló en su lugar favorito: en lo alto de la lámpara del comedor.

Sonó el teléfono. Era la abuela: - "Qué se la última vez que mandas de mi primer marido a la Torre del Paseo Marítimo. Menos mal que mi suegra es viuda porque, solo faltaría que se divorciara para casarse con un espíritu que le tiene sorbido el coco" - ¿A su edad? - "¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino, boba de Coria?" - Pues que... ¡yo que sé! - "Ahí le has dado ¡No tienes ni idea! ¿Cómo voy a tener un bisnieto si no sabes, ni la teoría ni la práctica." - No será tan difícil... - "Pues ya estás tardando... Dile a Pascualita que se ponga" - ¿?

Andresito se asomó: - ¿Es tú abuela? ¿Ha preguntado por mi? - Sí y no. - Pues me quedo unos días más.

Me llevé a la sirena a la cocina y le puse el teléfono dónde se supone que tiene la oreja. - ¡Ya está, abuela! - Pascualita escuchaba atentamente y al finalizar hizo la señal de OK con sus deditos palmeados. - ¿Qué le has dicho? - "Que le he comprado un hermoso merluzo vivo. Aaaaayyyy, tal vez ella sí que me dará un bisnieto." - ¿Eso? Será raro. - "No me importa cómo sea. Lo querré igual que si fuera de mi sangre... ¡snif!... Ahora me he emocionado"

- El abuelito dice que se queda. - "¿Y?" - Pues que no ¡NO!. En la tele solo salen tertulianos y yo no puedo ver a la Esteban ¡Llévatelo! 

Un grito desgarrador me sobresaltó. Pascualita mordía la entrepierna del abuelito. No tuve más remedio que dar un tirón seco para que la soltara. 

El pobre hombre gritaba, saltaba, lloraba, echaba espuma por la boca y sangraba como un toro de lídia. Aquello era un escándalo. Como lo eran las dimensiones que estaba tomando las "partes nobles" (ya ves tú que tontería de nombre) del abuelito.

La botella de chinchón obró, de nuevo, un milagro. Antes de caer en el coma etílico, Andresito dijo: - No sé que... he pisado... ¡Una ra... ta salta... rinaaaa! ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ

martes, 24 de noviembre de 2020

Mi primer abuelito es un galán.

 He recibido una llamado de Andresito. - Nena, ¿puedo quedarme unos dìas en tu casa? - ¿Por qué? - Te lo estoy pidiendo como refugiado familiar. Lo que está pasando en la Torre del Paseo Marítimo es para mear y no echar gota. Mi madre, a sus muchísimos años, está desmadrada.

Ya sabía yo que, yendo mi primer abuelito allí, se mascaría la tragedia. - Puedes venir pero no te olvides ni la cartera ni al mayordomo, que guisa muy bien.

El rolls royce no tardó en aparcar en la parada del bus. Me asomé al balcón al escuchar los primeros pitos. Vi bajar del coche al abuelito y a Geooooorge. Cargó con la maleta de Andresito, la llevó al cuarto de soltera de la abuela y se largó con viento fresco el jodío.

- ¿Por qué no se queda con lo bien que guisa? - Ese es el motivo. Tu abuela lo prefiere a él antes que a mi porque dice que no sé freir un huevo... sin embargo no dice nada de lo bien que me quedan cocidos.

Se le veía tristón. - Mi madre se ha vuelto loca. Baila con el aire, le sonríe, le besa, coquetea y le llama amor de mi vida. No sé que puedo hacer. - ¿Con el aire? ¡Ja! Déjala en paz que no está sola. - Ah, claro. Se imagina que está con mi padre... snif... que emotivo. - ¿Con tu padre? ¡Que va, hombre! - ¿Entonces? 

Cambié de tema. - Vamos a la despensa a elegir la lata que vamos a comer hoy. - ¿No hay otra cosa? - ¡¿Tú has visto el surtido que tengo, señor Caprichitos?! 

El balcón se abrió de repente y alguien me dio un guantazo que me tiró al suelo medio tarumba. - ¡Ayayayayayayayayayayayyyyyyyyyyyyyyyyyy! ¿Quién ha sido el cretino? - Perdona, hija, pero es que el viento me ha embaucado y traído hasta aquí dentro de un remolino.

Debajo de la mesa del comedor estaba el gran pez que me hablaba. - ¡Ni remolino, ni leches! Ahora mismo te hago en escabeche. - No puedes. Soy un pez volador y tu una picajosa ¡Anda y que te aguante tu tía! - Y salió volando, camino del Caribe.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Que suerte tienen algunas.

 Menudo vendaval está barriendo la ciudad. Las pocas plantas bajas del barrio están perdiendo tejas y caen convertidas en bombas contra el suelo.

Las ramas del árbol de la calle se balancean como la Momia cuando baila samba con los cubanitos-culito-respingones. Pero la música, bramidos furiosos que ya me dirás tú a santo de qué viene porque, ni el árbol ni yo le hemos hecho nada al puñetero viento. Y no me he callado. Asomada al balcón, cambiando de peinado a velocidad de vértigo, le he gritado cuatro verdades para que vea que no me chupo el dedo... Pero, con tanto escándalo ni yo me oía, salvo: - ¡¡¡... que te zurzan, jodío!!!

Esto fue lo escucho Bedulio, que pasaba bajo mi balcón agarrándose dónde podía, porque en ese momento el viento se tomó un respiro.

¡Huuuuy, lo que me dijo el Municipaaaaal! Lo he deducido por los gestos y lo peor ha sido que me ha dado la risa tonta mientras, por señas, le explicaba que estaba hablando con el viento. En esas estaba cuando volvió a soplar con redoblada furia y ante mis narices se llevó, volando, a mi primer abuelito. - Telepáticamente le escuché gritar: - ¡Prepárate, Momiaaaa, cariñooooooooo, que vengoooooooooooooo.


domingo, 22 de noviembre de 2020

Flotando como el abuelito.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! He llamado a tu abuela para que venga a sacarte de la nube en la que estás metida desde hace unos días. ¡A saber lo que has fumado, boba de Coria!

El rolls royce levantó una oleada de pitos y protestas cuando Geoooorge aparcó, como es costumbre, en la parada del bus por orden de la abuela que es muy suya y se cabreó muchísimo cuando, al ir a sacarse la tarjeta Ciudadana, creyendo ella que los viajes en autobús serían gratis debido a su edad, el empleado del mostrador le dijo que naranjas de la China: - Con lo que declara a Hacienda, le corresponde pagar 0,30 céntimos el viaje.

¡Madre, la que montó! Que si ella había sido una proletaria toda su vida laboral. Que qué tenía que ver que estuviese casada con un millonario. ¡Que a ver si paso detrás del mostrador y vas a saber lo que vale un peine...! Al final la echaron con cajas destempladas. - ¡Mi marido os pondrá firmes! (gritó al personal cuando salía por la puerta donde Andresito, con los colores del arcoíris reflejados en el rostro, se escondía detrás de Geooorge porque, ya se sabe que un mayordomo inglés aguanta, impertérrito, cualquier chaparrón.

Así que la abuela juró que se iban a acordar de ella hasta el día del Juício Final.

Media hora y varias copas de chinchón on the rocks más tarde, las dos amigas seguían intentando saber qué me pasaba, por qué no paraba de suspirar escandalosamente ni de mover las pestañas cual abanico andalúz.

Solo mi primer abuelito estaba al cabo de la calle del mensaje que  había recibido días atrás. Y como los fantasmas no hablan, sobre todo los que son abuelos, disfrutaba de la situación mientras las dos amigas se devanaban los sesos hablando de sexo. - "¿Has conocido a quién te hará a mi bisnieto?" - Yo me limitaba a decir: Frío, frío - mientras un hilillo de baba me caía por la comisura de la boca.

Cuando se fueron, una enfadada por no haber dado en el clavo y la otra pidiéndome: - De eso que has fumado. Y ésta noche en el trapicheo, me forro. - coloqué a Pascualita y a Pepe el jibarizado sobre el frutero de la cocina y leí el mensaje, una vez más, que me mandó Alfons Sart: UN MAESTRO: "Un maravilloso texto de Isabel Jiménez-Bravo, en la línea del mejor surrealismo hispano como el de José Luís Cuerda en Amanece que no es poco. Y otros." ¡Gracias, Alfons!


sábado, 21 de noviembre de 2020

Ha vuelto la paz.

 Ha vuelto la paz a mi calle. ¡Ya era hora! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Mira que cosa me he encontrado en la calle. - ¿Un saco? - Lleno de alpiste. La gente compra sin ton ni son y luego no saben dónde meter las cosas. En mis tiempos no había este derroche.

- ¿Y dónde dice que estaba el saco? - En la calle. Solo. Abandonado. - ¿Había alguna tienda cerca, Cotilla? - Una zapatería, una pajarería, un taller de bicicletas... - ¿Y no le da verguenza coger lo que no es suyo? - ¡Eso no lo he hecho nunca! Y el alpiste me lo llevaré para trapichear con él ésta noche. - ¡Pero si lo ha robado a la pajarería! - Ya salió Calixta, la lista ¿acaso estabas tu allí para verlo? 

El caso es que el pecado ya estaba hecho y dice el refrán que quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón, aproveché mientras la Cotilla miraba el programa de la Esteban, le quité unos cuantos kilos para dárselos a los gorriones del árbol de la calle.

Después de la siesta, atontada aún, me preparé leche calentita y al tomarla por poco me atraganto ¡había puesto alpiste en el vaso en lugar de cola cao.

Llamaron a la puerta. Un furioso señor Li me dio un empujón y entró como Pedro por su casa. - ¿Tú tenel alpiste? - ¡¿Cómo lo sabe?! (¡que listos son los chinos! pensé) - ¡Tú lobal, ladlona! - 

Tuve que contarle que había sido la Cotilla. Y justo en ese momento, me dio un golpe de tos y le puse al chino la cara perdida de alpiste colamalteado. - ¡¡¡TU DALME COLONAVILUS CON ALPISTE, JODÍA, AAAAAAAAAAAAAAH!!! - Y salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Mi primer abuelito se partía de risa mientras volaba a ras del techo dando volteretas. Pascualita se impulso desde el aparador, con su potente cola de sardina, hasta el cuadro de la Santa Cena y quedó sobre la mesa como si fuera parte de la cena. Pepe el jibarizado, desde su anaquel de la cocina, dejó oír su OOOOOOOOOOOOO, protestando porque no se había enterado de nada.


viernes, 20 de noviembre de 2020

Nuevos vecinos.

 Los vecinos se quejan del ruído que forman los del 4º piso. Me he quedado de piedra. - Pero si allí no hay nadie. La Cotilla vive en mi casa. - ¡Pues serán okupas. Y no mudos! 

Pascualita, subida en el borde de la pecera, me veía ir arriba y abajo del comedor. De vez en cuando me escupía buchitos de agua envenenada pero mis quiebros son de lo más artísticos y no me da ninguno. Tan absorta estaba en evitarlos que no oí entrar a la Cotilla, por eso, cuando saludó como es costumbre. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! pegué tal salto que di con la cabeza contra mi primer abuelito que estaba subido a la lámpara y lo estampé contra el techo. 

- ¡Jopé, Cotilla! con usted no gano para sustos... ¿Ha visto algún vecino? - No. - ¡Pues a mi siempre me encuentran! - Porque ibas para monja de clausura y te quedaste a la mitad. - Dicen que tiene okupas en su casa. ¡Normal! Se pasa la vida en la mía.

- ¿Okupas? Que raro. Los inquilinos no me ha comentado nada. - ¿Ha alquilado el piso? ¡Pues ya me está dando un tanto por aguantarla, darle de comer y domir! - ¡¿Ves como eres una egoísta?! Sabes que soy una pobre jubilada que no llega a fin de mes y... ¡snif!... - Dicen que hacen mucho ruído. - ¡Pero si son gente culta, agradable, alegre... Con decirte que trabajan en un circo!

 Un toque de clarín cortó el aire y mi primer abuelito se puso más firme que una vela e hizo el salud militar. - ¡¿Qué ha sido eso?! (pregunté alarmada) - La vecina dijo - ¡Van a abrir el toril! - ¿Hay toros? -  ¡Y leones! - ¡La madre que la parió, Cotilla! 

La llamada insistente a la puerta no auguraba nada bueno. - ¡Abra usted! - ¿Encima que voy a pagarte? ¡Lo tienes claro, boba de Coria!

Era la vecina del tercero. Temblaba como hoja en la tormenta. - Vengo... a bus...car a mi ma...rido. - Aquí no está... - ¡Sí! Al toque de cla... rín ha saltado al patio ... de luces ¡Es mompeller! ... ¡¡¡BUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!



jueves, 19 de noviembre de 2020

¡Solucionado!

El problema del árbol de la calle quedó zanjado cuando llegué a un acuerdo con él. Solo cantaría en las fiestas: del barrio, del Patrón de la Ciudad, en Carnavales y en las verbenas veraniegas. El resto de días lo haría cuando se lo pidiera yo y flojito.

El árbol es de buen contentar. El Alcalde, a quién le había caído el marrón sin comerlo ni beberlo, suspiró aliviado aunque seguía en pie el asunto de la sustitución de árboles de la Plaza por los que se talaron sin venir a cuento, pero eso es otro cantar.

Hicimos una performance en la que pedimos el indulto para el árbol de la calle. La gente, concentrada en mi calle, con un pañuelo verde en las manos, como hacen los taurinos, agitándolo al grito de ¡¡¡I.N.D.U.L.T.O. YA!!!.  El alcalde, haciéndose un poco el remolón, sacó por fin, su pañuelo verde y aquello fue un clamor. La gente bailaba, gritaba, se daban el codo, siempre respetando las distancias y con mascarilla.

Pero no todos quedaron contentos. Por ejemplo, a los que les sentaba de maravilla irse a dormir tempranito. A quienes les gustaba oir cantar al árbol, que no eran pocos. Y en un momento dado, se armó un zafarrancho entre estos y los que despotricaban del árbol y querían abatirlo. 

La "Fiesta" acabó con Bedulio y sus compañeros vestidos de Robocop, dando mandobles a diestro y siniestro. Momento que aprovechó la Cotilla para calentarme la sangre. - ¿A que no has pedido al alcalde que te pague un caché cuando el árbol cante en las fiestas? - Pues no... - ¿Ves cómo nunca vas a tener un duro? ¿Cómo quieres que te salga un padre para el bisnieto de tu abuela, boba de Coria? - ¿Por qué me tienen que pagar a mi, según usted? - Porque el árbol está en tu balcón ¡Que es que hay que dártelo todo máscado, jodía! Que cruz tenemos contigo.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Nunca llueve a gusto de todos.

 Los abuelitos se han instalado en casa para poder escuchar, a todas horas, las canciones del árbol de la calle. Lo han hecho sin pedirme auxilio familiar ni nada. Por la patilla.

Cuando las baladas son muy románticas, Andresito babea pegadito a su mujer que se deja querer. Y es entonces cuando  mi primer abuelito me hincha la cabeza con sus ataques de celos. Nuestra comunicación telepática evita que nos oigan los demás... a pesar de que, a veces, se me quedan mirando boquiabiertos... - ¿Qué pasa? - "Eso digo yo. ¿Hablas con alguien?" - Aún no me he vuelto majareta, abuela. - "Pues no parece que te falte mucho."

Pascualita tiene un estado ánimo contradictorio: por un lado está feliz de tener cerca a su amiga del alma. La abuela la mima en cuanto tiene ocasión, que es menos de lo que la sirena quisiera porque siempre hay moros en la costa: el abuelito, la Cotilla y el mayordomo inglés.

Cada vez son menos las personas que vienen a escuchar cantar al árbol porque ha logrado que su voz se escuche en todo el barrio aunque con un tono mesurado. También los gorriones han dejado de alborotar. Han llegado a un entente con el cantante imponiendo su horario. El árbol canta Las Mañanitas para despertarlos... a la hora que se despiertan normalmente. Y una nana, Duérmete niño, a la hora en que se van a dormir. Ambas horas son muy tempranas para las personas.

La consecuencia es que, no solo los gorriones y demás aves, se duermen plácidamente, las personas también. A las siete de la tarde ya no hay nadie despierto en el barrio. 

Y han empezado las quejas de los sectores afectados: los comercios de todo tipo. Las personas que trabajan lejos del barrio que, al volver, lo encuentran todo cerrado, en silencio y escuchan los ronquidos apacibles de los durmientes, se sienten solos y abandonados por los suyos.

El resultado y capitaneado por la Cotilla que se encuentra este panorama cuando regresa de sus trapicheos nocturnos, es una protesta, diurna, en la que se pide volver a la normalidad ¡y talar el árbol de la calle! ¿Qué dirá ahora el Alcalde? ... 


martes, 17 de noviembre de 2020

Soñar no cuesta nada.

 Desde que se corrió la voz de que había un árbol cantante, el barrio de Pere Garau está revolucionado. Los vecinos de las calles más alejadas vienen a ver el fenómeno y aplauden a rabiar después de cada concierto.

El Ayuntamiento ha tenido que poner orden para evitar sustos con el coronavirus. Los niños de los colegios han impreso montones de mascarillas con la figura del árbol de la calle y las venden recaudando fondos para las familias más necesitadas en lugar de para el viaje de estudios que no `podrán hacer.

A casa han venido representantes de Inmobiliarias, la primera ha sido la del señor Li, para que les venda el piso por la cercanía con las ramas del árbol. Me han ofrecido cantidades desorbitadas pero he dicho que no... aunque después he tenido que tomarme meda botella de chinchón. Como les he dicho a todos ellos: el dinero se gasta, el árbol perdura. - El señor Li ha sido el más expeditivo: ¡Yo sabel que tu sel tonta del culo, pelo no tanto, boba de Colia!

El alcalde también se acercó a escuchar cantar al árbol y, emocionado, juró y perjuró, que no lo talaría. Los vecinos del mercado aprovecharon para echarle en cara que no haya repuesto los tres hermosos árboles que mandó talar, a pesar de decirlo públicamente.  

Pascualita se pasa el día sobre el alfeizar de la ventana de la cocina disfrutando de aquella magnífica voz. Y Pepe está más tiempo en el fondo del acuario que en su estantería. Es que no aguanto su escandaloso OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Poco a poco, los gorriones volvieron a sus nidos. Yo compré una montaña de cajas de aspirinas para el dolor de cabeza. La Cotilla se convirtió, por amor al euro, en cicerone de quienes llegaban de otros barrios y explicaba una rocambolesca historia sobre el árbol callejero que se prendó de una hermosa flor... o de una linda pajarita... o de la Luna... La versión cambiaba para no aburrirse ella repitiendo lo mismo cada día.

Y yo salgo al balcón de noche, cuando el árbol duerme, salto su rama y me subo a una hojita que cae a mis pies. Abro los ojos y...

lunes, 16 de noviembre de 2020

El árbolcanta o el cantaárbol.

 Al paso que vamos voy a montar un coro, algo estrambótico, sí, pero tan escandaloso que los vecinos pagarán dinero para que los haga callar.

Convivir con la Cotilla me ha enseñado que se puede sacar dinero hasta debajo de las piedras. Aunque, yo, por más que he buscado solo he encontrado dragones ¡iiiiiiiiiiih! (no puedo ni nombrarlos)

Pero, si la Cotilla, que esa sí que sabe de qué habla porque es un genio del trapicheo, lo dice, será verdad.

La idea me ha venido después de tener que tomarme una tortilla de aspirinas "gracias" a Pepe el jibarizado. ¡Le ha dado por "cantar" a todas horas! (No sé de dónde saca la voz si no tiene cuerdas vocales ni nada que se le parezca)

A la escandalera se ha unido una voz potentísima que parecía salir de las tripas de casa. Y me puse a buscar, frenéticamente, al o a la propietari@

No encontré nada. Era tal la potencia que los gorriones del árbol de la calle habían emigrado a otro barrio.

A duras penas escuché el timbre de la puerta. Era Bedulio de uniforme. - ¡¿Sabes de dónde viene "eso"?! (señaló el techo con el bolígrafo que llevaba en la mano) - ¡Pues... de ultra tumba! (es que arriba estaba mi primer abuelito) - ¡¡¡NO EMPECEMOS, BOBA DE CORIA!!! - ¡Tu me preguntas, yo contesto! (teníamos que gritar para entendernos) - ¡Estamos hablando del ruído! 

- ¡Me ha dado la impresión de que, junto al árbol, se oye más! 

En efecto. La maquinita de los decibelios que llevaba el Municipal, se volvió loca. Y entonces vi lo que pasaba: Al tronco, bajo una de las ramas, le había salido ¡una boca de dos palmos de ancha y honda como un saco de patatas! Bedulio llamó a Parques y Jardines para que vinieran a arrancar el árbol de raíz. Lo saqué a empujones de casa y corrí al balcón. - ¡Escucha, árbol. Canta ésto! - Cuando llegaron los del Ayuntamiento, la voz se había templado y el Brindis de la Traviata tenía prendados a los vecinos. Uno gritó: ¡¡¡Tocad ese árbol y en las elecciones nos veremos las caras!!!

domingo, 15 de noviembre de 2020

¡Y sigue creciendo!

 La mascarilla no para de crecer. Ya son unos catorce metros los que arrastro por el suelo, de mala manera, porque "la cola" sale de delante, no como las de las novias que la llevan detrás. 

Por eso no paro de caerme al hacerme la zancadilla. Esto es un no vivir. Eso sí, mis caídas son recibidas con OK y OOOOOOOOO ¡la madre que parió a los monstruítos! También mi primer abuelito aplaude. Ha tenido que volver el muy jodío, justo, cuando me he encontrado con éste embolado.

La Cotilla ha aprovechado la oportunidad para sacarse unos cuartos vendiendo tela de mascarilla. Cada día corta el trozo que ha crecido el día anterior. Me hace un favor porque me aligera del peso pero tampoco quiero que corte mucho porque la cola me sirve de mantita de sofá cuando me siento a dormir la siesta mientras "veo" el programa de la Esteban.

Esta tarde me he asomado a ver pasar la vida. Sin darme cuenta, "la cola" se ha caído por el agujero del balcón llegando hasta la calle. A los niños que jugaban en la acera les ha faltado tiempo para usarla de columpio y cuando se han cansado han jugado a ser Tarzán. El más ágil ha subido a pulso hasta el balcón. 

Como mi retaguardia está al descubierto no he tenido más remedio que meterme en el árbol de la calle y subirme a una hojita. Al abrir los ojos estaba caminando sobre una tabla apoyada en la borda de un barco pirata que no eran guapos, ni límpios pero sí bastante bestias. 

Al ver el mar bajo mis pies y unas aletas muy poco amigables dando vueltas por allí, deduje que alguien me hacía pasar por la plancha con muy malas intenciones. Un pinchazo en el trasero me lo confirmó. Las risotadas me helaron, más todavía, la sangre en las venas. Me volví, furiosa: - ¿No podéis entreteneros con otra cosa? - Ycomo un solo hombre, contestó la tripulación al completo: - ¡No! Falta mucho para que inventen la televisión. ¡¡¡CAMINA!!! - Menos mal que, en ese momento, volví al balcón... con el recochineo de los niñatos de la calle, porque lo hice de espaldas.


sábado, 14 de noviembre de 2020

¿Por qué a mi?

 Mi problema va creciendo, por eso decido contárselo a la abuela porque Pepe y Pascualita, a su manera, se han cachondeado de mi.

- Geoooooorge, dile a la abuela que se ponga, porfa. - Mi ser inglés ¿you saber? - ¡Claro! - Mi españolo ser buenorro... - Sí, hijo, sí. - Tu hablar mal españolo, pardala. ¿Qué ser porfa? ¿Tú querer que yo decir a you My tailor is rich? ¿Qué contestar tu a mi? 

Me quedé a cuadros: - ¿Me estás dando una conferencia sobre algo que te molesta, estirado mayordomo inglés? - ¡Yes! - Vale. Pues ahora da medida vuelta, acércate a MI abuela y dile que quiero hablar con ella ¡Andando, que es gerundio! - +`qw'eitpqwivtn0289347tvq9 - ¡¿QUÉ DICES?!

- "¿Por qué se cabrea Geoooorge cuando llamas?" - Influencias del Brexit... digo yo. Estooo, tengo un problema, abuela. - "Y yo. Y Andresito. Y el vecino del palacete de la esquina... ¡Hasta el Obispo debe tener un problema con la que está cayendo, boba de Coria!" - Vale, pero como el mío no lo tiene nadie. Ven a casa y lo verás.

- "¿Sabes que soy persona de riesgo, no?" - Sí, por la edad... - "¡¿La edad de quién?! - (Oh, oh. Acababa de tocar un tema tabú y pensé rápido): - ¡De la Momia! - "Exacto" - Aún así, deberías verlo.

- Geoooorge aparcó el rolls royce en la parada del bus bloqueando la calle. En seguida llegó a mi ventana el concierto de pitos habitual.

Cuando la abuela y el mayordomo me vieron abrieron los ojos como platos. Después ella, algo confundida, dijo: - "¿Te ha tomado las medidas un exagerado?"  - No. Sale así. Y no deja de crecer... - "Bueno, busquemos la parte positiva... con semejante mascarilla vas a ahorrar en ropa" - ¡Piiiiiiiiiiip Respuesta equivocada, abuela! - Y mientras daba una vuelta, despacio, para que vieran que, aunque la mascarilla me llegaba ya a las rodillas cubriéndome la parte delantera del cuerpo desde los ojos, no pasaba lo mismo con la espalda. Allí no crecía nada ¡NADA! 

Me ofendió escuchar las risas contenidas de la abuela y el inglés pero no podía negar que iba con el culo al aire.


viernes, 13 de noviembre de 2020

La mascarilla.

 - ¿Os habéis dado cuenta de que, en casa están pasando fenómenos extraños que no tienen nada que ver con que mi primer abuelito, convertido en fantasma, se columpie en las lámparas. Es otra cosa. A ver si me sé explicar. Todos sabemos lo que es un gusano de seda... ¿verdad? - El ojo-catalejo de Pepe inició un garbeo visual, en plan despiste, de lo que nos rodea: la cocina. Pascualita, por su parte, se ha tirado de cabeza al azucarero y ahora el suelo, al pisarlo, hace cric, cric y me pone los dientes largos.

- ¡¿No sabéis decir, NO, coñe?! - Pues es como una araña... a la que no se parece nada peeeeero, ambas fabrican hilo aunque cada una lo usa a su leal saber y entender... ¿Os queda claro? 

- Seguiremos la pista al gusano de seda: es largo, blancuzco (casi como tu, Pascualita, solo que él no da grima), tiene patitas... jijijiiji... ¡No como vosotros jajajajajajajajajajaja!  Bueno, vale.No me río más jijjiji. El gusano usa la seda para hacer un capullo y meterse dentro. Pasados unos días... (el ojo-catalejo me tiene enfocada y no pestañea porque no tiene párpados) (Pascualita asoma la jeta entre el azúcar) rompe el capullo y aparece (aquí hago un redoble de tambor para dar más intriga al asunto) ¡¡¡UNA MARIPOSA!!!

Ni se inmutan. Vaya chasco. - ¿Tampoco sabéis qué es una mariposa? ¡¿Pero a que porquería de colegio fuísteis?!... Una mariposa es... - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Estás hablando sola, boba de Coria? - Ejercito la... estooooo... la memoria... eso mismo. - Falta te hace. ¿De que va el ejercicio? - De la metamorfosis (viendo la cara de asombro de la Cotilla, me vengo arriba dispuesta a reirme de ella) ¿sabe la señora robavelas lo que es esooooo? - Lo que hiciste tú al nacer. Ibas para escarabajo y te quedaste en tonta del bote. - ¡Cotilla!

Menos mal que se fue enseguida, no sin antes dejar un buen cargamento de velas en la salita. Retomé mi discurso en cuanto se cerró la puerta de la calle. - Lo que le ha pasado al gusano de seda se llama metamorfosis, guapitos de cara. ¡Y eso me está pasando a mi! - Ambos me miraron con asombro. - No  me he convertido en mariposa, vaaaale. Pero, desde hace unos días, la mascarilla forma parte de mi ser. Me he convertido en una mascarilla andante.

- ¡Mirad, ahora es mi segunda piel facial! ¡No me la puedo quitar! - Pepe, emocionado, soltó un laaaargo OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Pascualita, desde el azucarero hizo la señal de OK con sus deditos palmeados. - Tenéis razón. Es una pasada saber que NUNCA se me va a olvidar la mascarilla en casa.

jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Qué es una siesta sin ciclistas?... un horror.

 Mi primer abuelito se ha puesto en plan divo. Está ofendidísimo desde que le prohibí que contara sus descubrimientos a cerca de Pepe el jibarizado y ahora, que le he dicho que ya puede hablar, se ha evaporado en el aire dejando un olorcillo a cuerno quemado.

Como ya me estoy cansando de ésta tropa, voy a dedicarme a mi... y a Pasculita. Me gustaría haber empezado la mañana con un baño de sales marinas y espuma hasta el techo del cuarto de baño pero me ha tocado ¡limpiar el cola cao que ha tirado, como de costumbre, la media sardina!

Esto me ha puesto de mal humor. Pero no todo ha sido malo. He conseguido callar a Pepe el jibarizado. Lleva dos días de protesta y tengo grabado en el cerebro su puñetero OOOOOOOOO. 

He pensado que lo mejor era meterlo en el acuario. Ahogarse, no se va a ahogar porque, con morirse una vez, ya vale. Y Pascualita no se lo va a comer porque es algo así como un amigo... Y lo más importante, por más que grite el llavero bajo el agua, desde fuera no lo oiré. 

Sin pensarlo más, cogí a Pepe por las llaves, hice un molinete con el brazo y lancé al jibarizado al acuario, solo que no calculé bien y se estrelló contra la mesa de la Santa Cena y de allí, ahora sí, rebotó y se sumergió en el acuario hasta perderse entre las algas del fondo arenoso.

Pascualita no perdió detalle y cuando saltó hacia el agua la alcancé al vuelo y sin darle tiempo a reaccionar, subí a la rama del árbol de la calle más cercana al balcón, en el momento en que una hojita vino hacia mi, se subí en ella y tuve el flasch de ver como el rolls royce de los abuelitos aparcaba en su lugar favorito: la parada del bus.

Al abrir los ojos me estaban coronando en el fondo del mar. En una sima enorme donde no llegaba más luz que la que algunos de los peces producen. Pascualita nadaba feliz alrededor de mi trono de madreperla.

Un hermoso tritón apareció ante mi portando un tridente enorme. Lo reconocí enseguida por la fuente que hay en Madrid: era Neptuno. Entonces me pregunté qué hacía yo allí, respirando tan pancha a tropecientos metros bajo el mar. 

En cuanto escuché el chirrido que formaba el roce de muchos dientes contra otros, afilándose, me sentí  besugo a la sal solo que sin hornear. Pascualita había invitado a su parentela ¡a comerme! Cerré los ojos y al abrirlos, estaba en la salita de casa saliendo de una extraña siesta... ¡Ciclistas! ¿Dónde estáis, jodíos?

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Donde dije Digo, digo Diego.

 ¡AAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYY! No, no estoy cantando flamenco. Es que me ha crujido la espalda y si me siento no me levanto. Y si me levanto, no me siento...

Toda la culpa la tiene Pepe el jibarizado. Lleva desde ayer haciendo OOOOOOOOOOOOOOOO a todo volúmen. Ya no sé como tengo que callarlo. Hasta lo he tapado con la olla exprés y ahora su voz suena como el lamento de un ánima en pena. - ¡¡¡Calla ya o te arranco la pelambrera que tienes, jodío!!!

Mi primer abuelito llegó muy ufano a contarme las cosas que había conocido de la vida anterior a convertirse en llavero de Pepe pero yo, poniéndome un dedo sobre los labios, le hice callar. - ¿Qué pasa? (dijo, telepáticamente) - No se va a hablar más de éste asunto. Punto. - Peroooo... - NI pero, ni pera. Y pasé a contarle lo que pasaba. - ¿Y? - ¿No lo entiendes? - ¡Claro pero ¿y?! - ¿No oyes como grita? - Sí pero ¿y? - Ay, abuelito, no me saques más de quicio de lo que estoy.

Se subió sobre la olla exprés y se sentó a esperar. - Pascualita se asomó al borde del acuario tapándose las orejas. Después me miró y sacó la dentadura de tiburón a pasear. - ¡Que harta me tiene ésta cabeza! - Un rato después, el OOOOOOOO subio varios tonos y aquello ya fue inaguantable. Saqué a Pepe de la olla y lo encerré en el tambor de la lavadora, poniendo encima todas las mantas que encontré. Pero el grito se seguía oyendo ¡No había nada que hacer! Entonces me senté en la salita a ver el programa de la Esteban. Verla la vi pero no pude escucharla. Y, encima, cuando menos lo esperaba, subió varios tonos más. 

- ¡Ya está bien! Hasta aquí hemos llegado. Me levanté de un  salto de la butaca mientras una rabia compacta me atenazaba la garganta y... un ¡CRACK! en mi espalda hizo que a los vecinos de la escalera se les pusiera la piel de gallina. 

Al principio pensaron que crujía el edificio entero y temblaron pensando en el desalojo. Después salieron a la calle corriendo despavoridos. - Fue en ese momento cuando pronuncié la famosa frase: ¿Por qué no te callas? - El abuelito me informó.: Se ha enfadado tanto porque no quieres que se publique su historia. - ¿En serio? ¿Y su dignidad ofendida? - A la porra con eso ¡Quiere ser famoso! -  ¡DILE QUE LO CONTAREMOS TODOS PERO, QUE SE CALLEEEE...!

martes, 10 de noviembre de 2020

La dignidad.

 Se me ha ocurrido una idea genial y se la he contado a Pascualita y a Pepe porque, las cosas que se explican y razonan, quedan más redondas. Además, para ésta idea necesito la colaboración de mi primer abuelito y como siempre anda por las alturas y está resultando ser más cotillo que la Cotilla, se enterará enseguida de cuál será su cometido.

Subidos en el frutero de la cocina, sin cola cao a la vista para no despistarse cuando les hable, tengo a la media sardina y al llavero. Y a mi primer abuelito sobre la nevera. Lo he visto de reojo.

- Querido Pepe, creo que ha llegado el momento de que desveles tu vida anterior a quedarte sin cabeza sobre los hombros, para que te conozcamos de verdad. 

El ojo-catalejo fue recorriendo la cocina hasta detenerse delante de mi y me enfocó. La boca, ahora descosida, fue formando una O y de ese agujero vacío, salió su famoso OOOOOOOOOOOO.

- ¡Vale, vale! Vamos a necesitar la participación de mi primer abuelito porque, al ser fantasma, lo ve todo, lo entiende todo e, incluso, puede entenderse con tu cerebro... bueno, espera. Creo que me he pasado de la raya porque, a saber el tiempo que hace que se lo comieron tus vecinos de la jungla. Bueno, en todo caso, se entenderá contigo ¡No me cabe la menor duda porque es el mejor fantasma que han conocido los milenios! (he pensado que un poco de coba no le sienta mal a nadie)

Como por arte de mágia, apareció sobre la mesa de la cocina con una sonrisa de oreja a oreja, - ¡Sabía que no me fallarías, abuelito! (y le tiré un beso) Ya sabes tu cometido: descubrir quién fue Pepe antes de ser jibarizado. Y por qué lo fue. ¿Podrás hacerl...? - En un santiamén desapareció, poniéndose manos a la obra.

Entonces ocurrió lo más inesperado. Lo impensable. Algo que me sacó los colores. 

El ojo-catapulta, fijo en mi, se arrugó un poco hasta parecer que fruncía el ceño. El OOOOOOOOOO sonó más potente que nunca. - ¿Qué pasa, Pepe? - También Pascualita reaccionó, impulsándose con su potente cola de sardina. Salió por la ventana y desapareció en la copa del árbol de la calle no sin antes enseñarme, amenazadora, sus dientecitos de tiburón. 

Y entonces me di cuenta de que no le había pedido permiso a Pepe para urgar en su vida. Sentí que la cara me ardía de vergüenza porque, por mucho que se lo merendaran enterito, algo de dignidad quedó prendida en su ¿pelo?... ¿una mejilla?... ¿los hilos que cosían su boca?... y yo lo había ofendido.
















lunes, 9 de noviembre de 2020

Que rencorosa es la abuela.

La abuela me llama cada dos por tres para recordarme que tiene muy presente que no le he hecho ningún regalo por el "aniversario". - ¿Qué quiéres decir con esto? - "A buen entendedor pocas palabras bastan" - Pues me he quedado como estaba. - "He dicho A BUEN ENTENDEDOR, BOBA DE CORIA"

En la última llamada me ha cantado a voz en grito: - "¡Quién ha pintao tus ojeras, la flor de lirio reaaaaaaaal!" - ¡Abuela, no grites! - "¡Porque te has puesto de seaaaaaaaaa, Aaaaaaaaaaaaaay, campaneraaaaaaaaaaa, ¿por qué seraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa?!... ¿Qué haces, Andresito? (oí que decía) ¿Para qué llamas a la ambulancia? ¡NO, NO ME DUELE NADA!"

Durante un rato, el tiempo que se pasaron discutiendo los abuelitos, me dejó en paz. Y aproveché para hablar con mi primer abuelito. - Si vuelve a llamar ponte tú al teléfono. Al fin y al cabo, es tu mujer.

Me ha dicho, telepáticamente, que ¡Nanay de la China! - ¿Te parece normal lo que hace? - No, pero eso fue lo que me enamoró de ella. - Pero si te mandó al otro barrio. - Fue sin querer. - ¡JA! ¿estás tonto? - 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! - ¿A que estás discutiendo con Pascual? ¡No me lo niegues, boba de Coria! ¡Te he pillado! - Pues no. Con Pascual no, pero sí con mi primer abuelito... - ¡Calla, calla, no mientes al Diablo! - ¿Se arrepiente de haber ayudado a darle el pasaporte al otro barrio, Cotilla? - No te diré que no pero... cuando te veo, con tu cachaza, tu poca gracia, tu... - ¡Alto! ya está bien de piropos. - ¡Es que eres igual que él! A veces hasta me dan ganas de ... ¿está por aquí tu abuelito?... - Encima de la lámpara del comedor. - Vale, pues me dan ganas de mandarte con él. - ¡¡¡ABUELITO ¿LO HAS OÍDO?!!!

Cayó espatarrada al suelo y tuve que volverla en sí a base de chinchón. La próxima vez le tiraré a Pascualita encima y que la espabile. Me saldrá más barato que comprar otra botella.

domingo, 8 de noviembre de 2020

49 AÑOS DE CASADA.

El desayuno es un momento muy importante del día, por eso me gusta hacerlo junto con Pepe el jibarizado aunque no coma nada, y Pascualita que, por mucho que se lo he dicho y repetido, es incapáz de estarse quieta. Tiene que saltar dentro de su taza de cola cao como si le fuera la vida en ello. - ¡Un día te sentará mal el poco cola cao que tomas, animal de bellota!            

Mi primer abuelito hace ya un tiempo que también se junta con nosotros y me sale tan barato como Pepe, uno porque no tiene nada dentro de la cabeza, literalmente y el otro porque es un fantasma. 

Y así, reunidos todos los de casa, me gusta contarles cosas como, por ejemplo: - Me ha llamado la abuela para decirme que hoy celebra sus bodas, casi, de oro. - El único que dió señales de vida (es un decir) fue mi primer abuelito. Desvió su atención de la sirena a mi.

- Ella dice que, si junta el tiempo de vuestro matrimonio, más lo que lleva casada con Andresito, hacen 49 años. Y, naturalmente, quiere un regalo. Le he razonado que esas cuentas no se llevan así y me ha llamado ¡tacaña! ¡avariciosa! ¡mala nieta!... ¡Pascualita, para ya, coooooñe!

- ¿Qué puedo hacer, abuelito? - Telepáticamente me llegó su respuesta. - Tu abuela tiene razón porque si yo junto mi matrimonio con ella más el tiempo que llevo de ánima errante ¡también cumplo hoy 49! - ¡No vale. Tu estás muerto! - ¡Exacto "ESTOY" Por lo tanto, cumplo esos años ¡Y QUIERO UN REGALO, TACAÑA!

- ¡Avemariapuerísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿adónde vas tan deprisa, boba de Coria? - ¡A contar los frailes, Cotilla!

sábado, 7 de noviembre de 2020

Me duele la cabeza.

 La Cotilla me ha dicho que no piensa comer más en casa porque está hasta el moño de comer siempre lo mismo. Además la fabada le cae pesada y luego todo el día tiene la sensación de estar saciada y claro, ni merienda ni cena y eso no puede ser porque ella es mujer de comer todo lo que le toca y, en éste caso, no lo hace. ¿Y quién se come lo que no me he comido yo? - La miré ojiplática. - ¿Tú, acaso? (me preguntó) - Pues... creo que no. - Entonces ¿quién? - No tenía ni idea aunque, poco a poco, se fue formando en mi mente la cara de Pascualita. ¿Ella se come lo que la Cotilla ha dejado de comer por estar saciada? 

Me he pasado todo el santo día pensando en ello. Estoy segura de que yo no soy porque me daría cuenta a no ser que... ¿y si soy sonámbula y como mientras duermo? o Pascualita aprovecha mi sueño y come ella.

Fui a ver a la sirena. Estaba profundamente dormida, flotando cerca de la superficie del acuario. Sin pararme a pensar, la cogí de sopetón con lo poco que le gusta eso y la estuve examinando mientras ella lanzaba dentelladas a diestro y siniestro porque, si algo la subleva, es que la despierte bruscamente.

Y no, Pascualita no había engordado. La tiré al acuario y seguí dándole vueltas a problema que me había planteado la Cotilla.

- ¿Tú qué dices, Pepe? ¿Eres tú quien se come lo que deja de comer la Cotilla? - Por toda respuesta, la cabeza jibarizada movió el ojo-catalejo hasta enfilarme de frente y, de repente, creí ver una expresión nueva en aquella cara fea y cosida: la de levantar una ceja en plan: ¡No eres más tonta porque no te entrenas, boba de Coria!

¡Solo me faltaba que el puñetero llavero me saliera con esas! Ahora está en el fondo del acuario donde los OOOOOOO que suelta salen a la superficie en forma de burbujas. Y yo sigo dándole vueltas a la cabeza para ver de solucionar lo que no tiene solución... ¿o sí?

viernes, 6 de noviembre de 2020

El Jefe está preocupado por Bedulio.

 Hoy ha empezado el día con una sorpresa. De buena mañana se ha presentado en casa el Jefe de Bedulio con una bolsa de papel manchada de aceite, de la que salía un fantástico olorcito a churros calientes..

¿Cómo no voy a abrirle la puerta y acompañarlo hasta la cocina? Lo hice pero, llegando al comedor caí en la cuenta de que allí estaba la sirena, sobre el frutero, esperando a que le preparara el cola cao mañanero para zambullirse en él. - ¡Oh, oh! (dije para mi aunque no lo suficientemente bajo porque el jefe lo oyó) - ¿Perdón. Pasa algo? - No, no, no, nooooooooooooooo. Qué vaaaaaa.

Tuve un repente y le pedí al Jefe que cogiera un plato para poner los churros. Como no tenía ni idea de dónde estaban los platos dudó unos segundos, que yo aproveché para tirar a Pascualita, haciendo molinete con el brazo, al acuario pero el molinete salió con más brío del que esperaba y la media sardina, saliendo por la ventana, desapareció en la copa del árbol de la calle.

Durante el desayuno, el Jefe me preguntó por qué me gustaba tanto chinchar a Bedulio con el tema de los fantasmas de mi familia. - Está al borde del ataque de nervios. ¡Quiere dimitir! Y no están los tiempos como para dejar un trabajo fijo. Esto tiene que acabar. Bedulio no se merece lo que le está pasando. Y cuando lo mando aquí, a traer una multa, por ejemplo, palidece, le entran temblores. Lo pasa francamente mal. ¿Por qué le hace ésto una mujer tan guapa, tan valiosa, tan educada como usted?.

Estaba bebiendo unos sorbos de cola cao y dejé la taza en suspenso. ¿Estaba hablándo de mi?... ¡Sí! La mujer de los piropos era yo. Entonces y más que nunca, debía ser sincera con ese hombre que me había traído churros calientitos. 

- Podría decirle mil y una mentira, señor Jefe pero no le puedo hacer eso a un hombre tan gentil como usted. Nunca he mentido a Bedulio. Mi primer abuelito vive aquí. Ahora mismo está sentado en sus rodillas... - El hombre dio un respingo. - No tenga miedo, no hace nada, simplemente a vuelto a la que fue su casa. Y es feliz... Como al pobre se lo cargaron entre su mujer y la amiga de ésta, le ha sido otorgada la condición de posible Santo cuando se revise su expediente en algún siglo venidero, ha decidido estar conmigo. 

Una lagrimita de emoción, corrió sobre el rimel de mis pestañas (porque ahora potencio mucho los ojos y llevo medio kilo de rimel en cada una, para resalten sobre la mascarilla) - El abuelito le hizo mimitos al Jefe  y a mi se me escapó la risa floja - Jijijijijijijiji... ¡Que gracioso es! - ¿Qui... én? - Mi primer abuelito... le mordisquéa la oreja... ¿no lo nota? Bueno, es que tiene mucho entreno después de tantos años de fantasm... ¡Oiga! ¿A dónde va, Jefe? - El portazo que desencajó la puerta de la calle fue su respuesta.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Por un barrio saneado.

Mientras le explicaba a Pascualita el mejor modo de abrir una lata de fabada sin cortarse, ella no dejaba de dar saltos del acuario a la Santa Cena. - ¡¿Me estás escuchando?! Así no aprenderás nunca y cuando vuelvas a tu hábitat y encuentres una lata sin abrir en el fondo del mar, no sabrás qué hacer con ella. No sé para qué pierdo el tiempo contigo cuando podría estar buscando novio.

De la calle llegó un repiqueteo de cazuelas, sartenes, tapaderas y demás enseres culinarios. Pascualita, que estaba chorreando, saltó a mi escote la muy jodía y me dio tal escalofrío que Pepe el jibarizado se me cayó de las manos. Ahora tiene el ojo-catalejo hinchado, con un cardenal al que le falta poco para ser Papa.

Ya le he explicado, por activa y por pasiva, que la culpa es de la sirena pero no deja de mirarme, ceñudo y dice - OOOOOOOOOOOOOOOO - a toda potencia. 

Salimos al balcón para ver que pasaba. Todo mi barrio de Pere Garau estaba asomado a balcones y ventanas montando una escandalera con los utensilios de cocina. No quise ser menos y corrí a por el cazo y la olla exprés.

A todo esto yo me desgañitaba preguntando a qué venía la cacerolada pero nadie me oía. Decidí seguir la corriente crítica hasta que acabé con tendinitis por culpa del peso de la olla exprés. 

Tal era el escándalo que no oí llegar a la Cotilla hasta que entró en el balcón. - ¡¡¡AAAAAYYYYYYYY, QUE SUSTO ME HA DADO!!! - grité mientras daba un respingo, abría las manos y la olla exprés, el cazo y Pepe el jibarizado, cayeron juntos a la calle.

Solo hubo un perjudicado. Un vecino al que el llavero jibarizado le dio en la cabeza. La olla exprés rompió una baldosa de la acera y el cazo rebotó hasta quedar enmedio de la calle. 

Sabiendo lo que pasaría, salté a la rama del árbol de la calle y me escondí entre el follaje. Y cuando todo el mundo miraba hacia el balcón y maldecía a la Cotilla, que se llevó los "piropos" dirigidos a mi, tales como ¡Queremos un barrio sin gentuza! , yo me subí en una hojita que llegó a mis pies y al abrir los ojos vi construir la Gran Pirámide de Egipto.


miércoles, 4 de noviembre de 2020

La pantomima.

 He puesto una tumbona de playa en el balcón, sobre las tablas que tapan el gran agujero que tiene que arreglar la Comunidad, para disfrutar de los últimos rayos de sol calentitos

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿aún no te lo han arreglado? ¿No ves que un día pasarás por ojo, boba de Coria? - Dice el administrador que no hay dinero en caja para esto, Cotilla. Además, que tener ese agujero será una bendición el día que caiga el Diluvio Universal, porque el agua se irá por ahí y no me inundará el piso. - Pero si ese Diluvio es muy antiguo. Cuando yo era pequeña e iba al colegio ya nos lo contaba la maestra. - ¿Ah, sí? ¿Está segura? - ¡Claro! ¿A tí no te lo contaron? - No tenía yo entonces cabeza para Diluvios, estaba llena de la música del Dúo Dinámico... aaayyyy... que guapos eran...

La Cotilla aprovechó mi momento de éxtasis para encerrarse en la salita. - ¡Oiga! (le grité en cuanto volví en mi) ¿No estará montando otro altar dedicado a los Amigos de lo Ajeno? - NO. - ¿Seguro? - Seguro. No lo estoy montando sino que YA ESTÁ MONTADO.

Cuando pude entrar la salita parecía Valencia en Fallas. Todas las velas ardían. Allí hacía un calor de mil demonios. - ¡¿Quiere que arda todo?! - Todo no. Con un poco basta. - La miré a los ojos. Tenía pupilas de cabra. - Ya decía yo que está como una cabra. Voy a por agua. - ¡Ni lo sueñes! Si quieres agua llama a los bomberos y que vengan en seguida aunque no sean los del calendario ¡Rápido o esto pronto será una barbacoa!

Mientras esperábamos escuchar la sirena, la Cotilla me confesó que todo había sido idea de la abuela. - Está harta de que pase el tiempo y siga sin bisnieto. Ella, a cambio de un sobre gordito, ha planeado ésta pantomima. Y tú procura elegir un bombero, ¡coñe ya!  - Me dará pena dejar mi casa e irme a vivir al cuarto piso... - ¡¡¡¿A MI CASA?!!! ¡¡¡JAMÁS DE LOS JAMASES!!!... Anda, trae una jarra de agua y apaguemos ésto que no había caído yo en el detalle ese...

martes, 3 de noviembre de 2020

¡A volar!

 Por fin ha llegado la tranquilidad a mi casa ¡Ya era hora! Estamos solos Pepe el jibarizado, Pascualita y yo. Llevaba un buen rato oyendo una especie de gruñido de cerdo. Pensé que la radio tenía interferencias pero no. La Cotillta tampoco era porque no estaba en casa. Ni yo porque estaba buscando el ruído. Claro que también podría ser que estuviera en medio de un sueño y la de los gruñidos fuera yo.

Me pellizqué. - ¡AAAAYYYYYY! - Pascualita me miró desde el borde del acuario, después puso los ojos en blanco como quién dice: ¡Qué cruz tenemos contigo, boba de Coria! 

No me quedó otra que recurrir al espía casero: ¡Pepe! - Busca a ver de dónde viene ese ruído. - El ojo-catalejo empezó, lentamente, su recorrido por el comedor. - ¿Todavía no? ... Eres más lento que un desfile de cojos, leñe.

Me senté a esperar si aquello daba resultado y, poco a poco, me quedé dormida. Un sopor muuuuuy agradable me arrebujaba, meciéndome lentamente. Solo faltó que me cantara una nana para sentirme en el séptimo cielo.

El OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe me devolvió al comedor de casa. - ¿Has descubierto algo? - el Ojo-catalejo apuntaba hacia arriba. ¡Y allí estaba mi primer abuelito en plan Roncador de Venecia. 

¡Madre mía, que potencia! - ¡Eh, abuelito, despierta y vete a roncar a tu casa! - No había manera. Tenía el sueño bien cogido. 

La escoba estaba junto al balcón y me hice con ella para llegar hasta el dormilón. - ¡Despiertaaaaa! (lo zarandeé con suaves escobazos) - ¿De quién era aquella escoba que no había visto, jamás, en mi casa? Cosas de la Cotilla para sus trapicheos... (pensé) Algo me dijo que cogiera a Pepe y Pascualita ¡y me subiera a esa escoba! No lo pensé dos veces. Lo hice. Y salimos volando por el balcón a plena luz del día. - ¿Qué será eso? Preguntó una esposa a su marido: - Una bruja en una escoba. - El pobre se llevó el pescozón del año. - ¡No sé para que te pregunto, Romualdo!







lunes, 2 de noviembre de 2020

Noche familiar.

 Tengo unas ojeras que me llegan a los pies. Soy pura ojera. Cuando me he asomado al acuario Pasualita me ha sacado los dientes y ha saltado hasta la ventana que da al árbol de la calle, asustada de mi aspecto. - ¡Qué soy yo, pardala! - Con el siguiente salto se adentró entre las ramas y allí se quedó.

Tampoco a Pepe el jibarizado le ha gustado mi cara. En cuanto su ojo-catalejo me ha visto ha empezado a gritar: - OOOOOOOOOOOOOOO  y no ha habido forma de que se callara. ¿Tan mal estoy? (pensé) Al abrir la puerta del baño hay que enfrentarse al espejo que está delante. - ¡AAAAAAAAAAAAAAAAH! (grité) 

Sentada en la cocina, apuré tres copitas de chinchón para darme ánimos y volver a mirarme. No estaba horrible sino, lo siguiente. Así no podía salir a la calle. 

Sonó el teléfono. Era la abuela. - "Nena... ¿quién es ese adefesio?" - Soy yo... - "¿No estarás así por la fiesta de El Funeral, verdad?" - Algo de ello hay pero, la verdadera fiesta estaba en mi casa. Por cierto, no os preocupéis por la Momia.  Duerme, tan ricamente, abrazada a su... estooo ... - "¿A qué? ¿A la rana Gustavo?" - Sí. - (no me atreví a decirle que estaba encamada con el espíritu juguetón de mi primer abuelito)

- "Montas una fiesta y no me llamas ¿te parece bonito?" - Es que me pilló de sorpresa. - "¿Quiénes eran los invitados?" - Una retahíla de familiares... - "¿Nuestros?... ¡No me digas! ¿Vinieron a la luz de las velas?" - Sí - "Jajajajajajajajaja ¡No me extraña que estés tan deslucida!  Anda que no les gustaba la jarana a ésta gente. Lo sé por experiencia"

domingo, 1 de noviembre de 2020

Noche de Todos los Santos.

Después de la noche loca en El Funeral pensé que, al llegar a casa podría dormir a pierna suelta pero no ha sido así. Al abrir la puerta por poco piso a Pascualita que venía reptando por el pasillo. Tendré que ponerle rejas al acuario. La sirena se partía de risa... nunca la había visto así. Por otro lado, el OOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado se escuchaba en todos los rincones de la casa - Pero ¿qué os pasa? - Cogí a Pascualita. - A ver, échame el aliento... ¡Puag, que peste a pescado pasado! Venga, todo el mundo a dormir

Oí voces en la salita. - Aaaaayyyyy, que me han entrado okupas mientras estaba de juerga. - Me entró pánico. Marqué el número de los municipales: - ¿Está Bedulio? Que venga rápido y con refuerzos. ¡Han invadido mi casa!

Media hora después apareció Bedulio con unos compañeros, altos como torres. - Están... en la salita ... -Yo temblaba como una hoja mecida por el viento - Pasad...(dije)  - ¿No entras...? Pues yo tampoco... - Bedulio, por tu padre, no seas tan miedoso. - Dio dos pasos hacia el comedor y se paró en seco. - ¿Esas lamparitas... son un nuevo altar... de la Cotilla...? - No Son animetes porque es la Noche de Todos los Santos y mañana el de los Fieles Difuntos ¡¿A dónde vas, Bedulio?¡

Sus compañeros lo detuvieron antes de que saliera corriendo. - Venga, hombre, que no se diga que los municipales tienen miedo. - En ésta casa... sí.

Se asomaron, lentamente, a la salita y en un periquete salieron todos por pies. - ¡¡¡OS LO DIJE. ESTO NO ES NORMAL!!!

Haciendo de tripas corazón, me asomé yo también y ¡ahí estaban, felices y enamorados, mi primer abuelito y la Momia disfrutando de su amor, romántico y platónico. Era una estampa preciosa pero los municipales solo vieron la mitad, a la Momia bailando con "alguien" a quien ellos no veían.

Poco a poco los fui descubriendo. Estaban todos los miembros de mi familia desde siglos atrás. La luz de ses animetes les enseñaron el camino. Llenaban las habitaciones, las lámparas... Mi madre me recriminó: aún no le has dado un bisnieto a tu abuela, nena ¿A qué esperas? - ¿Sabes qué te digo, mamá? que como tienen dinero, ¡que se lo compre! - Y seguimos la fiesta hasta la salida del sol.