lunes, 31 de diciembre de 2018

Nochevieja 2018.

- Abuela ¿de qué has disfrazado a Pascualita? - "De Año Nuevo. ¿Pasa algo?" - Está rara... - Porque va de bebé." - ¿Y por qué le has puesto el pañal en la cabeza? - "Porque las sirenas no tienen piernas, que pareces tonta y hay que dártelo todo mascado, boba de Coria"

- Abuela ¿tomaremos las uvas en la Torre del Paseo Marítimo? - "¡Ni lo sueñes! ¿No querrás dejar sola a Pascualita en una noche cómo ésta? Además, es más fácil limpiar tu mini casa que la mía."

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Vengo cargada de ensaimadas para tomar con chocolate ésta noche! - El aroma nos indicó que aquellas ensaimadas, al contrario de las que solía traer la Cotilla, estaban recién sacadas del horno. Y no me pude callar. - ¿No me diga que se las ha encontrado en la calle? - Justamente, sí señora. Estaban dentro de una furgoneta con las puertas abiertas. Cualquiera se las podría haber llevado de extragis en una noche como ésta en la que se comen tantas... - ¿Y? - Pues que he pensado que para que se las lleve otro, me las llevo yo. Vendo unas cuantas y el resto para nosotros. ¿A qué está bien pensado? - "¡De primera, Cotilla!" - ¡Estoy por llamar a Bedulio! - "jajajajajajajaja ¡que mala uva tienes!"

De repente, la Cotilla se fijó en Pascualita que estaba colocada en lo alto del frutero de la cocina. - ¿Qué es eso? - "Una... sardina" - ¿Vendada? ¿Qué se ha roto? - "Oh, nada... No es de verdad. Está de adorno..." - ¿Eso que lleva en la cabeza es un pañal de muñeca? - "Jejejejeje, sí... ¿está gaciosa, eh?" - Pues lo mismo que un cochinillo con gafas y abierto en canal. ¡No!... La riqueza te ha atrofiado el cerebro. - Ya te he dicho yo (apostillé) es de muy mal gusto.

La mirada de la abuela me atravesó y me coloqué lo más lejos posible de ella. - ¿Quién viene a cenar? - "Los de siempre: nosotras, Andresito, la Momia que, por cierto, me ha pedido prestadas las botas de charol rojas estilo pirata para ésta noche. Los cubanitos culito-respingones. Blas el parado. Bedulio..." - ¿Ah, síííííííí? - "Le he prometido que hoy no habría nadie raro entre nosotros" - ¡Eso espero! (la Cotilla se santiguó) - Nunca se sabe... (me encanta dar ese punto de jodido misterio a un tema delicado como el del ánima de mi primer abuelito)

- "¡Vamos a preparar las uvas! Las he tenido en chinchón un montón de horas" - ¡Vamos a probarlas! - "¡Quietas!" - Pero la tentación era poderosa y, ni la Cotilla ni yo, ni después la abuela, pudimos contenernos. Un rato después entró Andresito, su madre y los cubanitos que tampoco hicieron ascos a las uvas emborrachadas.

Total, que cuando llegó el momento de las campanadas no quedaba ni un grano. Menos mal que tenía albóndigas en la nevera, preparadas para mañana. A cada campanada le correspondió una albóndiga.... Ahora nos estamos recuperando en Urgencias, unos de empacho, otros de atragantamiento y otros de comas etílicos... ¡Aaaaayyyyyyyyyy... que bien lo hemos ... pasado...!... ¡¡¡FELIZ 2019, AMIG@S!!!

domingo, 30 de diciembre de 2018

Cuando hay que dormir, se duerme.

- "¡Nenaaaaaaaaaa!... A ver, Andresito, grita tú porque a mi  no me oye!" - Estará dormida... - "¿Otra vez? ¿Pero es que  no sabe hacer otra cosa que dormir? ¡¡¡NENAAAAAAAAAAAAA!!!" - Son las cuatro de la madrugada, cariño... - "¡¿Y?!"

La abuela insistió tanto que acabe por despertarme. - ¿Di... ga? - "Acuérdate de comprar las uvas mañana por la mañana... ¿Me has oído?... A ver ¿qué te he dicho?" - Que... zzzzzzzzzzzzzzzz.

Los recursos de la abuela son muchos y viendo que no me estaba enterando de nada, mandó a Geooorge a mi casa con la órden de poner el dedo en el timbre del interfono y no quitarlo hasta que yo le abriera la puerta. Y así lo hizo el jodío inglés. Y puso en pie a toda la finca... menos a mi que vagaba por las profundas simas del sueño.

Al final acabaron los vecinos aporreando la puerta de casa y llamándome a gritos. Al ver mi tardanza en abrir, alguien dijo: - ¡Se ha muerto! - No caerá esa breva. - El inglés seguía apretando el timbre porque una órden es una órden y más viniendo de la abuela.

- ¡Para ya.! ¿No ves que te hemos abierto? - Mi no poder parar. Madame decir... - ¡A la porra tu madame y todo su parentela! - La respuesta de Geooorge fue inmediata. Le rompió la nariz de un puñetazo al que despotricó contra la abuela. A partir de éste momento el jaleo en la escalera fue de traca.

Algo escuchó Pascualita y no le gustó nada porque se tiró del acuario a la mesa del comedor, de allí a una silla, de ésta al suelo y luego, reptando, llegó a mi cuarto, se hizó a pulso por las mantas, llegó hasta la almohada y se coló dentro de mi camisón por el escote. - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAH!!! - grité con todas mis fuerzas al notar que un cadáver helado me tocaba.

Finalmente me desperté. Y entonces oí el escándalo del rellano y, atontada como estaba, solo se me ocurrió llamar a los municipales. - ¡Vengan rápido. Hay okupas en la escalera! - Y colgué. Después la sirena y yo nos sentamos en la cocina a tomarnos sendos cola caos calentitos para, después, volvernos a dormir.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Bedulio está rico.

El veredicto de los médicos agravó, aún más, el estado nervioso de Bedulio. - Hemos pedido a sus superiores que le dejen en el hospital unos días más para poder estudiar, a fondo, las heridas de la cabeza. ¡Son maravillosas, impactantes! ¡Estamos entusiasmados! - No sé a qué viene tanta alegría. ¡Y no me cabreen o me los llevo, a todos, detenidos! - Es usted un caso único, señor Bedulio, porque estamos seguros, en un noventa por cierto, que ha sido atacado ¡POR UN MARCIANO!

Así que el pobre Municipal lleva unos días sirviendo de conejillo de indias en bien de la Ciencia Médica. Me he alegrado por él porque, cuando le dejen salir, será un héroe y le darán alguna medalla, o varias según convenga. Espero que junto a las medallas le den también un buen dinerito que merecido lo tiene, el pobre.

Casi todos los días me paso por el cuartel a preguntar por él. Y he notado que algunos de sus compañeros, cuando me hablan, se apartan de mi. ¿Qué les habrá contado Bedulio?... ¿Tal vez, lo del ánima de mi primer abuelito? Hoy me han dicho que no pase por el cuartel. - Si hay novedades se las contaremos por teléfono... ¿Vale?

Que remedio. Ahora debo dedicar toda mi atención a preparar la cena de Noche Vieja. - ¿Cuántos seremos, abuela? - "Ciento y la madre" - ¡Jopé! No vamos a caber. - "¿Yas comprado las uvas?" - No. Manda a Geoooorge. - "Un mayordomo inglés no está para esas minucias"

No pienso ir hasta que la abuela me de el dinero. Me he quedado sin un euro. Ya no puedo pagar más cosas y a ella le sale la pasta por las orejas. Si luego no hay uvas comeremos aceitunas que también son españolas... o cualquiera sabe...

Pascualita sigue relamiéndose desde que atacó a Bedulio. Por lo visto le quedaron restos de carne entre los dientes de tiburón y cuando logra sacar un trozo, se relame de gusto. ¿Tan bueno está Bedulio?... Quién lo diría.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Como frutas maduras.

Voy todo el día con los mocos colgando porque no doy abasto a llenar kleenex. El trancazo que he cogido, gracias a la abuela y su amiga, es para llevarlo a una exposición. Y si me quejo delante de ellas les da la risa floja y me da por estornudar sin parar.

Hablan de mi sin cortarse: - ¿Imaginas que la hubiesen descongelado en el microondas? jajajajajajajaja - "¡Igual que a las merluzas!" jajajajajajajaja. - ¿Y esa montaña de pañuelos? - "Quiere lograr el Record Guinnes de sonarse más veces la nariz en menos tiempo que nadie en el mundo" - ¡La madre que la parió! Que ancha se quedó tu hija cuando la echó al mundo jajajajajajaja

Pascualita, que se entera de lo que quiere, sabe que la abuela está de cachondeo a mi costa y no pierde ocasión de tirarme buchitos de agua envenenada cuando paso cerca del acuario. A mi me hierve la sangre y alguien tiene que pagar las consecuencias... ¡La sirena, por supuesto!

Abrigándome bien, abrí la ventana del comedor que da sobre el árbol de la calle. Cogí a Pascualita de la cola, hice molinete con ella y la lancé a las ramas más altas. El bicho fue deslizándose por ellas hasta que pudo agarrarse y evitar caer a la calle. Y allí se quedó, más sola que la una, junto a nidos vacíos porque los villancicos seguían atronando el barrio y los pájaros, con muy buen criterio, seguían desaparecidos.

- "¡¡¡Qué has hecho, boba de Coria!!! ¡¡¡Asesina de mi dulce sirena!!!" - La ronquera no me dejaba hablar pero esbocé una sarcástica sonrisa que la enfureció más y vino a por mi. Me cogió de las piernas y me tiró por la ventana sin pensárselo dos veces. ¡Grité mucho pero no me salió ningún sonido!

También yo caí de rama en rama hasta conseguir sujetarme. ¡No me podía creer que mi abuela me hubiese echo esta faena! ¡Me anteponía a una birria mitad sardina, mitad cosa rara!

Con la fregona porfió para alcanzar a Pascualita y pudiera agarrarse a los flecos pero había caído muy abajo y no llegaba. Me dejé caer para sujetarme yo a la fregona y lo que conseguí fue que me diera con el palo en la cabeza. Para pasmo mío, la sirena hizo entonces la señal de OK con sus deditos palmeados.

Colgaba yo como una fruta madura del árbol cuando noté que mis dedos perdían fuerza y no tardaría en estrellarme contra el suelo. - ¡Adiós, mundo cruel! - canté para mis adentro. Y empecé a estornudar. Alguien pasó por la acera. Reconocería sus pasos entre mil ¡Bedulio hacia la ronda bajo mi ventana! El sería mi colchón. Y me solté.

Pascualita, viendo que no había peligro alguno, hizo lo propio. Yo me agarré a..., no quiero ni pensar en que parte del cuerpo del Municipal, Pascualita cayó en su cabeza y se aferró al pelo. El miedo hizo que se liara a tirones y mordiscos hasta dejarlo mondo y lirondo.

Poco después, la sirena y yo entrábamos en casa mientras Bedulio era trasladado en una ambulancia medicalizada, al Hospital. Según me contó más tarde la abuela, los médicos pensaban retenerlo unos días para estudiar, detenidamente, la rareza de sus lesiones capilares. Por lo visto se les oyó comentar que: estos ¿mordiscos? no son de éste mundo.

jueves, 27 de diciembre de 2018

La carrera de todos los años.

La abuela ha venido a casa seguida por Geoooorge cargado con una bandeja de ensaimadas calentitas. Antes de sentarnos a la mesa de la cocina llegó la Cotilla. - ¿Por qué no va a que la contraten en la policía? (le dije) - Mientras daba el primer mordisco a su ensaimada, me miró como si me viera por primera vez. - ¿Ein? - Para hacer el trabajo de los perros que huélen lo que sea que les manden. - Se volvió hacia mi abuela mientras atacaba su segunda ensaimada. - ¿Se puede saber en qué colegio aprendió modales tu nieta? - "Desengáñate, Cotilla que, de dónde no hay, no se puede sacar." - Bonita forma de defenderme, abuela. - "Si es que no tienes defensa, boba de Coria"

En un momento de descuido, me acerqué al inglés. - ¿Cuántos cacharros has fregado éstas fiestas, Geooorge? - Mi no fregar. - ¿Entonces quién lo hizo? - Me miró y se puso a reír. - ¿Yooooooo? - ¡Oh, yes, bobau de Coria! Yo ser mayordomo. No fregaderou jajajajajajajajajaja ¡Plaf! - Se le saltaron las lágrimas del bofetón que le di.

La abuela vino a la cocina a paso de carga. - "¡Me vas a estropear el mayordomo antes de que se apruebe el Brexit! Huuuuy, siento como la Torre del Paseo Marítimo se va alejando de ti..." - ¡Ya estamos con el chantaje de las narices!

Media hora después las dos amigas se me acercaron en plan amigable. - "Venga, mujer. Pelillos a la mar." - ¡A la porra las dos! - Al fin y al cabo estamos en época navideña. Nos vamos a vestir de Papa Noel las tres y daremos un paseo por Palma. - Haremos el ridículo. - ¡Que va! - "Verás como nos reimos. Sobre la cama te he puesto el traje."

Un rato después salimos a la calle y en contra de lo que esperaba, la gente y los niños, nos saludaban con una sonrisa.

Después de ir de la Ceca a la Meca acabamos en el Puerto. Hacía un buen día y el mar estaba como un espejo. Alguien me entregó un gorro y unas gafas de baño. Antes de que pudiera decir algo la abuela dijo: - "¡Póntelo, es para la foto!" - entonces me empujó ¡y caí al agua!... al mismo tiempo que un montón de nadadores.

El agua estaba ¡helada! Sentía que me clavaban alfileres por todo el cuerpo. Grité: - ¡¡¡SOCORROOOOOO!!! - No podía nadar. Me ahogaba y tragaba agua. - "¡Te estás quedando atrás. Nada, nada!" - ¡No siento las piernas ni los brazos! ¡NADA! - "¡Eso es lo que tienes que hacer! ¡¡¡NADAAAAAAAA!!!"

He abierto los ojos en una clínica y no paro de estornudar. Y estoy fataaaaaaal - ¿Qué ha pasado, abuela? - "Que ni siquiera has sido la última en la carrera de todos los años ¡Es que ni has salido! ¡Te has congelado!" - ¿Le quedarán secuelas, doctor? (preguntó la Cotilla) - ¿A parte de la pulmonía, pleuresía, neumonía y todo lo terminado en ía? ... No lo sé.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Tres días de Fiesta... ¿frengando?

¡Me han tenido secuestrada los tres días de Fiesta.! La abuela me invitó a comer a su Torre del Paseo Marítimo. Al entrar en el comedor lo encontré lleno de gente. Estaba la Cotilla, Blas el parado, Bedulio, el Médico masoquista (hijo de Andresito que, por supuesto, también estaba allí). La Momia, rodeada de sus cubanitos-culitos-respingones, presidía la mesa.

Había jóvenes a los que no conocía. Por eso supuse que serían candidatos a ser alguno de ellos, el futuro padre del bisnieto de mi abuela. Y me puse nerviosa. ¡¿Será posible que no pueda dejarme en paz ni en Navidad?!

Geooorge, el mayordomo inglés, vistió y sirvió la mesa impecablemente, como se esperaba de él. Los asuntos protocolarios los lleva a la perfección. ¡y eso también me pone nerviosa porque no sé lo que tengo que hacer! Decidí pasar de él y su parafernalia porque, al fin y al cabo no estábamos en Bukingam Palace y me dediqué a ser simpática con el Médico, que tenía sentado frente a mi en la mesa.

Iniciamos una conversación en la que él no parecía tener mucha ilusión hasta que le arreé una fortísima patada en la espinilla que lo dejó cojo para todo el día y parte del otro. De repente, toda su atención fue para mi. Mientras de sus ojos caían cataratas de lágrimas de dolor, su boca dibujaba una babeante sonrisa.

Donde antes solo veía una mujer que no le hacía ni fu ni fa, ahora veía a una hembra fuerte, decidida, la mujer que, a través del dolor físico, lo llevaría al Nirvana para fundirse en un estallido de orgasmos
inacabables. Y mientras, yo me divertía horrores haciéndole pagar mi nerviosismo.

Y así transcurrió la cena de Nochebuena. Entre patadas salvajes por debajo de la mesa y sonrisas luminosas de cara a la galería. El Médico, cuanto más golpes recibía, más le interesaba yo...

Recuerdo que brindamos una y otra vez. El cava rodaba por las escaleras que llevan al patio de entrada... Ya borrachos perdidos rematamos con chinchón mientras Pascualita, curiosa, asomaba la cabeza por la boca del termo de los chinos.

Y así hemos pasado tres largos días: comiendo, bebiendo, riendo, jugando a juegos de mesa, sintiendo la mente nublada por el licor. Cualquiera diría que me lo he pasado muy bien. Sin embargo tengo un come, come que me tiene preocupada... Tengo las manos hinchadas y un vago recuerdo muy lejano, de haber fregado pilas de platos, montones de copas, ollas, sartenes, cubiertos, etc. etc. y de haber limpiado la gran cocina de la abuela, una y otra vez... Se lo he comentado a ella pero se ha limitado a decir: "¡Lo que hace el chinchón, boba de Coria!" - Mientras la Cotilla y ella se partían de risa.

sábado, 22 de diciembre de 2018

A favor de la igualdad de sexos.

La abuela está liderando un Movimiento a favor de la Igualdad entre los sexos. Al principio muchas de sus amigas millonetis se escandalizaron pero cuando supieron que a la cabeza de la iniciativa, además de la abuela, estaba la Momia, se sumaron a él. Otras lo hicieron porque la palabra Movimiento, les traía recuerdos, buenos o malos, quién sabe. Aunque también las hubo que pensaron que lo de Movimiento venía por menear el esqueleto de fiesta en fiesta.

- "Tuve que explicarles que baile habría, pero que no se refería solo a esto" - ¿Sóis muchas? - "Pues sí. La Momia es un buen reclamo. Han dicho, si ella puede, nosotras que tenemos menos años, también. En la primera reunión que hicimos y después de mucho hablar todas a la vez porque muchas nunca habían sido asamblearias, conseguimos aprobar que lo primero que haríamos sería elegir una plaza de la Ciudad para bailar. La plaza de España"

- ¿Y qué tal fue? - "Es ésta tarde. Tienes que venir con Pascualita. Debe aprender que todos somos iguales y demostrarlo en todos los ámbitos de la vida." - No lo entenderá. - "Por eso quiero que lo vea."

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Sabes lo de tu abuela, boba de Coria? Quiere que vaya con un acompañante... ¿Por qué no le preguntas a Pascual si quiere venir conmigo? - ¿Pasc...? ¡Ah, está de viaje al Polo Sur! - Me suena a excusa barata. - Es geólogo marino...- Nunca me lo habías dicho. - Nunca me lo preguntó, Cotilla... ¿Por qué no va con Bedulio? - Está de baja por los nervios. Solo puedo ir con Pascual. - Mandele un telegrama. - Me miró de arriba abajo y exclamó ¡Que antigua eres!

Cuando llegué, la plaza de España estaba llena de parejas que llevaban la ropa igual entre sí. Me costó mucho encontrar a los abuelitos. Ella llevaba un peñacho de plumas verde loro sujetas a un pequeño sombrerito con velo cubriéndole los ojos. Los pendientes eran unas criollas hasta los hombros. Un jersey de angora rojo pasión y una muy mini falda para enseñar sus preciosas piernas en casi toda su extensión. Medias granates y estilettos haciendo juego con las plumas de la cabeza, remataban su atuendo... y el de Andresito.

- ¡¡¡Abuelito, estás fenomenal!!! - ¿Tu crees, nena? (parecía compungido) Me ha dado la impresión de que Geoooorge se reía de mi. - De repente, su cara se iluminó - ¡Miralo! - Como si lo llevaran al matadero, venía acompañado de la Cotilla. Ella llevaba un traje de lunares blancos en fondo rojo. Una peineta de plástico de los chinos. Zapatos de plataforma blancos... y el inglés también.

Hasta Pascualita abrió los ojos como platos ante tamaña visión de las dos parejas. - Pronto empezó la música y poco a poco, las parejas (ellos un poco cohibidos al principio) salieron a bailar. Aunque debo decir que quién abrió el baile fue la Momia con sus cubanitos culito-respingones (éstos, más jóvenes que los anteriores a los que había despedido "por viejos")

Fue un éxito rotundo. Aunque, más allá de la media noche tuvieron que venir los antidisturbios porque el chinchón había corrido más de la cuenta entre la concurrencia y se montón un follón en plena plaza, entre los asistentes al baile y un grupo de niñatos dispuestos a reírse de los mayores. Menos mal que los guardias acabaron salvando a los chicos.

viernes, 21 de diciembre de 2018

¡Anda, ande, andeeeeee!

Antes de irnos para casa, la abuela le preguntó al fotógrafo que quedaba en la playa, que cuándo saldría el reportaje. - ¿Dónde? - "En los periódicos y la tele ¿dónde va a ser?" - A mi que me registren. - Pero... ¿no trabajas en la prensa? - No. Yo pasaba por aquí y me he quedado a ver cómo hacíais el tonto. Aunque preferiría que las camisetas fueran del Baleares. - ¡Pero si son de Papa... ! - "¡Chist. Calla boba de Coria. Que vergüenza!" - Es que... - ¡Chitón!

La abuela llamó a Geoooorge y, llegó con el rolls royce y la calefacción puesta. Temblábamos como hojas bajo un vendaval ¡Que frío teníamos! Los dientes nos castañeaban como castñuelas. Hasta el tonto del inglés estaba emocionado. - Mi gustar castañolas. Yo añorar cuando estar con Brexit... ¡snif, snif!

La Cotilla no paraba de decir: - Nunca más... nunca más... nunca más... - La abuela se enfadó con ella: - "¡A lo hecho, pecho, Cotilla!" - De repente, me di cuenta de que Pascualita no estaba. - ¡¡¡Abuela!!! (grité y eso bastó para que supiera que faltaba nuestra sirena) - "¡¡¡Frena el coche, inglés!!! - El frenazo hizo que nos fuéramos las tres hacia adelante y dimos contra el cristal de separación de los sientos. - "¡La madre que te parió!" - ¿¡Qué pasa? (la Cotilla se rascaba la frente) - Falta Pasc... falta una cosa que he perdido. - ¡¡¡¿Otra vez haciendo de Celestina con tu abuela? Que bajo has caído!!!

- ¡Oiga, que no!...  - "Volvamos a la playa" - Buscamos entre la arena y las bolsas de plástico. No encontramos nada. - No me extraña. Parece que buscáis colillas, puñeta. - Allí no estaba. - Me entró una desazón que me impedía respirar bien. La cara de la abuela era de preocupación. ¡No podíamos irnos sin encontrarla!

Geooorge, que también buscaba, sin saber qué, se asustó al vernos: - You zombie. Yo tener miedo. - Nos miramos entre sí y era cierto, dábamos miedo. El frío, la fiebre, el qué dirán, el disgusto de haber perdido a Pascualita, fueron el detonante para sentirnos mal. - ¡Son tres neumonías! - gritó el médico de urgencias.

Más tarde, acurrucadas sobre unas camillas, con las mascarillas puestas y tapadas hasta las orejas con la ropa de cama, la abuela y yo lloramos la pérdida de Pascualita... De pronto, un pequeño movimiento del termo de los chinos nos indicó que la sirena seguía allí. La abuela, en su alegría, a punto estuvo de dar con sus huesos contra el suelo. Llamó a la Torre del Paseo Marítimo. - ¡Georrrrge, trae chinchón. Dos botellas¡

¡Que lista Pascualita! Prefirió quedarse en el termo en lugar de meterse en aquella agua fría. Cuando los médicos vinieron a pasar la visita, tuvieron que emplearse a fondo con nosotras mientras que, puestas de pie sobre las camillas,cantábamos villancicos


jueves, 20 de diciembre de 2018

La abuela no quiere ser menos.

Además del problema que tengo con los adornos y músicas navideñas, la abuela me ha ordenado que me disfrace de Papa Noel y nos iremos a bañar a la playa. Le he dicho que paso por todo menos por eso - El agua está muy fría. - "Como la de la ducha" - A mi me sale calentita. - "Apaga el termo, manirrota" - No vas a convencerme, abuela. - "¿Cambio el testamento?" - ¡NO!

Me puede la ambición, lo sé, pero me hace tanta ilusión despertarme frente a una de las bahías más bonitas del mundo ¡Quiero la Torre del Paseo Marítimo! ¡¡¡La quierooooooo!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Mirad, traigo tres gorros de Papa Noel y tres camisetas. - La abuela la miró, asombrada. - "¡Son del Atlético de Madrid, Cotilla!" - Son blancas y rojas ¿no? Pues hija, esto es lo que hay. - ¿De dónde lo ha sacado? (pregunté, mosqueada) - Estaban tirados en la acera junto a una tienda de deportes. - ¿Y justamente tres? - No. Había más pero lo he vendido todo. - ¡Los ha robado, abuela! - "No seas tan pejiguera, boba de Coria"

- Que mal educada la tienes. No es raro que no encuentre marido. - "Tal vez tengas razón. Debería meterla interna en un colegio de paga." - A su edad ya no la cogerán, no ves que se le va a pasar el arroz. - "Tal vez tengas razón, Cotilla"

Para terminar de ponerme de los nervios, la abuela me dijo que a la playa vendría Pascualita, la televisión y los reporteros y fotógrafos para inmortalizar nuestro baño. "No queremos ser menos que los parisinos o los rusos que se zambullen en aguas heladas por Navidad." - Aún no lo es. Faltan unos días. - "Lo de hoy será un ensayo". - ¡¿Que?! - "Piensa que saldremos en el Hola"

A regañadientes fui con ellas a la playa. El sol calentaba muy poquito y una brisa fría bajaba de la Serra de Tramuntana. Los reporteros y cámaras de televisión nos esperaban. - ¿Cómo que hoy será un ensayo? ¿Cree que no tenemos otra cosa que hacer, señora? - "Pero..." - Se hace hoy y punto.

De modo que nos quitamos la ropa: anoracks, leotardos, jerseys, pantalones calentitos, camisetas, calcetines térmicos, bufandas, etc. etc. Debajo de toda esta ropa estaban las camisetas del Atlético de Madrid y nos colocamos las gorrillas. - Los periodistas protestaron. - Si llegamos a saber que pensaban hacer propaganda de un club de fútbol hubiesen venido los del Carrusel Deportivo. - Guardaron los trastos y se fueron enfadadísimos.

Me alegré un  montón y empecé a vestirme pero la abuela me paró. - "Hay un fotógrafo. El espectáculo debe continuar." Minutos después entramos en el agua .

Grité hasta quedar afónica. El agua fría parecía cortar mi cuerpo serrano. - ¡¡¡QUIERO SALIIIIIIR!!! - Estuvimos un buen rato en remojo hasta que una ola más grande que las otras, nos cubrió. Salí de estampida. - ¡¿Dónde están las toallas, abuela?! - "¿No las has cogido?" - ¡NOOOOOOOO!




miércoles, 19 de diciembre de 2018

Chantaje navideño.

Tengo el balcón lleno de cáscaras de huevo, piedras, algún que otra bolsa de basura reventada... en fin, un asco. Y todo por culpa de la abuela y su idea de adornar el dichoso árbol de la calle. Además me encargó que cada mañana pusiera la música de villancicos a toda pastilla para que también la escucharan los vecinos más lejanos, que tienen el mismo derecho que los más cercanos.

El mismo encargo me hizo también para el encendido de las luces. Pero al irse me dijo: "Como tu no eres de fiar, mandaré, todos los días, a Geoooorge para que lo haga él" - Gracias, abuela, por la confianza (dije con retintín, pero no se inmutó)

Así que ahora me despierta el Campana sobre campana a voz en grito. El primer día por poco me da un infarto. No me esperaba esa escandalera a las ocho de la mañana. Me levanté de un salto y corrí a ver que pasaba. Encontré al inglés haciendo de inglés: tomando un té con pastas, sentado a la mesa de la cocina. - ¿Esas pastas la ha traído la Cotilla? - Ser mías. Tu no tocar. - ¡La madre que te parió!

Por la tarde la calle se llenó de luz, además del cántico. Y estuvo bien porque los vecinos ya habían tomado bastantes calmantes para el dolor de cabeza. Agradecieron la luz hasta que se sentaron a ver la programación de noche de la tele. No les quedó más remedio que correr las cortinas si querían verla bien. Aunque lo peor fue cuando se acostaron y la luz seguía entrando a través de las persianas y las cortinas. Fue entonces cuando comenzaron las protestas más fuertes. Y así siguen.

Ahora el árbol es un ser triste. Los pájaros y los insectos han emigrado. No pueden dormir ni de día ni de noche los pobres. El alcalde mandó a los municipales. Vino uno: Bedulio, al que los vecinos insistieron para que me prohibiera todo aquella parafernalia. Pero, en cuanto se enteró de que la escandalera provenía de mi casa, echó a correr hacia el cuartel y se refugió en los calabozos.

Pascualita está histérica y no sale del interior del barco hundido. Y yo llevo tapones en los oídos y no  me entero de la misa la media.

La abuela me ha anunciado que estas fiestas comeremos TODOS en mi casa. - ¿Qué Todos? - "Seremos entre veinte y veinticinco, nena" - ¿Y eso? - "La Cotilla ha invitado a algunos amigos de sus noches de trapicheo" - Pues mandame dinerito. - "¿De quién es la casa? Pues tu pagas". -  Comeremos bocadillos de choped. - "Cambiaré el testamento y te quedarás sin la Torre del Paseo Marítimo." - Vaaaaaaaaaleeeeee...

martes, 18 de diciembre de 2018

La locura de los preparativos.

El concierto de pitos debajo del balcón me ha avisado de la llegada del rolls royce de los abuelitos. Unos minutos después la abuela y Geooorge, cargado con una pila de cajas que apenas le dejaban ver por donde andaba, entraron hasta el comedor.

- "Ya no podrás decir nunca que no te regalo nada. Hemos hecho limpieza general en la buhardilla de la Torre del Paseo Marítimo y te traigo algunas cosas que hemos encontrado y no me sirven para nada" - ¿Quiéres decir que vas a llenarme la casa de trastos? - "Es la clásica fórmula de desvestir a un santo para vestir a otro" - Pues, vaya gracia.

- "He decidido que tu barrio necesita rehabilitarse, ponerse guapo, atractivo para vecinos y foráneos. Que los comercios vuelvan a tener la vida que perdieron. Y para eso, he pensado que qué mejor que empezar en éstas fechas en que estamos. Y empezaremos por tu árbol de la calle" - No es mío. Es del Ayuntamiento... - "Si está debajo de tu casa, es tuyo y punto."

Geoooorge vació las cajas sobre la mesa del comedor que se llenó de espumillón de todos los colores y tamaños. Bolas de cristal, de plástico, de madera. Figuritas para colgar de las ramas había cientos. - ¿De dónde sale todo ésto? - "Es de la familia de mi suegra. Algunas se las compraron a su abuela cuando era niña. Ahora coge la escalera, la apoyas en el tronco del árbol y te subes a él para ir poniendo los adornos" - ¿Yooooooooooooooooo? - "¡Claro! ¿no es tu casa? ¿no es tú árbol? ¿no es tu escalera? ¡Pues, hija. Blanco y en botella."

Por más que protesté para que se subiera Geoooorge en vez de yo, la abuela no dio su brazo a torcer. -"Solo faltaría que se cayera, se lesionara y yo me tuviera que pasar las comidas de Navidad sin mi mayordomo inglés ¡Ni hablar del peluquín!"

Unas horas después. Y de haber ido y venido unas cuantas veces de la tienda de los chinos del señor Li en busca de luces de adorno, el árbol quedó hecho un primor.

La abuela fue llamando a los vecinos y vecinas para que acudieran al encendido de la iluminación. La calle se llenó para ver el espéctaculo y quedó boquiabierta ante tamaña iluminaria. Al mismo tiempo sonaron los villancicos a toda potencia. La gente aplaudía, encandilada. - ¡Nunca tuvimos algo así en el barrio! - A los veinte minutos empezaron las quejas. - ¡Poned la música más floja, hombre! - "Ya salió el tiquismiquis de turno" - ¿Apagaréis las luces por las noches? - ¡Que va! ¡alegría, alegría! - ¡Mañana trabajamos! - Una mujer, apretando el brazo de su marido, exclamó: - ¡Que ganas tengo de que me toque el gordo para poder perder de vista a estas dos! Y nos señaló a la abuela y a mi.

A Pascualita, que estaba con nosotras, no le gustó el tono de desprecio que usó aquella vecina contra nosotras y le escupió a la tripa pero quien recibió fue el marido. Rápidamente, el veneno causó estragos. El volumen del cuerpo se multiplicó por veinte. - Su mujer, al verle saltar, llorar, gemir, moquear, se volvió majareta y gritaba a los cuatro vientos mientras se refregaba contra él: - ¡¡¡ME HA TOCADO EL GORDO. ME HA TOCADO EL GORDOOOOOOOOOO!!!

lunes, 17 de diciembre de 2018

Otra más...

Por fin se le ha quitado la pintura amarilla de la cara a Pascualita. Lo malo es que lo ha hecho a trozos y ha sido peor el remedio que la enfermedad. Cuando la miro se me ponen los pelos de punta ¡que fea está la jodía! En cuanto a su colapso mental, sigue igual. No sé como hacerla reaccionar.

He comprado un salmonete en el mercado y lo he metido en el acuario. Esperé a ver como se lo comía pero, todo lo que ha hecho la sirena, ha sido acercarse y darle besitos. Está más grave de lo que pensaba. Necesita un psiquiatra. Se lo comenté a la abuela  ha dicho que nones. Que aunque la profesión de esos médicos tengan un nombre extravagante, siguen siendo personas. Y las personas somos seres curiosos y enseguida querrían saber de dónde hemos sacado a la sirena, etc. etc. De modo que la terápia tendremos que hacérsela nosotros.

En la pequeñísima biblioteca de intercambio de libros usados que hay junto a la Pescadería del mercado, he buscado alguno que tenga un tema relacionado con la psiquiatría. Quizás tenga un capítulo dedicado al apartado de Clientes exóticos... no había ninguno.

Bien pertrechadas de chinchón y almendras fritas, nos hemos sentado en la salita con la vista fija en el extraño Belén donde las figuritas están representadas por la pandilla de sinvergüenzas, que ésta siendo juzgada, de la trama Gürtel.

Después, nuestra atención se centró en la pantalla de la televisión. A Pascualita y a mi nos encanta ver anuncios. A veces incluso más que muchas de las películas que dan a continuación. Estiré las piernas sobre el puf, coloqué a Pascualita sobre mi falda, bien relajadas ambas, preparadas para tragarnos lo que sea que den en la tele.

De repente apareció una locutora para dar la noticia de un nuevo crimen contra las mujeres: joven, guapa, deportista, maestra de escuela, con familia, novio, ilusionada con su trabajo y toda la vida por delante.

Mientras la locutora hablaba, la cola de pez de Pascualita, se tensó y dio un gran salto mortal para estrellarse, ruidosamente, contra la pantalla. No le importó darse uno y otro y otro porrazo ya que insistió en la embestida.

Tuve que pararla con ayuda del guante de acero. Estaba fuera de sí y eso que todavía no había visto a la Esteban. No sabía a qué venía esa reacción. su furia no paró hasta que cambiaron de noticia. ¡Pascualita reaccionaba de ésta manera contra los crímenes machistas! Es mucho más humana que los asesinos que nos matan.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Vaya...! - En este momento entró también la abuela. Sin habernos puesto de acuerdo, íbamos de negro. Llevábamos luto por las muertes injustas de las mujeres

domingo, 16 de diciembre de 2018

Seguimos igual.

Pascualita me mira bizqueando todo el rato y acaba poniéndome de los nervios. Estoy por tirarla contra la pared para ver si, con otro golpe, vuelve en si. Al comentárselo a la abuela me ha dicho que como vea en las paredes de casa una mancha roja, aunque sea un mosquito aplastado, nos veremos las caras. Ante tamaña amenaza... me he retirado a mis cuarteles de invierno.

La Cotilla ha dado por terminado el negocio de los emoticones feos. - Creo que tu abuela me espía. - Menuda tontería. - Me sigue un hombre con gafas de sol, gabardina con el cinturón anudado a la cintura, sombrero y la colilla de un cigarrillo pegada en la comisura de los labios... ¿Qué tienes que decir a esto? - Que es un espía de libro... Eso no quita para que, además, sea un admirador-lapa, Cotilla. - Ahora que lo dices bien podría ser un admirador-aprovechado, enterado de lo bien que nos va el negocio, y dispuesto a dejarme sin un euro a base de camelarme... ¿Crees que debería pedir a tu primer abuelito que me hinchara las tetas?

Decidimos esperar un poco para ver qué pasa. Mientras tanto la Cotilla vino un día a casa - ¿Dónde va con tanto trasto? - A montar el Belén. - Me pareció bien y la dejé sola en la salita mientras yo habría una lata de fabada y la calentaba al microondas - ¡¡¡Yo también quiero de eso que hueleeeeeeee!!! - A ésta mujer el olfato no le envejece.

Cuando, después de comer, nos sentamos en la salita a dormir la siesta, se me pusieron los pelos de punta. ¡La Cotilla me había engañado! En lugar de un belén montó un altar para los Amigos de lo Ajeno. - ¡¡¡YA ESTA TIRANDO TODA ESTA PARAFERNALIA POR EL BALCON!!! - Cálmate, boba de Coria. ¿Dónde está el engaño? - ¡Son los de la Gürtel y compañía! - Pero caracterizados de pastorcillos, perros, ovejas, el buey, la mula, Rato de ángel anunciador (¿recuerdas con que gracejo tocó la campañilla el día que Banquia sacó sus acciones a la venta?) Y así todos los demás. Ha quedado muy original.

Ahí sigue el belén. Y Pascualita con su amnesia. Lo sé porque cuando me mira sonríe beatíficamente ¡y eso, en ella, no es normal... ¡Vuelve en tí, Pascualitaaaaaaaaa!

sábado, 15 de diciembre de 2018

Amnésica perdida.

Pascualita está amnésica perdida desde lo del golpe contra el espejo del aparador. Me mira y me  ¡SONRÍE! La he puesto junto a Pepe en la mesa de la cocina y en lugar de liarse a mordiscos con la cabeza jivarizada, se lo come a besos. Vamos progresando porque, aunque se lo come de verdad, lo hace con cariño. Le he preguntado - ¿Pascualita, estás tonta? - y me ha hecho el gesto de OK juntando sus deditos palmeados.

He comprado unas rodajas de merluza fresca para las dos y cuando la ha visto en el plato, cruda, se ha tumbado encima como si estuviera en una cama. No me quedó más remedio que comentarlo con la abuela: - "¿La tienes mucho rato frente al televisor" - Toda la tarde... - "Me parece que está imitando cosas que ve en la tele" - ¡No me digas! Voy a prepararla para que vaya al Pasapalabra y me gane un pastón. - "¿Cómo que te gane? Será que NOS gane un pastón. La sirena es de las dos?" - ¿Dónde vive? ¿Quién se encarga de alimentarla, cambiarle el agua, ir a la playa a buscar las garrafas?...

No supo qué contestarme a eso aunque no se lo pensó mucho. - "No puedes mostrarla a nadie y menos en la tele ¿Te imaginas a la Esteban buscándole las cosquillas y sacando todos los trapos sucios de cuando vivía en su hábitat? La de langostas que se habrá comido estando allí. Los animalistas se echarían encima de Pascualita y, como tutoras que somos de ella, nos meterían un puro que temblaría el Misterio... No, nieta, no. Quitate la idea de la cabeza."

Me lo pintó tan negro y encontré sus explicaciones tan razonables que aparté toda idea de lucrarme a costa de Pascualita y me propuse disfrutar de ella. Me la llevaba a todas partes metida en el termo de los chinos y era más buena que el pan. Iba con la sonrisa puesta todo el día.

Una mujer que se había fijado en ella me preguntó qué significaba el emoticón que sobresalía del termo. Era una repelente cara amarilla y sonriente. - Es un símbolo contra la intransigencia. No importa lo fea que seas que si vas por la vida con una buena aptitud, la fealdad desaparecerá a los ojos de los demás... - ¡Quiero uno! ¿Dónde se venden? - En la Rambla, al anochecer, encontrará una mujer vieja junto a la fuente. Seguro que ella tiene.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - ¿Qué tal va el negocio, Cotilla? - Viento en popa. Los emoticones feos se venden como churros. Tuviste una buena idea, boba de Coria y de paso libramos a la ciudad de las chapas de cerveza. Tendrás que pintar más y cuanto más feas, mejor.

La abuela no sabe nada de éste negocio que nos llevamos la Cotilla y yo entremanos. De alguna manera tengo que pagar el espejo del aparador. - ¡Nena, trae el chinchón! - ¡Voy volando, socia! 

viernes, 14 de diciembre de 2018

Siempre pago yo.

Resulta que la pintura amarilla que le puso la abuela a la sirena para hacer de Estrella, no se le va. No puedo mirarla porque me da la risa tonta y si se da cuenta que me río de ella, me atacará la jodía.

La abuela la llena de cremas para ver de solucionar el problema. - ¿Qué problema? Así tiene mejor cara que con su color natural, amarillo-violaceo-verdoso-de ahogado. - "Pues yo tengo un reconcome que no me deja dormir. Pobrecita. Menos mal que no puede verse" - ¿Cómo que no? (dije sin pensar) - Saqué a Pascualita del agua y la alcé para que se mirara en el espejo del aparador.

Fue como si le hubiera picado un grupo de medusas salvajes. Los pelo-algas se le erizaron, la dentadura de tiburón salió hacia afuera y sin que yo pudiera hacer nada para detenerla, saltó hacia el cristal y por poco se mata. Tendremos que cambiarlo porque se ha rajado de arriba abajo.

Mientras yo me preocupaba por el cristal, la abuela lo hacía por Pascualita. - ¡Ya me estás comprando uno! La sirena es tuya ¿no? - "¿Y dónde vive? ¿Y quién la ha puesto delante del espejo, eh, eh, boba de Coria? Así que ya sabes quién lo pagará ¡tu menda!"

A la sirena se salió un chichón que no le cabía en la cabeza. Parecía un melóncito con cola de sardina. ¿Que hubiese dicho Darwin de haberla visto? ¡Que era pariente lejana de otro bicho raro: el ornitorrinco.

Sonó el teléfono, que apenas pude oír debido al alboroto que se había formado en el comedor entre la abuela y yo. Era para ella. En seguida bajó el tono de voz y la dulcificó ¡Menuda actriz se ha perdido el teatro! - "Holaaaaaaaaaa... - Habló un buen rato, mientras yo me comía las uñas pensando que mi aguinaldo se lo llevaría el cristalero.

Cuando colgó, se acercó, zalamera, al melón con escamas y le dió un besito diciéndole: - "La tía Conchi te manda recuerdos, guapita" - ¿Quapita? ¿Eso...?

Ahora somos dos con chichón en la frente. La abuela me tiró un zapato de tacón altísimo que, si me da en un ojo, me deja tuerta... jijijijiiji... aaaayyyyyyy, que dolor y ¡que risa solo de pensar en la extraña pareja que haríamos la sirena fea y la pirata tuerta jijijijijijji! Tomaré más chinchón porque, de momento, el dolor sigue ahí ¿verdad, Pascualita?... ¡hip!

jueves, 13 de diciembre de 2018

El alarido.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - Un eco lejano llegó hasta el oído que no tenía aplastado contra la almohada... Supe que era parte de un sueño, no le hice el menor caso y volví a refugiarme en brazos de Morfeo. De nuevo el eco terminado en aaaaaaaaaaaaaa, me perturbó. Y en mi mente dormida apareció, como un reflejo en aguas turbulentas, el rostro desagradable y deformado de la Cotilla.

- ¡¿Que qué comeremos en Navidad, boba de Coria?! - ¡Salga de mi sueño, Cotilla! - ¡Echate para allá que vengo helada y necesito calor humano, aunque sea tuyo! - ¡¡¡AAAAAAAAAYYYYY!!! Grité con todas mis fuerzas.

Por la mañana, al salir de casa, los vecinos aceleraban el paso cuando me veían... ¿Por qué? ¿Sentían temor ante mi presencia? Acabé preguntando. - ¿Qué os pasa conmigo? - Na... da...

Bedulio dio una media vuelta estrepitosa cuando me vio a lo lejos. Corrí tras él. - ¡¿Tú sabes qué pasa?! - No... - ¡Sí que lo sabes! Cuéntamelo. - El pobre estaba blanco como la pared, le temblaban las manos y los ojos giraban en sus órbitas. - ¡Ostras, Bedulio, estás endemoniado, que guay! - Reaccionó a mi comentario distendido, haciendo una cruz con los dedos. - ¡Vade retro, Satanás! - Estás como una chota, tio. - Dio dos pasos hacia atrás - ¡Quieto parao! De aquí no te vas hasta que me cuentes lo que pasa.

Le costó lo suyo pero, poco a poco, fue soltando lastre: - En tu casa pasan cosas... Vives con... (aquí se sentiguó rápidamente) el ánima de tu... abuelito primero... A veces hay gente... herida sin saber por qué... Con hinchazones nunca vistos... Cae agua al suelo... Se oyen chapuzones... Tienes un acuario... solo para algas... Y para rematar la historia, esta noche... esta noche... Esta noc... - ¡Te repites como el ajo! - En tu casa ha pasado algo... que tendría que ir a indagar... pero ¡no puedo! Tengo miedo

- Sigo sin saber qué ha pasado. - ¿Ha sido Lucifer...? - ¿Otro candidato de mi abuela, a padre del bisnieto? - ¡¡¡Lo ves!!! ¿Crees que es normal decir esto en lugar de HIJO? - Más raro es eso refiriéndose a mi abuela, Bedulio. - ¡No puedo más! ¡Dímelo de una vez! ¿Ha matado a la Cotilla? - ¿La abuela? - ¡NO, Lucifer! - ¡¿El pretendiente?! ¿Conoce a la Cotilla? Así no me extraña que se la quiera cargar. - ¡¡¡BASTAAAAAA!!! Esta noche se ha oído un alarido que ha despertado a toda la vecinda, con el corazón encogido de miedo. Y venía de tu casa. Tan espantoso ha sido que solo puede hacerlo alguien que está siendo sacrificado por demonios.

De repente me eché a reír. - ¡Ay, Bedulio, que tajada llevas! ¿Qué hubieses hecho tu si la Cotilla te pusiera los pies helados en la espalda? - Gritar. - ¡Pues eso hice yo, pardillo!

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Adornando la casa.

La abuela, seguida de Geooorge cargado de cajas y bolsas, han llegado a casa. - "Nena, vamos a poner los adornos navideños." - ¡Oh, nooooo! Aún faltan algunas semanas. - "Por eso vale más tenerlo todo a punto y no tener que correr después" - ¡Me niego! - "Por mi como si te la pica un pollo" - ¡Abuela!

En cuanto el inglés se descargó de todo lo que llevaba, la abuela le ordenó que se llevase a Andresito en el rolls royce, a dar la vuelta a Mallorca tranquilamente. - ¿No sería mejor que se quedara y nos ayudara? - "Naciste tonta y así te morirás. Serás la más tonta del cementerio ¡Que cruz tengo contigo!" - ¿Qué he dicho?

Esperó a que se fueran para recriminarme: - "Pascualita también tiene derecho a participar de los preparativos ¡Y no tiene que haber nadie delante!" - Tiene razón la abuela aunque, sinceramente, no sé que puede hacer un bicho como éste. - "¿Recuerdas que el año pasado estuvo de Niño Jesús en el pesebre del belem? Pues ahora será la estrella que corona el Arbol de Navidad." - Se lo comerá. - "¿El qué?" - El Arbol. ¿No sabes que es una fiera corrupia? - "Será la Estrella y no se hable más... Mira que trajecito tan mono le he hecho"

De una de las bolsas sacó un trajecito de estrella, lleno de lentejuelas y lucecitas leds que dañan la vista. - No querrá llevarlo. - "¡Anda que no!"

Nos pasamos toda la mañana colocando espumillón, guirnaldas, bolas de colores, el Belem y el Arbol. Todo muy brillante, muy colorista, muy recargado. Los colores rojos y dorados predominaban por toda la casa hasta el cuarto de baño. Tampoco se libró el papel higiénico que llevaba impresos campanitas atadas a ramitas de acebo. Cuando la abuela dio por terminada la decoración y le echamos un vistazo, aquello parecía la tienda de los chinos del señor Li.

-  ¡Nos hemos pasado tres pueblo.! - "¡Esta precioso!" - Pascualita, que no nos había quitado el ojo de encima en toda la mañana, de repente dio un salto mortal e hizo luego la señal de OK. - "A mi chiquitina le gusta porque tiene más sentido de la estética que tu" - Vale, abuela.

Después llegó el momento de ponerle el traje a la sirena. Se la veía encantada mientras la abuela la vestía y no le escatimaba piropos. Accedió a todo. El gorro-estrella llevaba una abertura por la que sacaba la cara. Después del maquillaje amarillo que le puso, se me figuró un plátano de Canarias. Pero el remate fue cuando la puso en la punta del Arbol de Navidad y encendió las lucecitas.

Pascualita bizqueó ante tanta luminaria. ¡Estaba horrorosa! y tuve que salir al balcón a reír - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¡Ostras! ¿Quién ha comprado la estrella? Tu nieta, como si lo viera ¿No había otra más fea jajajajajajaja? ¡Que horterada! - "La he puesto yo" - ¿Ibas borracha cuando la compraste? jajajajajajaja Alquílasela al Govern para usarla de faro los días de niebla cerrada. -"Ya vale, Cotilla... " - ¡Nena, pónla en el balcón y nos iluminará el barrio! jajajajajaja - "¡Tu lo que tienes es envidia!" - Huy, huy, huy... la abuela se estaba enfadando... y decidí cortar de raíz los comentarios. - ¿Le digo al abuelito que traiga una paella de marisco para todos? - "Para todos no. La Cotilla se va" - No... (dijo, titubeante la vecina) - "¡¡¡Puerta!!!" - Que mal aguanta las críticas mi abuela...

martes, 11 de diciembre de 2018

La huelga de hambre.

Andresito me ha pedido asilo familiar. Por su modo de hablar me ha parecido que estaba preocupado, fuera de sí, asustado. - ¡Tienes que acogerme, nena, o tu abuela acabará conmigo! - Vale, pero tu pagas las comidas en buenos restaurantes.

Ni siquiera me ha regateado con lo cual le ha quitado emoción a la cosa. Ha venido acompañado de Geooooorge, al que no he visto tan alicaído como otras veces desde que empezó el culebrón del Brexit. - ¿A qué viene ese puntito alegre de tus ojos, inglés? - Primerau Ministrau May decir, con pequeñita boca, ¿empezamos nuevo dialogou, plis? - Así que ahora quiere que Europa siga siendo inglesa... ¡Que cruz tenemos con vosotros, comedores de guisantes! - Yes...

- ¿Y a ti que te pasa, abuelito? - Tu abuela se ha dejado influenciar por Quim Torra y quiere que nosotros también nos pongamos en huelga de hambre - Ahora que viene Navidad os ahorraréis un pastón que podéis darme como aguinaldo. - Dos días - ¡Que valor! Estará a pan y agua, o a agua sola si quiere perder unos kilos ¿Por qué tanta prisa? - Tendrá que ir a gobernar Cataluña... - ¿No lo hacen desde Bruselas? - Ahora que lo dices...

-  ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Me apunto a lo de las comidas en buenos restaurantes! - Cotilla, hay que ver lo bien que le funciona la oreja. - A los proletarios pensionistas que estamos en edad de merecer, no nos queda otra si queremos comer caliente cada día. - ¡Que no diga la palabra proletaria delante de mi! - Que tiquismiquis eres, abuelito - Que pielecita más finita tiene el señor (Se burló la Cotilla) - Está decaído... - Y más que lo estará cuando le cuente el romance de su mujer con Pascual. - ¡Chitón, loca! - Vale. La comida buena a cambio de mi silencio. - Rubricamos el trato con un apretón de manos y unas copas de chinchón.

Geoooorge se acercó rápido. - Mi querer. - Pues tendrás que hacer una huelga de hambre primero. - ¿Ein? You loca. - Pues no hay chinchón. Bebe te. - El inglés fue a protestar cuando un chorrito de agua envenenada le cayó en las nalgas e inmediatamente, aquellas carnes prietas se hincharon tanto que parecían un airbag. Nunca había visto a un hijo de la Gran Bretaña llevando a rastras a su culo. Se escuchó un chasquido cuando se le rompieron los calzoncillos con la bandera británica... Ahora no sé si lloraba por ellos o de dolor.

Tuve que aguantarme y dale también asilo familiar porque no podía caminar, ni sentarse. Esta Pascualita no sabe más que darme quebraderos de cabeza.


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lunes, 10 de diciembre de 2018

Tema Edad: top secret.

Pascualita ha olido el pescado que he traído del mercado y no para de saltar del acuario a la mesa del comedor, de allí a una silla y de ésta al suelo. La he encontrado reptando camino de la cocina unas cuantas veces. Con el guante de acero como escudo a sus mordiscos, la he cogido cada vez y la he metido de nuevo en el acuario. El enfado de la sirena es de campeonato. En cuanto me ve suelta dentelladas a diestro y siniestro.

- ¡Ahora te daré un trozo, pesada, pero no vayas por el suelo que puedo pisarte! - Pero el bicho no entra en razón. Cuando quiere una cosa, la quiere ¡ya! - ¡No se tomó Zamora en una hora, jodía! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Con quién hablas ahora? - ¿No sabe llamar a la puerta? - ¿Para qué si tengo llaves? - ¡Ya me las está dando! - No cambies de conversación y díme si tengo que llamar a los loqueros. - ¿Para qué? - Para que te pongan una camisa de fuerza. ¿O sigues con tus clases de oratoria? - ¡Exacto! Veo que tiene buena memoria, Cotilla.

- ¿A qué apesta? - No sé... - ¡A pescado podrido! - Lo acabo de comprar bien fresco. - ¡A mi no me des de eso que no quiero morir joven! - Jajajajajajaja ¡que chiste más bueno, vecina! - "A ver, cuéntalo otra vez, Cotilla , que no lo he oído. - ¡Abuela! ¿por dónde has entrado? - "A través de las paredes como el ánima de tu primer abuelito."

La Cotilla le contó "el chiste" a la abuela. - "¿Dónde está la gracia?" - No tengo ni idea pero tu nieta se ha reído mucho. - Retrocedí lentamente mientras la abuela dio dos pasos hacia mi. - "¿Qué te he dicho yo sobre lo de hablar de la edad?" - No me he reído. Ha sido un... tic... nervioso... - "Eso espero. Piensa que, tanto la Cotilla como yo, sobre todo yo, estamos en sazón, en la flor de la vida."

Sin yo querer, el cerebro me jugó una mala pasada y un esbozo de sonrisa se pintó en mi cara y aunque me llevé las manos a la cara, la abuela, lo había visto y me tiró lo que tenía más a mano: el bolso de la Cotilla, que pesa un quintal.

Llevo dos días en la UCI. El impacto de la bolsa contra mi cabeza casi acaba conmigo. La abuela y el abuelito viene a verme a la hora convenida y se pasan esos minutos jugando a las cartas y brindando con chinchón celebrando que no haya quedado más tonta que antes... Lo peor de todo es que no son capaces de ofrecerme ni una gota.

domingo, 9 de diciembre de 2018

La Tramuntana.

Cerré los ojos anoche y desde entonces sigo viendo puntitos por todas parte. Y cuando, a medio día, he ido a echar la sopa al caldo solo he encontrado un paquete de ¡maravilla! Que hartón.

He salido a pasear para despejarme y, para no ir sola, me he llevado a Pascualita en el termo de los chinos. En cuanto he salido a la calle una ráfaga de aire me ha soplado una torta en plena cara - ¡Oh, no! (he gritado) ¡Ya está aquí la Tramuntana!

Como no me había enterado que había llegado el viento me puse una falda plisada y lo primero que ha hecho ha sido levantarse. He tenido una lucha titánica con ella para mantenerme recatada por la calle y no dar la nota pero ha sido imposible. Cuando no se levantaba de aquí lo hacía de allí. Al darme cuenta que era una batalla perdida, camino de la Plaza de España donde están los puestos de Navidad, he soltado la falda y la he dejado en libertad para moverse a gusto. Al pasar frente al escaparate de una tienda me he visto reflejada con los pelos levantados y la falda arromangada a la cintura mientras yo caminaba con el culo al aire. ¡Como para hacerme una foto!

En la Plaza Mayor, donde yo pensaba que estaría más resguardada, he abierto el termo para que Pascualita se asomara y viera todo lo que allí se expone. Paseé por los belenes como cuando era pequeña, extasiándome con las figuras en movimiento, los animalitos... ¡De repente el viento formó un remolino y Pascualita salió volando!

Se me llenaron los ojos de tierra y de lágrimas. Me costó un poco recobrar la visión. Entonces me dediqué a buscar a la sirena entre las figuritas caídas y las palabrotas de los vendedores. ¡No la encontraba! ¿A dónde se la habría llevado el viento? En mi desesperación la llamé a gritos - ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Algunas personas me preguntaron: - ¿Ha perdido a su hija? - No es mi hija pero como si lo fuera... snif... - Le ayudaremos a buscarla ¿Cómo es? - Como una sardina. - Perdón. ¿Ha dicho sardina? - ¡Sí, eso he dicho! Si la ven no la toquen porque muerde. - ¡Ande y vaya a reírse de su padre, tía Camuñas!

¡La encontré! Estaba acostada en uno de los pesebres del Niño Jesús, entre el buey y la mula. En cuanto me vio levantó los bracitos para que la cogiera. Aquello me emocionó y lloré a moco tendido mientras la colocaba de nuevo en el termo y cerraba la tapa.


sábado, 8 de diciembre de 2018

¡Que intriga!

A las cuatro de la madrugada me ha llamado la abuela para decirme esto: ¡Nenaaaaaaaaaaaaa...! ¿tienes algo que hacer mañana?... ¿Me oyes? ... No sé cómo puedes dormir tanto..." - Recuerdo, vagamente, que le contesté algo así: - ¿Ein...? zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz... - Después la abuela comentó con Andresito. - "Creo que le ha picado la mosca del sueño... No es normal ... Mañana... vendré... a... tu... casa... y... pondremos... los... puntos... sobre... las... íes..." - El abuelito preguntó: - ¿Por qué le hablas en morse? - "Para que se le quede grabado en el cerebro... Tendrá uno, digo yo" - Lo último que recuerdo fueron risas.

No fue hasta que me senté a desayunar con Pascualita cuando recordé todo ésto y me preocupé. ¿Qué había querido decir con eso de poner los puntos sobre las íes? ¿Que me caerá una bronca? ¿Que los abuelitos me nombrarán heredera universal en su testamento? Estoy intrigadísima.

La sirena, siempre fiel a sus tradiciones, me puso la cocina chorreando de cola cao y se zampó dos croasanes que la Cotilla trajo, quince días atrás, del contenedor del super. - ¡Ya podrías haberme dejado uno, acaparadora! - Me hubiese querido estrangularla pero todavía tengo el pie como una bota de Pau Gasol y me cuesta andar.

Han llamado a la puerta y me he pasado media hora intentando llegar y abrirla mientras no paraba de gritar: ¡Ya voooooy! En el rellano había dos médicos que, durante mi visita al hospital, no pararon de hacer fotos al pie. - Venimos a que nos explique qué le pasó. - ¿Otra vez?... Estooooo... que me picó un bicho. - ¿Qué clase de bicho? - ¿No lo dije? - No recordaba nada. - Ah, pues eso. - ¿Ahora lo recuerda? - Pues... ¡si! Era un ornitorrinco. - ¿Perdón? - Perdonado, no faltaba más... Hale, hasta luego. - Intenté cerrar la puerta pero me lo impidieron - ¡¿Está segura?! - "¡Claro que está segura! Soy su abuela y presencié el ataque de ese bicho hecho con retales de otros." - Y ¡PLAM! les cerró la puerta en las narices.

La llegada de la abuela fue providencial. - "Bueno ¿qué? ¿Nos ponemos a ello?" - Estoy en ascuas. - Geoooorge, descargó en la mesa del comedor una pila, de medio metro de altura, de papeles oficiales. - "El ordenador de Andresito tiene un fallo, al escribir la i sale sin punto y debe llevarlo. Así que, venga, a poner los punto sobre las íes." - ... Jopé.

viernes, 7 de diciembre de 2018

¡Se cumple mi ilusión!

Toda mi vida, pero ¡toda, toda! he tenido el deseo de que me lleven en volandas donde quiera que vaya. En litera a hombros de forzudos núbios, o rubios suecos forzudos también. El que sean forzudos es imprescindible porque esa es mi ilusión. Y ya, como súper deseo, ir sentada en la manaza de un gigante... Claro que tiene que ser uno de buena memoria, no sea cosa que le moleste algo y quiera aplastarlo con la mano que me lleva...

Unas noches sueño ésto y otras al revés: tengo un gnomo chiquitín al que llevo yo en mi mano. Ahí la buena memoria tendría que tenerla yo porque un gnomo al que van a aplastar debe tener muy mala leche y podría transformarme en un sapo apestoso y a ver cómo tengo yo luego el bisnieto de mi abuela con esa pinta.

Lo más cercano a gnomo que tengo en casa es Pascualita. Estaba sentada en el borde del acuario y la cogí por sorpresa para que no se me escapara. Se llevó un gran susto porque debía estar pensando en lo que quiera que sean las musarañas del fondo de los Siete Mares. Y entre eso y lo escurridizos que son los peces (las sirenas, igual) se me cayó al suelo y quedó medio grogui.

Intenté cogerla de nuevo pero sacó la dentadura de tiburón a pasear. - ¡Quieta! solo vamos a jugar a que eras un gnomo. - Pero no le dio la gana de entenderme. Fui en busca del guante de acero, así no podría morderme.

No consentía, de ninguna manera, que la cogiera y se debatía como una anguila. - ¡Para ya, coñe! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Con quién hablas?... ¿No me digas que Pascual, el amante de tu abuela, está aquí.? - ¡Que va? Estoy practicando mi oratoria. - ¿Cuándo has tenido tú de eso? - Desde siempre pero lo tenía abandonado... - ¿A ver cómo lo haces? - Ahora no que me da vergüenza.

Mientras estuvo la Cotilla en casa Pascualita estaba escondida en el bolsillo de mi bata. Al sacarla de allí parecía una loca de atar. Y se me volvió a escurrir volviendo a caer al suelo pero ésta vez clavó los dientes en mi pie en lugar de hacerlo en las baldosas.

¡Por fin se cumplió mi sueño! Tuve que llamar a una ambulancia porque el pie se me puso como el de un elefante. ¡Y me sacaron de casa en camilla, llevada por dos forzudos enfermeros mientras que yo, medio borracha de chinchón para aliviarme el dolor, se sentía como la auténtica Cleopatra.

jueves, 6 de diciembre de 2018

40 años de la Constitución.

Se acerca Navidad a pasos agigantados y todavía no he mandado ni una postal de felicitación a nadie.  La abuela me da la lata cada día: - "¿Ya las has mandado?" "¿Qué esperas. La caída de los higos chungos?" - Otra que da la tabarra es la Cotilla ¿Qué le importará a ella.

Esta mañana han llegado juntas las dos amigas. Traían un bandeja de ensaimadas y dos botellas de chinchón sin estrenar. - ¿Qué se celebra? - "¿En qué mundo vives, boba de Coria? ¿Cómo vas a encontrar novio si estás todo el tiempo en la Luna?" - ¿De qué es la fiesta? - ¿Por qué? - ¿Por qué, qué?  - "¿Qué de qué?" - ¡Yo qué sé! - "Así debió salir la letra del Aserejé"

- "Hoy cumplimos cuarenta años..." - ¡Anda ya! jajajajajaaaayyyyyyyy. ¿A qué viene ese pescozón, abuela? - "Lo mismo digo de tus risas" - Me trasladé al otro lado de la mesa del comedor y balbuceé: - Es que... los cuarenta... - "¿A ver lo que dices?" - Que ya... no... los... cumplís...

La abuela cogió una ensaimada y poco a poco, llegó hasta el acuario y como el que no quiere la cosa, fue tirando trozos al agua. - ¡Qué haces! (le gritó la Cotilla) - "Huy, es que mi nieta me pone de los nervios y me despisto" - No me extraña ¡Que cruz tienes con ella!

 - Hoy hace cuarenta años que teníamos cuarenta años menos. - ¿Esto es lo que celebráis? - Celebramos la Constitución ¡ya tiene cuarenta años! - "Hay que ver cómo pasa el tiempo para todos menos para mi que sigo fresca y lozana como cuando tenía quince años..."

Por supuesto, no la contradije. Nos sentamos en el comedor y hablaron de lo que pasaba cuando se votó la Constitución. De lo jovencitas que eran (yo callaba y calculaba: en 1973 tenían 60 años... o sea que éste año cumplen, o han cumplido, los ¡100 años!)

Me cayó un lagrimón de la emoción de tener una abuela centenaria que usa estilettos cuando se va de fiesta, o sea, todos los días. Me miró intrigada. - "¿Qué pasa?" - ¡Cualquiera se lo dice! -

- ¿ Echo un chorreón de chinchón a las algas del acuario? -  "Echa" - ¡Estáis locas! (gritó la Cotilla, levantándose de golpe de la silla pero no fue lo suficientemente rápida. Y Pascualita agradeció nuestro gesto dando saltos mortales y llenando el suelo de agua. - ¿Qué es ... eso? - Las algas, que están contentas.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Los décimos de Navidad.

Tengo el pálpito de que éste año, me va a tocar la Lotería de Navidad. Se lo he comentado a la abuela y ha dicho que le parece bien, aunque sea Gordo, que la cuestión es que me toque alguien. - ¿Crees que pueden tocarme dos premios en el mismo sorteo? ¡Eso sería suerte!

Le he comprado dos décimos a la Cotilla porque me ha asegurado que me tocan fijo. - ¿Y usted cómo lo sabe? - Porque ya han salido premiados en otro sorteo, boba de Coria. -¿En serio? - ¡Claro! ¿Quiéres alguno más? Son veinticinco euros... - Me parece que son veinte euros, Cotilla. - Los décimos normales, sí. Los que ya salieron premiados son más caro porque vas sobre seguro. - Estoy deseando que llegue el día de la Lotería para ver cuánto cobro

La abuela dice que no me haga muchas ilusiones pero ¿por qué no voy a hacérmelas? Para eso he comprado los décimos ¡Para que me toquen muchos millones! Así tendré tantos novios que tendré que apartarlos a codazos.

La Cotilla ha vuelto a poner un altar para los Amigos de lo Ajeno en mi salita. - Te he dejado un sitio para que pongas los décimos. Enciénde algunas velas y reza mucho. Verás cómo funciona. Yo aprovecharé para pedir ayuda para mi gurú Bárcenas. Una inteligencia como la suya no puede perderse entre cuatro paredes enrejadas. - ¡¿Pero no le había dicho yo que no quiero altares en mi  casa?! - Enciende unas velitas y calla, agonías.

Resultó que el altar estaba lleno de velas. Una vez encendidas una docena de ellas, una ráfaga de aire entró por la ventana, levantó una punta de la cortina y ésta rozó la llama de una velita ¡Y menuda la que se montó!

De la calle venían gritos de ¡¡¡FUEGO, FUEGO!!!. El coche de  bomberos llegó repiqueteo de sirenas. Yo grité: - ¡¡¡AGUAAAAAAAAAAAAAA!!!  - La Cotilla entró a toda prisa, con el acuario en la mano y antes de que yo pudiera reaccionar a la sorpresa, vació el agua en el altar.

Las algas, la arena, el barco hundido y Pascualita, todo sirvió para apagar el fuego que, no obstante, se había "comido" ya los dos décimos de lotería. Menos mal que la sirena salió de rositas del "accidente"- ¡Cotilla, devuélvame mis sesenta euros! - ¿Santa Rita, santa Rita, lo que se da no se quita! - Pues déme dos décimos más. - No me queda ninguno... - Así no me tocará la Lotería (dije, llorando a lágrima viva por mis ilusiones muertas) - ¡Menos mal! (me pareció escucharle a la vecina).

martes, 4 de diciembre de 2018

Preparándose para el futuro.

La abuela me ha ordenado que lea el libro Don Quijote de la Mancha. Ante mi extrañeza me ha asegurado que no está de antojos. - "Es que el saber no ocupa lugar y quién te dice a ti que un día te presentan a un manchego, con ovejas merinas en cantidades industriales, que acepta ser el padre de mi bisnieto" - ¿Y qué tiene que ver el libro con ésto? - "Pues que, como buen manchego, puede hacerte un exámen para saber si te lo has leído. Y ni siquiera sabes quién era Dulcinea" - ¡Claro que sí! Una marca de rosquillas. - "Bueno, menos mal"

A pesar de haber salido airosa ante ella, la abuela insistió en que diera un repaso al libro y ésta mañana me he puesto a ello. Ahora ya sé que don Quijote estaba tan a malas con las gentes de su pueblo que no quiso ni nombrarlo. Algo le harían y debió ser gordo porque lo cuenta nada más empezar la narración.

La Cotilla le sacaría más provecho que yo al libro. En seguida sabría de qué pie cojea todo el mundo. Voy a dejarlo para dar una cabezadita... No creo que el manchego rico del que habló la abuela vaya a venir, justamente ahora, a examinarme... zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

- "¡Nena! Ya sabía yo que te encontraría planchando la oreja. Dime qué has averiguado sobre Don Quijote" - Poca cosa porque empieza por no dar detalles personales como, por ejemplo, cuál es su pueblo. Estaba peleado con todos, no sé por qué. No cuenta que pasó para que riñeran de este modo... Sin datos de primera mano no me entero de nada. Por que, claro, pónte que me pregunta de qué pueblo era don Quijote ¡¿Qué le digo yo?!

- "¿No podrías inventarte alguno?" - No, no, no... No quiero meterme en líos. Si don Quijote no quiere acordarse, allá él. Por cierto, tiene un criado que tiene un rucio... ¿qué es eso?¿algo bueno? ¿algo malo? Y luego ¿cuando has visto que un criado se llame Sancho Panza? Se puede llamar Geoooorge, Bautista... pero ¿Sancho Panza? Con ese apellido solo puede ser gordo y así es como se me representa el futuro padre del bisnieto. Ha sido una mala idea coger éste libro. Yo preferiría que tuviese el pecho con forma de tableta de chocolate... aaaayyyyy...  - "Eso no es problema ¿para qué están los gimnasios? Piensa en las miles de ovejas merinas, boba de Coria." - Eso sí...




lunes, 3 de diciembre de 2018

Helio por Oxígeno.

Andresito ha encargado una botella grande de oxígeno porque, debido al resultado de las elecciones de Andalucía, está confuso y no sabe a qué carta quedarse.  Y cuando se acuerda, le dan ataques de ansiedad y no puede respirar.

La abuela, que es muy jodía, le ha cambiado la bombona de Oxígeno por otra de Helio y en cuanto lo ha aspirado, al abuelito se le ha quedado una voz de pito que no se puede aguantá. Me ha llamado para decirme que llame por teléfono a su casa y pregunte por él para que se ponga al aparato. - "Verás que risa" - ¡Y sí, no puedo parar de reir! Ya no sé las veces que lo he llamado. Le escucho decir: - ¿Que pasa, nena? con esa vocecita y tengo que colgar porque se me saltan las lágrimas de tanto reir.

Por la tarde han pasado por casa antes de ir a El Funeral. La abuela llevaba puestas las gafas de sol aunque en la calle ya era de noche. - ¿Qué te pasa en los ojos? - "Los tengo hinchadísimos de llorar todo el día. Y lo bueno es que Andresito está encantado porque cree que me solidarizo con él. ¡No veas que dolor de cintura tengo!" - La pena es que el efecto del helio se va pronto. - "Voy preparada para esto. Llevo una bombona pequeñita en el bolso y, de vez en cuando, le haré que inhale un poco jajajajajajajajaja..."

De madrugada, camino de su casa, se han parado en la mía. ¡Y me ha despertado el abuelito con su voz de pitooooooo jajajajajajajajaja!  Venían bastante piripis porque habían celebrado el haber colgado, en la Pared de los Finados, una foto de Maria Fernanda. Se ha muerto a dos días de cumplir los cien años. - Pobrecilla (he dicho) - "¿Pobrecilla? ¡Era más agarrada que un chotis! Por eso se ha muerto, para no celebrar el cumpleaños y tener que invitarnos a todos! Pero nos hemos resarcido porque hemos montado una fiesta en recuerdo suyo que han tenido que pagar sus herederos. ¡La de veces que hemos bailado Paquito el Chocolatero con el móvil de Conchi y las botellas de chinchón que han "caído!"

Pascualita, desde el borde del acuario, dio un salto mortal para caer en el escote de la abuela que gritó al sentir en su piel el frío de la medio sardina... Una sonrisa irónica asomó a su cara. Cogió a la sirena y la metió en los pantalones de su marido... ¡La que se lió!. A lo lejos se oyen las sirenas de la policía que se acercan mientras los vecinos aporrean la puerta al grito de - ¡¡¡QUEREMOS DORMIIIIIIIIR!!!

domingo, 2 de diciembre de 2018

La familia es la familia.

La abuela y la Cotilla han llegado juntas a casa y partiéndose de risa. Después de dejar sobre la mesa de la cocina la bandeja de ensaimadas  recién hechas, me dijeron que se les había ocurrido un juego y que, en cuanto desayunaran, lo pondrían en práctica.

Me temí lo peor porque estas dos son más peligrosas que un mosquito tigre cabreado. - "No te asustes, boba de Coria. Lo jugaremos en la calle" - ¡Peor me lo ponían! Que vergüenza. - No digáis a nadie que me conocéis. - "¿Ves como es una mojigata, Cotilla? Y tú querías que participara en el juego. Te puede la bondad que llevas dentro"

- ¡Madre mía! están a partir un piñón éstas dos. - No me habéis dicho de qué va el juego. - "De hacer caso omiso a las señales de tráfico y los letreros que digan PROHIBIDO" - ¡Os pueden poner una multa! - "¡A mi plín! Yo duermo en Pikolín jajajajajajaja" - ¡Lo que nos vamos a divertir - ¡Cotilla, usted que parece más sensata, diga que no! - Tu lo has dicho: Parezco jajajajajajaja

Por la tarde vino Bedulio. - ¿No piensas cambiarte de casa, de barrio e, incluso, de isla? - ¿A que viene esto? - Tu abuela y su amiga están batiendo todos los records de recibir multas en un día ¡y encima se ríen! Pero eso no es lo peor... - ¿Ah, no? - Dicen que no las piensan pagar. Las he amenazado con la cárcel ¡y parecía que les había contado un chiste! - ¡Nos pedimos bocadillo de choped!"´ gritaron en medio de la calle junto a un hospital donde un cartel decía: Se ruega silencio.

- La culpa es tuya. Haber elegido otro sitio para multarlas. - ¡¡¡Encima!!! -

- ¡¿Y por qué tengo que irme yo que no he hecho nada?! - Porque estas ocurrencias solo han podido salir de tu cabeza, siempre llena de chinchón. - Ahí te equivocas, Bedulio. Soy de lo más normalita... - Por eso tienes en la cocina, la cabeza jibarizada de un hombre como adorno - Me hace compañía mientras cocino... - Para eso sirve la radio. - Pero no puedo hablar con ella - ¿Y con la cabeza decapitada sí? (los ojos del Municipal habían empezado a hacer chiribitas) - Nos comunicamos por telepatía. - ¿Y es normal... tener el espíritu de... tu... primer... a bu e li to... en casa? - ¿Dónde va a estar mejor un abuelo que con su nieta? Me preocupas, Bedulio. No razonas bien

En ese momento Pascualita empezó sus ejercicios de saltos sin trampolín y doble tirabuzón sin parar, ¡chof, chof, chof...! anegándome el comedor y poniéndo en fuga a Bedulio al que se le cayó el bloc de multas al bajar los escalones de cuatro en cuatro... Por supuesto, de ese bloc nunca más se supo.

sábado, 1 de diciembre de 2018

La Cotilla y sus rebajas.

Que bonita está Palma con la iluminación navideña. Y que tétricas las calles a las que no les ha tocado en suerte. He salido a pasear con Pascualita, que también tiene derecho a disfrutar de las cosas guapas.

Lo inquietante es que, todas las veces que me acerco a lugares llenos de gente, aparece por allí la Cotilla. Hace como que no me ve porque está "trabajando" y no quiere distraerse, como dice ella, porque es muy profesional gracias a su gurú Luis Bárcenas a quién ella considera su maestro.

Por eso llevo siempre bien sujeto el bolso. En cambio, el termo de los chinos va abierto para que la sirena no se pierda detalle de escaparates, jaleo de gentes, casetas de regalos, etc. Hemos pasado junto a un puesto de goofres y ha saltado hacia ellos en cuanto los ha olído. Ha caído sobre uno que se estaba haciendo y no me ha quedado más remedio que darle un empujón a un hombre al que estaban despachando, subirme en su espalda y rescatar a Pascualita que ya empezaba a oler a chamusquina.

Fue todo tan rápido que todos supieron que había pasado algo pero no supieron qué.

Me detuve frente al Corte Inglés en cuya fachada luce una enorme cortina de bombillas. Pascualita se restregó los ojos al quedar deslumbrada y siguió comiéndo sus pelos-algas tostados. Creerá que son espaguettis torraditos.

Me fijé que se habían apagado bombillas de la "cortina"  y pensé que menudo trabajo tener que reponerlas otra vez a riesgo de romperse la crisma el operario que tuviese que hacerlo.

La Cotilla apareció, de nuevo, cerca de mi. Y no le di importancia hasta que la oí vocear: ¡Bombillas, vendo bombillas a buen precio. Rebajadas, oiga, como si hoy fuese el Viernes Negro ese!

Me fui a casa. En la tele daban un reportaje sobre la misteriosa desaparición de bombillas en los grandes almacenes. La cámara hizo un zoom hacia un punto concreto donde, en ese mismo instante, estaba "desapareciendo" otra bombilla.

Se vio claramente como una mano enguantada de negro, desenroscaba la bombilla y se la guardaba en una bolsa que llevaba en bandolera.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Mira, para que no te quejes, traigo unas magdalenas que estaban en el contenedor del Súper, boba de Coria. - Con el buen jornal que ha echo hoy podría haberse estirado y traer algo que no esté a punto de caducar (dije con rabia) - ¿Qué insinúas? - No insinúo ¡Afirmo! que se ha sacado unos buenos cuartos con las bombillas del... - ¡Alto ahí! Mis ganancias son para mi vejez. Lo del contenedor es para regalar. - ¡Pero si ya está en plena vejez! - Hasta los cien años no hay vejez que valga. - ¡Estoy apañada!

viernes, 30 de noviembre de 2018

Andresito pide refugio-político-familiar, otra vez.

Cinco de la madrugada. Suena el teléfono. Es la abuela.- "¡Nenaaaaaaaaa! Estáte al tanto del timbre de la puerta porque Andresito va para allá. - zzzzzzzzz... ¿Ein?... - "¿Pero es que siempre tengo que encontrarte dormida? ¿Cómo vas a encontrar novio así?"

Cuando pregunté el por qué de la visita intempestiva del abuelito, obtuve ésta respuesta: "Viene a pedirte asilo-político-familiar porque, viendo que entran en la cárcel tantos compañeros de partido, teme que también vengan a por él y como sabe que Bedulio no entra en tu casa, no lo buscarán allí" - ¿Habéis trajinado mucho chinchón en el El Funeral esta noche, verdad?

El caso es que, por una cosa u otra, siempre tengo al abuelito refugiado en casa, cosa que alegra las pajarillas a la Cotilla que no desaprovecha la ocasión para echarle los tejos y quitárselo a la abuela. - No lo conseguirá ¿no ve que está colado por ella? - Mira, me he pintado los ojos como las modelos de Julio Romero de Torres. Le haré una caída de pestañas y rodará a mis pies, redondo y sin puntilla.

No la quise ofender, simplemente le puse un espejo delante para que se viera. En lugar de ojos morunos y gitanos, parecían de oso panda. Pero no se dio por enterada, ni siquiera cuando Andresito, que venía de comprar el periódico, se la encontró de golpe y gritó como si lo estuvieran matando. ¡Hasta un síncope le dio! Afortunadamente unos tragos de chinchón lo devolvieron a la vida.

- ¿Te has fijado, nena? (me dijo la vecina, encantada) Ha sido verme y desmayarse. Si es que, a una mujer como yo, le basta con restaurarse un poco para ser resultona... Quién sabe si el idilio entre tu abuelito y yo ya ha empezado...

Solo de pensar que episodios cómo éste se pueden repetir todos los días que dure la estancia de Andresito en casa, se me abren las carnes. Para evitar problemas llamé a la abuela y se lo conté: - La Cotilla va a por todas. - No hizo falta decir nada más. En diez minutos el rolls royce aparcaba en la parada del bus con la abuela hecha un basilisco. Abrí la puerta y entró repartiendo pescozones: el primero para la Cotilla, el segundo para Andresito y el tercero, debido a la inercia del brazo, iba para mi pero se paró a tiempo.

Mientras aquellos dos se retorcían de dolor, la abuela, Pascualita y yo nos tomábamos unos chinchones para celebrar que el curso de los acontecimientos habían vuelto a su cauce.


jueves, 29 de noviembre de 2018

El llavero.

Me gustaría colgar alguna cosa en el bolso para que se vea lo moderna que soy pero... no sé qué poner. He buscado por casa pero no encuentro nada por lo que decidirme hasta que me he acordado de Pepe. Al fin y al cabo, ahora, es un llavero. Macabro pero un rato original.

Lo he puesto en un bolso azul y queda muy mono. Así que me lo he llevado cuando he salido por Palma a la búsqueda de regalos.

A pesar de llevarlo bien a la vista, Pepe, al principio, pasaba desapercibido hasta que un chico se ha fijado en él y ha dicho: ¿Eso que lleva esa mujer es una cabeza humana? - A lo que su compañera, volviendo atrás y mirándolo detenidamente, ha soltado: - ¡Fijo, tío! ¡Que guay!

Ha sido el comienzo de una aventura que por poco acaba con mis huesos en la cárcel porque, cuando alguien me denunció, la policía pensó que era una prueba de asesinato que el criminal (o sea, yo) hizo reducir para despistar la investigación que se acababa de abrir.

De repente una mujer gritó: - ¡¡¡Que horror!!! - De ese grito se pasó a los insultos. - ¡Mala puñalá te den, hija de la grandísima puta! ¡Entiérralo! - Algunos creyeron que no era de verdad y para zanjaar la discusión, preguntaban. - ¿A qué lo ha comprado en los chinos? - No pude hacer otra cosa que darle la razón.

Poco a poco el tumulto fue creciendo y apenas podía caminar - ¡¿En qué tienda?! - Di la dirección de la tienda del señor Li y la mitad de la gente que me asediaba, salió de estampida a por más cabezas jivarizadas. -  Nena ¿no irás a comprar semejante porquería? - Ay, mamá, no seas pesada. si me la quiero comprar, me la compro y en paz ¡Dame la pasta!

Al tumulto se acercaron periodistas en busca de noticias frescas. Y tras ellos llegaron los municipales. Uno de ellos era Bedulio. - ¡Paso a la autoridad!... Huy, no sabía que estabas metida en el ajo (me dijo, con la cara demudada) . ¿Es cierto que lo has matado tu? (me preguntó con voz trémula) - Sonreí con malicia. - Eso es cosa de mi primer abuelito... jejejejejejejejeje

- ¡Arréstenla por asesinato, encubrimiento y todo lo que se os ocurra! - Pero..., pero... Bedulio...

Me pasé varias horas en el calabozo y las aproveché para echarme una siesta porque tenía mucho sueño.

Pepe fue de mano en mano hasta llegar al forense que certifico que el susodicho Pepe, estaba muerto. Después me lo entregaron con un comentario: Debía ser un buen pendenciero por la cantidad de cicatrices que tiene... - Es un trabajo esmerado de Pascualita ayudada por la abuela que es la encargada de coser los desgarros de la cara y que lo hacía mientras veía el prograna de La Esteban. - Los policías se admiraron: Tu abuela es una artista, boba de Coria.




miércoles, 28 de noviembre de 2018

Vecinos escandalosos.

Las palomas que anidan en  mi balcón se han multiplicado, creo por el efecto llamada y han venido sus familias hasta la cuarta generación, tanto es así que empiezan a llamar a la finca: la de las palomas.

A mi me suena bien. Romántico incluso pero a los vecinos no les gusta porque, en lugar de pensar que Paloma es símbolo de paz, ellos lo ven como símbolo de cochinos porque lo ponen todo perdido con sus cacas. - ¡Son los perros del aire! (comentó el lumbreras de turno)

Están invadiendo el árbol de la calle y cada día el jaleo que forman palomas y gorriones es exagerado. Cada vez están más estrechos y como sigan así, harán un gran nido comunitario para meter los huevos de unos y otros y serán empollados por todos sin distinción.

Esta mañana Bedulio ha subido a casa, enfadadísimo, porque al pasar bajo el árbol, con su uniforme recién planchado, le han caído a la vez, varios "regalitos" - ¿Y qué quieres que haga yo? ¿Ponerles pañales? - ¡Ahora mismo voy a hablar con el Alcalde! - Dale recuerdos de mi parte. - ¿Te conoce? (parecía alarmado) - No, pero como decía mi padre, saludar no cuesta nada y hay que tener amigos hasta en el infierno. - ¡¿Quién va a limpiarme ésto?! - Entonces me dio la risa. - ¿Acaso pretendías jajajajajajaja que lo limpiara jajajajajajaja ¡¿Yooooooo?¡ jajajajajajaja ¡Ay, Bedulio, lo tienes claro! jajajajaja

Estaba tan enfadado que me asusté - (A éste hombre le va a dar un infarto, pensé) y recurrí al truco de mi primer abuelito sin parar de reír. - ¡Abuelitoooo, Bedulio está esperando que le límpies el jajajajajajaja uniformeeeee jajajajajajaja. - ¡¡¡CALLA, LOCA!!! - Y salió corriendo escaleras abajo

Pascualita estaba nerviosa, seguramente por el continuo piar de los pájaros, por eso cogí el acuario y lo puse junto a la ventana del comedor que da al árbol. Aquello fue una diversión para ella. Se pasaba el tiempo mirándolos y tuve que ir a "pescarla" alguna vez en que, entusiasmada viendo comida fresca ante ella, había saltado del acuario para darse un festín.

De vez en cuando he visto alguno de los pájaros con una parte de su anatomía exageradamente hinchada pero no creo que llegase a comerse ninguno porque en las ramas no tiene estabilidad. Cuando piensa que va a caerse se queda quieta esperando que la pesque con la fregona.

martes, 27 de noviembre de 2018

Okupas.

Tengo a los vecinos revolucionados desde el día en que la Cotilla colgó los seis Papa Noeles en la barandilla del balcón. - Haz el favor de quitarlos que somos el hazmereir del barrio. (me dijo una) - En el supermercado me señalan con el dedo. Sé que hablan de tu balcón ¡Que verguenza! - (me dijo otra) - ¡Llamaré a los bomberos para que los quite pero la factura la pagarás tu!

¡Me tienen harta entre todos! Empezando por la Cotilla. - Deja que canten esos amargados pero los Papa Noeles no se quitan hasta después de San Sebastián.

Me he dado cuenta de que hay gente que se para en la acera de enfrente y hace fotos al balcón. Ayer lo hizo un grupo de turistas acompañados de un guia. Noté como la ira hacia mella en mi ánimo y arrebatada, abrí el balcón y me encaré con él - ¡Le denunciaré por entrar en mi intimidad! ¡¡¡Largo de aquí , chupóptero!!! - No me hizo ni pizca de caso y siguió con las explicaciones mientras los turista, móvil en mano, se hinchaban a  hacer fotos.

Una comisión de vecinos vinieron a decirme que, o limpiaba el balcón, o se me abriría un expediente de Sanidad y me echarían a la calle. - ¡¿Estáis loco o qué?! Solo son unas semanas, después los Papa Noeles volverán a sus cajas y ya está. Además... Sanidad ¿por qué? - No has visto cómo está la acera ¡Da asco!

Corrí escaleras abajo... tuve que darles la razón. El suelo estaba lleno de excrementos de palomas. Mientras miraba, atónita hacia arriba cuando algo nauseabundo me cayó el la boca - ¡¡¡aaaaaaaaggggggggg! - Te está bien empleado (me dijo la Cotilla al pasar por mi lado)

Subí las escaleras de dos en dos y prendí fuego a los Papa Noeles: - ¡¡¡Cuidadoooo (grité a la concurrencia) Quedan inaugurados los Primeros Fuegos Olímpicos de éste Barrio¡¡¡

Todo el mundo gritaba y aplaudía. Las únicas que no estuvieron contentas fueron la Cotilla y las palomas que empezaban a hacer sus nidos y quedaron desahuciados...

Ahora, viendo que el balcón les gustaba, han reanudado el trabajo de construcción de nidos... en algunas macetas. Dentro de unos meses crecerá la familia.



lunes, 26 de noviembre de 2018

Navidad, espera un poco...

Cuando entré en casa, la Cotilla estaba tomando un chinchón delante de la tele. - ¿No tiene usted casa? - Que desagradable eres de buena mañana. Y, a pesar de saberlo, me he desvivido por adornarte el balcón que, en las fechas que estamos, lo tienes de un soso que tira de espaldas.

Mi cerebro reaccionó al comentario de la vecina poniendo en alerta el sistema nervioso. Se me pusieron los pelos de punta - ¿Qué pasa en el balcón? pensé. - ¡¿Qué ha hecho?! (grité) - Lo típico de éstas fiestas... - ¿Qué fiestas? ¿La Constitución? ¿La Inmaculada?... - ¡Navidad, mujer, que no das una! - ¡¡¡FALTA UN MES!!!

Corrí al balcón. Era peor de lo que pensaba. ¡SEIS HERMOSOS PAPA NOEL, SEIS!, estaban en plan "subo a dejarte los regalitos que llevo en el saco" o "Me voy porque ya te he "limpiado" todo lo que me llevo en el saco"

- ¿De dónde ha sacado a tanta "gente"? - Los he ido encontrando por ahí... - Ya me extraña, ya. - Pues es lo más natural del mundo. Los cuelgan, se caen porque los nudos no están bien hechos, o se los lleva el viento... en fin, cosas que pasan. - Y casualmente, los encuentra usted. - ¿No te gustan? ¿Has perdido tu espíritu navideño? - Supongo que lo encontraré ¡cuando llegue Navidad!

Llamaron al timbre. Al abrir la puerta me encontré de frente con el señor Li y cuatro chinos más. - ¡Hola! ya veo que... - ¡Tu no decil nada! ¡Tu no milalme! ¡Yo buscal Papa Noeles que tu quital a mi tienda! ¡Soblinos míos cogel de tu balcón!

Me aparté para que pasaran. Los jóvenes entraron pero el señor Li fue incapaz de poner un pie en casa. De repente se oyeron gritos, golpes y estropicios. Corrí a ver qué pasaba. La Cotilla y los chinos estaban en plena batalla campal. - ¡Que se llevan a los Papa Noeles! - Son suyos... - ¡Y una leche! Los he encontrado yo. - Dice el señor Li que... - ¡Que me lo diga a la cara! Estaban en la calle. Delante de su tienda pero en la calle. Y la calle es de todos. Y lo que hay en ella es mío.

Finalmente y para mi disgusto, los chinos se fueron con las manos vacías.¡Menuda es la vecina!

Sudorosa, la Cotilla, cogió de nuevo la botella de chinchón y siguió con lo que estaba haciendo cuando yo llegué: bebérselo.

sábado, 24 de noviembre de 2018

¡Se armó el belén!

Aún no había sonado el despertador cuando llamaron a la puerta. A regañadientes fui a abrir. En el rellano de la escalera estaba Geooooooorge, resoplando y con cara de preocupación - ¿Estar madame here? - No. ¿Dónde has aparcado hoy que no suenan los pitos de los coches?

Resulta que los abuelitos, que fueron a El Funeral como todas las noches, no han aparecido por la Torre del Paseo Marítimo. - Menuda tajada deben llevar encima. - Mi preocupado... ¿Llamar a guardia Bedulio? - Eso sería lo último que haría. No quiere saber nada de mi. - Llamar yo.

Mientras esperábamos la visita del Municipal, al que Geooorge logró engatusar para que viniera a casa cuando supieran algo, el inglés dijo que los abuelitos habían salido disfrazados porque se iba a celebrar una fiesta en la cafetería. - ¿De qué iban? - De frailes. - ¿Y eso? - Madame preguntó a mi qué ser Black Friday. Yo explicar: ser Viernes Negro. Pero ella decir: no, Geoooooorge, me refiero a la fiesta esa americana de los frailes. - Yo decir: no, madame, frailes nou, friday. - Ella cree que friday es algo de fritanga y, por más que yo decir, ella siempre decirme, no.

Pasó mucho rato y un montón de tés tomados por el mayordomo, hasta que llegó Bedulio. - Tus abuelos están en los calabozos de la policía nacional. Ya sabía yo que el día menos pensado pasaría algo así. Lo raro es que no estés tu también.

El inglés palideció. - Yo ser desgracia (decía, compungido) primero Brexit, ahora quedarme sin trabajo. - ¡No seas agorero, inglés! Estarán durmiendo la mona. - No creo que salgan hoy (sentenció Bedulio) Asaltaron un convento de capuchinos. - ¡Ostras!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡Han enchiquerado a tus abuelitos, nena! Un compañero de fatigas del trapicheo nocturno estaba con ellos por una tontería de nada, un malentendido, cosas que pasan... ¡Van todos vestidos de frailes! Hasta Conchi con el móvil tocando Paquito el chocolatero a todas horas. Por lo visto, aprovechando que era El día de los frailes han asaltado un convento cargados de botellas y otras hierbas y han montado allí una orgía judeo-masónica de la Tercera Edad ¡Lo nunca visto!

Mientras Bedulio decía que no con la cabeza, como si no acabara de creer lo que estaba escuchando y Geoooorge se preparaba otro té, yo repartí unas cuantas copas de chinchón a todos. Y en el acuario eché un buen chorreón de licor para levantarle el ánimo a Pascualita.

Llevaba un buen rato mirándonos a través de las algas y pensé que a ella también le hacía falta. En cuanto el chinchón, mezclado con el agua, fue bajando por el acuario, ella inició el descenso con la boca abierta para no desperdiciar ni una gota.

Por fin se abrió la puerta de casa y dos "frailes" algo descompuestos, dijeron: ¡¡¡LO QUE NOS HEMOS REIDO!!!

viernes, 23 de noviembre de 2018

El viaje anti estrés.

Estoy fatal. Entre la abuela que no ha perdido su costumbre de llamarme a altas horas de la madrugada para contarme cualquier chorrada. Andresito que sigue con sus neuras. La Cotilla que entra en la intimidad de mi casa cuando le da la gana. Pascualita que me mete en líos gracias a su voracidad. Y Pepe que, aunque no hable, dice cosas sin decirlas y tengo que estrujar mis meninges para traducir lo intraducible, no levanto cabeza.

Cuando me encuentro con Bedulio por la calle, se cambia de acera y me hace la señal de los cuernos ahuyentando el mal de ojo ¡o yo que se! Así no se puede vivir. Tengo que salir de ésta espiral en la que se ha convertido mi vida... Me iré de viaje hasta dónde me llegue el dinero que tengo ahorrado en el banco ¡y no avisaré a nadie!

Ya estoy de viaje... y estoy peor que antes. Voy en autobús de línea hasta la Plaza de España y vuelta... Menos mal que no he dicho nada a nadie porque encima tendría que aguantar el cachondeo de la abuela y su amiga... Pensaba que tenía 2.000 euros en la cartilla pero, por lo visto, no lo vi bien y eran 3`00 euros.

 La abuela y la Cotilla estaban tomando un piscolabis en la mesa del comedor de MI CASA. - ¡Lo siento, boba de Coria, llegas tarde. Ya no queda nada! - "Esta, como siempre, todo lo hace a destiempo ... ¿De dónde vienes con esa maleta?"

¡La dichosa maleta! Ni me acordaba de ella porque no pesa nada. Está vacía, pero como tenía la ilusión de hacer un viaje, he subido con ella al autobús. - Me la he encontrado en la calle. - ¡Es mía! (gritó la Cotilla y me la quitó)

Me acerqué al acuario. Pascualita dormía arrebujada en las algas del fondo. Le mandé un mensaje mentalmente: - Quiero respirar bajo el agua. Quiero ser cómo tu. - Ante mi sorpresa, abrió los ojos, redondos e inexpresivos, mirándome atentamente y ¡de repente! me escupió un buchito de agua envenenada a la cara. - Y grité, asustada, - ¡¡¡PASCUA... LA MADRE QUE TE PARIO!!!

Las antenas de la Cotilla se pusieron en guardia. - ¿Está Pascual aquí? (dijo, encarándose a la abuela) ¡¿Me has invitado para tapar tu adulterio delante de la gente?! - "¡Ya estamos! ¡Que cruz tengo con vosotras dos!!!


jueves, 22 de noviembre de 2018

El torbellino Pascualita.

He ido a la tienda del señor Li y en cuanto me ha visto, me ha echado a la calle. - ¿Por qué? (he preguntado) - A dudado un poco y ha terminado diciendo que no lo sabía pero que era mejor que me mantuviera fuera de allí.

Por lo tanto tiene un vago recuerdo de lo que pasó con Pascualita aunque lo asocia conmigo porque a la sirena no la vio. - (Insistí) Me gustaría invitarlo a comer gambas gordas... - A pesar de la hinchazón exagerada que sigue teniendo, se notó que le cambiaba la cara - ¡¡¡Tu no hablal de gambas goldas. A mi no gustal!!!

Al llegar a casa hablé con la abuela - El pobre le ha cogido manía a las gambas. - "Mejor, así, si un día comemos juntos, habrá más gambas para los demás" - Pobrecito... - "¡Pobrecitos los que comíamos con él, no pillábamos una!" - Eso es cierto...

Pascualita salta en el acuario cada vez que paso cerca de él. ¡Quiere salir a comer por ahí! - ¡No pienso llevarte más conmigo! - Pero ella insiste... de momento ha logrado que piense que también tiene derecho a disfrutar de la vida y me la he llevado a la pescadería del mercado de Pere Garau.

He paseado arriba y abajo de los puestos pero, a pesar de que iba asomada al termo de los chinos, no se ha inmutado ante el pescado muerto hasta que, de repente, ha saltado como una bala sobre un montón de cangrejos vivos y en un santiamén ha montado  una escabechina.

La pescatera se ha puesto a gritar como si le atacara a ella. No sabía qué hacer ni a qué venía el que sus cangrejos perdieran pinzas, patas e incluso, parte de sus caparazones de manera desenfrenada. Y tal como había empezado aquella especie de torbellino, acabó porque la sirena se lanzó hacia el puesto de su derecha donde agonizaban unos hermosos bogavantes y el torbellino empezó de nuevo.

La gente corría como loca para escapar de lo que pensaban que era: - ¡Un atentado! o ¡un ataque terrorista! Los que estaban fueran empujaban a los que salían para entrar a ver qué pasaba. Gracias al tumulto pude coger a Pascualita... agarrada a uno de los bogavantes. Y salí corriendo sin que nadie se percatara de que me iba sin pagar.

Nada más entrar en casa, sudorosa y dispuesta a darme yo sola, un buen atracón porque a Pascualita ya no le cabían en la tripa más crustáceos, llegó la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! Yo pongo la mesa mientras tu lo preparas. - ¿Preparo, qué? - Te he visto. Estaba en la pescadería "limpiando" carteras cuando ha empezado el jaleo... ¿Cómo lo has hecho? - No  he hecho nada - Sé que lo has organizado tú. No puedes engañarme porque soy una profesional. Te propongo asociarte conmigo y... - ¡No, no, no. Yo no soy del gremio de Bárcenas y compañía! - Tu te lo pierdes, egoísta... ¿Comemos o qué?

miércoles, 21 de noviembre de 2018

¿Hasta que punto recuerda el señor Li?

- "Nena, me ha llamado el señor Li que, por cierto, debía tener la boca llena de sopa o me hablaba en chino porque apenas lo he entendido, aunque me ha parecido que hablaba de ti... ¿Tienes que ver algo con él?. No tengo prejuicios cuando se trata de mi bisnieto, si tiene que ser mitad chino, que lo sea" - ¿Abuela ¿de qué vas? Ese hombre tiene más años que la tos y además, no es mi tipo. - "¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? Si tienes que tener al bisnieto con él, pues se tiene y ya está." - ¡Antes morir que perder la vida! (grité para afianzar mi postura en cuanto al tema)

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! he pasado por la tienda del señor Li y se me ha erizado el pelo cuando he visto como lo dejaron los ladrones que entraron en su tienda ¡da miedo! - "¿Eso te ha dicho?" - Dice que, apenas recuerda el ataque. - Mejor (dije yo) - Mejor ¿por qué? Así los municipales no podrán encontrarlo. - Tendrían que encontrar a los asaltantes porque da mucho miedo pensar que andan sueltos por ahí - No creo que a usted le hagan algo, Cotilla jejejejeje

- No sé a qué viene esa risita de conejo. Todavía estoy de buen ver. - La opinión es libre y, en éste caso más. - Tu nieta se ha vuelta muy descarada y tendrás que ponerle las peras a cuartos. - "Tienes razón... ¡Tira para allá o no respondo de mis actos.

Cuando quedamos solas la abuela protestó: - "¿Porqué tendrá recuerdos el chino?" - Se tomó una botella ella solita, que bastaba para cargarse una mula así que estos retazos de recuerdos que tiene, deben ser cosa suya. ¡Ni se lo nombres!

Mientras tanto, ajena a la polémica que se generaba a su lado, Pascualita jugaba a esconderse en el cofre del tesoro.

La abuela y yo, como jueces, habíamos condenado de entemano a la sirena aunque a ella le daba exactamente igual, no por ello iba a dejar de comer, saltar, disfrutar de la vida.

La noche cayó sobre nuestras cabezas y nos fuímos en busca del sueño. Sentada en mi cama conté las ovejitas que saltaba la valla que llevaba al redil: - Tropecientas novena y nueve... humm.......... ¿Y ahora... qué es lo que... viene....

martes, 20 de noviembre de 2018

Encontré a Pascualita.

Cuando me di cuenta de que el termo de los chinos estaba vacío, un sudor frío recorrió mi espalda y pensé en que me caerían la del Pulpo cuanto la abuela se enterara de que había perdido a Pascualita ¡en la tienda del señor Li!.

Probablemente se la estaría comiendo. A los chinos les gusta mucho el pescado crudo y la sirena será para él bocatto di cardinale ¡Ay, ay, ay, ay la abuela me va a matar, trocear y meterme de carne picada en los espaguettis de mañana!

No podía volver a casa sin haber intentado, por lo menos una vez, encontrar o saber qué ha sido de Pascualita. Así que volví sobre mis pasos mientras las piernas apenas me sostenían a causa del tembleque. En la tienda no se veía a nadie y aproveché para llamar, por lo bajini, - ¡Pascualita, o Pascualita! ¿Dónde estás?...

Seguía sin ver a nadie y me fui adentrando en la boca del lobo... - Pascualitaaaaaaaaaaaaaaaa (murmuraba) - Seguí avanzando entre montones de mercancías apiladas a ambos lados creando pasillos interminables. Empecé a sudar porque recordé a un malvado chino que sembraba el miedo en las pantallas de los cines allá por los años cuarenta y cincuenta del siglo XX: ¡FUMANCHU!

¿Acaso el señor Li era una reencarnación del malandrín? Debo reconocer que llevaba las uñas pulcramente cortadas, no como el del cine que las llevaba larguísimas para arañar con ellas, supongo, o para urgar bien adentro de nariz y orejas, que para todo eso sirven las uñas.

Un grito desgarrador, salido de entre tanto cachivache, me puso los pelos de punta. Luego vinieron gritos en chino que no entendí pero comprendí: ¡Parecía el resultado de un ataque de Pascualita!

Corrí de la Ceca a la Meca, chocando con pijamas, gafs de sol, lámparas de pilas, juguetes, flores de plástico, tornillos, etc. etc. etc... Al doblar una de las esquinas choqué de frente contra un trozo de carne amorfa que, por un pequeño orificio de lo que fue su cara, soltaba gritos de dolor. - ¿Señor... Li? (pregunté, a riesgo de equivocarme porque aquel rostro era irreconocible) - ¡Siiii!... ayyyyyyyyyyy  ¡¡¡GAMBA GOLDA MOLDEL A MI!!! - ¡¿Se la ha comido?! - ¡NO PODEL. ELLA COMEL A MI!

Entonces, entre los enormes hinchazones, descubrí a la sirena comiendo ¡no quise saber qué! de la cara del pobre señor Li. Cerré los ojos, tiré con fuerza y escondí a Pascualita en el bolsillo de mi añorak, mientras, ella siguió comiendo lo que tenía en la boca, tan tranquila.

Cogí una botella de chinchón de una estantería y se la di al pobre Li. - Bébasela toda (le recomendé) - Dijo que sí con la cabeza mientras gruesos lagrimones salían de las finísimas ranuras de sus ojos. Cuando me iba hacia la calle, haciendo un esfuerzo sobrehumano, el chino susurró: - ¿Tu pagal chinchón? - Pues... - ¡Tu pagal! - ¡Que jodío!

lunes, 19 de noviembre de 2018

Me sacan de mis casillas.

La abuela y la Cotilla llegaron casi al mismo tiempo y ambas venían cargadas con bolsas de ropa. - "¿Has encontrado de todo?" - preguntó la abuela a su amiga. - Me ha costado un poco pero, al final, lo he conseguido. - "¿Y es de aquella época?" - No seas tan picajosa que con que lo parezca, va que chuta.

- ¿De qué habláis? - "¡Nos vamos a Madrid!" - ¿Las dos solas? - Naturaca. - ¿Y yo qué? - "Eso digo yo. ¿Tú qué? ¿Cuando encontrarás un novio para convertirlo en el padre de mi bisnieto?" - Que arte tienes tergiversando las cosas, abuela.

- Vamos a bicentenario del Museo del Prado vestidas de goyescas, boba de Coria ¡que ilusión! ¿Te acuerdas de los fusilamientos del tres de Mayo?... - ¿No me digáis que estuvisteis allí? - ¡PLAFFF! - ¡Abuela, era una broma! - He pensado (dijo la Cotilla) que, aprovechando que estaremos en el Museo, podríamos darle el cambiazo a alguno de los cuadros. Hay tantos, colgados o guardados, que ¿quién va a enterarse? - "Cotilla, no empieces..." - Se los vendemos a un Jeque y nos forramos. -" Humm... no me parece tan mala idea. ¿Vamos a medias?" - ¡¡¡ABUELAAAAAA!!!

- Ya salió doña Etica Pelética a rebuznar. - ¡Es patrimonio de todos los españoles! - Entonces, razón de más para ganarnos unos euritos. Una pequeña parte de ellos es nuestra. - ¡Mínima! - Vale. Pero nuestra.

Aquella desfachatez podía conmigo. De modo que las dejé con la palabra en la boca, cogí a Pascualita y me fui a dar una vuelta y despejarme. Los pasos me llevaron ante la tienda del señor Li. - ¿Tu quelel algo? (me preguntó al verme) - Sí, un rollito de Primavera. - ¿Pol qué lleval siemple telmo colgado en cuello? - Para sacar a pasear a mi amiga P... estoooooo... Pececito. - Yo quelel vel - ¡NO! -

- ¡Sí quelele! Tu callal. - ¡No me da la gana. Y métase el rollito por dónde le quepa! - ¡Tu no educada! Yo decil a tu abuela. - ¡Anda y que lo zurzan! - ¿Sel malo zulzil? - ¡Ya lo creo jajajajajaja! - Yo hacelte magia china y tu sel más tonta aún.

Ante tamaño escándalo, Pascualita asomó la cabeza por la boca del termo y el señor Li vio lo que quiso ver: - ¡¡¡GAMBA GOLDA. YO QUELEL!!!

Tuve que salir corriendo de allí. Al llegar a la calle estaba chorreando porque me tiré encima el agua del termo... ¿Y Pascualita? ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!