martes, 11 de diciembre de 2018

La huelga de hambre.

Andresito me ha pedido asilo familiar. Por su modo de hablar me ha parecido que estaba preocupado, fuera de sí, asustado. - ¡Tienes que acogerme, nena, o tu abuela acabará conmigo! - Vale, pero tu pagas las comidas en buenos restaurantes.

Ni siquiera me ha regateado con lo cual le ha quitado emoción a la cosa. Ha venido acompañado de Geooooorge, al que no he visto tan alicaído como otras veces desde que empezó el culebrón del Brexit. - ¿A qué viene ese puntito alegre de tus ojos, inglés? - Primerau Ministrau May decir, con pequeñita boca, ¿empezamos nuevo dialogou, plis? - Así que ahora quiere que Europa siga siendo inglesa... ¡Que cruz tenemos con vosotros, comedores de guisantes! - Yes...

- ¿Y a ti que te pasa, abuelito? - Tu abuela se ha dejado influenciar por Quim Torra y quiere que nosotros también nos pongamos en huelga de hambre - Ahora que viene Navidad os ahorraréis un pastón que podéis darme como aguinaldo. - Dos días - ¡Que valor! Estará a pan y agua, o a agua sola si quiere perder unos kilos ¿Por qué tanta prisa? - Tendrá que ir a gobernar Cataluña... - ¿No lo hacen desde Bruselas? - Ahora que lo dices...

-  ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Me apunto a lo de las comidas en buenos restaurantes! - Cotilla, hay que ver lo bien que le funciona la oreja. - A los proletarios pensionistas que estamos en edad de merecer, no nos queda otra si queremos comer caliente cada día. - ¡Que no diga la palabra proletaria delante de mi! - Que tiquismiquis eres, abuelito - Que pielecita más finita tiene el señor (Se burló la Cotilla) - Está decaído... - Y más que lo estará cuando le cuente el romance de su mujer con Pascual. - ¡Chitón, loca! - Vale. La comida buena a cambio de mi silencio. - Rubricamos el trato con un apretón de manos y unas copas de chinchón.

Geoooorge se acercó rápido. - Mi querer. - Pues tendrás que hacer una huelga de hambre primero. - ¿Ein? You loca. - Pues no hay chinchón. Bebe te. - El inglés fue a protestar cuando un chorrito de agua envenenada le cayó en las nalgas e inmediatamente, aquellas carnes prietas se hincharon tanto que parecían un airbag. Nunca había visto a un hijo de la Gran Bretaña llevando a rastras a su culo. Se escuchó un chasquido cuando se le rompieron los calzoncillos con la bandera británica... Ahora no sé si lloraba por ellos o de dolor.

Tuve que aguantarme y dale también asilo familiar porque no podía caminar, ni sentarse. Esta Pascualita no sabe más que darme quebraderos de cabeza.


-

No hay comentarios:

Publicar un comentario