domingo, 29 de mayo de 2022

¡Secuestrada!

 - ¡Ay, ay, ay, ay, aaaaayyyyyyyyyyyyy Me han secuestradooooooo y estoy en un lugar oscuro como boca de lobo! ¿Me darán de comer? ¡Tienen que darme de comer o me quedaré sin uñas! Empiezo a estar ronca de tanto gritar ¡¡¡SOCORROOOO!!!... Esto debe ser cosa de la Cotilla. Lo mismo piensa hacer un trueque conmigo en su sesiones de trapicheos. ¿Con qué me cambiará? Espero que con algo que valga la pena... ¡Aaaayyyy, que cruz tengo con esta mujer!

- He perdido la noción del tiempo que llevo aquí ¿un día..., una semana..., un trimestre...? Me pregunto que gana la Cotilla con éste secuestro si, en cuanto me lleve al mercado de esclavos gritaré, gritaré y la casita destrozaré... Vaya, hombre, esto es de un cuento. Si es que ya no sé lo que me digo... Que pena que me haya secuestrado la Cotilla en lugar de un morenazo de ojos negros, profundos y aterciopelados porque podría camelármelo y aprovechar para tener al dichoso bisnieto. Por lo menos la abuela estaría contenta y no peligraría mi herencia: la Torre del Paseo Marítimo.

- Tengo hambre... ¡¡¡COTILLAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

- Me ha sabido a poco el sueñecito que me he echado. Hay que ver lo que hace la fuerza de la costumbre que, incluso en momentos desesperados como los que estoy sufriendo, no he perdonado la siesta... 

Unos fuertes golpes a la puerta me pusieron los pelos de punta: - ¡Oh, no, van a venderme! - ¡¡¡Abre la puerta, boba de Coria!!!  - ¿Bedulio? ¡Has venido a rescatarme! - "¡Nena, deja de hacer tonterìas y abre de una vez!" - ¡Abuelaaaa, me ha secuestradoooooooooo! - "¡Quita el cerrojo de la puerta, jodía!"

Más tarde, mientras mi primer abuelito se partía de risa dando volteretas a ras del techo, yo intentaba dar una explicación coherente: - La película era de vam-vampiros... pasé mucho miedo y-y ... temí que vinie-viniera a mi cuar-cuarto a morderme... - ¿Y echaste el pestillo? - Pues... - "¡No eres más tonta porque no te entrenas, nena!"


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