domingo, 16 de diciembre de 2018

Seguimos igual.

Pascualita me mira bizqueando todo el rato y acaba poniéndome de los nervios. Estoy por tirarla contra la pared para ver si, con otro golpe, vuelve en si. Al comentárselo a la abuela me ha dicho que como vea en las paredes de casa una mancha roja, aunque sea un mosquito aplastado, nos veremos las caras. Ante tamaña amenaza... me he retirado a mis cuarteles de invierno.

La Cotilla ha dado por terminado el negocio de los emoticones feos. - Creo que tu abuela me espía. - Menuda tontería. - Me sigue un hombre con gafas de sol, gabardina con el cinturón anudado a la cintura, sombrero y la colilla de un cigarrillo pegada en la comisura de los labios... ¿Qué tienes que decir a esto? - Que es un espía de libro... Eso no quita para que, además, sea un admirador-lapa, Cotilla. - Ahora que lo dices bien podría ser un admirador-aprovechado, enterado de lo bien que nos va el negocio, y dispuesto a dejarme sin un euro a base de camelarme... ¿Crees que debería pedir a tu primer abuelito que me hinchara las tetas?

Decidimos esperar un poco para ver qué pasa. Mientras tanto la Cotilla vino un día a casa - ¿Dónde va con tanto trasto? - A montar el Belén. - Me pareció bien y la dejé sola en la salita mientras yo habría una lata de fabada y la calentaba al microondas - ¡¡¡Yo también quiero de eso que hueleeeeeeee!!! - A ésta mujer el olfato no le envejece.

Cuando, después de comer, nos sentamos en la salita a dormir la siesta, se me pusieron los pelos de punta. ¡La Cotilla me había engañado! En lugar de un belén montó un altar para los Amigos de lo Ajeno. - ¡¡¡YA ESTA TIRANDO TODA ESTA PARAFERNALIA POR EL BALCON!!! - Cálmate, boba de Coria. ¿Dónde está el engaño? - ¡Son los de la Gürtel y compañía! - Pero caracterizados de pastorcillos, perros, ovejas, el buey, la mula, Rato de ángel anunciador (¿recuerdas con que gracejo tocó la campañilla el día que Banquia sacó sus acciones a la venta?) Y así todos los demás. Ha quedado muy original.

Ahí sigue el belén. Y Pascualita con su amnesia. Lo sé porque cuando me mira sonríe beatíficamente ¡y eso, en ella, no es normal... ¡Vuelve en tí, Pascualitaaaaaaaaa!

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