martes, 18 de junio de 2019

¡¡Que susto!


Pascualita parece un rabo de lagartija. Está nerviosísima y no para de nadar de arriba abajo del acuario, a toda pastilla y levantando oleaje. Ha puesto el aparador y el suelo del comedor, chorreando agua. Menos mal que estamos solas y nadie la ve.

He puesto la maleta, abierta, sobre la mesa y la muy loca, ha saltado dentro. He dado un respingo porque he visto una sombra. No he ido a pensar que fuese ella y he gritado a pleno pulmón: - ¡¡¡UNA RATAAAAAAAAAAAAA!!!

A lo largo y ancho del edificio se han sucedido los gritos, las carreras, el ruido de sillas arrastradas para subirse encima. Y se escuchaban los nombres de todos los maridos: - ¡¡¡Manolooooo!!!, ¡¡¡Casimiroooooooo!!!, ¡¡¡Pedrooooooo!!!, ¡¡¡Argimiroooooooooo!!!, ¡¡¡Pascuaaaaaaal!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿Así que Pascual vive aquí? - Desde siempre, Cotilla (le contesté desde lo alto del aparador) es el del 6º 3ª. - ¡¿"Eso" es el amante de tu abuela?! Está perdiendo facultades. - En ese momento pareció darse cuenta de dónde estaba yo. - ¿Que haces ahí arriba? - Pues... limpiando la Santa Cena. - ¿Sin trapo del polvo? - Es que... ¡hay una rata en la maletaaaaaa! - Un segundo después éramos dos en el aparador que crujió amenazadoramente.

Poco después empezaron los timbrazos: - ¡No encontramos a la rata, boba de Coria! ¡¿Dónde está?! - En ese momento, Pascualita, escondida bajo la ropa, se movió. - ¡¡¡Aaaaaaah. Está aquí, está aquí!!!
- Pues procura que no salga a la escalera. - Y se marcharon.

Entonces me acordé de Pascualita porque, estando la Cotilla en casa podría descubrirla con su ajetreo en el acuario... ¡Pero  la sirena no estaba allí!

Miré la maleta... Unos pelo-algas asomaron entre los vaqueros y las blusas. - ¡Oh, nooooooooo! (pensé, aunque me faltó el canto de un duro para gritarlo) De un saltó bajé del aparador y, todavía con el susto en el cuerpo, aplasté a la sirena contra la ropa. - ¡¡¡Hiiiiiiiiiiiiiiiiii (gritó la Cotilla que estaba con los pelos de punta) ¿No me digas que has cogido a la rata con las manos? hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!

Dije que sí y la Cotilla cayó redonda al suelo. Le había dado un síncope, cosa que me alegró porque, ida como estaba, no podía descubrir a Pascualita.

Ya lo dice el refrán: no hay mal que por bien no venga.


lunes, 17 de junio de 2019

Preparando el viaje.

Las maletas ya están a punto. Falta meter la comida de Pascualita, el guante de acero por si se pone nerviosa en el avión y quiere morder hasta al piloto. Unas botellas de agua de mar porque donde vamos "el mar no se ve" (como decía Marisol) ¡Ni lo huelen!

Preferiría que la sirena se quedara en casa, como hará Pepe, pero tiene mucha más vitalidad que él y no me fio de dejarla sola. Así que ¡nos vamos todas! Andresito nos ha pagado los pasajes, a la MOmia, la abuela, la Cotilla y a mi, además de la estancia en Teruel, para que nos callemos y no le demos más la vara con lo del pacto de su partido con Vox.

Estoy convencida de que nos ha comprado pero, por un viaje a gastos pagados, me dejo comprar y me quedo tan ancha.

El abuelito quedará al cuidado de las dos casas: la Torre del Paseo Marítimo y la mía. - Que no se te olvide regar ls plantas. - Descuida. Lo haré con el agua que hay en el acuario. Total no hay peces... ¿por cierto, qué ha sido de los que pusiste? Cualquiera diría que se los han comido. - ¡Eso fue lo que pasó! (lo solté sin darme cuenta) - ¿Quién ha sido? - Estooo...  el gato del vecino de 5º, 2ª - Pobrecitos. Oye, ¿puedo hacer un poco de limpieza en tu casa? - Si, hijo, si, límpia lo que quieras. - Empezaré por tirar ese llavero asqueroso que está en la estantería de la cocina, lleno de polvo, grasa y... - ¡¡¡NI SE TE OCURRA. ES PEPE!!!

Estoy haciendo listas y más listas de lo que debemos llevarnos y aún así tengo el presentimiento de que se nos olvida algo... ¡El abanico! Uf, menos mal que me he acordado... Hay algo más... seguro que falta algo más... ay, ay, ay...





domingo, 16 de junio de 2019

Monto un altar.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ... ¿Nena, dónde estás? - En la salita, Cotilla. - Pues sí que empiezas tú pronto a ve la telev... ¡¿Estás montando un altar?! - Sí. Nunca pensé que llegara a hacer tal cosa. - ¿Qué foto vas a poner? - De fotos, nada. Voy a poner ¡un pan!

La Cotilla fue a por el chinchón. - Como veo que has empezado pronto, yo no voy a ser menos. - Y se sirvió dos copas seguidas... ¡Y otra cuando vio que entronizaba un pan!

Asustada por mi comportamiento, llamó a la abuela. - ¡Que vengas, te digo! a tu nieta se le ha calentado la sesera y hace cosas raras.

Diez minutos después el rolls royce aparcaba, mal como siempre y la abuela apareció en la salita. - "¿De qué va esta historia?" - Que, en lugar de hacerle un altar a mi gurú Bárcenas, se lo hace a un pan. ¿Te parece normal? - "¿Tienes fiebre?. ¿Has bebido?. ¿Te has dado un golpe en la cabeza?. ¿Lo has grabado?"

Mientras ellas hacían cábalas sobre lo que me estaba pasando, yo escribí en una cuartilla. "La madre de todos los panes: 5 euros con 70 céntimos. Y, encima, no cruje"

Una vez que hube encendido todas las velas, velitas y velones que encontré por casa y que coloqué en el altar, nos sentamos a hacer los honores al chinchón on the rocks. - ¿Pagáste ese dineral por este pan de pega? Caray, es cierto que la tontería aumenta con los años (la Cotilla no pudo callarse después de escuchar mi relato) - "Espero que, cuando cuentes ésto, no se te ocurra decir que eres mi nieta. No quiero que me saquen los colores por la calle"

Desde el acuario Pascualita no perdía detalle de lo que pasaba. Sabía que las dos amigas no estaban contentas conmigo. Por eso, cuando pasé por su lado, la jodía de la sirena me lanzó unos buchitos de agua envenenada a los ojos. Suerte que me oli el percal y me había puesto las gafas de bucear.


sábado, 15 de junio de 2019

Cinco euros con setenta céntimos.



Pascualita y yo compartimos el gusto por las costras de pan crujientes. Si la sirena escucha el crac, crac del pan al cortarlo, salta como un resorte enseñando sus dientecitos de tiburón y no me queda más remedio que compartirlo con ella porque es muy rencorosa y tiene una memoria de elefante con lo cual, si no se venga hoy de haberla dejado sin costra, se vengará mañana.

Antes de que el sol caliente, salgo a pasear con Pascualita dentro el termo de los chinos que llevo colgado del cuello.

Solemos acabar en la Catedral, delante del mar, aunque a una distancia prudencial  del mismo. Ella aspira con avidez el olor marino. Abre, más si cabe, sus ojos redondos de pez, mirando al horizonte. De vuelta a casa apenas se mueve, absorta en sus pensamientos. Intento animarla: pasaremos por el mercado y te compraré un calamar congelado ¿qué te parece?

Andando por las viejas calles de Palma me ha llamado la atención una tienda nueva que, en su pequeño mostrador, tenía expuestos unos panes redondos, altos, con una pinta de crujientes que me han echo salivar de gusto. - ¡Mira, Pascualita! (susurré en la boca del termo)

Asomó un poco la cabeza y ¡de repente! saltó hacia afuera estrellándose contra el cristal de la tienda. Menos mal que nadie la vio porque, cuando quiero soy Pepa la rápida. El panadero se asomó y yo creí que lo hacía para ver si le habíamos roto el cristal. Por eso me sentí obligada a ser amable con él y entré en la tienda. - Hola... Quiero un pan. - Who, tú perdonar, mi españolo no se buena. - ¡Ostras, Pedrín! (pensé) ¡Un alemán!... Un pan (repetí) - Y me enseñó todos los modelos que tenía: - ¿Este?... ¿este?... - Redondo. - ¿Este? (seguía el hombre sin lograr dar con la forma REDONDA)

Hice un círculo con las manos y pareció comprender... Señaló un pan negro alargadito. - Redondo y alto (otra vez usé las manos) Finalmente y por eliminación, ¡acertó! Lo metió en una bolsa de papel, alargó una mano y dijo: ¡Cinco uros, setanta! Y yo me tragué un ¡COÑE!

Al llegar a casa corrí a la cocina. ¡La sirena y yo íbamos a darnos un festín de pan con algo! Pero, en cuanto lo saqué de la bolsa de papel se me cayó el alma a los pies. Solo tenía apariencia y color, por lo demás eran blando como un colchón de plumas... Nuestro gozo en un pozo y CINCO EUROS CON SETENTA menos en mi cartera.

viernes, 14 de junio de 2019

¡Otra vez, nooooooo!

Esta mañana, cuando el sonido de las bocinas de los coches taponados por el enorme rolls royce de los abuelitos, aparcado en la parada del bus, me han despertado, no sabía lo que se me venía encima.

Ajenos a las maldiciones que les mandaba cada vez más gente, la abuela y Geoooorge han sacado lo que traían en el maletero y lo han subido a casa.

He tenido que cerrar el balcón para saber qué me decían: "... y eso es todo" - Repite, abuela, que no me he enterado de nada. - "Solo te falta quedarte sorda y tener otra excusa para no darme el deseado bisnieto" - Si éste aparcara como Dios manda... - "¿Cuándo ha sido Dios guardia urbano para mandar una cosa así?"

Huuuuy, Esta viene con ganas de gresca (pensé. Y me centré en lo que había traído) - ¿Un unicornio? ¿Un cisne? ¿Un donuts? ¿Un cocodrilo? ¡¿Curro también?!... ¿Dónde piensas meterlos? - "En mi cuarto y en el tuyo. Geooorge dormirá en el sofá de la salita." - ¡¡¡¿PERDÓN?!!! - "Nos acogemos a tu asilo-político-familiar" - ¿Quiénes? (me estaba entrando el tembleque) - "Nosotros dos..." (señaló al mayordomo y a sí misma) Y la Momia." -  ¿Y el abuelito? - "¡Que le den morcilla! Se ha arrejuntado con los del caballo ¿Te lo puedes creer? Su madre lo ha repudiado"

Sentí que el suelo se abría a mis pies ¡Mi casa convertida en una comuna y llena de flotadores gigantes! - Tendrás que deshincharlos, abuela, o no cabremos todos. - "Vale, pero luego los hinchas tú o compras un inflador en la tienda de los chinos."

Decidimos dejar los flotadores en el comedor y ya veríamos qué hacíamos con ellos una vez que se hubiese instalado mi familia, Cotilla incluida porque dijo que no quería perderse los cotilleos y risas de cama a cama ¡Como cuando éramos niñas! (dijo y yo pensé, enseguida, en la Prehistoria).

Pero fue Pascualita quién puso remedio al problema. Al salir de la cocina, donde habíamos comido, camino de la salita, de los flotadores solo quedaban restos esparcidos por los suelos. ¡A dentelladas se los cargó la sirena! Fueron los celos lo que la llevaron al flotadorcidio al ver que bien los trataba la abuela cuando llegaron, por miedo a que se pincharan.

Disimuladamente, eché un buen chorreón de chinchón en el acuario mientras le hacía la señal de O.K. a la media sardina


jueves, 13 de junio de 2019

Recuerdos de juventud.


- "No te extrañe que añore aquellos años, Cotilla. Estaban esos hombres, Diego y Miguel, con aquellas voces tan varoniles, intrépidos como nadie..." - ¿En qué siglo fue, en el XIX o en el XX? - - "En el XX, hija. Ni que tuvieras la cabeza perdida... ¿Recuerdas los butacones que tenían? - Yo estaba loca porque llegara el año 2000 para comprarme uno y volar de acá para allá en lugar de ir en un vulgar cochecito" - Un rolls royce no es un cochecito cualquiera... - "¡Yo sé lo que me digo!"

- Llegábamos a casa corriendo para no perdernos ni una coma de la radio novela. - "A mi me gustaba el comandante Valor ¡que bien puesto tenía el apellido" - Pero estaban aquellas dos lagartonas que los tenían en el bote: Beatríz Fontana y Kira no sé qué. - "Una morena y una rubia" - Pues a mi me ponía más el Mekong, tan fuertote, tan malo, tan verde... Fíjate que creo que fue el primer ecologista de la Historia. - "Anda, bebe y calla"

Esa mañana la abuela había rebuscado en su antiguo cuarto hasta dar con la vieja colección de tebeos de Diego Valor que había despertado en las amigas recuerdos de sus años mozos... digo yo. Me asomé a la puerta de la salita y sin pensarlo, pregunté: - ¿Cuántos años teníais entonces?

Con una ligereza que para nada se corresponde con la edad que supongo que tienen, la abuela se abalanzó sobre mi, me dio un pescozón que hice palmas con las orejas y me dejó sentada en el suelo. Aturdida, sin saber lo que había pasado, me arrastré hasta el gran acuario y, no sé si fue debido al golpe pero vi un montón de peces dentro.

- ¡¡¡Ayayayayayaya,!!! ¿Dónde está...? - Era consciente de que bizqueaba y que mi cabeza no regía al cien por cien pero, juraría que los peces eran de verdad y la sirena no estaba ¿o eran alucinaciones mías?

Oí a la Cotilla recriminándo a su amiga lo que había hecho: - ¡Así solo consigues que sea más tonta todavía! - "Es que no puedo consentir que se trafique con nuestra edad, Cotilla" - ¿Crees que tu nieta traficaría con eso? ¿Acaso no la conoces? ¡Cómo se le va a ocurrir algo así, por favor! jajajajajajajaja

Lo último que escuché fueron sus risas cascabeleras. Y entré en coma... o en punto y coma. No sé pero en algo sí que entré. Era un túnel larguísimo, con una luz intensa al fondo. - ¿Será...? (me pregunté)

Pero no llegué al final. Bruscamente fui sacada de ese lugar. - "¿Ahora te quiéres suicidar, boba de Coria? Estas no son horas porque está a punto de salir la Esteban y no me lo quiero perder. ¡Toma, sécate!

Me encontré en el Más Acá, secándome el pelo. Pascualita me miraba mientras mostraba su dentadura de tiburón en una sonrisa macabra.

miércoles, 12 de junio de 2019

¡Van cayendo!

Los cohetes suben hacia el cielo, arrogantes pero, al final, todo queda en un petardeo y caen, ya sin su cola luminosa, al suelo. Esto mismo les está pasando a los Pirómanos H.P., Están cayendo como moscas en manos de la policía con sus mecheros y pastillas para encender fuego.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Han pillado al Nicomedes y al Sisebuto y ha sido vuestro amiguito del alma! (La Cotilla estaba más enfadada que un mono). - Me pilló en pleno sopor del mediodía. - ¿Eh... Quiénes son esas eminencias? - Algunos de los pirómanos H.P. que ha apresado Bedulio. - ¡No me digas! - No tenía ningún derecho a hacerlo. - ¿Qué no? ¡Ya estaba tardando! - Son mayores los pobres (lloriqueó)

 Entonces me dio una explicación rocambolesca dando toda la culpa de sus fechorías a las programaciones de los canales de Televisión: - ¡Aburren a las ovejas! Todas las tardes, después de las cabezadas de la siesta, solo ven chafarderío, malos modos, agresiones verbales, etc. etc. Y, claro, se les calienta la sangre y, en lugar de quemar su televisor, que solo tiene uno, queman contenedores.

La loca Primavera de éste año nos estaba haciendo sudar a mares. La Cotilla se abanicaba con la foto de su gurú, Barcenas - Estoy con la menopausia (que tabarra) Dáme un chinchón on the rocks a ver si me refresco.

Al pasar junto al enorme acuario vi a Pascualita nadar rápidamente, hasta el fondo de arena. Y me dio la impresión de que sus ojos estaban más redondos que de costumbre. De vuelta con el chinchón me di cuenta de que había mucha claridad en la calle. Los pájaros del árbol estaban alterados, iban de acá para allá piando escandalosamente. La Cotilla gritó: - ¡¡¡FUEGOOOOOOOOOOOOO!!! - ¿No decía que había dejado ya el tabaco? - ¡¡¡No eres más tonta porque no te entrenas!!!

Los contenedores de debajo de mi balcón han ardido. La casa parece un horno. Algunas ramas del árbol de la calle han quedado chamuscadas pero los nidos no han sufrido daño alguno. Todo huele a quemado. Una vecina me comentó: - Pensé que se te había quemado la fabada al calentarla. 























martes, 11 de junio de 2019

¿Pascualita tiene alergia al polen?

Pascualita se ha vuelto majareta perdida. Tal vez sea que está feliz con la anchura del nuevo acuario que le permite hacer muchas más piruetas y saltos mortales y demuestra así su alegría. O quizás sea porque se ahoga y me demuestra así el mal rato que está pasando y me pide ayuda. La cuestión es que, sea lo que sea, me pone perdido de agua el suelo del comedor.

Esto lo he pensado después de haber escuchado una conversación en el abutobús entre una embozada y otra mujer que no lo estaba. - ¡Ni que fueras china! ¿Para que te pones esa mascarilla? ¿Para ir por ahí dando la nota? - ¡¿Qué dices, tía? Es para no ahogarme. Estoy de polen hasta los mismísimos ovarios. - Perdona que te diga pero, toda la vida de Dios ha habido polen en Palma y no ha sido hasta que han salido los chinos por la tele con sus mascarillas de médico-cirujano, cuando se han puesto de moda. - Esta gente no tiene sentido del ridículo como nosotros, son prácticos y miran por su bienestar. - Lo que tú digas, Hermenegilda pero, digo yo, que ya podrían haberlas decorado con dibujitos o colores llamativos. ¡Que sosos son, puñeta! - ¡Serían más caros, boberas! - Ya, pero serían guays...

Me bajé en la siguiente parada y ya no pude escuchar más. De todo éste rollo me quedé con el negocio que haría la Cotilla con algo así... ¿Y por qué no lo hago yo? (me dije)... Bueno, al grano:  todo esto ha empezado por la, supuesta, alergia de Pascualita. Y es que he colocado una maceta con arbolito florecido, al lado del acuario para que tape un poco el gran cristal y no puedan ver a la sirena.

El arbolito suelta polen por un tubo porque la mesa del comedor, el aparador, la Santa Cena, las sillas y la vitrina, y los demás objetos decorativos, como los calendarios de Bomberos buenorros de cada año, tienen una pátina verde-amarillenta que, me da a mi, desprende la dichosa planta.

¡Acabo de escuchar un sonido exclusivo! porque, quitado Ulises cuando fue atado por sus marineros al palo mayor de su nave, NADIE ha podido escucharlo nunca. La sirena ¡¡¡HA ESTORNUDADO!!!

Jajajajajajajaja ¡que estornudo tan ridículo!  jajajajajajajajaaaAAAAAAYYYYYYYYY!!!  El chorrito de agua envenenada me ha dado ¡en todo el ojo!  ¡¡¡Que asco le tengo a éste bicho!!!

lunes, 10 de junio de 2019

¡Que caro sale ser famosa!

He decidido apuntarme a todas las carreras pedestres que hagan en Palma, tanto si son a las ocho de la mañana como a las doce del mediodía. Tengo que ponerme en forma y, sobre todo, ganarlas para salir en todas las portadas, tanto de prensa escrita como de televisión y en los primeros comentarios de las emisoras de radio. ¡Quiero ser famosa cueste lo que cueste!

La abuela dice que el calor de éstos días me ha vuelto majareta. Y la Cotilla piensa que deberían llevarme a Alcohólicos Anónimos ¡Ya ves tu quién fue a hablar!

Para poner mi idea en marcha, he visitado la tienda de los chinos del señor Li: - Quiero unas mallas de colorines, bien ajustadas al cuerpo y una camiseta a juego, bien ajustada también. - ¿Tu buscal novio? - Voy a ganar carreras. Y cuando salga en las fotos con los trofeos, diré dónde he comprado el equipo. Por eso espero que me haga un buen descuento. - Plecios de mi tienda ya lleval descuento goldo.

Salí cargada de un montón de cosas que el señor Li fue añadiendo por su cuenta: zapatillas de correr, rodilleras, coderas, gorrita con visera, un abanico por si tengo calor mientras corro, un termo para el agua, otro para el te. Dice que los chinos siempre ganan porque toman te para hidratarse. - ¿Chinos? ... Perdone pero los que ganan suelen ser africanos canijos que no se parecen en nada a los chinos. - Y entonces puso sobre el mostrados ¡unas gafas con cristales de colores! - ¡Toma! tu no vel bien, boba de Colia.

También puso calcetines cortitos, otros largos, otros normales, paquetes de pañuelos de papel de marca desconocida, una sombrilla de papel de arroz, una pamela... - ¿Y esto? ... Pala que tu no quemal pellejo. -¡Oiga, pellejo lo tendrá usted, yo tengo una suave piel de seda!

Me estaba poniendo nerviosa. Aquello me iba a salir por un ojo de la cara ¡Y así fue! - ¿Y el descuento? - Pagando esto tu ahol-lal cincuenta pol ciento. Yo decil antes ¿tú no entelal? - Sí, pero... . - ¡No, pelo! Tú pagal y sel contenta ¡Ahol-lal mucho jijijijijijijijijijijiji!

Ahora voy a ir a entrenar y estrenaré alguna de las cosas que se amontonan sobre la antigua cama de la abuela... ¿collares?, ¿pulseritas?, ¿toallas de baño de Cola Cola?... Cada vez veo más cosas que yo no he pedido... ¿El chino me ha timado? ¡Mejor no pensar en ello ahora!.

Bien pertrechada, meto en el termo de los chinos a Pascualita; coloco una sombrillita de cócktel para que tenga sombra y arranco escaleras abajo, salgo a la calle bajo un sol de justicia, bajo la acera y... ¡me tuerzo un tobillo!

Ahora estoy sentada en la butaca de la salita con la pierna estirada, una bolsa de guisantes congelados sobre el tobillo hinchado, bebiendo chinchón on the rocks con Pascualita, y procurando olvidar la compra y la idea de bombero que tuve.

domingo, 9 de junio de 2019

Domingo de relax.

Se me presentaba un domingo tranquilo, sin abuelitos, vecina, ni Municipal. Un día para practicar el vive y deja vivir: Pascualita disfrutando de su enorme acuario: Pepe, de la tranquilidad de una cocina sin humos porque no pienso guisar habiendo botes de fabada en la despensa. Y yo contemplando pasar la vida desde el balcón o en la pantalla del televisor o durmiendo a pierna suelta en el sofá.

¿Se puede pedir más? sería un pecado de avaricia  aunque, como el otro día saludé a San Nicolás cuando pasé frente a su iglesia, haciendo caso al cartelito que hay en la fachada, junto al santo, puedo pecar a gusto durante cuarenta días ¡Menudo chollo! Así que pediré un novio con posibles y con ganas de tener al bisnieto de mi abuela.

Asomada al balcón me entretuve mirando el trajín de los gorriones, la mayoría de ellos tienen el nido lleno de huevos a punto de eclosionar y se les ve nerviosos e ilusionados... De pronto pensé que si fuera yo la pájara (en el buen sentido de la palabra, por supuesto) con pollitos, iba a estar todo el día estresada y me di cuenta que no me apetece nada meterme en estos berenjenales... Y pensé que, puestos ya a pecar de avaricia, aumentaria el pedido pidiendo que el futuro novio, además de posibles ¡muchos posibles! debe venir ya con un bisnieto bajo el brazo. O sea, lo quiero con hijo incluído y me ahorro el trabajo de hacerlo y toda la cola que trae eso.

Y me he sentido realizada, contenta y liberada de ataduras familiares. He brindado con chinchón por mi brillante idea, no una, ni dos veces, sino hasta que he dejado de llevar la cuenta de las copas que me había echado al coleto. Pascualita, descansando en mi falda, también ha brindado. Incluso a Pepe le he mojado, repetidas veces, los labios cosidos. Después, la sirena y yo hemos estirado los brazos hasta casi tocar la luna, para caer luego rendidas en el sofá hasta la hora del partido de tenis de  Nadal.

¡Que ha estado grandioso! Y también lo hemos celebrado, ¡por supuesto!

De repente me he acordado de los zapatos que le están haciendo a la abuela. Nunca me había enfadado tanto y, ni corta ni perezosa, he llamado a la Torre del Paseo Marítimo: - ¿Alooooooo...?  (Ha contestado el repipi del inglés) - Dile a mi abuela que quiero hablarle. - "Dime, nena" - Di un respingo.

- Dice Pascualita que no quiere ser encerrada en un tacón. Que es hija de su madre, que era hermana de Neptuno. Por lo visto su tio tiene un genio muy corto y puede clavarte el tridente como si fueras un bicho cualquiera... - "¿Y todo ésto te lo ha dicho Pascualita?" - De pe a pa. - "Admirada me tenéis las dos... ¿Pepe no ha dicho nada?" - Que el tridente hace mucho daño porque él, de lanzas y eso, entiende mucho. - "¡Guárdame chinchón! ¡Voy para allá!"

sábado, 8 de junio de 2019

¡Jopé con la abuela!

La abuela se ha vuelto loca de remate. De momento ha dejado aparcada la idea de hacerse la cirugía plástica. Ella quería que le dejaran la cara con sesenta años menos pero, parece ser que el médico le dijo que si quería milagros que se fuera a Lourdes aunque allí tampoco le pidiera peras al olmo porque la Virgen solo hace milagros "normales"

Así que ha cambiado de táctica. Esta visto que hará lo que sea para que nadie le pueda calcular la edad real, que no la pone ni en su carnet de identidad. Ha empezado una campaña A FAVOR DEL PLÁSTICO.

- "Espero que te adhieras a mi lucha contra el papanatismo" - ¡Ni loca! - "¿Ya te han comido el coco con el cuento chino del cambio climático? ¿Acaso no escuchaste al venerado gurú, Aznar, diciéndolo?" - ¡Ya ves tú! - "¡¿No pensarás que mentía?!" - ¡Abuela, quién te ha visto y quién te ve! - "¡Vamos a colgar ésta pancarta que he pintado yo, en tu balcón!"

En una sábana, que luego supe que era mía, había escrito con enormes letras rojas: - "¡¡¡EL PLÁSTICO ES BONITO, PRÁCTICO Y ETERNO!!!"

- ¡Me niego a poner esto en mi casa! Pónlo en la tuya! - "Allí no hará efecto. En aquel barrio no se usa el plástico sino el cristal de Bohemia, la cerámica de la Cartuja de Sevilla, etc. En cambio, en este barrio proletario, con armarios de cocina rebosantes de tapers de todos los colores y pelaje, la gente estará a favor de mi campaña. ¡ No querrán deshacerse de sus cajitas!" - ¡¡¡QUE NO SE PONE LA PANCARTA, COÑE!!!

La discusión se alargó un buen rato pero no di mi brazo a torcer. Al final, nos calmamos y, para congraciarse con su única nieta, ¡YO!, me invitó a tomar un aperitivo en el bar de la esquina. Pensé que chocheaba porque una cosa así no lA había hecho nunca.

De repente me di cuenta que llevaba el termo de los chinos colgado del cuello. - ¿Llevas a Pascualita? - "Sí, viene conmigo a dar una vuelta" - No me parece buena idea... - "He tenido una idea para que la pobre no esté siempre enclaustrada en tu casa. Manolo Blanik me está haciendo unos zapatos ideales. Los tacones serán gruesos y de metacrilato transparente. Se llenarán de agua de mar para meter a Pascualita junto a unas algas y vendrá conmigo a todas partes, viéndolo todo pero sin ser vista. El otro tacón tendrá pececillos. ¡Hasta luegooooooo!"

En ese momento, el rolls royce frenó, con la puerta de atrás abierta, en la puerta del bar. La abuela entró rápidamente y salieron a toda pastilla.

Llegando a casa vi un gentío lanzando amenazas a mi balcón ¡Y allí estaba la dichosa pancarta, desplegada de parte a parte de los barrotes!... ¿Quién pudo hacer eso?... ¡¡¡GEOOOOORGE!!!


viernes, 7 de junio de 2019

¿Cirugía plástica?

La abuela está más pesada que una vaca en brazos con lo de su aversión a que descubran su edad real y ahora se plantea hacerse la cirugía plástica en la cara. - ¡Caray, abuela. Ni que fueras un gánster! ¿También te quitarás las huellas dactilares? - Andresito me dio un codazo. - No le des ideas (me cuchicheó al oído)

Al abuelito le ha sentado muy mal la decisión de su mujer y se opone, frontalmente, a ella. - En mi familia ¡NADIE! ha hecho ¡JAMÁS! una aberración así. (Uf, le ha puesto énfasis al discurso) - "En la mía tampoco pero alguien tiene que ser la primera" - ¡¡¡Mi familia es la tuya!!! - "Entonces ¿la mía es la tuya?" - ¡No es lo mismo! Nosotros descendemos de los caballeros aragoneses que llegaron a la isla con las huestes de Jaime I el Conquistador y le ayudaron a conquistar Mallorca. (todo esto lo dijo de carrerilla, con la cabeza bien alta y la nariz apuntando a la Luna)

- "¡Y los míos! ¿A ver si te crees que los barcos llegaron hasta aquí por amor al arte? Había un montón de gentes en aquellas naves ¿verdad? Pues algunos de ellos fueron mis parientes. Y lo mismo que te digo una cosa, te digo otra ¡Me opero y me opero!"

Andresito cambió de táctica y haciendo un pequeño esfuerzo, logró que una lágrima rodara por su mejilla, después todo fue coser y cantar: lloriqueó un poquito, puso voz de pito y dijo: ni el mejor cirujano del mundo sería de capaz de mejorar tu hermosa carita ¡La que un día me enamoró y me sigue prendando!... ¡snif! ... ¡No quiero renunciar a ella! ¡¡¡BUUUUUAAAAAAAAAA!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Buena has tenido que hacerla, boba de Coria porque a éste (señaló al abuelito) lo oyen berrear desde la esquina ¡Si es que los vas a matar a disgustos! ¡¡¡Que cruz tienen contigo!!! - ¡Oiga, Cotilla, que yo no he hecho nada! - Dáme un chinchón, anda, que las penas con pan son menos.


jueves, 6 de junio de 2019

Oh, nooooo. Moderneces.

La abuela está nerviosa, histérica, a punto del soponcio. A venido a casa solo para dar vueltas y más vueltas al rededor de la mesa del comedor. - ¡Para ya que me estoy mareando! - Me ha hecho caso solo para entrar en la salita y sentarse en el sofá, luego en la butaca, de nuevo en el sofá, en la butaca, en...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! - Cotilla, a ver si usted consigue que la abuela le diga qué le pasa.

Me marché a la cocina para no perturbarlas y pasé un buen rato charlando con Pepe, la cabeza jivarizada y Pascualita. Todo eran cábalas sobre qué era lo que tenía a la abuela descentrada. Fue Pepe quién me sugirió algo... Si, ya sé que no habla pero fue un momento mágico. Miré su carita tamaño llavero, su boca y sus labios cosidos como si fueran el recordatorio de los sabios refranes: En boca cerrada no entran moscas y Ojos que no ven, corazón que no siente. Cosa que, su caso es cierto pues ¡anda que no hace tiempo que alguien se comió su corazón después de  mandarlo al otro mundo!  Y sentí que me estaba mandando un mensaje. Claro que, como el pobre era de Papúa Nueva Guinea, no me he enterado de nada...

La Cotilla me llamó: - ¡Nenaaaaa! ¿Dónde estás? - Tuve el tiempo justo para lanzar a la sirena por la ventana de la cocina y perderla entre la fronda del árbol de la calle.

- La crisis de tu abuela la causa la "modernez" que se está poniendo de moda, de volver a hacer las cosas con sentido común: deshechar los plásticos, usar cestas para la compra, refrescos y lácteos en botellas de cristal retornables, etc. etc. - ¿Eso la perturba? - Sí. Cree que volveremos a los teléfonos fijos y a los "móviles" hechos con vasitos de danones y una cuerda. - ¿Y qué? - Pues que son cosas de nuestra juventud. Igual que las radios a las que se les fundían las bombillas, etc. etc. - Sigo sin entenderla, Cotilla. - Porque eres más corta que las mangas de un chaleco, boba de Coria ¿No te das cuenta que ésto nos pondrá en evidencia delante de la sociedad? La gente le preguntará por la forma de vivir, de usar unas cosas, del por qué de otras, etc. y descubriran, a poco que se lo propongan, la edad que tiene ¡¡¡Su tema tabú!!!

- ¡Ostras! No había caído en eso (dije mientras me alejaba a todo correr hacia la puerta) - ¡Hey, que tu abuela está en la salita dándole al chinchón para mitigar sus miedos!...

Bajé la escalera de cuatro en cuatro. Pascualita llevaba ya un buen rato en el árbol y podría caerse o ser picada por los gorriones... ¡Entonces la vi! A ella no, sino a la mujer que, gritando como una energúmena, llevaba a la sirena colgando de una oreja. Ni siquiera se enteró del tirón secó con el que arranqué a Pascualita, tal era el espanto que le causaba tener una oreja tan grande como la de un elefante africano adulto.

Primer centenario.

... y ¡CIEN!

Vamos a ver: de 1919 a 2019 van... cien. No falla.

Así que, ¡felicidades papá!

Te despediste de la vida en otro año de nueves: 1999. Pero no de mi. Seguimos agarraditos a ese cordón umbilical, invisible, que nos unió desde el primer momento.

Naciste en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre ¡ya lo creo que te acordaste siempre!, Manzanares. Y llenaste mi imaginación con historias que tenían muchos frentes: infancia, niñez, juventud y de adulto joven pero adulto al fin y al cabo porque dos guerras a la espalda curten mucho.

La vorágine de aquellos tiempos oscuros acabaron llevándote a Mallorca donde acabaste por echar raíces profundas. No fue una entrada triunfal la que hiciste en la isla, siendo uno más entre las filas de prisioneros camino de un campo de concentración ¡otro más!

Pues, incluso de las historias de aquellas estancias, crueles e inhumanas, sabías sacarme una sonrisa.

Y, pasando los años llegaron los problemas entre padre e hija, clásicos, duros, en los que las circunstancias y las hormonas, locas de remate, te pusieron contra la espada y la pared. Incluso entonces seguí siendo tu ojito derecho.

Más adelante llegaron los nietos y desde entonces tienes el título de ¡Mejor Abuelo del Mundo Mundial! Tanto es así que recibirás un homenaje, en forma de cómic hecho por Pau y que ya estoy loca por leer.

La frase: "Es el hombre más valiente que he conocido" dicha por tu compañero de infortunios, cuando ya tu cerebro empezaba a olvidarse del presente para asentarte, casi permanentemente, en el pasado, me quedó grabada a fuego y te definió tal cual eras.

Un beso muy fuerte, papá.


miércoles, 5 de junio de 2019

¡Que miedo!

En el silencio de la casa, abandonada doscientos años atrás, el estruendo de una puerta al cerrarse resonó por todos los rincones y algunas paredes vieron crecer sus viejas grietas. Un gato corrió como alma que lleva el Diablo, escaleras abajo.

Alguien, agazapado bajo una polvorienta y astillada mesa, se estremeció y el miedo a lo desconocido le subió, espalda arriba, hasta la nuca cuyos pelos imitaban las cuerdas tensas de un violín momentos antes de romperse.

En lo alto de la escalera, apenas iluminada por la luz de la luna llena que entraba por las rendijas del techo, hundido a tramos, una paloma, espantada, alzó el vuelo pero su ansia de libertad se frustró al quedar una de sus alas enganchada en una astilla de madera. La sangre de la terrible herida manchó los restos de lo que un día fue una espléndida alfombra turca, ahora era tal su deterioro que nadie lo creería.

El personaje escondido salió, lentamente, de su escondite. Dos pasos después caía, lanzando un grito salvaje y desgarrador, a través del agujero que acababa de abrirse bajo sus pies. Si alguien hubiese mirado a través de él hubiese visto una figura ¿humana? atravesada, dos pisos más abajo, por la lanza de un masay.

El silencio reinó de nuevo... Una serpiente bajaba por el pasamanos de la escalera. Sonaron pequeños y rápidos pasos indicando que los ratones corrían a refugiarse... Sin embargo, de haberse detenido a mirar al asesino, sabrían que no había prisa viendo el bulto que deformaba el esbelto cuerpo escamoso: la serpiente había comido ¿un ratón?... no... La cabeza del cuerpo, ensartado y sangrante, del desconocido...¡¡¡POM!!!

Cerré el libro de golpe y me acordé de la abuela y de toda su parentela, que también es la mía. No pude contenerme y llamé a la Torre del Paseo Marítimo. - ¿Aló? - ¡¡¡Geoooorge, pónme con mi abuela, rápido!!! - Madame no estar. - ¿Seguro? - Mi no mentir jijijijiji. - ¡La madre que te parió!

Ella me había regalado (cosa rara) el libro que había empezado a ojear, por la Feria del Libro.

Ahora no me quedaba otra que dejar las luces de casa encendidas y dormir con Pascualita y Pepe en mi cama....

Un fuerte aporreamiento en la puerta de la calle me sacó de los brazos de Morfeo. - ¡¡¡AAAAAAAAAYYYYYYY!!! (grité, aterrada) - Un fuerte estruendo resonó en todos los ricones - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!! - Y unos pasos a la carrera, que venían hacia mi cuarto.

Salté de la cama, me escondí detrás de la puerta y, en cuanto entró el primer asesino, le arreé con la lámparita de la mesita de noche que tiene el pie de mármol de Carrara.

Pobre Bedulio. Se ha quedado sin dientes.

Un compañero suyo me dijo que, al ver tanta luz en mi casa a esas horas de la madrugada, pensó que me estaban a saltando y corrieron en mi ayuda. Y ésta se incrementó cuando me oyeron gritar como una descosida. Por eso tiraron la puerta abajo y... el restro ya es historia.





martes, 4 de junio de 2019

Andresito se va recuperando.



No hay barriada sin contenedor quemado. Los que han impuesto "esta moda" van entrando en la trena ¡ojo que no la quemen también! Entendería que hicieran sus particulares fallas en invierno, por aquello de calentarse ante las bajas temperaturas pero ¡con éste calor! es puro vicio.

Esta charleta teníamos el abuelito y yo, porque hay que animarlo con algo y éste tema lo tiene muy quemado, nunca mejor dicho. - Voy ha presentar una moción en el Ayuntamiento para que, a los Pirómanos H.P., los pongan a apagar lo que han encendido ¡pero desde dentro del contenedor!. - ¿Quiéres que se quemen en plan barbacoa? - Al fin y al cabo en las barbacoas se asan chorizos ¿no?

No quise contradecirle para que no recaiga en la depresión de caballo que ha sufrido a cuenta de la espantá de Mateo... ¿Mateo? ¡El alcaldable ful de su partido!

Andresito se ha quedado prendado del enorme acuario de Pascualita. - Ay, nena, que bien me irá esto cuando apriete el calor, para refrescarme de cuerpo entero. - ¡No, hombre! es para poner peces. - Mejor, así me quitarán las durezas de los talones, gratis.Lo que me extraña es que lo tengas en el comedor... pero, bueno, los jóvenes de ahora sois muy innovadores y quizás pongas de moda tener mini-piscinas en el comedor.

Aquello me dejó preocupada. ¡solo faltaría que Andresito se metiera en el agua y Pascualita, defendiendo su nuevo hábitat, le mordiese y arrancase lo que solo le sirve ya cuando toma la pastillita azul.

De modo que llamé a la abuela para ponerla al corriente. - ¡Tienes que quitarle la idea de la cabeza! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿qué idea, boba de Coria? - El abuelito quiere... ¡va, da igual! ¿de dónde sacó este enoooorme acuario? - De una casa abandonada. - ¿Seguro? - Cuando entramos no había nadie. La puerta estaba abierta, el acuario en la entrada y el camión de mudanzas también estaba solo... ¿Qué podía pensar en un caso así? ¡Pues que ancha es Castilla! - ¡¡¡COTILLAAAAAA!!!



lunes, 3 de junio de 2019

Problemas y más problemas.

La sirena está encantada con su nueva "casa". Está más ancha y sus evoluciones son espectaculares. Es una gozada verla pero también un peligro. Como la Cotilla la vea estamos apañadas.

Quién la ha visto ha sido la abuela y está entusiasmada. "¡Aaaayyyyyy la de cosas que sabe hacer mi sardinita bonitaaaaaa!" - Esta mujer tiene que decirlo todo a gritos y la oyen desde el terrado de la finca. Tal vez por eso, ha venido una vecina - ¡¿Justamente hoy tienes que freír sardinas?! - ¿Yo?... pues ... - ¡Déjalas para mañana que vas a ahumarme la ropa que tengo tendida en el patio de luces! - ¿Por qué no la tiendes en el terrado? - ¡Porque no me da la gana!

Le he jurado por Pepe, la cabeza jibarizada (cuando la ha visto se ha santiguado) que no freiría sardinas. - ¿Juras por "esto"? ¿Acaso no sabes jurar por tus muertos como todo el mundo? - El lo es... - ¿Es qué? - Un muerto antiguo ¡Míralo bien!

De repente empezó a hiperventilar. Soltó unas palabrotas y salió corriendo de casa, pero sí yo creía que la cosa se había zanjado, iba bien equivocada porque, una vez en el rellano de la escalera, gritó que yo guardaba cadáveres de marcianitos en la cocina: ¡¡¡Llamad a los municipales, vecinos. La boba de Coria es una asesina interestelar en serie!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué le pasa a ésta? - A visto a Pepe y ha perdido el juicio. - ¡Claro! Es como tener la mojama en la despensa, solo que con cara. - Pasaron muy pocos minutos cuando sonaron las sirenas de los coches de policía . Los municipales, mandados por el jefe del cuartel, entraron en mi casa. - ¡¿Dónde están los marcianitos?! - A la pregunta contesté con otra: - ¿Lleva guardaespaldas? ¡Que rumbo se gastan! - Parapetado tras el jefe, Bedulio quería pasar desapercibido pero el mandamás se lo quitó de encima a base de gritos. Mientras duraba la sonora bronca, del comedor llegó el sonido de agua cayendo al suelo.

- ¿Quién hay ahí? (preguntó en pleno cabreo) - El ánima de mi primer abuelito, señor. - ¿Se está duchando?. - Posiblemente. No sabe usted lo caprichosas que llegan a ser éstas ánimas. - Nunca he visto una (se volvió hacia el Municipal) - Tráigala aquí, Bedulio. - Este palideció de repente y cayó al suelo cual largo era.

Pascualita seguía a lo suyo, yo me estaba poniendo nerviosa por si alguien la veía y la Cotilla, haciendo amago de entrar en el comedor: - Voy a ver a mis pececitos. - se llevó un empujón para apartarla de allí. - ¡Ni se le ocurra entrar! El abuelito no está de humor. - Pero yo quiero ver a los peces... - Ya no hay. Se los habrá comido. - ¡¿Quién?! - El ánima, hambrienta, de mi primer abuelito. - Y, de repente, todo el mundo desapareció escaleras abajo.

domingo, 2 de junio de 2019

El gran acuario.

Bien tempranito he ido hasta la playa a llenar bidones con agua de mar. He tenido que coger un taxi y hacer tres viajes de ida y vuelta porque ¡menudo acuario se trajo la Cotilla! es más grande que mi cuarto de baño.

Estoy segura de que nadie me ha visto trajinar los bidones. Así evito habladurias y preguntas impertinentes de las vecinas. Cuando estaba a punto de subir los cuatro últimos bidones, se ha acercado un compañero de Bedulio y, curioso, ha indagado como si de un interrogatorio policial se tratara.

Como no me gusta mentir a la autoridad porque las mentiras tienen las patas muy cortas, conté toda la verdad y nada más que la verdad. - ¿Así que una sirena, eh? - Sí, señor. Pequeña y repelente, ya le
 digo. ¡Una birria! - Mire, ya está bien de hacerme perder el tiempo. O me dice la verdad o se viene conmigo al cuartel. - ¿Qué tienen hoy para merendar? (pregunté) - Pues... supongo que choped con olivas. - ¡Uf, quite, quite! Vale, le contaré la verdad. Me dedico al contrabando de agua de mar.

El municipal abrió unos ojos como platos: - ¿Eso es un negocio? - Ya lo creo. Y bien rentable que es. - ¿De eso se come? - ¡Claaaaaaro! - Bueno... pues... creo que eso no es delito. De todas maneras me pasaré a preguntar a mis superiores... No tendría que salir de su casa. - Tengo que ir al mercado, agente. Necesito col, coliflor y espinacas para hacer unos cocarrois riquísimos. - Vale, pero no tarde...

El acuario ya no está sobre el aparador sino en el suelo, bajo la ventana que da al balcón y al árbol de la calle. Lleno de agua de mar pesa un montón. Espero que el suelo del comedor no pase por ojo y me vea comiendo en la entrada de la finca.

Pascualita, sentada en el borde del florero chino que hay en la mesa, no nos quita ojo. Por fin vierto el agua del último bidón. Pongo arena en el fondo, conchas, el barco hundido, y un buen campo de poseidonia. Luego coloco a la sirena sobre mi mano y la animo a tomar posesión de su nuevo hábitat. Y haciendo un fantásticos saltos mortales con doble tirabuzón entra, límpiamente, en el acuario.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿A qué no has comprado algún pececillo de colores? - Pues... - ¡Lo sabía! ¡Toma! - De su bolso sin fondo, la Cotilla sacó una bolsa con dos pececitos de colores y los metió en el agua mientras yo, mentalmente, me despedía de ellos con un Adiós a la Vida... Angelicos.



sábado, 1 de junio de 2019

¡Que susto!

El timbre de la puerta repicó insistentemente: - ¡¡¡Ya voy, ya vooooy, ya voooooy, leches en vinagre!!!... ¿Quién es? - ¡¡¡Soy yo!!! - ¿Yo, quiere decir Cotilla? - ¡Sí, boba de Coria! Y abre la puerta de par en par que venimos cargados. - ¡¿Venimos? ¿Quienes "venimos"? - ¡La madre que te parió!

Subió el ascensor pero, al llegar a mi rellano no salió nadie. Sin embargo, corriendo escaleras arriba, venían dos fulanos con mala pinta y les cerré la puerta en las narices. Acto seguido llamé a Bedulio.

- ¡¡¡Corre, por tu padre. Unos okupas quieren entrar en casa!!! - Ahora no puedo venir. Pero cuéntales lo del ánima de tu primer abuelito y saldrán por pies. - ¡Creo que han secuestrado a la Cotilla para que hablara por el interfono y les abriera la puerta de abajo ¡Date prisa. Ya harás la quiniela en otro momento. - ¡¿Cómo sabes que... ?! - ¡¡¡ME LO HA CHIVADO EL ÁNIMA DE MI PRIMER ABUELITO!!!

Asomada al balcón le vi llegar junto a un compañero. - ¡Están en el rellano y no dejan de llamar al timbre!

El aporreo de la puerta se hizo más fuerte. Y un coro de voces, enérgicas, acompañaba el jaleo. - Miré a través de la mirilla. Lo que vi me quitó toda esperanza de seguir viviendo en mi casa. Los municipales también habían sido secuestrados y estaban todos juntos, okupas incluídos, dispuestos a tirar la puerta abajo.

Me entró un come-come. ¿A quién podía llamar ahora? ¿a la guardia civil? ¿a los bomberos del calendario? ¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyy! No sabía qué hacer. Recorría el pasillo de arriba abajo y, una de las veces que llegué al comedor vi a Pascualita subida al barril de gasolina psicodálico. Sin pensarlo dos veces la cogí. Fui hasta la puerta, la abrí y tiré a la sirena contra la primera persona que vi.

Allí se armó la marimorena. Pascualita saltaba de uno a otro, arrancando pelo, trocitos de oreja, nariz, labio, incluso de partes blandas. Aquello era una escabechina. Y una escandalera porque, a la que ya había se fueron sumando los vecinos, protestando a voz en grito, por tener abierto el ascensor. - ¡Nosotros también lo pagamos, boba de Coria!

Al final, alguien llamó a los bomberos para que sacara del ascensor un enooorme acuario. - ¿Cómo han podido meter esto aquí? (se preguntaban, atónitos)

Más tarde, cuando el chinchón calmaba el dolor y antes de caer en un coma etílico, los acompañantes de la Cotilla, me dijeron que ayudaban a su amiga con el acuario encontrado en una casa desmantelada. Lo hicieron porque le debían favores a la Cotilla: - Pero... ¡hip! ¡nunca... más!