La única maceta de mi balcón, dejada de mi mano, ha sacado una flor. Una policromada flor que ha captado mi atención por su espectacular colorido. - ¿De dónde sales tú? (le pregunté, asombrada) - Soy fruto de la Madre Naturaleza porque si tengo que serlo tuyo, a éstas horas estaría como el bisnieto de tu abuela ¡en el Limbo!
No pude rebatir a la airada flor pero si tuve ganas de arrancarla de cuajo para darle un escarmiento a la redicha esa. Me paró la voz del árbol de la calle: - ¡No lo hagas! (¿o me ha leído el pensamiento o es un espía del CESID?)
El fru frú de la seda movida por el viento del Más Allá me anunció la llegada de mi primer abuelito. - ¡Vaya, veo que tengo competencia! (¿había un deje de envidia en su voz?)
El sudario,color aguamarina, le sentaba como un guante y no pude por menos que piropearle: - ¡Estás arrebatador, antepasado mío! - Sonrió aunque le costó un poco, luego se esfumó.
En ese momento llegaron la abuela y la Cotilla. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! (se anunció la vecina mientras la abuela caminó hasta la cocina a dejar una bandeja de ensaimadas - "Para comerlas con un helado de chocolate ésta tarde" - ¡Buena idea!
- ¿De quién es esa flor del balcón? (preguntó la Cotilla) - Mía. - Me la llevaré al trapicheo a venderla y las ganancias a medias. - ¡Ni hablar! - Si en dos días estará muerta. - ¡Que no! - Hay que sacarle provecho antes de que se mustie. - ¡He dicho que NO!
La abuela llevó a Pascualita, camuflada en el feísimo broche de siempre, a ver la flor. - "Es preciosa!" (le oi decir) "¡Divina!" "No he visto nada igual. Mira, Pascualita" - Se agachò para que pudiera verla bien y yo pensé que no era buena idea porque no hay bicho en el mundo más celoso que la media sardina. Y como tal, actuó. En un segundo se la zampó.