lunes, 3 de diciembre de 2018

Helio por Oxígeno.

Andresito ha encargado una botella grande de oxígeno porque, debido al resultado de las elecciones de Andalucía, está confuso y no sabe a qué carta quedarse.  Y cuando se acuerda, le dan ataques de ansiedad y no puede respirar.

La abuela, que es muy jodía, le ha cambiado la bombona de Oxígeno por otra de Helio y en cuanto lo ha aspirado, al abuelito se le ha quedado una voz de pito que no se puede aguantá. Me ha llamado para decirme que llame por teléfono a su casa y pregunte por él para que se ponga al aparato. - "Verás que risa" - ¡Y sí, no puedo parar de reir! Ya no sé las veces que lo he llamado. Le escucho decir: - ¿Que pasa, nena? con esa vocecita y tengo que colgar porque se me saltan las lágrimas de tanto reir.

Por la tarde han pasado por casa antes de ir a El Funeral. La abuela llevaba puestas las gafas de sol aunque en la calle ya era de noche. - ¿Qué te pasa en los ojos? - "Los tengo hinchadísimos de llorar todo el día. Y lo bueno es que Andresito está encantado porque cree que me solidarizo con él. ¡No veas que dolor de cintura tengo!" - La pena es que el efecto del helio se va pronto. - "Voy preparada para esto. Llevo una bombona pequeñita en el bolso y, de vez en cuando, le haré que inhale un poco jajajajajajajajaja..."

De madrugada, camino de su casa, se han parado en la mía. ¡Y me ha despertado el abuelito con su voz de pitooooooo jajajajajajajajaja!  Venían bastante piripis porque habían celebrado el haber colgado, en la Pared de los Finados, una foto de Maria Fernanda. Se ha muerto a dos días de cumplir los cien años. - Pobrecilla (he dicho) - "¿Pobrecilla? ¡Era más agarrada que un chotis! Por eso se ha muerto, para no celebrar el cumpleaños y tener que invitarnos a todos! Pero nos hemos resarcido porque hemos montado una fiesta en recuerdo suyo que han tenido que pagar sus herederos. ¡La de veces que hemos bailado Paquito el Chocolatero con el móvil de Conchi y las botellas de chinchón que han "caído!"

Pascualita, desde el borde del acuario, dio un salto mortal para caer en el escote de la abuela que gritó al sentir en su piel el frío de la medio sardina... Una sonrisa irónica asomó a su cara. Cogió a la sirena y la metió en los pantalones de su marido... ¡La que se lió!. A lo lejos se oyen las sirenas de la policía que se acercan mientras los vecinos aporrean la puerta al grito de - ¡¡¡QUEREMOS DORMIIIIIIIIR!!!

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